Analizando con Ocean Castillo: Sobre la convocatoria a elecciones 2026 y nuestro deseo como ciudadano.
Por lo general, el neopopulismo, sea de derecha, sea de izquierda, juega en dos escenarios: el propio de sus apoyos, donde descara su discurso y es cada vez más vulgar y mentiroso. El otro, donde trata de mantener cierta “falsa compostura”.
El segundo caso, se muestra con la presencia del Presidente de la República, en la convocatoria oficial a las elecciones del 2026. Ya en un análisis anterior, sobre la comparecencia presidencial en la Comisión Legislativa, que debía valorar si se le levantaba o no, la inmunidad, vimos que la actitud de Chaves fue semejante: rostro de burla, gestos de desdén, menosprecio al escenario protocolario.
El Presidente, no se ha cansado de atacar a las instituciones: al Poder Legislativo, al Poder Judicial, a la Contraloría General de la República, al Tribunal Supremo de Elecciones; en ese ataque a las instituciones democráticas, demuestra su desafección a la democracia política (Los ejemplos de desprecio a la democracia social, vienen de otros contextos).
Pero en ciertos momentos, quizás sus asesores, “tratan de mantenerlo modosito”. Cuando se mira el discurso de los libretos a los que se abrazan los troles oficialistas, la idea es sembrar la duda de que el TSE sea un juez imparcial. Lo mismo han hecho con otras unidades administrativas de control, del Estado costarricense.
Ahora, seamos claros, el oficialismo ha tenido serios problemas en materia de movilización política: un ejemplo de ello, es el completar las nóminas de fiscales y miembros de mesa, para procesos electorales: ¿Quién ha terminado cuidando sus votos?: el TSE, que tanto intentan humillar.
Dice mi abuelita que: “el mundo es hipocresía”, la presencia del Presidente de la República en las instalaciones del TSE, es ejemplo de esto. Por su parte, el oficialismo, trata por diversos medios, de continuar en el poder y en ciertos casos, “alargar la inmunidad que va con él”.
Desde la perspectiva profesional, es triste que la candidata de quienes hoy detentan el poder, tenga un título en Ciencias Políticas. Cuando se lee el informe de las justificaciones de la creación de esa unidad académica, es claro, que implican, la defensa de la democracia. Por su parte, el Partido Pueblo Soberano, tratará de establecer una estrategia de ignorancia y soberbia.
En el caso de la oposición, hay sectores tan ciegos y tontos, que creen que, “la llave” para ganar las elecciones de febrero (Y una potencial segunda ronda en abril), del 2026, es atacar a la candidata Chavista. El camino debe ser otro, la diferenciación: ¿En qué?: en planes y programas, en planteamientos.
Por otro lado, cuando se leen los Evangelios, se da uno cuenta que, en la mesa, donde estaban Jesucristo y los doce apóstoles, estaba el traidor. Quizás, no todos los que estaban en la mesa principal, en el evento de la convocatoria oficial a las elecciones, eran demócratas.
Pese a ello, con fuerza y con valor, la Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones, guio el evento con entereza, solidez e hidalguía, mientras en muchas ocasiones, la cabeza del Ejecutivo, mostraba desdén.
Decía el maestro Maurice Duverger, que la política es integración y conflicto: las fuerzas defensoras de la Constitución y las leyes, deberían integrarse, frente al conflicto que busca generar el neo populismo de derecha. Un conflicto, que puede alimentarse de la recesión democrática, que afecta a otros sistemas políticos.
Un conflicto, que es alimentado por una estrategia de comunicación política, que busca intersecar, dos ámbitos: la comunicación de gobierno y el mercadeo electoral: así, la primera, permite, por ejemplo, a los troles, argumentar en el plano más descarado de la propaganda política.
Ante esto, las fuerzas democráticas de la oposición, deben tener valentía cívica, ella opuesta a la polarización que tanto fascina a los neo populismos: el circo, los discursos de odio, las mentiras. Ese circo, esos discursos, a los que quiere agarrarse la candidata oficialista. Esa sería “la patadita que, por debajo de la mesa”, quiere dar el Chavismo a su candidata.
En otro orden de cosas, desde una visión reformista, nuestro electorado, debería estar valorando, si nuestra democracia social es funcional, si identificando el bien común, éste se traslada al bienestar del mayor número. El problema es que, nuestra decadencia cívica es de tal grado que, hemos caído en las garras del neopopulismo: “el Presidente es bueno, porque les dice a ciertos sectores de la oposición, lo que yo quisiera decirles”.
Entre tanto, los medios “vasallos”, siguen siendo favorecidos por contratos de comunicación y publicidad; y muchos directores de esos medios, se han dedicado a amenazar a personas, interesadas en la defensa de la democracia. Paralelamente, el Presidente, ataca el artículo 142, del Código Electoral, alegando que es una mordaza (Tuvo prácticamente tres años para decir lo que estaba haciendo, y se dedicó a insultar).
Pasando esta página, algunos analistas políticos, dicen que uno de los grandes desafíos de esta elección, será el abstencionismo, esto no deja de ser cierto, pero a ese reto, debe unirse el tópico de los neopopulismos de izquierda y derecha.
Esos neo populismos, encuentran su caldo de cultivo, en la desafección fruto de la crisis de la democracia social, ella, derivada de la profundización del modelo economicista, desde principios de la década de los ochentas, hasta el 2022.
Si vamos a la filosofía política, Gramsci decía que lo que tenía que morir, no terminaba de hacerlo, y lo que debía nacer, no terminaba de gestarse. El PLN y el PUSC, han perdido espacio, pero partidos como el PAC, no llenaron la lógica ideológico – programática, que el país demandaba (Una verdadera alternativa al modelo de desarrollo monetarista).
Y es en este marco que “las palabras nuevas, se están convirtiendo en palabras gastadas”: “que el cambio generacional, con nombres, hasta excéntricos”, “culturas políticas diferentes”, “el paso de ‘la clase media´ a las ‘clases medias’”, “que deben renovarse los mecanismos de representación”.
Valga decir que, “esas palabras nuevas, que se nos están convirtiendo en palabras gastadas”, no dejan de ser “formas alienantes”, que impiden ver, la realidad de los grupos de poder, que, por medio de un partido u otro, siguen profundizando la desigualdad y la pobreza.
En esta palestra, es interesante, que hasta gente que ha estudiado el instrumental del análisis político, caen en “el juego de espejos”, en el que se vienen convirtiendo nuestras campañas electorales.
Por ejemplo: ¿Cómo puede afirmarse que, la candidata oficialista, tiene características de gran comunicadora, cuando la campaña se la están realizando actores del Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo?; lo que estará por verse, es si, la oposición convertirá este proceso en una consulta sobre el gobierno presente (Esto no es extraño, conteste a los marcos teóricos de las Ciencias Políticas).
De lado de la oposición, desde hace años, el analista quien esto escribe, ha planteado la tesis de la imperiosa necesidad de una síntesis ideológica, que implique:
- Una clara defensa de la democracia política, heredada por los liberales, unida a la visión ética de un Julio Acosta.
- Una visión cristiano – social, amparada en tesis como las del justo salario (Monseñor Thiel); las ideas que postulara el Partido Reformista de Jorge Volio, la reforma social de Calderón Guardia y, las tesis propias de la teología latinoamericana liberadora.
- Una óptica reformista, como la que planteara Rodrigo Facio, José Figueres Ferrer, Francisco Orlich, y Daniel Oduber Quirós.
- Una defensa de tipo nacional de nuestros recursos, bajo la línea del socialismo costarricense.
Es decir, “en el deber ser”, este ciudadano espera, una agrupación ideológica y programática capaz, de diferenciarse claramente de los neopopulismos, cuyas banderas, repetimos, son: los ataques, los libretos de los troles, las estrategias malsanas de mercadeo electoral.
En suma: como ciudadano y como analista político, soy consciente, que requerimos una hoja de ruta, que sea un camino propio, capaz de entender nuestro espacio y tiempo histórico, capaz de descentralizar el Estado, reformar nuestra educación y proteger nuestro capital ecológico. Una hoja de ruta, que nos haga retornar a una economía de “clase media”, arrebatando el avance plutocrático, que domina y oprime a los sectores populares.
La deuda con Costa Rica desde los ochentas, es inmensa, y sigue pendiente…