¿Podemos aprender algo de Estados Unidos?
¿Podemos aprender
algo de Estados Unidos?
Ocean Castillo Loría.
Este 2020 ha sido muy pero muy
particular, ha sido año de pandemia.
Sin esa pandemia, en Estados
Unidos, el Partido Demócrata y Joe Biden, no hubieran ganado las elecciones.
Esto, ya se lo olfateaba Donald Trump, cuando (Si mal no recordamos), primero
quiso adelantar las elecciones (Cual si el régimen político estadounidense
fuera el británico) y luego, “adelantando” un presunto fraude, por la vía del
voto de correo postal.
El discurso de Trump, parecía más
de un político Latinoamericano (Y más de izquierdas, sin absolver a las
derechas): “Si me hacen fraude, no entrego el poder en enero” (Nos recordaba, a
aquel político marxista, creo que Tomás Borge: “El poder, una vez que se
obtiene, no se suelta”, claro está, lo estamos parafraseando)
Con todo y todo, Trump seguía
detrás de Biden en las encuestas…
En ese discurso a Trump, lo
siguieron varios políticos del Partido Republicano: para ellos, la democracia
era solo un medio para acceder al poder, lo importante, eran los objetivos que
se seguían, con él entre las manos (Una vez más: parecía aquella tesis
marxista: “La democracia es un medio para llegando al poder, lanzar adelante la
revolución”); pero en el caso de estos Republicanos – Trumpistas: ¿Cuáles eran
sus objetivos?: libertad, paz y prosperidad.
Y aquí cabe la pregunta que se
hicieran en el pasado los fundadores de la Escuela de Frankfurt:
-
¿Libertad para quiénes?
-
¿Paz para quiénes?
-
¿Prosperidad para cuáles sectores?
Para estos Republicanos, como
para aquellos marxistas: “la democracia podía ser una amenaza…”. Para los
Trumpistas, lo que resultaba amenazada, era la dignidad estadounidense (“Volver
a hacer América grande”); para los marxistas: “la revolución misma”.
Ahora bien, a estos Trumpistas,
hay que reconocerles sinceridad: ellos decían cómo veían las cosas,
lamentablemente, por lo menos en el caso costarricense, de los marxistas no se
podía decir lo mismo. Recuérdese como en el 2014, fueron los Libertarios los
que les desenmascararon y hoy, desde el gobierno, algunos sectores del partido
oficialista, enmascarados hasta en falta de conocimiento, buscan la
profundización del marxismo cultural.
Este discurso Trumpista, rompía
con la tradición del discurso Republicano. El discurso del marxismo cultural
(Muchas veces explicito, muchas veces encubierto), rompe con el discurso del
marxismo, ya sea este ortodoxo o heterodoxo (Digámoslo en términos
costarricenses: “Manuel Morista”)
Esto nos hace preguntarnos: ¿Qué
podremos esperar de la campaña electoral que ya ha empezado, de cara al 2022?:
¿Se encubrirá el marxismo cultural, bajo el “discurso de los héroes” (“Gracias
al PAC tenemos vacuna”)? O ¿Cambiará constantemente el telón de fondo de la
contienda, de modo que, en algún momento, su agenda pueda ser priorizada por
encima de la economía o de las verdaderas políticas de distribución de la
riqueza?
El asunto es que los
estadounidenses, no le dieron la espalda a su democracia: ¿Lo haremos
nosotros?: de hacerlo, nuestras vidas y la concepción de nuestra democracia
política, pueden cambiar muchísimo. Esto, dejando aparte que, desde la década
de los ochentas, nuestra democracia social, ha sido fuertemente golpeada.
Y aquí, vale una tesis que
repetimos mucho: la democracia, para que sea verdadera, para que represente y
le de participación al pueblo, debe ser democracia social…
Desde hace años, importantes
intelectuales gringos (Del talante por ejemplo de Stiglitz), han venido
reflexionando sobre el caminar del Partido Republicano: para ellos, este
partido, viene recorriendo una senda antipopular, esto en términos de: salud,
educación, trabajo, salarios, control de armas etc. Bajo esa línea, estos
pensadores, llegaron a manifestar que, el único modo en que los Republicanos
podían quedarse en el poder, era por medio de la opresión a la libertad
política e introduciendo cuadros conservadores en el poder judicial.
En el caso costarricense: tanto
el Partido Liberación Nacional (PLN), como el Partido Unidad Social Cristiana
(PUSC), se habían venido deteriorando desde la implantación del modelo económico
de liberalización (Más mercado, menos Estado), así como, la aparición de muy
sonados casos de corrupción.
Con el surgimiento del Partido
Acción Ciudadana (PAC), muchos creían que, la honestidad se iba a implantar en
la función pública, y hasta se iba a poder regresar a un modelo de desarrollo
de corte reformista – socialdemócrata.
La realidad fue (es) otra y, la
corrupción es más rampante que antes, el modelo monetarista, sigue “vivito y
coleando”, además de implantar las bases del ya mencionado marxismo cultural,
en la esfera social.
Desde Estados Unidos, a partir de
noviembre, para decir lo menos, hemos estado viendo las contradicciones en las
que ha caído el Partido Republicano. Esto, al grado, de mirar una clara
división, entre los que podríamos denominar: “Republicanos auténticos” y
“Trumpistas”.
En Costa Rica, el abanico va:
desde la derecha hasta la izquierda y luego, hay que incluir la variable de
“cultura o derechos humanos”, donde hay: desde monetaristas – progresistas
(Pseudo progresistas, pensamos nosotros) pasando por reformistas –
conservadores, hasta llegar a defensores del mal llamado “socialismo del siglo
XXI”.
En el caso del país del norte, no
deja de ser cierto, que el proceso electoral y el triunfo de los Demócratas con
Biden, les ha permitido una discusión del Estados Unidos que verdaderamente
quieren: ¿Se está de acuerdo con la visión Trumpista?; ¿En política, verdaderamente
el fin justifica los medios?; ¿Los problemas de la democracia se resuelven con
más democracia, con menos o con ninguna?
Para Costa Rica, en buena teoría,
la campaña electoral que (Repetimos), ya se ha iniciado, debería ser una
verdadera palestra para esa discusión: ¿Estamos de acuerdo con la improvisación
del PAC?; ¿Con el fin de obtener el poder, se vale subordinar la agenda
política y económica a la agenda del marxismo cultural?: por lo pronto, una luz
de esperanza (De verdadera Esperanza Nacional), se vislumbra, con la derrota
dentro del PLN, de la “municipalización” del partido y el acuerdo de ir a una
convención abierta.
Los cuatro años Trumpistas,
demostraron que Estados Unidos, tiene una democracia, pero que ella, no es
invulnerable. Lo mismo nos han demostrado en Costa Rica, los casi 8 años del
PAC, en donde cuando se habla de igualdad, se habla de “igualar a todos, pero
para abajo”; cuando se habla de libertad, se habla “de la libertad
(Libertinaje) de mercado” o de la libertad para algunos grupos (Aquellos que:
“nunca caminarán solos”); cuando se habla de política, se habla “de ponerles
cuidado solo a los actores que nos interesan”; cuando se habla de una función
pública de calidad, se habla de “ver, con qué calidad (Corrupción), nos
favorecemos de la función pública”.
Aún más: cuando se habla de una
prensa libre, se habla de “ver a cuáles de mis ‘amigos alineados’ favorezco”.
De hecho, los medios de comunicación hegemónicos, se ven cada vez más
fortalecidos, y los contra hegemónicos, más debilitados; finalmente, cuando se
habla de Estado de Derecho, ellos interpretan, que solo hay derecho bajo la
óptica del marxismo cultural o que, hay derecho para los oferentes en el
mercado; pero para los trabajadores y consumidores, lo que hay, son:
“privilegios que deben combatirse”.
La contradicción es de tal grado,
que, en campaña, el PAC se presenta como un pseudo partido de centro –
izquierda y ya en el poder, gobierna: en lo económico a la derecha y en lo
social – cultural: para la izquierda o neo marxismo, llámelo usted como quiera.
La cosa es tan tragicómica, que,
en el gabinete, algunos de los que estaban más a la izquierda, se marchan,
porque se va a negociar con el Fondo Monetario Internacional y los del centro
hacia la derecha, tienen un gobierno que favorece sus intereses y por el cual,
sus bases sociales de voto, ni siquiera sufragaron.
En la década de los ochentas, los
Organismos Financieros internacionales, hablaban del recorte en la esfera
institucional del Estado (De nuevo: “más mercado, menos Estado”); pero unos 20
años después, a ciertos países, les hablaban de la imperiosa necesidad de crear
buenas instituciones (Aunque no tenían idea de qué era eso)
Para ellos, Estados Unidos era un
ejemplo. Pero como acabamos de decir, por aquellas tierras, hay políticas en
diversas áreas, que no se han concretado. El asunto es que en Costa Rica sí,
esto desde inicios de la década de los cuarentas, hasta finales de la década de
los setentas… esto, hasta que llegó el neoliberalismo.
De cara al 2022, el centro de una
visión de tipo reformista, debe estar relacionada con un Estado Social de
Derecho, en el que, la ciudadanía, respete leyes y normas, que, enfocadas en el
bien común, logren el bienestar del mayor número. Solo de este modo, vamos a
poder recuperar la confianza de la ciudadanía en sí misma, y en las
instituciones democráticas.
Solo de este modo, vamos a
derrocar esta “dictadura de la minoría”, que es tan del gusto de Trumpistas en
Estados Unidos y de “Paccistas” en Costa Rica. Conste que aquí como allá, esa
dictadura, en el campo económico, tiene ribetes de plutocracia.
En Estados Unidos, por cuatro
años, se ha tenido un Presidente que rompe las normas. En Costa Rica, hemos
tenido, en mucho, una complicidad legislativa (Con sus excepciones) y, una
legitimación jurídico – constitucional, que confirma aquella vieja tesis de
Marx: la alienación que le sirve a los detentadores de los medios de producción
y su sistema, es fruto de 3 componentes: el Estado, el Derecho y la Ideología
(Tal y como Marx, entendía esa ideología)
Por eso, esta campaña electoral
en curso y que terminaría en febrero o abril del 2022, es fundamental. En el
año 2007, el ex vicepresidente Al Gore, escribió un libro, titulado: “El ataque
a la razón”. En él, se probaba fuera de toda duda razonable, como la política
del miedo, el secretismo y la fe ciega, erosionan la democracia.
En Estados Unidos, esto se venía
dando desde la primera administración de George W. Bush; en Costa Rica, está
demás hablar del modo en que se ha manejado el discurso: “Pandemia Covid – 19”;
así como el caso UPAD y la triste existencia en redes sociales de las llamadas:
“PAC – focas” (Que, por cierto, cada vez son menos)
Así las cosas, lo primero que
debe hacerse, es derrotar al PAC en las elecciones del 2022 y consigo, a los
extremos ideológicos de izquierda y de derecha. Asimismo, debe reforzarse la
democracia, pero no solo la democracia política; debe reconstruirse la
democracia social. Conste, que creemos que estos son los principales desafíos
de Biden en Estados Unidos y lo serán, del próximo Presidente de Costa Rica.
Debemos resolver las debilidades
estructurales de nuestra democracia, de las que se aprovechó el PAC. La fórmula
Biden – Harris, debe resolver los problemas de la democracia estadounidense, de
las que se aprovechó el Trumpismo.
En este periodo, los
estadounidenses, han visto la marca del poder del dinero en su política.
Nosotros aquí, hemos visto a gobernantes que vienen de la clase media, pero que
terminan arrodillados, ante los plutócratas o sus grupos empresariales o de
“beneficencia y caridad”.
Guardando las distancias y las
diferencias del caso (Porque aquí, no estamos desarrollado un ejercicio de
política comparada, sensu stricto), ambas sociedades, han visto como los
coqueteos y hasta amoríos y abrazos con la plutocracia, minan la confianza (En
Costa Rica, se convocó a un proceso de diálogo, dizque nacional, que al final,
no cambió nada); además, tanto aquí, como allá, se ha sufrido el exacerbamiento
de desigualdades sociales. Tanto en Costa Rica, como en los Estados Unidos,
hemos experimentado (Y experimentamos), lo que es la polarización, transformado
un régimen político democrático, en un escenario de enlodamiento y
confrontación.
Seamos claros: en Costa Rica, el
PAC nos ha hecho mucho daño: no podremos restaurar la confianza y recomponer
nuestro tejido social, sino, abordamos frontalmente nuestras desigualdades:
políticas, económicas y sociales. De nuevo: conste, que creemos que este mismo
reto, lo tienen los Estados Unidos, con el agravante, de que, allá, las
disparidades económicas, están condimentadas con las diferencias raciales.
Esto es lo que debe enfrentarse
para volver a una democracia social…
El reto es grande, por ello,
pensamos que solo es posible por medio de un Movimiento de Esperanza Nacional.
La democracia es más que elecciones. En Costa Rica, hoy hay gente que habla
(Política del pasado), de la imperiosa necesidad de construir una coalición,
para derrotar a quienes nos han hundido en esta anarquía. Más que coaliciones
partidarias, lo que necesitamos es una síntesis ideológica clara, que nos
permita un compromiso cívico de base amplia reformista.
Es la libertad y la
individualidad ciudadana, convertida en servicio y solidaridad. Entendiendo que
la verdadera libertad, va más allá del “capitalismo salvaje” (Juan Pablo II); o
que, los problemas se resuelven con la supresión de la libertad individual.
En Estados Unidos, “sintieron el
ácido”, del ataque contra la razón que significa el Trumpismo. Nosotros en
Costa Rica, pasaremos por ocho años, del “ácido – PAC”: una especie de muerte
roja, disfrazada con un balandrán que dice: “es por vos, es por Costa Rica”.
En Estados Unidos, otearon el
precipicio y se devolvieron… en Costa Rica, solo un Movimiento de Esperanza Nacional,
nos puede dar el ímpetu para derrotar al actual partido en el poder y a los
partidos en los extremos ideológicos, de modo tal, que, con esa fuerza, podamos
construir una política para el servicio, una economía para la solidaridad y una
cultura para la verdadera libertad.