Triduo Pascual: parte final.
X
Domingo de
Resurrección.
(Mateo 28: 1 –
10; Marcos 16: 1 – 8; Lucas 24: 1 – 12; Juan 20: 1 – 9)
Dice Mateo 28: 1: “Pasado el sábado, al alborear
el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el
sepulcro” …
Ese “primer día de la semana”, corresponde a
nuestro domingo o “día del Señor” (Apocalipsis 1: 10), así llamado en memoria
de la resurrección (Hechos 20: 7 y siguientes; 1 Corintios 16: 2, Apocalipsis
1: 10) …
Adicionalmente, ese “primer día de la semana”,
se coloca en relación al primer día de la creación (Génesis 1: 15), con la resurrección
de Jesús, comienza la creación definitiva…
Estos versículos están escritos en género
apocalíptico, al que ya hemos referido (ángel resplandeciente, otro terremoto),
a Jesús lo ven las mujeres y los soldados…
Se menciona a María Magdalena y a otra María,
que parece ser la madre de Santiago y de José (Marcos dice que de Salomé), pariente de María Virgen…
En Marcos
el ángel les dice: Marcos 16: 6: “…No se asusten. Buscan a Jesús de Nazaret, el
Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Vean el lugar donde le pusieron” …
Esta fórmula del ángel, recuerda las formas de
predicación primitiva (Hechos 2: 23 – 24; 3: 15) …
Leamos Mateo 28: 9: “En eso Jesús les salió al
encuentro en el camino y les dijo: Paz a ustedes. Las mujeres se acercaron, se
abrazaron a sus pies y lo adoraron” …
Mateo combina aquí dos eventos: la aparición a
la Magdalena y el sepulcro vacío…
Vayamos a Mateo 28: 10: “Jesús les dijo: No tengan
miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me
verán” …
Luego de las dos apariciones en Jerusalén,
donde el resucitado los convence de que no es un fantasma, debían volver a
Galilea. Y este abandonar Jerusalén, significa abandonar los ideales del
judaísmo y comenzar la misión cristiana desde Galilea, donde comenzó el mismo
Jesús.
La resurrección de Jesús no es el final de la
Buena Noticia, sino el comienzo de la aventura cristiana…
Será la Magdalena, la apóstol de los apóstoles
(San Justino), la que trasmita el mensaje de la resurrección, con lo que se
reafirma la importancia del papel de las mujeres en la historia de Jesús, su
mensaje y su actuar. En Mateo son
dos mujeres las mensajeras.
Hay aquí un elemento interesante: en la
cultura hebrea el testimonio de una mujer no era considerado válido…
Antes de continuar, debe tenerse claro que, en
los relatos de la resurrección, los Evangelios tienen divergencias
impresionantes, ninguno trata de hacer un relato histórico de la resurrección…
Los siguientes elementos son el núcleo
esencial en estos relatos:
v La identificación
del aparecido.
v Su identidad con
el Jesús histórico.
v Su corporeidad.
v Su manifestación
cierta.
v Su trato con los
discípulos.
v La personalidad de diversos testigos.
Sobre la resurrección, hay que dejar algo
claro: no es un hecho comprobable, es sobrenatural, solo admisible a través de
la fe. El que cree puede dejar de lado la racionalidad para confiar en Dios…
Si se quiere mirar la resurrección desde la
perspectiva eminentemente histórica, como lo hemos hecho aquí, con varios
eventos de la última semana de Jesús de Nazaret, resulta que la resurrección
pasa al campo de la leyenda.
En oposición a esta tesis, el teólogo Pablo
Richard sostiene que el tema de la resurrección es más bien un vínculo para
poder dar continuidad al Jesús de la historia y al Cristo de la fe, esto,
porque la resurrección no destruye la corporeidad humana de Jesús.
Leamos a Richard: “En la mentalidad bíblica, el cuerpo es lo que nos identifica y nos pone
en relación con la comunidad y con la naturaleza. El cuerpo permite tocar y
comer. Corporeidad por lo tanto es sinónimo de identidad e historicidad. El cuerpo físico de Jesús resucitado sitúa su
resurrección al interior de la historia. Jesús ha pasado de la muerte a la vida
en nuestra historia. La resurrección es un hecho trascendente, por estar más
allá de la muerte, pero no más allá de la historia. Al resucitar Jesús en su
cuerpo, sigue siendo él mismo y sigue siendo parte de nuestra historia. La
resurrección corporal es una experiencia trascendente al interior de la
historia humana y cósmica” (Pablo Richard: “Los diversos orígenes del
cristianismo”. RIBLA: Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana. Núm.
22. 1996. P. 12)
Los teólogos José Ignacio y María López Vigil,
sostienen que la resurrección es un hecho histórico y una experiencia: la
resurrección ocurrió en la historia, pero ella no puede dar cuenta del hecho
directamente, sino, solo por la experiencia de los testigos.
Lo cierto es que, para un creyente, la
resurrección es base de su fe (1 Corintios 15: 14 – 17) …
En cuanto a este tema, de si la resurrección
puede verse como historia o como otra forma de texto, Borg y Crossan, se inclinan
en mirar los relatos como parábolas, es decir, lo importante no son los hechos
históricos, aunque hayan sucedido, sino, su significado.
Ahora, desde una perspectiva de parábola, se
pueden extraer los siguientes elementos sobre los textos de la resurrección:
Ø Jesús fue puesto
en el sepulcro, pero él no pudo detenerlo: la piedra fue corrida.
Ø Jesús no está
entre los muertos, como dice Lucas,
no hay que buscar entre los muertos al que está vivo.
Ø Jesús ha
resucitado: el que ha sido crucificado, por las autoridades (el “sistema de
dominación”), ha sido resucitado por Dios: Dios dice “sí” a Jesús y “no”, al
“sistema de dominación”. Dios vindica a Jesús, de este tema hablaremos más
adelante.
Ø A sus seguidores
se les promete: “lo verán”.
Pues bien, en la línea de un intento de
lectura liberadora, que hemos seguido durante todo el documento, procederemos a
reflexionar en torno al tema de la resurrección, como cambio personal y
político…
Hasta la crucifixión, el “sistema de
dominación” opresor, había vencido: con la resurrección, la escena se invierte.
Los poderosos no siempre tienen el control, Dios ha comenzado a cambiar las
cosas, pero el “brazo” de ese cambio somos los creyentes.
Como acabamos de decir, Dios vindica a Jesús.
Esto lo hace burlándose de los poderosos: “Los malvados conspiran contra los justos y
crujen los dientes contra ellos; pero el SEÑOR se ríe de los malvados, pues
sabe que les llegará su hora”. (Salmo 37: 12 – 13)
La protesta de Dios frente al “sistema de
dominación” es la resurrección…
Los problemas de este mundo pueden resumirse
en egoísmo e injusticia, el uno conduce al otro, el egoísmo puede verse desde
una perspectiva individual, y su impacto político (público – colectivo), es la
injusticia…
Así, el Reino de Dios, implica una transformación
personal y política…
Decimos pues, que lo que llamamos
Semana Santa es un paso (una Pascua), de la muerte a la vida: se trata de morir
a una forma de ser, y nacer a una nueva forma de ser…
Ese morir, es morir al egoísmo para que viva
Cristo en mi vida (Gálatas 2: 19 – 20) …
Hemos visto en Juan, que Jesús es el camino, camino de transformación…
Pero la transformación no es solo personal, la
pasión que arrastra a Jesús a denunciar el “sistema de dominación”, para
sustituirlo, es el Reino de Dios: el “sistema de dominación” es injusticia, el
“Reino de Dios” es justicia de la Deidad.
Este es el significado político de la
semana santa, que hemos olvidado tanto católicos como protestantes, esto, entre
otras razones por un énfasis desproporcionado en la teología de la salvación,
ese significado político, es lo que hemos tratado de rescatar por medio de un
intento de lectura liberadora.
Comúnmente se habla de la pasión, muerte y
resurrección de Jesús: ¿cuál fue su pasión?: el Reino de Dios: sobre el cómo
sería la vida en el mundo si Dios lo gobernara, es el mundo que anunciaran los
profetas: justicia distributiva para todos, esto unido a sistemas justos.
La pasión de Jesús, lo lleva a la muerte, pero
Dios lo vindica por medio de la resurrección…
En el tanto, Jesús se opone al
“sistema de dominación”, esa oposición es antiimperialista, ese
antiimperialismo es continuado por Pablo: Jesús es el Señor, ni el imperio, ni
el emperador lo son…
¿Hay actualmente un imperio?, ¿No hay acaso un
interés de alinear por medio del poder económico, militar e ideológico, al
mundo de una manera determinada, conforme al interés de los poderosos?...
Hasta aquí, a nuestro paciente lector o
lectora, esta forma de ver a Cristo, al cristianismo, le puede parecer rara. Esto
no es extraño, a la gran mayoría de las y los cristianos, se nos ha enseñado
que Cristo y el cristianismo son apolíticos (Ni siquiera el católico promedio,
tiene claros los conceptos básicos de la Doctrina Social de la Iglesia)
Pero con esta visión que aquí hemos
presentado, podemos decir con Borg y Crossan: “El amor es el alma de la
justicia, y la justicia es el cuerpo, la carne, del amor”…
Así, el desafío que planteamos a quienes leen
estas líneas, es prácticamente el mismo que plantea Lucas cuando refiere a la resurrección: abrirse a una experiencia
de fe nueva y distinta…
Nueva y distinta (Diríamos nosotros), en
relación al cristianismo tradicional que se nos ha enseñado, nueva y distinta,
en el tanto, no sea solo doctrina intelectualmente aprendida, sino, experiencia
de Dios, experiencia de Cristo, en la manifestación y construcción de su Reino.
Manifestación y construcción que no se limita a la esfera individual, sino en
el ámbito social donde nos corresponde desarrollarnos.
De modo que, también es posible abrirse a la
fe en la resurrección, por la experiencia de la comunidad cristiana que se ama;
comparte y trabaja por la justicia. Es así como la comunidad media en la fe…
En este sentido, la comunidad de fe, debe
aprender de la pasión y muerte de Jesús, que fueron cosas como el poder, el
dinero, la mentira, la explotación, la injusticia y la ley, las que causaron la
muerte de Cristo…
Debemos entender la resurrección tal y como la
entendieron los primeros cristianos, tal y como lo expresan los teólogos José
Ignacio y María López Vigil: “En la muerte de Jesús, asesinado por el
poder injusto, se revela el pecado del mundo que mata a los inocentes. La
resurrección es la confirmación definitiva de la liberación de la muerte
anunciada por Jesús.”.
Del mismo modo, podemos afirmar que, con la
resurrección, queda claro que el dolor no tiene la última palabra, la última
palabra es el gozo…
Este gozo, es fruto de la siguiente síntesis
que resume la última de semana de Jesús de Nazaret, en un intento de lectura
liberadora:
Jesús (La vida) => <= La muerte
(Crucifixión) = La resurrección (Nueva vida).
XI
De la
resurrección a los inicios de la teología de la salvación.
El centro de la fe cristiana, es la resurrección. Se abre la puerta a un
futuro absoluto, a una esperanza indestructible: Cristo resucitó, nosotros lo
seguiremos, en Cristo, todos recibimos vida (1 Corintios 15: versículos 20 y
22)
De nuevo: frente al sistema de dominación, Jesús plantea el Reino de
Dios, pero con la fe, la interpretación de ese enfrentamiento, va más allá de
la política, la economía y la cultura (Sin descartarlos): el Reino, también se opone a: el dolor, el odio, el pecado, la muerte.
Pocos días después de ser crucificado, Dios lo resucitó (Hechos 2: 23;
3: 15; 4: 10; 10: 39 – 40); pero esa resurrección es transfiguración, no es un
cadáver que vuelve a la vida: es profunda transformación y transfiguración…
En la cruz, Jesús se siente abandonado, pero Dios
no hizo eso: estuvo a su lado, no era un maldito de Dios, todas las cadenas
fueron rotas, se abría la vida eterna: la prédica y acción de Jesús era
verdadera (Los hermanos Vigil, dirían que: “al final, Dios se ríe del sistema
de dominación”)
El Reino de Dios, por la resurrección, se concreta
en Jesús de Nazaret. Posteriormente, San Pablo, proclamará la aniquilación de
la muerte, su derrota, el vencimiento de “su poder” (1 Corintios 15: 55) …
Conforme al Catecismo para Adultos, publicado por
la Conferencia Episcopal Italiana (1981); se trata de una acción directa de
Dios en la historia, que únicamente se puede comparar con la palabra creadora
que, en los comienzos, dio origen al tiempo y a la existencia de las cosas y al
mundo.
La resurrección, no se puede probar
científicamente, pero el testimonio de los apóstoles, no puede ser descartado.
Eso sí, su aceptación depende de la fe. Los testigos, están convencidos de que,
no son objeto de la exaltación.
Por su parte, en el Catecismo de la Iglesia
Católica de 1992, numerales del 638 y siguientes, se pueden extraer los
siguientes elementos:
-
Tuvo manifestaciones históricas comprobadas (1 Corintios 15: 3)
-
El sepulcro vacío es un signo muy especial: Juan, entra al sepulcro:
“vio y creyó” (Juan 20: 8), el discípulo constata que, la ausencia del cuerpo,
no es fruto de causas humanas.
-
También hay testimonio de las apariciones.
-
Según San Lucas, Jesús comparte comida con sus discípulos, después de la
resurrección (Lucas 24: 30); les presenta las heridas de la crucifixión (Juan
20: 20. Lucas 24: 39)
-
Pero también tiene cualidades de cuerpo glorioso: se aparece dónde
quiere (Mateo 28: 9); aparece bajo varias figuras (Juan 20: 14; Marcos 16: 12)
Regresemos a Boff: solo hay dos evidencias: las
apariciones y el sepulcro vacío. Dicho esto, este teólogo, pasa a reflexionar
sobre los datos bíblicos fundamentales:
-
Al comienzo, los relatos de la resurrección, “están sueltos y son
variados”.
-
Luego, al redactarse los Evangelios, se unen, pero con contradicciones
internas.
-
Se unen las narraciones del sepulcro vacío, con los de las apariciones.
Ahora: sobre el sepulcro vacío, dice este teólogo:
en vez de fe, causa miedo. Las mujeres, lo ven y salen huyendo (Marcos 16: 8;
Mateo 28: 8; Lucas 24: 4); la Magdalena, cree que se han robado el cuerpo (Juan
20: versículos: 2, 13 y 15); para los discípulos, es un chisme de mujeres
(Lucas 24: versículos: 11; del 22 al 24, y 34)
Las apariciones, son las que apoyan el sepulcro
vacío. Éste, es una invitación a la fe. Pero véase que no es la fe. La razón
del sepulcro vacío, la explica un ángel: “El crucificado ha resucitado, no está
aquí…” (Marcos 16: 16): en el caso de las mujeres: apariciones adheridas al
sepulcro vacío, les aclaran la situación.
Así, las apariciones, son el origen de la fe en la
resurrección. Las fórmulas más antiguas de esa fe, son: 1 Corintios 5: 3 – 5 y
Hechos, capítulos del 2 al 5. Jesús, “se les aparece, desde afuera a los
discípulos” …
1 Corintios 15: 5 – 8, es el texto más antiguo, que
narra la resurrección (Escrito entre los años: 54 – 57), habla de cinco
apariciones del resucitado, Pablo Richard, nos confirma que, Marcos 16: 9 – 20;
es un apéndice al Evangelio y Boff, destaca que no habla de ninguna aparición.
Eso sí, dice que el resucitado, se dejará ver en Galilea.
En Mateo 28: 16 – 20, se habla de una aparición a
los once. En los versículos del 8 al 10, se habla de una aparición a las
mujeres; pero los especialistas, dicen que ésta es basada en Marcos 16: 7. En
Lucas 24: 13 – 53, Jesús se aparece a los “discípulos de Emaús”, otra a los
once; y a sus discípulos en Jerusalén. En Juan 20, se presentan tres
apariciones, todas en Jerusalén.
En los evangelistas, se pueden ver dos posiciones:
-
Marcos y Mateo, se centran en Galilea (Esto es lo históricamente más
seguro)
-
Lucas y Juan, se centran en Jerusalén (Trasladarían esas apariciones a
Jerusalén, por motivos teológicos: “La salvación viene de Sión”: así lo dicen
los Salmos (13: 7; 109: 2); lo confirman los profetas (Isaías 2: 3; y lo tiene
claro el cristianismo primitivo (Romanos 11: 26)); además, Lucas y Juan,
exponen que la muerte de Jesús, la Pascua y Pentecostés, ocurren en la capital
de Israel.
Las apariciones tienen las siguientes
características:
-
Presencia carnal y real de Jesús (Come, camina, lo pueden tocar, habla
con los discípulos. Puede ser confundido con otra persona: un caminante, un
jardinero, un pescador.)
-
Manifiesta fenómenos sobrenaturales: aparece y desaparece; atraviesa
paredes.
Es interesante que, a mayor antigüedad de los
textos, mayor espiritualización de la resurrección:
-
1 Corintios 15: 5 – 8.
-
Hechos 3: 15; 9: 3; 26: 16.
-
Gálatas 1: 15.
-
Mateo 28.
Entre más recientes los textos, mayor materialización de la
resurrección:
-
Los textos propios de Lucas.
-
Los textos propios de Juan.
El culmen de esta dinámica, se verá en textos
apócrifos: en uno de ellos, en la “Epístola Apostolorum”, el autor insiste en
la resurrección de la carne, de ésta, se dice que es “el segundo nacimiento” …
Como contraparte, la Pascua de Cristo, en su
interpretación más antigua, no es concebida en principio, como resurrección,
sino, como ascensión – glorificación, del “Siervo Sufriente”:
-
Hechos, capítulos del 2 al 5.
-
Lucas 24: 26.
-
Filipenses 2: 6 – 11.
Pero: ¿Cómo se dio esa transición, entre las
exposiciones tempranas y las más tardías?: por los debates teológicos, entre
los cristianos judíos y los cristianos griegos:
-
¿La glorificación y entronización de Cristo, implicó su cuerpo físico?
-
¿El Cristo de la gloria es el mismo Jesús de Nazaret?
La respuesta la dan Lucas y Juan, dando a las
interpretaciones a las apariciones y el sepulcro vacío, dentro del contexto de
esos debates, en donde ya se emplea la categoría de: “resurrección”. En ella,
es transformado el cuerpo de Cristo: no es un espíritu (Lucas 24: 39); no es un
ángel (Hechos 23: 8 – 9).
De nuevo, exponemos el postulado del catecismo ya
citado: “el crucificado es el resucitado” (1 Corintios 15: 3 – 5); el
resucitado tiene las llagas de la cruz (Lucas 24: 39; Juan 20; versículos 20 y
del 25 al 29); es el que come y bebe con los discípulos (Hechos 10: 41); es el
que come delante de ellos (Lucas 24 42); Jesús es el que vive en la comunidad
(Juan 20: 14 – 18; Mateo 28: 9 – 10; Lucas 24: 13 – 35)
Tomemos el último texto citado: el de “los
discípulos de Emaús”: la idea central de ese pasaje, es que se puede tener
acceso al resucitado, por la Palabra (La ley, los salmos, los profetas) y por
la fracción del pan (Así se reconoce a Jesucristo): véase que, este mensaje,
permanece vigente en la teología católica.
Una vez más: de las apariciones, la fe en la
resurrección; ella cimentada en la sorpresa y la experiencia “de eso
inexplicable”: de esa experiencia, se predica al crucificado como Señor; sin
resurrección, no se hubiese concretado la iglesia, ni el martirio.
La resurrección, es evidencia de que Dios puede
realizar su Reino en el ser humano. Esto es escandaloso (1 Corintios 1: 23;
Hechos 17: 32); la resurrección es base de esperanza, seguridad de vida eterna
para el mundo (1 Pedro 1: 3; 1 Corintios 15: 50 y siguientes); es total liberación
del pecado (1 Corintios 15: 3 y 17; Romanos 4: 25; Lucas 24: 37; Hechos 10: 43;
1 Corintios 15: 20; Colosenses 1: 18; Romanos 8: 29).
La resurrección transforma a los discípulos, por
tanto, trasforma a la iglesia primitiva: durante la construcción del movimiento
de Jesús, durante su prédica y su accionar, sus seguidores, que pasarán a ser
sus apóstoles, ponen su fe en él. Pero la muerte del Nazareno en la cruz, pone
a Cristo, en la posición de abandonado de Dios. Jesús es sujeto de escándalo
(Marcos 14: 27; Mateo 26: 31)
Ellos huyen y regresan a Galilea (Marcos 14: 50;
Mateo 26: 56); pero con la resurrección, vuelven a creer en él, pero ya no como
Mesías nacionalista, sino, como “el Hijo del Hombre”, de Daniel 7:
-
Elevado.
-
Sentado a la diestra de Dios.
-
Hecho Hijo de Dios con poder.
Esto, lo podemos ver en los siguientes textos del
Nuevo Testamento: Romanos 1: 4; Hechos 13: 33; Mateo 28: 18. Pasan de la
cobardía, al valor de anunciarlo: el sistema de dominación lo mató, pero Dios
lo resucitó (Hechos 2: 22 y siguientes; 3: 15; 4: 10; 5: 30; 10: 39 y
siguientes)
Esta fe, va a tener un desarrollo, hasta llegar al
convencimiento de que: Jesús es Dios mismo, el que vino a la humanidad, por
medio de la encarnación. De igual manera, para el cristianismo primitivo, con
la resurrección inicia el fin del mundo. Veamos como San Mateo, describe la
resurrección (Mateo 28: 1 – 15):
-
Un ángel desciende.
-
Hay un terremoto.
-
La piedra del sepulcro es removida.
-
Los guardias que lo vigilan, son confundidos.
Recuérdese que: Mateo también coloca signos
apocalípticos, a la hora de la muerte de Jesús: en el capítulo 27, versículos
del 51 al 53, se dice que muchos santos, resucitaron en ese momento...
El libro del Apocalipsis, habla del: “cielo nuevo y
la tierra nueva”: ellos comienzan con la resurrección. Los creyentes
resucitarán como signo del fin (Romanos 5: 12; 1 Corintios 15: 45 y siguientes;
2 Corintios 5: 10) …
Cristo es el primero de los resucitados “en
transfiguración plena”, los demás le seguirán dentro de poco (De nuevo:
recuérdese o sépase, que la iglesia primitiva, esperaba en muy breve tiempo, la
“segunda venida de Cristo”, esto cambiará conforme pasa el tiempo: 1 Corintios
15: 20; Romanos 8: 29; Colosenses 1: 18); de toda suerte, el mismo espíritu que
resucitó a Jesús, es el mismo que habita en los cristianos (Romanos 8: 11);
ellos van formando un cuerpo glorioso.
En esta línea, con la resurrección, se comienza a
revelar la teología de la salvación: Jesús muere por nuestros pecados: el
sistema de dominación, lo inhabilita ante la humanidad, pero Dios lo rehabilita
(Marcos 12: 10) …
Véase el cambio:
-
Ante el sistema de dominación, Jesús plantea el Reino de Dios.
-
Esto lleva a un enfrentamiento entre Jesús y los dirigentes de dicho
sistema.
-
El sistema lleva a la muerte a Jesús.
-
Dios resucita a Jesús, burlándose y derrotando el sistema de
dominación.
En este contexto, la iglesia primitiva comienza a
preguntarse:
-
¿Por qué Cristo debía morir, si Dios después lo iba a resucitar?
-
¿Si Dios, con la resurrección, muestra que estaba al lado de Jesús: por
qué no mostró su apoyo en el enfrentamiento con el sistema de dominación?
Volvamos, pero con más detalle, al relato “de los
discípulos de Emaús”:
-
Dos discípulos van a un pueblo llamado Emaús (Lucas 24: 13)
-
Conversaban sobre lo que había pasado (Versículo 14: Jesús enfrenta el
sistema de dominación y éste lo mata)
-
Conversaban y discutían (“Creíamos que era el Mesías, el que iba
derrotar a los enemigos de Israel”, “creímos que íbamos a gobernar con él”)
-
Un hombre (Jesús), se les acerca y les pregunta: “¿De qué discuten por
el camino?” (Versículo 17)
-
Ellos le explican entristecidos (mismo versículo): “…Jesús el Nazareno…
un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo
(Véase que, Jesús es valorado como un profeta) … nuestros sumos sacerdotes y
magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron (El sistema de
dominación)” (Versículos 19 y 20)
-
Ellos siguen explicando:
“Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel (Mesías
nacionalista); pero, con todas estas cosas llevamos ya tres días desde que esto
pasó”.
-
Cierran la explicación: “El caso es que algunas mujeres de las nuestras
nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar el
cuerpo (El relato del sepulcro vacío), vinieron diciendo que incluso habían
visto una aparición de ángeles que decían que él vivía. Fueron también algunos
de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho,
pero a él no lo vieron (No hay apariciones)” (Versículos 22 al 24)
Aquí habla Jesús:
-
Les dice que son insensatos y lentos para creer todo lo que decían los
profetas (Versículo 25)
-
Retóricamente dice que, el Cristo debía padecer la muerte para entrar en
su gloria (Versículo 26)
-
“Y empezado por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó
lo que había sobre él en todas las Escrituras” (Versículo 27)
Desde la visión histórico – crítica: “Y empezado
por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre
él en todas las Escrituras” (Versículo 27): es decir, los primeros cristianos
consultaban las Escrituras, para responder a sus dudas.
Pues bien: en los textos de “Q” (de los que ya
hemos hablado), no hay carácter salvífico en la muerte de Cristo. Jesús es un
profeta, que participa en el destino propio de los profetas: la muerte violenta
(Lucas 11: 49 y siguientes; los paralelos a este texto; Lucas 13: 34 y
siguientes; 1 de Tesalonicenses 2: 14 y siguientes; Hechos 7: 51 y siguientes);
eso sí: Dios lo exalta, lo constituye Hijo del Hombre (Daniel 7), que vendrá de
nuevo, entre las nubes del cielo.
En otra corriente: la muerte de Cristo, era
parte de un plan oculto de Dios y ya establecido por él, desde antes (Hechos 2:
23; 4: 28); en esta tesis: Cristo debía morir (Marcos 8: 31); así lo predecía
el Antiguo Testamento (Marcos 14: 49); en la misma línea, se ubicarían: “los
tres anuncios de la Pasión”. Como puede verse, al final, esta tesis es
fundamental, pero se mezcla con los elementos de la otra.
Desde el Cristo de la fe: la muerte y la
resurrección se pueden comprender si se parte del plan de Dios. pero: ¿Cuál era
el objetivo oculto de Dios?: ¿Cuál es el sentido de la muerte violenta del
justo?: diríamos: “el Jesús histórico”, habló de él como servidor (Lucas 22:
27): la forma extrema de servicio es su muerte.
Jesús, ha venido a servir y: “…a dar su vida por la
multitud…”: este tema, está influido por el judaísmo tardío y éste, influido
por el pensamiento griego: la muerte de los mártires y hasta de los niños
inocentes, era capaz de ser “muerte vicaria” y redentora de los pecadores (2
Macabeos 7: 18; 7: 32 y 37; 6: 28 y siguiente; 17: 20 – 22; 18: 4)
Entra aquí, la figura del “Siervo Sufriente”, de
Isaías 53: él tomó: “nuestras enfermedades y nuestros sufrimientos” (Versículo
4); él era inocente, pero Dios carga sobre él, el castigo de las fallas de
todos nosotros (Versículo 5); este castigo es el que nos salva, “fuimos curados
gracias a sus padecimientos” (Versículo 6)
Luego vendrá el complemento de esta tesis: la
muerte sacrificial: así habla San Pablo a los Romanos (3: 25); lo mismo hace,
el autor del texto a los Hebreos. Ya eso
se observa en el pasaje que se conoce como el de: “La Última Cena”: la sangre
de Jesús, será derramada por nosotros (Marcos 14: 24; Lucas 22: 20; Mateo 26:
28)
Pablo da otra interpretación a la muerte de Jesús:
con la cruz, termina la ley de Moisés (El pentateuco, los primeros cinco libros
del Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio): según
la ley, la paga del pecado es la muerte, Jesús, que es inocente, asume sobre
sí, las consecuencias del pecado; para cubrirnos con la justicia de Dios en él
(2 Corintios 5: 21); el que era inocente, atrajo sobre él, toda la maldición de
la ley (Deuteronomio 21: 33): las exigencias de la ley, son que el pecador debe
morir: Cristo sustituye a ese pecador y cumple sus exigencias. He aquí, la
abolición de la ley (Gálatas 3: 13; 2: 13 y siguiente; Efesios 2: versículos 14
y 16)
Como puede verse, hay varias interpretaciones en el
cristianismo primitivo, sobre la muerte de Jesús. Estos son intentos de
explicaciones teológicas (Recuérdese el acápite IV). La resurrección, arroja
luz sobre ellas. Todas coinciden, con que, Jesús no pecó, no muere por sus
pecados (2 Corintios 5: 21; 1 Pedro 2: 21 y siguientes; 3: 18)
Desde la Teología de la Salvación, Jesús muere por
la maldad de la humanidad. es por ella, para salvarla, que Jesús se sacrifica.
En el catolicismo romano, esta interpretación es clave, lo mismo en el
protestantismo…
Desde el “Jesús Histórico”, Jesús
muere como consecuencia del sistema de dominación, Dios lo resucita para
vencerlo, y el resucitado, nos hace participes de la resurrección, para que,
nosotros también, lo podamos vencer.
De nuevo: Jesús predica el Reino de Dios, lo hace
realidad. Con ello, se enfrenta al sistema de dominación, éste no cambia, el
Reino solo se encarna en el mismo Jesús (Lo dice San Orígenes); por ello, con
la resurrección – ascensión, se requiere: “el Cuerpo de Cristo en la historia”
(San Oscar Arnulfo Romero): de ahí, el advenimiento de la iglesia: ella, debe
ir predicando y realizando el Reino de Dios.
Esta buena noticia es católica (Universal), debe
ser predicada, concretada para toda la humanidad, no solo a los judíos: esto es
importante: dice el numeral 64, del Catecismo de la Iglesia Católica (1992),
que, por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación,
en espera de una alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres. Una
salvación que incluirá a todas las naciones.
Al respecto, nos dijo el teólogo de la liberación
Víctor Codina: Israel, es escogido para una misión, para manifestar a todos los
pueblos la gloria de Dios. es un instrumento de salvación para los demás
pueblos, es mediador, profético, regio y sacerdotal de la salvación. Los
profetas, Jeremías y el Segundo Isaías, presentan esto claramente. La elección
de Israel, está en orden a su misión universal (Lo mismo expresa el teólogo
Episcopal, Keith Ward)
Pero para ciertos autores, Israel no comprendió su
misión y traicionó, por tanto, su tarea. En el caso de la iglesia, regresamos a
Leonardo Boff, ella nace de la resurrección y de la acción del Espíritu Santo…
Por ellos, anuncia la Buena Noticia (Evangelio), de
que la humanidad y todo lo real, tienen un buen fin (Vida corporal y eterna);
en el “deber ser”, la iglesia, lleva adelante la causa de Cristo (El Reino de
Dios); la anuncia y la concreta, esto bajo las características de:
-
La fe.
-
El amor.
-
La esperanza.
-
El misterio.
Este último punto, merece una explicación: en
teología, el misterio no es algo oculto, es algo que sobrepasa nuestro
intelecto. La iglesia es misterio, porque se hunde en Dios, en su plan de
salvación. La iglesia es el sacramento visible de este signo universal de Dios,
que es el misterio de la Pasión, muerte y resurrección de Cristo.
A costa de aburrir con la repetición, debemos
decir: “Jesús de Nazaret, anuncia y practica el Reino de Dios, pero con su
muerte, y resurrección, viene el Espíritu Santo”. Estos elementos, son parte
del binomio: “Pascua – Pentecostés”: los apóstoles tienen como fundamento a
Pedro; el bautismo pasa a ser, sacramento eclesial, por el que se puede adherir
a la comunidad de Jesús; la eucaristía es alimento pascual de la comunidad
eclesial; la iglesia predica a Jesús, como centro del Reino (“El predicador del
Reino, pasa a ser el predicado”) y convoca a la nueva comunidad, como comunidad
del Reino de Dios.
Llamamos a esta iglesia misterio, porque es una
iglesia cuyo centro es el misterio de salvación, en el Dios: uno y trino; en la
revelación y obra de Cristo, en la acción del Espíritu Santo. Por el resucitado
– ascendido, lleno de poder, se predica, que es dueño de todas las cosas.
Por ello, judíos y paganos son llamados, para que
sus pecados sean perdonados, reconciliación, liberación del sistema de
dominación, de la idolatría, acceso pleno y apertura a Dios - Padre…
Con la resurrección, el cristianismo, pasa de hacer
memoria de Jesús, de su prédica y acción; de su pasión y muerte, a ser memorial:
hacer presente (Actual): esa acción, esa palabra, esa vida transfigurada:
Jesús, está vivo y se relaciona con los creyentes, de manera personal.
La resurrección de Jesús, quiere realizar el
Reinado de Dios en nuestro mundo; así, la humanidad puede entrar en ese
Reinado, con ello, se aniquilan las fuerzas alienantes, que golpean la vida
(Muerte, dolor, odio, pecado) …
Entonces: el Reino de Dios, existe en un lugar: en
Jesús resucitado y en cada creyente (Donde se va realizando):
antropológicamente, a la pregunta: ¿Qué será de la humanidad?: el cristianismo
responde: de la humanidad, será la resurrección, la transfiguración de la
realidad humana: en su cuerpo, en su espíritu.
De lo anterior viene una pregunta: ¿Cómo hemos de
resucitar?: San Pablo, nos dice que: en gloria, incorruptos, con la fortaleza
de la realidad humana llena de Dios (1 Corintios 15: 42 – 44); con un cuerpo
espiritual (Versículo 44)
San Pablo, conforme a la mentalidad judía de su
tiempo, no divide como los griegos: el cuerpo y el alma. Cuando él habla de
“cuerpo”, habla de esos dos componentes. Es ese cuerpo, el que recibe vida
eterna; se transforma de carnal a espiritual (Lleno de Dios. 1 Corintios 15:
53)
El ser humano, en su condición natural (Carne y
sangre), no puede recibir el Reino de Dios (1 Corintios 15: 50). Necesita
transformarse (Versículo 52): la resurrección, es convertir lo viejo en nuevo.
Por la resurrección, hay comunión plena con Dios, por ella, hay plena
comunicación con el prójimo y la naturaleza (La ecología): el cuerpo, el
espíritu, reciben una presencia cósmica
Pues, Jesús resucita: por lo que, esa resurrección
ya opera en el corazón de este espacio y de este tiempo (Hebreos 6: 5): esto
permite que la humanidad no se pierda con la muerte: “El que cree en el Hijo
tiene vida eterna” (Juan 3: 36; Juan 3: 15, 16 y 36; Juan 11: 26; Juan 5: 24)
Los revestidos de Cristo son nueva creatura
(Gálatas 3: 27; 2 Corintios 5: 17); este revestimiento, es primicia de la vida
resucitada, de donde que, la muerte, es una forma de estar en Cristo
(Filipenses 1: 23; 2 Corintios 5: 8; 1 Tesalonicenses 5: 10); por la
resurrección, seremos transformados a semejanza de Cristo (Filipenses 3: 21)
Entonces, de nuevo: la resurrección, dispara las
preguntas, que son propias de la teología:
-
¿Quién es Jesús?
-
¿Cómo calificar el misterio de su persona?
-
¿Cómo entender su misión de salvación?
La respuesta a estas preguntas, independientemente
de su contexto cultural, implican que, “Cristo es todo, en todas las cosas”
(Colosenses 3: 11); para los cristianos – israelitas, Jesús es el Cristo
(Ungido, Mesías), el Hijo del hombre.
Jesús es elevado y glorificado, es el justo, que,
en tanto justo, va junto a Dios (Hechos 2: 24 y 33; 5: 30 y 31; 3: del 13 al
15); los primeros títulos al resucitado son: Santo, Justo, Siervo de Dios
(Hechos 3: 14; 4: 27) …
De la reflexión teológica, comienza a completarse
la figura de Jesús, desde el modelo de teología de la salvación: es el “Siervo
Sufriente”, el que cargó nuestras iniquidades (Isaías 52: 13 – 53: 12) y muere
inocente, a manos del sistema de dominación (Hechos 2: 22; 3: 14); es exaltado
(Hechos 2: 33; 5: 31) y glorificado (Hechos 3: 13)
Es Hijo del Hombre, fue al cielo y regresará como
juez (Hechos 3: 20 y siguientes); él tiene el poder en el cielo y en la tierra
(Mateo 28: 18); él es el Mesías esperado en el Antiguo Testamento: pero para
traer liberación y salvación, hubo de sufrir y de morir (Lucas 24: 26); por la
resurrección, ha sido entronizado (Hechos 2: 36); esto fue anunciado por los
profetas (Salmos 2: 7; 110: 1)
Esta visión del Mesías, enfrenta la figura del
Mesías nacionalista (recordemos al sacerdote finlandés, Risto Santala) …
El cristianismo primitivo, esperaba su
manifestación definitiva, para ello, tenían una expresión aramea: “¡Marana
tha!” “¡Ven Señor!” (Hechos 22: 20; 1 Corintios 16: 22) …
Los cristianos judíos, dicen que Jesús es el Hijo
de Dios. en el Antiguo Testamento, el Hijo de Dios es:
-
Primero Israel (Éxodo 4: 22)
-
Luego el rey (Salmo 2: 2)
-
Posteriormente el Justo (El que guarda la Ley)
Pablo y Lucas, desarrollarán la siguiente tesis:
Jesús es “el hijo de David” y como tal, cumplirá la profecía de 2 Samuel 7: 14:
Dios dice: “…tú serás mi hijo”; Lucas dirá: “Él será grande… y el Señor Dios le
dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los
siglos, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1: 32 – 33)
Véase lo siguiente:
-
Antes de la resurrección, es claro que, Jesús es el hijo de David (Lo
que es lo mismo decir: “el Jesús histórico”, es el hijo de David).
-
Después de la resurrección, se le da el título de “rey universal” (Lo
que es lo mismo decir: “el Cristo de la fe”, en tanto “rey universal”, es hijo
de Dios (Romanos 1: 3))
Ahora hablemos de los judeocristianos, que estaban
fuera del territorio de Israel, y que, estaban influenciados por el pensamiento
griego (De la diáspora): para ellos, Jesús es el “nuevo Adán” y “Señor”: Señor,
es un título honorífico; Jesús fue llamado así por los paganos, la evidencia se
encuentra en los Evangelios (Mateo 8: 8; Marcos 7: 28); los judíos, hicieron lo
mismo (Mateo 8: 21; Mateo 18: 21)
Los cristianos judíos, después de la resurrección,
comenzaron a decir que, “el resucitado es Señor”, es “Señor, que vendrá como
juez”; los judeocristianos de la diáspora, dicen que: “Jesús, es Señor,
presente en las comunidades de fe; pues ha resucitado”.
Pablo, los define como los que “invocan el nombre
del Señor” (1 Corintios 1: 2; Romanos 10: 13); esto deriva del hecho de que
esos judeocristianos, usaban la traducción de la Biblia al griego (Conocida
como la “de los setenta”: Joel 3: 5; Hechos 2: 21)
Los judíos, se reúnen en nombre de Dios – el
Eterno; los cristianos, lo hacen en nombre de Él y de Jesús el Señor: en
términos de teología sistemática, los cristianos se reúnen en nombre del: Padre
y del Hijo: en nombre, de la primera y segunda persona de la Santísima
Trinidad.
En la cultura griega, el Señor es el rey; Jesús es
el Señor del cosmos, es el Señor de la humanidad: Dios le da el poder, hasta su
segunda venida (La Parusía), para hacer su obra liberadora. Por eso, es el
único mediador. Con la resurrección, se manifiesta el hombre nuevo. El que está
con Cristo, es nueva creatura (2 Corintios 5: 17)
Cristo, también es visto por estas comunidades de
fe, como el “nuevo Adán”, como la nueva humanidad (Romanos 5: 12 – 21; 1
Corintios 15: 15); es el Sumo Sacerdote sin mancha, mediador de la nueva y
eterna alianza (Hebreos 2: 14 – 18; 4: 14)
Ahora: para los cristianos – griegos, Jesús es el
Salvador, la Cabeza del cosmos, el Hijo Unigénito de Dios y Dios mismo: para
decirlo de algún modo, estos cristianos, “no tienen o vienen del contexto
cultural judío”: para ellos: “Mesías” o “Hijo del hombre”, casi no tenían
significado.
Pero el título de: “Salvador”, les era muy
sensible: el emperador romano, era: “Salvador”, también para los esotéricos, la
divinidad era salvadora, frente a la muerte y la materia…
Jesús es Salvador, el emperador se manifestaba en
una ciudad (Véase el significado político del término); Jesús, se manifiesta
también (Lucas 2: 11; 2 Timoteo 1: 10; Tito 2: 13); ese concepto de
manifestación en griego es la palabra: “epifanía”. Con su epifanía, Jesús, nos
libra del pecado y de la muerte.
En el Evangelio de Juan, “el Bautista”, dice que
Jesús es: “Salvador del mundo” (Juan 4: 42; Juan 4: 14); no solo como liberador
de la humanidad y del planeta tierra, sino, como “opositor al presunto
salvador: el emperador”. Véase que, Jesús – Salvador, se opone al salvador del
“sistema de dominación” (El emperador)
Boff, nos dice que, los helenistas (Griegos),
conocían muchos hijos de los dioses, nacidos de una virgen como emperadores
(Alejandro Magno), taumaturgos (Apolonio de Tiana), o filósofos (Platón); aquí
cabe una observación técnica: el teólogo Rudolf Bultmann, hablaba de dos planos
del Nuevo Testamento:
-
El mensaje profético – moral de Jesús.
-
El mito /misterio helenista, desarrollado especialmente por Pablo.
Hoy, muchas de las tesis de Bultmann, son
discutidas:
-
El que el cristianismo nació de Pablo y no de Jesús.
-
El interés excesivo que le concedía al mito helenista.
En suma: como lo dice Xabier Pikaza: los cristianos
helenistas, no sumaron a Jesús a la mitología griega (Como podría deducirse de
Bultmann): sino, que dijeron: “Jesús de Nazaret, el profeta crucificado, es el
Ungido – Salvador – Dios”: esto es rupturista: ¿Cómo podía un ‘dios’, ser
crucificado?
En suma, los cristianos – griegos, dicen que Jesús,
es hecho hijo unigénito de Dios, enviado al planeta tierra (Romanos 8: 3); y si
es hijo de Dios, comienza a reflexionarse que, existía desde antes del mundo
junto a Dios…
Creemos que no es extraño, que sea en estos
momentos, en los que, por ejemplo, se comience a ver a la sabiduría, como equiparable
a Cristo, entonces: se comienza a reflexionar en torno a textos, como algunos
del libro de Sabiduría y que, luego quedarán vertidos, por ejemplo, en el
prólogo del Evangelio según San Juan.
De igual manera, es clara la idea central de
Filipenses 2: 6 – 11: en este pasaje, se observa el vaciamiento de Cristo en su
encarnación: Cristo se despoja a sí mismo, tomando la forma de siervo:
-
Jesús es Dios.
-
Toma la condición de siervo.
-
Es exaltado como Señor,
absoluto y cósmico.
También en Colosenses, capítulo 1, vemos los
siguientes elementos:
-
Cristo es el primogénito, nacido antes de todas las cosas (Versículo 15)
-
Es la imagen de Dios invisible (Mismo versículo)
-
En él, por él y para él, todas las cosas, tienen consistencia y
existencia (Versículos 16 y 17)
Otras evidencias, en esta línea,
son las siguientes:
-
Es la cabeza del cosmos (Efesios 1: 10; Colosenses 2: 9)
-
Por él, todo llega a su término (1 Corintios 8: 6)
-
Antes de redentor, Cristo es creador, Cristo es “todo en todas las
cosas”: es la dimensión cósmica de Cristo (Colosenses 3: 11)
Acabamos de decir que: creemos que no es extraño,
que sea en estos momentos, en los que, por ejemplo, se comience a ver a la sabiduría,
como equiparable a Cristo, entonces: se comienza a reflexionar en torno a
textos, como algunos del libro de Sabiduría y que, luego quedarán vertidos, por
ejemplo, en el prólogo del Evangelio según San Juan.
De hecho, aquí, se da un paso adelante, Juan dice
que Cristo es el “Logos”: la Biblia de Jerusalén, traduce este término griego
como “Palabra”; la traducción oficial de la Conferencia Episcopal Española,
traduce: “Verbo” …
El “Logos” era Dios (Juan 1: 1); se hace carne
(Versículo 14); aquí hay un punto clave: Dios siempre ha querido estar entre
nosotros:
-
Primero con el santuario (Éxodo 25)
-
Después en el templo (1 Reyes 8: 10 – 13)
-
Ahora con Jesucristo (Juan 1: 14)
Véase que, en Juan: la Palabra, el Verbo, es una
persona: desde la Teología de la Salvación: solo puede salvarse, quien se
adhiere a la Palabra, al Verbo, a su persona: para Juan, hay que unirse a Jesús
– Palabra, a Jesús – Verbo.
Pero… ¿Qué significa ese adherirse?, ¿Qué significa
ese creer?: es aceptar a Jesús, como el que revela al Padre, el que es uno con
él (Juan 10: 30); esta tesis, la dejan muy clara, tanto Leonardo Boff, como el
Pbro. Álvaro Sáenz Zúñiga.
Para el erudito protestante, Samuel Pagán, en el
Evangelio de Juan:
-
Jesús es el Mesías o Cristo de Dios, el Unigénito Hijo de Dios que llegó
a la humanidad para demostrar el extraordinario amor divino (Juan 3: 16)
-
Ese singular amor tiene el poder de perdonar los pecados de la
humanidad, pues el propósito del Evangelista era motivar a las personas a creer
que, Jesucristo es el Mesías enviado por el Padre para quitar y perdonar el
pecado del mundo (Juan 20: 30 – 31)
La Palabra se ha hecho carne (La encarnación, lo
que celebramos y hacemos presente en el tiempo litúrgico de Navidad); por esa
encarnación, transforma la realidad. Por eso, Jesús: “es”. Vamos a explicarnos…
En el Éxodo, Moisés le pregunta a Dios, ¿Quién es?:
cuando el pueblo de Israel, le pregunte: ¿Quién te envió?: ¿Qué les dirá?: Dios
le responde: “Yo Soy el que Soy”: aquí vale la pena entrar en detalles: para
ello, nos basaremos en: teología bíblica (católica y protestante), así como en
el catecismo católico:
1) Esta frase: “Yo Soy el que Soy”, es considerada
por los judíos, demasiado sagrada, es el nombre de Dios. por eso, debe evitarse
decirla y hasta escribirla: en su lugar, sustituyeron las letras hebreas
“YHWH”, que pronunciamos “Yahvé”, por otros términos: “Señor” o el “Nombre”.
2) En la antigüedad, dado que el nombre implica
carácter, el conocer el nombre implicaba, el abrir la puerta a dominar al
poseedor de ese nombre: Dios no se deja dominar: así, Dios es un Dios de
“muchos nombres”:
-
Sanador.
-
Creador.
-
Consolador.
-
Esperanza.
-
Realizador de milagros.
-
Amigo eterno.
Nadie podía entrar en el secreto de su persona…
3) Hemos dicho que: en su lugar, sustituyeron las
letras hebreas “YHWH”, que pronunciamos “Yahvé”, por otros términos: “Señor” o
el “Nombre”. Por ejemplo, se usaba el término “Adonai”: “Señor mío” o “Elohim”:
“Dios” (Siglo V, Antes de Cristo)
4) Algunos eruditos católicos, generan la equivalencia
de: “Yo Soy el que Soy”, con “el que vive por sí mismo”, es decir: “el ser
absoluto y eterno”. “El dador de la vida”. Dios da a conocer su nombre, para
oponerse a los ídolos.
5) Para los eruditos de la Biblia de Jerusalén
(Quinta edición), estamos, con la palabra hebrea que denota el nombre de Dios,
ante una forma arcaica del verbo: “ser”. Muy posiblemente, es una forma simple:
“es”. Esto es clave: “Dios es; Jesús es”. Los eruditos católicos y
protestantes, de la “Biblia de Estudio: Dios Habla Hoy con deuterocanónicos”,
nos dicen que, ese verbo hebreo, significa: “ser”, “existir”, y a veces,
también: “acontecer”.
6) Dios es trascendente y sigue siendo un misterio
para la humanidad, y que también actúa en la historia de su pueblo y en la
historia humana a las que él dirige hacia su fin.
7) Este es el Dios que vive y que ve (Génesis 16:
13); lo preceden el fuego fulgurante, la tempestad, los truenos (Ezequiel 1: 4;
Habacuc 3: 4; Éxodo 19: 16; 1 Reyes 19: 11; Salmo 18: 9 – 17); con estos
signos, se esconde el misterio de Dios, es lo que sucederá, con el signo de la
nube (1 Reyes 8: 10)
8) Dios, es Persona que existe en forma sumamente
activa y libre y nos llama a existir de verdad: Dios crea el mundo, crea al ser
humano, para que actúe de forma responsable. Dios no nos impone el bien. El que
conoce a Dios de verdad, se hace persona libre y que, libera a los demás.
9) Dar a conocer el misterio de las Tres Personas
Divinas, Dios Uno y Trino, es lo propio de Jesús (Mateo 28: 19; en Juan 1: 18,
leemos: “Nadie ha visto a Dios jamás, pero Dios – Hijo único, el que está en el
seno del Padre nos lo dio a conocer”.)
10) Según el Catecismo de la iglesia católica
(1992): al revelar su nombre, Dios dio a conocer quién es y cómo debe dirigirse
uno a él, iniciándose así una relación nueva y más personal con su pueblo
(Numerales: 205 – 206; 446; 2666; 2810)
Regresamos a las tesis de Samuel Pagán: en el
Evangelio de Juan, es de importancia capital, las formas de presentar la
singular esencia y la naturaleza profunda de Jesús y su ministerio. A fin de
presentar y describir con amplitud las enseñanzas, los signos del Señor, Juan
incorpora la singular teología asociada a la revelación del nombre divino
revelado a Moisés (Del que ya hemos visto algunos elementos).
Para el Cuarto Evangelista, Jesús se relaciona con
el gran: “Yo soy el que soy”, que llamó a Moisés y liberó a los israelitas del
cautiverio del faraón de Egipto. De la misma forma que Dios se manifiesta a
Moisés y le dice: “Yo soy el que soy”, enviándolo a liberar a los cautivos de
la esclavitud egipcia, dice Pagán, Jesús es “el nuevo yo soy”. Nosotros
diremos: “es el mismo yo soy, que se le presenta al caudillo israelita”.
Dice el especialista protestante: Jesús tenía el
objetivo de presentar el mensaje de liberación a una humanidad cautiva, en lo
que aquí hemos llamado: el sistema de dominación. De nuevo: el “Yo Soy”, esa
vez, encarnado, llegaba al mundo para anunciar la voluntad divina de forma
pertinente, clara y transformadora.
En el Evangelio de Juan, Jesús se presenta como:
“el gran Yo Soy” en 7 ocasiones. Y esas presentaciones, de acuerdo con las
narraciones de Juan, son claras y firmes autoafirmaciones teológicas referentes
a la naturaleza especial y mesiánica de Jesucristo.
Jesús es:
-
“El Pan de Vida” (Juan 6: 35 – 41)
-
“La luz del mundo” (8: 12; 9: 5)
-
“La puerta” (10: 7 – 9)
-
“El buen pastor” (10: 11 – 15)
-
“La resurrección y la vida” (11: 25)
-
“El camino, la verdad y la vida” (14: 6)
-
“La vid verdadera” (15: 1 – 5)
Además, ante la mujer samaritana, Jesús reconoce
que es el Mesías (4: 26) …
De nuevo: Jesús puede decir: “Yo Soy”, porque siendo
Dios encarnado, transfigura la realidad. Este es un punto máximo en la
cristología, como parte de la teología: la autoridad de Jesús, su soberanía, se
confirma en la resurrección, esta dinámica es objeto de una profunda teología.
Jesús es Dios (Hebreos 1: 8; Juan 1: 1; Juan 20:
28); véase que esta es una convicción temprana en el cristianismo (Año 90);
esta es la gran aportación de los cristianos – griegos a la cristología: Jesús,
es Dios encarnado: Dios y hombre verdadero.
Nos dice el ya citado, Leonardo Boff: hay otros
títulos significativos, dados a Jesús: ellos muestran a éste, encarnado en la
vida:
-
Fundamento de la casa (1 Corintios 3: 11)
-
Piedra angular, base de todo (Efesios 2: 20)
-
Puerta (Juan 10: 7)
-
Cabeza de todas las cosas (Efesios 4: 15; 1: 10)
-
Principio y fin de todo (Apocalipsis 22: 13)
-
Sí y amén de Dios a la humanidad (2 Corintios 1: 19 – 20; Apocalipsis 3:
14)
-
Luz (Juan 1: 4)
-
Camino (Juan 14: 6)
-
Pan vivo (Juan 6: 51)
-
Agua (Juan 4: 10)
-
Buen Pastor (Juan 10: 11)
-
Vid verdadera (Juan 15: 1)
-
Paz (Efesios 2: 14)
-
Sabiduría de Dios (1 Corintios 1: 30)
-
Poder de Dios (1 Corintios 1: 24)
-
Gloria de Dios (Juan 1: 14)
-
Imagen visible del Dios invisible (2 Corintios 4: 4; Colosenses 1: 15)
-
Figura de la sustancia divina (Hebreos 1: 3)
-
Resplandor de la gloria del Padre (Hebreos 1: 3)
-
Pascua (1 Corintios 5: 7)
-
Cordero inmaculado (Apocalipsis 5: 12; 1 Pedro 1: 19)
-
Que quita el pecado del mundo (Juan 1: 29)
-
Piedra de donde brotó el agua para que los judíos bebieran (En su
caminar por el desierto, ellos le reclaman a Moisés, que tienen sed. Dios le
dice a éste, que, los lleve al Monte Horeb, allí, Dios estará sobre una roca,
Moisés debe golpear la roca y de allí saldrá agua. Éxodo 17. Pablo hace a
Cristo esa roca, en 1 Corintios 10: 4)
-
Agua que apaga la sed en el desierto (Juan 7: 37 – 39; 4: 13 y 14)
-
Maná verdadero (El Maná, era la comida que Dios ofrecía a los hebreos
cada día, en su paso por el desierto. Éxodo 16. Jesús es el maná verdadero:
Juan 6: 32 – 34)
-
El nuevo Templo (Juan 2: 21: esto es clave: Jesús se opone al templo,
como parte del sistema de dominación)
-
Dios conocido (Mateo 1: 23)
De este modo, los cristianos judíos, los cristianos
judíos de la diáspora y los cristianos griegos, aportan para comprender al
Jesús histórico. Véase que, no se trata de ocultar a éste, en el Cristo de la
fe, sino, de resaltar el primero, en el segundo.
De aquí, una conclusión muy repetida por Leonardo
Boff: “Jesús de Nazaret fue tan humano en su vida, muerte y resurrección, que
solo podía ser Dios mismo”. De ahí, que, para ellos es Dios: un hombre es Dios,
Jesús es el Verbo encarnado: la fe lo profesa y la teología lo medita.
Jesús de Nazaret, es el Cristo: Jesucristo…
Con esto claro, de nuevo: con la resurrección, el
cristianismo, pasa de hacer memoria de Jesús, de su prédica y acción; de su
pasión y muerte, a ser memorial: hacer presente (Actual): esa acción, esa
palabra, esa vida transfigurada: Jesús, está vivo y se relaciona con los
creyentes, de manera personal.
La resurrección es la realización plena, en su relación
con Dios, con el prójimo, con la ecología, aún más: con el cosmos. Es el ser
humano, inserto en la realidad de Dios (Mateo 28: 20): el planeta, por la
resurrección, se revela, tal como es.
La resurrección, como parte del Reinado de Dios:
“es un ya, pero todavía no”: con la resurrección, inicia la creación futura (2
Corintios 4: 6); él es “el nuevo Adán”, es la nueva humanidad (Romanos 5: 14; 1
Corintios 15: 21 y 45; Colosenses 1: 15 y 18); es el final ya alcanzado
(Apocalipsis 1: 17; 21: 6)
Jesús es glorificado: ese es el objetivo de la
humanidad y de la materia. En él, se cumplió, lo que en nosotros se cumplirá,
en lo que conocemos como: “el final de los tiempos”: con el resucitado, podemos
entender el final y del mismo modo, entender el comienzo.