LA OPORTUNIDAD QUE ESTÁ PERDIENDO EL PUSC (II)

 

LA OPORTUNIDAD QUE ESTÁ PERDIENDO EL PUSC (II)

Ocean Castillo Loría.

 

IV

 

Frente a esta realidad política, observamos que el PUSC, está perdiendo una gran oportunidad desde el punto de vista ideológico, pasamos a explicarnos: si en efecto, este partido, abrazara la Doctrina Social de la Iglesia y, la Teología Latinoamericana, entonces, debería ser uno de sus estandartes, el que los pobres, sean verdaderos protagonistas de la vida política.

 

Súmese que, si se levantase la bandera de “una frugalidad compartida”, esto, permitiría que Costa Rica, deje el camino de las desigualdades, del que ya hemos hablado. En esta línea, no sería ocioso, el volver a estudiar los principios del “catolicismo social”.

 

Desde el pensamiento cristiano, se deberían establecer estrategias, para combatir las polarizaciones, tanto de los populismos y los neo populismos. A esto, debería unirse una idea de ensanchar las clases medias.

 

Ahora bien, sabemos que, en esta parte del análisis, estamos en “el deber ser”: para lograr lo que estamos diciendo, el PUSC, debería afirmar que:

 

-          Conteste a la Doctrina Social de la Iglesia, el derecho al trabajo, está por encima del derecho a la propiedad privada.

-          Podría establecerse un diálogo con corrientes de centro – izquierda, para establecer un programa de “Ingreso Mínimo Vital”.

 

 

Claro está, para planteamientos de este tipo, Hidalgo, debería dejar de ser liberal y, pensar, que todo se resuelve con el “capitalismo salvaje” (Juan Pablo II); en la línea, verdaderamente socialcristiana, el avance basado en la dignidad humana, debería estar por encima del libertinaje de mercado, en efecto, Hidalgo, habla de la revolución científico – tecnológica, pero no refiere a la ética que la debe guiar.

 

Asimismo, en lugar de una entrega a las fuerzas internacionales, el PUSC, podría abrazar un nacionalismo, como el que mostrara el ex presidente Rodrigo Carazo, incorporando al concepto de patria, a los pobres y a las víctimas del modelo monetarista.

 

Lamentablemente, este partido, insiste en subordinar el sistema político, al sistema económico. En esta lógica, Costa Rica, que basa su imagen internacional, en la protección de la ecología, en nombre de las ganancias indiscriminadas, destruye sus ecosistemas.

 

Todo lo anterior, nos lleva a un tema central, que ha sido parte de la agenda mundial, por lo menos desde los siglos XVIII o XIX: “la cuestión social”: evidentemente, en el siglo XXI, este tema, asume nuevas formas: crisis ecológica, desempleo tecnológico, exclusión digital, migraciones etc. Incluso, podemos decir que, “la cuestión social”, ligada a la “justicia social”, se debe al pensamiento “neotomista” del siglo XIX, en él, esa justicia, tiene que ver con aquello que se debe a cada persona, por el solo hecho de ser humana (Más allá de su posición social).

 

En esta línea, la cuestión social, debe ir ligada a la cuestión política. Ya no se puede seguir en la dinámica de “cambiar de gobierno”, para que continúe: “la erosión en las condiciones de las clases populares”.

 

Las presuntas fuerzas de centro – izquierda (Dentro de las cuales, ahora no se encuentra el PUSC), no entienden, que, mientras sigan siendo conservadores en materia económica, abrirán las puertas a los radicalismos de derecha e izquierda (“Las revoluciones imposibles”).

 

Sobre todo, desde las derechas, conviene hacer caer en el pesimismo a las sociedades, esto las lleva a la anomia (Emile Durkheim), lo que, a su vez, debilita la solidaridad social. Así, las normas sociales, no regulan más el comportamiento de los individuos.

¿No estamos viviendo esto en Costa Rica, como consecuencia del trabajo precario, la desigualdad educativa, la pobreza urbana y la exclusión digital?; pues bien, ya León XIII, nos diría que, la cuestión obrera, es parte de la cuestión social.

 

Este Papa, expondría que, el trabajo no es una simple mercancía (Tal y como lo valora el economicismo), el trabajo es, una vocación digna y como vocación digna, debe ser regulado por la igualdad y la justicia.

 

Lo opuesto, dijo el Pontífice, lleva a la proletarización, a la opresión, en manos de una minoría poderosa y rica (Para comprobar esta tesis, basta que los llamados “socialcristianos”, lean la Encíclica: “Rerum Novarum”).

 

El Papa Pío XI, criticará los extremismos del capitalismo y el socialismo: obviamente, los extremismos, llevan a excesos, este Papa, hablará, de un orden social, basado en la justicia. El PUSC, debería tener presente que: una economía que desprecia la justicia y el bien común, implica la concentración del poder en pocas manos (Para comprobar esto, deberían leer la Encíclica: “Quadragesimo Anno”).

 

Precisamente, el capítulo de “Las Garantías Sociales”, en la Constitución Política, durante el gobierno de Calderón Guardia, tiene base en las tesis de Pío XI: la ley de justicia social, debe subordinar cualquier modelo económico, prohibiendo que cualquier clase social, sea excluida, de la participación de los beneficios económicos, asegurando que, las riquezas sean repartidas de manera que se salve la utilidad común.

 

Incluso, cuando se lee la carta sobre el justo salario, de Monseñor Thiel, publicada en el siglo XIX, se observa que, el mundo del trabajo, es donde más se debe aplicar la ley de justicia social, siendo el salario justo, uno de los instrumentos esenciales, considerando las dimensiones personales y sociales del trabajo.

 

Además, cuando se observa la vida y obra de Thiel, Jorge Volio, Monseñor Sanabria y Calderón Guardia, es claro que, en su pensamiento, las instituciones públicas y el Estado, tienen un papel insustituible, en adaptar la sociedad a las exigencias del bien común, tomando en cuenta a la empresa privada y a la sociedad civil.  

 

Con el Concilio Vaticano II (1962 – 1965), se reconoce la necesidad de atender las realidades políticas, económicas y culturales, que afectan la dignidad humana; esto, poniendo énfasis, en la justicia social, el desarrollo integral y la superación de las desigualdades.

En este contexto, el Concilio, presenta dos postulados fundamentales:

 

-          La dignidad de la persona humana, creada a imagen de Dios y redimida por Cristo, exige que se supere y elimine cualquier forma de discriminación (condición social, color de piel, lengua, raza, religión, sexo); que sea contraria al plan de Dios.

 

-          Se abandera el destino universal de los bienes, que implica que los bienes creados deben llegar equitativamente a todos, según la justicia y la caridad. 

 

Pablo VI, hablará del tema del subdesarrollo y la pobreza en el ámbito mundial, denunciando las profundas desigualdades, entre naciones ricas y pobres. en la Encíclica: “Popolorum Progressio”, este Papa, se opone a la visión monetarista, de ver el desarrollo, como un simple aumento de bienes materiales.

 

En esta Encíclica, el Papa Montini, extiende la categoría de la “justicia social” a las relaciones comerciales internacionales: si se lee la Encíclica, se ve que Pablo VI, se opone al postulado economicista del libertinaje de comercio: el Papa, nos dice que, los precios que se forman por libre concurrencia, no siempre llevan a resultados equitativos. De nuevo, para que el libre comercio funcione, debe estas subordinado a la justicia social.

 

Su tesis central será que: “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz”. Es decir, no se puede decir que hay paz, mientras, subsistan las causas estructurales de la miseria y la desigualdad. En este contexto, el Papa llamará a las naciones desarrolladas, a ser solidarias, en asistencia con los países menos desarrollados.

 

La recepción de las ideas de Pablo VI, fue muy grande en América Latina. De ahí, importantes sectores del catolicismo, fueron capaces de abrazar las causas de los pobres y oprimidos (Entre tanto, en Costa Rica, la política económica del gobierno de Trejos Fernández, tendía, para decir lo menos, al liberalismo).

 

Para 1968, se da la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, en Medellín, Colombia, allí, se hizo una lectura contextualizada del Concilio Vaticano II, plasmando de manera explícita, la opción preferencial por los pobres, marcando un hito para la región latinoamericana y el propio catolicismo social.

 

El Pontificado de Pablo VI, se desarrolló en una palestra de:

-          La Guerra Fría.

-          Las descolonizaciones.

-          La creciente tensión en los países latinoamericanos.

 

En este marco, el Papa Montini, resaltará la dimensión social del Evangelio. Esto, debería ser parte de la identidad cristiana en el mundo contemporáneo. De esa dimensión, para decirlo de manera muy resumida, surgirá el modelo de la Teología Latinoamericana de la Liberación, cuyo mensaje central es: una reflexión crítica desde la fe cristiana, impulsando la liberación integral de los oprimidos.

 

Juan Pablo II, dará un paso más: expondrá que, el tópico de la cuestión social, atañe a la integralidad del ser humano (Es interesante, hay autores, que dicen que el gobierno de Calderón Fournier, se basó en la Encíclica “Centesimus Annus”, lo descrito antes, demuestra lo contrario: de hecho, miembros del gabinete del periodo 1990 – 1994, no contemplaban los excesos del capitalismo salvaje).

 

El Papa polaco, pese a sus coqueteos con ciertas visiones neoliberales, al final, resultó un firme defensor de la dignidad humana y los derechos de los más vulnerables. Esto, pese a sus tensiones con el modelo de la Teología Latinoamericana de la Liberación.

 

Ya en el marco de la globalización, Benedicto XVI, sostendrá: que, así como la cuestión social, se ha globalizado, igual, debe globalizarse la justicia, esa justicia, debe cubrir: derechos, deberes y responsabilidad compartida (Véase la Encíclica: “Caritas in Veritate”).

 

Aquí no debe perderse de vista que, esa Encíclica del Papa alemán, fue publicada en medio de la crisis económica del 2008. Para muchos eruditos, en este documento, el Papa, retoma las visiones de Pablo VI.

 

Para Benedicto XVI, la caridad, debe ser iluminada por la verdad; y, este es un principio rector de la Doctrina Social de la Iglesia. En esta línea, advierte sobre los peligros de la economía monetarista. Por ello, invitaba a repensar los modelos de desarrollo, integrando: ética, justicia social y sostenibilidad ambiental.

 

Por su parte, el Papa Francisco, permitirá vincular el tema de la justicia social, con la justicia ambiental: el clamor de la tierra y el clamor de los pobres, es uno solo (Léase la Encíclica: “Laudato SI”. Valga decir que, esta tesis, se une a la Teología Latinoamericana de la Liberación). Francisco, criticó fuertemente, el actual modelo de desarrollo que destruye “la casa común” y excluye a millones de personas.

 

El mismo Pontífice, dirá algo, que debería llevarnos a una profunda reflexión, en la presente campaña electoral: la política, hoy padece de miras estrechas, ya no busca un proyecto para todos, sino, que se ha convertido, en un mercadeo de intereses (Ya hemos visto lo sucedido con el programa de gobierno original del PUSC, en las elecciones del 2022 y las actuales tesis neoliberales de Juan Carlos Hidalgo).

 

Precisamente, retornar a esa búsqueda de un proyecto de todos, debe permitir integrar a los pobres en la vida de la sociedad. Así, se evitaría la indiferencia y su instrumentalización en la política (Instrumentalización, que es central para los neo populismos).

 

Así las cosas, cuando se miran los múltiples diagnósticos que se presentan en el país, se observa que:

 

-          Hay un impacto del desempleo tecnológico.

-          Recibimos migraciones forzadas.

-          Tenemos fuertes impactos de la crisis climática.

-          Se profundizan las desigualdades, en el acceso de la educación y la tecnología.

 

Ante este escenario, las fuerzas de centro – izquierda (Dentro de las cuales, no está el PUSC), deberían renovar el diálogo entre un análisis crítico y una propuesta ética de tipo cristiano – liberador.

 

Por ejemplo, para 2022, solo el 32 % de los hogares en Costa Rica, podían adquirir un computador, versus, un 53 % de hogares en las zonas urbanas. Esto, afecta, el acceso a los mercados de trabajo y al derecho inalienable a la educación.

 

De igual manera, de acuerdo a cifras de las Naciones Unidas y la Organización Internacional para las Migraciones, reflejan que, la migración nicaragüense, es importante en el país; en el caso de los venezolanos, ellos, llegan al país, en tránsito a los Estados Unidos.

 

El Papa Francisco, nos recordó que, los migrantes, son personas humanas, no son peones en el tablero de la humanidad (“Fratelli Tutti”, n. 38). Esta tesis del Papa Francisco, le colocó frente al economicismo y al neo populismo de derecha: el argentino, no tuvo miedo en convertirse en defensor de los migrantes y refugiados. Por ello, señalaba: “la globalización de la indiferencia”. El Papa nos indicaba que, era irónico, que una sociedad hiperconectada tecnológicamente, se “desconectara” emocionalmente, de los sufrimientos ajenos. 

 

Hay también, una relación entre cambio climático y pobreza: en los casos de Guanacaste y el Caribe, afecta la producción agrícola, que es la base de subsistencia de muchas comunidades. Además, desde el sistema de precios y mercados, a menor producción; aumento de precios, haciendo más difícil, el acceso a esos bienes. De nuevo, recordamos a Francisco o a teólogos latinoamericanos, como Leonardo Boff: un verdadero planteo ecológico, se convierte siempre en un planteo social (“Laudato SI”, n. 49).

 

En lo que refiere al trabajo informal y la precarización, en abril de este año, la OCDE, dice que en Costa Rica, este año la informalidad, representa el 40 % del empleo total. Este es un factor clave en la desigualdad y la pobreza. Francisco insistirá en lo que, desde el inicio, habla la Doctrina Social de la Iglesia: el trabajo, es una dimensión esencial, de la existencia humana, el trabajo, nos dice, da dignidad (“Laudato SI”, n. 128).

 

Abordando el tema de la concentración de la riqueza, en enero de este año, se informaría que, el uno por ciento de la población más rica de Costa Rica, reciben una cantidad de ingresos, que supera al que recibe en conjunto, el 50 % de la población ubicada en la parte más baja de la escala de la riqueza.

 

Tanto la Teología Latinoamericana, como la Doctrina Social de la Iglesia, coinciden en que, la cuestión social, es una problemática estructural, que requiere cambios profundos: contrario a lo que pueden decir, los economicistas, tratando de “vestirse de socialcristianos”, la desigualdad, no es una desviación del capitalismo – monetarista, es, en el fondo, un fuerte síntoma, de un orden económico y social, que privilegia el beneficio, sobre las personas.

 

La estratificación y la exclusión social, no son anomalías del sistema, son inherentes al mismo (Así lo establece el afamado sociólogo, Pierre Bordieu); frente a ello, la Doctrina Social de la Iglesia, da una respuesta, que arranca en la dignidad humana y la centralidad de la persona. Nos dice el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “El ser humano es el sujeto, fundamento y fin de toda la vida social” (Numeral 106).

 

Con todo lo antes dicho, las ciencias sociales, la Teología latinoamericana de la Liberación y la Doctrina Social de la iglesia, convergen en varios puntos, ellos, deberían ser tomados en cuenta, por los partidos socialcristianos:

-          La dignidad humana como eje: las formas de alienación del estrato trabajador, han variado con el tiempo. Este problema, debe ser abordado de manera estructural y ético (J. Habermas); la Doctrina Social de la Iglesia, nos dice: que la dignidad del ser humano, depende de su condición de hijo de Dios (Concilio Vaticano II).

 

-          Solidaridad y justicia estructural: nos diría Juan Pablo II que: la solidaridad, es una determinación en pro de empeñarse por el bien común (Encíclica: Sollicitudo Rei Socialis, n. 38).

 

-          Los cambios, deben venir de la base social: ella, debe luchar contra los abusos de los poderes superiores y, les impulsa, a asumir responsabilidades (Compendio de la Doctrina Social de la iglesia, numeral 187).

 

-          El bien común y el destino universal de los bienes: esta tesis, se opone al individualismo económico, Juan Pablo II, insistirá que, ese destino universal, debe ser el primer principio, de todo el ordenamiento ético y social (Encíclica: Sollicitudo Rei Socialis, n. 42). Como puede verse, esta Encíclica, se alinea con la Doctrina Social de Pablo VI: “Sollicitudo Rei Socialis”, es escrita, con motivo del vigésimo aniversario de “Popolorum Progressio”.

 

 

En definitiva, las ciencias sociales y la teología latinoamericana de la Liberación, aportan herramientas analíticas, para desenmascarar al sistema de dominación (Teología histórico – crítica) y de exclusión. La Doctrina Social de la Iglesia, propone principios normativos, para la acción política, económica y cultural.

 

Ya a esta altura, es claro que, ideológicamente, el reformismo cristiano, puede transitar la senda del centro a la izquierda, en donde se debe y puede combatir, la pobreza individualista, que asfixia la vida en común (Papa Francisco: “Evangelii Gaudium”, n. 2).

 

Como puede verse, ante la realidad descrita en los primeros acápites de este trabajo, los socialcristianos, están perdiendo una gran oportunidad: la oportunidad de la esperanza, ésta, sustentada en la centralidad de la persona humana, la fraternidad y la justicia. Volvemos al Papa Francisco, quien escribiría, que la auténtica fe cristiana, nunca es cómoda ni individualista, además, de que siempre, implica un profundo deseo de cambiar el mundo (“Evangelii Gaudium”, n.183).

 

Como puede verse, el reformismo cristiano, puede aportar del centro hacia la izquierda del espectro ideológico, el que, superar la cuestión social, no es solo cosa de reformas económicas y técnicas (Tal y como lo podía plantear el socialismo costarricense); sino, que cubre una transformación cultural y espiritual, que reubique la dignidad de la persona en el centro, de la acción política y económica, como lo establece el Compendio de la Doctrina Social de la iglesia (Incluso, en este punto, esta doctrina, puede encontrar espacio común con la socialdemocracia clásica de nuestro país).

 

Una vez más: la propuesta conjunta de las ciencias sociales, la Doctrina Social de la iglesia y la Teología Latinoamericana de la Liberación, representa un camino fecundo para la construcción de una sociedad justa, fraterna y sostenible.  

 

Desde León XIII hasta León XIV, es evidente que la iglesia católica, se viene preparando, para su encuentro con la política, con las problemáticas sociales, con la pobreza, con la injusticia. De ahí, algo que ha enfatizado la Teología Latinoamericana de tipo liberador: “la Opción Preferencial por los Pobres”.

 

El mismo Francisco, hablaría de “una iglesia pobre para los pobres”. Guardando las distancias que dictan la Doctrina Social de la Iglesia y, la Teología Latinoamericana, el PUSC, podría ser un partido representante de las clases medias – bajas y bajas del país (Quizás, al mejor estilo de las épocas: “Caldero – comunistas”).

 

Para esto es clave, que, si hay verdaderos ideólogos en el socialcristianismo, ellos, deberían volcarse al estudio de la Teología Latinoamericana de la Liberación (Boff, Gutiérrez y Sobrino); los miedos, deben quedar de lado, el mismo Francisco, ha integrado ese modelo teológico a la tradición católica   

 

 

V

 

A esta altura, vale la pena decir, que, los economicistas dentro del PUSC, olvidan todo esto, pero hay algo más grave: de la mano de, por ejemplo, corrientes del marxismo cultural, hoy, se quiere volver a abanderar la tesis de que, el catolicismo, debe distanciarse de la política, pero, de nuevo: la Doctrina Social es clara: en lo que no se puede meter la iglesia, es en la política partidista, pero sí, puede tener criterio y acción en la política social.

 

Además, desde la Teología Histórico – Crítica, es claro que, Jesús de Nazaret, se opuso al sistema de dominación de su tiempo, proponiendo lo que denominó: “el Reino de Dios”, el cual, tiene tres bases:

 

-          Una política para el servicio.

-          Una economía para la solidaridad.

-          Una cultura, que basada en una ética del servicio, lleve a la verdadera libertad.

 

Así, una iglesia, que abrace ese proyecto, no puede dar la espalda a la “política del servir”: ¿Servir desde dónde?: desde las demandas de su pueblo, sobre todo, desde las demandas de los oprimidos, de los pobres.

 

Así, incluso, pese a las ataduras que, puede imponer la institucionalidad eclesiástica, el catolicismo, puede denunciar lo incorrecto, con firmeza y serenidad, con brutal honestidad. La iglesia, puede interpelar con claridad, sobre las necesidades reales de la ciudadanía.

 

Esas necesidades, que quedan postergadas, mientras el oficialismo, “juega a gobernar”, con actos y verbos superficiales, frívolos y banales. Vienen las elecciones del 2026, y, los ciudadanos, deberían buscar, dirigentes cercanos al pueblo, prudentes, comprometidos con el derecho y la justicia.

 

Un liderazgo lejano al presente circo del oficialismo, un circo, que busca no ser controlado, para beneficio de sus propios intereses. Vienen las elecciones del 2026 y vale la pena recordar que, nuestra patria, fue construida por “más maestros que soldados”.

 

Debemos recordar que, nuestros dirigentes, se forjaron con vocación democrática, primando el amor entrañable a favor de todos (Solo como ejemplo, basta leer las palabras del Presidente José María Castro Madriz, al fundar nuestra República).

 

Frente a esto, hoy, cuando parte de la sociedad protesta es amedrentada por los cuadros defensores del oficialismo, esos mismos, que han fracasado en las grandes movilizaciones que han intentado a favor de Chaves.

 

Defensores de un presidente sin vocación democrática, con un respaldo popular cimentado en la rabia y obnubilado por el neo populismo; un Presidente, que, cuando le conviene, no se encuentra con el verdadero pueblo.

 

Ese pueblo, que no encuentra respuestas en las presuntas acciones políticas de quienes gobiernan, ese pueblo, que sufre por los comportamientos distorsionados de la clase gobernante, un pueblo, que busca ser amparado ante las extorsiones y la inseguridad.

 

El periodo de Rodrigo Chaves Robles, está por terminar, y sigue el ciudadano – presidente, lanzando culpas al PLN, al PUSC y al PAC, no habla de cómo sus medidas fallidas, han alimentado el agravamiento de nuestras crisis.

 

Solo como ejemplo, entre el 2022 y el 2024, ha aumentado significativamente la violencia, alcanzando récords históricos: entre 2023 y 2024: el primer año citado, los homicidios, fueron 905; y el año pasado, la cifra fue de 880. Entre tanto, en marzo de este año, se informaba que, la Fiscalía General, ha abierto 104 investigaciones contra el Presidente de la República.

 

Ahora, nuestro país, tiene una serie de particularidades: en otros países, la popularidad del mandatario, ya hubiera caído irremediablemente (Solo como ilustración, esto es lo que está sucediendo con la presidente del Perú).

 

Pero la más reciente encuesta del CIEP, nos indica que: el Presidente Chaves, cuenta con un 52 % de apoyo popular, pese a que, el 74 % de la población, considera que, ya tuvo tiempo suficiente para hacer cambios y no los hizo.

 

Tal parece que nuestra ciudadanía, no se ha dado cuenta o se ha acostumbrado a vivir en una anarquía. Pese a ello, de acuerdo a la encuesta citada, los dos principales problemas del país, son:

 

-          La inseguridad (45 %).

-          La corrupción (15.5 %).

 

Esto es fruto, de la acción de quienes han tenido el poder y han golpeado la vocación de servicio político. Retornando a la Doctrina Social de la Iglesia y a la Teología Latinoamericana de la Liberación, ellos, no han tomado decisiones de acuerdo a la justicia, la equidad y la moral cristiana.

 

Frente a la palabrería sin fondo, como la que viene ofreciendo el oficialismo, esa palabrería, que nos deja desánimo e impotencia, hemos probado que, la Doctrina Social de la Iglesia y la Teología Latinoamericana, presentan todo un arsenal, para el buen gobierno y la ciudadanía.

 

Pero de nuevo: el PUSC, está perdiendo una valiosa oportunidad: la oportunidad, de presentar un mensaje nacionalista, integrador, un mensaje capaz de arrebatar la República, a los poderes fácticos que hoy dominan.

 

En esta lógica, ese partido podría hablar de la construcción de relaciones justas, tanto en la esfera nacional como internacional. Podría hablar del reconocimiento de derechos fundamentales de las personas, incluyendo, el derecho al trabajo, a una vida digna y a la participación de la sociedad (Participación, en pro de la construcción del bien común).

 

Pero, para ello, el PUSC, debería tener un compromiso decidido con la justicia y la promoción humana, ella, dirigida a la opción por los pobres. esa opción, debería llevarlos a un verdadero compromiso con las luchas populares.  

 

En otro orden de cosas, si verdaderamente el PUSC, abrazara las tesis socialcristianas:

 

-          Sostendrían la dignidad humana y la justicia social, como base de la paz.

 

-          Se opondría a tesis propias del marxismo cultural, las cuales, luchan por la reducción de la fe cristiana.

 

Aún más, aprovecharía todo del acervo de Doctrina Social del Papa Francisco, defendiendo a los pobres y a los sistemas ecológicos. Enarbolaría la bandera de los descartados e ignorados, por el modelo de desarrollo neoliberal. Sería esta agrupación, una estructura dentro del sistema de partidos políticos, que denunciara “la economía de la exclusión y la inequidad”. Esa economía, que decía el Papa: mata y genera una cultura del descarte.

 

En esta línea, el PUSC, giraría a tender puentes con los movimientos populares, esto, con el objeto de generar verdaderos cambios sociales, por medio de las políticas públicas. De igual modo, si hubiese ideólogos en ese partido, se estaría pensando en políticas transversales, de combate a la pobreza y protección ecológica: no puede olvidarse que, las poblaciones más empobrecidas, son las principales víctimas de la crisis ambiental.   

 

Insistimos: el PUSC, está perdiendo una valiosísima oportunidad: la oportunidad, de plantear un paradigma económico, que supere el consumismo y la cultura del descarte; un modelo que genere, modos de producción, más justos y sostenibles.

 

Ahora bien, una de las trampas en las que puede caer este partido, es: “simular dar un giro del centro hacia la izquierda”, pero que ese giro, quede como mero discurso. Así, uno de los retos de los rojiazules, tiene que ver con el desafío de prácticamente todo el sistema de partidos políticos en Costa Rica, a saber: recuperar la credibilidad del electorado. En esta lógica, todos los partidos, deben avanzar en la responsabilidad y la transparencia.

Por otra parte, tenemos claro, que lo que hemos expuesto, generaría tensiones a lo interno de ese partido, entre los economicistas y los verdaderos socialcristianos; pero, incluso, lo propuesto aquí, puede ser útil para los partidos del centro hacia la izquierda, del espectro ideológico.

 

Esas agrupaciones, de nuevo: no pueden perder de vista, el establecimiento de alianzas con la sociedad civil organizada, en proyectos de desarrollo y promoción humana. Para esto, en la palestra cultural, se debe superar la polarización y los diversos fundamentalismos (Incluidos los de los partidos llamados “evangélicos”).

 

Así, no podemos negar que, la tentación del populismo o de la instrumentalización política de la religión, está plenamente vigente en la presente campaña electoral (Un ejemplo de ello, es cómo recientemente, este tema, ha sido debatido, respecto a “Las Obras del Espíritu Santo”).

 

Por otro lado, no podemos dejar de hablar, del papel de la juventud en la política partidista: no cabe duda que mucha de la juventud, ha abrazado el modelo individualista, pero también mucha, está preocupada por la justicia social, la ecología y la inclusión. Pero también, muestran desconfianza respecto a las instituciones tradicionales. He aquí el reto de muchos partidos políticos: conectar los anhelos de la juventud, con las visiones propias de los reformismos del centro – izquierda.

 

Ahora bien, retornando al PUSC, hemos demostrado su dualidad entre el socialcristianismo y el monetarismo. Para combatir ese dualismo, la praxis de la agrupación, debe abrazar el reformismo socialcristiano con la máxima coherencia.

 

Esto es clave, tomando en cuenta que, la democracia como valor universal y forma de organización política, está siendo fuertemente atacada. En suma, los partidos del centro hacia la izquierda, deben tener claro que, en nuestro país, hay grupos de mucho dinero y poder, que buscan retrocesos autoritarios, que, sin exagerar, pueden llevarnos a la barbarie. Una barbarie, donde la justicia social, es más atacada que nunca.

 

De ahí que esas fuerzas (Con o sin el PUSC), deben retomar los bastiones democráticos de la participación, la igualdad, la interacción y si se quiere, agregando, el tópico de la espiritualidad natural.

 

Dado que, estamos agregando un nuevo bastión (El de la espiritualidad natural), vale la pena explicarlo: hay que entender la espiritualidad, como hoy la entiende, la neurociencia y la cosmogénesis, es decir, la espiritualidad, es parte de la naturaleza humana.

Tal y como lo dice, Steven Rockefeller, profesor de ética y filosofía, en su libro: “Spirutual Democracy and our Schools”, de 2022: “La espiritualidad es una capacidad innata en el ser humano que, cuando es alimentada y desarrollada, genera un modo de ser hecho de relaciones consigo mismo y con el mundo, promueve la libertad personal, el bienestar y el florecimiento del bien colectivo” (Página 10).

 

De esta espiritualidad innata, surgiría la solidaridad. De esa solidaridad, devendría la convivencia humana y la concreción del acto de la democracia. Y de ese acto democrático, debería surgir un paradigma nuevo, que, incluyendo la espiritualidad natural, permita la benignidad con la naturaleza y el cuidado de “La Casa Común”.

 

Lo contrario, haría parte a Costa Rica, de una tragedia ecológico – social, que implica, grandes peligros para la tierra misma. En este contexto, no podemos cerrar los ojos: las elecciones del 2026, no dejan de ser una palestra del combate contra las fuerzas populistas y neo populistas de derecha y hasta extrema derecha, que niegan la democracia y hasta proponen destruirla.

 

 

VI

 

Con esto dicho, entremos en una especie de balance final: como se ha visto, este amplio trabajo, se ha divido en dos partes: una diagnóstica, y otra, en la que entramos en el campo de la filosofía política y las doctrinas políticas.

 

En lo que refiere al actual candidato del PUSC, Juan Carlos Hidalgo, podemos concluir lo siguiente:

 

Su pensamiento real, es el de un liberal clásico. Esto implica un énfasis en la economía de mercado, las libertades individuales; y una crítica a la intervención del Estado, en el “sistema de precios y mercados”.

 

Hidalgo, sería parte de los cuadros economicistas que, desean profundizar el giro de la economía mixta costarricense, hacia una mayor participación del mercado como organizador social. Incluso, la candidatura de Hidalgo, haría llevar al PUSC, del centro, más hacia la derecha.

 

En oposición, en materia de doctrina social de la iglesia, sobre todo, con Francisco:

 

-          Un énfasis en las estructuras comunitaristas.

-          Hace valer, el Estado necesario en su participación en la economía.

-          Una clara regulación de la apertura comercial y la economía de libre mercado.

 

Si leemos a Giovanni Sartori, nos daremos cuenta que, Hidalgo puede calificarse, insistimos, en un liberalismo clásico o monetarismo. El tema es, que con Francisco, cada vez es más difícil traslapar, la Doctrina Social de la Iglesia con la defensa del neoliberalismo.

 

En ese sentido, el PUSC, podría propiciar su reencuentro con “el Calderonismo histórico” (El “Calderonismo de Calderón Guardia”); pero en oposición a esto, Hidalgo, apoyaría una filosofía liberal, en la línea de Hayek y Friedman. Es decir, dejando de lado, la justicia social. En suma, en la realidad: el pensamiento original del candidato del PUSC, lo distancia del socialcristianismo, donde hemos visto que, la solidaridad se entiende como un deber moral y político.

 

En términos filosófico – políticos, Hidalgo, defiende una antropología individualista, mientras que, la Doctrina Social de la Iglesia, es personalista – comunitaria (Basta ver, los marcos filosóficos, del Papa Juan Pablo II y el Papa Francisco). Esta diferencia es difícil de conciliar. Por tanto, parece que, el dualismo del PUSC, seguirá existiendo.

 

Esto, a pesar de que, el economicismo y el socialcristianismo, tienen en común:

 

-          La defensa de la propiedad privada.

-          La valoración de la iniciativa privada.

 

-          El tema del Estatismo excesivo (Esta sería la diferencia con la socialdemocracia clásica y ni qué decir, con el marxismo. El tema del peso del Estado, en la Doctrina Social del Papa Francisco, es tema de otro debate)

 

 

Pero las diferencias entre liberalismo o neoliberalismo y reformismo cristiano, implican:

 

-          El objetivo del Estado, para los primeros, debe ser mínimo, para los segundos, la meta, es la justicia social.

 

-          El fundamento moral: para los economicistas, el centro es la autonomía individual; para los socialcristianos, es el bien común y la dignidad.

-          La política social: para los monetaristas, el mercado debe ser el organizador social; el socialcristianismo, acepta la acción correctiva del Estado (Tal tesis, da espacio para el intercambio con socialdemócratas clásicos).

 

De lo antes dicho, Juan Carlos Hidalgo, sería un liberal clásico o un libertario moderado (¿Podríamos decir lo mismo de la candidata por el primer lugar en San José, Abril Gordienko?); esto, nos lleva a una contrastación con líderes clásicos del socialcristianismo en Costa Rica:

 

-          Una gran distancia con Calderón Guardia, quien forjó una alianza con el Partido Comunista (Vanguardia Popular).

 

-          Con José Joaquín Trejos Fernández, podrían darse rupturas, en cuanto al papel redistributivo del Estado (Que, valga decir, era mucho menor, que en las tesis socialdemócratas clásicas).

 

-          Con Carazo Odio, no tendría relación, con la fuerte defensa de la soberanía nacional.

 

 

Desde esta perspectiva, Juan Carlos Hidalgo, no tendría relación con el legado socialcristiano costarricense, pero sí de un liberalismo clásico, tal y como lo establecen los sectores de centro – derecha y derecha de ese partido.

 

Seamos francos: no se observa a Hidalgo, ejerciendo el poder, poniendo como eje la dignidad humana, como lo hiciera Calderón Guardia; o tratando de dar cierto objetivo de equidad social al Estado; y, menos defendiendo la nación, frente a intereses externos.

 

Más bien, no en balde, desde el inicio de su precandidatura, recibió el apoyo del ex presidente, Miguel Ángel Rodríguez E.: esto, porque, posiblemente “el socialcristiano, más cercano al neoliberalismo” ha sido Rodríguez.

 

Lo que hemos propuesto aquí, es que, en el momento presente, el PUSC, podría reencontrarse con “un catolicismo social fundacional”. Para ello, Juan Carlos Hidalgo, tendría que sufrir una profunda transformación de su pensamiento originario.

 

La riposta a esta tesis, podría ser: pero el PUSC, con el pensamiento de Juan Carlos Hidalgo, puede atraer a electores urbanos, jóvenes y críticos del estatismo. El punto es, que este proceso electoral, tiene muy ocupado, el espacio “del centro a la derecha del espectro ideológico”: incluso, podríamos iniciar con la hipótesis, de los que pudiesen abrazar el neo populismo de derecha:

 

1) Alianza Costa Rica Primero.

2)  Aquí Costa Rica Manda.

3) Pueblo Soberano.

 

Hacia la derecha:

 

1) Avanza.

2) Liberal Progresista.

3) Nueva República.

4) PUSC.

5) Unidos – Podemos.

 

En suma: el PUSC, está perdiendo la oportunidad de reafirmar, la identidad comunitaria y solidaria (Socialcristiana); por lo pronto, está compitiendo en el terreno liberal. En este ámbito, más que buscar diferenciación ideológica, va por el camino de la igualación.

 

En esta lógica, insiste en su dualismo histórico, con lo que, parte de su voto, podría diluirse entre los partidos de centro – derecha y derecha; incluso, otra parte, podría sufragar, por estructuras abanderadas del neo populismo diestro.

 

Si partimos de estas tesis, podríamos plantear los siguientes escenarios, en términos de prospectiva:

 

a) Que no pase nada: es decir, que el PUSC, se ubique entre el cuarto y sexto lugar en las elecciones del 2026 (Según la encuesta del CIEP, actualmente, ocupa el sexto lugar, con un 2 % de la intención de voto).

 

b) El PUSC, absorbido por el liberalismo: el sector socialcristiano, termina siendo derrotado a lo interno del partido; el PUSC, pasa a ser un actor marginal o minoritario, en coaliciones de signo economicista.

c) El PUSC, logra revitalizarse en el socialcristianismo: para próximos procesos electorales, podrían surgir liderazgos, verdaderamente socialcristianos (Tomando en cuenta, la debilidad del PRSC, podrían regresar cuadros de ese partido al PUSC); el dualismo del PUSC, seguiría vivo, siendo Hidalgo, un competidor, de lado monetarista del partido.

 

d) Escenario mixto: el PUSC mantiene un dualismo discursivo: política económica neoliberal y una política social, de reformismo socialcristiano, es decir, el PUSC, no resuelve su dualismo histórico.

 

En el campo de la filosofía política y las doctrinas políticas, podemos sintetizar lo siguiente, centrados en la categoría de la justicia social:

 

-          En la Doctrina Social de la Iglesia, la justicia social, tiende al bien común.

-          La justicia social, parte de la naturaleza y vocación de cada estructura social.

-          Ella impone deberes concretos, a todos los actores sociales.

 

-          Solo una sociedad que garantiza los medios necesarios para una vida digna, puede considerarse ordenada al bien común.

 

-          La Doctrina Social de la Iglesia, enseña que la justicia social, exige la superación de toda discriminación estructural, la defensa activa de los derechos fundamentales; y la promoción de condiciones equitativas de participación y desarrollo humano integral.

 

-          Desde la justicia social, la sociedad no se organiza de acuerdo al mercado, sino, de la fraternidad, la solidaridad y la opción preferencial por los pobres.

 

-          Las Conferencias del Episcopado Latinoamericano (De Medellín a Aparecida), han contextualizado y ampliado, el concepto de “justicia social”, como un derecho. En la Conferencia de Aparecida, se amplía esa categoría, para incluir a “los nuevos pobres”.

 

 

Con todo lo antes dicho, es más que claro, que, con la candidatura y pensamiento de Juan Carlos Hidalgo, el PUSC, está perdiendo la valiosísima oportunidad, de concretar una doctrina muy arraigada en América Latina, bajo el norte de la liberación de los marginados, los oprimidos y los pobres.

 

 

 

 

 

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