Reflexión de Semana Santa: Pasión, muerte y resurrección de Jesús, desde la esencia del cristianismo (I parte)
Reflexión de Semana
Santa: Pasión, muerte y resurrección de Jesús, desde la esencia del
cristianismo (I parte)
Ocean Castillo Loría.
“Él a causa de su
amor sin límites, se hizo aquello que somos nosotros, para hacer de nosotros
plenamente lo que es él”.
Irineo de Lyon.
I
Jesús plantea un proyecto
alternativo: el Reino de Dios. Ese proyecto se opone a lo que en este trabajo
denominamos el sistema de dominación: ese sistema tiene 3 componentes: una
política y una economía egoístas, y una cultura (Una religión) opresiva.
La concreción de ese proyecto
alternativo, lo va enfrentando al sistema de dominación. Ese enfrentamiento, va
subiendo de nivel, hasta que, en un momento determinado, decide ir a Jerusalén,
lo cual efectivamente, es un giro en su vida y su acción.
Lucas plantea que cuando llega el
momento de la “elevación” (Entiéndase crucifixión), Jesús decide ir a Jerusalén
(Lucas 9: 51); en esta ciudad, aparecerá el Reino de Dios, como lo predicen los
profetas (Isaías 2: 2 – 4)
En ese camino, los discípulos, lo
que llevan en la mente es la visión nacionalista del mesianismo: es decir, que
Jesús como Ungido, derrotaría a los enemigos de Israel, y sus discípulos serian
ministros en su reinado (Lucas 19: 11. Mateo 10: 37)
Pero Jesús sabe que las cosas van
a ser muy distintas. A dos discípulos, que piden los primeros lugares en “su
gobierno”, les pregunta si serán capaces de pasar por la prueba por la que él
va a pasar (Marcos 10: 38)
Jesús se había opuesto a las
cúpulas gobernantes, por ello, también entre los que acompañaban a Jesús a
Jerusalén, había espanto (Marcos 10: 32 – 34); Jesús morirá a manos de las
cúpulas del sistema de dominación. Muchos del pueblo lo seguirán en Jerusalén,
del rol del pueblo en la Pasión y muerte de Jesús, hablaremos más adelante.
En el momento culmen, a Jesús lo
abatirá (Desde la Teología de la Salvación), el pecado, no solo de Israel, sino
del mundo entero. Lo dirá al ser detenido: será la hora de las tinieblas (Lucas
22: 53), pese a esa hora, Jesús seguirá sujeto a la voluntad del Padre, al
amor, a su vocación. Jesús confía en el triunfo final del Reino de Dios (Juan
12: 24) De allí saldrá el triunfo definitivo sobre la muerte (La resurrección)
Esta realidad de la Pasión,
muerte y resurrección de Jesús, queda delineada en los Evangelios:
-
“la salida” (Lucas 9: 31)
-
“elevación” (Lucas 9: 51)
-
“Consumación” (Lucas 12: 32)
-
“Glorificación” (Juan 13: 31)
-
La “Hora” (Juan 12: 23)
-
La “privación de la presencia del novio” (Marcos
2: 19 – 20)
-
“como está escrito” (Marcos 14: 21)
-
El pastor herido con las ovejas dispersas
(Marcos 14: 27 – 28)
-
El bautismo y el cáliz (Lucas 12: 50. Marcos 10:
38)
Pese a ello, Jesús también dirá
que: no hay que temer a los que matan el cuerpo (Lucas 12: 4)
De igual manera, hay alusiones a
la Pasión de Jesús en el Antiguo Testamento, con descripciones de hombres que
sufren y son salvados por Dios (Salmos: 17, 22, 69); y como lo veremos más
adelante en este trabajo: los cantos del “Siervo Sufriente”.
Jesús se encarna y en esa
encarnación, asume hasta lo máximo nuestra vida apresada por el pecado (En el
Nuevo Testamento se dirá que: Jesús fue igual en todo a nosotros, menos en el
pecado) Jesús vive gran angustia hasta vivir su Pasión (Lucas 12: 50)
En términos litúrgicos, la
Iglesia se prepara durante 40 días, para hacer memoria y presente, la Pasión,
muerte y resurrección de Jesús. En ese tiempo de preparación (La Cuaresma), se
hace un llamado a la conversión (2 Corintios 6: 2)
Se trata de sentir la miseria del
pecado. Se entra en recogimiento y reflexión. Es tiempo de penitencia. El
primer domingo, se lee el Evangelio de las tentaciones. Además, se intenta
subrayar la práctica del ayuno.
Este tiempo litúrgico, busca
restaurar en nosotros el Reino de Dios. Para ello, debemos caminar junto a
Jesús a su Pasión. Por ello, también se subraya la solidaridad (Mateo 25: 40);
lo mismo se plantea la necesidad de profundizar la oración. Y claro está, no se
olvida, el sacramento de la reconciliación.
Una de las características
principales de la Cuaresma es, la elección de las lecturas bíblicas. Tres temas
dominan especialmente: penitencia y perdón de los pecados (Primera semana);
bautismo (Tercera y cuarta semanas); la Pasión de Cristo (Quinta y sexta
semanas); la segunda no presenta ningún tema característico.
Con el quinto domingo, comienza
el “tiempo de la Pasión”, los textos evangélicos de la Semana Santa, se toman
de las disputas del Señor con los fariseos. La Iglesia concentra su atención,
en la lucha de Jesús, con lo que, aquí hemos llamado el sistema de dominación.
II
Jesús se presenta al pueblo
diciendo que: el tiempo se había cumplido y que, el Reino de Dios estaba cerca,
por tanto, había que arrepentirse y creer en la Buena Noticia (Evangelio)
(Marcos 1: 15); aquí hay una parte de su mensaje, que es semejante a la de su
precursor (Juan el Bautista): el llamado al arrepentimiento. Pero ese
arrepentimiento, debe conducir a una transformación profunda. Ella implica, que
el ser humano reconoce que ha generado una ruptura con Dios, con el prójimo y
con la naturaleza (Ha pecado) y por sus propias fuerzas, no puede remediar
estas rupturas.
Ya lo veremos más adelante, pero
cuando Jesús, habla del Reino de Dios, no está hablando de las dinámicas,
políticas, económicas y culturales de los imperios, no está hablando de la paz,
impuesta por la vía de las armas y la violencia: es la paz, como fruto de la
tranquilidad en la justicia (parafraseamos aquí, a San Agustín)
En principio, el Reino de Dios,
es la manifestación de la gloria y el señorío de ese Dios a la humanidad. La
causa de Dios, es la causa de la humanidad. Es la justicia de Dios, que se hace
realidad. El Reino de Dios, está cerca, porque Jesús está presente, Jesús
anuncia el Reino, pero en su persona, encarna el Reino mismo.
Ahora, todo reino tiene una constitución:
la constitución del reino de Dios, Jesús lo presenta en lo que conocemos como
“El Sermón de la Montaña” (Mateo, capítulos del 5 al 7); este texto, comienza
con 8 promesas de felicidad, pero ellas se cumplen en oposición a las
denominadas felicidades humanas.
La base de esas felicidades son:
-
La mansedumbre.
-
El hambre de justicia.
-
La misericordia.
-
La pureza de corazón.
-
El trabajo por la paz.
-
La pobreza (Veremos más adelante que esto es
clave)
-
El llanto.
-
La injusta persecución.
Hay que pasar por todo esto para
instaurar el Reino y Jesús nos fue ejemplo de ello:
-
Manso.
-
Por sus gestos, busca saciar la justicia.
-
Misericordioso.
-
Puro de corazón.
-
Trabajador por la paz (Lo veremos más adelante,
con tácticas no violentas)
-
Pobre.
-
Capaz de llanto (Ante la tumba de su amigo
Lázaro, en el Getsemaní)
-
Perseguido injustamente, por ser un rebelde
frente a la realidad política, económica y religiosa (Lo veremos más adelante)
Jesús habla con autoridad, habla
en el nombre mismo de Dios. Esto genera deseos de cambio (Este será el sustento,
lo veremos pronto, del surgimiento de lo que en este trabajo llamamos: “El
Movimiento de Jesús”)
Cuenta el Evangelio según San
Lucas que: vino a Nazaret, donde se había criado, y en la sinagoga, hizo la
lectura bíblica (Para decirlo de un modo entendible a nosotros hoy), se le dio
un rollo del profeta Isaías, en él se dice que el Espíritu de Dios le permite:
-
Anunciar a los pobres, la buena nueva.
-
Proclamar la liberación de los cautivos.
-
La vista a los ciegos.
-
Libertad a los oprimidos.
-
Proclamar el año de gracia del Señor. (Lucas 4:
16 – 30)
Jesús aprovecha el texto para
exponer la novedad de su venida, dice que ese día, ante los ojos de su
audiencia, se había cumplido esa profecía. El programa anunciado, es el
contenido del Reino, no se pierda de vista ese contenido:
-
La atención a los más pobres.
-
La liberación de las injusticias.
-
La curación de los enfermos.
-
El anuncio del año de júbilo de Dios (Conforme
al Antiguo Testamento, ese año implicaba: condonación de las deudas, devolución
de las propiedades hipotecadas y liberación de los esclavos. Eso sí, teólogos
como Ignacio Y María López Vigil, nos dirán, que este ideal nunca se cumplió
plenamente)
Ese contenido, lo trasmitirá
Jesús por medio de parábolas (Esto lo veremos más adelante) …
Por lo pronto, decimos esto, para
abordar otro tema: hemos dicho que: Jesús habla con autoridad, habla en el
nombre mismo de Dios. Esa autoridad, es evidenciada por la coherencia: Jesús
hace lo que dice. Jesús hace realidad el “Sermón de la Montaña” y hace realidad
el pasaje del profeta Isaías: con parábolas, con comidas, con exorcismos (Al
avanzar en este texto, iremos profundizando en estos actos)
Lo cierto es que la dinámica de
Israel, se mueve en la lógica de la pureza / impureza: a la final, era fácil
caer en la impureza y no era tan fácil, volver y mantener el estado de pureza:
para ello, existía el sistema sacrificial del Templo.
El pecador público, era un ser
impuro del que había que alejarse. Jesús rompe con esto: se acerca a los pecadores,
así comienza a relativizar la ley (Por encima de ésta, se encuentra el ser
humano); con ello, manifiesta misericordia. En esa cercanía, los pecadores van
cambiando.
Los que critican a Jesús, pueden
cumplir formalmente con la dinámica de pureza, pero su corazón no es cercano a
la verdadera pureza. Alienados, no quieren reconocerse pecadores, lo veremos
páginas adelante: Jesús es perdonador de pecados, esa oferta es hecha a todo el
mundo.
Es en este contexto, que los
signos o milagros de Jesús tienen sentido. Ellos son anuncios reales de
salvación. Lo dice el mismo Jesús en Mateo 11: 3 – 5: por su acción:
-
Los
ciegos ven.
-
Los cojos andan.
-
Los leprosos quedan limpios.
-
Los sordos oyen.
-
Los muertos resucitan.
-
Se anuncia el evangelio a los pobres.
Véase algo que nos resulta
fundamental: Jesús, el Reino de Dios, no significa desentenderse de lo que
sucede en el aquí y en el ahora. Ya lo veremos, la plenitud del Reino, llegará
con la Parusía (Segunda venida de Cristo), pero eso no significa que el Reino,
no deba construirse en las actuales coordenadas temporales. Se genera la
tensión positiva entre la plenitud del Reino y su construcción en la historia.
Esto es esencial: Jesús es
perdonador de pecados, pero atender la realidad espiritual, no significa dejar
de lado la realidad material, es más, en el caso de muchas curaciones que
realizó Jesús, ellas eran signo externo del perdón recibido internamente. Esto
también es símbolo de la nueva creación, que arranca con Jesús.
Esto nos lleva a aclarar un tópico
central: por Jesús, en el cristianismo, no hay ningún desprecio al cuerpo (Esta
es una inexistente idea, que, en los últimos tiempos, el falso progresismo ha
querido presentar), la vida y el ministerio de Jesús, pasa su cuerpo: él habla
para enseñar, toca para sanar (Toma la mano de la suegra de Pedro, toca el
cuerpo de leprosos, palpa los oídos y la lengua de un sordomudo, se deja tocar
por la mujer que padece hemorragias)
Posteriormente, el cristianismo
combatirá al gnosticismo, que sí despreciaba el cuerpo; y en términos
específicos de la Iglesia Católica, vale la pena estudiar “la Teología del
Cuerpo” de San Juan Pablo II.
En la misma línea, pero en otro
orden de cosas, ya lo veremos más adelante: pero las comidas juegan un papel
central, durante el ministerio público de Jesús: ni él, ni los cristianos, son
indiferentes a los que padecen hambre. Ya veremos, como inclusive, este punto
lleva al origen de sacramentos.
Dicho esto, pasamos a una tesis
central en este trabajo: Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de
Dios. Ese proyecto se opone a lo que en este trabajo denominamos el sistema de
dominación: ese sistema tiene 3 componentes: una política y una economía egoístas
y una cultura (Una religión) opresiva.
Si se miran los Evangelios, al
comienzo de la vida pública de Jesús, hay una euforia, pero esta es temporal:
muy pronto comienza la tensión, ella irá creciendo, entre los representantes
del sistema de dominación y Jesús.
En Galilea, Jesús se hace famoso, la gente lo
admira, pero no lo comprende.
El Evangelio de Marcos describe las reacciones de
la gente, al encontrarse con Jesús, y paralelamente a la fama, a la admiración,
también se da, como lo acabamos de decir, la incomprensión y el surgimiento de
adversarios, entre los dirigentes locales del pueblo. Sus familiares, llegan a
pensar que está loco (Marcos 3: 20 – 21) y lo echan de su mismo pueblo,
Nazaret.
Con esta tesis, parece que la ilusión a Jesús, pudo
haberle durado muy poco. Conforme al Evangelio de Juan, hasta en Galilea las
cosas se le complican: como fruto de una “dura doctrina”, hasta algunos de sus
discípulos lo abandonan: es la doctrina de Jesús pan vivo bajado del cielo
(Juan 6: 70 – 71) (Esta tesis la repetiremos más adelante)
Estos elementos, llevarán a lo que en la rama de la
teología que estudia a Cristo (La Cristología), se denomina “la crisis
Galilea”: se siente abandonado por sus seguidores, vislumbra en el horizonte la
muerte violenta. Es el instante en el que Jesús pregunta a sus discípulos:
¿Quién dice la gente que soy yo?; ¿Quién dicen ustedes que soy yo? (Mateo 16:
13 – 14): para la gente, Jesús es un profeta, es inclusive “el Hijo de David”,
es decir, el rey de Israel (Pero ese reinado entendido en las características
del sistema de dominación); por eso la confesión de Pedro: “Tú eres el Mesías,
el Hijo de Dios”, es fundamental, pero como se ve luego, el mismo Pedro, ve a
ese Mesías, como rey – militar.
Es el momento de la confesión de fe de Pedro, mas
paralelamente, Jesús va tomando conciencia de que su final, será el final de
los profetas, es decir, que será asesinado: ¿Por lapidación?, ¿Por
decapitación? (Como Juan el Bautista), ¿Por crucifixión?, es el momento y lo
veremos más adelante, de los 3 anuncios de la Pasión.
Pese a ello, Jesús sigue revelando la plenitud del
ser humano:
-
Vive para la humanidad.
-
Vive para su Padre Dios.
-
Vive en la exigencia de la
oración (Que para él es fundamental, y lo debería ser para nosotros)
-
Cumple la síntesis que él mismo
propone de la ley: ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo, como a sí
mismo. Lo amará: “…hasta la muerte y muerte de cruz”, como dice San Pablo.
De nuevo: lo veremos más
adelante, pero desde ya decimos: Él llegará a expresar: “Ahora bien, yo
les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo” (Mateo 12: 6): esto les
complica más las cosas a los oyentes de Jesús: el Templo es grande, pero es más
grande quien habita el Templo, que es Dios mismo. Luego, si Jesús es más grande
que el Templo: ¡Jesús es Dios!
Jesús resulta un hombre
transparente, es un hombre desegocentrado (Vacío de ego, vacío de sí mismo), un
hombre en el que el amor lo es todo, así, en él, no hay tensión entre sus
deseos y sus actos.
Una vez más, lo veremos en el
avance de este trabajo, pero adelantamos: Jesús conforma un Movimiento en el
camino de Galilea a Jerusalén. Veamos algunas características:
1) Se
reconoce la necesidad de un cambio y Jesús plantea un proyecto alternativo al
sistema de dominación: el Reino de Dios. Éste con dos valores importantes: amor
al prójimo y renuncia al estrato social. En esto consiste la subversión de
Jesús, no es una subversión basada en odio, ni en la violencia. Sino, en la donación desinteresada y el
sacrificio del amor. Es un amor que abraza a toda la humanidad, que privilegia
a los pequeños, a los débiles, a los pobres (Véase que, como dice San Agustín,
el sacrificio es: “…todo lo bueno que hacemos por Dios y por el prójimo,
durante toda nuestra vida…”). Se concreta la fraternidad, se abre una nueva
historia (Esta definición de la subversión de Jesús, está basada en Puebla,
numeral 192)
2) El
grupo tiene una visión misionera: recuérdese que Jesús habla de ser:
“pescadores de hombres”; en ese marco, se anuncia el advenimiento del Reino de
Dios.
Resaltamos estas características,
porque véase que se identifica la necesidad de un cambio en la situación que se
vivía. Por ello, el Movimiento, se crea fuera de la cúpula religiosa y del
modelo político imperial, con un estilo de vida radical: se renuncia a los
apegos: residencia, familia, posesiones, seguridad. Nótese que, entre las
características mencionadas, no está, el uso de la violencia.
Hemos dicho que: se reconoce la
necesidad de un cambio y Jesús plantea un proyecto alternativo al sistema de
dominación: el Reino de Dios. Éste con dos valores importantes: amor al prójimo
y la renuncia al estrato social.
Pero: ¿Cómo comienza todo?: con
un encuentro: algunos entran en contacto en él y terminan quedándose con él. En
ese encuentro y en ese quedarse, cambia la vida de ellos: esto nos recuerda la
miniserie “Jesús de Nazaret” (1977). En una secuencia de esta producción, hasta
donde recordamos, Pedro habla con Judas Iscariote. El primero dice que está
preocupado, porque le había dicho a su esposa, que regresaría en la primavera.
Judas le dice, que está
equivocado y le espeta algo así como: “¿Todavía crees que volverás?” y
continúa: “No volverás… ninguno de nosotros volveremos…”; esta tesis es
semejante a la película: “Hijo de Dios” (2014), donde Jesús le propone a Pedro,
su idea para cambiar el mundo.
Desde la perspectiva de la
teología histórico – crítica y desde la teología Latinoamericana de la
Liberación, ese proceso de encuentro, pudo haber llevado cierto tiempo y hasta convencimiento.
Para la teología de la salvación, hay una acción automática:
-
Jesús camina por la orilla del lago y llama a
dos pares de pescadores, que le siguen al instante (Mateo 4: 18 – 22)
-
Lo mismo pasa con Mateo, el recaudador de
impuestos (Mateo 9: 9)
-
Luego se da la lista de los 12 (Mateo 10: 2 – 4)
-
Marcos dirá, que él los eligió, para que
estuvieran con él (Marcos 3: 13 – 14)
-
Muy pronto, los envía a hacer su primera misión
(El proyecto de Jesús, no es solo teoría es práctica y si hay teoría, esta
parte de la práctica)
-
Conforme al Evangelio de Juan, dos discípulos de
él, toman la iniciativa: siguen a Jesús, le preguntan dónde vive y permanecen
con él aquel día. El encuentro con Jesús es tan impactante, que, a pesar del
paso de los años, no se olvida la hora: “…eran como las cuatro de la tarde”
(Juan 1: 39); ellos les dirán a otros amigos que: “han encontrado al Mesías”
(Juan 1: 41)
El Movimiento entra en
convivencia con su líder: escuchan sus grandes enseñanzas y son testigos de sus
signos. Pero la formación que ellos reciben es más profunda: por ejemplo, le
preguntan por el significado de las parábolas (Marcos 4: 33).
Jesús pasa de Nazaret a
Cafarnaúm, allí, la casa de Pedro, se torna “centro de operaciones”, de donde
aldrán los viajes misioneros (Marcos 1: 29) …
Serán los miembros más cercanos
del Movimiento (Los doce), testigos de un conjunto de signos o milagros
impresionantes (Ese conjunto se encuentra en Marcos 4: 35 – 5: 43):
-
Jesús calma la tempestad.
-
El exorcismo al endemoniado gadareno (De este
hablaremos más adelante, hasta en su significación política)
-
La resurrección de la hija de Jairo y la mujer
que toca el manto de Jesús y queda sana.
Pero también en ese Movimiento, hubo momentos
tormentosos, de luchas internas. Muchas de esas luchas, tenían tintes
personalistas. Los discípulos, presentan sus propias características:
-
A menudo no entienden lo que pasa
(Marcos 8: 17 – 21)
-
Aspiran al Mesianismo
nacionalista, de hecho, dos piden sentarse a la derecha y a la izquierda del
trono (Marcos 10: 35 – 45)
-
Pelean por saber quién es el más
grande (Marcos 9: 34)
-
Ya lo veremos, pero al momento de
la Pasión, huyen y Judas Iscariote, le traiciona (Marcos 14: 10 – 11); Pedro lo
niega (Marcos 14: 66 – 72)
En principio, ven a Jesús, como un profeta. Pero
este profeta (Y eso estaba muy presente en el siglo I), es el último. Con él se
inaugura el final de los tiempos. El mismo Jesús, en muchos momentos, se
presenta como un profeta apocalíptico.
Ahora bien, ya hemos dicho que: en Galilea, Jesús
se hace famoso, la gente lo admira, pero no lo comprende.
En este punto cabe decir que la pregunta: ¿Quién
dicen ustedes que soy yo?, implica una interrogante, a los que habían intimado
con él. Este es el marco de la respuesta de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo
de Dios”. Esa confesión de “Hijo de
Dios”, se profundizará con la resurrección. Véase que la respuesta de Pedro, es
fruto de una revelación de Dios – Padre.
Con todo lo antes dicho, entramos en la recta final
de este acápite en un objetivo central de este trabajo: la articulación de la
historia y de la fe: hay pues, una interacción entre historia y fe. La historia
da un marco a la fe y la fe, nos alimenta la interpretación de la historia. Esa
retroalimentación es clave: el conocimiento de la historia y su interpretación
a la luz de la fe, genera teología.
Esa retroalimentación de historia y de fe, tiene un
requisito: el que el ser humano libre, ubicado en la historia: crea. En ese
acto encuentra al “otro”, a Dios. Por ello, la historia se nos presenta ya con
fe, con más signos, que antes no veíamos.
III
La Pasión de Jesús comienza en el
clímax de su accionar: recuérdese que, conforme a Mateo, Marcos y Lucas, Jesús
llega a Jerusalén y en el recinto del Templo, hace un látigo de “cuerdas” y
lanza a los vendedores y a los cambistas. Conforme a Marcos, Jesús dice que la
Casa de su Padre, es Casa de oración para todas las naciones (Solo Marcos
destaca esto), pero Jesús dice más: que esa, la Casa de su Padre, la han
convertido en cueva de ladrones (Marcos 11: 17)
Según Juan, las autoridades del
Templo, le piden justificar sus acciones: él dirá: “Destruyan este templo y en
tres días lo edificaré de nuevo” (Juan 2: 19); como puede verse, los actos y
las palabras de Jesús, son altamente ofensivos para los judíos de su tiempo.
El Templo, en el siglo I, era
centro religioso – político de Israel. Era, “Casa de Dios”, pero a los ojos del
Hijo, ya esa Casa, había sido cambiada, por los actos de aquellos que debían
resguardarla (La cúpula religioso – política de Israel)
Esas palabras, esos actos, son
los que llevarán directamente a Jesús a la cruz…la distorsión provocada, no era
solo religiosa, era política y, por tanto, “encendía las alarmas” de los
romanos… a esto hay que agregar, que a los romanos les interesaba mantener al
templo, como poder moderador y colaborador, que les venía bien a los ocupantes
del país.
Lo que sigue, hay diversas
maneras de enfocarlo, tomemos una, quizás “más religiosa”. Pasamos a
explicarnos: a Dios debe adorársele: esto significa en profundidad que, toda
nuestra vida se ordene en torno a Dios.
En contrario, la idolatría es,
convertir en centro de nuestra vida, algo que no es Dios. Con ello: ¿Qué pasa?:
pues que comienza la maldad y la falta de armonía. Se da nuestra propia
desintegración y la desintegración de la sociedad misma.
La adoración a Dios, nos hace sus
hijos. La idolatría, nos convierte en esclavos de lo que idolatramos. Vemos,
por ejemplo, como el capitalismo – monetarista, nos hace esclavos del dinero.
La alabanza al poder, nos hace ávidos de poder. Veamos otro ejemplo de la
actualidad: en las redes sociales, se busca la popularidad, esa búsqueda puede
esclavizarnos y hacernos dependientes.
No se puede tener acciones
correctas, con creencias equivocadas. Cuando sabemos a quién adoramos, sabemos
lo que debemos hacer. El asunto es que Israel, comienza a tener creencias
equivocadas, y, por tanto, acciones equivocadas: poder, placer, tener…
En ese contexto, surgirá una
visión distorsionada del Ungido, del Mesías, del Cristo (Estas palabras son
sinónimos): ese Ungido, vendrá a dar poder a Israel, de ese poder, el tener de
riquezas materiales y de ambas: el placer.
Bajo ese marco, es que se da el
profetismo y la profecía: ¿Qué es la profecía?: denunciar lo incorrecto y
anunciar la esperanza: entonces: ¿Qué hacen los profetas?: llamar
constantemente a Israel a retomar el camino, la senda que habían abandonado.
Isaías llegará a señalar: “…no hacen justicia al huérfano ni llega hasta ellos
la causa de la viuda” (Isaías 1)
Así, se corrompía el Templo. El
profeta Ezequiel, llegará a decir que, por ello, la gloria de Dios (Su
presencia), abandonaba su casa. Pero este mismo profeta, anuncia la esperanza:
Dios regresará a su casa, pero para liberarla de sus impurezas y de su costado,
saldrá agua, para renovar la tierra.
Desde la esencia del
cristianismo, la profecía de Ezequiel, se cumple con Jesucristo. Él llegará a
decir: “Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo”
(Mateo 12: 6): esto les complica más las cosas a los oyentes de Jesús: el
Templo es grande, pero es más grande quien habita el Templo, que es Dios mismo.
Luego, si Jesús es más grande que el Templo: ¡Jesús es Dios!
En esta misma línea: ¿A qué se
iba al Templo?:
-
A recibir doctrina (Diríamos nosotros, a
educarnos en la Ley)
-
A sanarse de enfermedades.
-
A recibir perdón de los pecados.
Jesús es mayor que el Templo, es
Dios:
-
Emisor de doctrina.
-
Sanador de enfermedades.
-
Perdonador de pecados.
Esto nos permite (Cuando menos
desde una teología bastante tradicional), repasar el mensaje de Jesús: el Reino
de Dios: Jesús plantea un proyecto, un mensaje, unas acciones: el Reino de
Dios. Ese Reino, es una realidad, una realidad que es presente, pero que
también está por venir.
Por esta última idea (El Reino
está por venir), Jesús enseña que debemos pedir que venga (Lucas 11: 2); en ese
contexto, es que Jesús habla del Reino como un banquete: es el festín de Dios,
con los que participarán del Reino (Marcos 14: 25; Lucas 14: 15 – 24); en esta
misma línea, el Reino es juicio (Mateo 13: 30 y del 40 al 43 y del 48 al 50)
Pero el Reino es una realidad
presente. Por eso dice Jesús, que el tiempo se ha cumplido. En sus palabras y
en sus obras, se adelanta el despliegue último del poder salvador de Dios. Ya
lo diría Orígenes: “Jesús es el Reino de Dios en persona”.
En Jesús, hay una primera
aparición del Reino de Dios: se presenta en humildad, sin apariencia, discutido
y rechazado, por eso Jesús declara bienaventurados, a quien su palabra y su
obra, no les sea ocasión de tropiezo (Mateo 11: 6)
Así, el Reino de Dios es un
tiempo de gracia. Es tiempo de libertad, tiempo de liberación (Esta tesis es
clave para nosotros en este trabajo); pero esa gracia, ese tiempo de libertad y
de liberación, el ser humano, puede aceptarlo o rechazarlo. Jesús plantea
constantemente esto, por medio de las parábolas.
Y sí, como hemos dicho: en
Jesús: en sus palabras y en sus obras,
se adelanta el despliegue último del poder salvador de Dios. Pero también se adelanta el juicio divino:
dice Jesús: “Y yo os digo que, si uno se declara a mi favor delante de los
hombres, también el Hijo del Hombre se declarará a favor suyo delante de los
ángeles de Dios” (Lucas 12: 8)
¿De dónde viene el juicio?: de la
decisión de la humanidad. Si aceptamos, Jesús está a nuestro lado. Lo
importante es la decisión hoy: ¿Aprovecharemos esta Semana Santa para
decidirnos por Cristo?: si decidimos por él, perteneceremos a su comunidad.
Jesús es mayor que el Templo, es
Dios:
-
Emisor de doctrina.
-
Sanador de enfermedades.
-
Perdonador de pecados.
Esa doctrina que Jesús emite,
enseña, es la alegría de la salvación, es la manifestación definitiva de la
misericordia insondable de Dios (Como dice el Papa Francisco: “Dios es
misericordia”)
¿Y cómo concreta Jesús el Reino?:
en su encarnación en los pobres (Esta tesis nos resulta clave), en las comidas,
en las parábolas y en las curaciones y los exorcismos. Veamos esto, con cierto,
aunque somero detalle.
Jesús acoge a los pecadores. Los
que tenían su relación rota, con Dios, con el prójimo y con la naturaleza. Los
que habían ofendido directamente a Dios. En hebreo, uno de los términos para designar
al pecado es “zanah”, que es igual a la infidelidad conyugal: ¿A quién se es
infiel?: a Dios, al que se le impide concretar su amor.
Repetimos: Jesús acoge a los
pecadores y a otros maginados, comiendo con ellos, es decir, por medio de las
comidas. Esto resultaba escandaloso. ¿Por qué?: tratemos de explicarlo de
manera sencilla (porque esto tiene mucha “miga” que profundizar): porque para
los judíos, la comunión de mesa, con gente socialmente excluida, rompe con el
orden establecido. Esto, por cuanto el sistema político – religioso judío,
estaba basado en separaciones inmutables, tanto morales como religiosas.
En esta línea, esto es
fundamental, porque en el judaísmo antiguo y también en las parábolas de Jesús
(Lucas 14: 16 – 24): el Reino de Dios, es un alegre festín, un banquete.
Así: Jesús, al compartir la mesa
con pecadores y con marginados, prefiguraba y anticipaba el banquete del Reino
de Dios. Para los judíos, esto no era posible, porque, para participar en esa
mesa, había que cumplir la ley, Jesús introduce en el Reino a los que no
cumplían la legislación de Moisés.
Por otro lado, Jesús trasmite la
enseñanza del Reino, por medio de las parábolas, que son relatos sacados de la
vida cotidiana. La parábola, deja al oyente involucrado en el acontecimiento
del Reino de Dios.
Digamos de seguido, una palabra
sobre las parábolas de misericordia: estos relatos, son una defensa de Jesús,
contra los que le atacaban por sus comidas con los marginados y los pecadores.
Las parábolas son tres: la de la oveja, la de la moneda perdida y la del hijo
pródigo. Tanto moneda, oveja, e hijo, son perdidos y recuperados. Las comidas
de Jesús y los marginados y pecadores, eran un reencuentro con Dios.
Entonces los oyentes quedaban
involucrados por medio de estas parábolas, a través del gozo del reencuentro
con Dios. Él es el mismo, el que se vuelve con amor a los pecadores y
restablece la comunión rota (Es decir: recompone, derrota el pecado que es
ruptura)
Con esto claro, le invitamos a
leer la parábola, conocida como la del “hijo pródigo” (Lucas 15: 11 – 31): en
ella, se muestra la bondad (El amor, la misericordia) del Padre, que es capaz
de rehabilitar, de transformar, al hijo extraviado: el amor de Dios, hace
nuevas todas las cosas. Es una nueva justicia. Quien tiene una nueva relación
con Dios, tiene una nueva relación con la humanidad y más, con la ecología
misma.
Abordemos ahora, de nuevo,
someramente, el tema de los milagros o signos de Jesús: la primera idea que
queremos establecer es esta: Dios acredita a Jesús como Mesías, por los signos
o milagros. Son las obras del Reino, que acompañan sus enseñanzas.
Especialmente, los exorcismos, evidencian la derrota de Satanás y la victoria
definitiva de la causa de Dios (Mateo 12: 28)
¿Cuál es la condición de los
signos o milagros?: no pedir pruebas… la sola fe (Sabiduría 1: 1 y siguientes);
donde no hay fe, no hay milagros o signos (Marcos 6: 1 – 6; Lucas 4: 23 – 27);
así, la fe es una apertura a Dios, poniéndose el ser humano a su disposición (Véase
como el ego es resistencia a la fe)
IV
¿Qué hemos dicho hasta aquí?:
primero: la Pasión, muerte y resurrección de Jesús, queda delineada en los
Evangelios:
-
“la salida” (Lucas 9: 31)
-
“elevación” (Lucas 9: 51)
-
“Consumación” (Lucas 12: 32)
-
“Glorificación” (Juan 13: 31)
-
La “Hora” (Juan 12: 23)
-
La “privación de la presencia del novio” (Marcos
2: 19 – 20)
-
“como está escrito” (Marcos 14: 21)
-
El pastor herido con las ovejas dispersas
(Marcos 14: 27 – 28)
-
El bautismo y el cáliz (Lucas 12: 50. Marcos 10:
38)
De igual manera, hay alusiones a
la Pasión de Jesús en el Antiguo Testamento, con descripciones de hombres que
sufren y son salvados por Dios (Salmos: 17, 22, 69); y como lo veremos más
adelante en este trabajo: los cantos del “Siervo Sufriente”.
Segundo: Jesús, el Reino de Dios,
no significa desentenderse de lo que sucede en el aquí y en el ahora. Ya lo
veremos, la plenitud del Reino, llegará con la Parusía (Segunda venida de
Cristo), pero eso no significa que el Reino, no deba construirse en las actuales
coordenadas temporales. Se genera la tensión positiva entre la plenitud del
Reino y su construcción en la historia.
Tercero: Jesús resulta un hombre
transparente, es un hombre desegocentrado (Vacío de ego, vacío de sí mismo), un
hombre en el que el amor lo es todo, así, en él no hay tensión entre sus deseos
y sus actos.
Asimismo, hemos dicho que: Jesús
es mayor que el Templo, es Dios:
-
Emisor de doctrina.
-
Sanador de enfermedades.
-
Perdonador de pecados.
¿Y cómo concreta Jesús el Reino?:
en su encarnación en los pobres (Esta tesis nos resulta clave), en las comidas,
en las parábolas y en las curaciones y los exorcismos…
Entonces: ¿Qué iban a buscar las
multitudes de Galilea y de las orillas del mar al buscar a Jesús?: buscaban la
doctrina, buscaban la sanidad, buscaban el perdón de los pecados. Jesús no
elimina el Templo: lo sustituye (En este punto hay que reconocer que, en el
catolicismo tradicional, no se dice que Jesús, fuese hostil al templo, esto,
por cuanto allí expuso parte de sus enseñanzas, inclusive, según el Evangelio
de San Mateo, en su capítulo 17, versículos del 24 al 27, Jesús quiso pagar el
impuesto al Templo, junto a Pedro)
Ahora: abramos el lente cultural,
para comprender mejor la situación: para que un adorador, pudiese entrar al
templo para orar y hacer su sacrificio, debía realizarse un baño ritual: en
hebreo, un “mikvah”.
Entonces, el precursor de Jesús,
Juan el Bautista, quien era hijo del sacerdote Zacarías, sabía de ese “mikvah”,
por lo que ofrece un nuevo “mikvah”, ese baño, ese bautismo, preparaba para la
llegada de un nuevo Templo – sacerdote - sacrificio: Jesucristo – Cordero de
Dios.
En lo que refiere a la muerte de
Jesús, la imagen del Cordero de Dios, combina dos imágenes del Antiguo
Testamento: el cordero pascual, sacrificado por la liberación del pueblo de
Israel, de la esclavitud de Egipto (De hecho, el Sanedrín, decide matar a
Jesús, cuando comenzaba la matanza de los corderos pascuales en el Templo de
Jerusalén. Véase: Juan 19: 14); además de la Teología propia del “Siervo
Sufriente”.
Con esto claro, volvamos a lo que
los cristianos conocemos como el “Domingo de Ramos”: Jesús cumple las profecías
de Isaías y Ezequiel, es Dios, que viene a purificar el templo. Es más,
repetimos, viene a sustituirlo: “…en tres días lo edificaré de nuevo…” (Juan 2:
19): ¿Y por qué puede hacerlo?: “Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien
más grande que el Templo” (Mateo 12: 6)
¿Cuándo se comprobará que, en ese
nuevo Templo, se reunirían todos los pueblos de la tierra?: en la resurrección.
Asimismo, hemos visto que conforme a Ezequiel: de su costado (Del nuevo
Templo), saldrá agua, para renovar la tierra.
Esto se cumple, como lo dice el
Evangelio de San Juan, hablando de Jesús: “…e inmediatamente brotaron sangre y
agua de él” (Juan 19: 34); desde la teología católica, esa sangre y esa agua,
simbolizan los sacramentos de la Eucaristía y del bautismo. Recuérdese, que lo
que atraviesa la lanza, es el costado de Cristo: Cristo, es el nuevo templo, de
su costado brota agua, he aquí el cumplimiento de la profecía de Ezequiel.
Ahora bien, conforme a la visión
nacionalista del Mesías, éste debía luchar por su pueblo. Aquí cabe una
argumentación geo política: por su ubicación geográfica, Israel resulta un
territorio central, para el dominio de rutas de tránsito de mercancías.
De ahí, que el dominio del
territorio y del pueblo, es fundamental. Esto explica en principio:
-
La esclavitud por los egipcios.
-
El hostigamiento filisteo.
-
Los combates con los amalecitas.
-
El dominio asirio.
-
La derrota contra los babilonios.
-
El dominio griego.
-
El imperialismo de los romanos.
Pero el dominio, no era solo
político o económico. Tenía implicaciones teológicas: de arranque: cuando un
pueblo derrotaba a otro, esto significaba que el dios del pueblo ganador,
derrotaba al dios del pueblo perdedor.
En términos judío – cristianos:
cuando Israel era derrotado, los dioses falsos, derrotaban al Dios verdadero
(Yahvé); esto complica la idea de que Israel, sería faro de las naciones, y
llevarían a todos los pueblos a la adoración del Dios verdadero.
¿Habría una mala interpretación
de las Escrituras?
Dios decía que era fiel al pacto:
¿Pero era verdaderamente fiel, tomando en cuenta las derrotas y esclavitudes
que vivía Israel?
Aún más: ¿Cómo era posible que los
incircuncisos, derrotasen al Pueblo de Dios?
Con este marco, no es de
extrañar, que algunos profetas, alimentasen una visión nacionalista de la
misión de Israel, en la que éste, fuera instrumento para que “Dios llamase y
cerrase cuentas con los gentiles”.
Parecían alimentar estas tesis,
textos como el de Isaías: “El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas
las naciones, verán la salvación de nuestro Dios” (Isaías 52: 10): en el
contexto nacionalista, la desnudez del santo brazo de Dios, implica ver toda la
fuerza de su poder de conquista.
¿Fue Jesús – Mesías un
guerrero?...
En este punto, digamos que hay
dos hipótesis: una que llamaremos suave y otra dura: en esta parte del trabajo,
nos basaremos, para presentar la primera, en el libro: “Catolicismo: un viaje
al interior de la fe”, del teólogo Robert Barron.
Conforme a este autor, Jesús era
un guerrero, pero de una manera muy particular. Trataremos de sintetizar su
posición:
a) La
primera aparición de Jesús como guerrero, se da en su nacimiento en Belén.
Jesús aparece en el silencio. Pero en esta lectura, Jesús nace en silencio,
para “penetrar las filas enemigas” (C.S. Lewis); Jesús, entra en la historia,
en medio del gobierno del emperador Augusto y del gobernador Quirino (Evangelio
de Lucas); en oposición al poder de ellos, se encuentra una humilde pareja:
José y María.
b) Con
esta idea inicial: podría interpretarse el relato de Lucas, como el
enfrentamiento de dos emperadores: Augusto y Jesús. Este último para el autor,
viene vulnerable y desvalido, el gobernante romano, tiene un pilar en el ego.
Jesús no es egocentrado. Augusto, podía
imponer su voluntad, Jesús es un niño, que, como todo niño, es dependiente.
c) Bajo
la voluntad de Augusto, estaba la demanda de su alimento. Jesús, es colocado en
un pesebre, es alimento para los demás, de esto es prueba, la fundación de la
Pascua Cristiana, en lo que conocemos como el Jueves Santo (Lucas 22: 19)
d) En
el nacimiento de Jesús, un ángel, se les aparece a los pastores y luego, junto
a él aparece una “legión de ángeles”, y no se olvide que una legión, es parte
de la estructura militar del ejército romano. Sí, ninguna legión romana, podría
superar a una legión del verdadero emperador: Jesús. Jesús, con sus brazos desnudos en el pesebre,
“muestran el brazo desnudo de Dios”.
e) Conforme
se desarrollan los Evangelios, se mira el enfrentamiento entre Jesús y los
poderes que se le oponen (Esperamos más adelante, abordar este tema, desde las
teologías histórico – crítica y la Latinoamericana de la Liberación)
f)
Desde una teología tradicional, esta oposición
es lógica: el mundo está dominado por el pecado, e irrumpe Jesús, luz de Dios,
Dios mismo. Tal enfrentamiento tendrá su culmen en el Monte Calvario.
g) Lo
que conocemos como “la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén”, es una misma
evidencia de “guerra”: Jesús entra en la ciudad y, va a buscar “pelea” en el
templo (Va a purificarlo)
h) Desde
la fe (Teología de la Salvación), la estrategia de Jesús no es convencional: se
deja envolver por la fuerza de la oscuridad (“La hora de las tinieblas”)
i)
En ese contexto, así como el Cordero Pascual con
su sangre, sellaba el Pacto de la libertad del pueblo de Israel. Basado en esa
figura del cordero, Jesús (Ya lo hemos dicho), Cordero de Dios, con su sangre,
sella el nuevo pacto, ese nuevo pacto, cubre al nuevo pueblo de Dios (Que, como
ya hemos dicho, surge de la capacidad del Mesías, de reunir a los pueblos)
(Mateo 26: 27 – 29)
j)
En ese marco:
1) Sufre
la traición.
2) Sufre
la negación.
3) Le
impacta la corrupción institucional.
4) Es
objeto de violencias e injusticias.
5) La
crueldad de la que es objeto, no tiene precedentes.
k) Toma
sobre sí los pecados (Chivo expiatorio), dirá San Pablo, que él mismo, se
convirtió en pecado.
l)
Solicita a su Padre, el perdón de los que le
asesinaban, hundiendo los pecados, en el océano del perdón. Esta fue su forma
de lucha.
Ahora bien, la hipótesis dura,
presenta las siguientes características (Mostradas por el filósofo
costarricense, Luis Diego Cascante):
1) Más
que hablar de Jesús, usando armas, lo que se plantea es que algunos en su
Movimiento, sí lo hicieron.
2) Jesús
plantea una rebeldía política, al no ver lícito el pagar al tributo al César
(Marcos 12: 12 – 17)
3) Los
seguidores de Jesús en Jerusalén, no vieron en él la llamada “muerte expiatoria
universal”.
4) Jesús
distingue, entre los que tienen enemistad hacia él, a ellos les predica perdón
y amor.
5) Otra
cosa es el enemigo público. A ese enemigo, Jesús no se refiere en los
Evangelios.
6) Comparte
el hecho de que Jesús se va enfrentando a los poderes político – religiosos. Los
que, a su vez, se enfrentan a Yahvé.
7) Jesús
no se preocupa por los gentiles (Marcos 7: 24 – 30; Mateo 15: 21 – 28);
primero, están los israelitas.
8) Comparte
también la tesis que ya hemos planteado antes, de la concreción del Reino de
Dios, en los exorcismos: de hecho, en el episodio del “endemoniado de Gerasa”,
se observa un significado político: el conjunto de demonios en el hombre, se
llama “legión”, esa “legión”, termina en un hato de cerdos. Y es que la legión
de soldados que estaba asentada en Judea, tenía como un símbolo un jabalí
(Equivalente a un cerdo)
9) Según
los defensores de esta tesis, ni en el Evangelio según San Marcos, ni en la
llamada “fuente Q” (Fuente hipotética de los dichos de Jesús, supuestamente
usada por Mateo y Lucas), hay una sola condena a la violencia.
10) En
Marcos 11: 15 – 18, la purificación del Templo, puede ser asimilada como una
insurrección política, en la que pudo haber participado un tal Barrabás (Marcos
15: 7 y Lucas 23: 19)
11) En
el Getsemaní, los discípulos intentan defender violentamente a Jesús (Marcos
14: 47)
12) Jesús
entra en Jerusalén como líder político – religioso de Israel (Mesías)
13) Jesús
y Herodes Antipas, tenían una tensión (Lucas 23: 7 – 12), que tiene ribetes
político – religiosos.
14) En
el Getsemaní, Pedro, porta armas.
15) La
presencia de “Zelotes”, en el Movimiento de Jesús, no es negada en los
Evangelios. Eso sí, se dice que Simón el Zelote, más que un guerrillero contra
Roma, es un “celoso” cumplidor de la Ley de Moisés, al grado de querer
imponerla. También, se recuerda que Santiago y Juan, le pidieron a Jesús que
arrasara con fuego a los samaritanos (Lucas 9: 54)
16) En
Marcos 8: 34 y Mateo 16: 24, se habla del seguimiento a Jesús, “tomando la
cruz”. Para los defensores de esta tesis que estamos exponiendo, este tomar la
cruz, refiere a una especie de espíritu “zelote”, pues ellos, debían estar
dispuestos a morir en la cruz, de hecho, sin ser zelote, Jesús, termina
crucificado y rechazado por las autoridades políticas y religiosas de su
tiempo. Aprovechemos aquí, para sintetizar, el tema de la cruz, como
instrumento de suplicio:
a) El
origen del uso de la cruz es persa.
b) Los
griegos y los romanos, la adoptan. Pese a ello, en la mitología griega, se
encentra ausente.
c) En
Roma, antes de la crucifixión, se da la flagelación (Ya hablaremos de ello), y
el condenado debía cargar la parte horizontal de la cruz (El “Patibulum”)
d) La
crucifixión fue también común en el pueblo judío.
e) Jesús
es crucificado en una cruz en forma latina: el travesaño más abajo del extremo
del madero vertical. Un letrero indicaba el motivo del suplicio (En el caso de
Cristo: “Jesús Nazareno rey de los judíos”)
f)
El condenado podía estar desnudo (Según los
teólogos, José Ignacio y María López Vigil, Jesús es crucificado desnudo)
g) El
suplicio solo era utilizado para las clases bajas y los esclavos, los romanos
eran decapitados (Sépase o recuérdese que, Pablo era ciudadano romano, por eso
se le corta la cabeza); para que un romano fuese crucificado, debía perder sus
derechos civiles. La cruz, se aplicaba a los extranjeros sediciosos, a los
criminales y los bandidos (Jesús es condenado como un “judío subversivo”)
h) La
muerte era lenta, permitía muchos gestos de sadismo, era infamante, escandalosa
y hasta obscena.
i)
Por lo
general, los cadáveres de los crucificados, no eran sepultados, su carne era
presa de animales y aves de rapiña.
j)
La cruz es “signo de vergüenza”, Séneca la
definirá como: “un madero criminal”; Cicerón dirá: “el suplicio más cruel y más
repugnante”. El teólogo Orígenes dirá: “la muerte de cruz, suprema infamia”.
k) Se
deshumaniza la muerte, se le quita de todas formas al ajusticiado la dignidad,
los crucificados, morían entre gritos atroces.
l)
En el judaísmo, el que muere crucificado es:
“…maldito de Dios…” (Deuteronomio 21: 23)
m) Pablo
dice que Cristo: “se hace maldición por nosotros”, esto basado en el libro del
Deuteronomio (Gálatas 3: 13)
17) Jesús
se declara Mesías y sus discípulos lo interpretan como un reinado político
inminente, donde ellos serán como una especie de ministros, que gobernarán con
Jesús – rey de Israel.
18) En
Mateo 26: 53, es claro que Jesús tiene poder para invocar legiones de ángeles,
para expulsar a los malvados.
19) El
Reino de Dios, que predica y concreta Jesús, es eso, un reino, es decir, una
forma de gobierno, una forma de gobierno, llamada a sustituir la forma de
gobierno romana (El imperio, “la Pax Romana”)
20) En
Lucas 22: 36, Jesús dice a los discípulos, que compren espadas, y, sobre todo,
“a los que no tengan”, es decir, que ya algunos las poseían. En esa línea, en el
versículo 49, los discípulos preguntan: “Señor: ¿herimos a espada?”. En Mateo,
Marcos y Lucas, se habla que uno de los acompañantes de Jesús, desenvaina una
espada, Juan dice que fue Pedro.
21) Jesús
es crucificado: los romanos crucificaban a los rebeldes políticos, Roma no
crucificaba a judíos sin armas, ni crucificaban aleatoriamente (“Hoy se
crucifican unos, los que sea y pasado mañana, otros”); Jesús se constituía en
una amenaza, en una Judea, relativamente en paz en tiempos de Cristo.
22) Jesús
es crucificado, en medio, se dice de: “dos ladrones”: en realidad, es en medio
de dos “insurrectos” políticos. El hecho de que Jesús, haya sido crucificado en
el centro, señala que él, era líder del grupo de los torturados.
23) Cuando
se observan los escritos de Flavio Josefo, se hace una mención a “un cierto
Jesús”, quien para este autor es despreciable, porque, creyó que Dios le
ayudaría a vencer a los romanos, esto por sus pretensiones mesiánicas. Josefo,
llama a Jesús un “sabio”, pero esta palabra, también puede ser traducida como
“sofista”, es decir, tenía “labia”, para arrastrar al pueblo a conflictos con
el Imperio.
24) Finalmente,
el motivo de la condena de Jesús, se muestra en el rótulo puesto sobre la cruz:
“el rey de los judíos” (Marcos 15: 26; Lucas 23: 38; Mateo 27: 37; Juan 19: 19)
Hemos expuesto las dos hipótesis:
¿Cuál es la más cercana a la verdad?: ¿Se puede decir algo al respecto el día
de hoy?: creemos que sí…
Empecemos por la convicción de
Jesús de Nazaret: primero, debemos establecer una tesis clave: la muerte de
Jesús, es una consecuencia directa de su vida. Su respuesta a los ataques de
los sectores políticos, económicos y religiosos de su tiempo, siempre fueron
los valores del Reino de Dios: la verdad (Juan 18: 37), la dignidad, el perdón
y su propia vida.
Esto es tan cierto, que, en la
cruz, Jesús le pide perdón a su Padre, por sus verdugos (Lucas 23: 34); es la
personificación de la ley del amor (Juan 13: 34); en principio, en este
momento, dejaremos como pregunta, si esta radicalidad de Jesús fue fruto de su
deidad o del contexto religioso en el que surge (El judaísmo)
Lo que sí ya hemos dicho es que:
en el contexto del judaísmo, surgirá una visión distorsionada del Ungido, del
Mesías, del Cristo (Estas palabras son sinónimos): ese Ungido, vendrá a dar
poder a Israel, de ese poder, el tener de riquezas materiales y de ambas: el
placer.
Esta es una visión nacionalista
del Mesías. Pero, en los Evangelios, vamos viendo que Jesús, se va convenciendo
de otra senda de mesianismo, la senda de su mesianismo, la que él acogerá: la
del “Siervo Sufriente”, que es descrito por el profeta Isaías. Ese concepto,
será combinado por Jesús, con otros conceptos: propiamente el del Mesías y el
del Hijo del Hombre (Libro de Daniel)
V
Repasemos lo que hemos expuesto
hasta aquí: la Pasión, muerte y resurrección de Jesús, queda delineada en los
Evangelios.
De igual manera, hay alusiones a
la Pasión de Jesús en el Antiguo Testamento, con descripciones de hombres que
sufren y son salvados por Dios; y como lo veremos en este acápite: los cantos
del “Siervo Sufriente”.
Jesús, el Reino de Dios, no
significa desentenderse de lo que sucede en el aquí y en el ahora. Ya lo
veremos, la plenitud del Reino, llegará con la Parusía (Segunda venida de
Cristo), pero eso no significa que el Reino, no deba construirse en las
actuales coordenadas temporales. Se genera la tensión positiva entre la
plenitud del Reino y su construcción en la historia.
Jesús resulta un hombre
transparente, es un hombre desegocentrado (Vacío de ego, vacío de sí mismo), un
hombre en el que el amor lo es todo, así, en él no hay tensión entre sus deseos
y sus actos.
Asimismo, Jesús es mayor que el
Templo, es Dios:
-
Emisor de doctrina.
-
Sanador de enfermedades.
-
Perdonador de pecados.
¿Y cómo concreta Jesús el Reino?:
en su encarnación en los pobres (Esta tesis nos resulta clave), en las comidas,
en las parábolas y en las curaciones y los exorcismos…
Y siendo Jesús, el nuevo Templo,
en él se cumplen las profecías, que del Templo habían hecho los profetas…
Ahora bien, conforme a la visión
nacionalista del Mesías, éste debía luchar por su pueblo. Y de esta tesis
derivaba una pregunta: ¿Fue Jesús – Mesías un guerrero?... y buscábamos
responder a esa pregunta, planteando dos hipótesis: una suave y otra dura y al
final del acápite anterior, comenzábamos a responder esa pregunta.
Adicionalmente dijimos: en el
contexto del judaísmo, surgirá una visión distorsionada del Ungido, del Mesías,
del Cristo (Estas palabras son sinónimos): ese Ungido, vendrá a dar poder a Israel,
de ese poder, el tener de riquezas materiales y de ambas: el placer.
Pero, en los Evangelios, vamos
viendo que Jesús, se va convenciendo de otra senda de mesianismo, la senda de
su mesianismo, la que él acogerá: la del “Siervo Sufriente”, que es descrito
por el profeta Isaías. Ese concepto, será combinado por Jesús, con otros
conceptos: propiamente el del Mesías y el del Hijo del Hombre (Libro de Daniel)
Así las cosas, entremos en la
teología del “Siervo Sufriente”, que repetimos, nos plantea Isaías. Aquí,
valdría la pena profundizar, pero esa profundización, va más de allá de los
límites de este trabajo. Por lo pronto, diremos para empezar, que: este
“personaje”: el “Siervo Sufriente”, aparece en 4 cantos en el libro del
profeta. Esos cuatro cantos, se ubican en la segunda parte del libro.
Ya lo hemos dicho: en términos
judío – cristianos: cuando Israel era derrotado, los dioses falsos, derrotaban
al Dios verdadero (Yahvé); así, en la historia de Israel, en un momento
determinado, los babilonios, por medio del rey Nabucodonosor, conquistan y
destruyen Jerusalén.
Muchos Israelitas (De grandes
calidades), fueron deportados a Babilonia. Ya no había Templo, ya no había
sacrificios: ¿Eran los dioses babilonios más poderosos que Yahvé? o en su
defecto: ¿Yahvé había rechazado a su pueblo, como consecuencia de sus pecados?
Desde la perspectiva
eminentemente histórica, los israelitas serían liberados de los babilonios,
Isaías consolará al pueblo, diciendo que esa liberación, se dará por medio de
un rey: Ciro de Persia. En principio, Ciro es el siervo, pero con el tiempo, en
la mentalidad de Israel, ese “personaje”, va tomando ribetes de colectividad
(De hecho, aún hoy, en la teología judía, hay grandes debates sobre el “Siervo
Sufriente”.)
Pero en el versículo 6, del
capítulo 49, de Isaías, leemos: “Y dice: es poco que seas Siervo para mí, para
erigir las tribus de Jacob, y hacer volver a los preservados de Israel. De
manera que te entrego para (ser) luz de los gentiles, para ser mi salvación en
los confines de la tierra”.
En otras palabras: el Siervo, no
solo es enviado a unificar al pueblo después del destierro. Yahvé le envía para
ser: “…luz de los gentiles…”. En los capítulos del 50 al 55 de Isaías, vemos el
camino de la teología del Siervo: autodonación, autodonación hasta llegar a
entregar la propia vida, entrega que alimentará la verdadera reunión del pueblo
de Dios: “…para ser mi salvación en los confines de la tierra…”
He aquí una de las piedras
fundamentales de la teología que se nos presenta en la Semana Santa: muchos
años más tarde de lo escrito por Isaías, los creyentes en Jesús, lo ven muerto
y resucitado: “Siervo Sufriente”: “…De manera que te entrego para (ser) luz de
los gentiles, para ser mi salvación en los confines de la tierra”.
En esta lógica: ser “el Siervo”,
practicar al “Siervo”, es dejar reinar a Dios (Yahvé), con el fin de redimir,
de rescatar de las rupturas que se tienen con Dios, con el prójimo, con la
naturaleza. He aquí el centro de los Evangelios y de la palabra y obra de Jesús:
el Reino de Dios.
En el primer canto del “Siervo”,
en el capítulo 42, versículo 7, de Isaías, leemos: “Para abrir ojos ciegos;
para hacer salir del calabozo al cautivo; de la cárcel a habitantes de
tiniebla”. Este texto es semejante (No es el mismo), que leyó Jesús, en la
sinagoga de Nazaret, conforme lo indica Lucas, en el capítulo 4 de su Evangelio
y que ya hemos citado antes.
Pero más allá de esto: en hebreo,
esta frase de: sacar de la cárcel: “… a habitantes de tiniebla”, puede ser
traducida de manera más literal, como sacar de la cárcel a: “…los que poseen la
tiniebla como residencia permanente”.
Y es que, volviendo al contexto
histórico de Israel en el siglo I, podemos resumir éste, como el ejercicio del
poder político de manera egoísta, el ejercicio de una economía insolidaria y de
una cultura (Y una religión claro está), opresiva. Es decir: “…la tiniebla como
residencia permanente”
Tal contexto, Jesús lo refleja en
muchas de sus parábolas:
-
Propietarios endeudados hasta el límite (Mateo
18: 21 – 35)
-
Revueltas y pillaje (Mateo 21: 33 – 46)
La realidad de Roma como Imperio,
tiene dos lados: del lado del Imperio, ellos ejecutaban su visión militar,
política y económica para asegurar la paz y la prosperidad: en su discurso,
para lograr esto, había que combatir a los piratas y a los ladrones. Pero como
“recompensa”, saqueaba a las naciones que decía proteger. Ese era su “orden
mundial”; pero para los pueblos colonizados, esto significó: “desorden
mundial”.
Ese “orden mundial” trajo: arte,
literatura, cultura, belleza; pero: a la par de eso, concretó: destrucción,
incendio de poblaciones, rapiña, esclavización, asesinato: una cosa, era el
“deber ser” del Imperio (Las filosofías de Séneca) y otra, muy distinta, la
realidad de la política de Augusto, Nerón o Domiciano.
Frente a este contexto, Jesús
plantea una visión alternativa: el Reino de Dios (sacar de la cárcel a: “…los
que poseen la tiniebla como residencia permanente”):
-
Una nueva política: Para Jesús y
su grupo, la autoridad significa servicio.
-
Una nueva economía: Esta no es
basada en la acumulación (Mateo 6: 19 – 21; 6: 24) sino en el compartir.
-
Una nueva religión: no basada en
el cumplimiento legalista de los preceptos de la ley. No una religión que
acepte la opresión de los pobres, sino, una religión sustentada en el amor, la
misericordia y la solidaridad (Mateo 9: 12; Lucas 10: 25 – 37); esta nueva
religión implica:
a) Por encima del culto: el amor, la justicia y la misericordia.
b) Por encima de la tradición, la humanidad (Marcos 2: 23 – 26)
c) Por encima de un Dios abstracto (El Dios alimentado por la reflexión
filosófica), el amor al prójimo, que es donde se decide la salvación (Mateo 25:
31 – 46; 1 Juan 4: 19 – 20)
d) Una solidaridad parcial: subraya a los débiles, los enfermos, los
marginados, los pecadores.
Jesús en su palabra y en su obra, concreta ese
proyecto alternativo, por él, muere en la cruz y por él, Dios le resucita de la
muerte…
De nuevo, aquí hay mucho que decir… pero sigamos
adelante…
El cuarto cántico del “Siervo Sufriente”, se encuentra
en el capítulo 52, versículo 13 al capítulo 53, versículo 12. Este texto
comienza con una promesa: el Siervo comprenderá y será enaltecido. Es decir,
podemos partir de que este “Siervo”, ha sido altamente ultrajado y no sabe el
por qué. Ha mantenido la dignidad humana frente a la opresión (“…la
tiniebla como residencia permanente”)
Frente a la opresión sufrida, la única respuesta de Dios
es: “confía en mí” …
El que lucha hasta el final por el Reino de Dios, por la
vida, al final encuentra sentido de su lucha. Cada Siervo, tiene una misión
clave como instrumento de Dios. Llegará el día, en el que, hasta los mismos
opresores, comprenderán el sentido (Isaías 52: 15); como lo dice el cuarto
cántico, la recompensa del sufriente será grande.
Veamos lo que refleja el sufrimiento del “Siervo” …
En Isaías 52: 14, leemos: “…su semblante tan desfigurado
que había perdido toda apariencia humana…” y en 53: 2, se dice: “…No tenía
belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente…”.
¿Qué muestra el sufrimiento del “Siervo” ?: el cristiano
promedio responderá: “muestra a Cristo y a Cristo crucificado”. A la luz de los Evangelios, esto es así, pero
vamos un poco más allá: el sufrimiento del “siervo”, muestra la crueldad de la
tiniebla.
Esta idea, nos permite aterrizar más lo que ya hemos
expresado: Jesús se enfrenta a la tiniebla, pero no queremos que los lectores
caigan en una visión poco concreta o “espiritualizada” de ese concepto.
Esa tiniebla es una política y una economía egoísta, así
como una cultura (Una religión) opresiva; estos elementos, son los que los
autores Marcus Borg y John D. Crossan, denominan: sistema de dominación:
-
Es el mundo del fanatismo religioso, el mundo de
la absolutización de la ley de Moisés y sus interpretaciones.
-
Es el mundo del poder, que, a toda costa, quiere
mantener sus privilegios y seguridades.
-
El mundo de mezquindades, hipocresía e
injusticia.
-
El mundo de la ambición, que desea mandar y
dominar, por encima de los demás.
-
El mundo de la violencia: explícita y estructural.
El “Siervo” es como un espejo que refleja la realidad del
sistema de dominación (La tiniebla): ¿Cómo es ese sistema a la luz de las
descripciones de Isaías?: desfiguración, inhumanidad, horror, falta de brillo.
Antes de continuar, cabe una reflexión eminentemente
teológica: conforme a los relatos del libro del Génesis, Dios creó al ser
humano: “Conteste a su imagen y semejanza”. Al correr del tiempo, esa creación
de Dios (Que era vista por él como “buena”), está entregada a las rupturas:
primero con el creador, con el prójimo y con la naturaleza. La imagen de Dios,
que es el Siervo – Jesucristo, está desfigurado, no parece humano, es horrible.
El “Siervo”, externamente es un torturado, pero
internamente en él: es como una planta tierna, que crece en tierra seca (Isaías
53: 2); esa planta, crece en el torturado y por reflejo, debe hacer reaccionar
a sus verdugos.
El torturado, “despojo inútil”, se torna en realidad
instrumento de Dios para una transformación profunda (Una conversión), para
salvar y para cargar sobre él, hasta nuestras enfermedades, siendo la
principal, la crueldad del sistema de dominación / tiniebla.
Tal es el grado de esa crueldad que: la gente simplemente
esconde el rostro (Isaías 53: 3), tanta es la crueldad que hay que mirar a otro
lado: “si uno no piensa en uno, nadie piensa en uno”, “los pobres, son
culpables de su pobreza”, “Somos un país libre, que no está sujeto a ninguna
esclavitud” o como diría Gabriel García Márquez de Macondo: “aquí no pasa
nada”.
Por ello, dice de manera contundente Isaías: “…era
menospreciado y no le tuvimos consideración”. Menosprecio y desconsideración,
es lo que hacen los políticos, cuando en sus cálculos, no contemplan el bien
común. Menosprecio y desconsideración, es lo que se observa en la economía,
cuando esta concreta el “capitalismo salvaje” (San Juan Pablo II)
Pero regresemos a la situación externa e interna del
“Siervo”: ya lo hemos dicho, externamente, el “Siervo” se ve desvalido: es el
esfuerzo de estar devolviendo frente a la violencia del sistema de dominación:
amor, ternura, solidaridad, perdón.
Interiormente: el “Siervo”, vive una tensión entre pecado
(Traspaso, transgresión, crímenes, heridas) y curación…
Leamos Isaías 53: 4 – 6: “Y sin embargo él estaba cargado
con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros
pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero fue
traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras
maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la
salud. Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio
camino, pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.”
La situación interna del “Siervo”, tiene que ver con una colectividad:
-
Cargando nuestros sufrimientos.
-
Soportando nuestros propios dolores.
-
Nuestro pensamiento de que Dios lo había herido.
-
Traspasado por nuestra rebeldía.
-
Atormentado por nuestras maldades.
-
Nos trajo la paz, el castigo que sufrió.
-
Alcanzamos la salud, por sus heridas.
-
Cargó sobre él, la maldad de nosotros.
¿Pero quién es ese nosotros?, ¿Quién es esa colectividad?:
de nuevo, este punto genera un gran debate en el judaísmo. En el cristianismo
no se visualiza ese debate, esto, creemos, por la visión cristológica que se le
aplica al texto.
De nuestra parte, optamos aquí, por la visión del teólogo
Joan Morera Perich: leamos los versículos 8 y 9: “Se lo llevaron injustamente,
y no hubo quien lo defendiera; nadie se preocupó de su destino. Lo arrancaron
de esta tierra, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo. Lo enterraron al
lado de hombres malvados, lo sepultaron con gente perversa, aunque nunca
cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca”.
En una traducción más literal podemos leer (Usamos aquí, la
versión de la Biblia de Jerusalén): repasemos el versículo 9: “y se puso su
sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba…”: el “Siervo”, es
ultrajado: “…Lo arrancaron de esta tierra…”; y para más humillación, lo colocan
entre los causantes de su muerte: “…entre los malvados y con los ricos…”
Esto nos lleva a una categoría fundamental, tanto en las
ciencias sociales, como en la Doctrina Social de la Iglesia: el pecado
estructural: ese fruto, de los que son capaces de manejar de manera injusta y
egoísta la economía: “…los ricos…”; los que ejercen el poder y hacen ganancias
con la muerte: “…los malvados…”.
¿Quiénes mataron (matamos) al “Siervo” ?: los rebeldes, los
que han (hemos) ejecutado maldades, por la maldad de nosotros: por nuestras malas
decisiones:
-
Por defender el capitalismo salvaje.
-
Por elegir malos gobernantes.
-
Por destruir el sistema ecológico.
-
Por desentendernos de las consecuencias de la
concreción del sistema de dominación / tiniebla.
-
Por burlarnos de Cristo, de su obra y su enseñanza.
Por eso, nosotros merecemos sufrir, nuestros dolores,
nuestra rebeldía, nuestras maldades, nuestras enfermedades: pero él nos
sustituyó (Muerte vicaria), nos rescató (Muerte redentora), nos liberó (Muerte
liberadora)
Ahora veamos algo de lo que no nos damos cuenta: nuestra
comodidad es parte de la tiniebla, del sistema de dominación: “el capitalismo
me favorece, qué importa que haya pobres y marginados”; “la política y lo
político es corrupción, ¿Para qué interesarme en eso?, mientras pueda seguir mi
vida, nada más importa”; “se destruye el ecosistema, pero yo tengo agua y luz
en mi casa, el resto me vale”; “eso de la religión es cosa privada, no tiene
consecuencias sociales”.
Entonces aquí, encontramos, creemos nosotros, el verdadero
significado de: “habitar en la tiniebla”, porque la tiniebla enceguece, engaña
los sentidos y la mente: es alienación. Hoy, esa tiniebla tiene nombre: nuestra
“sociedad del espectáculo” (Mario Vargas Llosa)
Viendo “la sociedad del espectáculo”, no vemos (No queremos
ver) al “Siervo Sufriente” …
Pero el tema va más allá de la alienación: volvamos al
versículo 4, de Isaías 53: “…Nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y
humillado…”: no se trata solo de engaño, se trata de que, por nuestra voluntad,
por nuestros cálculos, hay un sustento de una creencia: “Dios lo castiga, Dios
lo humilla”.
-
“¿Es pobre?, es culpable de su pobreza, es más,
es pobre, porque no diezma.”
-
“La voz del pueblo, es la voz de Dios, si el
pueblo elige gobiernos corruptos, es porque en el fondo, es la voluntad de
Dios.”
-
“La ecología es destruida, eso está en la
Biblia, estamos en los últimos tiempos.”
“Por pobre, por tonto, por inconsciente, es que Dios lo
castiga, es que Dios lo humilla, es que debe ser excluido, marginado…”: ¿No lo
expresa el decir de nuestros pueblos latinoamericanos?: “al que es tonto, ni
Dios lo quiere”.
Veamos la literalidad del cántico y el contexto de la
cultura judía: el texto dice: “Nosotros pensamos que Dios lo había herido…”:
este término de “…lo había herido…”, refiere a los que habían sido heridos
(Contagiados) por la lepra.
Este “… herido…” es un término técnico, para designar esta
enfermedad, recuérdese que el diagnóstico de lepra, generaba la automática
exclusión social (Números 5: 2); además, el enfermo, debía vivir en descampado,
tener la ropa hecha pedazos y gritar: “impuro, impuro” (Levítico 13: 45 – 46);
además, la lepra, era considerada una maldición fruto de Dios (Números 12: 10;
2 Crónicas 26: 19)
Por otro lado: el “Siervo” es en efecto, “herido”; herido
por la tortura: hematomas, llagas y úlceras: el torturado, antes y durante la
crucifixión, es en apariencia, semejante a un enfermo de lepra.
Ahora bien, he aquí lo sorpresivo, este: “Siervo”: “herido”
– torturado, es en realidad, instrumento de salvación y no solo para Israel,
sino, “para todos los pueblos” (Isaías 52: 15; 53: 11), como lo era el templo:
“Casa de oración, para todas las naciones”.
Con esto claro, debemos entrar en otro concepto: la
expiación: la eliminación de una culpa o pecado, a través de un tercero. En
términos del judaísmo, el día más importante del año es el “Día de la
Expiación”, el “Yom Kipur”.
La festividad consistía en usar dos cabritos: uno, era
sacrificado a Dios, y su sangre (Que, según la creencia israelita, poseía la
vida), era objeto de purificación. Con esa sangre, se rociaba al pueblo y al
Templo mismo.
El otro cabrito, era objeto de una especie de “rito de
transferencia”: a él se “pasaban” los pecados del pueblo, y se le enviaba al
desierto para que muriera (Levítico 16: 22). Era símbolo de la voluntad de
eliminar todo mal.
Teniendo esto presente y leyendo los “Cantos del Siervo
Sufriente”, nos damos cuenta que en éste hay rasgos, de aquel primer cabrito
(El del sacrificio), pero también es el segundo: no se olvide, el “Siervo”,
carga los pecados.
Ahora bien, más allá de los marcos históricos, los
“Cánticos del Siervo Sufriente”, nos dan un mensaje central: a los ojos de
Dios, quien es más castigado, el excluido, el que sufre, el que es objeto de
injusticia, es el elegido de Dios, para unir la comunidad, para abrirla a la
inclusión de todos (Porque, si el más excluido, puede entrar, prácticamente
todos, pueden entrar)
Los oprimidos del sistema de dominación / de la habitación
de las tinieblas, tienen una misión: iluminar. Y en ese iluminar, incluir… y en
ese incluir, nos damos cuenta que, Dios es Padre, con sentimientos de madre.
Así, el “Siervo Sufriente” justifica, es decir, transforma
en practicantes de la justicia a los que no la practicaban, “a los muchos”
(Isaías 53: 11), a “tantos como sea posible” (Esta frase aceptada como
traducción, de un hebreo más literal)
Los últimos de la fila, los descartados del mundo (Del
sistema de dominación, de la habitación de la tiniebla), son antorchas,
llamadas a demostrar el poder de Dios, es el oprimido, el excluido, el
instrumento de liberación.
Lo repetimos: si el oprimido y el excluido, es el
instrumento de liberación e inclusión, el mensaje es: que nadie está llamado a
ser excluido del Reino de Dios. Él (Dios), escoge lo rechazado como vehículo de
liberación y salvación (Esto en la teología más académica, se llama “principio
de marginalidad”)
VI
Luego de revisar la teología del “Siervo
Sufriente”, podemos repetir la pregunta que nos llevó a ese camino: ¿Fue Jesús
– Mesías un guerrero?... si Jesús se identificó con el “Siervo”, la respuesta
apunta a ser negativa.
En esta misma línea, partiendo de tesis
de Teólogos de la Liberación, del talante de Juan José Tamayo, es claro que,
Jesús de Nazaret no canaliza su lucha por la liberación a través de la lucha
armada. Tampoco refiere a un Dios violento, para la instauración del Reino de
Dios. De ahí que, especialistas, como Joan Morera y el ya citado Tamayo, hablan
de la “No Violencia Activa”, en Jesús de Nazaret.
El teólogo de la liberación, dirá que
esto es nítido, basado en las bienaventuranzas. Entre los felices, Jesús habla
de: “los constructores de la paz” (Mateo 5: 9); los constructores de la paz,
son hijos de Dios.
Esto es importante, tomando en
cuenta que, frente a la violencia del sistema de dominación, una de las
respuestas, era la violencia misma, ya hemos dicho algo respecto a los
“Zelotes”, ahora bien, también ya hemos dicho que: en Lucas 22: 36, Jesús dice
a los discípulos, que compren espadas, y, sobre todo, “a los que no tengan”, es
decir, que ya algunos las poseían. En esa línea, en el versículo 49, los
discípulos preguntan: “Señor: ¿herimos a espada?”. En Mateo, Marcos y Lucas, se
habla que uno de los acompañantes de Jesús, desenvaina una espada, Juan dice
que fue Pedro.
Pero lo que no expusimos (O más
bien, lo que no expuso el autor de la tesis respectiva), fueron las palabras de
Jesús sobre estos eventos: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que
tomaren armas, a espadas perecerán” (Mateo 26: 52)
Para Jesús, contrario digamos a
Marx, la violencia no es partera de la historia. Como tampoco cree en la idea
de que: “la violencia se responde con violencia”. Concretar esa tesis, alimenta
lo que desde hace años se conoce, como la “espiral de la violencia”. El precio
de la violencia, no es siempre la instauración de la justicia, además, ese
precio “queda bañado en sangre”.
Eso sí, la no – violencia en
Jesús, no implica que se abandone la profecía (La denuncia de lo incorrecto y
el anuncio de la esperanza, como ya la hemos definido), Jesús denuncia el
sistema de dominación de la cúpula política romana y de la cúpula político –
religiosa, judía.
De ahí el postulado de la nueva
política, en el proyecto del Reino de Dios: “saben que los que son tenidos como
jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las
oprimen con su poder” (Marcos 10: 42); precisamente la alternativa, es la
política como servicio, del cual está ausente, toda actitud de dominio (Marcos
10: 42 – 45)
Por otro lado, hemos hablado
aquí, del “Movimiento de Jesús”, este es un buen momento para retomar algunas
de sus características:
1) El
Movimiento se conforma en el camino de Jesús, de Galilea a Jerusalén.
2) Se
reconoce la necesidad de un cambio y Jesús plantea un proyecto alternativo al
sistema de dominación: el Reino de Dios. Éste con dos valores importantes: amor
al prójimo y renuncia al estrato social. En esto consiste la subversión de
Jesús, no es una subversión basada en odio, ni en la violencia. Sino, en la donación desinteresada y el
sacrificio del amor. Es un amor que abraza a toda la humanidad, que privilegia
a los pequeños, a los débiles, a los pobres. Se concreta la fraternidad, se
abre una nueva historia (Esta definición de la subversión de Jesús, está basada
en Puebla, numeral 192)
3) El
grupo tiene una visión misionera: recuérdese que Jesús habla de ser:
“pescadores de hombres”; en ese marco se anuncia el advenimiento del Reino de
Dios.
Resaltamos estas características,
porque véase que se identifica la necesidad de un cambio en la situación que se
vivía. Por ello, el Movimiento, se crea fuera de la cúpula religiosa y del
modelo político imperial, con un estilo de vida radical: se renuncia a los
apegos: residencia, familia, posesiones, seguridad. Nótese que, entre las
características mencionadas, no está, el uso de la violencia.
Hemos dicho que: se reconoce la
necesidad de un cambio y Jesús plantea un proyecto alternativo al sistema de
dominación: el Reino de Dios. Éste con dos valores importantes: amor al prójimo
y la renuncia al estrato social.
Ese amor al prójimo, va más allá
de los compatriotas (Lo propio del judaísmo del siglo I), implica extranjeros y
enemigos. Recuérdese lo que conocemos como: “la parábola del buen samaritano”
(Lucas 10: 25 y siguientes); así como el pasaje del fariseo y la mujer pecadora
(Lucas 7: 36 y siguientes); la tesis suprema de Jesús, es: amar a Dios y amar
al prójimo.
El otro bastión es: la renuncia
al estrato social: con ello, se relativizan y se superan las diferencias, con
lo que se alimenta la humildad. Esa humildad debe ser parte de la
espiritualidad y de las formas exteriores. Se trata de aceptar a los estratos
inferiores y a los estratos superiores: esto es totalmente opuesto a la
sociología propia, del imperio romano.
Profundicemos en este tema de
amar a los enemigos…
Esta es una de las principales
aportaciones de Jesús: ya hemos hablado de la fuente Q, conforme a este
conjunto de dichos, el nazareno expresó (En realidad, no son las palabras
exactas, pues tiene variantes redaccionales): “han oído que se dijo: ojo por
ojo y diente y por diente. Pero yo les digo: no resistan el mal; antes bien, al
que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra… han oído que se
dijo amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo les digo: amen a sus
enemigos y rueguen por los que les persiguen” (Mateo 5: 38 – 39. 43 – 44,
referencia: Lucas 6: 27 – 28 y 35); también hemos dicho que, esta fuente Q, es
la base de Mateo y Lucas, eso sí, ambos presentan versiones distintas del
mismo: son coincidentes en lo fundamental, aunque con variantes diferenciales.
Lo importante en principio, es
que el texto, es concordante con la intención, la actitud y la práctica de
Jesús. Este pasaje muestra una imagen de Dios, acogedora y bondadosa: amar al
enemigo, rogar por los que nos persiguen (Mateo 5: 45), es imitar a Dios que:
“…hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos”.
Lucas dice: Dios es: “…bueno con los ingratos y los pecadores” (Lucas 6: 35)
Ahora, cuando se exponía, lo que
en este trabajo hemos llamado: “la hipótesis dura”, sobre si Jesús era un
guerrero, se decía: Jesús distingue,
entre los que tienen enemistad hacia él, a ellos les predica perdón y amor.
Otra cosa es el enemigo público. A ese enemigo, Jesús no se refiere en los
Evangelios.
Teólogos como Tamayo, nos dicen
que tal distinción es inexistente: amar a los enemigos, implica a lo que
Cascante califica como “el enemigo individual” y al que califica como: “al
enemigo púbico” …
Por otra parte, podemos decir que
las tácticas de lo que nosotros podemos calificar hoy, como No Violencia
Activa, no son originales de Jesús: el estudioso, G. Thiessen, cita dos
ejemplos:
1) Hubo
protestas no violentas dirigidas a Pilato, pues él quería meter en el Templo,
emblemas imperiales.
2) Las
protestas contra Cayo Calígula, por su deseo de dedicar el Templo, a otros
soberanos.
Ambos hechos, los describe el
historiador Flavio Josefo…
De igual modo, el mandamiento del
amor al enemigo, no es original de Jesús, encontramos evidencia de él, en la
sabiduría babilónica, egipcia, china y hasta en la filosofía griega (Epicteto);
asimismo, en todas las tradiciones religiosas, hay lo que nosotros podemos
definir como: “la regla de oro”: es el caso del Confucionismo, en el judaísmo,
conforme a la doctrina del rabino Hillel; y como ya vimos, en la enseñanza de
Jesús.
Ahora bien, en el caso de la
tradición bíblica, la paz, está ligada a la justicia. La violencia es fruto de
la injusticia estructural. El concepto de “paz”, en el hebreo cubre: bienestar,
serenidad, salud corporal, sosiego espiritual y sana convivencia.
Estas características conllevan:
-
Plenitud.
-
Justicia.
-
Vida.
-
Verdad.
Y estos frutos llevan a una sana
política, una sana economía, una sana cultura. Adicionalmente, hay una ética
que, implica integridad y una conducta intachable…
Repetimos: en el caso de la
tradición bíblica, la paz, está ligada a la justicia: dice el profeta Isaías: “La
obra de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad
perpetua” (Isaías 32: 17); en el libro de los Salmos, se propone una síntesis:
paz, justicia, amor y verdad (Salmo 85: 11)
En resumen, como lo dice el
teólogo de la Liberación, J. Míguez Bonino: la paz es un proceso dinámico,
mediante el cual se construye la justicia, en medio de las tensiones de la
historia…
VII
Hemos visto la Teología del
“Siervo Sufriente” y hemos abordado puntos propios de la Teología de la
Liberación, para poder decir que: Jesús no fue un Mesías guerrero o en todo
caso, fue un Mesías – guerrero, en la línea de lo que aquí definimos como la
hipótesis suave sobre el tema.
Ahora: independientemente de
ello, cabe la pregunta: ¿hay algo que extraer de la enseñanza y obra de Jesús,
a una sociedad violenta fruto del sistema de dominación / tinieblas?: si
entendemos la violencia como: acción que lesiona o hace daño intencionalmente a
otro, sin autorización y contra la voluntad de la víctima, esto no es
practicado por Jesús, ni por su Movimiento.
En términos llanos: ¿Cuáles eran
las violencias propias del sistema de dominación?: es la acción de un grupo
(Las cúpulas), que son más fuertes y ejercen esa acción, sobre los más débiles
(El pueblo); pero también está la violencia de los Zelotes, que, creyéndose más
fuertes, que los opresores, tratan de zafarse del dominio, de quienes se los
imponían.
Ahora: ya hemos hablado de las
enseñanzas de Jesús en el “Sermón del Monte” y cabe ahora citar textos que
indican la obligación de perdonar, porque Dios nos ha perdonado primero (Mateo
6: 12; 18: 23 y siguientes; Marcos 11: 25; Lucas 6: 37)
Y aquí, hemos de repetir lo que ya hemos expresado: Jesús
plantea una visión alternativa: el Reino de Dios (sacar de la cárcel a: “…los
que poseen la tiniebla como residencia permanente”); y este proyecto, implica una nueva política: Para Jesús y su grupo, la autoridad significa
servicio.
Esto, nos lleva a ver una especie de marco, sobre
el influjo político de Jesús: ya lo reiteramos: el proyecto alternativo de
Jesús, lleva a una transformación: política, económica y cultural, pero sin uso
de medios violentos.
En términos históricos, esto nos da clara respuesta
de por qué Jesús es crucificado: las cúpulas judías y romanas, sopesan la
importancia política de sus tácticas no violentas (Que, al fin y al cabo, son
las tácticas de su Movimiento)
En ese contexto, Jesús rechaza opciones que ya
estaban presentes en su tiempo:
A) Los esenios: que terminaban huyendo del sistema de dominación.
B) Los Saduceos: Que terminaban acomodándose a la situación imperante, hasta
con cinismo.
C) Los Zelotes: de quienes ya hemos hablado, quienes plantean una guerra
contra los romanos.
D) Los fariseos: que tenían plena confianza propia en el cumplimiento de la
ley de Moisés y sus interpretaciones.
Pero no solo eran ellos: Escribas en el siglo I,
organizaron protestas y resistencias. Es más, si se mira con detalle, los
Esenios, plantean una especie de guerra Santa, esto por medio de un manuscrito
llamado: “La guerra de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas”.
Los fariseos, rechazaban actos políticos pro romanos. Tal parece que los
Sicarios (Ojo que Judas, el discípulo de Jesús que le traiciona, es
“Iscariote”: hay un debate si este término viene del pueblo de “Kariot” o del
término: “sicarius”: sicario), son dirigidos por escribas, que se oponen a la
aristocracia judía (¿Muchos saduceos?) por medio de secuestros y asesinatos.
Si acercamos este contexto a Galilea, nos daremos
cuenta que, allí fue donde hubo más levantamientos armados y mucho
reclutamiento por parte de los Zelotes, inclusive, G. Thiessen, a quien ya
hemos citado, expresa que, en esa zona, se dio una especie de proceso de
“enmontañamiento”, dado que, la carga tributaria sobre los sectores pobres era
pesadísima, y preferían escapar de las aldeas.
Así las cosas, frente al sistema de dominación, hay
dos tipos de corrientes:
1) Unas pre políticas: ladrones comunes, bandidos sociales.
2) Otras políticas: rebeldes esporádicos, revolucionarios persistentes: tenían
clara la situación política (La unión de las cúpulas judía y romana), en donde
los sectores campesinos tienen poco que perder (Quizás por ello, el
reclutamiento de los Zelotes, era exitoso); citemos algunos líderes de esos
movimientos durante la vida de Jesús y después: Asinaios y Anilais en
Mesopotamia (20 – 35 d. C.); Jesús Barrabás en Judea (29 d.C.); Tolomeo en
Idumea (44 – 46 d.C.); Eleazar ben Danai y Alejandro en Judea y Samaria (35 –
55 d.C.); Jesús ben Safat en Tolemaida (65 – 67 d.C.); la coalición de los
Zelotes en Jerusalén (67 – 70 d.C.)
La simbología profética de las corrientes políticas
antes mencionadas, era ejercer una especie de nuevo éxodo: retomar la tierra
prometida, reconquistarla. Esto, también basado en una tesis muy propia del
libro del Éxodo: hay que resistir al extranjero invasor, en este marco, se
proyecta la Pascua.
De nuevo: conforme al sistema de dominación en el
ámbito político, de lo que se trataba era de favorecer a una pequeña cúpula
(Que por lo general también era componente, o tenía contactos con la cúpula
económica), con el ejercicio del poder.
También hay que reiterar: el Movimiento de
Jesús, tenía varias características que ya hemos presentado, pero también en
ese Movimiento, hubo momentos tormentosos, de luchas internas. Muchas de esas
luchas, tenían tinte personalista.
Decimos esto, porque muchas de esas luchas
internas, reflejan la cultura social (¿Política?) de sus componentes: tomemos en
este contexto la más llamativa: en Lucas, 22: 24 – 47, observamos la disputa
de: ¿Quién será el mayor entre los discípulos de Jesús?: conteste a la cultura
del sistema de dominación, esto era clave: el superior, tenía la posibilidad de
tener y repartir el poder, así como prebendas (Ya lo dice el dicho: “el que
parte y reparte, se queda con la mejor parte”)
Mas Jesús le da la vuelta al asunto de la cuestión
política: la pregunta no debería ser: ¿Quién es el mayor?, sino: ¿Quién es el
que sirve más a los otros?: este camino que Jesús plantea, no es la opción ni
de los Esenios, ni de los Saduceos, ni de los Zelotes.
Para decirlo “en dos platos”: el camino, la
alternativa, el proyecto de Jesús, es muchísimo más peligroso: ¿Por qué?:
porque “es darle vuelta a la tortilla”: los dominadores abajo y los dominados
arriba, pero sirviendo y no, aprovechándose del poder.
Con esto planteado de manera evidente, somos
partidarios de la idea de que, si bien es cierto, Jesús no fue político en
términos técnicos, su proyecto alternativo, implica una transformación de la
política, la economía y de la cultura.
Entonces, no se puede decir (Por cierto, mal
dicho), que Jesús era apolítico (Nadie es apolítico, se puede ser apartidista);
mas tampoco se puede decir, que Jesús fuese apartidista, porque evidentemente,
Jesús forma su propio movimiento.
En este movimiento, la transformación política, no
usa los instrumentos del sistema de dominación; a saber, usar las armas o la
insurrección popular, para tener el poder (Marcos 8: 31 – 33); el instrumento
es la transformación, conversión (Del griego “metanoia”) espiritual: aquí, hay
otra diferencia entre Jesús y Marx, el primero tiene claro, que de nada sirve
una revolución (Real o ficticia), sin una transformación del ser humano. Creemos
que el fracaso del llamado socialismo real y del mal llamado: socialismo del
siglo XXI, le da la razón al Nazareno.
Así las cosas: son los injustos poderes
establecidos, quienes, para perseguir y matar, reducen la palabra y obra de
Jesús, a la visión política del sistema de dominación. Eso fue lo que hizo la
cúpula judía, para acusar a Jesús ante el Procurador Romano (Esta tesis es
extraída de la visión del Cardenal Lorscheider)
Es aquí, donde entra el enfoque de la Teología de
la Salvación, que abordaremos con más detalle más adelante: la redención pasa
por el camino de la cruz, por ese escándalo para los judíos (¿Cómo éste Ungido
termina en una cruz?) y escándalo para los gentiles (¿Cómo un dios (Uno, entre
otros dioses), va a ser martirizado?); pero como dice San Pablo: Jesucristo es
sabiduría de Dios, fuerza de Dios, prueba del amor eterno de Dios por la
humanidad que ha roto su relación con él (1 Corintios 1: 17 y siguientes;
Romanos 5: 8)
El proyecto de Jesús, es capaz de transformar el
mundo. Y en este punto, hay que hacer una aclaración, a una confusión, que
encontramos por experiencia, muy común en los creyentes: ¿Cómo puede hablarse
del impacto político, económico y cultural del Reino de Dios, si el mismo Jesús
dice, según San Juan, que su “reino no es de este mundo”?
En Juan la palabra mundo, tiene dos significados:
1) El mundo como planeta tierra (Juan 3: 16)
2) El mundo como palabra que encierra al sistema de dominación – tiniebla y
que cubre a los enemigos de Jesús.
Por eso reiteramos: el proyecto de Jesús, puede
transformar el mundo (El planeta tierra), pero sin usar los instrumentos del
sistema de dominación (El reino de Jesús, no es de este mundo) …
Aprovechemos en este marco, aclarar otro concepto,
que se asimila equivocadamente, y es la famosa frase de Jesús de: “dar al César
lo que es del César y dar a Dios, lo que es de Dios”: Cuando Jesús dice que se
dé al emperador lo que es del emperador, lo que dice es muy cercanamente lo que
plantea la traducción de Mateo que hemos parafraseado. Lo que Jesús dice es:
“Es una moneda del César devuélvansela a él”.
La segunda parte de la afirmación es: “y lo de Dios
a Dios”, y como bien señalan Borg y Crossan, de aquí podría derivarse la
pregunta: ¿Qué pertenece al César y qué pertenece a Dios?
Para Jesús y muchos de sus contemporáneos, la respuesta se encontraba en el
Pentateuco, leemos en Levítico 25: 23: “…la tierra es mía y ustedes están en mi
tierra como forasteros y huéspedes”. La tierra de Israel pertenece a Dios, el
viñedo (Para relacionar con la parábola respectiva) es de Dios, no de los
dirigentes locales ni de los romanos.
En esta misma lógica la tierra pertenece a Dios:
dice el Salmo 24: 1: “Del Señor es la tierra y lo que contiene, el mundo y
todos sus habitantes”.
Si Israel y la tierra con quienes la habitan es de
Dios, pues del César no es absolutamente nada.
De igual manera, la lección que da Jesús es que por
encima de cualquier poder está Dios y la imagen de éste es el hombre (Génesis
1: 27).
Por otro lado, la interpretación más tradicional de
este texto, es que Jesús divide el mundo en dos esferas: la política y la
religiosa, dándoles igualdad o separándolos definitivamente. En realidad, no se
trata de separar “lo humano y lo divino”.
Es lamentable (Como nos lo recuerdan Borg y
Crossan), que por ejemplo los simpatizantes de gobiernos monárquicos,
legitimaban en estas palabras su autoridad. Es decir que palabras que fueron
dichas para deslegitimar el “sistema de dominación” de una época, sirvieron
para legitimar “los sistemas de dominación” de otras épocas. Por ejemplo, en el
siglo XX, algunos cristianos criticaron con esta frase los movimientos de los
derechos civiles en los Estados Unidos. Y ni que decir de la búsqueda de
legitimidad en la toma de decisiones cuando se trata de justificar una guerra.
Lo cierto es que por encima del Estado está Dios y
ese Dios nos remite al prójimo, al rostro de los que padecen dolor, porque como
hemos aprendido, la mayor gloria de Dios es que el pobre viva (San Oscar
Arnulfo Romero).
La moneda lleva la imagen del César, a él le
pertenecía, pero los seres humanos tenemos impresa la imagen de Dios nuestro
creador, pertenecemos a Dios. Si se presentase el caso en que el Estado
quisiera influir o dominar sobre una esfera de pertenencia exclusiva de Dios,
entonces se cumple la escritura: “hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres” (Hechos 5: 29)
La moneda lleva la imagen del César y ya en ese
tiempo corría una leyenda que lo hacía dios, al decir Jesús que den al César lo
que es del César, le quita su base de divinidad, por ende, quita el sustento
religioso al “sistema de dominación”, además se opone a cualquier gobierno de
corte teocrático o dictatorial.
Una vez más, el ámbito político en el “Reino de
Dios” es servicio a favor de la gente y una religión basada en el amor. Es
clara la oposición entre un proyecto y otro. Las vías por las que transitan los
llevan a la colisión.
Hemos hablado del “sistema de dominación” de los
tiempos de Jesús, y hemos dicho antes que nosotros en este tiempo también
vivimos “un sistema de dominación”, y como parte de ese sistema se encuentra el
componente económico. Hoy hemos sustituido la fe en Dios, por la fe en el
sistema capitalista.
En muchas ocasiones, esa fe hace perder al ser
humano su conciencia y su dignidad.
¿Cuáles son los falsos dioses de nuestra época?
- El consumismo.
- La moda.
- La competencia sin solidaridad.
- Las armas.
- El poder.
- El dinero.
- El prestigio.
- Etc.
Estos falsos dioses exigen culto, adoración,
sacrificios, ligamen fanático y sin razón.
Dar a Dios lo que es de Dios y dar al César lo que
es del César, es mantenernos libres de esas idolatrías. Es entregarnos a
nuestro creador, dar a Dios lo que es de Dios.
De hecho, la realidad de estas tesis de Jesús, las
experimentarán sus seguidores, no muy pasada su muerte, durante los gobiernos
imperiales de Nerón y Domiciano. Esta evidencia nos lleva a otra conclusión:
nadie muere por una mentira: Jesús vivió, enseñó y ejecutó el Reino de Dios.
Una vez más: hay un sistema de dominación, frente a
éste, Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios; para concretarlo
funda un Movimiento, el que, en este trabajo, hemos denominado: el Movimiento
de Jesús.
Pero aquí cabe una pregunta: ¿Habrá pensado Jesús
que tendría éxito?: tomemos como ejemplo, la estructura del Evangelio más
antiguo, el de Marcos, para encontrar alguna evidencia que nos permita
responder la interrogante.
Este Evangelio, podemos dividirlo en dos partes,
pero centrémonos en la primera:
Desde Marcos 1: 14 al 8: 30, se presenta a Jesús
como Mesías:
-
De Marcos 1: 14 al 3: 6, Jesús se
revela como Ungido y la reacción es la ceguera de los dirigentes judíos.
-
Del 3: 7 al 6:6, se observa la
revelación de Jesús como Cristo y la incomprensión de su familia y paisanos.
-
Del 6: 7 al 8: 30, se plantea la
revelación de Jesús como Mesías y la aceptación inicial de sus discípulos.
Partiendo de aquí, podemos destacar una clave para
la lectura de este Evangelio, que es: el camino de Jesús: Jesús siempre está en
camino. En Galilea, Jesús se hace famoso, la gente lo admira, pero no lo
comprende.
Marcos describe las reacciones de la gente, al
encontrarse con Jesús, y paralelamente a la fama, a la admiración, también se
da, como lo acabamos de decir, la incomprensión y el surgimiento de
adversarios, entre los dirigentes locales del pueblo. Sus familiares, llegan a
pensar que está loco (Marcos 3: 20 – 21) y lo echan de su mismo pueblo,
Nazaret.
Con esta tesis, parece que la ilusión a Jesús, pudo
haberle durado muy poco. Conforme al Evangelio de Juan, hasta en Galilea las
cosas se le complican, como fruto de una “dura doctrina”, hasta algunos de sus
discípulos lo abandonan: es la doctrina de Jesús pan vivo bajado del cielo
(Juan 6: 70 – 71)
Pero Jesús sigue adelante, eso sí: a mayor
fidelidad de Jesús a sus convicciones, mayor peligro. Como lo diría, el teólogo
de la Liberación Carlos Bravo, se genera una confrontación de la periferia
(Jesús va desde Galilea) y el centro (Jerusalén, donde Jesús es condenado y
crucificado)
Entonces: Jesús que es Dios, plantea el Reino de
Dios: Dios, que es Padre, que es cercano a la humanidad, que está al servicio
de esa humanidad, quien quiere construir comunidad con ella; que es parcial con
los oprimidos, con los pobres…
Frente a él y su proyecto, se ubican las cúpulas
del sistema de dominación: con ideas escleróticas, por defender sus intereses,
políticos, económicos y culturales (religiosos); ellos son los que condenarán a
Jesús.
Desde la lectura de la fe – Teología de la
Salvación: Jesús es consciente que resulta grano de trigo, que debe morir para
dar mucho fruto, es levadura que hace crecer la masa. Oleadas sucesivas de
discípulos, continuarán la presencia invisible y eficaz del Señor (Juan 20: 19
– 23)
Así, vamos llegando a una respuesta central en la
Teología Católica, sobre los responsables de la muerte de Jesús: son las
cúpulas judías y romanas, las que le envían a la cruz: y las motivaciones son
variadas: las religiosas: Jesús pretende ser Dios, por una intimidad con el que
llama su Padre (En Israel, Dios es Padre del pueblo, no de un israelita en
particular); súmese que, por esa intimidad, Jesús nos hace, a los que creemos
en él, hijos de Dios (Juan 1); es decir, cumple con la misión de universalidad
que se le había dado a Israel y que éste no había cumplido. Con ello, “le daba
el beso mortal al judaísmo nacionalista”.
También hay claro está, motivaciones políticas: de
nuevo: la perspectiva nacionalista del Mesías, implicaba que éste iba a liberar
a Israel, del imperialismo romano, pero la cúpula judía ve que con las tácticas
de Jesús (Desde su punto de vista), ese empeño iría al fracaso (Juan 11: 47 y
siguientes)
Pero quizás, la motivación principal sea esta:
Jesús desnuda los tentáculos del sistema de dominación / tinieblas: urge a los
egoístas, a los codiciosos, a los opresores, por lo que, ellos deben justificar
sus acciones: política – filosófica – teológicamente.
Lo mismo vivimos hoy: ¿No se justifica nuestra
realidad por el neoliberalismo, el monetarismo y la sociedad del
espectáculo?...
Veámoslo desde la historia del cristianismo
primitivo, leído desde la fe cristiana: la primera bestia del Apocalipsis, es
el poder político, hecho dios (Endiosado), esta bestia necesita a su lado, de
otra, el falso profeta, el cual le da una legitimidad discursiva (Apocalipsis
13); Jesús no es violento, pero su palabra y su obra, mina las seguridades del
sistema de dominación. En ese minar, hay una nueva doctrina (Marcos 1: 27)
Por eso el sistema de dominación lo critica, las
cúpulas lo interrogan, lo ponen a prueba (Marcos 8: 11; 12: 13); tratan de
encuadrarlo conforme al pensamiento y acciones de ese sistema de dominación
(Marcos 11: 27 – 33)
Al no lograrlo, pasan a la difamación (La búsqueda
de legitimidad discursiva): véase Mateo 27: 62 – 64; Juan 7: 12. Dicen que está
loco (Marcos 3: 24); que es un impostor (Mateo 27: 63); un subversivo (Lucas
23: 2 y 14) y un hereje (Juan 8: 48); de hecho, lo entregarán a la autoridad
romana, como un malhechor (Juan 18: 30)
Ahora bien, pese a lo dicho, no se puede absolver
la responsabilidad del pueblo mismo: en ese actor colectivo, se notan deseos
arribistas y hasta de resignación, esto, por no hablar de la manipulación de
las cúpulas hacia él. Este punto es complejo, lo sintetizamos así: Jesús tuvo
un sector del pueblo a su lado (Marcos 7: 37), debió tener sectores en contra y
otros, cambiaron de bando.
A esto hay que agregar, que, cuando hablamos de la
cúpula político – religiosa judía, no se puede generalizar: como lo dice el
Catecismo de la Iglesia Católica (1992): en ella, había disensiones a causa de
Jesús (Juan 9: 16 – 17; 10: 19 – 21); inclusive a las puertas de la Pasión,
Juan dice que: “muchos creyeron en él”, aunque de una manera imperfecta (Juan
12: 42)
Aquí, como en otros momentos, hay mucho que decir…
pero debemos seguir adelante…