El Triduo Pascual: un intento de lectura liberadora: reflexión para Semana Santa. I Ocean Castillo Loría.

 

Dedico este trabajo a todas y todos quienes me enseñaron a amar la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, tanto desde una perspectiva de salvación, como posteriormente, desde una perspectiva de Liberación.

 

 

I

 

Apuntes iniciales.

 

La primera edición de este trabajo, se publicó en marzo del 2011 (Éste, y algunas ediciones posteriores, abordan toda la última semana de Jesús de Nazaret), trece años después aparece otra edición (Ésta publicando solo una parte del trabajo anterior: de Jueves Santo a Domingo de Resurrección). Por aquellas fechas del 2011, había muerto el teólogo de la liberación, José Comblin: trece años después, como parte de la revisión y actualización de este texto, regresamos primero, a las tesis de Comblin, para hacer unos primeros apuntes sobre Jesús de Nazaret.

 

Nadie ignoraba su lugar de origen: Nazaret. De una familia de Galilea. Para algunos comentaristas, de clase media, para otros, de clase baja. De su genealogía (Descendiente de David), nadie sabía nada. Si se asumen como históricos los relatos de la infancia, nadie sabía de los eventos extraordinarios que habían rodeado su nacimiento (Desde la historia, desde la teología histórico – crítica, sabemos que estos pasajes son más simbólicos que otra cosa)

 

Durante 30 años, Jesús era un nazareno, un israelita, “común y corriente”, la cosa comenzaría a cambiar, con la llegada de Juan el Bautista: las acciones de Jesús, eran tan ajenas a su anonimato, que, cuando regresó a su pueblo (Lucas 4); terminó siendo expulsado de la sinagoga.

 

Pero claro, al principio, algunos familiares le consideraban loco (Marcos 3: 20 – 21), pero luego, Jesús se hizo famoso y algunos, quisieron sacar provecho de ello (Juan 7: 3 – 4); independientemente de las posiciones familiares, Jesús se desapega: ¿Por qué?

 

La aparición de Juan el Bautista, implicó una denuncia al sistema de dominación (Ya explicaremos este concepto), Jesús comparte el diagnóstico del Bautista, sobre la política, la economía y la cultura de su país; por eso, se une en su movimiento.

 

Pero Juan, el que bautizaba en el río Jordán, cae preso como fruto de sus denuncias. Esto abre la posibilidad de que Jesús, iniciase su misión. Esa misión, presenta un proyecto alternativo al sistema de dominación: el Reino de Dios.

 

La denuncia de Jesús, le genera un peligro constante e inminente: esto le ayuda en el desapego: pero, además, le hace actuar, en entrega a los demás: todos los que hacen la voluntad de su Padre (Dios – Padre, su papá); es su pariente.

 

En cuanto a su formación, tradicionalmente se dice que: “era carpintero”: en realidad, Jesús era una especie de trabajador de: “hacer de todo”: quizás, muchas de sus parábolas, venían de esas experiencias: hoy sembraba, mañana arreglaba una puerta, pasado, recogía el fruto de la viña.

 

Independientemente de su oficio o sus oficios, Jesús no era un teólogo de su tiempo: por ello, la gente se sorprendía: ¿De dónde le venían sus milagros o signos?; ¿De dónde le venía la sabiduría?...

 

 

Era originario de Galilea: la provincia más distante de la capital (Galilea, estaba tan al norte, que el mismo profeta Isaías, hablará de: “Galilea de los gentiles”: esto fue escrito unos 700 años antes de Cristo, el profeta expresaba que aquella zona, “parecía dejada de la mano de Dios”, entregada a los gentiles, es decir: extranjeros y paganos)

 

Podríamos decir para ilustrar: “Galilea muy al norte, Jerusalén muy al sur”; en términos culturales, podríamos decir: “Galilea muy retrasada, Jerusalén, muy avanzada”. En términos religiosos: “Galilea, tan libertina y relajada; Jerusalén, tan ortodoxa y rigurosa”: ¿Algo bueno podía salir de Nazaret? (Juan 1: 46)

 

La división era de tal grado, que, hasta el acento galileo, se diferenciaba de la entonación del resto del país: era un acento provinciano, extraño, pueblerino (Mateo 26: 73) …

 

Aprendió Jesús, las primeras letras en la sinagoga, de la mano de la ley y los profetas: pero nunca frecuentó escuelas especializadas (Contrario, por ejemplo, a Pablo); Jesús, nunca tuvo contacto con las familias sacerdotales.

 

Como todo buen judío, Jesús iba a las peregrinaciones a Jerusalén, pero era un simple peregrino del interior del país. La cosa cambiará, aquel día, que pasará a la historia como “el Lunes Santo” (Ya hablaremos de esto, más adelante, cuando menos de manera resumida): un peregrino sin cultura, toma la palabra y perturba el orden del templo, sin haber recibido, mandato alguno de las autoridades.

 

Hemos dicho, que aprendió las primeras letras (Quizás las únicas que recibió), en la sinagoga. Pero el centro de su cultura, fue eminentemente oral. Como Sócrates, Jesús, no escribió ninguna obra: fueron otros los que escribieron: según San Papías: San Mateo y San Juan (Discípulos de Jesús); Marcos y Lucas (El primero, “secretario” de Pedro y Pablo; el segundo, compañero de Pablo en sus viajes), son los autores de los Evangelios.

 

Desde la fe, Jesús recibía su conocimiento bíblico, del Espíritu Santo. Desde la ciencia social historia, podría decirse que: la meditación de la Biblia, daba a los judíos una visión de mundo, de la historia, una sabiduría, un vocabulario. Jesús será claro con la samaritana, de que, “sobre religión”, los judíos son los que saben, no los samaritanos (Juan 4: 22)

 

Jesús tiene conciencia de las características de Israel, pero no es un nacionalista: tiene una visión particular del mesianismo (Ya hablaremos de esto); bajo esa visión particular, tiene un sentido de la historia y del monoteísmo.

 

Esto, como fruto de una reflexión de lo que conocemos como el Antiguo Testamento, éste, con sus esperanzas, sus denuncias (Basta leer el libro del profeta Amós); sus protestas, sus angustias, sus aspiraciones, su testimonio, su: “denunciar lo incorrecto, y anunciar la esperanza” (Es decir, su dimensión profética) 

 

Jesús asimiló completamente esa cultura bíblica, se identifica con la sustancia del Antiguo Testamento, todo su pensamiento fue plenitud, pero también cambió la misma Ley de Moisés. Pero la dimensión religiosa del siglo I, era altamente opresiva; en oposición, Jesús sabía la fuerza liberadora que el mensaje bíblico da a la humanidad ante el sistema de dominación.

 

Ni el poder político inmenso de las cúpulas judías y romanas, ni su gran poder económico, ni las tesis opresoras de la cultura de su tiempo, lo impresionaron. Por ser receptor de ese mensaje bíblico, sabía (Por formación o por el Espíritu Santo); que la política debe ser servicio, la economía debía ser de solidaridad; y la cultura, debe generar la verdadera libertad que es el servir (El teólogo de la liberación, Leonardo Boff, dirá que este primer nivel, con la resurrección, pasará a la liberación cósmica y trascendente)

 

Ahora, surge una pregunta eminente: ¿Cómo nació y se desenvolvió en la conciencia de Jesús la idea de su vocación?: Boff y Comblin, dicen que no saben. Jesús no explica esto: en el Evangelio de San Marcos (El primero que fue escrito); el nazareno, nunca se revela como Mesías (Técnicamente, esto se denomina: “silencio mesiánico”): él deja a los judíos, a las masas, a los mismos discípulos, con la interrogación.

 

Véase que:

 

-          Los demonios lo denuncian.

-          Él los manda a callar.

-          Las multitudes, lo aclamaban como Mesías (En la visión nacionalista); ellas eran atraídas por lo que conocemos como milagros.

 

Atisbemos inclusive, un caso muy particular (Lucas 7: 18 – 22): la pregunta de Juan el Bautista:

 

-          La palabra y obra de Jesús, deja perplejo al Bautista, ya en la cárcel.

-          Manda a unos de sus discípulos a preguntarle: ¿Eres el que estamos esperando (El Mesías), o hemos de esperar a otro?

-          Pero Jesús responde: cuenten lo que ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen.

 

¿Observamos el punto central?: Jesús nunca dice quién es él…

 

Ante esta realidad:

 

-          Frente al sistema de dominación, Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios.

-          Pero no convence a los dirigentes de ese sistema, ni a sus defensores.

-          Entra en una crisis: ¿Quién dice la gente que es él?; ¿Quién dicen sus discípulos que es él?

-          Varios discípulos, dicen que es comprado con los profetas.

-          Pero Pedro, expresa que él es el Cristo (Marcos 8: 30)

 

Para algunos teólogos, este es un momento, en la consolidación de la conciencia de Jesús (Es el caso de los teólogos de la liberación, José Ignacio y María López Vigil); Comblin, dirá que independientemente de las posiciones frente a Jesús, nadie dudaba que era “algo más”, pero ese “algo más”, estaba escondido).

 

Según Mateo, Marcos y Lucas, esto es real. Según San Juan, en algunas ocasiones, conforme a algunos comportamientos de Jesús, se podía cuando menos sospechar que, poseía “algo superior a la naturaleza humana”.

 

Pero aquí, cabe hablar someramente de las diferencias entre los primeros tres Evangelistas y el Cuarto: Juan tiene un propósito diferente en su teología, éste es el último Evangelio (Escrito entre los años 70 y 90); su reflexión (Teología), es más profunda: desde su teología narrativa, hace hincapié en que Jesús es el Hijo de Dios.

 

Para decirlo de manera sencilla: Juan proyecta en muchas ocasiones, en su Evangelio, lo que descubrió después (Adelantamos también: después de la resurrección); regresamos pues, al tema del “silencio mesiánico”; y, además, a decir algo a esta altura, de la visión nacionalista del Mesías.

 

Según el sacerdote finlandés, Risto Santala, esa figura, comienza a interpretarse en la bendición de Jacob, que refiere al Ungido. El Mesías debe ser:

 

-          Hijo de David.

-          El profeta del que hablaba el libro del Deuteronomio (Capítulo 18: versículos 15, 18 y siguiente; Hechos 3: 22 y siguiente)

 

Pero también debe ser:

 

-          El Señor de todas las cosas (Hechos 2: 36)

-          Con él, comienza la restauración de todo (Hechos 3: 21)

 

Jesús, no es ese Mesías nacionalista: por eso, no se deja calificar con esa palabra, pues la gente, puede caer en confusiones. Por otro lado, hay que ser claro: desde esa perspectiva, el Mesías no es Dios. más tarde, cuando San Pablo, lleva el cristianismo a tierras paganas, los cristianos, que están en medio de los cultos orientales, producen una liturgia en honor a Jesucristo, darán culto a Jesús.

 

El asunto es que ese culto, pasa a ser parte de la pluralidad de cultos de aquel tiempo: aquí, el cine religioso, nos puede servir de ejemplo: en la película “Quo Vadis” (1951), Marco Vinicio (Robert Taylor), le dice a Ligia (Deborah Kerr); que, en su futura casa, “pondrán una cruz inmensa”; “de todos modos, hay muchos dioses, no hay diferencia que haya uno más”.

 

Mas desde la historia, esta tesis no es tan fácil de aceptar: es claro que Jesús, no quiere fundar una nueva religión: Jesús genera un movimiento, para expresar y concretar su proyecto alternativo: el Reino de Dios. será con la resurrección, que se presenten nuevas características en esa dinámica.

 

A finales de los 70, teólogos de la liberación, enfatizaban que, el cristianismo, debía destacar más, en el “Jesús histórico”, que en el “Cristo de la fe”. Pero ya para principios de los 80, autores como Leonardo Boff, explicaban los puentes entre: “el Jesús histórico” y el “Cristo de la fe”.

 

Por otro lado, de Jesús, hay que destacar lo que, desde la sociología de la religión o la teología mística, se puede conceptuar como desapego. Pero desde, digamos, la cotidianidad de la vida, le abría las puertas de la soledad: era raro en el siglo I, que un hombre en plenas condiciones, no tuviese esposa e hijos. Tampoco se unió a alguno de los movimientos del judaísmo de ese tiempo: no era esenio, no era fariseo (Aunque autores de línea esotérica, han querido ligarlo a los primeros, es el caso de Edmond Bordeaux; otros, a los segundos, por ejemplo: H. Maccoby)

 

Desde la fe: Jesús es el maestro y los discípulos, eso, discípulos (Comblin llega a decir que, una evidencia de distancia, es que Jesús escoge a sus discípulos, no ellos a él. La explicación histórica es interesante: en el pasado, los posibles “alumnos”, escogían su rabino; Jesús lo hizo al revés). Sin amistad, sin camaradería. Desde la historia, para que Jesús construyera su movimiento, debía iniciar con relaciones de conocimiento, amistad, camaradería (De nuevo, así lo establecen los hermanos López Vigil)

 

Desde la fe, nos dice San Juan, que (Juan 2: 24 – 25):

 

-          Jesús los conoce a todos (A todos los seres humanos)

-          Sabía lo que había dentro de cada uno.

 

Esa capacidad, lo aislaría inevitablemente…

 

Como contraparte, el mismo Evangelio, nos dice que, Jesús tuvo amigos, había un grupo de mujeres que le ayudaba; eran amigos: Lázaro, María y Marta, pero su relación estaba subordinada a la misión de Jesús: él los visitaba, en sus jornadas misioneras.

 

El Evangelio de Juan, pone en boca de Jesús, el hecho de que los llamará amigos, porque les revela lo que sucederá (Su Pasión, muerte y resurrección); pero, además, porque les llama a obedecerlo (Juan 15: 14) …

 

En suma, podría lanzarse la siguiente hipótesis:

 

-          Desde la fe, se presenta una distancia entre Jesús, sus discípulos y sus amigos, como una especie de “solemnidad”. Quizás, por ser Jesús Hijo de Dios; pese a ello, la palabra y la acción de Jesús, genera un ligamen estrecho entre ellos, el Evangelio de Juan, una vez más, muestra a Tomás, llamado Dídimo, diciendo que, vayan a Jerusalén, a morir con él (Juan 11: 16); otro elemento, que no se puede negar, es que ni sus discípulos entendían la profundidad de Jesús: no entendieron plenamente, el Reino de Dios o la inminencia de la pasión y muerte de Jesús; no entienden que él revela al Padre. El Iscariote le termina traicionando; excepto Juan, todos huyen.

 

-          Desde la historia y la sociología, repetimos: para que Jesús construyera su movimiento, debía iniciar con relaciones de conocimiento, amistad, camaradería (De nuevo, así lo establecen los hermanos López Vigil); toda la fe cristiana, se apoya en un hecho que ha sido trasmitido desde hace muchísimo tiempo, inicialmente, por el primer grupo de amigos de Jesús, que conformaron su movimiento.

 

 

 

Ahora: de nuevo: durante 30 años, Jesús era un nazareno, un israelita, “común y corriente”, la cosa comenzaría a cambiar, con la llegada de Juan el Bautista. La aparición de Juan el Bautista, implicó una denuncia al sistema de dominación (Ya explicaremos este concepto), Jesús comparte el diagnóstico del Bautista, sobre la política, la economía y la cultura de su país; se le une en su movimiento.

 

Desde ese momento, los evangelios nos dicen que: Jesús se vio consumido por su misión. No tendrá ya vida privada, su vida será su misión: y de esto, ya un postulado clave: desde la historia, las teologías histórico – críticas y la teología de la liberación: “la muerte de Jesús, es consecuencia de su vida”.

 

Jesús es (Dirá el padre Ignacio Larrañaga): “el pobre de Nazaret”: nos dirá San Mateo que él no tenía donde reclinar su cabeza (Mateo 8: 20): ya no tenía apegos: iba del norte (Galilea), al sur (Jerusalén), proclamando y concretando el Reino de Dios.

 

Por esa proclamación y esa concreción (Que conste, según los Evangelios, atrajo multitudes), Jesús termina en la cruz y una vez más: solo. Los esenios tendrán una especie de vida monacal, no fue el caso de Jesús. Él no desprecia la humanidad, eso sí, fue duro frente a sus adversarios.

 

Jesús es el que proclama y concreta el Reino de Dios, pero: “como uno del pueblo”, desde la fe, “los planes de Jesús”, no son de él: son de Dios – Padre…

 

Por ellos, enseña a las multitudes, pero no las organiza, no les propone formas de acción. Eso sí, en poco tiempo, se volvió personalidad conocida y causa de debates. Esto genera impacto, entre las cúpulas del sistema de dominación: Herodes, los ancianos, los Escribas, los sacerdotes, Pilato.

 

Durante el juicio ante el tribunal judío, Jesús le dirá a Caifás, que ha hablado públicamente, que no debería estarlo interrogando, sino, preguntando a quienes le escucharon (Juan 18: 20 – 21) …

 

Repetimos: Jesús termina en la cruz; y una vez más: solo. Desde la fe, a la pregunta de: ¿Quién es este hombre?: la respuesta se encuentra en la boca del soldado romano, en el Evangelio según San Marcos: “ciertamente, este hombre es el Hijo de Dios”.

 

Para nosotros, Jesús es difícil de comprender: desde la historia, porque Jesús no era occidental. Sus gestos y sus palabras, a muchos, les pueden parecer exóticos, esto ha favorecido, el hacer a Jesús una especie de mito. Esta mitificación, falsifica, oculta, nos hace olvidar, la humanidad de Jesús; y que, esa humanidad, puede abordarse desde la ciencia social historia.

 

Por ejemplo, en esto han colaborado, el cine y la televisión: quizás, el ejemplo clásico, es el del actor, Robert Powel, quien interpretara al Nazareno, en la mini serie: “Jesús de Nazaret” (1977), en mucho del inconsciente colectivo, la imagen de ese actor, encarnando a Jesús: ¡Es Jesús mismo!

 

Pero solo el físico del británico, nos aleja de la realidad histórica. Por ello, el esfuerzo debe ser, diría el teólogo de la liberación, chileno – costarricense, Pablo Richard: deducir del “Cristo de la fe”, el “Jesús histórico”; de lo contrario, caeremos en un mito (Comblin)

 

La deducción de la que habla Richard, es clave: la Biblia en general y Jesús, son de otra época: distante en técnica, en cultura, en modos de producción: desde la sociología de la religión, precisamente, los modos de producción rurales en el siglo I, todavía hacen entendible a Jesús, para nuestras zonas rurales, pero para los que están en la modernidad o pos modernidad, precisan de la ciencia social historia, de la teología, para comprender.

 

¿Para comprender qué?: a Jesús como profeta, como sabio, como Hijo de Dios…

 

 

II

 

Continuación de los apuntes iniciales.

 

 

Este es el camino que seguiremos en esta segunda parte de estos apuntes iniciales: a lo largo de toda su vida pública, Jesús se coloca en la línea de los profetas: los profetas, son personas que, son de Dios, que hablaban en su nombre: interpretaban lo que sucedía (La historia); denunciaban las injusticias, anunciaban los planes de Dios, y eran temidos por reyes y gobernantes.

 

Véase que: denunciaban las injusticias: la justicia es un tema clave en la Biblia, Dios es justo, lo repiten una y otra vez los profetas, es decir: Dios es liberador, toma partido por los dominados del sistema, por los pobres: exige que se respete el derecho de los oprimidos. Por ello, los profetas, son rechazados, inclusive muertos (Es el caso de Zacarías, asesinado entre el templo y el altar)

 

Así: el profeta, no es un adivino del futuro, es un cuestionador del presente: el profeta nace fuera del sistema de dominación o por serlo, va a quedando fuera de éste, en el caso del sistema mencionado:  la interpretación de la ley o la norma, se tornaba opresiva, lo que les daba seguridad a los grupos de poder (político y económico)

 

El profeta representa el riesgo, la audacia, la libertad, la imaginación. Por ello, el peligro para el sistema de dominación: en todos los tiempos, hay un conflicto entre: sistema de dominación versus profetismo. Por eso, todos los profetas fueron violentamente asesinados (Lucas 11: 47 – 51; 13: 34; Marcos 12: 2)

 

Una vez más: al principio, Jesús era seguidor de Juan el Bautista (Por eso éste lo bautiza); por tanto, compartía el diagnóstico de calamidad que, el Bautista había hecho de su sociedad: dice el teólogo Senén Vidal, que, la respuesta de Juan, es el llamado al arrepentimiento: el bautismo es para el perdón de los pecados, función del templo, con lo que negaba esta función; y el bautismo: éste era “como un nuevo paso del Mar Rojo”, la constitución “de un nuevo Israel”, que estaría preparado para la llegada del Mesías. la acción y predicación del Bautista, era parte de los movimientos socio – religiosos de su tiempo.

 

El Bautista termina decapitado, Jesús, esto lo tenía claro. Él dio el paso siguiente luego de la muerte de Juan: viene el Reino de Dios. él abre la puerta a los excluidos, el pobre por ser pobre no es pecador; lo mismo, los enfermos.

 

El Evangelio de Lucas, dice que Juan el Bautista y Jesús, eran primos: lo que quiere decir es, que ellos tenían estrecha relación, igual sus mensajes, Juan tuvo una influencia decisiva en Jesús, el segundo llegaría a decir que, Juan “era el mayor de los nacidos de mujer” (Mateo 11: 11)

 

Ahora bien: en Marcos 6: 1 – 6; Mateo 13: 53 – 58; y Lucas 4: 16 – 28; se dice que Jesús va a la sinagoga de su pueblo, Nazaret. Y en los versículos del 28 al 30, de Lucas 4, se observa que, Jesús da un paso importante, al aplicarse la frase del profeta Isaías: “El Espíritu está sobre mí”, con lo que se reconoce como profeta.

 

Después de la muerte y la resurrección, los primeros cristianos, le dieron a Jesús una serie de títulos para describir su misión; pero el título con el que fue aclamado unánimemente por el pueblo y por sus discípulos, fue el de profeta.

 

Y de nuevo: el profeta, se define en oposición al sistema de dominación, Jesús no era un teólogo, un maestro de teología, Jesús no tenía estudios teológicos, esa formación era rigurosa y duraba muchos años, y comenzaba desde la infancia.

 

Los profetas, ofrecían una palabra en nombre de Dios, hablaban con autoridad: el pueblo reconoce en Jesús, esa autoridad (Marcos 1: 22 y siguientes; Marcos 1: 27; Lucas 4: 36; 4: 32; Mateo 7: 29; Juan 7: 46); pero esa palabra, se traduce en hechos: por ejemplo, las curaciones (Mateo, capítulos 8 y 9; Marcos 7: 37)

 

De nuevo: frente al sistema de dominación, Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios: Jesús, se presenta como su heraldo (Marcos 1: 14 – 15; Mateo 4: 17); esta enseñanza de Jesús, continuará con las primeras comunidades cristianas: antes, Jesús hablaba del Reino, por medio de parábolas; las comunidades de fe iniciales, hacen lo mismo (Mateo 10: 7; Lucas 9: 2); Jesús insiste, en que, los que lo escuchan, busquen el Reino (Mateo 6: 33; Lucas 12: 31)

 

Luego veremos, que, con la resurrección, se cae en la conciencia de que, el Reino de Dios, se cumple en Jesucristo resucitado: es así como: “el predicador del Reino (Jesús), se convierte en el predicado”: Pablo resume la proclamación (En griego Kerigma) cristiano, se da la importancia a la persona de Jesús: en 1 Tesalonicenses, 1: 9 – 10, Pablo escribe: “… Jesús a quien (Dios) resucitó de entre los muertos…”

 

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, leemos: “Vosotros rechazasteis al Santo y al Justo… matasteis al autor de la vida. Pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello” (Hechos 3: 14 – 15)

 

Jesús predica el Reino, pero también lo concreta, en las curaciones y los exorcismos (Mateo 12: 28; Lucas 11: 20); el Reino irrumpe en el planeta tierra, el tiempo se ha cumplido, el judaísmo del siglo I, veía el Reino a futuro, pero Jesús lo hace presente.

 

En un momento determinado, Jesús envía a sus discípulos, de dos en dos, a predicar y concretar el Reino: él les da poder sobre los espíritus inmundos (Marcos 6: 7); el Reino es la herencia de Dios, esta convicción, se encuentra en muchos Salmos (22:29; 103: 19; 145: 11 – 13)

 

De nuevo: atisbemos inclusive un caso muy particular (Lucas 7: 18 – 22): la pregunta de Juan el Bautista:

 

-          La palabra y obra de Jesús, deja perplejo al Bautista ya en la cárcel.

-          Manda a unos de sus discípulos a preguntarle: ¿Eres el que estamos esperando (El Mesías) o hemos de esperar a otro?

-          Pero Jesús responde: cuenten lo que ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen.

 

En el Evangelio según San Mateo, esta historia se encuentra en el capítulo 11, versículos del 2 al 14, es decir, tiene como telón de fondo, las curaciones de los capítulos 8 y 9:

 

-          Volvamos a la pregunta: ¿Eres el que estamos esperando (El Mesías) o hemos de esperar a otro?: el que estamos esperando…

-          La respuesta: cuenten lo que ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen: los discípulos del Bautista, ven y oyen: ¿Qué?: que los que no podían ver, ven; que los que no podían andar, andan; que los leprosos son curados; que los que no podían oír, oyen. 

 

En suma: ¿Eres el que estamos esperando?: las obras responden: “sí”: en los Evangelios que relatan esta historia (Mateo y Lucas), se observa el impacto de la Pascua: Jesús es el que había de venir, además hay un ambiente de triunfo: los enfermos son curados.

 

Vale una nueva repetición: la aparición de Juan el Bautista, implicó una denuncia al sistema de dominación (Ya explicaremos este concepto), Jesús comparte el diagnóstico del Bautista, sobre la política, la economía y la cultura; se le une en su movimiento.

 

Pero a la hora de la prédica y acción de Jesús, de forma independiente, se muestran las diferencias entre el Nazareno y el Bautista:

 

-          Jesús no se parece al profeta solemne y sobrio que fue Juan el Bautista: Jesús fue un hombre del pueblo: su ambiente natural, fue el barrio, la calle, la plaza.

-          Jesús realiza curaciones, de esto no hay evidencia en Juan el Bautista.

-          Para algunos autores, Jesús supera el esquema “del Antiguo Testamento”, propio de Juan (Conversión – actitud ética – esperanza mesiánica)

 

 

 Por otra parte: la predica y acción de Jesús, choca contra el sistema de dominación: “lo bueno y lo malo para ese sistema, no es lo objetivamente bueno o malo”: el sistema lo que dice es: “la gente no conoce la ley y su interpretación, esa gente está maldita”.

 

Jesús se dirige a “esos malditos”: la impureza no es externa, viene de adentro (Marcos 7: 19 – 22): aquí cabe una observación: el judaísmo como religión, se basaba en la dualidad: pureza – impureza: la pureza, se lograba por los sacrificios; la impureza, cubría una gran cantidad de realidades: la etnia (Los gentiles); el género (Las mujeres por la menstruación); la estirpe; la integridad física (Discapacidades); la sanidad (Los leprosos eran impuros).

 

Las curaciones y los exorcismos, pertenecen a la práctica de Jesús de Nazaret. Es interesante que, por lo menos en Mateo, Marcos y Lucas, no se cuestionan las curaciones y exorcismos, pero sí, la fuente del poder que los realiza (Mateo 12: 24 y siguientes); además, la práctica de los exorcismos no era extraña: por ejemplo, los discípulos de los fariseos los hacen (Mateo 12: 27; Lucas 11: 19); inclusive, se pueden realizar exorcismos, en nombre de Jesús, sin ser su discípulo (Marcos 9: 38; 9: 49)

 

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se relaciona a Jesús con Moisés, por el tema de los milagros. Esos milagros, acreditan a Jesús (Hechos 2: 22); una vez más: por las curaciones y los exorcismos, Jesús manifiesta el Reino de Dios (Mateo 12: 28; Lucas 11: 20)

 

Entonces, como dice, el presbítero y profesor emérito de la Universidad de Lyon (Francia), Jean Pierre Lemonon: Jesús inauguró el Reino mediante sus prácticas sanadoras, restableció a los hombres y a las mujeres en su dignidad y, también, dio a entender la existencia de un nuevo camino para entrar en el Reino: la confianza en su persona, más allá de una limitación étnica.

 

El Evangelio de San Mateo, termina con un final claramente misionero (28: 16 – 20); eso sí, en algún momento del ministerio de Jesús, él les dice a sus discípulos, que limiten su actividad al pueblo de Israel (Mateo 10: 5 – 6)

 

Para los eruditos jesuitas que comentan la Biblia: este pasaje corresponde a un agrupamiento de consejos sobre la misión; unos de tipo local, otros de tipo universal. Desde la perspectiva nacionalista, las promesas del reino mesiánico, habían sido hechas, ante todo a los israelitas. Por eso, ellos, eran los primeros que debían escuchar la buena noticia (En griego “evangelio”); en el pasaje, Jesús, habla de: “la casa de Israel”, aludiendo al pacto que Dios hizo con los patriarcas, el cual queda cumplido, por su predicación y la de sus apóstoles, al pueblo judío.

 

El erudito católico, Straubinger, dirá que: será en pentecostés, que, San Pedro le abre la puerta a los gentiles (Hechos 10), para ser “injertados” en el tronco de Israel (Romanos 11: 11 – 24) y manifestó que ello, era a causa de la incredulidad de la sinagoga (Los judíos ligados al judaísmo); Más tarde, los judíos dispersos en otros territorios (E influenciados por la cultura y el pensamiento griegos), rechazaron también la predicación apostólica. Por esta razón, Pablo, anunciaba que, la salvación pasaba a los gentiles (Hechos 28: 23 y siguientes); y desde la prisión, escribió a los efesios, sobre el Misterio del Cuerpo Místico (Efesios 1: 22), escondido desde todos los siglos (Efesios 3: 9; Colosenses 1: 26), por el cual los gentiles son llamados a él (Efesios 3: 6), no habiendo ya diferencia alguna, entre judío y gentil.

 

El obispo Armando J. Levoratti, al comentar el Evangelio según San Mateo, en el Comentario Bíblico Latinoamericano (Nuevo Testamento. Editorial Verbo Divino. 2 edición revisada 2007); nos dice que: la misión a Israel y la misión a las naciones, están estrechamente relacionadas, pero una precede a la otra, porque a Israel le corresponde la tarea de ser “luz de las naciones” (Isaías 42: 6; 49: 6). Sin embargo, no podía cumplir esa misión sin antes renovarse y unirse como prenda y anticipo del Reino de Dios. en tal sentido, la restricción que señala Mateo, coincide con la perspectiva de Pablo: “al judío primeramente y también al griego” (Romanos 1: 16; 2: 9 – 10). Solo después de la resurrección, la misión evangelizadora tendrá un alcance universal (Mateo 28: 16 – 20. Esta es la tesis de San Jerónimo)

 

El especialista católico, Santiago Guijarro Oporto, nos suma, el hecho de que, también, el pasaje, refleja una tensión viva en la comunidad de Mateo, donde ciertos grupos de origen judío, no comprendían ni aceptaban la misión a los paganos. Dice Guijarro, que esta era una tesis de minoría en la iglesia de Mateo. El evangelista trata de hallar un punto de encuentro entre ambas posturas, y explica el cambio de perspectiva como consecuencia del rechazo de Jesús y su anuncio, por parte de su pueblo (Mateo 21: 43)

 

El erudito protestante William Barclay, argumenta, que los doce no estaban equipados para predicar a los gentiles. No tenían ni el trasfondo, ni el conocimiento, ni la técnica. Antes que el Evangelio fuese presentado eficazmente a los gentiles, tenía que surgir un hombre con la vida y educación de Pablo.

 

Por otro lado, en Mateo 15: 24, los discípulos piden que despida a una mujer cananea, que les importuna con sus gritos: pero en este pasaje, hay una gran enseñanza de tipo católico (Universal): Jesús, en su mensaje, rechazó radicalmente el nacionalismo que caracterizaba a sus compatriotas, lo que, para ellos, resultó una novedad, a la par que un escándalo. Los grupos fariseos, los esenios y el pueblo en general, excluían a los extranjeros del Reino de Dios: ellos, esperaban y creían que Dios también los excluiría.

 

Jesús sale rara vez de Israel, algunos paganos acuden a él, y le piden: es el caso del centurión romano (Mateo 8: 5 -13; Lucas 7: 1 – 10) o la siro – fenicia (Mateo 15: 21 – 28; Marcos 7: 24 – 30); Jesús, pues, tiene una actitud universalista, que es propia de otros maestros en Israel, pero los paganos deben ir a él, tener fe en él, Jesús contempla un tiempo nuevo, en el que se producirá una ruptura (Mateo 8: 12; Lucas 13: 29; también Mateo 21: 33 – 44 y siguientes)

 

La novedad proviene del rechazo de los herederos del Reino. Dice Lemonon, que esto tiene que ver con la valoración de un dicho de Isaías 25: 6 – 8, ignorado por el judaísmo del siglo I (La literatura rabínica, hace una lectura deformada de Isaías 25: 6: “El día del banquete mesiánico, las naciones beberán la copa de la cólera”.); además, la fe es la llave de entrada al Reino.

 

Pablo confirma que la predicación de Jesús, está limitada a Israel (Romanos 15: 8); pero cuando los paganos se acercan a Jesús, este acto, le sirve al de Tarso, para argumentar que, Jesús fue el primero en iniciar una misión entre los paganos. Ya vimos que, en la comunidad de Mateo, había dudas sobre una acción de este tipo, al final, las diversas iglesias cristianas iniciales, toman diversas posiciones.

 

Veamos como ejemplo, el libro de los Hechos de los Apóstoles, en éste, Pedro es clave en la apertura a los gentiles, pero no sin objeciones, a su vez, él convencerá a la iglesia de Jerusalén de esa apertura: no podía impedir a Dios, actuar entre los paganos (Hechos 11: 17)

 

En su limitación misional a Israel, Jesús abraza la tradición de su pueblo: en el judaísmo del siglo I, era claro que, en la Ley (Pentateuco) y en los Profetas, no hay ninguna recomendación de ir a las naciones a predicar la Palabra. Este postulado, se mantuvo inclusive, pese al impacto de la diáspora (Los judíos fuera de Israel, impactados por la cultura griga)

 

Eso sí, ella, facilitó el conocimiento del judaísmo, generando un interés en la fe de Israel: el libro deuterocanónico de Tobías, dice que, espera el reconocimiento del Dios del cielo por las naciones (Tobías 13: 13; 14: 6). En una literatura posterior: por sueños, por cuentos, se plantea a personas importantes entre los paganos, que confiesan al Dios de Israel; y hasta se unen a ese pueblo (Daniel 4: 31 y 34; Judit 14: 5 – 20); queda pues, superada la Ley, en las prohibiciones del Deuteronomio (23: 4 – 5): esta es la esperanza; y su realización queda en manos del poder de Dios.

 

Punto aparte, ya hemos hablado de la autoridad de Jesús, esto de nuevo, causa admiración y uno de los factores de ello, es que, la Ley en el siglo I, era objeto de ardorosos debates. Los principales actores de ese debate, eran los fariseos y los saduceos: los primeros, alimentan sus interpretaciones, con la tradición oral. Los segundos, se limitan a la Ley escrita (Los libros del Génesis, Éxodo, Números y Deuteronomio)

 

Ante este debate, Jesús rechaza el tema de la tradición oral (Marcos 7: 5 y 8); ella, puede hacer olvidar la propia Ley. El ya antedicho Lemonon, expresa que: Jesús cita la Ley, no la abole, pero sus exigencias bien entendidas, son muy altas (Mateo 5: 21 – 48); para otros teólogos, Jesús, al llevar a la plenitud a la ley, sí la cambia, la reforma (“Oyeron que les fue dicho, pero yo les digo”)

 

Ahora, como ejemplo: tomemos dos puntos de este debate:

 

a) El Sábado.

b) Lo puro y lo impuro.

 

a) El Sábado.

 

¿Cómo debe concretarse el día de reposo?: este era el punto central de la controversia: Jesús, dice que, el objetivo es el bien del hombre, ese bien, está encarnado en su señorío sobre las instituciones de Israel (Marcos 2: 27)

 

Al hacer esto, Jesús apoya la tesis de los Macabeos (1 Macabeos 2: 39 – 41); el sábado, es para hacer el bien, no el mal (Marcos 3: 4; Mateo 12: 12; Lucas 6: 9); entonces, por ejemplo, hacer el bien es: “curar en sábado” (Lucas 13: 15; Mateo 12: 11); el bien del hombre relativiza el sábado: los actos de Jesús ese día, ofrecen el verdadero sentido de éste.

 

 

b) Lo puro y lo impuro.

 

Jesús desplaza esos mandatos: lo puro y lo impuro, tienen que ver con el compromiso del hombre (Mateo 15: 10 – 20; Marcos 7: 14 – 23): la conclusión, “hace puros todos los alimentos” (Marcos 7: 19); pero podríamos lanzar la hipótesis, en el sentido que: pese a esos desplazamientos o cambios, el peso de la cultura, generaba debates dentro del cristianismo primitivo (Gálatas 2: 11 – 14)

 

También podría lanzarse otra hipótesis: desde la historia, Jesús jamás trató de presentarse como un legislador, más bien, parece como alguien que vuelve a dar a la Palabra su fuerza original. Pero desde la fe (Evangelio según San Mateo), es el nuevo Moisés.

 

De nuevo: el ser humano es primero: los leprosos eran impuros, pero Jesús, permite que se le acerquen (Como lo dijera el Pbro. Álvaro Sáenz Zúñiga: “Jesús pasó impuro, toda su vida”. Marcos 1: 40 – 45); de igual manera, la atención de Jesús a pecadores y publicanos, escandaliza a los fariseos (Lucas 5: 30 y siguientes; 7: 34; Mateo 11: 19; Lucas 7: 39; 15: 1 – 2): el perdón, es el camino a la santificación. Definitivamente, Jesús inaugura tiempos nuevos.

 

 

Ahora bien: hemos dicho que, debemos comprender a Jesús como profeta, como sabio, como Hijo de Dios…

 

Hablemos de Jesús como maestro de sabiduría: aquí, debemos entrar en un tema técnico: los especialistas en Nuevo Testamento, hablan de un documento hipotético que consistiría en una colección de dichos de Jesús: la llamada: “Fuente Q”, que es una abreviatura de la palabra alemana “Quelle”: “fuente”: y esto lleva a otra hipótesis: la “Hipótesis de las dos fuentes”: “los dichos de Jesús, que son comunes en Mateo y Lucas, provienen de la fuente Q”; esos dichos, no aparecen en Marcos: los versículos que cumplen este postulado, son cerca de 230.

 

Pues bien, de acuerdo a la “fuente Q”, Jesús no se presenta como heraldo del Reino, sino, como un educador: no hay inauguración de los tiempos finales, Jesús es un maestro de sabiduría, una especie de filósofo y podríamos decir más: una especie de filósofo estoico. Claro está, desde la historia, Jesús estaría más a la altura de: Hillel (Rabino fariseo) o Shamai (También fariseo)

 

Desde esta perspectiva, Jesús, más que un movimiento, lo que forma es una comunidad. Pero ella, no es cerrada, se le predica la Palabra: “a los de afuera”, lo que conocemos como “el sermón de la montaña”, no sería la “constitución política del Reino de Dios”; sería “un discurso de sabiduría”; no hay cruz, ni eucaristía, como características del seguimiento.

 

Históricamente, cerca de la llegada del cristianismo, en Israel, la sabiduría, fue personificada. Desde la dignidad mesiánica, la Sabiduría, comunica los bienes de la felicidad, es la herencia del justo, la Sabiduría está cerca de Dios (Deuteronomio 30: 14; Proverbios 8: 1 – 31; Sabiduría 1: 6)

 

En el caso de Jesús, la enseñanza sapiencial, aparece en Mateo, Marcos, Lucas y Juan; la forma en que Jesús trasmite la sabiduría, son los aforismos (Mateo 7: 1 – 5; Marcos 4: 22 – 30); en el caso de los Evangelios, los aforismos de Jesús, nos han llegado como conjuntos literarios. También pueden encontrarse en las parábolas.

 

Las enseñanzas de sabiduría, estarían construidas en un modelo:

 

-          Una llamada dirigida a los discípulos.

-          Puede ser recibida por cualquier persona.

-          Invita a una determinada actitud.

 

Para comprobar este modelo, se puede leer: Mateo 19: 30; 20: 16; Marcos 10: 31; de igual manera, en la sabiduría, se hace referencia a la creación: Jesús relaciona a Dios con la creación (Mateo 11: 25); el Dios creador que Jesús alaba, se preocupa constantemente por la creación (Mateo 10: 30); la bondad del Dios creador, se extiende a todos. Así, Jesús es presentado al modo de un sabio, que enseña un arte de vivir. Jesús forma a sus discípulos de forma sapiencial (Mateo 7: 7 – 11; Mateo 6: 25 - 34)

 

Hasta aquí, nos hemos basado en la fuente Q, pero en el Evangelio según San Marcos, también se ve a Jesús como maestro de sabiduría, allí, los discípulos no lo entienden (6: 52; 7: 18; 8: 17 – 18 y versículos 21 y 33; 9: 10 y 32; 10: 38)

 

En Marcos 7: 14- 21, Jesús habla de la verdadera pureza: pero los discípulos no lo entienden, cuando regresan a casa, le preguntan sobre el significado de la enseñanza. Parece que Jesús se sorprende que no comprendan. Siguiendo en ese capítulo, Jesús muestra que, entre los males que afligen al hombre, está la falta de sabiduría (Versículo 22); por eso la Ley es relativizada en razón de un bien superior.

 

En Marcos 8: 14 – 21, se responde a la pregunta del por qué a Jesús le piden una señal: en ese proceso, Jesús les dice que, “recuerden” y “entiendan”, esto es muy sapiencial. En el caso de las parábolas, hay que comprenderlas (Marcos 14: 3)

 

El término parábola, reaparece en la literatura evangélica, muy particularmente en Marcos: ahora, la parábola, está ligada a la venida del Reino. En ellas, Dios va más allá del comportamiento humano lógico. El discípulo, responde de acuerdo a ese comportamiento de Dios (Marcos 4: 24; 11: 25)

 

Con lo dicho, podemos concluir: Jesús es profeta y sabio. Por más que se quiera negar, Jesús, en su enseñanza, subraya el Reino de Dios: palabra profética y palabra sapiencial, no se oponen. Por ejemplo, Jesús invita a una confianza absoluta (Marcos 9: 24; 10: 13 – 16); esto es muy propio de la sabiduría. Pero en lo que se debe confiar, es en la venida del Reino. Como ya lo hemos dicho, las parábolas, presentan enseñanzas de sabiduría, pero expresan rasgos del Reino.

 

El Reino es el horizonte de las palabras de sabiduría (Mateo 6: 33); en Lucas 12: 2 – 12, Jesús enseña que no hay que temer a los que matan el cuerpo, pero igual tiene un contexto profético. En Marcos 6: 1 – 6 y Mateo 13: 54 – 58, hay enseñanza y gestos de poder y sabiduría: los oyentes se preguntan sobre la identidad de Jesús, a partir de sus enseñanzas y los milagros que hace.

 

Por otra parte, hemos dicho que, en la sabiduría, hay relación de Dios con la creación, pero esto también se ve en el profetismo. La segunda parte del libro de Isaías, muestra esto claramente: el Dios que habla en la profecía, es el Dios creador (Isaías 42: 5)

 

Es interesante: el Dr. Jaques Vermeylen, sin ser teólogo de la liberación, expresa que: el acto creador, no es nada más que la liberación presente o esperada para muy pronto, en la que Dios gratifica a los suyos. La relación Palabra – creación, está muy afirmada en la literatura judía ubicada entre el Antiguo y Nuevo Testamento: el Dios creador, guía la historia de los hombres por su palabra (De esto hay evidencia en varios apócrifos del Antiguo Testamento)

 

Asimismo, se vincula creación y Reino o historia de la salvación, de manera muy frecuente en el siglo I: Jesús valora la creación, porque el Reino ha venido…

 

Pasando esta página, debemos decir que: el judaísmo anterior al cristianismo, tiene claro que, la sabiduría es rechazada por aquellos a los que se les envía, la sabiduría, no encuentra lugar entre los hombres; de igual manera, los profetas, son rechazados por sus receptores (De esto hay evidencia en varios apócrifos del Antiguo Testamento)

 

Pues bien: esta es una reflexión de Semana Santa, por tanto, es válido decir que: en el siglo I, abundaban los relatos de martirio profético, asimismo, escribas y Fariseos, peregrinaban a los presuntos sepulcros de los profetas (Recordemos que Jesús denuncia esto); por lo que, se abre la palestra, para entender la muerte de Jesús, como la muerte de un profeta (Lucas 13: 33 – 34)

 

El Evangelista Lucas en particular, presenta a Jesús, como “el sabio venido de Dios”, pero él es rechazado (Lucas 7: 29 – 35; Mateo 11: 16 – 19; Lucas 11: 31; Mateo 12: 42); entonces: “la sabiduría está vinculada a Dios y él envía a los profetas” (Lucas 11: 49): Jesús es el sabio venido de Dios, pero también es el profeta enviado por Dios y, en tanto profeta, rechazado (Lucas 13: versículo 33 y del 34 al 35; Mateo 23: 37 – 39) 

 

Ya hemos dicho que, a Jesús, se le pide un signo para autenticar su misión, pero él se niega (Mateo 12: 39); los Evangelistas justificarán ese rechazo, diciendo que, el único signo que recibirán será: “la señal de Jonás”: a los tres días, Jonás fue expulsado de la ballena que se lo había tragado; a los tres días, Jesús será expulsado del sepulcro: Jonás, en la “novela popular” que habla de él, es el profeta que predica el arrepentimiento a Nínive; Jesús, es el profeta, que predica el arrepentimiento a Israel. Al rechazar a los profetas, los contemporáneos de Jesús, rechazan la sabiduría que ellos traen (Sabiduría 7: 27)

 

Por otra parte, hay relación Reino de Dios – sabiduría: dice Michel Trimaille, sacerdote, especialista en exegesis bíblica: “…lo mismo que el Reino de Dios se instaura por medio de los hechos y las palabras de Jesús, de igual manera la suprema sabiduría de Dios (,) se revela a través de los hechos y las palabras de Jesús. Finalmente, igual que el Reino de Dios fue rechazado en la persona de Jesús, también en él, la Sabiduría de Dios fue despreciada”.

 

En Marcos 6: 1 – 6, se une la proclamación de Reino de Dios y el género de la sabiduría. Jesús entiende que, es un profeta despreciado (Versículo 4); el profeta, el sabio, que anuncia y ofrece los signos de la presencia del Reino, son rechazados: Cristo será martirizado.

 

 

III

La causa por la que Jesús da la vida.

 

Gracias al jesuita Félix Moracho, podemos esquematizar la causa por la que Jesús da la vida: Jesús da la vida por el Reinado de Dios (Marcos 1: 15); a eso envía a sus discípulos (Mateo 10: 8); después de su resurrección, les hablará de ello (Hechos 1: 3)

 

El Reino divide a la humanidad: “los hijos del Reino y los hijos del maligno” (Mateo 13: 38); por el reino, hombres y mujeres, deben desapegarse (Mateo 13: 4; Lucas 18: 28; Mateo 19: 12); el Reino de Dios y su justicia, es lo primero que hay que buscar (Mateo 6: 33)

 

El tema del Reino de Dios es tan central, que 72 veces aparece en boca de Jesús en los Evangelios, y más de 100 veces en el Nuevo Testamento, 122, solo en los Evangelios…

 

Ahora, cuando se lee el Evangelio según San Mateo, el concepto de Reino de Dios, es sustituido por el de Reino de los cielos, ya hemos dejado entrever, que esa obra, fue dirigida a cristianos de origen judío, para ellos, hablar de “Dios”, era “hablar del nombre sagrado”, por lo que, usan palabras sinónimas, por ejemplo: “Señor” (“Adonai”); así, para no hablar del Reino de Dios, se habla del Reino de los cielos.

 

En los dos acápites anteriores, hemos visto de qué Reino se trata, pero repasemos:

 

-          Es algo, que se está realizando aquí y ahora, en este planeta.

-          Es la transformación de la totalidad de la tierra, pero más allá de lo material y humano, implica también la esfera espiritual.

 

Además, es claro que, en Jesús, se hace ya presente el Reino de Dios: él realiza los signos o señales de ese Reino: las obras de Jesús, las actitudes de Jesús, ellas comunican y concretan que:

 

-          Dios está de lado de los pecadores.

-          Es también para los extranjeros.

-          Hay que amar a todos los seres humanos, sin discriminaciones, sin acepción de personas.

-          Hay que amar aun a los enemigos.

-          Hay que subordinar la Ley al bien de las personas concretas.

 

El gran signo del Reino de Dios es liberador: los pobres reciben el Evangelio (Mateo 11: 2 – 6; Lucas 7: 18 – 23): ahora: cabe la pregunta: ¿Quiénes son los pobres, de acuerdo al Nuevo Testamento?:

 

-          Los pecadores: los que tienen rota las relaciones: con Dios, con el prójimo, con la naturaleza.

-          Los sencillos: los ignorantes que no conocen la Ley y no pueden salvarse.

-          Los pobres en términos económicos, los enfermos, los oprimidos, los desesperanzados, los forasteros, los últimos, estos están fuera de la sociedad, son marginados de ella.

 

En esta lógica, Jesús se presenta como el mensajero del Evangelio para los pobres: en lenguaje coloquial: “la tortilla se va a volcar”: los pobres serán ensalzados y los ricos serán rebajados…

 

El Reino de Dios es comunión y participación: es lo primero, de la humanidad con Dios y, de la humanidad entre sí…

 

Es participación, porque los efectos del amor, deben hacerse sentir: hay que predicar y practicar el Reino de Dios: la justicia, la paz, servicio a los demás, a los pobres, a los humildes, a los sencillos…

 

Finalmente, unas palabras, sobre la plenitud del Reino de Dios, dos notas: la primera: el reino de Jesús, es al mismo tiempo, espiritual e histórico, con sus dimensiones de gracia y de tarea humana, y de liberación integral (Puebla, 482 – 483)

 

La segunda: la iglesia está al servicio del Reino de Dios, pero no es el Reino de Dios:

 

a) Contrario a lo que dicen pocos autores (Aunque algunos reconocidos, por haber pasado del protestantismo al catolicismo), de nuevo: la iglesia no es el Reino.

 

b) La iglesia está subordinada al Reino.

 

c) La iglesia es servidora del Reino.

 

d) Jesús se arriesgó y murió por el Reino de Dios: ¿Qué deberíamos hacer los cristianos?, ¿Qué debería hacer la iglesia?

 

Con esto dicho, podemos comenzar a abrir la puerta de la última semana de Jesús de Nazaret…

 

 

IV

 

Comenzando a abrir la puerta de la última semana de Jesús de Nazaret.

 

Muchos teólogos y especialistas de la Biblia, han intentado reconstruir desde una perspectiva histórica los últimos días de Jesús en la tierra…

 

No es nuestra intención acometer esa tarea, puesto que los evangelios no son exclusivamente históricos, es decir, ellos reflejan al “Cristo de la fe”, buscan trasmitir la buena noticia de Jesucristo Hijo de Dios, y si bien es cierto, de los evangelios se deduce el “Jesús Histórico”, en el caso de la última semana, hay complicaciones cronológicas y hasta de eventos: por ejemplo, la expulsión de los mercaderes del templo, que Juan ubica al comienzo del ministerio de Cristo; los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), la colocan en el periodo de la pasión.

 

Pese a estas dificultades, los esfuerzos por tratar de dar forma a la última semana de Jesús en Jerusalén, han encontrado, por lo menos para el autor de estas líneas, dos importantes insumos: el libro de los teólogos Marcus J. Borg y Jhon Dominic Crossan, intitulado: La última semana: un relato diario de la última semana de Jesús en Jerusalén (Edición en español de Rayo, 2007) y el esfuerzo de los exegetas que participaron en los insumos para la Biblia de Estudio NVI (Editorial Vida, 2002). Estos documentos nos servirán de base para construir esta exposición.

 

Pablo dice que la muerte de Jesús es un escándalo; y para encontrar razón de él, han aparecido una serie de explicaciones que pueden resumirse en tres básicas (así las resumen los teólogos Adrien y Etxebarria)

 

  • La teológica: Jesús muere de acuerdo a los planes de Dios.
  • La escatológica: la muerte de Jesús inaugura la época de la salvación.
  • La soteriológica o redentora: la muerte de Jesús como expiación de nuestros pecados.

 

 

Ahora bien, decimos que este es un intento de lectura liberadora, en el tanto, tradicionalmente lo que se conoce como la Pasión, muerte y resurrección de Cristo, se reflexiona desde un marco teológico determinado, este marco es la Teología de la Salvación, en él, se nos enseña que Jesús murió por nuestros pecados, siendo “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

 

No se trata de invalidar la interpretación de ese marco teológico, se trata de recuperar una visión de Jesús, que va más allá de lo dicho tradicionalmente por esta teología. De hecho, pese a la continua repetición de las enseñanzas que se derivan de esta teología, es lamentable que el cristiano y cristiana promedio, no tengan claros los hechos que condujeron a Jesús a la muerte y posibilitaron su resurrección.

 

Cuando hablamos de un intento de lectura liberadora, más que ubicarnos desde la teología de la salvación, nos estamos ubicando desde una teología de la vida y la esperanza, buscando a Dios, no solo dentro de las comunidades de fe, sino también, desde la sociedad y desde sus dinámicas históricas. Es por ello, que para nosotros es tan importante determinar si lo acaecido en esa última semana de Jesús de Nazaret, tiene algo que decirnos hoy.

 

Además, esa perspectiva liberadora, nos va a permitir extraer enseñanzas dentro de la lógica latinoamericana en general y particularmente costarricense, en un país que no está exento de pobreza, opresión, así como violencia y que, en los últimos tiempos desde la perspectiva eclesial, ha venido presenciando el fenómeno de la teología de la prosperidad y su estructura particular de evangelistas, apóstoles, profetas etc. que con su mensaje agresivo, ha impactado a importantes sectores de la población cristiana.

 

En el Nuevo Testamento se presenta la muerte de Jesús como la muerte del profeta, pues lo matan por clamar a favor de la justicia, además, se presenta la muerte de Jesús como la del Siervo de Dios ilustrado por Isaías (Entrega la vida por nuestros pecados y aun siendo inocente, lleva al extremo la solidaridad con el colectivo humano). La Pasión es una síntesis de ambas presentaciones, nosotros nos inclinamos un poco más por la primera, ya que dentro del cristianismo tradicional, la que se enfatiza más es la segunda.

 

Finalmente, decimos que esta es una reflexión para Semana Santa, no solo porque este es el tiempo litúrgico propicio para este tipo de reflexión, sino, porque consideramos importante retornar a la esencia de este tiempo, combatiendo el pésimo concepto de este periodo como un tiempo de vacaciones y mucho menos de fiesta, se trata de contemplar al hombre que por su mensaje y acción es condenado a muerte por las fuerzas de opresión de su tiempo; y que, por ese mensaje y esa acción, permite el actuar del Dios liberador de la máxima atadura: la muerte.

 

 

V

 

Un resumen de la última semana, antes del Triduo.

 

A) Domingo de Ramos:

 

Cuando en el Evangelio según San Juan, se hace referencia a la entrada de Jesús en Jerusalén montado en un burrito, se hace una anotación importante, veamos Juan 12: 16: “Esto no lo entendieron los discípulos entonces. Pero, cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que estaba escrito acerca de él y de que se había realizado”.

 

Esta frase nos permite entender algo fundamental cuando hablamos de Jesús: la fe en Jesús como Hijo de Dios, es únicamente factible después de la resurrección (Y desde la perspectiva de la fe, con la ayuda del Espíritu Santo). En principio para sus seguidores, Jesús era un profeta, quizás aquel profeta que anunciaba los tiempos finales (Para la comprensión más detallada de estos temas, hemos incorporado los apuntes iniciales, de los dos primeros acápites)

 

Mateo 21: 8: “había mucha gente. Unos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que cortaban de los árboles” …

 

Con estas actitudes, la gente reconoce a Jesús como rey, basta leer 2 Reyes 9: 13, para mirar la misma actitud. En el caso del relato de este episodio, según San Juan, se resalta la realeza de Jesús…

 

En el texto de Lucas, capítulo 19, versículo 39 se lee: “Algunos fariseos que se encontraban entre la gente dijeron a Jesús: Maestro reprende a tus discípulos” …

 

En los fariseos hay una molestia, se supone que ellos conocen las Escrituras, se supone que ellos debían reconocer al Mesías, pero los que lo estaban reconociendo eran los pobres, los marginados, los ignorantes, los oprimidos.

 

Versículo 40 del capítulo 19 de Lucas: “Replicó (Jesús): Os digo que, si estos callan, gritarán las piedras” …

 

Ese grito es un grito de demanda: “¡Sálvanos!”. Esa demanda cobija la plena confianza en la salvación, pero también ese grito es acusación: el pueblo no se sentía salvado, no se sentía seguro con sus líderes…

 

En el caso de Marcos, se resalta una característica de Jesús, que es la conocida como “el silencio mesiánico” (ya hemos hablado de ella), pero en el momento de la entrada a Jerusalén, el Maestro se encuentra en un punto culminante que le exige una definición pública, en este momento, el signo de entrada, solo tiene un significado: Jesucristo es el Enviado de Dios.

 

Pero los líderes de la nación lo miran de forma opuesta, desde su punto de vista, Israel había sido salvado por afamados guías. Ahora llegaba un pobre de Nazaret, de un poblacho al norte de la capital y sin rasgos de militarismo: ¿Cómo puede ser un desposeído el Mesías?

 

Lo que se conoce como la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, es una manifestación de apoyo popular, es el Salvador que llega (Isaías 62: 11), es el humilde Mesías (Zacarías 9: 9) al que se le pide salvación (Salmo 118: 25 – 26)

 

Los teólogos Borg y Crossan, nos dan un dato histórico que nos permite alimentar el intento de lectura liberadora que nos hemos propuesto: ese día, en Jerusalén, se hacían dos entradas a la ciudad: la del pueblo, y la otra, la del procurador romano, que iba acompañado de soldados y caballería, este ingreso, era un signo del poder del imperio romano. Poder que colocaba al emperador como Hijo de Dios. Como tal, era “señor”, “salvador”, “dador de la paz”.

 

Así pues, podemos decir sin temor alguno (Con Borg y Crossan), que Jerusalén fue testigo de dos manifestaciones políticas: la de “El Hijo de David” y la del “representante del imperio romano y su gobernante”. Hay entonces un claro enfrentamiento entre Jesucristo y el César. Hay un enfrentamiento entre el Reino de Dios, que es el proyecto que propone Jesús; y el gobierno opresivo imperial: este es el hilo central que recorre toda la Semana Santa.

 

Y dado que hay un enfrentamiento entre el Reino de Dios y el gobierno opresivo imperial (Que Borg y Crossan llaman: “sistema de dominación”), este es un buen momento para detallar las dos opciones en cuestión:

 

El teólogo José Sánchez Sánchez, resume el Reino de Dios predicado y encarnado por Jesús, del siguiente modo:

 

·         Una nueva política: para Jesús y su grupo, la autoridad significa servicio.

·         Una nueva economía: Esta no es basada en la acumulación (Mateo 6: 19 – 21; 6: 24) sino en el compartir.

·         Una nueva religión: no basada en el cumplimiento legalista de los preceptos de la ley. No una religión que acepte la opresión de los pobres, sino, una religión sustentada en el amor, la misericordia y la solidaridad (Mateo 9: 12; Lucas 10: 25 – 37)

 

En tanto, el “sistema de dominación” tiene las siguientes características, según Borg y Crossan:

 

  • Opresión política: La minoría (Aristocracia, nobleza, monarquía) oprime a la mayoría, cuyos criterios no se contemplaban para determinar el rumbo de la sociedad.
  • Explotación económica: La riqueza fruto de las formas de producción agrícola iba a los bolsillos de los ricos y poderosos, esto por medio de las leyes (Pertenencia de la tierra, impuestos, trabajo por deudas)
  • Legitimación religiosa: El rey o gobernante ejerce su poder por voluntad divina, si bien es cierto, había una dimensión profética (“Denunciar lo incorrecto y anunciar la esperanza”), en la mayoría de las sociedades, se legitimaba a los ricos y a los poderosos.

 

Este “sistema de dominación”, era el que prevalecía en Jerusalén en tiempos de Jesús:

 

  • En Jerusalén habitaban terratenientes que recibían riqueza de sus propiedades (Vivían con mucho lujo).
  • El Templo era un centro de impuestos israelita y romano. Además, se sustentaba aún en una teología en la que este espacio era casa de Dios, mediador del perdón por el sacrificio de animales, centro de devoción y destino de peregrinaje.
  • Los visitantes a la ciudad en tiempos de pascua, hacían importantes gastos durante su estadía.
  • Los líderes religiosos, estaban llamados a evitar rebeliones contra Roma.

 

Jesús ya se había colocado en oposición al Templo, puesto que predicaba y ponía en práctica el perdón fuera de él (Solo como ejemplo Marcos 2), en suma, Jerusalén sostenía como ciudad una dualidad: por un lado, se basaba en una teología muy aceptada, y por otro, era una estructura clave para la dominación imperial.

 

Una vez más, repetimos esto para que quede totalmente claro, Jesús se opone al Templo y serán sus autoridades las que lo entregarán a las autoridades imperiales – romanas (Gentiles), para que lo maten. Jesús se opone al Templo, porque legitima el “sistema de dominación”, Jesús reclama que el Templo es infiel al Dios de Israel, al Dios de la liberación.

 

La alternativa de Jesús, el Reino de Dios, está todavía vigente para nosotros hoy, pero también está vigente “el sistema de dominación”:

 

v  ¿No hay acaso una minoría que domina a una mayoría pese a los avances en los sistemas democráticos?

v  ¿No hay acaso en los países de América Latina y claro está, en Costa Rica, un sistema económico promotor de la desigualdad en donde la gente siente que “los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres”?

v  ¿No hay acaso una legitimación religiosa (Por ejemplo, en la “teología de la prosperidad”) que certifica la riqueza y el poder?

 

B) Lunes Santo:

 

Si se analiza la purificación del Templo desde la perspectiva del Antiguo Testamento, observaremos el cumplimiento de la profecía de Zacarías 14: 21: “…Desde ese día no habrá más mercaderes en la Casa de Yahvé”.

 

Jesús debió observar como la actividad comercial desarrollada en el espacio exterior del Templo, era un obstáculo para propiciar un verdadero encuentro con Dios. La religión se había convertido en un culto ritualista. No daba frutos de justicia, oración o solidaridad. 

 

También puede abordarse este hecho desde lo dicho por Malaquías 3, donde Dios dice que purificará el Templo y al pueblo mismo. Frente a la realidad que vivía el Templo, Jesús actúa como profeta denunciando lo incorrecto de la comercialización de la religión (De hecho, en las palabras registradas al expulsar a los mercaderes, se citan frases de dos profetas: Isaías (Capítulo 56, versículo 7) y Jeremías (capítulo 7, versículo 11)). De igual manera, se presenta como Hijo de Dios inaugurando los tiempos del Reino de Dios, donde el encuentro con la deidad implica la vivencia de la verdadera justicia.

 

Además, desde su rol de profeta, señala la pérdida de identidad del Templo, como casa de oración universal y su transformación en cueva de ladrones, donde se guardan bienes adquiridos con injusticia…

 

Jesús entra al Templo, como profeta y como Hijo de Dios, entra a la casa de su Padre y la mira como un establecimiento de comercio: ¿Qué hace?: un látigo para echarlos afuera a todos…

 

La purificación es un acto subversivo, el mensaje que conlleva es que el sistema religioso – económico – político que representa, tiene bases falsas. Pero, además, cuestionaba la visión (teología) tradicional respecto a Dios: el Templo (Que en lugar de ser espacio de comercio, debía ser casa de oración) y la Ley Mosaica. Desde la perspectiva de esa teología o visión totalmente alineada al “sistema de dominación”, Jesús era un blasfemo.

 

Mateo 21: 13: “Les dijo (Jesús): Está escrito que mi casa será casa de oración, mientras que vosotros la habéis convertido en guarida de bandidos” …

 

Hay una pequeña diferencia en estas palabras cuando son citadas por San Marcos: allí Jesús dice que la casa será casa de oración “…para todas las gentes” (Marcos 11: 17) …

 

Solo Marcos hace este agregado; y es indudable que lo hace citando las últimas palabras del texto de Isaías, que como hemos dicho más arriba, son del capítulo 56, versículo 7, del libro de dicho profeta. ¿Cuál fue la extensión de Marcos?: la extensión universal del culto al ungido de Dios por el mundo entero, esto es acorde a los destinatarios de su Evangelio: los gentiles. Recuérdese que el Evangelio de Mateo era dirigido a las comunidades cristianas judías. 

 

Hay otro elemento en las palabras citadas por San Mateo: Jesús dice que el Templo, ha sido convertido en una “…guarida de bandidos”. ¿Qué es una guarida?: el biblista Luis Alonso Schokel, nos da una luz: “La guarida es el lugar donde los bandidos refugian su impunidad”.

 

Hay una cosa clara, estas palabras de Jesús no solo se dirigían a los cambistas como generalmente se piensa, también estaba diciendo que los dirigentes religiosos de Israel, habían convertido el Templo, en una mampara para realizar cosas incorrectas, incluida, la comercialización de la religión.

 

Los vendedores y los compradores se interesaban, los unos por sus ganancias; y los otros, como ya hemos dicho, por el cumplimiento del culto ritualista: ¿Y la oración?, ¿Y la justicia?, eran de poco o ningún interés para ambas partes.

 

Los sacerdotes judíos se habían acostumbrado a esto, el Sumo Sacerdote Caifás, recibía una fortísima ganancia, por los permisos o autorizaciones que él daba para vender en el Templo…

 

Los dirigentes judíos entendieron perfectamente el signo de la purificación: ¿Cómo no iban a estar furiosos?: los dirigentes llamados a la santidad, eran tratados como bandidos: Jesús había caído desde la perspectiva religiosa, parte del “sistema de dominación”, en el sacrilegio.

 

El Evangelio según San Marcos, al relatar este evento de la purificación del Templo, dice: capítulo 11, versículo 18: “Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se enteraron de lo ocurrido y pensaron deshacerse de él; le tenían miedo al ver el impacto que su enseñanza producía sobre el pueblo”.

 

Pese al deseo de los dirigentes del “sistema de dominación” para matarlo, no se atrevían a hacerlo, porque la enseñanza de Jesús, “El Reino de Dios”, permitía que el pueblo verdaderamente fuera objeto de la acción del Espíritu Santo y a Él, temían los dirigentes.

 

Además, hay un elemento histórico que debe ser mencionado y es que: Jesús en el Templo, estaba rodeado de gente, y esto era normal, no solo con su persona, sino, con otros maestros, por lo que era difícil atraparlo para darle muerte.

 

La realidad era evidente: el sistema religioso de Israel estaba degradado. Su institución religiosa más importante, estaba degradada…

 

C) Martes Santo:

 

Borg y Crossan, en su construcción de la Semana Santa, dicen que el martes, fue de controversias y parábolas: ellas, son las siguientes:

 

1) La higuera seca. Fe y oración: Marcos 11: 20 - 25; Mateo 21: 20 – 22.

 

2) La autoridad de Jesús: Mateo 21: 23 – 27; Marcos 11: 27 – 33; Lucas 20: 1 – 8.

 

3) Los dos hijos: Mateo 21: 28 – 32.

 

4) Los viñadores malvados: Mateo 21: 33 – 46; Marcos 12: 1 – 12; Lucas 20: 9 – 19.

 

5) El banquete de bodas: Mateo 22: 1 – 14. (El paralelo de esta parábola está en Lucas 14: 15 – 24)

 

6) El tributo al César: Mateo 22: 15 – 22; Marcos 12: 13 – 37; Lucas 20: 20 – 26.

 

7) Sobre la resurrección: Mateo 22: 23 – 33; Marcos 12: 18 – 27; Lucas 20: 27 – 40.

 

8) El precepto más importante: Mateo 22: 34 – 40; Marcos 12: 28 – 34.

 

9) El Mesías y David: Mateo 22: 41 – 46; Marcos 12: 35 – 37; Lucas 20: 41 – 44.

 

10) Jesús acusa a los escribas y los fariseos: Mateo 23: 1 – 36; Marcos 12: 38 – 40. Lucas 20: 46.

 

11) Lamentación por Jerusalén: Mateo 23: 37 – 39.

 

12) La ofrenda de la viuda: Marcos 12: 41 – 43. Lucas 21: 1 – 4.

 

13) Discurso escatológico: destrucción del Templo: Mateo 24: 1 – 28; Marcos 13: 1 – 13; Lucas 21: 5 – 19.

 

14) La gran tribulación: Mateo 24: 15 – 28; Marcos 13: 14 – 23; Lucas 21: 20 – 24.

 

15) La parusía: Mateo 24: 29 – 31; Marcos 13: 24 – 27; Lucas 21: 25 – 28.

 

16) El día y la hora: Mateo 24: 32 – 36; Marcos 13: 28 – 32; Lucas 21: 29 – 33.

 

17) vigilancia: Mateo 24: 45 – 51; Marcos 13: 33 – 37.

 

Por el impacto de su mensaje y su relación con los eventos de la Semana Santa, resaltaremos: la parábola de: Los viñadores malvados: Mateo 21: 33 – 46; Marcos 12: 1 – 12; Lucas 20: 9 – 19…

 

Un propietario que había plantado una viña la dejó en arriendo a unos cultivadores. Antes de ausentarse, hizo con los viñadores un contrato que estipulaba como pago de la renta, una parte proporcional del producto. Llegado el tiempo de la cosecha, el propietario envió a sus servidores para exigir la renta. En respuesta, los labradores maltrataron a los siervos, insultándolos, golpeándolos, o incluso matándolos. En vistas de la gravedad de la situación, el propietario envió a su propio hijo para solucionar la cuestión, suponiendo que inspiraría en los viñadores el respeto que no habían tenido con anterioridad. Pero los arrendatarios percibieron en ello la oportunidad de apoderarse de la propiedad y, de resultas de esa conspiración maliciosa, asesinaron al hijo del propietario y abandonaron su cuerpo insepulto fuera de la viña

 

Esta parábola muestra el drama de la historia de salvación: la misión de los profetas y del Hijo es reiterada y frustrada…

 

En esta parábola, se demuestra la base de lo que fue la última semana de Jesús de Nazaret: Él tiene clara su muerte en razón de la violencia de la cúpula dirigente de Israel. Ellos iban configurando su papel de asesinos…

 

El proyecto del “Reino de Dios”, enfrenta lo que aquí hemos designado “sistema de dominación”. Es este último, el que constituía a los dirigentes judíos en asesinos por interés…

 

Leamos Mateo 21: 33: “Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó…”.

 

Para ciertos exegetas, esta historia es más bien una alegoría, porque cada rasgo tiene su significado:

 

-          El propietario es Dios.

-          La viña: el pueblo elegido de Dios. Valga decir que este tema de la viña, es un tema antiguo, ya Isaías en su capítulo 5, versículos del 1 al 7, presenta la canción de la viña, es posible que el profeta se haya sustentado en una canción de la vendimia. Otros profetas, harán referencia al tema de la viña: Oseas, Jeremías o Ezequiel.

-          Los siervos: los profetas. Ellos le recordaban al pueblo su deuda con Dios, pero no los escucharon y los rechazaron (Nehemías 9: 26; Jeremías 7: 25 – 26; Hechos 7: 52; Hebreos 11: 36 – 38)

-          El hijo: Jesús muerto fuera de las murallas de Jerusalén. Luego de los profetas, llega a Israel el mismo Hijo de Dios encarnado y lo matan.

-          Los viñadores homicidas: los dirigentes judíos infieles: ¿En qué consistía su infidelidad?: en que habían confundido los planes de Dios, con los intereses propios de la nación israelita. Solo confiaban en su salvación, sin preocuparse de trasmitir el mensaje que podría salvar a los demás. Debe recordarse que, al principio, la Buena Noticia se dirigía solamente a Israel (Mateo 10: 5 – 6). Los judíos debían dar frutos (Marcos 12: 2): fraternidad, justicia, responsabilidad, y no los daban. Los líderes de Israel, habían administrado mal la viña, ellos dominan al pueblo, optan por matar a Jesús, porque les quita el poder sobre la gente sencilla. Ahora estos líderes no tendrán dominio sobre los creyentes: la viña ha pasado al nuevo Pueblo de Dios.

-          El otro pueblo al que se le confía la viña: Los gentiles (Pablo les predicó cuando muchos judíos rechazaron el Evangelio tal y como consta en Hechos 13: 46 y 18: 6, ya para el siglo II, los gentiles eran mayoría en el cristianismo); y los judíos creyentes en Jesucristo. Los que se reúnen en la Iglesia de Cristo. Estos son los pobres y los despreciados, los que conforman las primeras comunidades cristianas.

 

Hay en esta parábola una reflexión fuerte para la Iglesia, ella no puede permitirse el desvirtuar el evangelio. Ella debe ser ejemplo de obediencia a Dios, ejemplo de identificación con los que sufren. El Reino de Dios, se define por la praxis liberadora de los pobres y los desheredados.

 

Veamos Mateo 21: 43 – 44: “Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos” …

 

El cierre de esta parábola es muchísimo más duro en Marcos (Marcos 12: 9 – 11): “¿Y qué creen ustedes que hará el dueño del viñedo? Pues irá y matará a esos labradores, y dará el viñedo a otros. ¿No han leído ustedes la Escritura? Dice: La piedra que los constructores despreciaron se ha convertido en la piedra principal. Esto lo hizo el Señor, y estamos maravillados”.

 

Jesús cita para sí mismo, el salmo 118: 22 – 23, por cuanto fue rechazado por los dirigentes religiosos de Israel, pero él manifestó poderosamente a Dios entre el pueblo (Hechos 4: 11); Dios interviene para salvar su viña, resucita a su Hijo, lo hace piedra angular, fundamento del nuevo pueblo de Dios.

 

Lucas agrega algo más: Lucas 20: 18: “Todo el que caiga sobre esa piedra quedará despedazado, y si ella cae sobre alguien, lo hará polvo” …

 

Así, el símbolo de la piedra muestra que el rechazo de Cristo, puede ser instrumento de destrucción o causa de condenación (Isaías 8: 14). Jesús es el pobre de Dios, Él es la piedra angular y los pobres son las piedras de ese edificio (1 Pedro 2: 5): los últimos son los primeros, los despreciados son los elegidos.

 

Podría pensarse aquí que, Jesús solo habla a los judíos de su tiempo, pero sus palabras también son dirigidas a los cristianos: Dios tiene la potestad de dar su Reino a otros, si los cristianos somos incapaces de vivirlo y sacrificarnos por él.

 

Finalmente, en Marcos 12, el episodio de esta parábola se cierra mostrando claramente la situación entre los dirigentes y Jesús: Marcos 12: 12: “Cayendo en la cuenta que la parábola iba dirigida contra ellos, buscaban la manera de arrestarlo. Pero temían a la multitud; así que lo dejaron y se fueron”.

 

Así las cosas, tal y como lo exponen Borg y Crossan, el objetivo de esta parábola en San Marcos, no es probar que Jesús es el Hijo de Dios (Como podría deducirse en Mateo), sino, a la luz del versículo 12, que acabamos de leer, que los viñadores codiciosos y asesinos, eran aquellos que estaban en la parte más alta del “sistema de dominación”.

 

Siendo así, compartimos la perspectiva de estos autores, los viñadores no pueden ser identificados con la totalidad del pueblo de Israel. Los viñadores serían los ricos y poderosos del “sistema de dominación”. En la lógica de un intento de lectura liberadora, la tesis de Borg y Crossan, es la adecuada.

 

El otro elemento que refuerza esta idea, es que los etiquetados como “los viñadores malvados”, buscan arrestar a Jesús, pero temen a la multitud, por lo que es claro que el pueblo apoyaba a Jesús…

 

 

 

 

 

D) Miércoles Santo:

 

Ya hemos hablado de los documentos que son la base de la presente reflexión. Pues bien, al llegar al miércoles, encontramos una contradicción entre ellos, para Borg y Crossan que se basan en Marcos, en este día se da la unción de Jesús en Betania y se inicia con el tema de la traición de Judas, para los exegetas de la Biblia NVI de Estudio, no se registran hechos ese día, en el tanto, la unción en Betania fue ubicada conforme la ubica Juan, 6 días antes de la Pascua.

 

Entonces ¿Qué hacer?: primero, reconocer como ya lo hemos hecho aquí, que la construcción de la última semana de Jesús es problemática y por lo tanto, los esfuerzos de los especialistas tienen mucho de artificial; y en segundo término, que habiendo artificio por parte de los especialistas, nosotros asumiremos un criterio arbitrario sobre la base de estas construcciones.

 

 

Leamos Mateo 26: 3 – 4: “Por entonces, los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías se reunieron en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás, y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con artimañas y darle muerte”.

 

Solo Mateo refiere a un verdadero complot en el que estuvieron involucrados los componentes del sanedrín. Es decir, en este complot, participan los sectores poderosos del “sistema de dominación” (El poder político y el poder religioso)

 

Será Juan, quien nos brinde una razón política para la muerte de Jesús: Juan 11: 48: “Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo” …

 

Es decir, para los dirigentes de Israel, la palabra y acción de Jesús, implicaba un peligro político para el país, a tal grado, que podrían destruir el templo y hasta el resto del territorio…

 

Además, es el Evangelio de Juan, en el que se encuentran las tremendas palabras del sumo sacerdote Caifás: Juan 11: 49 – 52: “Pero uno de ellos, Caifás, que era el sumo sacerdote de aquel año, le dijo: Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta de que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación – y no solo por la nación, sino también por reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos”.

 

Para Juan, será la crucifixión, el momento en el que Jesús llevará a sí a toda la humanidad, será allí, donde será reconocido como el verdadero emisario de Dios y su enseñanza será aceptada por todos. Esa reunión será confirmada por la resurrección.

 

 Es en la cruz y en la resurrección, donde nace la comunión y el amor. Precisamente, hablando de la comunión de la humanidad las y los cristianos, no pueden dejar pasar ninguna oportunidad para hacer ver a la humanidad que comparte un destino común y teniendo claro ese destino, el cristianismo debe abordar el análisis de la realidad, para proponer metas en beneficio de las mayorías. Se trata de transformar las situaciones de opresión, no solo de mitigarlas.

 

Por otra parte, hay un dejo de ironía entre las palabras de Caifás (Ironía que hace notar Juan) y la realidad del peso de la muerte y resurrección de Jesús: se condena a Jesús bajo el razonamiento de salvar al pueblo, pero ¿Qué pueblo puede salvarse fuera del camino de Jesús? He aquí una razón más para la constitución de otro pueblo que cuide la viña.

 

Además, pese a la visión de conveniencia política que tenía el sumo sacerdote (el que un hombre por más inocente que fuera, debía morir con tal de salvar al país) al final, en el año 70 d. C, la nación es destruida…

 

Como puede verse, Juan muestra más detalles sobre la decisión de los jefes judíos de matar a Jesús, quizás esto se deba a que él conocía gente dentro del sanedrín o a que según su Evangelio (Juan 18: 15), tenía acceso a la casa del sumo sacerdote.

 

En Mateo 26: 14 – 16, leemos: “Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré? Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle”.

 

Un primer punto que si se quiere es una curiosidad histórica: ¿De dónde Iscariote?, ¿acaso de sicario (“sicarius”)? Lo más probable es que Iscariote signifique “Hombre de Queriot”, Queriot era un pueblo al sur de Judea, cerca de Hebrón. En esa tesis, Judas sería de este pueblo.

 

Un segundo punto a destacar respecto a este pasaje, es el precio que se le pone a Jesús, ese precio de treinta monedas de plata es el propio de un esclavo: “Si el buey ataca al esclavo o a la esclava de alguien, el dueño del buey deberá pagarle al dueño de esclavo o esclava treinta monedas de plata. Además, se matará el buey a pedradas” (Éxodo 21: 32)

 

“Y les dije: si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata” (Zacarías 11: 12) …

 

Este pequeño pasaje es verdaderamente desconcertante: Judas era uno de los doce, era amigo de Jesús, las primeras comunidades cristianas buscaron en diversas razones los motivos del Iscariote. Hasta acudieron a las Escrituras para ello, tratando de mirar en este acto un designio de Dios (Por ejemplo, los especialistas de la Biblia de América lo plantean así). Desde nuestra perspectiva, Judas tal como Jesús y sus adversarios, actúa en plena libertad.

 

¿Cuáles pudieron ser las razones de Judas?:

 

-          Amor al dinero.

-          Ambición.

-          Envidia.

-          Desilusión.

 

En primera instancia, el tema del amor al dinero no es claro, Mateo dice que le asignan el dinero y en Marcos 14: 11 leemos: “…le ofrecieron dinero…”. Es decir, le prometieron dinero, pero no dice que esto lo motiva…

 

Ahora, conforme a Mateo, Judas pregunta: “… ¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?”:  es decir, queda la impresión de que él pide el dinero, esto permite al autor del Evangelio inclusive, ligar los hechos de Judas con Zacarías 11: 12, texto que ya hemos citado.

 

En el caso de Juan, la motivación es espiritual, esto debido a la profundidad teológica de su texto: Judas era un demonio, como mínimo estaba bajo la influencia diabólica (Cosa semejante plantea Lucas.) …

 

Para Juan, Jesús siempre supo lo que Judas iba a hacer: “¿No los he escogido yo a ustedes doce? – repuso Jesús -. No obstante, uno de ustedes es un diablo. Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, que iba a traicionarlo” (Juan 6: 70 – 71).

 

Es más, durante lo que se conoce como la “última cena”, Juan mencionará al diablo dos veces unido a Judas, pero eso lo veremos cuando abordemos lo que se conoce en el cristianismo, como el jueves Santo…

 

Aquí vale la pena hacer una observación fundamental: desde el punto de vista histórico, es decir, sin contemplar las categorías de teología o de fe, la motivación de Judas es el dinero (Tesis de Borg y Crossan), desde esta óptica hablar de diablo o influencia del diablo es mera imaginación.

 

Otra posible explicación que parte de la óptica histórica, es la de la desilusión, seguimos aquí a Leonardo Boff en su libro: “Jesucristo el liberador: Ensayo de Cristología crítica para nuestro tiempo”: Judas había esperado con los demás discípulos (Lucas 24: 21; Hechos 1: 6), que Jesús liberara políticamente a Israel, expulsando a los romanos, la visión de Jesús era más amplia, “el Reino de Dios”, que iba más allá de Israel y de los combates militares.

 

Antes de continuar, debemos entrar en un tema técnico: A esta altura, repetimos lo que hemos dicho en los apuntes iniciales: después de la muerte y la resurrección, los primeros cristianos, le dieron a Jesús una serie de títulos para describir su misión; pero el título con el que fue aclamado unánimemente por el pueblo y por sus discípulos, fue el de profeta.

Durante su vida terrenal los discípulos vieron en Jesús a un profeta, a lo mejor un profeta que hablaba de los tiempos finales, pero no se le valoraba de otro modo. Si miramos Mateo 16: 13 – 15, veremos que la gente asumía a Jesús como Juan el Bautista, Elías, Jeremías o alguno de los profetas. Si leemos el versículo 46 del capítulo 21 de San Mateo, veremos que los adversarios de Jesús tenían miedo de hacerle algo, porque lo consideraban un profeta.

 

Es decir, ni sus discípulos ni la gente, veían a Jesús como el Hijo de Dios. ¿Por qué?, porque el monoteísmo de Israel cree en un Dios único, no en una trinidad que fuera un solo Dios (Éxodo 20: 3)…

 

Los discípulos, por medio de Pedro, conocen la identidad mesiánica de Jesús: “…Tú eres el mesías” (Marcos 8:29), es decir, se reconoce a Jesús como un ungido de Dios, pero no se está reconociendo que él sea Dios. En el texto paralelo de Mateo (Capítulo 16, versículo 16), Pedro reconoce en Jesús al Hijo de Dios. Hay muchas formas de explicar esa diferencia, pero tomaremos la más simple: el Evangelio de Marcos es más antiguo que el de Mateo, por lo que se acerca más a los hechos históricos.

 

Pues bien, entonces cabe preguntarse: Si durante su vida terrenal los discípulos no reconocieron a Jesús como Dios: ¿cuándo lo hicieron?: después de la resurrección (post – Pascua) y con esos lentes post – Pascuales, se escriben los Evangelios.

 

 

De nuevo, en este razonamiento nos encontramos con el tema de lo pre – Pascual y lo post – Pascual: es una reflexión post – Pascual, la que permite discernir al diablo en las acciones de Judas…

 

Ahora, si seguimos el camino post – pascual, sigue vigente la pregunta: ¿Fue Judas un instrumento de Dios o de Satanás?: si miramos la lógica de Lucas y de Juan, la respuesta, es que el traidor es sujeto de Satanás, ya que él entra en Judas.

 

Para Lucas, si Jesús había vencido en el momento de las tentaciones, Satanás volvería a atacarlo (Lucas 4: 13), en Lucas 22: 3, se ve este contraataque, en esta ocasión, bajo un instrumento humano: Judas…

 

Así las cosas, si se sigue el camino pre – pascual, o más histórico, deberá aceptarse que Judas decide libre y espontáneamente su traición, primariamente por cuestiones de dinero, o por desilusión…

 

Por el segundo camino, hemos de aceptar la participación del diablo, esa participación requiere de una puerta para la entrada del maligno: Judas nunca mostró una gran iniciativa para servir a Jesús. Nunca se sintió identificado con él.

 

Finalmente, los motivos de la traición siguen abiertos a debate…

 

 

VI

 

¿Qué es el Triduo Pascual?

 

En Semana Santa, hay un núcleo de tres días, que constituye su médula principal: ese es el Triduo Pascual. En realidad, el Jueves Santo, no pertenece a ese núcleo, el Triduo, inicia en la celebración vespertina del jueves: “La Misa de la Cena del Señor”.

 

El Triduo Pascual o Triduo Sacro, celebra la muerte de Cristo (Viernes Santo), su sepultura (Sábado Santo) y su resurrección (Domingo, con la gran Vigilia); es la Pascua, celebrada en tres días. En el siglo IV, se va solidificando ese Triduo. Para el siglo VII, se incluye la cena del jueves santo.

 

En la edad media, se va desarrollando este trinomio, pero con énfasis en la “Pasión y muerte”, pues se puede representar mejor. La liturgia, se convierte en drama – sacro. Será a lo largo de la esa edad, que el jueves santo, se vaya asimilando al triduo y, finalmente: “en la práctica, se le une”.

 

 

La apertura del Triduo es:

 

-          La Cena, que lleva a la Pascua Ritual, que lleva a la Misa en la Cena del Señor: se recuerda la institución de la Eucaristía.

 

 

El Triduo Pascual propiamente dicho:

 

-          Viernes Santo: La cruz, que lleva a la inmolación de Cristo, que lleva a la celebración de la pasión.

-          Sábado Santo: El sepulcro, que lleva al reposo de Cristo, que lleva al oficio de oración: éste, debe estar signado por meditación y reposo, se debe subrayar la tesis del Credo, de que: “Cristo descendió a los infiernos”; la piedad cristiana, también tiene un recuerdo para la virgen, en este día.

-          Domingo de resurrección: El sepulcro vacío, que lleva a la resurrección de Cristo, en la Vigilia Pascual.

 

 

 

Del Triduo Pascual, se pasó a la observancia de la Semana Santa…

 

En 1951, el Papa Pío XII, inicia la revisión del periodo de Semana Santa: él restaurará la Vigilia Pascual, y devolverá a las celebraciones del Triduo, su carácter más auténtico. En la misma línea, se ubicó la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Con el inicio del Triduo, termina el tiempo preparatorio de Cuaresma.

 

 

VII

 

Jueves Santo: De la última cena a la negación de Pedro.

(Mateo 26: 17 – 29; Marcos 14: 12 – 25; Lucas 22: 7 – 20; Juan 13: 1- 38; Juan 14: 1 – 16: 33; Mateo 26: 36 – 46; Marcos 14: 32 – 42; Lucas 22: 40 – 46; Mateo 26: 47 – 75; Marcos 14: 43 – 72; Lucas 22: 47 – 71; Juan 18: 2 – 27)

 

La gran cantidad de eventos que se ubican en este día, nos obliga a dividir su reflexión: la estructura que resulta es la siguiente:

 

1) La última cena: Mateo 26: 17 – 29; Marcos 14: 12 – 25; Lucas 22: 7 – 20; Juan 13: 1 – 38.

 

2) Jesús consuela a sus discípulos: Juan 14: 1 – 16: 33.

 

3) Getsemaní: Mateo 26: 36 – 46; Marcos 14: 32 – 42; Lucas 22: 40 – 46.

 

4) Arresto de Jesús: Mateo 26: 47 – 56; Marcos 14: 43 – 52; Lucas 22: 47 – 53; Juan 18: 3 – 11.

 

5) Proceso Judío: Mateo 26: 57 – 68; Marcos 14: 53 – 65; Lucas 22: 66 – 71; Juan 18: 12 -14. 19 – 27.

 

6) Negación de Pedro: Mateo 26: 69 – 75; Marcos 14: 66 – 72; Lucas 22: 54 – 62; Juan 18: 15 – 18.

 

 

1) La última cena

(Mateo 26: 17 – 29; Marcos 14: 12 – 25; Lucas 22: 7 – 20; Juan 13: 1 – 38.)

 

Leamos Mateo 26: 17: “El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?” …

 

¿Qué es eso del “primer día de los Ázimos” ?: se refiere al primer día de la fiesta de los panes sin levadura, que según el calendario judío correspondía al 14 del mes de nisán (marzo – abril), a este día también se le llamaba: “día de la preparación de la Pascua”. La cena de Pascua se comía el 14 después del crepúsculo, lo que, desde las costumbres horarias judías, ya se consideraba día 15 (El día judío terminaba con la caída del sol)

 

La fiesta de los panes sin levadura, tenía una duración de siete días, es decir, del 15 al 21 de nisán (Levítico 23: 5 – 6), ya en tiempos de Jesús, bajo el nombre de la fiesta de los panes sin levadura, se cobijaba todo el lapso desde el 14 al 21 del mes.  

 

Desde una perspectiva eminentemente surgida de la fe, puede decirse que: si Jesús adelantó la celebración, esto, en el tanto, el viernes en la crucifixión se estaría celebrando la Pascua verdadera, desde la cruz.

 

Ya lo dice san Pablo, en 1 Corintios 5: 7: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” …

 

El punto de que Jesús había hecho un arreglo previo, se mira en Mateo 26: 18: “Él les contestó: Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: El Maestro dice: Mi hora está cerca, y voy a tu casa a celebrar la Pascua con mis discípulos”.

 

En este punto, Marcos presenta una diferencia, éste autor habla de una señal (El hombre llevando un cántaro de agua) (Marcos 14: 12) que los llevará a una sala que ya estaba completamente preparada. La señal era muy evidente, porque en realidad, quienes acostumbraban llevar los cántaros eran las mujeres. También es claro que, en Marcos, este pasaje es muy semejante al de la entrada triunfal en Jerusalén.

 

La cena debía celebrarse dentro de la ciudad de Jerusalén, por ello los Jerosolimitanos (Los habitantes de Jerusalén), prestaban a los peregrinos, que llegaban de otros lugares, espacios debidamente arreglados para celebrar el rito Pascual (Marcos 14: 15)

 

Ahora, podríamos preguntarnos: ¿Por qué se necesitaba de un hombre que les diera una señal a los discípulos?: porque desde el domingo con la entrada a Jerusalén, la purificación del templo y las controversias con los grupos religiosos judíos, Jesús estaba en peligro, súmese que Judas estaba expectante para poder entregarlo.

 

Se trataba de guardar un secreto para evitar que Judas y sus secuaces arrestaran a Jesús, en medio de la cena. Jesús tiene la cosa clara: ha atacado de manera frontal el “sistema de dominación”, este sistema busca darle muerte.

 

De lo antes dicho, se deriva algo fundamental: Jesús estaba tenso en estos momentos, es decir, la cena tiene un alto tinte dramático: Jesús siente cerca la muerte, pero también tiene la esperanza de que Dios lo salvará…

 

Las más viejas tradiciones ubican la casa donde se llevó a cabo “La Última Cena”, en un barrio cercano donde estaban los sumos sacerdotes. Esto es posible, porque ellos no sospecharían que Jesús estaba tan cerca de ellos. Algunos identifican esa casa como la de Juan Marcos (El Evangelista Marcos)

 

Una base para esa forma de pensar, es el hecho de que las antiguas comunidades cristianas, se reunían a orar en la casa de Marcos: “En seguida Pedro, se fue a la casa de María, la madre de Juan Marcos, pues muchos de los seguidores de Jesús estaban orando allí” (Hechos 12: 12)

 

Ya en la cena, Jesús habla de quien le va a traicionar, los discípulos comienzan a preguntarle cuál de ellos será, leamos Mateo 26: 23: “Jesús les contestó: uno que moja el pan en el mismo plato que yo, va a traicionarme”.

 

Aquí vale la pena dar un detalle histórico: era costumbre que, en esta comida ritual, hubiera un plato común lleno de salsa dulce en que se remojaba el pan y las hierbas amargas (Éxodo 12: 8), el traidor estaba a punto de romper la solidaridad del grupo que se concretaba en este gesto.

 

 Mateo presenta un pequeño detalle, que diferencia al traidor de los que están en comunión con él: Todos le dicen “Señor”, Judas se limita a decirle “maestro” (Mateo 26: 25). “maestro”, es el apelativo con tratan a Jesús sus enemigos (Mateo 22: 15 – 16; Mateo 22: 24; Mateo 22: 34 – 35; Marcos 12: 32)

 

Judas trata a Jesús como lo hacen sus enemigos, Judas ya es enemigo de Jesús, Judas no entiende que Jesús es el Señor. Además, cuando en la cultura de Jesús, alguien comparte una comida, trasmite un mensaje de amistad y paz. Por eso la traición es más profunda:

 

“Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla” (Salmo 41: 9) …

 

Marcos añade unas palabras de Jesús respecto al traidor: Marcos 14: 21: “El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de él, pero ¡Ay de aquél que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!”.

 

Jesús es un hombre libre, él actúa durante esta última semana como siempre con plena libertad, es desde ahí que, Jesús, más que maldecir, advierte al traidor. Jesús dice que se va, como está escrito, indudablemente el telón de fondo de estas palabras, es el pasaje del siervo sufriente en Isaías 53.

 

Hay algo totalmente cierto, Jesús sabe que será traicionado, vendrá la negación de Pedro y la huida del resto del grupo…

 

En el caso de Lucas hay otra variante al comienzo de la cena: Lucas 22: 15: “y les dijo (Jesús): con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer” …

 

Lucas asume la práctica griega de un banquete de despedida del Maestro con sus discípulos…

 

Veamos Mateo 26: 26: “Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo” …

 

Jesús funda los ritos del culto cristiano, en el momento central de la cena pascual. Jesús es el nuevo cordero pascual (Hebreos 9: 15, siguientes). Así, los rasgos de la Pascua antigua, siguen conservados en la Eucaristía cristiana (1 Corintios 5: 7 y siguientes)

 

Ahora, cuando Jesús dice: “éste es mi cuerpo”, no solamente está hablando de su parte física, refiere también a su capacidad de expresarse y relacionarse con los demás: se trata de la entrega total de la vida de Jesús, una entrega hasta la muerte.

 

Por otro lado, así como el pan une los granos que lo componen, en manos de Jesús, ese pan une a la comunidad que comparte la mesa de la nueva alianza, todos participan de la misma fuente de vida (Jesucristo) En esto consiste la salvación que ofrece Cristo, la unión de hombres, mujeres y pueblos, en un solo cuerpo, pasando por muchas pruebas, hasta alcanzar la resurrección.

 

Jesús quiso que lo recordáramos al partir y compartir el pan, se trata de que los creyentes nos partamos y compartamos dando la vida por el pueblo, valga decir que, si la Eucaristía se hace como mero rito, perdiendo esta dimensión socio – política, se está traicionando de nuevo a Cristo.

 

Veamos el versículo siguiente: Mateo 26: 27: “Tomó luego una copa y dadas las gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos” …

 

Antes de profundizar en este tópico, señalemos un detalle que sobre este pasaje aparece en Lucas (Lucas 22: 17 y 20): allí, Jesús toma dos copas, una en el versículo 17, que es la copa que reparte; y en el versículo 20, después de cenar toma otra copa, que define como la de la nueva alianza.

 

El caso de que Lucas hablara de dos copas fue confuso durante mucho tiempo, por eso en algunas traducciones se había omitido el verso 20. En realidad, lo que hay es una elaboración teológica: la primera copa es propia de la Pascua judía, en la segunda, se busca hacer una distinción con la Pascua cristiana (tesis de los especialistas de la Nueva Biblia de Jerusalén, Luis Alonso Schokel, los de la Biblia del Pueblo de Dios y los de la Biblia de Jerusalén Latinoamericana).

 

Otros especialistas expresan que, en la celebración se tomaban por lo menos tres copas (Tesis de los exegetas de la Biblia de estudio Dios Habla Hoy), otros hablan de cuatro copas (Especialistas de la Biblia Latinoamérica, los de la Biblia NVI de Estudio y José Ignacio y María López Vigil); lo cual no excluye, sino, que podría reforzar la explicación de la distinción que quiso hacer Jesús.

 

Jesús toma la copa y da las gracias: en el griego, el sustantivo de esta palabra es eucaristía: “acción de gracias”. Este sustantivo es el que el catolicismo toma para designar la Santa Misa. Valga decir que, en los versículos 26 y 27, Jesús bendice y da gracias, esto refleja la continuidad de esta última cena, con las Eucaristías de las comunidades judías y griegas con nuestras Eucaristías.

 

Cada vez que se celebra una Eucaristía (Y esta es la fe del catolicismo), Jesús se hace presente en el pan: este es signo de consagración que debe comprometer a las y los creyentes en la obra de su salvación, es decir, en la construcción de su Reino.

 

Avancemos un versículo más: Mateo 26: 28: “porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados” …

 

Jesús ubica su sacrificio en la línea de la sangre de las víctimas que sellaron la alianza entre Dios e Israel: veamos los versículos 6 y 8 de Éxodo 24: “Moisés echó en unos recipientes la mitad de la sangre de los toros, y la otra mitad la roció sobre el altar. Moisés tomó entonces la sangre que estaba en los recipientes, la roció sobre el pueblo, y dijo: Esta sangre confirma el pacto que Dios ha hecho con ustedes”.

 

Este pacto, se había llevado a cabo doce siglos antes de la llegada de Jesús, el tiempo pasó y el pueblo falló muchas veces en su alianza, por lo que los profetas hablaron de una nueva alianza con el objeto de perdonar los pecados (Ezequiel 36: 22)

 

En la cruz, Jesús sella la alianza nueva entre Dios y los hombres, cosa que como acabamos de decir, ya habían señalado los profetas: “El Dios de Israel dice: Viene el día en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá” (Jeremías 31: 31)

 

De hecho, ese nuevo pueblo no tendría como distintivo la raza, sino, el que han sido objeto de la gracia de Dios, de eso trata la Iglesia…

 

En este contexto, Jesús toma para sí, el rol de redención universal que se mira en el “siervo sufriente” (Isaías 42: 6; 53: 11). El tema de que el Nazareno es la base de la nueva alianza, también es expresado por San Pablo (1 Corintios 11: 25)

 

Jesús se entrega en el pan y en el vino, el llamado es a compartir, a ejercer solidaridad (Jesús distribuye el pan y el vino); al beber el vino, los discípulos comparten el destino de su Maestro y Señor. Se sella la alianza, se constituye el nuevo pueblo de Dios: beber el cáliz implica asumir el sacrificio de Jesús y comprometerse con su proyecto de vida (El Reino de Dios)

 

Es decir, al participar con Jesús y en Jesús, sus seguidores pasan de la muerte a la resurrección, de la dominación a la libertad…

 

Esta entrega se coloca en la línea de la vida pública de Jesús: en muchos momentos Jesús enseñó durante las comidas, y se puede rastrear en otros momentos, el tema de los banquetes son objeto de sus parábolas y las comidas colectivas fueron criticadas por sus oponentes: Marcos 2: 16: “Cuando algunos maestros de la Ley, que eran fariseos, vieron a Jesús comiendo con toda esa gente, les preguntaron a los discípulos: ¿por qué su maestro come con cobradores de impuestos y con gente de mala fama?”.

 

El punto central de estas comidas, era la oposición al “sistema de dominación”: en él, la imagen y los acompañantes al comer era fundamental, en dicho sistema la base era la exclusión, sustentada en diversas razones: la raza, la religión, las riquezas.

 

Jesús propone el compartir la mesa como elemento de inclusión, esa inclusión tenía significado religioso – político: religioso porque mostraba la presencia de Dios. Político, porque destruía las barreras que impedían la libre convivencia.

 

El otro elemento es que estas comidas no eran simples ritos de una renovación religiosa, eran comidas reales, como las que compartimos cuando simplemente tenemos hambre: en la enseñanza de Jesús, el pan, el alimento, es objeto esencial para subsistir (“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”)

 

Los campesinos que escuchaban a Jesús, tenían claro que el pan era equivalente a sobrevivir, el otro elemento para lograr salir adelante era el endeudamiento que permitía a las clases poderosas seguirse enriqueciendo a costa de los menos favorecidos. Como ya hemos dicho, esta era parte de la dinámica económica del “sistema de dominación”.

 

Veamos Mateo 26: 29: “Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo en el Reino de mi Padre” ...

 

Con esta alusión a la plena fe de Jesús en la instauración del Reino de Dios, cierra la última cena. La muerte es inminente, pero Jesús confía en el triunfo final del proyecto por el que va a entregar la vida (Recuérdese acápite III)

 

La confianza de Jesús se manifiesta en la llegada de ese banquete, que es el Reino de su Padre: el gozo máximo de los elegidos: hay una perfecta comunión entre Jesús y sus seguidores…

 

Súmese a partir de estas palabras de Jesús, que en cada Eucaristía se anuncia el día en que Jesús celebre el banquete del Reino, con toda la humanidad unida a Cristo…

 

En Lucas estas palabras que hemos citado de Jesús, se encuentran un poco cambiadas: Lucas 22: 16: “porque os digo que ya no la comeré (la Pascua) más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios”. Y más adelante, en el verso 18, se citan las palabras de Mateo 26: 29. Este cumplimiento en el Reino de Dios, no es otra cosa que las bodas del cordero (Apocalipsis 19: 9)

 

Es más clara aquí la alusión al banquete escatológico, el hecho de que la Eucaristía señala hacia el final de los tiempos…

 

No se puede perder de vista que, como lo hemos visto desde que reflexionamos el lunes Santo, que Jesús deslegitima al Templo, con lo que cuestiona el “sistema de dominación” y, si tomamos en cuenta que lo que conocemos como “la última cena”, es en realidad el primer culto cristiano, dicho culto marca distancias con las solemnidades del templo.

 

El momento más importante de la comunidad de fe cristiana, es una comida inyectada de fraternidad, donde se hace presente la muerte y la resurrección. No en balde en la Eucaristía católica, la feligresía dice: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección: ven Señor Jesús”.

 

La Pascua judía, se enmarca dentro de la acción de Dios en pro de la liberación política de Israel del imperialismo egipcio, la pascua cristiana, se enmarca dentro de la acción de Dios en pro de la liberación integral del mundo entero.

 

Profundicemos en este punto: El contexto en el que surge la primera pascua (Éxodo 12), es la víspera del azote de la última plaga que afectará a Egipto, esa décima plaga, que era la muerte de los primogénitos, es la que quebrará la rigidez de faraón.

 

En este marco, el cordero pascual tenía dos funciones: la primera, es que la sangre del cordero, fue la que se usó para pintar el dintel de las puertas de las casas hebreas, para que el “ángel exterminador” pasara de largo y no matara a sus primogénitos (Éxodo 12: 7 y 23)

 

La segunda función, es que el cordero servía de alimento a las familias, éste era el que les iba a dar fuerzas para el viaje que debían emprender, la pascua judía era “la última cena, en Egipto, tierra de opresión” …

 

Para una mayor comprensión sobre esto, podemos decir que la pascua, era como la fiesta de independencia nacional, era una fiesta político – religiosa: Dios fue el que les abrió los caminos de la liberación del imperio egipcio.

 

Por otro lado, la pascua es un memorial, es decir, no se trata de recordar solo el pasado, sino, hacer presente elementos básicos de ella. Lo expresan muy bien Borg y Crossan: “No eran solo nuestros padres y madres los que estaban esclavizados por el Faraón en Egipto; sino nosotros, todos nosotros reunidos esta noche aquí, éramos esclavos del Faraón en Egipto; y no solo nuestros padres y madres fueron liberados por la grandiosa y poderosa mano de Dios, sino que todos nosotros hemos sido liberados por Dios”.

 

El origen subversivo de este relato, se prueba cuando se sustituye el opresor de aquel momento por otro: el imperio romano o cualquier otro…

 

En este mismo sentido, la Eucaristía es también un memorial; y cada vez que se realiza, permite evaluar el grado de entrega del seguidor de Jesús y de la comunidad. De igual manera, se puede reflexionar en torno al avance del Reino de Dios.

 

En suma y citamos de nuevo a Borg y Crossan: “La Última Cena, se relaciona con el pan para el mundo, la justicia de Dios contra la injusticia humana; una Nueva Pascua desde el cautiverio a la liberación, es participación en el pasaje que conduce a través de la muerte a una nueva vida”.

 

Abordemos ahora el mismo relato, pero en San Juan: en este capítulo, la pasión arranca con el lavatorio de los pies. Este relato fue evolucionando en sus significados:

 

  • Ejemplo de humildad y servicio al prójimo, dado por Cristo a los discípulos.
  • Luego el texto, se completa con los versículos del 6 al 10, dándole un sentido sacramental, la purificación se obtiene por la participación en el sacrificio de Cristo y no por la sola obediencia a su palabra.

 

Si se asume el segundo significado, debe tenerse claro que, ese lavado era purificación, como lo es el objeto del bautismo (por eso se dice que a este gesto se le da un significado sacramental) …

 

Ahora bien, en parte del versículo 1 de Juan 13, leemos: “…habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” …

 

Estas palabras significan que Jesús vive y muere por los que le pertenecen…

 

Antes de continuar, vale la pena destacar un punto; y es que, contrario a los sinópticos, Juan no relata ni la cena pascual ni lo que en el catolicismo se considera la institución de la Eucaristía (Esto más bien puede ubicarse en Juan 6: 51 – 59), este Evangelista, opta por el lavatorio de pies para trasmitir su teología.

 

Juan 13: 2: “Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle” …

 

Como ya lo hemos dicho más arriba, desde la perspectiva eminentemente histórica, el tema del diablo y su penetración en el corazón de Judas, no es válida, por su parte, es claro que esa no es la posición de Juan. En este Evangelio, el mundo invisible tiene un papel fundamental y actúa detrás de los protagonistas.

 

Veamos ahora el tema del lavado de los pies: Juan 13: 5: “Luego (Jesús) echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba en la cintura” …

 

El significado físico del gesto, se sopesa si se toma en cuenta que los judíos pobres andaban descalzos y los otros en sandalias, por lo que, gracias a los polvorientos caminos, sus pies estaban sucios y se consideraba un gesto de cortesía, el ordenar a un sirviente que lavara los pies del caminante (Génesis 18: 4)

 

Este versículo se inscribe en el contexto dicho anteriormente, en el que Jesús les da ejemplo a sus discípulos de humildad y servicio al prójimo, esto por cuanto esa labor, solo correspondía a los esclavos no judíos…

 

Como puede verse, en aquella noche Jesús se hace sirviente, se hace esclavo de todos. Y esto ubica de nuevo a Jesús, en la línea del “siervo sufriente” de Isaías, cosa que nos queda más clara gracias a San Pablo: “…se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos” (Filipenses 2: 7)

 

Jesús se hace nada, con lo que, de nuevo, se torna una figura desafiante con las cúpulas de su Iglesia: sacerdotes, pastores, teólogos…

 

En síntesis, Dios se presenta como servidor, como compañero, Jesús está en medio de los suyos, ejerciendo solidaridad…

 

En otro orden de cosas, ya cuando Jesús le está lavando los pies a los discípulos, resulta que Pedro se niega: Juan 13:8: “Le dice Pedro (A Jesús): No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: si no te lavo, no tienes parte conmigo”.

 

Lo que en los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), significa el compartir el pan y la copa, significa en Juan, permitir que Jesús le lave los pies al discípulo. Si Pedro no permite este acto, se iguala a Judas: quedaría fuera de la comunión con Jesús, de su obra y su gloria.

 

Pero Pedro eso no lo entiende, le pide a Jesús que, si le ha de lavar los pies, pues que le lave también las manos y la cabeza (Juan 13: 9). Leamos el verso siguiente: Juan 13: 10: “Jesús le dice: el que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios. Aunque no todos”.

 

De nuevo, aquí cabe un detalle histórico – teológico que permite una mejor comprensión de las palabras de Jesús: los peregrinos que iban a Jerusalén, se habían ya purificado, Jesús lava los pies de los que ya se habían bañado conforme a la Ley (Números 9: 6). Así queda explicada la respuesta de Jesús a Pedro.

 

Entonces: ¿En qué consiste esa limpieza?: es un logro del sacrificio de Jesús en la cruz. Esto lo explicará el mismo Juan, en su primera carta: “Pero si vivimos en la luz, así como Dios vive en la luz, nos mantendremos unidos como hermanos y Dios perdonará nuestros pecados por medio de la sangre de su Hijo Jesús” (1 Juan 1: 7)

 

Leamos Juan 13: 14: “Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros” …

 

Este ejemplo de humildad y servicio, tiene una significación especial: Jesús no tiene problema en humillarse, en entregarse hasta la muerte. Pero además, al mandar a sus discípulos a hacer lo mismo, confirma un principio opuesto al “sistema de dominación”: el servicio en lugar de un ejercicio del poder jerarquizado.

 

Veamos Juan 13: 15: “Os he dado ejemplo para que hagáis lo que yo he hecho” …

 

Este acto de Jesús, es la entrega que deben imitar los discípulos, desde el servicio hasta entregar la vida…

 

Ahora bien, así como en Mateo, Marcos y Lucas, se anuncia la traición de Judas, en este capítulo 13, eso también se presenta: Juan 13: 18: “…El que come mi pan ha alzado contra mí su talón” …

 

El cuarto Evangelista, refleja como Judas es sujeto del maligno: Juan 13: 27: “Y entonces, tras el bocado, entró en él (Judas) Satanás. Jesús le dice: Lo que vas a hacer hazlo pronto” …

 

Detrás de los adversarios de Cristo está Satanás, él es su verdadero contendiente. El objetivo del maligno, es matar a Jesús para poder seguir dominando, pero lo irónico es que precisamente con la muerte de Jesús, éste obtendrá la victoria (Juan 12: 31 y siguientes)

 

Ahora, como lo hemos dicho antes, desde una perspectiva histórico – liberadora, sería más preciso decir que Judas actúa libremente y escoge entre dos caminos: el mundo de Dios, el mundo de la verdad o su opuesto. Judas abandona el seguimiento a Jesús, él ha escogido lo opuesto. Cuando Judas abandona a Jesús, es que desde la perspectiva Joánica, Satanás entra en él. 

 

Leamos Juan 13: 30: “En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche” …

 

Judas sale de la luz de la presencia de Jesús, a las tinieblas del mundo satánico. Es la hora de las tinieblas…

 

Veamos el versículo siguiente: Juan 13: 31: “Cuando salió, dice Jesús: Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él” …

 

Contrario a Mateo, Marcos y Lucas, la Pasión comienza al salir Judas. Jesús ya celebra su victoria. Y si bien es cierto, cabe esta óptica, no se puede negar que esa glorificación está envestida de tensión: las alternativas comienzan a cerrarse para Jesús.

 

Hablando de su glorificación dice Jesús: Juan 13: 32: “Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también lo glorificará en sí mismo” …

 

Dios – Padre glorificará al Hijo, uniéndolo a su gloria…

 

Ahora, para que Jesús sea glorificado, debe irse, para los judíos (Así define Juan a los enemigos de Jesús a los que no creen en él y no se está refiriendo a la generalidad del pueblo) esta partida será definitiva, para sus seguidores, será momentánea: Juan 13: 33: “Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros”.

 

En el capítulo 13 de Juan, Jesús presenta el mandamiento del amor: versículo 34: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros”.

 

Este es el testamento de Jesús, esta idea sobre el amor, ya estaba presente en la Ley de Moisés (Levítico 19: 18), entonces: ¿Por qué se habla de un mandamiento nuevo?: porque Jesús es el que perfecciona el mandamiento, él es el que lo convierte en signo de los nuevos tiempos, esos tiempos que comienzan y se revelan en la cruz. Los cristianos deben amarse como Jesús los ama (Hasta la muerte)

 

Asimismo, Dios nos muestra que, no es ningún modelo político, ningún modelo económico, ninguna estructura económica, la que libera al ser humano, es el amor, es el amor el acicate por el que el ser humano encuentra la plenitud de su dignidad: he aquí la base de un ser humano nuevo.

 

 

 

2) Jesús consuela a sus discípulos

(Juan 14: 1 – 16: 33.)

 

En esta parte de nuestro trabajo vamos a ingresar en unos discursos de Jesús que son altamente simbólicos, por lo que es importante destacar algunas características propias del Evangelio de Juan y que lo diferencian de los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas)

 

  • Hay una relación entre las ideas de los esenios del Qumrán con las ideas de la obra de Juan, por ejemplo, el uso de términos como luz y tinieblas, verdad y error etc.
  • La comunidad de Juan evoluciona progresivamente a la verdad por la acción del Espíritu Santo.
  • El lenguaje usa palabras cotidianas, pero con gran profundidad, esto lo hace fácil y difícil a la vez, además, impide que se cubra todo su alcance, por ello en estas líneas, no cubriremos toda la profundidad de estos discursos.
  • En lugar del uso de las parábolas de los sinópticos, se usa el símbolo, por ejemplo, el caso de la vid verdadera.

 

Hecha esta pequeña introducción: Leamos Juan 14: 1 – 2: “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.”.

 

Jesús nos dice que no debemos temer al dominio de Satanás (Como se mostraba en aquella hora de tinieblas que ya habían abrazado a Judas). Debía confiarse en Dios (La confianza es el remedio a un corazón afligido), porque, así como Dios había preparado una tierra para los israelitas liberados de la opresión de Egipto, así Jesucristo, prepararía un lugar para sus discípulos.

 

Ya lo dice San Pablo: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos” (2 Corintios 5: 1) …

 

Dice Juan 14: 3: “Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros” …

 

Vemos aquí como Juan plantea la segunda venida de Cristo (La Parusía): en el tema de la Parusía, se centra toda la espera de la Iglesia. Esto se reitera en 1 Juan 2: 28: “ahora, hijos míos, sigan unidos a Cristo. Así, cuando él regrese, lo estaremos esperando confiadamente…”.

 

Resulta clara que la Segunda Venida de Cristo, implica su continua presencia entre sus seguidores, después de la resurrección, sobre todo por medio del Espíritu Santo…

 

Regresemos al Evangelio: Juan 14: 6: “Le dice Jesús (a Tomás): Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” …

 

Aquí hay tres títulos de Jesús:

 

  • Camino: nos enseña a andar por la senda que lleva al Padre. A través de él vemos al Padre. Esta visión es independiente de la religión y la cultura del ser humano.
  • Verdad: Jesús nos enseña la verdad, no solo desde una perspectiva moral, sino, también desde un proyecto (El Reino de Dios), que implica liberación de todas las ataduras que oprimen al ser humano.
  • Vida: vida que es servicio, solidaridad, libertad.

 

Más adelante, hablando con Felipe, dirá: Juan 14: 10: “¿No crees (Felipe) que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.”.

 

Las enseñanzas de Jesús no son de origen humano, además, en Él, hay plena concordancia entre palabra y obra. Solo la fe nos permite mirar al Padre en el Hijo y al Hijo en el Padre. Y este es un “punto de quiebra” entre las dos ópticas con que se puede mirar a Jesús: solo como un personaje de la historia; o desde una perspectiva de fe, donde Jesús tiene una experiencia de Dios que lo confirma como Hijo Único de Dios.

 

Es claro que aquí, y como parte de este intento de lectura liberadora, complementamos ambas ópticas, es decir, estamos convencidos de que: “El Jesús histórico” conduce al Cristo de la fe”, pero además, que ninguna de las dos ópticas por si sola, es suficiente para abordar a Jesús desde una reflexión teológica.

 

Leamos Juan 14: 12: “En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre” …

 

Las obras que Jesús hizo implicaban hacer presente el Reino de Dios, y una forma de hacer presente el Reino es lo que en los sinópticos se conocen como milagros y que, Juan en su Evangelio, llama signos. Conforme a este versículo, estos milagros o signos, continuarán en los discípulos. Será por medio del Espíritu Santo que actuarán, por medio de sus carismas, al ser enviados por Cristo ya glorificado y “…sentado a la derecha del Padre”.

 

Ahora, desde una perspectiva más histórica, por encima de hacer énfasis en lo sobrenatural de los milagros o signos, podemos decir que esas obras mayores, implican el sacrificarse por los hermanos y la fidelidad al mensaje cristiano toda la vida.

 

Otra manera de ver el tema de “las obras mayores”, está relacionado con la llegada del Espíritu Santo y la evangelización. Es decir, Jesús prácticamente habló y actuó en Israel, mientras que posteriormente (como una obra mayor), el Evangelio se desbordaría a toda la tierra.

 

“Pero quiero que sepan que el Espíritu Santo vendrá sobre ustedes, y que recibirán poder para hablar de mí en Jerusalén, en todo el territorio de Judea y de Samaria, y hasta en los lugares más lejanos del mundo”. (Hechos 1: 8)

 

En suma, que la obra de salvación se profundizará y se extenderá en la Iglesia…

 

 

Observemos Juan 14: 15: “Si me amáis guardaréis mis mandamientos” …

 

Con estas palabras, Jesús confirma que es Dios, solo Dios tiene derecho a ser amado y obedecido. Pero además, que el amor y la fe (Santiago 2: 14 – 26), no pueden dividirse o separarse de la obediencia…

 

Veamos el verso siguiente: Juan 14: 16: “y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre” …

 

Aquí habla Jesús del Espíritu Santo, enunciemos algunos elementos sobre él:

 

  • Será enviado por Jesús después de su partida (Hechos 2: 33)
  • Estará siempre con los discípulos.
  • Para recordar y completar la enseñanza de Cristo, llevando a los discípulos por los caminos de la verdad, y explicando el sentido de los eventos a futuro.
  • Va a glorificar a Cristo por su testimonio (1 Juan 5: 6 – 7) de que la misión de Jesús venía de Dios y que el mundo, engañado por Satanás, se ha equivocado al no creer en él.
  • Es abogado que nos defiende ante el tribunal de Dios de las acusaciones de Satanás, quien es el acusador (Zacarías 3: 1 y siguientes; Apocalipsis 12:10); esto gracias al sacrificio expiatorio de Jesús (Apocalipsis 12: 9 – 11)

 

En este y otros versículos se le da al Espíritu Santo el título de Paráclito (defensor, consolador, abogado, intercesor, valedor); el Paráclito es “la persona que ayuda a otro, con su influencia o poder” (Luis Alonso Schokel) …

 

Verso siguiente, Juan 14: 17: “el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros” …

 

Ese término del Espíritu de la verdad, proviene de los esenios del Qumrán, ellos contraponían el Espíritu de la verdad al “Espíritu del error” (1 Juan 4: 6). Este hecho y la posibilidad del adelantamiento de la celebración de la cena Pascual que hemos apuntado más arriba, nos conducen a sintetizar un poco del pensamiento de este grupo, para ello, nos basaremos en lo expuesto por los especialistas de la Biblia de Estudio NVI:

 

v  Parece que surgieran de un grupo o secta judía llamada los “jasidim” (“piadosos”) del siglo II a. C., de este mismo grupo, surgen los fariseos, pero los esenios se separaron de los “jasidim” más tarde (1 Macabeos 2: 42; 7: 13)

v  Grupo muy estricto y celoso, apoyaron a los macabeos en su rebelión contra los sirios entre 165 y el 155 a. C.

v  Eran estrictos observantes de las leyes de purificación de la Torá.

v  Tenían sus pertenencias en común.

v  Tenían un gran sentido de responsabilidad mutua.

v  Adoraban a Dios y leían sus escritos sagrados diariamente.

v  Hacían votos solemnes de piedad y obediencia.

v  En las épocas sagradas y días festivos, hacían sacrificios.

v  No se condenaba el matrimonio, pero se prefería el celibato.

v  Todo sucedía por causa del destino.

 

Ahora bien, hablando propiamente del mensaje del versículo, vemos que el Espíritu se caracteriza por la verdad y lleva al creyente a la verdad de Dios, de igual manera, es la verdad la que une a las personas de la Trinidad: “…oh Señor, Dios de verdad” (Salmo 31: 5)

 

Regresemos a Juan 14, Juan 14: 18: “No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros” …

 

Aquí, Jesús se iguala al Espíritu Santo y por ende a Dios – Padre. Juan revela aquí la Trinidad, pero esta revelación no es clara, por lo menos para lectores como nosotros, quizás no se puede decir lo mismo de los receptores originales del Evangelio.

 

Leamos Juan 14: 20: “Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros” …

 

Cuando Jesús habla del “día”, no está hablando de un día común y corriente, cuando se habla del “día”, Jesús usa el término como lo usaban los profetas: el tiempo de las grandes intervenciones de Dios (Isaías 2: 7), parece que esa intervención, implica del tiempo de la resurrección de Jesús en adelante.

 

Asimismo, este versículo muestra una relación única: así como Jesús está unido a Dios – Padre, los discípulos están unidos a Jesús. Y claro, esto solo es posible por el Espíritu Santo, que es la forma en la que Dios se comunica con nosotros.

 

Observemos Juan 14: 23: “Jesús le respondió (a Judas, no el Iscariote): Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. Entonces vendremos a él para poner nuestra morada en él” …

 

¿Cómo guardar la palabra de Cristo?: permitiendo que invada nuestra vida, para morir a nosotros mismos (En los apuntes iniciales, hemos hablado algo de este tema) y permitir que Dios se manifieste en nosotros…

 

Veamos Juan 14: 28: “Habéis oído que he dicho: me voy y volveré a vosotros. Si me amarais, os alegraríais de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo” …

 

Aquí parecería que hay una contradicción con lo dicho antes sobre la revelación de la trinidad: al final: ¿Jesús es igual al Padre o no?: en este versículo, Jesús se coloca ya no en condición de igualdad, sino como siervo (En razón de la encarnación), esto, por cuanto hace la voluntad del Padre que le ha enviado y, por ende, guarda sus mandamientos: aquí, Jesús no es más grande que el que le envía. Citamos aquí a San Hilario: “El Padre es más grande por ser el que da, pero si da al Hijo su propio ser Único, el Hijo ya no es menos que el Padre”.

 

Como podemos ver, conforme Jesús va hablando, va cambiando su rol, esto es parte de la complejidad de los discursos en Juan, además de los simbolismos con los que habla Jesús en este Evangelio...

 

Esto nos permite pensar en algo: si se desea emprender la aventura de comparar el Evangelio de Juan con los sinópticos (Cosa que no estamos haciendo aquí o quizás sí, de forma mínima, en relación al Triduo Pascual), debe tenerse presente que los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas, fueron escritos 30 años antes que el Cuarto Evangelio.

 

Por eso, entre otras razones, son las muchas diferencias entre uno y los otros, lo cual refleja también las distintas formas de expresarse de las diversas comunidades cristianas de aquel entonces…

 

Lo mismo pasa hoy en el catolicismo, no es lo mismo una Iglesia tradicional, que una comunidad renovada o una Comunidad Eclesial de Base, lo mismo puede decirse del protestantismo, donde no es lo mismo una comunidad Bautista, que una Pentecostal etc.

 

Ahora, entre catolicismo y protestantismo, la diferencia radica en que, en el primero, la diversidad de movimientos conforma una misma Iglesia, mientras que en el segundo, muchas veces la diversidad se manifiesta en distintas Iglesias. Dejamos este punto aquí, ya que no es de interés de este documento.

 

Por otra parte, si queremos mirar este capítulo de forma sintética, veremos que Jesús presenta tres etapas de la vida espiritual:

 

 

Ø  Guardar las palabras de Jesús: meditarlas, practicarlas, que den fruto en nosotros.

Ø  El Espíritu Santo nos instruye sobre lo que debemos pedir en nombre de Cristo. El Espíritu es la nueva presencia de Jesús entre los suyos (No se tiene que morir o esperar la Parusía para experimentar su presencia), une y fortalece la comunidad, la prepara para luchar contra el mundo.

Ø  Llevar a cabo la práctica de Jesús.

 

Vamos ahora a Juan 15. Es en este momento que Juan presenta la imagen de la viña, que en el caso de los sinópticos se observa con la parábola de los viñadores malvados que hemos analizado más arriba. En este caso, Jesús mismo es la vid y su fruto es el nuevo Israel que contrario al antiguo, no debe defraudar las aspiraciones de Dios.

 

De lo antes expuesto, trata el versículo 1, del capítulo 15: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador” …

 

Veamos el versículo siguiente: Juan 15: 2: “Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo lo que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto” …

 

El fruto es la santidad de una vida fiel a los mandamientos de Jesús, sobre todo el que Él ha llamado el mandamiento nuevo. El sarmiento es signo del cristiano, por lo que verdaderamente, las y los creyentes, son el cuerpo de Cristo. ¿Y cómo estar unidos a Cristo?:

 

-          La fe.

-          La oración.

-          El culto a su Palabra.

 

¿Y cuáles son los frutos de estar unidos a la vid?:

 

  • Servicio.
  • Comprensión.
  • Justicia social.
  • Vida consagrada.

 

 

Como puede verse, la salvación no es cosa mágica…

 

Vayamos a Juan 15: 9: Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor” …

 

Para permanecer en Cristo, hay que permanecer en su amor y para ello, se debe dar la vida, guardar los mandamientos y dar prioridad al amor de Dios…

 

Leamos Juan 15: 16: “Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes   y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre”.

 

Jesús les dice a sus discípulos, que Él los escogió, y esto resulta clave, porque tradicionalmente, los discípulos eran los que escogían a su maestro (Recordar de nuevo, los apuntes iniciales). En suma, también los creyentes son escogidos por Jesús: “Desde antes de crear el mundo Dios nos eligió, por medio de Cristo, para que fuéramos solo de él y viviéramos sin pecado” (Efesios 1: 4)

 

Ahora, el objetivo es dar mucho fruto, el amor de mide por los frutos (sacrificio, obediencia, compromiso y fidelidad). Y ese amor, se presenta cuando se comparte el pensamiento de Cristo, cuando se comparte su Espíritu (El Espíritu Santo) 

 

Leamos Juan 15: 18: “Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros.” …

 

Puesto que hay una unión entre Jesús y sus discípulos, también esa unión se mostrará en el odio que les tendrá el mundo a los seguidores de Jesús. Y aquí vale la pena aclarar que es lo que entiende Juan por el mundo…

 

Con mucha frecuencia, este autor habla del mundo, entendido éste como el enemigo de Cristo. El mundo seguirá persiguiendo a Jesús en sus discípulos: recuérdese las palabras de Jesús a Saulo: “… Yo soy Jesús, a quien tú persigues…” (Hechos 9: 5).

 

Así, si tenemos esperanza en Dios, esa prueba nos debe fortalecer en vez de desanimarnos, esa prueba es la forma en que Dios – Padre, limpia la rama para que ésta pueda dar más frutos…

 

Veamos el versículo siguiente: Juan 15: 19: “No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los elegí de en medio del mundo y por eso el mundo los odia”.

 

El creyente lleva en sí, algo que el mundo no puede aceptar (La fe en Jesús, su enseñanza etc.) por eso es que Satanás lucha contra el creyente. Si no logra alejarlo de Jesús, o destruir su obra en el creyente, entonces, éste es sujeto del inmenso odio del enemigo, del mismo modo como odió a Jesús mismo.

 

Vamos ahora a Juan 15: 22: “Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no serían culpables de pecado. Pero ahora no tienen excusa por su pecado” …

 

Quienes buscan matar a Jesús, no habían aceptado su mensaje (A ellos se refiere Juan muchas veces como “los judíos”) habían visto al Hijo de Dios, las élites gobernantes judías, aparte de ver a Jesús, habían recibido la revelación del Antiguo Testamento, los que rechazaron a Jesús son totalmente culpables.

 

Leamos ahora el capítulo 16 de Juan: versículo 1: “Os he dicho esto para que no os escandalicéis” …

 

Jesús es previsor, les dice a sus discípulos acerca de las pruebas que han de pasar, con el objeto de que su fe no falle…

 

Sobre esta disyuntiva del mundo / Jesús y el mundo / seguidores de Jesús, es claro que, los opuestos se excluyen, no es factible una convivencia amor – egoísmo. Por eso el amor de Jesús y sus seguidores, es denuncia contra el mundo, por eso el mundo buscará eliminarlos. De ahí que la persecución es normal dentro del cristianismo. Si no hay persecución, en realidad, no hay verdadero cristianismo (San Oscar Arnulfo Romero). 

 

Vamos a un importante segmento de este capítulo: Juan 16: 8 – 11: “Cuando él venga (El Espíritu Santo), convencerá al mundo de un pecado, de una justicia, de una sentencia: el pecado, que no han creído en mí; la justicia, que yo voy al Padre y no me veréis más; la sentencia, que el príncipe de este mundo está sentenciado.”.

 

Jesús será sometido a juicio (de hecho, a dos, uno ante el Sanedrín, lo que se denomina el “proceso judío”; y el “proceso romano” ante Pilatos). Pero Dios – Padre, abrirá otro juicio, y en él, el Espíritu Santo será abogado, fiscal, guiará el juicio. Y en él, contrario a los “procesos judío y romano”, con su testimonio y razonamiento, vencerá o condenará al mundo. Ese juicio es el juicio de la cruz de Cristo, que condena a los jueces que llevaron a Jesús a la cruz.

 

De igual manera, ese convencimiento del Espíritu, tiene que ver con nosotros:

 

  • El convencimiento de pecado: es por el Espíritu Santo que nos reconocemos pecadores.
  • Convencimiento de justicia: el Espíritu Santo nos convence de que somos justos por la muerte de Cristo en la cruz; y no por nuestras propias obras.

 

Veamos Juan 16: 24: “Hasta ahora no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, así conocerán el gozo completo.” …

 

 

Se ora en el Nombre de Jesús, porque se confía en su poder, la oración verdadera está guiada por el Espíritu Santo, y Él es el que nos indicará cuando hacer un énfasis en la oración: al Padre o al Hijo (Romanos 8: 26) …

 

Será el Espíritu Santo, el que permita que la oración esté acorde con la voluntad de Jesús, con su proyecto, se trata de una oración que hace avanzar el Reino de Dios y será él mismo quien la conteste…

 

Leamos Juan 16: 27: “ya que el Padre mismo los ama porque me han amado y han creído que yo he venido de parte de Dios.” …

 

Puesto que los discípulos han amado y han creído en Cristo, el Padre escuchará sus oraciones, hechas en el nombre de Jesús…

 

Vayamos a Juan 16: 28: “Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y vuelvo al Padre” …

 

 

He aquí el mensaje básico de Juan, su mensaje más puro, este es el resumen del discurso de Juan sobre Jesús. Este mensaje solo puede ser plenamente revelado por el Espíritu Santo…

 

Observemos Juan 16: 32: “Miren que la hora viene, y ya está aquí, en que ustedes serán dispersados, y cada uno se irá a su propia casa y a mí me dejarán solo. Sin embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo” …

 

Los discípulos no estaban preparados para lo que iba a suceder, Jesús sabía que iban a quebrarse, pero la clave aquí, es que la comunidad, la Iglesia, no está fundada en la fortaleza de los creyentes, sino, en la capacidad de Dios de estar con ellos pese a las fallas.

 

Leamos ahora Juan 16: 33: “Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí. Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero ánimo, yo he vencido al mundo” …

 

Jesús, de acuerdo a estas palabras, ya se siente vencedor, Jesús en la cruz es victorioso, esa es parte de las cosas que el cristiano debe experimentar. Por eso en el cristiano, debe haber: esperanza, alegría y paz…

 

 

3) Getsemaní

(Mateo 26: 36 – 46; Marcos 14: 32 – 42; Lucas 22: 40 – 46.)

 

Leamos Mateo 26: 36: “Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: “Sentaos aquí, mientras voy allá a orar”.

 

Getsemaní significa “lagar de aceite” o “prensa de aceite”. Se ubica en el valle del Cedrón, al pie del monte de los Olivos…

 

Vamos al versículo siguiente: Mateo 26: 37: “Se llevó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo (Santiago y Juan); y comenzó a sentir tristeza y angustia” …

 

 

Los que fueron testigos de la transfiguración, debían ser testigos de su agonía (sabemos que son Santiago y Juan, porque así los dice Marcos 14:33), pero finalmente no es así. Se presenta en este momento una realidad contradictoria: los que compartían la comunión con Jesús, estaban dormidos, pero el que había roto la comunión (Judas), está despierto, preparando la entrega de Jesús.

 

Veamos Mateo 26: 38 - 39: “Es tal la angustia que me invade, que me siento morir (les dijo a sus acompañantes). Quédense aquí y manténgase despiertos conmigo. Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y suplicaba así: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú”.

 

Mateo dice que Jesús ora diciendo: “Padre mío”, Marcos dice: “¡Abba, Padre!” (Marcos 14: 36); se muestra así la familiaridad de Jesús con el Padre, le dice “papá, papito”, esta familiaridad la continúan los cristianos: “…El Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: ¡Abbá! ¡Padre!” (Romanos 8: 15)

 

Para comprender el valor de esa intimidad de Jesús con su Padre, y que se nos hereda, hay que tener claro que ni en el Antiguo Testamento, ni en el judaísmo, se usaba esa palabra para designar a Dios…

 

Como puede verse, Jesús no muere serenamente (Está al límite de la desesperación), el peso que lleva en su corazón es inmenso (Él ora por liberación), desde una perspectiva de fe, podemos decir que aquí se mira claramente la figura del Cordero de Dios que lleva el pecado del mundo, también la figura del Siervo sufriente, sobre el que cae la ira de Dios.

 

Jesús mira la muerte inminente, y siente miedo, Jesús busca librarse de la muerte, pero avanza hacia la aceptación de la voluntad de Dios – Padre. No deja de ser cierto que, en este momento, se visualizan dos peticiones del “Padre Nuestro”: “Hágase tu voluntad” y “no nos dejes caer en la tentación”.

 

Rescatamos una idea que hemos expresado en el párrafo anterior: Jesús busca librarse de la muerte. Jesús no quería morir:

 

“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente” (Hebreos 5: 7) …

 

Vamos al versículo siguiente: “Aunque él era Hijo de Dios, por medio del sufrimiento aprendió lo que significa obedecer siempre a Dios”…

 

Es decir, Jesús vivió a fondo su fe, aceptando hasta el final los costos de ser fiel a la voluntad de Dios, así vivió la mayor oscuridad, que ya se mira en este pasaje del Getsemaní y que, experimentará en el abandono de Dios en la cruz, como lo veremos más adelante. De esto, podemos tener claro que ni frente a la muerte de su Hijo y sus ruegos, Dios manipuló la historia.

 

Jesús está en una situación límite, donde parece que su acción pierde sentido y su fe se pone a prueba por el silencio de Dios. Y de nuevo, desde la perspectiva de la fe, y propiamente desde una teología de la salvación (Que como hemos dicho, no despreciamos aquí, aunque no es nuestra óptica fundamental), podemos decir que Jesús sufre la paga de los pecadores, aunque él no hubiera pecado. Precisamente porque él pasó las pruebas del sufrimiento sin pecar, puede ayudar a los que se ven probados (Hebreos 2: 18)

 

Hemos dicho que la fe de Jesús, se pone a prueba por el silencio de Dios y ese silencio, fue por el pecado: “Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos inocentes por medio de Cristo” (2 Corintios 5: 21)

 

Pese a ese silencio, Jesús entra en la etapa final, diciendo que se haga la voluntad del Padre, es en ese momento, que se perfecciona la salvación por medio de Jesucristo (Hebreos 2: 10) …

 

Sobre la agonía de Jesús en el Getsemaní, vale destacar que Jesús está unido a la voluntad de Dios, pero eso no significa que no tuviera temor o le hubiera sido amputado su instinto de conservación…

 

Lucas nos dice que tal era su agonía que: “Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra” (Lucas 22: 44) …

 

¿Por qué Jesús agoniza con tal intensidad?: porque como lo dice, por ejemplo, la traducción de la Biblia del Peregrino, sobre el comienzo de este versículo: “Y, entrando en combate, oraba más intensamente…” …

 

El combate de Jesús consiste en vencerse, en vencer su deseo de librarse de la muerte. Combate para que triunfe la voluntad de Dios, se trata de que finalmente Jesús se someta y acepte, se trata de vencer la voluntad de Jesús y que se manifieste Dios – Padre.

 

Entramos aquí a una pregunta clave: ¿Habrá querido Dios que Jesús muriera?: Dios es Dios de vida y no quiere la muerte de nadie, pero la oración de los que enfrentan la muerte por su causa, es confiada en medio de esas terribles circunstancias.

 

Si pensamos en el episodio del Getsemaní como una lucha entre un Jesús que no quiere morir y un Dios que quiere que muera, entonces Dios resultaría un verdugo sediento de la sangre de su hijo, además de ser un aliado del “sistema de dominación” y no un Dios liberador. Tal es la rebeldía de Dios ante la muerte de Jesús, que le resucitará.

 

Del mismo modo, esa oración rogativa, suplicante, llena de clamores y llanto, es la oración de los profetas:

 

-          “… ¡Acuérdate de mí, y ven a ayudarme! Todopoderoso Dios de Israel, cuando tú me hablaste, tomé en serio tu mensaje. Mi corazón se llenó de alegría al escuchar tus palabras, porque yo soy tuyo… ¿por qué tengo que sufrir este dolor constante?” (Jeremías 15: 15. 16. 18)

 

-          “…pero tus palabras arden dentro de mí; ¡son un fuego que me quema hasta los huesos! He tratado de no hablar, ¡pero no me puedo quedar callado!” (Jeremías 20: 9)

 

 

En este episodio del Getsemaní, Jesús descubre que Dios no va contra las decisiones humanas, no le ahorra nada de la condición humana (Romanos 8: 32). Dios actúa de manera oculta, respetando la libertad humana, aunque se revele contra él.

 

Vayamos a Mateo 26: 41: “Velad y orad para que no caigáis en tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” …

 

La recomendación de Jesús es muy sabia: hay que velar y orar siempre, pero, sobre todo, en medio de la crisis para no caer por la debilidad humana. La tentación es ser infiel ante la crisis, en este contexto, quien está bajo el gobierno de Dios, lucha contra la debilidad humana: “Dame tu ayuda y tu apoyo; enséñame a ser obediente…” (Salmo 51: 12)

 

Leamos Mateo 26: 45: “Viene entonces a los discípulos y les dice: Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad ha llegado la hora en que le Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores” …

 

Los discípulos han dejado solo a Jesús en la oración, ahora ha llegado la hora de la prueba, Jesús entra solo en ella (Jesús buscaba compañía y no la encuentra). Es por esta razón que no es extraño que se perciba ironía en estas palabras.

 

 

4) Arresto de Jesús

(Mateo 26: 47 – 56; Marcos 14: 43 – 52; Lucas 22: 47 – 53; Juan 18: 3 – 11.)

 

Iniciemos leyendo Mateo 26: 48 – 49: “Judas, el traidor, les iba dando la contraseña, diciéndoles: Al que yo bese, ese es; arréstenlo. Así que, acercándose a Jesús, dijo: ¡Buenas noches, Maestro! Y lo besó” …

 

Este tema el beso de Judas ha sido muy reflexionado desde distintas perspectivas, en realidad, el beso en la mejilla era un saludo de respeto que un discípulo daba al rabino, reconociéndolo como maestro. Aquí la traición adquiere más ironía e hipocresía. Judas ya no respetaba a Jesús.

 

Leamos Mateo 26: 50: “Jesús le dijo: ¡Amigo a lo que estás aquí! Entonces aquéllos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron” …

 

Esta expresión de Jesús a Judas: “¡Amigo a lo que estás aquí!”, lo que quiere decir es: “haz aquello por lo que estás aquí”, Jesús busca acortar introducciones hipócritas por parte del traidor, más que le había besado como ya dijimos con la actitud falsa de reconocerlo como maestro.

 

Vamos al versículo siguiente: Mateo 26: 51: “Uno de los que estaban con Jesús sacó la espada e hirió al sirviente del sumo sacerdote, cortándole una oreja” …

 

Sabemos que quien hizo esto, fue Pedro (Juan 18:10), esto no es extraño, él y otros discípulos habían participado en grupos de resistencia a la opresión romana (Los hermanos José Ignacio y María López, hablarían de raíces Zelotes en los discípulos) además, habían traído espadas al Getsemaní (Lucas 22: 49)

 

Mateo 26: 52: “Entonces Jesús le dijo: Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada perecerá por la espada” …

 

El cristianismo es un movimiento antiimperialista y no violento: la fuerza no establecerá el Reino de Dios ni conduce a la vida, la violencia es equivalente a la muerte, aunque en ciertos casos esté legitimada (Así lo decía San Pablo VI)

 

Veamos Mateo 26: 53: “¿No sabes que yo podría rogarle a mi Padre, y él me mandaría ahora mismo más de doce ejércitos de ángeles?” …

 

Literalmente Jesús habla de doce legiones, si tomamos en cuenta que, en el ejército romano, una legión se componía de un máximo de 6 000 soldados, él estaría indicando una gran cantidad de defensores (72 000 ángeles), pero su fuerza es aceptar la voluntad de Dios – Padre.

 

Todo este episodio que hemos presentado de la espada y las palabras de Jesús, nos muestran una reflexión para la Iglesia en épocas de persecución: se trata de morir por Cristo y no matar por Cristo (Mateo 5: 10 – 11. 39 – 41)

 

Esta enseñanza adquiere un énfasis especial, en el tanto, precisamente en ese momento, Jesús está siendo víctima de la violencia. De hecho, Marcos dice que quienes acompañaban a Judas, se le tiraron encima (Marcos 14: 46)

 

En Marcos, se da un detalle que solo este evangelista presenta, un joven que seguía a Jesús, solo cubierto de un lienzo, es prendido: Marcos 14: 52: “pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo” …

 

Muchos comentaristas dicen que este joven era Marcos. Ya hemos visto la tesis de que el lugar donde se llevó a cabo lo que se conoce como la última cena, era de la familia de Marcos…

 

 Existe la posibilidad de que su madre y él, siguieran a Jesús mientras estaba en Jerusalén. Además, otros piensan que a ellos pertenecía el huerto de Getsemaní…

 

A continuación, hablemos de cómo describe Juan el arresto de Jesús, y en los momentos que sea posible, comparándolo con los otros Evangelios…

 

Mientras en Marcos quienes van a prender a Jesús, son gente con espadas y palos, que eran la policía del templo: Juan dice: “Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas”. (Juan 18: 3)

 

¿Qué es la cohorte?: un destacamento de la guarnición romana establecida en Jerusalén. Juan plantea casi 600 soldados romanos…

 

Leamos Juan 18: 4 – 6: “Jesús, que sabía todo lo que iba a suceder, se adelanta y les pregunta: ¿A quién buscáis? Le contestaron: A Jesús el Nazareno. Díceles: Yo soy. Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron en tierra”.

 

Como puede verse, en este autor, Jesús tiene pleno dominio y poder sobre la situación (Sabía todo lo que iba a suceder). Además, este dominio refleja la plena libertad de Jesús en esta coyuntura…

 

 

Los 600 soldados romanos cayeron al suelo. El poder de Dios en Jesús, es el del Dios que se le revela a Moisés en el Éxodo (Éxodo 3: 14): el poder de Dios en Jesús, es el poder del Dios liberador (Más adelante, volveremos sobre este tema)

 

Aquí una vez más, Juan nos presenta una imagen desde la fe, desde la perspectiva histórica, estos eventos no se miran plausibles, 600 soldados romanos reconociendo a Dios en Jesús de Nazaret, para luego, de todas maneras, ponerlo bajo arresto (arresto que Jesús permite y quiere).

 

Desde la óptica eminentemente teológica, la escena es impresionante: el imperio que mata a Jesús y por ende el “sistema de dominación” que busca eliminarlo, reconoce su señorío…

 

En Juan 18: 8, Jesús dice a sus captores, que dejen ir a sus discípulos. Así, mientras en Marcos los discípulos huyen, en Juan hay una orden de Jesús para dejarlos ir. Sobre el tema de la huida de los discípulos, es posible plantear una hipótesis alternativa al simple miedo: quizás querían ganar tiempo, entender que era lo que había pasado, buscar una solución o pedir ayuda: los discípulos huyeron: ¿cobardía o desconcierto?

 

Leamos Juan 18: 11: “… ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?” …

 

Este punto de la copa es un punto en común entre los sinópticos y Juan, pero en Juan, Jesús no busca que “pase la copa”, sino que tiene el control…

 

 

5) Proceso Judío

(Mateo 26: 57 – 68; Marcos 14: 53 – 65; Lucas 22: 66 – 71; Juan 18: 12 -14. 19 – 27.)

 

Leamos Mateo 26: 57: “Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos” …

 

Caifás era el jefe de los sacerdotes judíos en el periodo del 18 al 36 d. C., los escribas y los ancianos conformaban el Sanedrín. Durante la época de la dominación romana, el sanedrín era la primera representación política y religiosa de Israel ante Pilatos.

 

Este órgano estaba compuesto por 70 miembros, y el sumo sacerdote. En la época de Jesús, había tres clases de sanedritas:

 

 

  • Los sacerdotes.
  • Los escribas (Teólogos y juristas fariseos).
  • Los ancianos (Jefes de las familias más influyentes y ricas de Jerusalén).

 

 

Marcos dice que: “Pedro le fue siguiendo a distancia hasta entrar en el palacio del sumo sacerdote…” (Marcos 14: 54) …

 

Esto refleja la ambigüedad de su seguimiento, ambigüedad que se confirmará en la negación, punto que tocaremos al final de este día…

 

Conforme a Lucas y Juan, hay una primera comparecencia ante Anás, en la misma noche del jueves y una sesión solemne ante el Sanedrín en la mañana, en Mateo y Marcos hay una combinación entre las reuniones de la noche y la mañana.

 

Mateo dice que el tribunal buscaba alguna prueba falsa para condenar a Jesús, pero no la encontraban: ya cuando se habla del testimonio de los testigos, este autor dice de dos que: Mateo 26: 61: “…dijeron: Éste (Jesús) dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días edificarlo”.

 

Aquí hay dos puntos a destacar: el primero, que Mateo habla de dos testigos, en el tanto, según la ley judía era necesario contar con dos o más testigos que tuvieran el mismo testimonio (Números 35: 30; Deuteronomio 19: 15) súmese, que este proceso no es justo, buscaban pruebas falsas para condenarlo.

 

El segundo punto, es que, si viésemos con detalle, el capítulo 24 de Mateo, sabríamos que este autor anunció la destrucción del Templo y el culto que representaba, sustituyéndolo primero por el cuerpo resucitado de Jesús y luego por la Iglesia. Ahora, la falsedad de la acusación está en el hecho de que Jesús nunca dijo que él iba a destruir el templo.

 

Jesús no responde a estos testigos, él mira que es inútil discutir, pero además, refleja la paz de aquel que ha entregado su causa a Dios…

 

Más adelante, cuando el Sumo Sacerdote le pregunta a Jesús si es el Cristo, el Hijo de Dios, Jesús responde: Mateo 26: 64: “Dícele Jesús: Tú lo has dicho. Pero os digo que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo sobre las nubes del cielo”.

 

¿Por qué dice Jesús, a la diestra del poder? (Esta traducción es tomada de la Nueva Biblia de Jerusalén, la Biblia de Estudio: Dios Habla Hoy, traduce “Todopoderoso): es un equivalente de Dios. He aquí el reconocimiento categórico de que él es el Mesías, lo que los estudiosos de Marcos han denominado “el silencio Mesiánico”, es decir, el hecho de que a toda costa, Jesús evita que se le identifique como el Mesías, queda roto en este texto de Mateo.

 

En Marcos, el rompimiento del silencio es más claro, en lugar de decir: “Tú lo has dicho”, Jesús dice: “Yo lo soy” y una vez más hace recordar la revelación de Dios a Moisés en el desierto (Éxodo 3: 14) …

 

Pero este Mesías, no como la figura que el Sanedrín esperara: era el Mesías, señor de David. Es el hijo del hombre, como aquel personaje del que hablara el profeta Daniel (Daniel 7: 13 – 14): un ser celeste, trascendental, para el cristianismo eminentemente divino, que es el receptor del Reino de Dios. Este hijo del hombre, viene de Dios y sale de la eternidad. Sentado a la derecha de Dios (Salmo 110: 1): Jesús es el Hijo Único: Dios a lado del Padre.

 

Hablemos un poquito de ese hecho de que Jesús es el receptor del Reino de Dios y como tal, presenta tres aspectos esenciales que nos muestra claramente el Evangelio de Marcos:

 

  • Jesús, el Hijo del Hombre tiene autoridad terrenal (Marcos 2: 10. 28)
  • Jesús es el Hijo del Hombre en la muerte y la resurrección (Marcos 8: 31; 9:9)
  • Jesús es el Hijo del Hombre regresando con poder y gloria (Marcos 8: 38; 13: 26)

 

Jesús es el receptor del Reino de Dios que ya está presente, pero que se consumará en el futuro, la presencia del Reino de Dios está aquí en humildad y servicio, ahora ese Reino solo puede ser conocido por fe (Marcos 1: 15), pero en algún momento, se revelará a la vista (Marcos 9: 1)

 

Jesús es el receptor del Reino y él nos invita a participar en este proyecto, que, y no nos cansaremos de decirlo, se opone a “los sistemas de dominación humana”, por lo tanto, el Reino de Dios es liberador…

 

Ahora, para participar en el Reino, es requisito seguir a Jesús en su muerte y resurrección y una vida subversiva frente al “sistema de dominación”, tal y como vivió Jesús (Marcos 10: 42 – 45)

 

 

Entonces, a partir de lo dicho, ya podemos ir respondiendo a una pregunta clásica: ¿Por qué mataron a Jesús? (Véase la diferencia de la pregunta en relación al acápite III: “La causa por la que Jesús da la vida”: desde la historia, a Jesús, lo matan. Desde la fe, Jesús entrega la vida)

 

Por su proyecto: El Reino de Dios, que implica una relación preferencial con los pobres (De hecho, Jesús enseña que se accede al Padre en gracia y parcialidad por el pobre) y su búsqueda de que ellos sean libres y responsables (Se accede a Dios, no por sacrificios y rituales, sino, por la práctica del amor con el ser humano que sufre), es por esto, que los líderes del “sistema de dominación” lo persiguen. Su mensaje liberador es subversivo. así podemos decir que hasta la cruz en la que Jesús muere, es un signo de resistencia contra la injusticia.

 

Jesús se reconoce como Mesías, es decir, como portador de una buena noticia para los hombres y mujeres de su pueblo. En tanto, el Sanedrín que era parte del “sistema de dominación”, veía blasfemo que aquel hombre siendo un laico, tratara de liberar a Israel.

 

Volviendo al proceso judío, podemos decir que por su testimonio, Jesús va a la muerte (El sanedrín lo condena pero la ratificación corría por parte de las autoridades romanas): es testigo y mártir (En el fondo, esto es redundante: Mártir, viene del griego, testigo)

 

Los que se le han opuesto y apresado, ya no lo verán más que en su gloria, primero por la resurrección luego por la Parusía…

 

Veamos Mateo 26: 65: “Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia” …

 

El Sumo Sacerdote se rasgó las vestiduras, a él no se le permitía hacer esto (Levítico 10: 6; 21: 10), pero el hecho era extraordinario, el Sumo Sacerdote cataloga la respuesta de Jesús como una blasfemia…

 

 La blasfemia de Jesús no era presentarse como el Mesías, sino, en decir que este Mesías es Dios mismo. Jesús, al llamarse Mesías, está insultando a Dios (Levítico 24: 15 y siguientes), el otro elemento de la blasfemia es el desprecio a la Ley (Números 15: 30)

 

Este desprecio se enfoca en el señalamiento de cambios radicales a las instituciones religiosas de Israel. Es por esta razón que Jesús es excomulgado de la sinagoga (Lugar de reunión religiosa de la comunidad) …

 

El excomulgado no podía entrar a la sinagoga, ni rezar con la comunidad, si miramos Juan 9: 22 y del mismo libro, 12: 42, veremos que a los seguidores de Jesús, se les amenazaba con la excomunión...

 

Una vez más, Jesús actúa con libertad frente al “sistema de dominación” y les hacía caer de su autoridad. Jesús es Dios que les pide cuentas de su viña (Marcos 12: 12) y los viñadores malvados se le pusieron en contra…

 

¿Por qué se le pusieron en contra los líderes religiosos de Israel?: por sus privilegios: en aquel momento ellos pertenecían a las familias más ricas del país (Los sacerdotes eran los miembros más destacados de las cuatro familias más poderosas de Jerusalén) los puestos de liderazgo deparaban dinero y poder ligado al Templo.

 

Vayamos a Mateo 26: 67 - 68: “Entonces le escupieron al rostro, le dieron bofetadas y lo golpeaban diciendo: Mesías, adivina quién te ha pegado” …

 

Luego de la sentencia, viene la burla y los golpes, Jesús es ultrajado (Encarna al Siervo sufriente. Isaías 50: 6), pero en ese ultraje, se confiesa su verdadera identidad, esto lo saben los primeros lectores del Evangelio, esto lo sabemos nosotros, que compartimos la fe con ellos.

 

 

6) Negación de Pedro

 (Mateo 26: 69 – 75; Marcos 14: 66 – 72; Lucas 22: 54 – 62; Juan 18: 15 – 18.)

 

Aquí hay un primer elemento que vale la pena aclarar: Mateo, Marcos y Juan, colocan la negación de Pedro, después de exponer el proceso judío, Lucas coloca esta escena después del arresto de Jesús…

 

Nosotros seguimos la lógica de Mateo, Marcos y Juan, no solo porque es la visión preponderante en estos autores, sino, porque al ser Marcos el Evangelio más antiguo, nos permite pensar que estuvo más cerca de los hechos históricos.

 

Para finalizar esta breve introducción, diremos que posiblemente, Lucas ha adelantado la negación de Pedro, para que éste pueda mirar el proceso y la condena de Jesús bajo el manto lloroso del arrepentimiento…

 

Dicho esto, pasemos a los textos:

 

Observemos Mateo 26: 69: “Mientras Pedro estaba sentado fuera, en un patio, se le acercó una sirvienta de la casa y le dijo: Tú también estabas con Jesús de Galilea” …

 

Leamos Mateo 26: 72: “De nuevo lo negó jurando que no conocía a aquel hombre” …

 

Pedro, que había tenido comunión con Jesús y que había rechazado la posibilidad de negarle (Mateo 26: 35), rompe con esa comunión, aquí queda comparado a Judas: traiciona a Jesús, pero en su arrepentimiento, retoma ligamen con el nazareno. Lucas refleja ese arrepentimiento en el cruce de miradas con Cristo (Lucas 22: 61)

 

Ahora, tampoco podemos descartar que Pedro esperara que Jesús usara su poder divino y al no hacerlo, se desconcertó: este no era el Jesús que esperaba…

 

Pedro se siente amenazado, este sentimiento se alimenta con la burla de algunos de los presentes: Mateo 26: 73: “Un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: sin duda que eres uno de los galileos: se nota por tu modo de hablar”.

 

Frente a esto, Pedro se desconcierta y se derrumba. Jesús ha dado testimonio frente al sumo sacerdote, Pedro ha negado su propio testimonio, Pedro que es la imagen del creyente, muestra su poca fe...

 

Al final, actúa como Jesús se lo había dicho (Mateo 26: 34), el pánico de Pedro se manifiesta desde el arresto de Jesús, entra en él un gran miedo, se abre ante él un camino que no quiere recorrer: el camino de la cruz…

 

Leamos Mateo 26: 74: “Entonces él comenzó a jurar y perjurar, diciendo: no conozco a ese hombre” …

 

Cuando se dice que Pedro se pone a jurar y perjurar, lo que expresa es que, con tal de no ser atrapado, Pedro se expone a ser maldecido por no decir la verdad. En este momento, Jesús queda completamente abandonado…

 

Veamos el resto de este versículo y el 75: “… En aquel momento cantó un gallo, Y Pedro se acordó de lo que le había dicho: Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces. Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente”.

 

De acuerdo a la costumbre, se hablaba del primer canto del gallo, para señalar una hora cercana a las tres de la mañana, es ese canto, el que le recuerda a Pedro las palabras de Jesús…

 

En otro orden de cosas, la presencia del gallo en el relato tiene otro significado: algunos creían que los gallos eran animales impuros, asociados con la magia y el demonio, cuando el gallo canta, es el demonio el que celebra la victoria en la negación de Pedro.

 

Pedro llora amargamente, había dejado en un momento importante el seguimiento de Jesús…

 

Pedro llora amargamente, llora nuestras vacilaciones, llora nuestras negaciones a Jesús…

 

Por otro parte, si Pedro negó a Jesús y fue perdonado; ni las negaciones o las traiciones son lo peor que se le puede hacer a Dios y a Jesús, lo peor es no tener esperanza, la pérdida de la fe en obtener el perdón…

 

He aquí la diferencia entre Judas y Pedro: Judas no llora arrepentido, por lo tanto, no pudo ser perdonado…

 

Pedro, aquel valiente capaz de reconocer el Mesianismo de Jesús, se ha debilitado. Esa debilidad de la piedra no la esconde ningún Evangelista…

 

 

 

 

 

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