El Triduo Pascual: un intento de lectura liberadora: reflexión para Semana Santa. I Ocean Castillo Loría.
Dedico este trabajo a todas y
todos quienes me enseñaron a amar la vida, pasión, muerte y resurrección de
Jesús, tanto desde una perspectiva de salvación, como posteriormente, desde una
perspectiva de Liberación.
I
Apuntes iniciales.
La
primera edición de este trabajo, se publicó en marzo del 2011 (Éste, y algunas
ediciones posteriores, abordan toda la última semana de Jesús de Nazaret),
trece años después aparece otra edición (Ésta publicando solo una parte del
trabajo anterior: de Jueves Santo a Domingo de Resurrección). Por aquellas
fechas del 2011, había muerto el teólogo de la liberación, José Comblin: trece
años después, como parte de la revisión y actualización de este texto,
regresamos primero, a las tesis de Comblin, para hacer unos primeros apuntes
sobre Jesús de Nazaret.
Nadie
ignoraba su lugar de origen: Nazaret. De una familia de Galilea. Para algunos
comentaristas, de clase media, para otros, de clase baja. De su genealogía
(Descendiente de David), nadie sabía nada. Si se asumen como históricos los
relatos de la infancia, nadie sabía de los eventos extraordinarios que habían
rodeado su nacimiento (Desde la historia, desde la teología histórico –
crítica, sabemos que estos pasajes son más simbólicos que otra cosa)
Durante
30 años, Jesús era un nazareno, un israelita, “común y corriente”, la cosa
comenzaría a cambiar, con la llegada de Juan el Bautista: las acciones de
Jesús, eran tan ajenas a su anonimato, que, cuando regresó a su pueblo (Lucas
4); terminó siendo expulsado de la sinagoga.
Pero
claro, al principio, algunos familiares le consideraban loco (Marcos 3: 20 –
21), pero luego, Jesús se hizo famoso y algunos, quisieron sacar provecho de
ello (Juan 7: 3 – 4); independientemente de las posiciones familiares, Jesús se
desapega: ¿Por qué?
La
aparición de Juan el Bautista, implicó una denuncia al sistema de dominación
(Ya explicaremos este concepto), Jesús comparte el diagnóstico del Bautista,
sobre la política, la economía y la cultura de su país; por eso, se une en su
movimiento.
Pero
Juan, el que bautizaba en el río Jordán, cae preso como fruto de sus denuncias.
Esto abre la posibilidad de que Jesús, iniciase su misión. Esa misión, presenta
un proyecto alternativo al sistema de dominación: el Reino de Dios.
La
denuncia de Jesús, le genera un peligro constante e inminente: esto le ayuda en
el desapego: pero, además, le hace actuar, en entrega a los demás: todos los
que hacen la voluntad de su Padre (Dios – Padre, su papá); es su pariente.
En
cuanto a su formación, tradicionalmente se dice que: “era carpintero”: en
realidad, Jesús era una especie de trabajador de: “hacer de todo”: quizás,
muchas de sus parábolas, venían de esas experiencias: hoy sembraba, mañana
arreglaba una puerta, pasado, recogía el fruto de la viña.
Independientemente
de su oficio o sus oficios, Jesús no era un teólogo de su tiempo: por ello, la
gente se sorprendía: ¿De dónde le venían sus milagros o signos?; ¿De dónde le
venía la sabiduría?...
Era
originario de Galilea: la provincia más distante de la capital (Galilea, estaba
tan al norte, que el mismo profeta Isaías, hablará de: “Galilea de los
gentiles”: esto fue escrito unos 700 años antes de Cristo, el profeta expresaba
que aquella zona, “parecía dejada de la mano de Dios”, entregada a los
gentiles, es decir: extranjeros y paganos)
Podríamos
decir para ilustrar: “Galilea muy al norte, Jerusalén muy al sur”; en términos
culturales, podríamos decir: “Galilea muy retrasada, Jerusalén, muy avanzada”.
En términos religiosos: “Galilea, tan libertina y relajada; Jerusalén, tan
ortodoxa y rigurosa”: ¿Algo bueno podía salir de Nazaret? (Juan 1: 46)
La
división era de tal grado, que, hasta el acento galileo, se diferenciaba de la
entonación del resto del país: era un acento provinciano, extraño, pueblerino
(Mateo 26: 73) …
Aprendió
Jesús, las primeras letras en la sinagoga, de la mano de la ley y los profetas:
pero nunca frecuentó escuelas especializadas (Contrario, por ejemplo, a Pablo);
Jesús, nunca tuvo contacto con las familias sacerdotales.
Como
todo buen judío, Jesús iba a las peregrinaciones a Jerusalén, pero era un
simple peregrino del interior del país. La cosa cambiará, aquel día, que pasará
a la historia como “el Lunes Santo” (Ya hablaremos de esto, más adelante,
cuando menos de manera resumida): un peregrino sin cultura, toma la palabra y
perturba el orden del templo, sin haber recibido, mandato alguno de las
autoridades.
Hemos
dicho, que aprendió las primeras letras (Quizás las únicas que recibió), en la
sinagoga. Pero el centro de su cultura, fue eminentemente oral. Como Sócrates,
Jesús, no escribió ninguna obra: fueron otros los que escribieron: según San Papías:
San Mateo y San Juan (Discípulos de Jesús); Marcos y Lucas (El primero,
“secretario” de Pedro y Pablo; el segundo, compañero de Pablo en sus viajes),
son los autores de los Evangelios.
Desde
la fe, Jesús recibía su conocimiento bíblico, del Espíritu Santo. Desde la
ciencia social historia, podría decirse que: la meditación de la Biblia, daba a
los judíos una visión de mundo, de la historia, una sabiduría, un vocabulario.
Jesús será claro con la samaritana, de que, “sobre religión”, los judíos son
los que saben, no los samaritanos (Juan 4: 22)
Jesús
tiene conciencia de las características de Israel, pero no es un nacionalista:
tiene una visión particular del mesianismo (Ya hablaremos de esto); bajo esa
visión particular, tiene un sentido de la historia y del monoteísmo.
Esto,
como fruto de una reflexión de lo que conocemos como el Antiguo Testamento,
éste, con sus esperanzas, sus denuncias (Basta leer el libro del profeta Amós);
sus protestas, sus angustias, sus aspiraciones, su testimonio, su: “denunciar
lo incorrecto, y anunciar la esperanza” (Es decir, su dimensión profética)
Jesús
asimiló completamente esa cultura bíblica, se identifica con la sustancia del
Antiguo Testamento, todo su pensamiento fue plenitud, pero también cambió la
misma Ley de Moisés. Pero la dimensión religiosa del siglo I, era altamente
opresiva; en oposición, Jesús sabía la fuerza liberadora que el mensaje bíblico
da a la humanidad ante el sistema de dominación.
Ni
el poder político inmenso de las cúpulas judías y romanas, ni su gran poder
económico, ni las tesis opresoras de la cultura de su tiempo, lo impresionaron.
Por ser receptor de ese mensaje bíblico, sabía (Por formación o por el Espíritu
Santo); que la política debe ser servicio, la economía debía ser de solidaridad;
y la cultura, debe generar la verdadera libertad que es el servir (El teólogo
de la liberación, Leonardo Boff, dirá que este primer nivel, con la
resurrección, pasará a la liberación cósmica y trascendente)
Ahora,
surge una pregunta eminente: ¿Cómo nació y se desenvolvió en la conciencia de
Jesús la idea de su vocación?: Boff y Comblin, dicen que no saben. Jesús no
explica esto: en el Evangelio de San Marcos (El primero que fue escrito); el
nazareno, nunca se revela como Mesías (Técnicamente, esto se denomina:
“silencio mesiánico”): él deja a los judíos, a las masas, a los mismos
discípulos, con la interrogación.
Véase
que:
-
Los
demonios lo denuncian.
-
Él
los manda a callar.
-
Las
multitudes, lo aclamaban como Mesías (En la visión nacionalista); ellas eran
atraídas por lo que conocemos como milagros.
Atisbemos
inclusive, un caso muy particular (Lucas 7: 18 – 22): la pregunta de Juan el
Bautista:
-
La
palabra y obra de Jesús, deja perplejo al Bautista, ya en la cárcel.
-
Manda
a unos de sus discípulos a preguntarle: ¿Eres el que estamos esperando (El
Mesías), o hemos de esperar a otro?
-
Pero
Jesús responde: cuenten lo que ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los
cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen.
¿Observamos
el punto central?: Jesús nunca dice quién es él…
Ante
esta realidad:
-
Frente
al sistema de dominación, Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de
Dios.
-
Pero
no convence a los dirigentes de ese sistema, ni a sus defensores.
-
Entra
en una crisis: ¿Quién dice la gente que es él?; ¿Quién dicen sus discípulos que
es él?
-
Varios
discípulos, dicen que es comprado con los profetas.
-
Pero
Pedro, expresa que él es el Cristo (Marcos 8: 30)
Para
algunos teólogos, este es un momento, en la consolidación de la conciencia de
Jesús (Es el caso de los teólogos de la liberación, José Ignacio y María López
Vigil); Comblin, dirá que independientemente de las posiciones frente a Jesús,
nadie dudaba que era “algo más”, pero ese “algo más”, estaba escondido).
Según
Mateo, Marcos y Lucas, esto es real. Según San Juan, en algunas ocasiones,
conforme a algunos comportamientos de Jesús, se podía cuando menos sospechar
que, poseía “algo superior a la naturaleza humana”.
Pero
aquí, cabe hablar someramente de las diferencias entre los primeros tres
Evangelistas y el Cuarto: Juan tiene un propósito diferente en su teología,
éste es el último Evangelio (Escrito entre los años 70 y 90); su reflexión
(Teología), es más profunda: desde su teología narrativa, hace hincapié en que
Jesús es el Hijo de Dios.
Para
decirlo de manera sencilla: Juan proyecta en muchas ocasiones, en su Evangelio,
lo que descubrió después (Adelantamos también: después de la resurrección);
regresamos pues, al tema del “silencio mesiánico”; y, además, a decir algo a
esta altura, de la visión nacionalista del Mesías.
Según el
sacerdote finlandés, Risto Santala, esa figura, comienza a interpretarse en la
bendición de Jacob, que refiere al Ungido. El Mesías debe ser:
-
Hijo de David.
-
El profeta del
que hablaba el libro del Deuteronomio (Capítulo 18: versículos 15, 18 y
siguiente; Hechos 3: 22 y siguiente)
Pero también debe
ser:
-
El Señor de todas
las cosas (Hechos 2: 36)
-
Con él, comienza
la restauración de todo (Hechos 3: 21)
Jesús, no es ese Mesías nacionalista: por eso, no se deja
calificar con esa palabra, pues la gente, puede caer en confusiones. Por otro
lado, hay que ser claro: desde esa perspectiva, el Mesías no es Dios. más
tarde, cuando San Pablo, lleva el cristianismo a tierras paganas, los
cristianos, que están en medio de los cultos orientales, producen una liturgia
en honor a Jesucristo, darán culto a Jesús.
El asunto es que ese culto, pasa a ser parte de la pluralidad de
cultos de aquel tiempo: aquí, el cine religioso, nos puede servir de ejemplo:
en la película “Quo Vadis” (1951), Marco Vinicio (Robert Taylor), le dice a
Ligia (Deborah Kerr); que, en su futura casa, “pondrán una cruz inmensa”; “de
todos modos, hay muchos dioses, no hay diferencia que haya uno más”.
Mas desde la historia, esta tesis no es tan fácil de aceptar: es
claro que Jesús, no quiere fundar una nueva religión: Jesús genera un
movimiento, para expresar y concretar su proyecto alternativo: el Reino de
Dios. será con la resurrección, que se presenten nuevas características en esa
dinámica.
A finales de los 70, teólogos de la liberación, enfatizaban que,
el cristianismo, debía destacar más, en el “Jesús histórico”, que en el “Cristo
de la fe”. Pero ya para principios de los 80, autores como Leonardo Boff,
explicaban los puentes entre: “el Jesús histórico” y el “Cristo de la fe”.
Por otro lado, de Jesús, hay que destacar lo que, desde la
sociología de la religión o la teología mística, se puede conceptuar como
desapego. Pero desde, digamos, la cotidianidad de la vida, le abría las puertas
de la soledad: era raro en el siglo I, que un hombre en plenas condiciones, no
tuviese esposa e hijos. Tampoco se unió a alguno de los movimientos del
judaísmo de ese tiempo: no era esenio, no era fariseo (Aunque autores de línea
esotérica, han querido ligarlo a los primeros, es el caso de Edmond Bordeaux;
otros, a los segundos, por ejemplo: H. Maccoby)
Desde la fe: Jesús es el maestro y los discípulos, eso, discípulos
(Comblin llega a decir que, una evidencia de distancia, es que Jesús escoge a
sus discípulos, no ellos a él. La explicación histórica es interesante: en el
pasado, los posibles “alumnos”, escogían su rabino; Jesús lo hizo al revés).
Sin amistad, sin camaradería. Desde la historia, para que Jesús construyera su
movimiento, debía iniciar con relaciones de conocimiento, amistad, camaradería
(De nuevo, así lo establecen los hermanos López Vigil)
Desde la fe, nos dice San Juan, que (Juan 2: 24 – 25):
-
Jesús los conoce a
todos (A todos los seres humanos)
-
Sabía lo que
había dentro de cada uno.
Esa capacidad, lo
aislaría inevitablemente…
Como contraparte,
el mismo Evangelio, nos dice que, Jesús tuvo amigos, había un grupo de mujeres
que le ayudaba; eran amigos: Lázaro, María y Marta, pero su relación estaba
subordinada a la misión de Jesús: él los visitaba, en sus jornadas misioneras.
El Evangelio de
Juan, pone en boca de Jesús, el hecho de que los llamará amigos, porque les
revela lo que sucederá (Su Pasión, muerte y resurrección); pero, además, porque
les llama a obedecerlo (Juan 15: 14) …
En suma, podría
lanzarse la siguiente hipótesis:
-
Desde la fe, se
presenta una distancia entre Jesús, sus discípulos y sus amigos, como una
especie de “solemnidad”. Quizás, por ser Jesús Hijo de Dios; pese a ello, la
palabra y la acción de Jesús, genera un ligamen estrecho entre ellos, el
Evangelio de Juan, una vez más, muestra a Tomás, llamado Dídimo, diciendo que,
vayan a Jerusalén, a morir con él (Juan 11: 16); otro elemento, que no se puede
negar, es que ni sus discípulos entendían la profundidad de Jesús: no
entendieron plenamente, el Reino de Dios o la inminencia de la pasión y muerte
de Jesús; no entienden que él revela al Padre. El Iscariote le termina
traicionando; excepto Juan, todos huyen.
-
Desde la historia
y la sociología, repetimos: para que Jesús construyera su movimiento, debía
iniciar con relaciones de conocimiento, amistad, camaradería (De nuevo, así lo
establecen los hermanos López Vigil); toda la fe cristiana, se apoya en un
hecho que ha sido trasmitido desde hace muchísimo tiempo, inicialmente, por el
primer grupo de amigos de Jesús, que conformaron su movimiento.
Ahora: de nuevo: durante 30 años, Jesús era un
nazareno, un israelita, “común y corriente”, la cosa comenzaría a cambiar, con
la llegada de Juan el Bautista. La aparición de Juan el Bautista, implicó una
denuncia al sistema de dominación (Ya explicaremos este concepto), Jesús
comparte el diagnóstico del Bautista, sobre la política, la economía y la cultura
de su país; se le une en su movimiento.
Desde
ese momento, los evangelios nos dicen que: Jesús se vio consumido por su
misión. No tendrá ya vida privada, su vida será su misión: y de esto, ya un
postulado clave: desde la historia, las teologías histórico – críticas y la
teología de la liberación: “la muerte de Jesús, es consecuencia de su vida”.
Jesús
es (Dirá el padre Ignacio Larrañaga): “el pobre de Nazaret”: nos dirá San Mateo
que él no tenía donde reclinar su cabeza (Mateo 8: 20): ya no tenía apegos: iba
del norte (Galilea), al sur (Jerusalén), proclamando y concretando el Reino de
Dios.
Por
esa proclamación y esa concreción (Que conste, según los Evangelios, atrajo
multitudes), Jesús termina en la cruz y una vez más: solo. Los esenios tendrán
una especie de vida monacal, no fue el caso de Jesús. Él no desprecia la
humanidad, eso sí, fue duro frente a sus adversarios.
Jesús
es el que proclama y concreta el Reino de Dios, pero: “como uno del pueblo”,
desde la fe, “los planes de Jesús”, no son de él: son de Dios – Padre…
Por
ellos, enseña a las multitudes, pero no las organiza, no les propone formas de
acción. Eso sí, en poco tiempo, se volvió personalidad conocida y causa de
debates. Esto genera impacto, entre las cúpulas del sistema de dominación:
Herodes, los ancianos, los Escribas, los sacerdotes, Pilato.
Durante
el juicio ante el tribunal judío, Jesús le dirá a Caifás, que ha hablado
públicamente, que no debería estarlo interrogando, sino, preguntando a quienes
le escucharon (Juan 18: 20 – 21) …
Repetimos:
Jesús termina en la cruz; y una vez más: solo. Desde la fe, a la pregunta de:
¿Quién es este hombre?: la respuesta se encuentra en la boca del soldado
romano, en el Evangelio según San Marcos: “ciertamente, este hombre es el Hijo
de Dios”.
Para
nosotros, Jesús es difícil de comprender: desde la historia, porque Jesús no
era occidental. Sus gestos y sus palabras, a muchos, les pueden parecer
exóticos, esto ha favorecido, el hacer a Jesús una especie de mito. Esta
mitificación, falsifica, oculta, nos hace olvidar, la humanidad de Jesús; y
que, esa humanidad, puede abordarse desde la ciencia social historia.
Por
ejemplo, en esto han colaborado, el cine y la televisión: quizás, el ejemplo
clásico, es el del actor, Robert Powel, quien interpretara al Nazareno, en la
mini serie: “Jesús de Nazaret” (1977), en mucho del inconsciente colectivo, la
imagen de ese actor, encarnando a Jesús: ¡Es Jesús mismo!
Pero
solo el físico del británico, nos aleja de la realidad histórica. Por ello, el
esfuerzo debe ser, diría el teólogo de la liberación, chileno – costarricense,
Pablo Richard: deducir del “Cristo de la fe”, el “Jesús histórico”; de lo
contrario, caeremos en un mito (Comblin)
La
deducción de la que habla Richard, es clave: la Biblia en general y Jesús, son
de otra época: distante en técnica, en cultura, en modos de producción: desde
la sociología de la religión, precisamente, los modos de producción rurales en
el siglo I, todavía hacen entendible a Jesús, para nuestras zonas rurales, pero
para los que están en la modernidad o pos modernidad, precisan de la ciencia
social historia, de la teología, para comprender.
¿Para
comprender qué?: a Jesús como profeta, como sabio, como Hijo de Dios…
II
Continuación de los apuntes
iniciales.
Este
es el camino que seguiremos en esta segunda parte de estos apuntes iniciales: a
lo largo de toda su vida pública, Jesús se coloca en la línea de los profetas: los profetas, son personas que, son de Dios,
que hablaban en su nombre: interpretaban lo que sucedía (La historia);
denunciaban las injusticias, anunciaban los planes de Dios, y eran temidos por
reyes y gobernantes.
Véase que:
denunciaban las injusticias: la justicia es un tema clave en la Biblia, Dios es
justo, lo repiten una y otra vez los profetas, es decir: Dios es liberador,
toma partido por los dominados del sistema, por los pobres: exige que se
respete el derecho de los oprimidos. Por ello, los profetas, son rechazados,
inclusive muertos (Es el caso de Zacarías, asesinado entre el templo y el
altar)
Así: el profeta,
no es un adivino del futuro, es un cuestionador del presente: el profeta nace
fuera del sistema de dominación o por serlo, va a quedando fuera de éste, en el
caso del sistema mencionado: la interpretación
de la ley o la norma, se tornaba opresiva, lo que les daba seguridad a los
grupos de poder (político y económico)
El profeta
representa el riesgo, la audacia, la libertad, la imaginación. Por ello, el
peligro para el sistema de dominación: en todos los tiempos, hay un conflicto
entre: sistema de dominación versus profetismo. Por eso, todos los profetas
fueron violentamente asesinados (Lucas 11: 47 – 51; 13: 34; Marcos 12: 2)
Una vez más: al
principio, Jesús era seguidor de Juan el Bautista (Por eso éste lo bautiza);
por tanto, compartía el diagnóstico de calamidad que, el Bautista había hecho
de su sociedad: dice el teólogo Senén Vidal, que, la respuesta de Juan, es el
llamado al arrepentimiento: el bautismo es para el perdón de los pecados,
función del templo, con lo que negaba esta función; y el bautismo: éste era
“como un nuevo paso del Mar Rojo”, la constitución “de un nuevo Israel”, que
estaría preparado para la llegada del Mesías. la acción y predicación del Bautista, era parte de
los movimientos socio – religiosos de su tiempo.
El Bautista
termina decapitado, Jesús, esto lo tenía claro. Él dio el paso siguiente luego
de la muerte de Juan: viene el Reino de Dios. él abre la puerta a los
excluidos, el pobre por ser pobre no es pecador; lo mismo, los enfermos.
El Evangelio de
Lucas, dice que Juan el Bautista y Jesús, eran primos: lo que quiere decir es,
que ellos tenían estrecha relación, igual sus mensajes, Juan tuvo una
influencia decisiva en Jesús, el segundo llegaría a decir que, Juan “era el
mayor de los nacidos de mujer” (Mateo 11: 11)
Ahora bien: en
Marcos 6: 1 – 6; Mateo 13: 53 – 58; y Lucas 4: 16 – 28; se dice que Jesús va a
la sinagoga de su pueblo, Nazaret. Y en los versículos del 28 al 30, de Lucas
4, se observa que, Jesús da un paso importante, al aplicarse la frase del
profeta Isaías: “El Espíritu está sobre mí”, con lo que se reconoce como
profeta.
Después de la
muerte y la resurrección, los primeros cristianos, le dieron a Jesús una serie
de títulos para describir su misión; pero el título con el que fue aclamado
unánimemente por el pueblo y por sus discípulos, fue el de profeta.
Y de nuevo: el
profeta, se define en oposición al sistema de dominación, Jesús no era un
teólogo, un maestro de teología, Jesús no tenía estudios teológicos, esa
formación era rigurosa y duraba muchos años, y comenzaba desde la infancia.
Los profetas,
ofrecían una palabra en nombre de Dios, hablaban con autoridad: el pueblo
reconoce en Jesús, esa autoridad (Marcos 1: 22 y siguientes; Marcos 1: 27;
Lucas 4: 36; 4: 32; Mateo 7: 29; Juan 7: 46); pero esa palabra, se traduce en
hechos: por ejemplo, las curaciones (Mateo, capítulos 8 y 9; Marcos 7: 37)
De nuevo: frente al sistema de dominación,
Jesús plantea un proyecto alternativo: el Reino de Dios: Jesús, se presenta
como su heraldo (Marcos 1: 14 – 15; Mateo 4: 17); esta enseñanza de Jesús,
continuará con las primeras comunidades cristianas: antes, Jesús hablaba del
Reino, por medio de parábolas; las comunidades de fe iniciales, hacen lo mismo
(Mateo 10: 7; Lucas 9: 2); Jesús insiste, en que, los que lo escuchan, busquen
el Reino (Mateo 6: 33; Lucas 12: 31)
Luego
veremos, que, con la resurrección, se cae en la conciencia de que, el Reino de
Dios, se cumple en Jesucristo resucitado: es así como: “el predicador del Reino
(Jesús), se convierte en el predicado”: Pablo resume la proclamación (En griego
Kerigma) cristiano, se da la importancia a la persona de Jesús: en 1
Tesalonicenses, 1: 9 – 10, Pablo escribe: “… Jesús a quien (Dios) resucitó de
entre los muertos…”
En
el libro de los Hechos de los Apóstoles, leemos: “Vosotros rechazasteis al
Santo y al Justo… matasteis al autor de la vida. Pero Dios lo ha resucitado de
entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello” (Hechos 3: 14 – 15)
Jesús
predica el Reino, pero también lo concreta, en las curaciones y los exorcismos
(Mateo 12: 28; Lucas 11: 20); el Reino irrumpe en el planeta tierra, el tiempo
se ha cumplido, el judaísmo del siglo I, veía el Reino a futuro, pero Jesús lo
hace presente.
En
un momento determinado, Jesús envía a sus discípulos, de dos en dos, a predicar
y concretar el Reino: él les da poder sobre los espíritus inmundos (Marcos 6:
7); el Reino es la herencia de Dios, esta convicción, se encuentra en muchos
Salmos (22:29; 103: 19; 145: 11 – 13)
De
nuevo: atisbemos inclusive un caso muy particular (Lucas 7: 18 – 22): la
pregunta de Juan el Bautista:
-
La
palabra y obra de Jesús, deja perplejo al Bautista ya en la cárcel.
-
Manda
a unos de sus discípulos a preguntarle: ¿Eres el que estamos esperando (El
Mesías) o hemos de esperar a otro?
-
Pero
Jesús responde: cuenten lo que ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los
cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen.
En
el Evangelio según San Mateo, esta historia se encuentra en el capítulo 11,
versículos del 2 al 14, es decir, tiene como telón de fondo, las curaciones de
los capítulos 8 y 9:
-
Volvamos
a la pregunta: ¿Eres el que estamos esperando (El Mesías) o hemos de esperar a
otro?: el que estamos esperando…
-
La
respuesta: cuenten lo que ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos
andan, los leprosos son curados, los sordos oyen: los discípulos del Bautista,
ven y oyen: ¿Qué?: que los que no podían ver, ven; que los que no podían andar,
andan; que los leprosos son curados; que los que no podían oír, oyen.
En
suma: ¿Eres el que estamos esperando?: las obras responden: “sí”: en los
Evangelios que relatan esta historia (Mateo y Lucas), se observa el impacto de
la Pascua: Jesús es el que había de venir, además hay un ambiente de triunfo:
los enfermos son curados.
Vale
una nueva repetición: la aparición de Juan el Bautista, implicó una denuncia al
sistema de dominación (Ya explicaremos este concepto), Jesús comparte el
diagnóstico del Bautista, sobre la política, la economía y la cultura; se le
une en su movimiento.
Pero
a la hora de la prédica y acción de Jesús, de forma independiente, se muestran
las diferencias entre el Nazareno y el Bautista:
-
Jesús
no se parece al profeta solemne y sobrio que fue Juan el Bautista: Jesús fue un
hombre del pueblo: su ambiente natural, fue el barrio, la calle, la plaza.
-
Jesús
realiza curaciones, de esto no hay evidencia en Juan el Bautista.
-
Para
algunos autores, Jesús supera el esquema “del Antiguo Testamento”, propio de
Juan (Conversión – actitud ética – esperanza mesiánica)
Por otra parte: la predica y acción de Jesús, choca contra el sistema de
dominación: “lo bueno y lo malo para ese sistema, no es lo objetivamente bueno
o malo”: el sistema lo que dice es: “la gente no conoce la ley y su
interpretación, esa gente está maldita”.
Jesús se dirige a
“esos malditos”: la impureza no es externa, viene de adentro (Marcos 7: 19 –
22): aquí cabe una observación: el judaísmo como religión, se basaba en la
dualidad: pureza – impureza: la pureza, se lograba por los sacrificios; la
impureza, cubría una gran cantidad de realidades: la etnia (Los gentiles); el
género (Las mujeres por la menstruación); la estirpe; la integridad física
(Discapacidades); la sanidad (Los leprosos eran impuros).
Las curaciones y
los exorcismos, pertenecen a la práctica de Jesús de Nazaret. Es interesante
que, por lo menos en Mateo, Marcos y Lucas, no se cuestionan las curaciones y
exorcismos, pero sí, la fuente del poder que los realiza (Mateo 12: 24 y
siguientes); además, la práctica de los exorcismos no era extraña: por ejemplo,
los discípulos de los fariseos los hacen (Mateo 12: 27; Lucas 11: 19);
inclusive, se pueden realizar exorcismos, en nombre de Jesús, sin ser su
discípulo (Marcos 9: 38; 9: 49)
En el libro de
los Hechos de los Apóstoles, se relaciona a Jesús con Moisés, por el tema de
los milagros. Esos milagros, acreditan a Jesús (Hechos 2: 22); una vez más: por
las curaciones y los exorcismos, Jesús manifiesta el Reino de Dios (Mateo 12:
28; Lucas 11: 20)
Entonces, como
dice, el presbítero y profesor emérito de la Universidad de Lyon (Francia),
Jean Pierre Lemonon: Jesús inauguró el Reino mediante sus prácticas sanadoras,
restableció a los hombres y a las mujeres en su dignidad y, también, dio a
entender la existencia de un nuevo camino para entrar en el Reino: la confianza
en su persona, más allá de una limitación étnica.
El Evangelio de
San Mateo, termina con un final claramente misionero (28: 16 – 20); eso sí, en
algún momento del ministerio de Jesús, él les dice a sus discípulos, que
limiten su actividad al pueblo de Israel (Mateo 10: 5 – 6)
Para los eruditos
jesuitas que comentan la Biblia: este pasaje corresponde a un agrupamiento de
consejos sobre la misión; unos de tipo local, otros de tipo universal. Desde la
perspectiva nacionalista, las promesas del reino mesiánico, habían sido hechas,
ante todo a los israelitas. Por eso, ellos, eran los primeros que debían
escuchar la buena noticia (En griego “evangelio”); en el pasaje, Jesús, habla
de: “la casa de Israel”, aludiendo al pacto que Dios hizo con los patriarcas,
el cual queda cumplido, por su predicación y la de sus apóstoles, al pueblo
judío.
El erudito
católico, Straubinger, dirá que: será en pentecostés, que, San Pedro le abre la
puerta a los gentiles (Hechos 10), para ser “injertados” en el tronco de Israel
(Romanos 11: 11 – 24) y manifestó que ello, era a causa de la incredulidad de
la sinagoga (Los judíos ligados al judaísmo); Más tarde, los judíos dispersos
en otros territorios (E influenciados por la cultura y el pensamiento griegos),
rechazaron también la predicación apostólica. Por esta razón, Pablo, anunciaba
que, la salvación pasaba a los gentiles (Hechos 28: 23 y siguientes); y desde
la prisión, escribió a los efesios, sobre el Misterio del Cuerpo Místico
(Efesios 1: 22), escondido desde todos los siglos (Efesios 3: 9; Colosenses 1:
26), por el cual los gentiles son llamados a él (Efesios 3: 6), no habiendo ya
diferencia alguna, entre judío y gentil.
El obispo Armando
J. Levoratti, al comentar el Evangelio según San Mateo, en el Comentario
Bíblico Latinoamericano (Nuevo Testamento. Editorial Verbo Divino. 2 edición
revisada 2007); nos dice que: la misión a Israel y la misión a las naciones,
están estrechamente relacionadas, pero una precede a la otra, porque a Israel
le corresponde la tarea de ser “luz de las naciones” (Isaías 42: 6; 49: 6). Sin
embargo, no podía cumplir esa misión sin antes renovarse y unirse como prenda y
anticipo del Reino de Dios. en tal sentido, la restricción que señala Mateo,
coincide con la perspectiva de Pablo: “al judío primeramente y también al
griego” (Romanos 1: 16; 2: 9 – 10). Solo después de la resurrección, la misión
evangelizadora tendrá un alcance universal (Mateo 28: 16 – 20. Esta es la tesis
de San Jerónimo)
El especialista
católico, Santiago Guijarro Oporto, nos suma, el hecho de que, también, el
pasaje, refleja una tensión viva en la comunidad de Mateo, donde ciertos grupos
de origen judío, no comprendían ni aceptaban la misión a los paganos. Dice
Guijarro, que esta era una tesis de minoría en la iglesia de Mateo. El
evangelista trata de hallar un punto de encuentro entre ambas posturas, y
explica el cambio de perspectiva como consecuencia del rechazo de Jesús y su
anuncio, por parte de su pueblo (Mateo 21: 43)
El erudito
protestante William Barclay, argumenta, que los doce no estaban equipados para
predicar a los gentiles. No tenían ni el trasfondo, ni el conocimiento, ni la
técnica. Antes que el Evangelio fuese presentado eficazmente a los gentiles,
tenía que surgir un hombre con la vida y educación de Pablo.
Por otro lado, en
Mateo 15: 24, los discípulos piden que despida a una mujer cananea, que les
importuna con sus gritos: pero en este pasaje, hay una gran enseñanza de tipo
católico (Universal): Jesús, en su mensaje, rechazó radicalmente el
nacionalismo que caracterizaba a sus compatriotas, lo que, para ellos, resultó
una novedad, a la par que un escándalo. Los grupos fariseos, los esenios y el
pueblo en general, excluían a los extranjeros del Reino de Dios: ellos, esperaban
y creían que Dios también los excluiría.
Jesús sale rara
vez de Israel, algunos paganos acuden a él, y le piden: es el caso del
centurión romano (Mateo 8: 5 -13; Lucas 7: 1 – 10) o la siro – fenicia (Mateo
15: 21 – 28; Marcos 7: 24 – 30); Jesús, pues, tiene una actitud universalista,
que es propia de otros maestros en Israel, pero los paganos deben ir a él,
tener fe en él, Jesús contempla un tiempo nuevo, en el que se producirá una
ruptura (Mateo 8: 12; Lucas 13: 29; también Mateo 21: 33 – 44 y siguientes)
La novedad
proviene del rechazo de los herederos del Reino. Dice Lemonon, que esto tiene
que ver con la valoración de un dicho de Isaías 25: 6 – 8, ignorado por el
judaísmo del siglo I (La literatura rabínica, hace una lectura deformada de
Isaías 25: 6: “El día del banquete mesiánico, las naciones beberán la copa de
la cólera”.); además, la fe es la llave de entrada al Reino.
Pablo confirma
que la predicación de Jesús, está limitada a Israel (Romanos 15: 8); pero
cuando los paganos se acercan a Jesús, este acto, le sirve al de Tarso, para
argumentar que, Jesús fue el primero en iniciar una misión entre los paganos.
Ya vimos que, en la comunidad de Mateo, había dudas sobre una acción de este
tipo, al final, las diversas iglesias cristianas iniciales, toman diversas
posiciones.
Veamos como
ejemplo, el libro de los Hechos de los Apóstoles, en éste, Pedro es clave en la
apertura a los gentiles, pero no sin objeciones, a su vez, él convencerá a la
iglesia de Jerusalén de esa apertura: no podía impedir a Dios, actuar entre los
paganos (Hechos 11: 17)
En su limitación
misional a Israel, Jesús abraza la tradición de su pueblo: en el judaísmo del
siglo I, era claro que, en la Ley (Pentateuco) y en los Profetas, no hay
ninguna recomendación de ir a las naciones a predicar la Palabra. Este
postulado, se mantuvo inclusive, pese al impacto de la diáspora (Los judíos
fuera de Israel, impactados por la cultura griga)
Eso sí, ella,
facilitó el conocimiento del judaísmo, generando un interés en la fe de Israel:
el libro deuterocanónico de Tobías, dice que, espera el reconocimiento del Dios
del cielo por las naciones (Tobías 13: 13; 14: 6). En una literatura posterior:
por sueños, por cuentos, se plantea a personas importantes entre los paganos,
que confiesan al Dios de Israel; y hasta se unen a ese pueblo (Daniel 4: 31 y
34; Judit 14: 5 – 20); queda pues, superada la Ley, en las prohibiciones del
Deuteronomio (23: 4 – 5): esta es la esperanza; y su realización queda en manos
del poder de Dios.
Punto aparte, ya
hemos hablado de la autoridad de Jesús, esto de nuevo, causa admiración y uno
de los factores de ello, es que, la Ley en el siglo I, era objeto de ardorosos
debates. Los principales actores de ese debate, eran los fariseos y los
saduceos: los primeros, alimentan sus interpretaciones, con la tradición oral.
Los segundos, se limitan a la Ley escrita (Los libros del Génesis, Éxodo,
Números y Deuteronomio)
Ante este debate,
Jesús rechaza el tema de la tradición oral (Marcos 7: 5 y 8); ella, puede hacer
olvidar la propia Ley. El ya antedicho Lemonon, expresa que: Jesús cita la Ley,
no la abole, pero sus exigencias bien entendidas, son muy altas (Mateo 5: 21 –
48); para otros teólogos, Jesús, al llevar a la plenitud a la ley, sí la
cambia, la reforma (“Oyeron que les fue dicho, pero yo les digo”)
Ahora, como
ejemplo: tomemos dos puntos de este debate:
a) El Sábado.
b) Lo puro y lo
impuro.
a) El Sábado.
¿Cómo debe
concretarse el día de reposo?: este era el punto central de la controversia: Jesús,
dice que, el objetivo es el bien del hombre, ese bien, está encarnado en su
señorío sobre las instituciones de Israel (Marcos 2: 27)
Al hacer esto,
Jesús apoya la tesis de los Macabeos (1 Macabeos 2: 39 – 41); el sábado, es
para hacer el bien, no el mal (Marcos 3: 4; Mateo 12: 12; Lucas 6: 9);
entonces, por ejemplo, hacer el bien es: “curar en sábado” (Lucas 13: 15; Mateo
12: 11); el bien del hombre relativiza el sábado: los actos de Jesús ese día,
ofrecen el verdadero sentido de éste.
b) Lo puro y lo impuro.
Jesús desplaza
esos mandatos: lo puro y lo impuro, tienen que ver con el compromiso del hombre
(Mateo 15: 10 – 20; Marcos 7: 14 – 23): la conclusión, “hace puros todos los
alimentos” (Marcos 7: 19); pero podríamos lanzar la hipótesis, en el sentido
que: pese a esos desplazamientos o cambios, el peso de la cultura, generaba
debates dentro del cristianismo primitivo (Gálatas 2: 11 – 14)
También podría
lanzarse otra hipótesis: desde la historia, Jesús jamás trató de presentarse
como un legislador, más bien, parece como alguien que vuelve a dar a la Palabra
su fuerza original. Pero desde la fe (Evangelio según San Mateo), es el nuevo
Moisés.
De nuevo: el ser
humano es primero: los leprosos eran impuros, pero Jesús, permite que se le
acerquen (Como lo dijera el Pbro. Álvaro Sáenz Zúñiga: “Jesús pasó impuro, toda
su vida”. Marcos 1: 40 – 45); de igual manera, la atención de Jesús a pecadores
y publicanos, escandaliza a los fariseos (Lucas 5: 30 y siguientes; 7: 34;
Mateo 11: 19; Lucas 7: 39; 15: 1 – 2): el perdón, es el camino a la
santificación. Definitivamente, Jesús inaugura tiempos nuevos.
Ahora bien: hemos
dicho que, debemos comprender a
Jesús como profeta, como sabio, como Hijo de Dios…
Hablemos
de Jesús como maestro de sabiduría: aquí, debemos
entrar en un tema técnico: los especialistas en Nuevo Testamento, hablan de un
documento hipotético que consistiría en una colección de dichos de Jesús: la
llamada: “Fuente Q”, que es una abreviatura de la palabra alemana “Quelle”:
“fuente”: y esto lleva a otra hipótesis: la “Hipótesis de las dos fuentes”:
“los dichos de Jesús, que son comunes en Mateo y Lucas, provienen de la fuente
Q”; esos dichos, no aparecen en Marcos: los versículos que cumplen este
postulado, son cerca de 230.
Pues bien, de acuerdo
a la “fuente Q”, Jesús no se presenta como heraldo del Reino, sino, como un
educador: no hay inauguración de los tiempos finales, Jesús es un maestro de
sabiduría, una especie de filósofo y podríamos decir más: una especie de
filósofo estoico. Claro está, desde la historia, Jesús estaría más a la altura
de: Hillel (Rabino fariseo) o Shamai (También fariseo)
Desde esta
perspectiva, Jesús, más que un movimiento, lo que forma es una comunidad. Pero
ella, no es cerrada, se le predica la Palabra: “a los de afuera”, lo que
conocemos como “el sermón de la montaña”, no sería la “constitución política
del Reino de Dios”; sería “un discurso de sabiduría”; no hay cruz, ni
eucaristía, como características del seguimiento.
Históricamente,
cerca de la llegada del cristianismo, en Israel, la sabiduría, fue
personificada. Desde la dignidad mesiánica, la Sabiduría, comunica los bienes
de la felicidad, es la herencia del justo, la Sabiduría está cerca de Dios
(Deuteronomio 30: 14; Proverbios 8: 1 – 31; Sabiduría 1: 6)
En el caso de
Jesús, la enseñanza sapiencial, aparece en Mateo, Marcos, Lucas y Juan; la
forma en que Jesús trasmite la sabiduría, son los aforismos (Mateo 7: 1 – 5;
Marcos 4: 22 – 30); en el caso de los Evangelios, los aforismos de Jesús, nos
han llegado como conjuntos literarios. También pueden encontrarse en las
parábolas.
Las enseñanzas de
sabiduría, estarían construidas en un modelo:
-
Una llamada
dirigida a los discípulos.
-
Puede ser
recibida por cualquier persona.
-
Invita a una
determinada actitud.
Para comprobar
este modelo, se puede leer: Mateo 19: 30; 20: 16; Marcos 10: 31; de igual
manera, en la sabiduría, se hace referencia a la creación: Jesús relaciona a
Dios con la creación (Mateo 11: 25); el Dios creador que Jesús alaba, se
preocupa constantemente por la creación (Mateo 10: 30); la bondad del Dios
creador, se extiende a todos. Así, Jesús es presentado al modo de un sabio, que
enseña un arte de vivir. Jesús forma a sus discípulos de forma sapiencial
(Mateo 7: 7 – 11; Mateo 6: 25 - 34)
Hasta aquí, nos
hemos basado en la fuente Q, pero en el Evangelio según San Marcos, también se
ve a Jesús como maestro de sabiduría, allí, los discípulos no lo entienden (6:
52; 7: 18; 8: 17 – 18 y versículos 21 y 33; 9: 10 y 32; 10: 38)
En Marcos 7: 14-
21, Jesús habla de la verdadera pureza: pero los discípulos no lo entienden,
cuando regresan a casa, le preguntan sobre el significado de la enseñanza.
Parece que Jesús se sorprende que no comprendan. Siguiendo en ese capítulo,
Jesús muestra que, entre los males que afligen al hombre, está la falta de
sabiduría (Versículo 22); por eso la Ley es relativizada en razón de un bien
superior.
En Marcos 8: 14 –
21, se responde a la pregunta del por qué a Jesús le piden una señal: en ese
proceso, Jesús les dice que, “recuerden” y “entiendan”, esto es muy sapiencial.
En el caso de las parábolas, hay que comprenderlas (Marcos 14: 3)
El término
parábola, reaparece en la literatura evangélica, muy particularmente en Marcos:
ahora, la parábola, está ligada a la venida del Reino. En ellas, Dios va más
allá del comportamiento humano lógico. El discípulo, responde de acuerdo a ese
comportamiento de Dios (Marcos 4: 24; 11: 25)
Con lo dicho,
podemos concluir: Jesús es profeta y sabio. Por más que se quiera negar, Jesús,
en su enseñanza, subraya el Reino de Dios: palabra profética y palabra
sapiencial, no se oponen. Por ejemplo, Jesús invita a una confianza absoluta
(Marcos 9: 24; 10: 13 – 16); esto es muy propio de la sabiduría. Pero en lo que
se debe confiar, es en la venida del Reino. Como ya lo hemos dicho, las
parábolas, presentan enseñanzas de sabiduría, pero expresan rasgos del Reino.
El Reino es el
horizonte de las palabras de sabiduría (Mateo 6: 33); en Lucas 12: 2 – 12,
Jesús enseña que no hay que temer a los que matan el cuerpo, pero igual tiene
un contexto profético. En Marcos 6: 1 – 6 y Mateo 13: 54 – 58, hay enseñanza y
gestos de poder y sabiduría: los oyentes se preguntan sobre la identidad de
Jesús, a partir de sus enseñanzas y los milagros que hace.
Por otra parte, hemos
dicho que, en la sabiduría, hay relación de Dios con la creación, pero esto
también se ve en el profetismo. La segunda parte del libro de Isaías, muestra
esto claramente: el Dios que habla en la profecía, es el Dios creador (Isaías
42: 5)
Es interesante:
el Dr. Jaques Vermeylen, sin ser teólogo de la liberación, expresa que: el acto
creador, no es nada más que la liberación presente o esperada para muy pronto,
en la que Dios gratifica a los suyos. La relación Palabra – creación, está muy
afirmada en la literatura judía ubicada entre el Antiguo y Nuevo Testamento: el
Dios creador, guía la historia de los hombres por su palabra (De esto hay
evidencia en varios apócrifos del Antiguo Testamento)
Asimismo, se
vincula creación y Reino o historia de la salvación, de manera muy frecuente en
el siglo I: Jesús valora la creación, porque el Reino ha venido…
Pasando esta
página, debemos decir que: el judaísmo anterior al cristianismo, tiene claro
que, la sabiduría es rechazada por aquellos a los que se les envía, la
sabiduría, no encuentra lugar entre los hombres; de igual manera, los profetas,
son rechazados por sus receptores (De esto hay evidencia en varios apócrifos
del Antiguo Testamento)
Pues bien: esta
es una reflexión de Semana Santa, por tanto, es válido decir que: en el siglo
I, abundaban los relatos de martirio profético, asimismo, escribas y Fariseos,
peregrinaban a los presuntos sepulcros de los profetas (Recordemos que Jesús
denuncia esto); por lo que, se abre la palestra, para entender la muerte de
Jesús, como la muerte de un profeta (Lucas 13: 33 – 34)
El Evangelista
Lucas en particular, presenta a Jesús, como “el sabio venido de Dios”, pero él
es rechazado (Lucas 7: 29 – 35; Mateo 11: 16 – 19; Lucas 11: 31; Mateo 12: 42);
entonces: “la sabiduría está vinculada a Dios y él envía a los profetas” (Lucas
11: 49): Jesús es el sabio venido de Dios, pero también es el profeta enviado
por Dios y, en tanto profeta, rechazado (Lucas 13: versículo 33 y del 34 al 35;
Mateo 23: 37 – 39)
Ya hemos dicho que,
a Jesús, se le pide un signo para autenticar su misión, pero él se niega (Mateo
12: 39); los Evangelistas justificarán ese rechazo, diciendo que, el único
signo que recibirán será: “la señal de Jonás”: a los tres días, Jonás fue
expulsado de la ballena que se lo había tragado; a los tres días, Jesús será
expulsado del sepulcro: Jonás, en la “novela popular” que habla de él, es el
profeta que predica el arrepentimiento a Nínive; Jesús, es el profeta, que
predica el arrepentimiento a Israel. Al rechazar a los profetas, los
contemporáneos de Jesús, rechazan la sabiduría que ellos traen (Sabiduría 7:
27)
Por otra parte,
hay relación Reino de Dios – sabiduría: dice Michel Trimaille, sacerdote,
especialista en exegesis bíblica: “…lo mismo que el Reino de Dios se instaura
por medio de los hechos y las palabras de Jesús, de igual manera la suprema
sabiduría de Dios (,) se revela a través de los hechos y las palabras de Jesús.
Finalmente, igual que el Reino de Dios fue rechazado en la persona de Jesús,
también en él, la Sabiduría de Dios fue despreciada”.
En Marcos 6: 1 –
6, se une la proclamación de Reino de Dios y el género de la sabiduría. Jesús
entiende que, es un profeta despreciado (Versículo 4); el profeta, el sabio,
que anuncia y ofrece los signos de la presencia del Reino, son rechazados:
Cristo será martirizado.
III
La causa por la que Jesús da la vida.
Gracias al
jesuita Félix Moracho, podemos esquematizar la causa por la que Jesús da la
vida: Jesús da la vida por el Reinado de Dios (Marcos 1: 15); a eso envía a sus
discípulos (Mateo 10: 8); después de su resurrección, les hablará de ello
(Hechos 1: 3)
El Reino divide a
la humanidad: “los hijos del Reino y los hijos del maligno” (Mateo 13: 38); por
el reino, hombres y mujeres, deben desapegarse (Mateo 13: 4; Lucas 18: 28;
Mateo 19: 12); el Reino de Dios y su justicia, es lo primero que hay que buscar
(Mateo 6: 33)
El tema del Reino
de Dios es tan central, que 72 veces aparece en boca de Jesús en los
Evangelios, y más de 100 veces en el Nuevo Testamento, 122, solo en los
Evangelios…
Ahora, cuando se
lee el Evangelio según San Mateo, el concepto de Reino de Dios, es sustituido
por el de Reino de los cielos, ya hemos dejado entrever, que esa obra, fue
dirigida a cristianos de origen judío, para ellos, hablar de “Dios”, era
“hablar del nombre sagrado”, por lo que, usan palabras sinónimas, por ejemplo:
“Señor” (“Adonai”); así, para no hablar del Reino de Dios, se habla del Reino
de los cielos.
En los dos
acápites anteriores, hemos visto de qué Reino se trata, pero repasemos:
-
Es algo, que se
está realizando aquí y ahora, en este planeta.
-
Es la
transformación de la totalidad de la tierra, pero más allá de lo material y
humano, implica también la esfera espiritual.
Además, es claro
que, en Jesús, se hace ya presente el Reino de Dios: él realiza los signos o
señales de ese Reino: las obras de Jesús, las actitudes de Jesús, ellas
comunican y concretan que:
-
Dios está de lado
de los pecadores.
-
Es también para
los extranjeros.
-
Hay que amar a
todos los seres humanos, sin discriminaciones, sin acepción de personas.
-
Hay que amar aun
a los enemigos.
-
Hay que
subordinar la Ley al bien de las personas concretas.
El gran signo del
Reino de Dios es liberador: los pobres reciben el Evangelio (Mateo 11: 2 – 6;
Lucas 7: 18 – 23): ahora: cabe la pregunta: ¿Quiénes son los pobres, de acuerdo
al Nuevo Testamento?:
-
Los pecadores:
los que tienen rota las relaciones: con Dios, con el prójimo, con la
naturaleza.
-
Los sencillos:
los ignorantes que no conocen la Ley y no pueden salvarse.
-
Los pobres en
términos económicos, los enfermos, los oprimidos, los desesperanzados, los
forasteros, los últimos, estos están fuera de la sociedad, son marginados de
ella.
En esta lógica,
Jesús se presenta como el mensajero del Evangelio para los pobres: en lenguaje
coloquial: “la tortilla se va a volcar”: los pobres serán ensalzados y los
ricos serán rebajados…
El Reino de Dios
es comunión y participación: es lo primero, de la humanidad con Dios y, de la
humanidad entre sí…
Es participación,
porque los efectos del amor, deben hacerse sentir: hay que predicar y practicar
el Reino de Dios: la justicia, la paz, servicio a los demás, a los pobres, a
los humildes, a los sencillos…
Finalmente, unas
palabras, sobre la plenitud del Reino de Dios, dos notas: la primera: el reino
de Jesús, es al mismo tiempo, espiritual e histórico, con sus dimensiones de
gracia y de tarea humana, y de liberación integral (Puebla, 482 – 483)
La segunda: la
iglesia está al servicio del Reino de Dios, pero no es el Reino de Dios:
a) Contrario a lo
que dicen pocos autores (Aunque algunos reconocidos, por haber pasado del
protestantismo al catolicismo), de nuevo: la iglesia no es el Reino.
b) La iglesia
está subordinada al Reino.
c) La iglesia es
servidora del Reino.
d) Jesús se
arriesgó y murió por el Reino de Dios: ¿Qué deberíamos hacer los cristianos?,
¿Qué debería hacer la iglesia?
Con esto dicho,
podemos comenzar a abrir la puerta de la última semana de Jesús de Nazaret…
IV
Comenzando a abrir la puerta de la última
semana de Jesús de Nazaret.
Muchos
teólogos y especialistas de la Biblia, han intentado reconstruir desde una
perspectiva histórica los últimos días de Jesús en la tierra…
No
es nuestra intención acometer esa tarea, puesto que los evangelios no son
exclusivamente históricos, es decir, ellos reflejan al “Cristo de la fe”,
buscan trasmitir la buena noticia de Jesucristo Hijo de Dios, y si bien es
cierto, de los evangelios se deduce el “Jesús Histórico”, en el caso de la
última semana, hay complicaciones cronológicas y hasta de eventos: por ejemplo,
la expulsión de los mercaderes del templo, que Juan ubica al comienzo del
ministerio de Cristo; los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), la colocan en el
periodo de la pasión.
Pese
a estas dificultades, los esfuerzos por tratar de dar forma a la última semana
de Jesús en Jerusalén, han encontrado, por lo menos para el autor de estas
líneas, dos importantes insumos: el libro de los teólogos Marcus J. Borg y Jhon
Dominic Crossan, intitulado: La última
semana: un relato diario de la última semana de Jesús en Jerusalén (Edición
en español de Rayo, 2007) y el esfuerzo de los exegetas que participaron en los
insumos para la Biblia de Estudio NVI (Editorial
Vida, 2002). Estos documentos nos servirán de base para construir esta
exposición.
Pablo
dice que la muerte de Jesús es un escándalo; y para encontrar razón de él, han
aparecido una serie de explicaciones que pueden resumirse en tres básicas (así
las resumen los teólogos Adrien y Etxebarria)
- La teológica: Jesús muere de
acuerdo a los planes de Dios.
- La escatológica: la muerte
de Jesús inaugura la época de la salvación.
- La soteriológica o
redentora: la muerte de Jesús como expiación de nuestros pecados.
Ahora
bien, decimos que este es un intento de lectura liberadora, en el tanto,
tradicionalmente lo que se conoce como la Pasión, muerte y resurrección de
Cristo, se reflexiona desde un marco teológico determinado, este marco es la
Teología de la Salvación, en él, se nos enseña que Jesús murió por nuestros
pecados, siendo “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
No
se trata de invalidar la interpretación de ese marco teológico, se trata de
recuperar una visión de Jesús, que va más allá de lo dicho tradicionalmente por
esta teología. De hecho, pese a la continua repetición de las enseñanzas que se
derivan de esta teología, es lamentable que el cristiano y cristiana promedio,
no tengan claros los hechos que condujeron a Jesús a la muerte y posibilitaron
su resurrección.
Cuando
hablamos de un intento de lectura liberadora, más que ubicarnos desde la
teología de la salvación, nos estamos ubicando desde una teología de la vida y
la esperanza, buscando a Dios, no solo dentro de las comunidades de fe, sino
también, desde la sociedad y desde sus dinámicas históricas. Es por ello, que
para nosotros es tan importante determinar si lo acaecido en esa última semana
de Jesús de Nazaret, tiene algo que decirnos hoy.
Además,
esa perspectiva liberadora, nos va a permitir extraer enseñanzas dentro de la
lógica latinoamericana en general y particularmente costarricense, en un país
que no está exento de pobreza, opresión, así como violencia y que, en los
últimos tiempos desde la perspectiva eclesial, ha venido presenciando el
fenómeno de la teología de la prosperidad y su estructura particular de
evangelistas, apóstoles, profetas etc. que con su mensaje agresivo, ha
impactado a importantes sectores de la población cristiana.
En
el Nuevo Testamento se presenta la muerte de Jesús como la muerte del profeta,
pues lo matan por clamar a favor de la justicia, además, se presenta la muerte
de Jesús como la del Siervo de Dios ilustrado por Isaías (Entrega la vida por
nuestros pecados y aun siendo inocente, lleva al extremo la solidaridad con el
colectivo humano). La Pasión es una síntesis de ambas presentaciones, nosotros
nos inclinamos un poco más por la primera, ya que dentro del cristianismo
tradicional, la que se enfatiza más es la segunda.
Finalmente, decimos que esta es
una reflexión para Semana Santa, no solo porque este es el tiempo litúrgico
propicio para este tipo de reflexión, sino, porque consideramos importante
retornar a la esencia de este tiempo, combatiendo el pésimo concepto de este
periodo como un tiempo de vacaciones y mucho menos de fiesta, se trata de
contemplar al hombre que por su mensaje y acción es condenado a muerte por las
fuerzas de opresión de su tiempo; y que, por ese mensaje y esa acción, permite
el actuar del Dios liberador de la máxima atadura: la muerte.
V
Un resumen de la última semana,
antes del Triduo.
A)
Domingo de Ramos:
Cuando
en el Evangelio según San Juan, se hace referencia a la entrada de Jesús en
Jerusalén montado en un burrito, se hace una anotación importante, veamos Juan
12: 16: “Esto no lo entendieron los discípulos entonces. Pero, cuando Jesús fue
glorificado, se acordaron de que estaba escrito acerca de él y de que se había
realizado”.
Esta
frase nos permite entender algo fundamental cuando hablamos de Jesús: la fe en
Jesús como Hijo de Dios, es únicamente factible después de la resurrección (Y
desde la perspectiva de la fe, con la ayuda del Espíritu Santo). En principio
para sus seguidores, Jesús era un profeta, quizás aquel profeta que anunciaba
los tiempos finales (Para la comprensión más detallada de estos temas, hemos
incorporado los apuntes iniciales, de los dos primeros acápites)
Mateo
21: 8: “había mucha gente. Unos tendían sus capas por el camino, y otros
tendían ramas que cortaban de los árboles” …
Con
estas actitudes, la gente reconoce a Jesús como rey, basta leer 2 Reyes 9: 13,
para mirar la misma actitud. En el caso del relato de este episodio, según San
Juan, se resalta la realeza de Jesús…
En
el texto de Lucas, capítulo 19, versículo 39 se lee: “Algunos fariseos que se
encontraban entre la gente dijeron a Jesús: Maestro reprende a tus discípulos”
…
En
los fariseos hay una molestia, se supone que ellos conocen las Escrituras, se
supone que ellos debían reconocer al Mesías, pero los que lo estaban
reconociendo eran los pobres, los marginados, los ignorantes, los oprimidos.
Versículo
40 del capítulo 19 de Lucas: “Replicó (Jesús): Os digo que, si estos callan,
gritarán las piedras” …
Ese
grito es un grito de demanda: “¡Sálvanos!”. Esa demanda cobija la plena
confianza en la salvación, pero también ese grito es acusación: el pueblo no se
sentía salvado, no se sentía seguro con sus líderes…
En
el caso de Marcos, se resalta una característica de Jesús, que es la conocida
como “el silencio mesiánico” (ya hemos hablado de ella), pero en el momento de
la entrada a Jerusalén, el Maestro se encuentra en un punto culminante que le
exige una definición pública, en este momento, el signo de entrada, solo tiene
un significado: Jesucristo es el Enviado de Dios.
Pero
los líderes de la nación lo miran de forma opuesta, desde su punto de vista,
Israel había sido salvado por afamados guías. Ahora llegaba un pobre de
Nazaret, de un poblacho al norte de la capital y sin rasgos de militarismo:
¿Cómo puede ser un desposeído el Mesías?
Lo
que se conoce como la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, es una
manifestación de apoyo popular, es el Salvador que llega (Isaías 62: 11), es el
humilde Mesías (Zacarías 9: 9) al que se le pide salvación (Salmo 118: 25 – 26)
Los
teólogos Borg y Crossan, nos dan un dato histórico que nos permite alimentar el
intento de lectura liberadora que nos hemos propuesto: ese día, en Jerusalén,
se hacían dos entradas a la ciudad: la del pueblo, y la otra, la del procurador
romano, que iba acompañado de soldados y caballería, este ingreso, era un signo
del poder del imperio romano. Poder que colocaba al emperador como Hijo de
Dios. Como tal, era “señor”, “salvador”, “dador de la paz”.
Así
pues, podemos decir sin temor alguno (Con Borg y Crossan), que Jerusalén fue
testigo de dos manifestaciones políticas: la de “El Hijo de David” y la del
“representante del imperio romano y su gobernante”. Hay entonces un claro
enfrentamiento entre Jesucristo y el César. Hay un enfrentamiento entre el
Reino de Dios, que es el proyecto que propone Jesús; y el gobierno opresivo
imperial: este es el hilo central que recorre toda la Semana Santa.
Y
dado que hay un enfrentamiento entre el Reino de Dios y el gobierno opresivo
imperial (Que Borg y Crossan llaman: “sistema de dominación”), este es un buen
momento para detallar las dos opciones en cuestión:
El
teólogo José Sánchez Sánchez, resume el Reino de Dios predicado y encarnado por
Jesús, del siguiente modo:
·
Una
nueva política: para Jesús y su grupo, la autoridad significa servicio.
·
Una
nueva economía: Esta no es basada en la acumulación (Mateo 6: 19 – 21; 6: 24)
sino en el compartir.
·
Una
nueva religión: no basada en el cumplimiento legalista de los preceptos de la
ley. No una religión que acepte la opresión de los pobres, sino, una religión
sustentada en el amor, la misericordia y la solidaridad (Mateo 9: 12; Lucas 10:
25 – 37)
En
tanto, el “sistema de dominación” tiene las siguientes características, según
Borg y Crossan:
- Opresión política: La
minoría (Aristocracia, nobleza, monarquía) oprime a la mayoría, cuyos
criterios no se contemplaban para determinar el rumbo de la sociedad.
- Explotación económica: La
riqueza fruto de las formas de producción agrícola iba a los bolsillos de
los ricos y poderosos, esto por medio de las leyes (Pertenencia de la
tierra, impuestos, trabajo por deudas)
- Legitimación religiosa: El
rey o gobernante ejerce su poder por voluntad divina, si bien es cierto,
había una dimensión profética (“Denunciar lo incorrecto y anunciar la
esperanza”), en la mayoría de las sociedades, se legitimaba a los ricos y
a los poderosos.
Este
“sistema de dominación”, era el que prevalecía en Jerusalén en tiempos de
Jesús:
- En Jerusalén habitaban
terratenientes que recibían riqueza de sus propiedades (Vivían con mucho
lujo).
- El Templo era un centro de
impuestos israelita y romano. Además, se sustentaba aún en una teología en
la que este espacio era casa de Dios, mediador del perdón por el
sacrificio de animales, centro de devoción y destino de peregrinaje.
- Los visitantes a la ciudad
en tiempos de pascua, hacían importantes gastos durante su estadía.
- Los líderes religiosos,
estaban llamados a evitar rebeliones contra Roma.
Jesús
ya se había colocado en oposición al Templo, puesto que predicaba y ponía en
práctica el perdón fuera de él (Solo como ejemplo Marcos 2), en suma, Jerusalén
sostenía como ciudad una dualidad: por un lado, se basaba en una teología muy
aceptada, y por otro, era una estructura clave para la dominación imperial.
Una
vez más, repetimos esto para que quede totalmente claro, Jesús se opone al
Templo y serán sus autoridades las que lo entregarán a las autoridades
imperiales – romanas (Gentiles), para que lo maten. Jesús se opone al Templo,
porque legitima el “sistema de dominación”, Jesús reclama que el Templo es
infiel al Dios de Israel, al Dios de la liberación.
La
alternativa de Jesús, el Reino de Dios, está todavía vigente para nosotros hoy,
pero también está vigente “el sistema de dominación”:
v ¿No hay acaso una minoría que
domina a una mayoría pese a los avances en los sistemas democráticos?
v ¿No hay acaso en los países de
América Latina y claro está, en Costa Rica, un sistema económico promotor de la
desigualdad en donde la gente siente que “los ricos se hacen más ricos y los
pobres más pobres”?
v ¿No hay acaso una legitimación
religiosa (Por ejemplo, en la “teología de la prosperidad”) que certifica la
riqueza y el poder?
B)
Lunes Santo:
Si
se analiza la purificación del Templo desde la perspectiva del Antiguo
Testamento, observaremos el cumplimiento de la profecía de Zacarías 14: 21: “…Desde ese día
no habrá más mercaderes en la Casa de Yahvé”.
Jesús
debió observar como la actividad comercial desarrollada en el espacio exterior
del Templo, era un obstáculo para propiciar un verdadero encuentro con Dios. La
religión se había convertido en un culto ritualista. No daba frutos de
justicia, oración o solidaridad.
También
puede abordarse este hecho desde lo dicho por Malaquías 3, donde Dios dice que
purificará el Templo y al pueblo mismo. Frente a la realidad que vivía el
Templo, Jesús actúa como profeta denunciando lo incorrecto de la
comercialización de la religión (De hecho, en las palabras registradas al
expulsar a los mercaderes, se citan frases de dos profetas: Isaías (Capítulo
56, versículo 7) y Jeremías (capítulo 7, versículo 11)). De igual manera, se
presenta como Hijo de Dios inaugurando los tiempos del Reino de Dios, donde el
encuentro con la deidad implica la vivencia de la verdadera justicia.
Además,
desde su rol de profeta, señala la pérdida de identidad del Templo, como casa
de oración universal y su transformación en cueva de ladrones, donde se guardan
bienes adquiridos con injusticia…
Jesús
entra al Templo, como profeta y como Hijo de Dios, entra a la casa de su Padre
y la mira como un establecimiento de comercio: ¿Qué hace?: un látigo para
echarlos afuera a todos…
La
purificación es un acto subversivo, el mensaje que conlleva es que el sistema
religioso – económico – político que representa, tiene bases falsas. Pero,
además, cuestionaba la visión (teología) tradicional respecto a Dios: el Templo
(Que en lugar de ser espacio de comercio, debía ser casa de oración) y la Ley
Mosaica. Desde la perspectiva de esa teología o visión totalmente alineada al
“sistema de dominación”, Jesús era un blasfemo.
Mateo
21: 13: “Les dijo (Jesús): Está escrito que mi casa será casa de oración,
mientras que vosotros la habéis convertido en guarida de bandidos” …
Hay
una pequeña diferencia en estas palabras cuando son citadas por San Marcos:
allí Jesús dice que la casa será casa de oración “…para todas las gentes” (Marcos
11: 17) …
Solo
Marcos hace este agregado; y es indudable que lo hace citando las últimas
palabras del texto de Isaías, que como hemos dicho más arriba, son del capítulo
56, versículo 7, del libro de dicho profeta. ¿Cuál fue la extensión de Marcos?:
la extensión universal del culto al ungido de Dios por el mundo entero, esto es
acorde a los destinatarios de su Evangelio: los gentiles. Recuérdese que el
Evangelio de Mateo era dirigido a las comunidades cristianas judías.
Hay
otro elemento en las palabras citadas por San Mateo: Jesús dice que el Templo,
ha sido convertido en una “…guarida de bandidos”. ¿Qué es una guarida?: el
biblista Luis Alonso Schokel, nos da una luz: “La guarida es el lugar donde los
bandidos refugian su impunidad”.
Hay
una cosa clara, estas palabras de Jesús no solo se dirigían a los cambistas
como generalmente se piensa, también estaba diciendo que los dirigentes
religiosos de Israel, habían convertido el Templo, en una mampara para realizar
cosas incorrectas, incluida, la comercialización de la religión.
Los
vendedores y los compradores se interesaban, los unos por sus ganancias; y los
otros, como ya hemos dicho, por el cumplimiento del culto ritualista: ¿Y la oración?,
¿Y la justicia?, eran de poco o ningún interés para ambas partes.
Los
sacerdotes judíos se habían acostumbrado a esto, el Sumo Sacerdote Caifás,
recibía una fortísima ganancia, por los permisos o autorizaciones que él daba
para vender en el Templo…
Los
dirigentes judíos entendieron perfectamente el signo de la purificación: ¿Cómo
no iban a estar furiosos?: los dirigentes llamados a la santidad, eran tratados
como bandidos: Jesús había caído desde la perspectiva religiosa, parte del
“sistema de dominación”, en el sacrilegio.
El
Evangelio
según San Marcos, al relatar este evento de la purificación del Templo,
dice: capítulo 11, versículo 18: “Los jefes de los sacerdotes y los maestros
de la ley se enteraron de lo ocurrido y pensaron deshacerse de él; le tenían
miedo al ver el impacto que su enseñanza producía sobre el pueblo”.
Pese
al deseo de los dirigentes del “sistema de dominación” para matarlo, no se
atrevían a hacerlo, porque la enseñanza de Jesús, “El Reino de Dios”, permitía
que el pueblo verdaderamente fuera objeto de la acción del Espíritu Santo y a
Él, temían los dirigentes.
Además,
hay un elemento histórico que debe ser mencionado y es que: Jesús en el Templo,
estaba rodeado de gente, y esto era normal, no solo con su persona, sino, con
otros maestros, por lo que era difícil atraparlo para darle muerte.
La
realidad era evidente: el sistema religioso de Israel estaba degradado. Su
institución religiosa más importante, estaba degradada…
C)
Martes Santo:
Borg
y Crossan, en su construcción de la Semana Santa, dicen que el martes, fue de
controversias y parábolas: ellas, son las siguientes:
1) La higuera seca. Fe y oración:
Marcos 11: 20 - 25; Mateo 21: 20 – 22.
2) La autoridad de Jesús: Mateo
21: 23 – 27; Marcos 11: 27 – 33; Lucas 20: 1 – 8.
3) Los dos hijos: Mateo 21: 28 –
32.
4) Los viñadores malvados: Mateo
21: 33 – 46; Marcos 12: 1 – 12; Lucas 20: 9 – 19.
5) El banquete de bodas: Mateo
22: 1 – 14. (El paralelo de esta parábola está en Lucas 14: 15 – 24)
6) El tributo al César: Mateo 22:
15 – 22; Marcos 12: 13 – 37; Lucas 20: 20 – 26.
7) Sobre la resurrección: Mateo
22: 23 – 33; Marcos 12: 18 – 27; Lucas 20: 27 – 40.
8) El precepto más importante:
Mateo 22: 34 – 40; Marcos 12: 28 – 34.
9) El Mesías y David: Mateo 22: 41
– 46; Marcos 12: 35 – 37; Lucas 20: 41 – 44.
10) Jesús acusa a los escribas y
los fariseos: Mateo 23: 1 – 36; Marcos 12: 38 – 40. Lucas 20: 46.
11) Lamentación por Jerusalén:
Mateo 23: 37 – 39.
12) La ofrenda de la viuda:
Marcos 12: 41 – 43. Lucas 21: 1 – 4.
13) Discurso escatológico:
destrucción del Templo: Mateo 24: 1 – 28; Marcos 13: 1 – 13; Lucas 21: 5 – 19.
14) La gran tribulación: Mateo
24: 15 – 28; Marcos 13: 14 – 23; Lucas 21: 20 – 24.
15) La parusía: Mateo 24: 29 –
31; Marcos 13: 24 – 27; Lucas 21: 25 – 28.
16) El día y la hora: Mateo 24:
32 – 36; Marcos 13: 28 – 32; Lucas 21: 29 – 33.
17) vigilancia: Mateo 24: 45 –
51; Marcos 13: 33 – 37.
Por
el impacto de su mensaje y su relación con los eventos de la Semana Santa,
resaltaremos: la parábola de: Los
viñadores malvados: Mateo 21: 33 – 46; Marcos 12: 1 – 12; Lucas 20: 9 – 19…
Un
propietario que había plantado una viña la dejó en arriendo a unos
cultivadores. Antes de ausentarse, hizo con los viñadores un contrato que
estipulaba como pago de la renta, una parte proporcional del producto. Llegado
el tiempo de la cosecha, el propietario envió a sus servidores para exigir la
renta. En respuesta, los labradores maltrataron a los siervos, insultándolos,
golpeándolos, o incluso matándolos. En vistas de la gravedad de la situación,
el propietario envió a su propio hijo para solucionar la cuestión, suponiendo
que inspiraría en los viñadores el respeto que no habían tenido con
anterioridad. Pero los arrendatarios percibieron en ello la oportunidad de
apoderarse de la propiedad y, de resultas de esa conspiración maliciosa,
asesinaron al hijo del propietario y abandonaron su cuerpo insepulto fuera de
la viña
Esta
parábola muestra el drama de la historia de salvación: la misión de los
profetas y del Hijo es reiterada y frustrada…
En
esta parábola, se demuestra la base de lo que fue la última semana de Jesús de
Nazaret: Él tiene clara su muerte en razón de la violencia de la cúpula
dirigente de Israel. Ellos iban configurando su papel de asesinos…
El
proyecto del “Reino de Dios”, enfrenta lo que aquí hemos designado “sistema de
dominación”. Es este último, el que constituía a los dirigentes judíos en
asesinos por interés…
Leamos
Mateo
21: 33: “Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la
rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a
unos labradores y se ausentó…”.
Para
ciertos exegetas, esta historia es más bien una alegoría, porque cada rasgo
tiene su significado:
-
El
propietario es Dios.
-
La
viña: el pueblo elegido de Dios. Valga decir que este tema de la viña, es un
tema antiguo, ya Isaías en su capítulo 5, versículos del 1 al 7, presenta la
canción de la viña, es posible que el profeta se haya sustentado en una canción
de la vendimia. Otros profetas, harán referencia al tema de la viña: Oseas,
Jeremías o Ezequiel.
-
Los
siervos: los profetas. Ellos le recordaban al pueblo su deuda con Dios, pero no
los escucharon y los rechazaron (Nehemías 9: 26; Jeremías 7: 25 – 26; Hechos 7:
52; Hebreos 11: 36 – 38)
-
El
hijo: Jesús muerto fuera de las murallas de Jerusalén. Luego de los profetas,
llega a Israel el mismo Hijo de Dios encarnado y lo matan.
-
Los
viñadores homicidas: los dirigentes judíos infieles: ¿En qué consistía su
infidelidad?: en que habían confundido los planes de Dios, con los intereses
propios de la nación israelita. Solo confiaban en su salvación, sin preocuparse
de trasmitir el mensaje que podría salvar a los demás. Debe recordarse que, al
principio, la Buena Noticia se dirigía solamente a Israel (Mateo 10: 5 – 6).
Los judíos debían dar frutos (Marcos 12: 2): fraternidad, justicia,
responsabilidad, y no los daban. Los líderes de Israel, habían administrado mal
la viña, ellos dominan al pueblo, optan por matar a Jesús, porque les quita el
poder sobre la gente sencilla. Ahora estos líderes no tendrán dominio sobre los
creyentes: la viña ha pasado al nuevo Pueblo de Dios.
-
El
otro pueblo al que se le confía la viña: Los gentiles (Pablo les predicó cuando
muchos judíos rechazaron el Evangelio tal y como consta en Hechos 13: 46 y 18:
6, ya para el siglo II, los gentiles eran mayoría en el cristianismo); y los judíos creyentes en Jesucristo.
Los que se reúnen en la Iglesia de Cristo. Estos son los pobres y los
despreciados, los que conforman las primeras comunidades cristianas.
Hay
en esta parábola una reflexión fuerte para la Iglesia, ella no puede permitirse
el desvirtuar el evangelio. Ella debe ser ejemplo de obediencia a Dios, ejemplo
de identificación con los que sufren. El Reino de Dios, se define por la praxis
liberadora de los pobres y los desheredados.
Veamos
Mateo
21: 43 – 44: “Ahora yo les digo a ustedes: se les quitará el Reino de los
Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos” …
El
cierre de esta parábola es muchísimo más duro en Marcos (Marcos 12: 9 – 11): “¿Y qué creen ustedes que hará el dueño del
viñedo? Pues irá y matará a esos labradores, y dará el viñedo a otros. ¿No han
leído ustedes la Escritura? Dice: La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal. Esto lo hizo el Señor, y estamos
maravillados”.
Jesús
cita para sí mismo, el salmo 118: 22 – 23, por cuanto fue rechazado por los
dirigentes religiosos de Israel, pero él manifestó poderosamente a Dios entre
el pueblo (Hechos 4: 11); Dios interviene para salvar su viña, resucita a su
Hijo, lo hace piedra angular, fundamento del nuevo pueblo de Dios.
Lucas
agrega algo más: Lucas 20: 18: “Todo el que caiga sobre esa piedra quedará despedazado,
y si ella cae sobre alguien, lo hará polvo” …
Así,
el símbolo de la piedra muestra que el rechazo de Cristo, puede ser instrumento
de destrucción o causa de condenación (Isaías 8: 14). Jesús es el pobre de
Dios, Él es la piedra angular y los pobres son las piedras de ese edificio (1
Pedro 2: 5): los últimos son los primeros, los despreciados son los elegidos.
Podría
pensarse aquí que, Jesús solo habla a los judíos de su tiempo, pero sus
palabras también son dirigidas a los cristianos: Dios tiene la potestad de dar
su Reino a otros, si los cristianos somos incapaces de vivirlo y sacrificarnos
por él.
Finalmente,
en Marcos 12, el episodio de esta parábola se cierra mostrando claramente la
situación entre los dirigentes y Jesús: Marcos 12: 12: “Cayendo en la cuenta que la
parábola iba dirigida contra ellos, buscaban la manera de arrestarlo. Pero
temían a la multitud; así que lo dejaron y se fueron”.
Así
las cosas, tal y como lo exponen Borg y Crossan, el objetivo de esta parábola
en San Marcos, no es probar que Jesús es el Hijo de Dios (Como podría deducirse
en Mateo), sino, a la luz del versículo 12, que acabamos de leer, que los
viñadores codiciosos y asesinos, eran aquellos que estaban en la parte más alta
del “sistema de dominación”.
Siendo
así, compartimos la perspectiva de estos autores, los viñadores no pueden ser
identificados con la totalidad del pueblo de Israel. Los viñadores serían los
ricos y poderosos del “sistema de dominación”. En la lógica de un intento de
lectura liberadora, la tesis de Borg y Crossan, es la adecuada.
El
otro elemento que refuerza esta idea, es que los etiquetados como “los viñadores
malvados”, buscan arrestar a Jesús, pero temen a la multitud, por lo que es
claro que el pueblo apoyaba a Jesús…
D)
Miércoles Santo:
Ya
hemos hablado de los documentos que son la base de la presente reflexión. Pues
bien, al llegar al miércoles, encontramos una contradicción entre ellos, para
Borg y Crossan que se basan en Marcos, en este día se da la unción de Jesús en
Betania y se inicia con el tema de la traición de Judas, para los exegetas de
la Biblia NVI de Estudio, no se registran hechos ese día, en el tanto, la
unción en Betania fue ubicada conforme la ubica Juan, 6 días antes de la
Pascua.
Entonces
¿Qué hacer?: primero, reconocer como ya lo hemos hecho aquí, que la
construcción de la última semana de Jesús es problemática y por lo tanto, los
esfuerzos de los especialistas tienen mucho de artificial; y en segundo
término, que habiendo artificio por parte de los especialistas, nosotros
asumiremos un criterio arbitrario sobre la base de estas construcciones.
Leamos
Mateo
26: 3 – 4: “Por entonces, los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías
se reunieron en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás, y se
pusieron de acuerdo para detener a Jesús con artimañas y darle muerte”.
Solo
Mateo refiere a un verdadero complot en el que estuvieron involucrados los
componentes del sanedrín. Es decir, en este complot, participan los sectores
poderosos del “sistema de dominación” (El poder político y el poder religioso)
Será
Juan, quien nos brinde una razón política para la muerte de Jesús: Juan
11: 48: “Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos
y destruirán nuestro Lugar Santo” …
Es
decir, para los dirigentes de Israel, la palabra y acción de Jesús, implicaba
un peligro político para el país, a tal grado, que podrían destruir el templo y
hasta el resto del territorio…
Además,
es el Evangelio de Juan, en el que se encuentran las tremendas palabras del
sumo sacerdote Caifás: Juan 11: 49 – 52: “Pero uno de ellos,
Caifás, que era el sumo sacerdote de aquel año, le dijo: Vosotros no sabéis
nada, ni caéis en la cuenta de que os conviene que muera uno solo por el pueblo
y no perezca toda la nación. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que
como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la
nación – y no solo por la nación, sino también por reunir en uno a los hijos de
Dios que estaban dispersos”.
Para
Juan, será la crucifixión, el momento en el que Jesús llevará a sí a toda la
humanidad, será allí, donde será reconocido como el verdadero emisario de Dios
y su enseñanza será aceptada por todos. Esa reunión será confirmada por la
resurrección.
Es en la cruz y en la resurrección, donde nace
la comunión y el amor. Precisamente, hablando de la comunión de la humanidad
las y los cristianos, no pueden dejar pasar ninguna oportunidad para hacer ver
a la humanidad que comparte un destino común y teniendo claro ese destino, el
cristianismo debe abordar el análisis de la realidad, para proponer metas en
beneficio de las mayorías. Se trata de transformar las situaciones de opresión,
no solo de mitigarlas.
Por
otra parte, hay un dejo de ironía entre las palabras de Caifás (Ironía que hace
notar Juan) y la realidad del peso de la muerte y resurrección de Jesús: se
condena a Jesús bajo el razonamiento de salvar al pueblo, pero ¿Qué pueblo
puede salvarse fuera del camino de Jesús? He aquí una razón más para la
constitución de otro pueblo que cuide la viña.
Además,
pese a la visión de conveniencia política que tenía el sumo sacerdote (el que
un hombre por más inocente que fuera, debía morir con tal de salvar al país) al
final, en el año 70 d. C, la nación es destruida…
Como
puede verse, Juan muestra más detalles sobre la decisión de los jefes judíos de
matar a Jesús, quizás esto se deba a que él conocía gente dentro del sanedrín o
a que según su Evangelio (Juan 18: 15), tenía acceso a la casa del sumo
sacerdote.
En
Mateo
26: 14 – 16, leemos: “Entonces uno de los Doce, llamado Judas
Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: ¿Qué queréis darme, y yo
os lo entregaré? Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese
momento andaba buscando una oportunidad para entregarle”.
Un
primer punto que si se quiere es una curiosidad histórica: ¿De dónde
Iscariote?, ¿acaso de sicario (“sicarius”)? Lo más probable es que Iscariote
signifique “Hombre de Queriot”, Queriot era un pueblo al sur de Judea, cerca de
Hebrón. En esa tesis, Judas sería de este pueblo.
Un
segundo punto a destacar respecto a este pasaje, es el precio que se le pone a
Jesús, ese precio de treinta monedas de plata es el propio de un esclavo: “Si
el buey ataca al esclavo o a la esclava de alguien, el dueño del buey deberá
pagarle al dueño de esclavo o esclava treinta monedas de plata. Además, se
matará el buey a pedradas” (Éxodo 21: 32)
“Y
les dije: si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por
mi salario treinta piezas de plata” (Zacarías 11: 12) …
Este
pequeño pasaje es verdaderamente desconcertante: Judas era uno de los doce, era
amigo de Jesús, las primeras comunidades cristianas buscaron en diversas
razones los motivos del Iscariote. Hasta acudieron a las Escrituras para ello,
tratando de mirar en este acto un designio de Dios (Por ejemplo, los
especialistas de la Biblia de América lo plantean así). Desde nuestra
perspectiva, Judas tal como Jesús y sus adversarios, actúa en plena libertad.
¿Cuáles
pudieron ser las razones de Judas?:
-
Amor
al dinero.
-
Ambición.
-
Envidia.
-
Desilusión.
En
primera instancia, el tema del amor al dinero no es claro, Mateo dice que le
asignan el dinero y en Marcos 14: 11 leemos: “…le
ofrecieron dinero…”. Es decir, le prometieron dinero, pero no dice que
esto lo motiva…
Ahora,
conforme a Mateo, Judas pregunta: “… ¿Qué queréis darme, y yo os lo
entregaré?”: es decir, queda la
impresión de que él pide el dinero, esto permite al autor del Evangelio
inclusive, ligar los hechos de Judas con Zacarías 11: 12, texto que ya hemos
citado.
En
el caso de Juan, la motivación es espiritual, esto debido a la profundidad
teológica de su texto: Judas era un demonio, como mínimo estaba bajo la
influencia diabólica (Cosa semejante plantea Lucas.) …
Para
Juan, Jesús siempre supo lo que Judas iba a hacer: “¿No los he escogido yo a ustedes
doce? – repuso Jesús -. No obstante, uno de ustedes es un diablo. Se refería a
Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, que iba a traicionarlo” (Juan
6: 70 – 71).
Es
más, durante lo que se conoce como la “última cena”, Juan mencionará al diablo
dos veces unido a Judas, pero eso lo veremos cuando abordemos lo que se conoce
en el cristianismo, como el jueves
Santo…
Aquí
vale la pena hacer una observación fundamental: desde el punto de vista
histórico, es decir, sin contemplar las categorías de teología o de fe, la
motivación de Judas es el dinero (Tesis de Borg y Crossan), desde esta óptica
hablar de diablo o influencia del diablo es mera imaginación.
Otra
posible explicación que parte de la óptica histórica, es la de la desilusión,
seguimos aquí a Leonardo Boff en su libro: “Jesucristo el liberador: Ensayo de
Cristología crítica para nuestro tiempo”: Judas había esperado con los demás
discípulos (Lucas 24: 21; Hechos 1: 6), que Jesús liberara políticamente a
Israel, expulsando a los romanos, la visión de Jesús era más amplia, “el Reino
de Dios”, que iba más allá de Israel y de los combates militares.
Antes de continuar, debemos entrar en un tema técnico: A esta altura,
repetimos lo que hemos dicho en los apuntes iniciales: después de la muerte y la resurrección, los
primeros cristianos, le dieron a Jesús una serie de títulos para describir su
misión; pero el título con el que fue aclamado unánimemente por el pueblo y por
sus discípulos, fue el de profeta.
Durante
su vida terrenal los discípulos vieron en Jesús a un profeta, a lo mejor un
profeta que hablaba de los tiempos finales, pero no se le valoraba de otro
modo. Si miramos Mateo 16: 13 – 15, veremos que la gente asumía a Jesús como
Juan el Bautista, Elías, Jeremías o alguno de los profetas. Si leemos el
versículo 46 del capítulo 21 de San Mateo, veremos que los adversarios de Jesús
tenían miedo de hacerle algo, porque lo consideraban un profeta.
Es
decir, ni sus discípulos ni la gente, veían a Jesús como el Hijo de Dios. ¿Por qué?,
porque el monoteísmo de Israel cree en un Dios único, no en una trinidad que
fuera un solo Dios (Éxodo 20: 3)…
Los
discípulos, por medio de Pedro, conocen la identidad mesiánica de Jesús: “…Tú
eres el mesías” (Marcos 8:29), es decir, se reconoce a Jesús como un
ungido de Dios, pero no se está reconociendo que él sea Dios.
En el texto paralelo de Mateo (Capítulo 16, versículo 16), Pedro reconoce en
Jesús al Hijo de Dios. Hay muchas formas de explicar esa diferencia, pero tomaremos
la más simple: el Evangelio de Marcos es más antiguo que el de Mateo, por lo
que se acerca más a los hechos históricos.
Pues
bien, entonces cabe preguntarse: Si durante su vida terrenal los discípulos no
reconocieron a Jesús como Dios: ¿cuándo lo hicieron?: después de la
resurrección (post – Pascua) y con esos lentes post – Pascuales, se escriben
los Evangelios.
De
nuevo, en este razonamiento nos encontramos con el tema de lo pre – Pascual y
lo post – Pascual: es una reflexión post – Pascual, la que permite discernir al
diablo en las acciones de Judas…
Ahora,
si seguimos el camino post – pascual, sigue vigente la pregunta: ¿Fue Judas un
instrumento de Dios o de Satanás?: si miramos la lógica de Lucas y de Juan, la
respuesta, es que el traidor es sujeto de Satanás, ya que él entra en Judas.
Para
Lucas, si Jesús había vencido en el momento de las tentaciones, Satanás
volvería a atacarlo (Lucas 4: 13), en Lucas 22: 3, se ve este contraataque, en
esta ocasión, bajo un instrumento humano: Judas…
Así
las cosas, si se sigue el camino pre – pascual, o más histórico, deberá
aceptarse que Judas decide libre y espontáneamente su traición, primariamente
por cuestiones de dinero, o por desilusión…
Por
el segundo camino, hemos de aceptar la participación del diablo, esa
participación requiere de una puerta para la entrada del maligno: Judas nunca mostró
una gran iniciativa para servir a Jesús. Nunca se sintió identificado con él.
Finalmente,
los motivos de la traición siguen abiertos a debate…
VI
¿Qué es el Triduo Pascual?
En
Semana Santa, hay un núcleo de tres días, que constituye su médula principal:
ese es el Triduo Pascual. En realidad, el Jueves Santo, no pertenece a ese
núcleo, el Triduo, inicia en la celebración vespertina del jueves: “La Misa de
la Cena del Señor”.
El
Triduo Pascual o Triduo Sacro, celebra la muerte de Cristo (Viernes Santo), su
sepultura (Sábado Santo) y su resurrección (Domingo, con la gran Vigilia); es
la Pascua, celebrada en tres días. En el siglo IV, se va solidificando ese
Triduo. Para el siglo VII, se incluye la cena del jueves santo.
En
la edad media, se va desarrollando este trinomio, pero con énfasis en la
“Pasión y muerte”, pues se puede representar mejor. La liturgia, se convierte
en drama – sacro. Será a lo largo de la esa edad, que el jueves santo, se vaya
asimilando al triduo y, finalmente: “en la práctica, se le une”.
La
apertura del Triduo es:
-
La
Cena, que lleva a la Pascua Ritual, que lleva a la Misa en la Cena del Señor:
se recuerda la institución de la Eucaristía.
El
Triduo Pascual propiamente dicho:
-
Viernes
Santo: La cruz, que lleva a la inmolación de Cristo, que lleva a la celebración
de la pasión.
-
Sábado
Santo: El sepulcro, que lleva al reposo de Cristo, que lleva al oficio de
oración: éste, debe estar signado por meditación y reposo, se debe subrayar la
tesis del Credo, de que: “Cristo descendió a los infiernos”; la piedad cristiana,
también tiene un recuerdo para la virgen, en este día.
-
Domingo
de resurrección: El sepulcro vacío, que lleva a la resurrección de Cristo, en
la Vigilia Pascual.
Del
Triduo Pascual, se pasó a la observancia de la Semana Santa…
En
1951, el Papa Pío XII, inicia la revisión del periodo de Semana Santa: él
restaurará la Vigilia Pascual, y devolverá a las celebraciones del Triduo, su
carácter más auténtico. En la misma línea, se ubicó la reforma litúrgica del
Concilio Vaticano II. Con el inicio del Triduo, termina el tiempo preparatorio
de Cuaresma.
VII
Jueves Santo: De la última cena a
la negación de Pedro.
(Mateo 26: 17 – 29; Marcos 14: 12
– 25; Lucas 22: 7 – 20; Juan 13: 1- 38; Juan 14: 1 – 16: 33; Mateo 26: 36 – 46;
Marcos 14: 32 – 42; Lucas 22: 40 – 46; Mateo 26: 47 – 75; Marcos 14: 43 – 72;
Lucas 22: 47 – 71; Juan 18: 2 – 27)
La
gran cantidad de eventos que se ubican en este día, nos obliga a dividir su
reflexión: la estructura que resulta es la siguiente:
1) La última cena: Mateo 26: 17 –
29; Marcos 14: 12 – 25; Lucas 22: 7 – 20; Juan 13: 1 – 38.
2) Jesús consuela a sus
discípulos: Juan 14: 1 – 16: 33.
3) Getsemaní: Mateo 26: 36 – 46;
Marcos 14: 32 – 42; Lucas 22: 40 – 46.
4) Arresto de Jesús: Mateo 26: 47
– 56; Marcos 14: 43 – 52; Lucas 22: 47 – 53; Juan 18: 3 – 11.
5) Proceso Judío: Mateo 26: 57 –
68; Marcos 14: 53 – 65; Lucas 22: 66 – 71; Juan 18: 12 -14. 19 – 27.
6) Negación de Pedro: Mateo 26:
69 – 75; Marcos 14: 66 – 72; Lucas 22: 54 – 62; Juan 18: 15 – 18.
1) La última cena
(Mateo 26: 17 – 29; Marcos 14: 12
– 25; Lucas 22: 7 – 20; Juan 13: 1 – 38.)
Leamos
Mateo
26: 17: “El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le
dijeron: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?”
…
¿Qué
es eso del “primer día de los Ázimos” ?: se refiere al primer día de la fiesta
de los panes sin levadura, que según el calendario judío correspondía al 14 del
mes de nisán (marzo – abril), a este día también se le llamaba: “día de la
preparación de la Pascua”. La cena de Pascua se comía el 14 después del
crepúsculo, lo que, desde las costumbres horarias judías, ya se consideraba día
15 (El día judío terminaba con la caída del sol)
La
fiesta de los panes sin levadura, tenía una duración de siete días, es decir,
del 15 al 21 de nisán (Levítico 23: 5 – 6), ya en tiempos de Jesús, bajo el
nombre de la fiesta de los panes sin levadura, se cobijaba todo el lapso desde
el 14 al 21 del mes.
Desde
una perspectiva eminentemente surgida de la fe, puede decirse que: si Jesús
adelantó la celebración, esto, en el tanto, el viernes en la crucifixión se
estaría celebrando la Pascua verdadera, desde la cruz.
Ya
lo dice san Pablo, en 1 Corintios 5: 7: “Limpiaos, pues, de la
vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque
nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” …
El
punto de que Jesús había hecho un arreglo previo, se mira en Mateo
26: 18: “Él les contestó: Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: El
Maestro dice: Mi hora está cerca, y voy a tu casa a celebrar la Pascua con mis
discípulos”.
En
este punto, Marcos presenta una diferencia, éste autor habla de una señal (El
hombre llevando un cántaro de agua) (Marcos
14: 12) que los llevará a una sala que ya estaba completamente preparada.
La señal era muy evidente, porque en realidad, quienes acostumbraban llevar los
cántaros eran las mujeres. También es claro que, en Marcos, este pasaje es muy
semejante al de la entrada triunfal en Jerusalén.
La
cena debía celebrarse dentro de la ciudad de Jerusalén, por ello los
Jerosolimitanos (Los habitantes de Jerusalén), prestaban a los peregrinos, que
llegaban de otros lugares, espacios debidamente arreglados para celebrar el
rito Pascual (Marcos 14: 15)
Ahora,
podríamos preguntarnos: ¿Por qué se necesitaba de un hombre que les diera una
señal a los discípulos?: porque desde el domingo con la entrada a Jerusalén, la
purificación del templo y las controversias con los grupos religiosos judíos,
Jesús estaba en peligro, súmese que Judas estaba expectante para poder
entregarlo.
Se
trataba de guardar un secreto para evitar que Judas y sus secuaces arrestaran a
Jesús, en medio de la cena. Jesús tiene la cosa clara: ha atacado de manera
frontal el “sistema de dominación”, este sistema busca darle muerte.
De
lo antes dicho, se deriva algo fundamental: Jesús estaba tenso en estos
momentos, es decir, la cena tiene un alto tinte dramático: Jesús siente cerca
la muerte, pero también tiene la esperanza de que Dios lo salvará…
Las
más viejas tradiciones ubican la casa donde se llevó a cabo “La Última Cena”,
en un barrio cercano donde estaban los sumos sacerdotes. Esto es posible,
porque ellos no sospecharían que Jesús estaba tan cerca de ellos. Algunos
identifican esa casa como la de Juan Marcos (El Evangelista Marcos)
Una
base para esa forma de pensar, es el hecho de que las antiguas comunidades
cristianas, se reunían a orar en la casa de Marcos: “En seguida Pedro, se fue a la
casa de María, la madre de Juan Marcos, pues muchos de los seguidores de Jesús
estaban orando allí” (Hechos 12: 12)
Ya
en la cena, Jesús habla de quien le va a traicionar, los discípulos comienzan a
preguntarle cuál de ellos será, leamos Mateo 26: 23: “Jesús les contestó: uno que
moja el pan en el mismo plato que yo, va a traicionarme”.
Aquí
vale la pena dar un detalle histórico: era costumbre que, en esta comida
ritual, hubiera un plato común lleno de salsa dulce en que se remojaba el pan y
las hierbas amargas (Éxodo 12: 8), el traidor estaba a punto de romper la
solidaridad del grupo que se concretaba en este gesto.
Mateo presenta un pequeño detalle, que
diferencia al traidor de los que están en comunión con él: Todos le dicen
“Señor”, Judas se limita a decirle “maestro” (Mateo 26: 25). “maestro”, es el
apelativo con tratan a Jesús sus enemigos (Mateo 22: 15 – 16; Mateo 22: 24;
Mateo 22: 34 – 35; Marcos 12: 32)
Judas
trata a Jesús como lo hacen sus enemigos, Judas ya es enemigo de Jesús, Judas
no entiende que Jesús es el Señor. Además, cuando en la cultura de Jesús, alguien
comparte una comida, trasmite un mensaje de amistad y paz. Por eso la traición
es más profunda:
“Hasta
mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha
puesto la zancadilla” (Salmo 41: 9) …
Marcos
añade unas palabras de Jesús respecto al traidor: Marcos 14: 21: “El Hijo del
hombre se va, tal como está escrito de él, pero ¡Ay de aquél que entrega al
Hijo del hombre! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!”.
Jesús
es un hombre libre, él actúa durante esta última semana como siempre con plena
libertad, es desde ahí que, Jesús, más que maldecir, advierte al traidor. Jesús
dice que se va, como está escrito, indudablemente el telón de fondo de estas
palabras, es el pasaje del siervo sufriente en Isaías 53.
Hay
algo totalmente cierto, Jesús sabe que será traicionado, vendrá la negación de
Pedro y la huida del resto del grupo…
En
el caso de Lucas hay otra variante al comienzo de la cena: Lucas 22: 15: “y les dijo
(Jesús): con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer”
…
Lucas
asume la práctica griega de un banquete de despedida del Maestro con sus
discípulos…
Veamos
Mateo
26: 26: “Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y,
dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo” …
Jesús
funda los ritos del culto cristiano, en el momento central de la cena pascual.
Jesús es el nuevo cordero pascual (Hebreos 9: 15, siguientes). Así, los rasgos
de la Pascua antigua, siguen conservados en la Eucaristía cristiana (1 Corintios
5: 7 y siguientes)
Ahora,
cuando Jesús dice: “éste es mi cuerpo”, no solamente está hablando de su parte
física, refiere también a su capacidad de expresarse y relacionarse con los
demás: se trata de la entrega total de la vida de Jesús, una entrega hasta la
muerte.
Por
otro lado, así como el pan une los granos que lo componen, en manos de Jesús,
ese pan une a la comunidad que comparte la mesa de la nueva alianza, todos
participan de la misma fuente de vida (Jesucristo) En esto consiste la
salvación que ofrece Cristo, la unión de hombres, mujeres y pueblos, en un solo
cuerpo, pasando por muchas pruebas, hasta alcanzar la resurrección.
Jesús
quiso que lo recordáramos al partir y compartir el pan, se trata de que los
creyentes nos partamos y compartamos dando la vida por el pueblo, valga decir
que, si la Eucaristía se hace como mero rito, perdiendo esta dimensión socio –
política, se está traicionando de nuevo a Cristo.
Veamos
el versículo siguiente: Mateo 26: 27: “Tomó luego una copa y dadas
las gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos” …
Antes
de profundizar en este tópico, señalemos un detalle que sobre este pasaje
aparece en Lucas (Lucas 22: 17 y 20): allí,
Jesús toma dos copas, una en el versículo 17, que es la copa que reparte; y en
el versículo 20, después de cenar toma otra copa, que define como la de la
nueva alianza.
El
caso de que Lucas hablara de dos copas fue confuso durante mucho tiempo, por
eso en algunas traducciones se había omitido el verso 20. En realidad, lo que
hay es una elaboración teológica: la primera copa es propia de la Pascua judía,
en la segunda, se busca hacer una distinción con la Pascua cristiana (tesis de
los especialistas de la Nueva Biblia de Jerusalén, Luis Alonso Schokel, los de
la Biblia del Pueblo de Dios y los de la Biblia de Jerusalén Latinoamericana).
Otros
especialistas expresan que, en la celebración se tomaban por lo menos tres
copas (Tesis de los exegetas de la Biblia de estudio Dios Habla Hoy), otros
hablan de cuatro copas (Especialistas de la Biblia Latinoamérica, los de la
Biblia NVI de Estudio y José Ignacio y María López Vigil); lo cual no excluye,
sino, que podría reforzar la explicación de la distinción que quiso hacer
Jesús.
Jesús
toma la copa y da las gracias: en el griego, el sustantivo de esta palabra es eucaristía: “acción de gracias”. Este
sustantivo es el que el catolicismo toma para designar la Santa Misa. Valga
decir que, en los versículos 26 y 27, Jesús bendice y da gracias, esto refleja
la continuidad de esta última cena, con las Eucaristías de las comunidades
judías y griegas con nuestras Eucaristías.
Cada
vez que se celebra una Eucaristía (Y esta es la fe del catolicismo), Jesús se
hace presente en el pan: este es signo de consagración que debe comprometer a
las y los creyentes en la obra de su salvación, es decir, en la construcción de
su Reino.
Avancemos
un versículo más: Mateo 26: 28: “porque esta es mi sangre de la Alianza, que es
derramada por muchos para perdón de los pecados” …
Jesús
ubica su sacrificio en la línea de la sangre de las víctimas que sellaron la
alianza entre Dios e Israel: veamos los versículos 6 y 8 de Éxodo 24: “Moisés echó
en unos recipientes la mitad de la sangre de los toros, y la otra mitad la
roció sobre el altar. Moisés tomó entonces la sangre que estaba en los
recipientes, la roció sobre el pueblo, y dijo: Esta sangre confirma el pacto
que Dios ha hecho con ustedes”.
Este
pacto, se había llevado a cabo doce siglos antes de la llegada de Jesús, el
tiempo pasó y el pueblo falló muchas veces en su alianza, por lo que los
profetas hablaron de una nueva alianza con el objeto de perdonar los pecados
(Ezequiel 36: 22)
En
la cruz, Jesús sella la alianza nueva entre Dios y los hombres, cosa que como
acabamos de decir, ya habían señalado los profetas: “El Dios de Israel dice: Viene el
día en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá”
(Jeremías 31: 31)
De
hecho, ese nuevo pueblo no tendría como distintivo la raza, sino, el que han
sido objeto de la gracia de Dios, de eso trata la Iglesia…
En
este contexto, Jesús toma para sí, el rol de redención universal que se mira en
el “siervo sufriente” (Isaías 42: 6; 53: 11). El tema de que el Nazareno es la
base de la nueva alianza, también es expresado por San Pablo (1 Corintios 11:
25)
Jesús
se entrega en el pan y en el vino, el llamado es a compartir, a ejercer
solidaridad (Jesús distribuye el pan y el vino); al beber el vino, los
discípulos comparten el destino de su Maestro y Señor. Se sella la alianza, se
constituye el nuevo pueblo de Dios: beber el cáliz implica asumir el sacrificio
de Jesús y comprometerse con su proyecto de vida (El Reino de Dios)
Es
decir, al participar con Jesús y en
Jesús, sus seguidores pasan de la muerte a la resurrección, de la dominación a
la libertad…
Esta
entrega se coloca en la línea de la vida pública de Jesús: en muchos momentos
Jesús enseñó durante las comidas, y se puede rastrear en otros momentos, el
tema de los banquetes son objeto de sus parábolas y las comidas colectivas
fueron criticadas por sus oponentes: Marcos 2: 16: “Cuando algunos maestros de la
Ley, que eran fariseos, vieron a Jesús comiendo con toda esa gente, les
preguntaron a los discípulos: ¿por qué su maestro come con cobradores de
impuestos y con gente de mala fama?”.
El
punto central de estas comidas, era la oposición al “sistema de dominación”: en
él, la imagen y los acompañantes al comer era fundamental, en dicho sistema la
base era la exclusión, sustentada en diversas razones: la raza, la religión,
las riquezas.
Jesús
propone el compartir la mesa como elemento de inclusión, esa inclusión tenía
significado religioso – político: religioso porque mostraba la presencia de
Dios. Político, porque destruía las barreras que impedían la libre convivencia.
El
otro elemento es que estas comidas no eran simples ritos de una renovación
religiosa, eran comidas reales, como las que compartimos cuando simplemente
tenemos hambre: en la enseñanza de Jesús, el pan, el alimento, es objeto
esencial para subsistir (“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”)
Los
campesinos que escuchaban a Jesús, tenían claro que el pan era equivalente a
sobrevivir, el otro elemento para lograr salir adelante era el endeudamiento
que permitía a las clases poderosas seguirse enriqueciendo a costa de los menos
favorecidos. Como ya hemos dicho, esta era parte de la dinámica económica del
“sistema de dominación”.
Veamos
Mateo
26: 29: “Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta
el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo en el Reino de mi Padre” ...
Con
esta alusión a la plena fe de Jesús en la instauración del Reino de Dios,
cierra la última cena. La muerte es inminente, pero Jesús confía en el triunfo
final del proyecto por el que va a entregar la vida (Recuérdese acápite III)
La
confianza de Jesús se manifiesta en la llegada de ese banquete, que es el Reino
de su Padre: el gozo máximo de los elegidos: hay una perfecta comunión entre
Jesús y sus seguidores…
Súmese
a partir de estas palabras de Jesús, que en cada Eucaristía se anuncia el día
en que Jesús celebre el banquete del Reino, con toda la humanidad unida a
Cristo…
En
Lucas estas palabras que hemos citado de Jesús, se encuentran un poco
cambiadas: Lucas 22: 16: “porque os digo que ya no la comeré (la Pascua) más hasta
que halle su cumplimiento en el Reino de Dios”. Y más adelante, en el verso 18, se citan las palabras de Mateo 26: 29. Este cumplimiento en el
Reino de Dios, no es otra cosa que las bodas del cordero (Apocalipsis 19: 9)
Es
más clara aquí la alusión al banquete escatológico, el hecho de que la
Eucaristía señala hacia el final de los tiempos…
No
se puede perder de vista que, como lo hemos visto desde que reflexionamos el lunes Santo, que Jesús
deslegitima al Templo, con lo que cuestiona el “sistema de dominación” y, si
tomamos en cuenta que lo que conocemos como “la última cena”, es en realidad el
primer culto cristiano, dicho culto marca distancias con las solemnidades del
templo.
El
momento más importante de la comunidad de fe cristiana, es una comida inyectada
de fraternidad, donde se hace presente la muerte y la resurrección. No en balde
en la Eucaristía católica, la feligresía dice: “Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección: ven Señor Jesús”.
La
Pascua judía, se enmarca dentro de la acción de Dios en pro de la liberación
política de Israel del imperialismo egipcio, la pascua cristiana, se enmarca
dentro de la acción de Dios en pro de la liberación integral del mundo entero.
Profundicemos
en este punto: El contexto en el que surge la primera pascua (Éxodo 12), es la
víspera del azote de la última plaga que afectará a Egipto, esa décima plaga,
que era la muerte de los primogénitos, es la que quebrará la rigidez de faraón.
En
este marco, el cordero pascual tenía dos funciones: la primera, es que la
sangre del cordero, fue la que se usó para pintar el dintel de las puertas de
las casas hebreas, para que el “ángel exterminador” pasara de largo y no matara
a sus primogénitos (Éxodo 12: 7 y 23)
La
segunda función, es que el cordero servía de alimento a las familias, éste era
el que les iba a dar fuerzas para el viaje que debían emprender, la pascua
judía era “la última cena, en Egipto, tierra de opresión” …
Para
una mayor comprensión sobre esto, podemos decir que la pascua, era como la
fiesta de independencia nacional, era una fiesta político – religiosa: Dios fue
el que les abrió los caminos de la liberación del imperio egipcio.
Por
otro lado, la pascua es un memorial, es decir, no se trata de recordar solo el
pasado, sino, hacer presente elementos básicos de ella. Lo expresan muy bien
Borg y Crossan: “No eran solo nuestros padres y madres los que estaban
esclavizados por el Faraón en Egipto; sino nosotros, todos nosotros reunidos
esta noche aquí, éramos esclavos del Faraón en Egipto; y no solo nuestros padres
y madres fueron liberados por la grandiosa y poderosa mano de Dios, sino que
todos nosotros hemos sido liberados por Dios”.
El
origen subversivo de este relato, se prueba cuando se sustituye el opresor de
aquel momento por otro: el imperio romano o cualquier otro…
En
este mismo sentido, la Eucaristía es también un memorial; y cada vez que se
realiza, permite evaluar el grado de entrega del seguidor de Jesús y de la
comunidad. De igual manera, se puede reflexionar en torno al avance del Reino
de Dios.
En
suma y citamos de nuevo a Borg y Crossan: “La Última Cena, se relaciona con el
pan para el mundo, la justicia de Dios contra la injusticia humana; una Nueva
Pascua desde el cautiverio a la liberación, es participación en el pasaje que
conduce a través de la muerte a una nueva vida”.
Abordemos
ahora el mismo relato, pero en San Juan: en este capítulo, la pasión arranca
con el lavatorio de los pies. Este relato fue evolucionando en sus
significados:
- Ejemplo de humildad y
servicio al prójimo, dado por Cristo a los discípulos.
- Luego el texto, se completa
con los versículos del 6 al 10, dándole un sentido sacramental, la
purificación se obtiene por la participación en el sacrificio de Cristo y
no por la sola obediencia a su palabra.
Si
se asume el segundo significado, debe tenerse claro que, ese lavado era
purificación, como lo es el objeto del bautismo (por eso se dice que a este
gesto se le da un significado sacramental) …
Ahora
bien, en parte del versículo 1 de Juan 13, leemos: “…habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” …
Estas
palabras significan que Jesús vive y muere por los que le pertenecen…
Antes
de continuar, vale la pena destacar un punto; y es que, contrario a los
sinópticos, Juan no relata ni la cena pascual ni lo que en el catolicismo se
considera la institución de la Eucaristía (Esto más bien puede ubicarse en Juan
6: 51 – 59), este Evangelista, opta por el lavatorio de pies para trasmitir su
teología.
Juan
13: 2: “Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas
Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle” …
Como
ya lo hemos dicho más arriba, desde la perspectiva eminentemente histórica, el
tema del diablo y su penetración en el corazón de Judas, no es válida, por su
parte, es claro que esa no es la posición de Juan. En este Evangelio, el mundo
invisible tiene un papel fundamental y actúa detrás de los protagonistas.
Veamos
ahora el tema del lavado de los pies: Juan 13: 5: “Luego (Jesús) echó agua en una
palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la
toalla que llevaba en la cintura” …
El
significado físico del gesto, se sopesa si se toma en cuenta que los judíos
pobres andaban descalzos y los otros en sandalias, por lo que, gracias a los
polvorientos caminos, sus pies estaban sucios y se consideraba un gesto de
cortesía, el ordenar a un sirviente que lavara los pies del caminante (Génesis
18: 4)
Este
versículo se inscribe en el contexto dicho anteriormente, en el que Jesús les
da ejemplo a sus discípulos de humildad y servicio al prójimo, esto por cuanto
esa labor, solo correspondía a los esclavos no judíos…
Como
puede verse, en aquella noche Jesús se hace sirviente, se hace esclavo de
todos. Y esto ubica de nuevo a Jesús, en la línea del “siervo sufriente” de
Isaías, cosa que nos queda más clara gracias a San Pablo: “…se rebajó voluntariamente,
tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos”
(Filipenses 2: 7)
Jesús
se hace nada, con lo que, de nuevo, se torna una figura desafiante con las
cúpulas de su Iglesia: sacerdotes, pastores, teólogos…
En
síntesis, Dios se presenta como servidor, como compañero, Jesús está en medio
de los suyos, ejerciendo solidaridad…
En
otro orden de cosas, ya cuando Jesús le está lavando los pies a los discípulos,
resulta que Pedro se niega: Juan 13:8: “Le dice Pedro (A Jesús): No me
lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: si no te lavo, no tienes parte
conmigo”.
Lo
que en los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), significa el compartir el pan y
la copa, significa en Juan, permitir que Jesús le lave los pies al discípulo.
Si Pedro no permite este acto, se iguala a Judas: quedaría fuera de la comunión
con Jesús, de su obra y su gloria.
Pero
Pedro eso no lo entiende, le pide a Jesús que, si le ha de lavar los pies, pues
que le lave también las manos y la cabeza (Juan
13: 9). Leamos el verso siguiente: Juan 13: 10: “Jesús le dice: el que se ha
bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios.
Aunque no todos”.
De
nuevo, aquí cabe un detalle histórico – teológico que permite una mejor
comprensión de las palabras de Jesús: los peregrinos que iban a Jerusalén, se
habían ya purificado, Jesús lava los pies de los que ya se habían bañado
conforme a la Ley (Números 9: 6). Así queda explicada la respuesta de Jesús a
Pedro.
Entonces:
¿En qué consiste esa limpieza?: es un logro del sacrificio de Jesús en la cruz.
Esto lo explicará el mismo Juan, en su primera carta: “Pero si vivimos en la luz, así
como Dios vive en la luz, nos mantendremos unidos como hermanos y Dios
perdonará nuestros pecados por medio de la sangre de su Hijo Jesús” (1 Juan 1:
7)
Leamos
Juan
13: 14: “Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies,
también ustedes deben lavarse los pies unos a otros” …
Este
ejemplo de humildad y servicio, tiene una significación especial: Jesús no
tiene problema en humillarse, en entregarse hasta la muerte. Pero además, al
mandar a sus discípulos a hacer lo mismo, confirma un principio opuesto al
“sistema de dominación”: el servicio en lugar de un ejercicio del poder
jerarquizado.
Veamos
Juan
13: 15: “Os he dado ejemplo para que hagáis lo que yo he hecho” …
Este
acto de Jesús, es la entrega que deben imitar los discípulos, desde el servicio
hasta entregar la vida…
Ahora
bien, así como en Mateo, Marcos y Lucas, se anuncia la traición de Judas, en
este capítulo 13, eso también se presenta: Juan 13: 18: “…El que come mi pan ha alzado
contra mí su talón” …
El
cuarto Evangelista, refleja como Judas es sujeto del maligno: Juan
13: 27: “Y entonces, tras el bocado, entró en él (Judas) Satanás. Jesús le
dice: Lo que vas a hacer hazlo pronto” …
Detrás
de los adversarios de Cristo está Satanás, él es su verdadero contendiente. El
objetivo del maligno, es matar a Jesús para poder seguir dominando, pero lo
irónico es que precisamente con la muerte de Jesús, éste obtendrá la victoria
(Juan 12: 31 y siguientes)
Ahora,
como lo hemos dicho antes, desde una perspectiva histórico – liberadora, sería
más preciso decir que Judas actúa libremente y escoge entre dos caminos: el
mundo de Dios, el mundo de la verdad o su opuesto. Judas abandona el
seguimiento a Jesús, él ha escogido lo opuesto. Cuando Judas abandona a Jesús,
es que desde la perspectiva Joánica, Satanás entra en él.
Leamos
Juan
13: 30: “En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche” …
Judas
sale de la luz de la presencia de Jesús, a las tinieblas del mundo satánico. Es
la hora de las tinieblas…
Veamos
el versículo siguiente: Juan 13: 31: “Cuando salió, dice Jesús:
Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él”
…
Contrario
a Mateo, Marcos y Lucas, la Pasión comienza al salir Judas. Jesús ya celebra su
victoria. Y si bien es cierto, cabe esta óptica, no se puede negar que esa
glorificación está envestida de tensión: las alternativas comienzan a cerrarse
para Jesús.
Hablando
de su glorificación dice Jesús: Juan 13: 32: “Si Dios ha sido glorificado en
él, Dios también lo glorificará en sí mismo” …
Dios
– Padre glorificará al Hijo, uniéndolo a su gloria…
Ahora,
para que Jesús sea glorificado, debe irse, para los judíos (Así define Juan a
los enemigos de Jesús a los que no creen en él y no se está refiriendo a la
generalidad del pueblo) esta partida será definitiva, para sus seguidores, será
momentánea: Juan 13: 33: “Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros.
Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo
voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros”.
En
el capítulo 13 de Juan, Jesús
presenta el mandamiento del amor: versículo 34: “Os doy un mandamiento nuevo:
que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis
también vosotros los unos a los otros”.
Este
es el testamento de Jesús, esta idea sobre el amor, ya estaba presente en la
Ley de Moisés (Levítico 19: 18), entonces: ¿Por qué se habla de un mandamiento
nuevo?: porque Jesús es el que perfecciona el mandamiento, él es el que lo
convierte en signo de los nuevos tiempos, esos tiempos que comienzan y se
revelan en la cruz. Los cristianos deben amarse como Jesús los ama (Hasta la
muerte)
Asimismo,
Dios nos muestra que, no es ningún modelo político, ningún modelo económico,
ninguna estructura económica, la que libera al ser humano, es el amor, es el
amor el acicate por el que el ser humano encuentra la plenitud de su dignidad:
he aquí la base de un ser humano nuevo.
2) Jesús consuela a sus
discípulos
(Juan 14: 1 – 16: 33.)
En
esta parte de nuestro trabajo vamos a ingresar en unos discursos de Jesús que
son altamente simbólicos, por lo que es importante destacar algunas
características propias del Evangelio de Juan y que lo diferencian de los
Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas)
- Hay una relación entre las
ideas de los esenios del Qumrán con las ideas de la obra de Juan, por
ejemplo, el uso de términos como luz y tinieblas, verdad y error etc.
- La comunidad de Juan
evoluciona progresivamente a la verdad por la acción del Espíritu Santo.
- El lenguaje usa palabras
cotidianas, pero con gran profundidad, esto lo hace fácil y difícil a la
vez, además, impide que se cubra todo su alcance, por ello en estas
líneas, no cubriremos toda la profundidad de estos discursos.
- En lugar del uso de las
parábolas de los sinópticos, se usa el símbolo, por ejemplo, el caso de la
vid verdadera.
Hecha
esta pequeña introducción: Leamos Juan 14: 1 – 2: “No se turbe vuestro
corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.”.
Jesús
nos dice que no debemos temer al dominio de Satanás (Como se mostraba en
aquella hora de tinieblas que ya habían abrazado a Judas). Debía confiarse en
Dios (La confianza es el remedio a un corazón afligido), porque, así como Dios
había preparado una tierra para los israelitas liberados de la opresión de
Egipto, así Jesucristo, prepararía un lugar para sus discípulos.
Ya
lo dice San Pablo: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo se
deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en
los cielos” (2 Corintios 5: 1) …
Dice
Juan
14: 3: “Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré
conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros” …
Vemos
aquí como Juan plantea la segunda venida de Cristo (La Parusía): en el tema de
la Parusía, se centra toda la espera de la Iglesia. Esto se reitera en 1
Juan 2: 28: “ahora, hijos míos, sigan unidos a Cristo. Así, cuando él regrese,
lo estaremos esperando confiadamente…”.
Resulta
clara que la Segunda Venida de Cristo, implica su continua presencia entre sus
seguidores, después de la resurrección, sobre todo por medio del Espíritu
Santo…
Regresemos
al Evangelio: Juan 14: 6: “Le dice Jesús (a Tomás): Yo soy el Camino, la Verdad, y la
Vida. Nadie va al Padre sino por mí” …
Aquí
hay tres títulos de Jesús:
- Camino: nos enseña a andar
por la senda que lleva al Padre. A través de él vemos al Padre. Esta
visión es independiente de la religión y la cultura del ser humano.
- Verdad: Jesús nos enseña la
verdad, no solo desde una perspectiva moral, sino, también desde un
proyecto (El Reino de Dios), que implica liberación de todas las ataduras
que oprimen al ser humano.
- Vida: vida que es servicio,
solidaridad, libertad.
Más
adelante, hablando con Felipe, dirá: Juan 14: 10: “¿No crees (Felipe) que yo
estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo
por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.”.
Las
enseñanzas de Jesús no son de origen humano, además, en Él, hay plena
concordancia entre palabra y obra. Solo la fe nos permite mirar al Padre en el
Hijo y al Hijo en el Padre. Y este es un “punto de quiebra” entre las dos
ópticas con que se puede mirar a Jesús: solo como un personaje de la historia;
o desde una perspectiva de fe, donde Jesús tiene una experiencia de Dios que lo
confirma como Hijo Único de Dios.
Es
claro que aquí, y como parte de este intento de lectura liberadora,
complementamos ambas ópticas, es decir, estamos convencidos de que: “El Jesús
histórico” conduce al Cristo de la fe”, pero además, que ninguna de las dos
ópticas por si sola, es suficiente para abordar a Jesús desde una reflexión
teológica.
Leamos
Juan
14: 12: “En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las
obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre” …
Las
obras que Jesús hizo implicaban hacer presente el Reino de Dios, y una forma de
hacer presente el Reino es lo que en los sinópticos se conocen como milagros y
que, Juan en su Evangelio, llama signos. Conforme a este versículo, estos
milagros o signos, continuarán en los discípulos. Será por medio del Espíritu
Santo que actuarán, por medio de sus carismas, al ser enviados por Cristo ya
glorificado y “…sentado a la derecha del Padre”.
Ahora,
desde una perspectiva más histórica, por encima de hacer énfasis en lo
sobrenatural de los milagros o signos, podemos decir que esas obras mayores,
implican el sacrificarse por los hermanos y la fidelidad al mensaje cristiano
toda la vida.
Otra
manera de ver el tema de “las obras mayores”, está relacionado con la llegada
del Espíritu Santo y la evangelización. Es decir, Jesús prácticamente habló y
actuó en Israel, mientras que posteriormente (como una obra mayor), el
Evangelio se desbordaría a toda la tierra.
“Pero
quiero que sepan que el Espíritu Santo vendrá sobre ustedes, y que recibirán
poder para hablar de mí en Jerusalén, en todo el territorio de Judea y de
Samaria, y hasta en los lugares más lejanos del mundo”. (Hechos 1: 8)
En
suma, que la obra de salvación se profundizará y se extenderá en la Iglesia…
Observemos
Juan
14: 15: “Si me amáis guardaréis mis mandamientos” …
Con
estas palabras, Jesús confirma que es Dios, solo Dios tiene derecho a ser amado
y obedecido. Pero además, que el amor y la fe (Santiago 2: 14 – 26), no pueden
dividirse o separarse de la obediencia…
Veamos
el verso siguiente: Juan 14: 16: “y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que
esté con vosotros para siempre” …
Aquí
habla Jesús del Espíritu Santo, enunciemos algunos elementos sobre él:
- Será enviado por Jesús
después de su partida (Hechos 2: 33)
- Estará siempre con los
discípulos.
- Para recordar y completar la
enseñanza de Cristo, llevando a los discípulos por los caminos de la
verdad, y explicando el sentido de los eventos a futuro.
- Va a glorificar a Cristo por
su testimonio (1 Juan 5: 6 – 7) de que la misión de Jesús venía de Dios y
que el mundo, engañado por Satanás, se ha equivocado al no creer en él.
- Es abogado que nos defiende
ante el tribunal de Dios de las acusaciones de Satanás, quien es el
acusador (Zacarías 3: 1 y siguientes; Apocalipsis 12:10); esto gracias al
sacrificio expiatorio de Jesús (Apocalipsis 12: 9 – 11)
En
este y otros versículos se le da al Espíritu Santo el título de Paráclito
(defensor, consolador, abogado, intercesor, valedor); el Paráclito es “la
persona que ayuda a otro, con su influencia o poder” (Luis Alonso Schokel) …
Verso
siguiente, Juan 14: 17: “el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede
recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora
con vosotros y estará en vosotros” …
Ese
término del Espíritu de la verdad, proviene de los esenios del Qumrán, ellos
contraponían el Espíritu de la verdad al “Espíritu del error” (1 Juan 4: 6).
Este hecho y la posibilidad del adelantamiento de la celebración de la cena
Pascual que hemos apuntado más arriba, nos conducen a sintetizar un poco del
pensamiento de este grupo, para ello, nos basaremos en lo expuesto por los
especialistas de la Biblia de Estudio NVI:
v Parece que surgieran de un grupo
o secta judía llamada los “jasidim” (“piadosos”) del siglo II a. C., de este
mismo grupo, surgen los fariseos, pero los esenios se separaron de los
“jasidim” más tarde (1 Macabeos 2: 42; 7: 13)
v Grupo muy estricto y celoso,
apoyaron a los macabeos en su rebelión contra los sirios entre 165 y el 155 a.
C.
v Eran estrictos observantes de las
leyes de purificación de la Torá.
v Tenían sus pertenencias en común.
v Tenían un gran sentido de
responsabilidad mutua.
v Adoraban a Dios y leían sus
escritos sagrados diariamente.
v Hacían votos solemnes de piedad y
obediencia.
v En las épocas sagradas y días
festivos, hacían sacrificios.
v No se condenaba el matrimonio,
pero se prefería el celibato.
v Todo sucedía por causa del destino.
Ahora
bien, hablando propiamente del mensaje del versículo, vemos que el Espíritu se
caracteriza por la verdad y lleva al creyente a la verdad de Dios, de igual
manera, es la verdad la que une a las personas de la Trinidad: “…oh
Señor, Dios de verdad” (Salmo 31: 5)
Regresemos
a Juan 14, Juan 14: 18: “No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros” …
Aquí,
Jesús se iguala al Espíritu Santo y por ende a Dios – Padre. Juan revela aquí
la Trinidad, pero esta revelación no es clara, por lo menos para lectores como
nosotros, quizás no se puede decir lo mismo de los receptores originales del
Evangelio.
Leamos
Juan
14: 20: “Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo
en vosotros” …
Cuando
Jesús habla del “día”, no está hablando de un día común y corriente, cuando se
habla del “día”, Jesús usa el término como lo usaban los profetas: el tiempo de
las grandes intervenciones de Dios (Isaías 2: 7), parece que esa intervención,
implica del tiempo de la resurrección de Jesús en adelante.
Asimismo,
este versículo muestra una relación única: así como Jesús está unido a Dios –
Padre, los discípulos están unidos a Jesús. Y claro, esto solo es posible por
el Espíritu Santo, que es la forma en la que Dios se comunica con nosotros.
Observemos
Juan
14: 23: “Jesús le respondió (a Judas, no el Iscariote): Si alguien me ama,
guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. Entonces vendremos a él para poner
nuestra morada en él” …
¿Cómo
guardar la palabra de Cristo?: permitiendo que invada nuestra vida, para morir
a nosotros mismos (En los apuntes iniciales, hemos hablado algo de este tema) y
permitir que Dios se manifieste en nosotros…
Veamos
Juan
14: 28: “Habéis oído que he dicho: me voy y volveré a vosotros. Si me amarais,
os alegraríais de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo” …
Aquí
parecería que hay una contradicción con lo dicho antes sobre la revelación de
la trinidad: al final: ¿Jesús es igual al Padre o no?: en este versículo, Jesús
se coloca ya no en condición de igualdad, sino como siervo (En razón de la
encarnación), esto, por cuanto hace la voluntad del Padre que le ha enviado y,
por ende, guarda sus mandamientos: aquí, Jesús no es más grande que el que le
envía. Citamos aquí a San Hilario: “El Padre es más grande por ser el que da,
pero si da al Hijo su propio ser Único, el Hijo ya no es menos que el Padre”.
Como
podemos ver, conforme Jesús va hablando, va cambiando su rol, esto es parte de
la complejidad de los discursos en Juan, además de los simbolismos con los que
habla Jesús en este Evangelio...
Esto
nos permite pensar en algo: si se desea emprender la aventura de comparar el
Evangelio de Juan con los sinópticos (Cosa que no estamos haciendo aquí o
quizás sí, de forma mínima, en relación al Triduo Pascual), debe tenerse
presente que los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas, fueron escritos 30 años
antes que el Cuarto Evangelio.
Por
eso, entre otras razones, son las muchas diferencias entre uno y los otros, lo
cual refleja también las distintas formas de expresarse de las diversas
comunidades cristianas de aquel entonces…
Lo
mismo pasa hoy en el catolicismo, no es lo mismo una Iglesia tradicional, que
una comunidad renovada o una Comunidad Eclesial de Base, lo mismo puede decirse
del protestantismo, donde no es lo mismo una comunidad Bautista, que una
Pentecostal etc.
Ahora,
entre catolicismo y protestantismo, la diferencia radica en que, en el primero,
la diversidad de movimientos conforma una misma Iglesia, mientras que en el
segundo, muchas veces la diversidad se manifiesta en distintas Iglesias.
Dejamos este punto aquí, ya que no es de interés de este documento.
Por
otra parte, si queremos mirar este capítulo de forma sintética, veremos que
Jesús presenta tres etapas de la vida espiritual:
Ø Guardar las palabras de Jesús:
meditarlas, practicarlas, que den fruto en nosotros.
Ø El Espíritu Santo nos instruye
sobre lo que debemos pedir en nombre de Cristo. El Espíritu es la nueva
presencia de Jesús entre los suyos (No se tiene que morir o esperar la Parusía
para experimentar su presencia), une y fortalece la comunidad, la prepara para
luchar contra el mundo.
Ø Llevar a cabo la práctica de
Jesús.
Vamos
ahora a Juan 15. Es en este momento
que Juan presenta la imagen de la viña, que en el caso de los sinópticos se
observa con la parábola de los viñadores malvados que hemos analizado más
arriba. En este caso, Jesús mismo es la vid y su fruto es el nuevo Israel que
contrario al antiguo, no debe defraudar las aspiraciones de Dios.
De
lo antes expuesto, trata el versículo 1, del capítulo 15: “Yo soy la vid
verdadera, y mi Padre es el viñador” …
Veamos
el versículo siguiente: Juan 15: 2: “Todo sarmiento que en mí no da
fruto, lo corta, y todo lo que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto” …
El
fruto es la santidad de una vida fiel a los mandamientos de Jesús, sobre todo
el que Él ha llamado el mandamiento nuevo. El sarmiento es signo del cristiano,
por lo que verdaderamente, las y los creyentes, son el cuerpo de Cristo. ¿Y
cómo estar unidos a Cristo?:
-
La
fe.
-
La
oración.
-
El
culto a su Palabra.
¿Y
cuáles son los frutos de estar unidos a la vid?:
- Servicio.
- Comprensión.
- Justicia social.
- Vida consagrada.
Como
puede verse, la salvación no es cosa mágica…
Vayamos
a Juan
15: 9: Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi
amor” …
Para
permanecer en Cristo, hay que permanecer en su amor y para ello, se debe dar la
vida, guardar los mandamientos y dar prioridad al amor de Dios…
Leamos
Juan
15: 16: “Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he escogido a
ustedes y les he encargado que vayan y
den mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo que
le pidan en mi nombre”.
Jesús
les dice a sus discípulos, que Él los escogió, y esto resulta clave, porque
tradicionalmente, los discípulos eran los que escogían a su maestro (Recordar
de nuevo, los apuntes iniciales). En suma, también los creyentes son escogidos
por Jesús: “Desde antes de crear el mundo Dios nos eligió, por medio de Cristo,
para que fuéramos solo de él y viviéramos sin pecado” (Efesios 1: 4)
Ahora,
el objetivo es dar mucho fruto, el amor de mide por los frutos (sacrificio,
obediencia, compromiso y fidelidad). Y ese amor, se presenta cuando se comparte
el pensamiento de Cristo, cuando se comparte su Espíritu (El Espíritu
Santo)
Leamos
Juan
15: 18: “Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a
vosotros.” …
Puesto
que hay una unión entre Jesús y sus discípulos, también esa unión se mostrará
en el odio que les tendrá el mundo a los seguidores de Jesús. Y aquí vale la
pena aclarar que es lo que entiende Juan por el mundo…
Con
mucha frecuencia, este autor habla del mundo, entendido éste como el enemigo de
Cristo. El mundo seguirá persiguiendo a Jesús en sus discípulos: recuérdese las
palabras de Jesús a Saulo: “… Yo soy Jesús, a quien tú persigues…”
(Hechos 9: 5).
Así,
si tenemos esperanza en Dios, esa prueba nos debe fortalecer en vez de
desanimarnos, esa prueba es la forma en que Dios – Padre, limpia la rama para
que ésta pueda dar más frutos…
Veamos
el versículo siguiente: Juan 15: 19: “No sería lo mismo si ustedes
fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes no son del
mundo, sino que yo los elegí de en medio del mundo y por eso el mundo los
odia”.
El
creyente lleva en sí, algo que el mundo no puede aceptar (La fe en Jesús, su
enseñanza etc.) por eso es que Satanás lucha contra el creyente. Si no logra
alejarlo de Jesús, o destruir su obra en el creyente, entonces, éste es sujeto
del inmenso odio del enemigo, del mismo modo como odió a Jesús mismo.
Vamos
ahora a Juan 15: 22: “Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no serían
culpables de pecado. Pero ahora no tienen excusa por su pecado” …
Quienes
buscan matar a Jesús, no habían aceptado su mensaje (A ellos se refiere Juan
muchas veces como “los judíos”) habían visto al Hijo de Dios, las élites
gobernantes judías, aparte de ver a Jesús, habían recibido la revelación del
Antiguo Testamento, los que rechazaron a Jesús son totalmente culpables.
Leamos
ahora el capítulo 16 de Juan: versículo 1: “Os he dicho esto para que no os
escandalicéis” …
Jesús
es previsor, les dice a sus discípulos acerca de las pruebas que han de pasar,
con el objeto de que su fe no falle…
Sobre
esta disyuntiva del mundo / Jesús y el mundo / seguidores de Jesús, es claro
que, los opuestos se excluyen, no es factible una convivencia amor – egoísmo.
Por eso el amor de Jesús y sus seguidores, es denuncia contra el mundo, por eso
el mundo buscará eliminarlos. De ahí que la persecución es normal dentro del
cristianismo. Si no hay persecución, en realidad, no hay verdadero cristianismo
(San Oscar Arnulfo Romero).
Vamos
a un importante segmento de este capítulo: Juan 16: 8 – 11: “Cuando él venga (El
Espíritu Santo), convencerá al mundo de un pecado, de una justicia, de una
sentencia: el pecado, que no han creído en mí; la justicia, que yo voy al Padre
y no me veréis más; la sentencia, que el príncipe de este mundo está
sentenciado.”.
Jesús
será sometido a juicio (de hecho, a dos, uno ante el Sanedrín, lo que se
denomina el “proceso judío”; y el “proceso romano” ante Pilatos). Pero Dios –
Padre, abrirá otro juicio, y en él, el Espíritu Santo será abogado, fiscal,
guiará el juicio. Y en él, contrario a los “procesos judío y romano”, con su
testimonio y razonamiento, vencerá o condenará al mundo. Ese juicio es el
juicio de la cruz de Cristo, que condena a los jueces que llevaron a Jesús a la
cruz.
De
igual manera, ese convencimiento del Espíritu, tiene que ver con nosotros:
- El convencimiento de pecado:
es por el Espíritu Santo que nos reconocemos pecadores.
- Convencimiento de justicia:
el Espíritu Santo nos convence de que somos justos por la muerte de Cristo
en la cruz; y no por nuestras propias obras.
Veamos
Juan
16: 24: “Hasta ahora no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, así
conocerán el gozo completo.” …
Se
ora en el Nombre de Jesús, porque se confía en su poder, la oración verdadera
está guiada por el Espíritu Santo, y Él es el que nos indicará cuando hacer un
énfasis en la oración: al Padre o al Hijo (Romanos 8: 26) …
Será
el Espíritu Santo, el que permita que la oración esté acorde con la voluntad de
Jesús, con su proyecto, se trata de una oración que hace avanzar el Reino de
Dios y será él mismo quien la conteste…
Leamos
Juan
16: 27: “ya que el Padre mismo los ama porque me han amado y han creído que yo
he venido de parte de Dios.” …
Puesto
que los discípulos han amado y han creído en Cristo, el Padre escuchará sus
oraciones, hechas en el nombre de Jesús…
Vayamos
a Juan
16: 28: “Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y vuelvo al
Padre” …
He
aquí el mensaje básico de Juan, su mensaje más puro, este es el resumen del
discurso de Juan sobre Jesús. Este mensaje solo puede ser plenamente revelado
por el Espíritu Santo…
Observemos
Juan
16: 32: “Miren que la hora viene, y ya está aquí, en que ustedes serán
dispersados, y cada uno se irá a su propia casa y a mí me dejarán solo. Sin
embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo” …
Los
discípulos no estaban preparados para lo que iba a suceder, Jesús sabía que
iban a quebrarse, pero la clave aquí, es que la comunidad, la Iglesia, no está
fundada en la fortaleza de los creyentes, sino, en la capacidad de Dios de
estar con ellos pese a las fallas.
Leamos
ahora Juan 16: 33: “Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí.
Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero ánimo, yo he vencido al
mundo” …
Jesús,
de acuerdo a estas palabras, ya se siente vencedor, Jesús en la cruz es victorioso,
esa es parte de las cosas que el cristiano debe experimentar. Por eso en el
cristiano, debe haber: esperanza, alegría y paz…
3) Getsemaní
(Mateo 26: 36 – 46; Marcos 14: 32
– 42; Lucas 22: 40 – 46.)
Leamos
Mateo
26: 36: “Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice
a los discípulos: “Sentaos aquí, mientras voy allá a orar”.
Getsemaní
significa “lagar de aceite” o “prensa de aceite”. Se ubica en el valle del
Cedrón, al pie del monte de los Olivos…
Vamos
al versículo siguiente: Mateo 26: 37: “Se llevó consigo a Pedro y a
los dos hijos de Zebedeo (Santiago y Juan); y comenzó a sentir tristeza y
angustia” …
Los
que fueron testigos de la transfiguración, debían ser testigos de su agonía
(sabemos que son Santiago y Juan, porque así los dice Marcos 14:33), pero finalmente no es así. Se presenta en este
momento una realidad contradictoria: los que compartían la comunión con Jesús,
estaban dormidos, pero el que había roto la comunión (Judas), está despierto,
preparando la entrega de Jesús.
Veamos
Mateo
26: 38 - 39: “Es tal la angustia que me invade, que me siento morir (les dijo a
sus acompañantes). Quédense aquí y manténgase despiertos conmigo. Y
adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y suplicaba así: Padre mío, si es posible,
que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú”.
Mateo
dice que Jesús ora diciendo: “Padre mío”, Marcos dice: “¡Abba, Padre!” (Marcos 14: 36); se muestra así la
familiaridad de Jesús con el Padre, le dice “papá, papito”, esta familiaridad
la continúan los cristianos: “…El Espíritu que los adopta como hijos y
les permite clamar: ¡Abbá! ¡Padre!” (Romanos 8: 15)
Para
comprender el valor de esa intimidad de Jesús con su Padre, y que se nos
hereda, hay que tener claro que ni en el Antiguo Testamento, ni en el judaísmo,
se usaba esa palabra para designar a Dios…
Como
puede verse, Jesús no muere serenamente (Está al límite de la desesperación),
el peso que lleva en su corazón es inmenso (Él ora por liberación), desde una
perspectiva de fe, podemos decir que aquí se mira claramente la figura del
Cordero de Dios que lleva el pecado del mundo, también la figura del Siervo
sufriente, sobre el que cae la ira de Dios.
Jesús
mira la muerte inminente, y siente miedo, Jesús busca librarse de la muerte,
pero avanza hacia la aceptación de la voluntad de Dios – Padre. No deja de ser
cierto que, en este momento, se visualizan dos peticiones del “Padre Nuestro”:
“Hágase tu voluntad” y “no nos dejes caer en la tentación”.
Rescatamos
una idea que hemos expresado en el párrafo anterior: Jesús busca librarse de la
muerte. Jesús no quería morir:
“Y
Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y
lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor
reverente” (Hebreos 5: 7) …
Vamos
al versículo siguiente: “Aunque él era Hijo de Dios, por medio del sufrimiento
aprendió lo que significa obedecer siempre a Dios”…
Es
decir, Jesús vivió a fondo su fe, aceptando hasta el final los costos de ser
fiel a la voluntad de Dios, así vivió la mayor oscuridad, que ya se mira en
este pasaje del Getsemaní y que, experimentará en el abandono de Dios en la
cruz, como lo veremos más adelante. De esto, podemos tener claro que ni frente
a la muerte de su Hijo y sus ruegos, Dios manipuló la historia.
Jesús
está en una situación límite, donde parece que su acción pierde sentido y su fe
se pone a prueba por el silencio de Dios. Y de nuevo, desde la perspectiva de
la fe, y propiamente desde una teología de la salvación (Que como hemos dicho,
no despreciamos aquí, aunque no es nuestra óptica fundamental), podemos decir
que Jesús sufre la paga de los pecadores, aunque él no hubiera pecado. Precisamente
porque él pasó las pruebas del sufrimiento sin pecar, puede ayudar a los que se
ven probados (Hebreos 2: 18)
Hemos
dicho que la fe de Jesús, se pone a prueba por el silencio de Dios y ese
silencio, fue por el pecado: “Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como
si hubiera pecado, para declararnos inocentes por medio de Cristo” (2 Corintios
5: 21)
Pese
a ese silencio, Jesús entra en la etapa final, diciendo que se haga la voluntad
del Padre, es en ese momento, que se perfecciona la salvación por medio de
Jesucristo (Hebreos 2: 10) …
Sobre
la agonía de Jesús en el Getsemaní, vale destacar que Jesús está unido a la
voluntad de Dios, pero eso no significa que no tuviera temor o le hubiera sido
amputado su instinto de conservación…
Lucas nos dice que tal era su agonía que: “Su
sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra” (Lucas 22: 44)
…
¿Por
qué Jesús agoniza con tal intensidad?: porque como lo dice, por ejemplo, la
traducción de la Biblia del Peregrino, sobre el comienzo de este versículo: “Y,
entrando en combate, oraba más intensamente…” …
El
combate de Jesús consiste en vencerse, en vencer su deseo de librarse de la
muerte. Combate para que triunfe la voluntad de Dios, se trata de que
finalmente Jesús se someta y acepte, se trata de vencer la voluntad de Jesús y
que se manifieste Dios – Padre.
Entramos
aquí a una pregunta clave: ¿Habrá querido Dios que Jesús muriera?: Dios es Dios
de vida y no quiere la muerte de nadie, pero la oración de los que enfrentan la
muerte por su causa, es confiada en medio de esas terribles circunstancias.
Si
pensamos en el episodio del Getsemaní como una lucha entre un Jesús que no
quiere morir y un Dios que quiere que muera, entonces Dios resultaría un
verdugo sediento de la sangre de su hijo, además de ser un aliado del “sistema
de dominación” y no un Dios liberador. Tal es la rebeldía de Dios ante la
muerte de Jesús, que le resucitará.
Del
mismo modo, esa oración rogativa, suplicante, llena de clamores y llanto, es la
oración de los profetas:
-
“…
¡Acuérdate de mí, y ven a ayudarme! Todopoderoso Dios de Israel, cuando tú me
hablaste, tomé en serio tu mensaje. Mi corazón se llenó de alegría al escuchar
tus palabras, porque yo soy tuyo… ¿por qué tengo que sufrir este dolor
constante?” (Jeremías 15: 15. 16. 18)
-
“…pero
tus palabras arden dentro de mí; ¡son un fuego que me quema hasta los huesos!
He tratado de no hablar, ¡pero no me puedo quedar callado!” (Jeremías 20: 9)
En
este episodio del Getsemaní, Jesús descubre que Dios no va contra las decisiones
humanas, no le ahorra nada de la condición humana (Romanos 8: 32). Dios actúa
de manera oculta, respetando la libertad humana, aunque se revele contra él.
Vayamos
a Mateo
26: 41: “Velad y orad para que no caigáis en tentación. El espíritu está
dispuesto, pero la carne es débil” …
La
recomendación de Jesús es muy sabia: hay que velar y orar siempre, pero, sobre
todo, en medio de la crisis para no caer por la debilidad humana. La tentación
es ser infiel ante la crisis, en este contexto, quien está bajo el gobierno de
Dios, lucha contra la debilidad humana: “Dame tu ayuda y tu apoyo; enséñame a ser
obediente…” (Salmo 51: 12)
Leamos
Mateo
26: 45: “Viene entonces a los discípulos y les dice: Ahora ya podéis dormir y
descansar. Mirad ha llegado la hora en que le Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de pecadores” …
Los
discípulos han dejado solo a Jesús en la oración, ahora ha llegado la hora de
la prueba, Jesús entra solo en ella (Jesús buscaba compañía y no la encuentra).
Es por esta razón que no es extraño que se perciba ironía en estas palabras.
4) Arresto de Jesús
(Mateo 26: 47 – 56; Marcos 14: 43
– 52; Lucas 22: 47 – 53; Juan 18: 3 – 11.)
Iniciemos
leyendo Mateo 26: 48 – 49: “Judas, el traidor, les iba dando la contraseña,
diciéndoles: Al que yo bese, ese es; arréstenlo. Así que, acercándose a Jesús,
dijo: ¡Buenas noches, Maestro! Y lo besó” …
Este
tema el beso de Judas ha sido muy reflexionado desde distintas perspectivas, en
realidad, el beso en la mejilla era un saludo de respeto que un discípulo daba
al rabino, reconociéndolo como maestro. Aquí la traición adquiere más ironía e
hipocresía. Judas ya no respetaba a Jesús.
Leamos
Mateo
26: 50: “Jesús le dijo: ¡Amigo a lo que estás aquí! Entonces aquéllos se
acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron” …
Esta
expresión de Jesús a Judas: “¡Amigo a lo que estás aquí!”, lo que quiere decir
es: “haz aquello por lo que estás aquí”, Jesús busca acortar introducciones
hipócritas por parte del traidor, más que le había besado como ya dijimos con la
actitud falsa de reconocerlo como maestro.
Vamos
al versículo siguiente: Mateo 26: 51: “Uno de los que estaban con
Jesús sacó la espada e hirió al sirviente del sumo sacerdote, cortándole una
oreja” …
Sabemos
que quien hizo esto, fue Pedro (Juan 18:10), esto no es extraño, él y otros
discípulos habían participado en grupos de resistencia a la opresión romana
(Los hermanos José Ignacio y María López, hablarían de raíces Zelotes en los
discípulos) además, habían traído espadas al Getsemaní (Lucas 22: 49)
Mateo
26: 52: “Entonces Jesús le dijo: Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la
espada perecerá por la espada” …
El
cristianismo es un movimiento antiimperialista y no violento: la fuerza no
establecerá el Reino de Dios ni conduce a la vida, la violencia es equivalente
a la muerte, aunque en ciertos casos esté legitimada (Así lo decía San Pablo
VI)
Veamos
Mateo
26: 53: “¿No sabes que yo podría rogarle a mi Padre, y él me mandaría ahora
mismo más de doce ejércitos de ángeles?” …
Literalmente
Jesús habla de doce legiones, si tomamos en cuenta que, en el ejército romano,
una legión se componía de un máximo de 6 000 soldados, él estaría indicando una
gran cantidad de defensores (72 000 ángeles), pero su fuerza es aceptar la
voluntad de Dios – Padre.
Todo
este episodio que hemos presentado de la espada y las palabras de Jesús, nos
muestran una reflexión para la Iglesia en épocas de persecución: se trata de
morir por Cristo y no matar por Cristo (Mateo 5: 10 – 11. 39 – 41)
Esta
enseñanza adquiere un énfasis especial, en el tanto, precisamente en ese
momento, Jesús está siendo víctima de la violencia. De hecho, Marcos dice que
quienes acompañaban a Judas, se le tiraron encima (Marcos 14: 46)
En
Marcos, se da un detalle que solo este evangelista presenta, un joven que
seguía a Jesús, solo cubierto de un lienzo, es prendido: Marcos 14: 52: “pero él, dejando
el lienzo, se escapó desnudo” …
Muchos
comentaristas dicen que este joven era Marcos. Ya hemos visto la tesis de que
el lugar donde se llevó a cabo lo que se conoce como la última cena, era de la
familia de Marcos…
Existe la posibilidad de que su madre y él,
siguieran a Jesús mientras estaba en Jerusalén. Además, otros piensan que a
ellos pertenecía el huerto de Getsemaní…
A
continuación, hablemos de cómo describe Juan el arresto de Jesús, y en los
momentos que sea posible, comparándolo con los otros Evangelios…
Mientras
en Marcos quienes van a prender a Jesús, son gente con espadas y palos, que
eran la policía del templo: Juan dice: “Judas, pues, llega allí con la cohorte y
los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas,
antorchas y armas”. (Juan 18: 3)
¿Qué
es la cohorte?: un destacamento de la guarnición romana establecida en
Jerusalén. Juan plantea casi 600 soldados romanos…
Leamos
Juan
18: 4 – 6: “Jesús, que sabía todo lo que iba a suceder, se adelanta y les
pregunta: ¿A quién buscáis? Le contestaron: A Jesús el Nazareno. Díceles: Yo
soy. Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: Yo soy,
retrocedieron y cayeron en tierra”.
Como
puede verse, en este autor, Jesús tiene pleno dominio y poder sobre la
situación (Sabía todo lo que iba a suceder). Además, este dominio refleja la
plena libertad de Jesús en esta coyuntura…
Los
600 soldados romanos cayeron al suelo. El poder de Dios en Jesús, es el del
Dios que se le revela a Moisés en el Éxodo (Éxodo 3: 14): el poder de Dios en
Jesús, es el poder del Dios liberador (Más adelante, volveremos sobre este
tema)
Aquí
una vez más, Juan nos presenta una imagen desde la fe, desde la perspectiva
histórica, estos eventos no se miran plausibles, 600 soldados romanos
reconociendo a Dios en Jesús de Nazaret, para luego, de todas maneras, ponerlo
bajo arresto (arresto que Jesús permite y quiere).
Desde
la óptica eminentemente teológica, la escena es impresionante: el imperio que
mata a Jesús y por ende el “sistema de dominación” que busca eliminarlo,
reconoce su señorío…
En
Juan 18: 8, Jesús dice a sus
captores, que dejen ir a sus discípulos. Así, mientras en Marcos los discípulos
huyen, en Juan hay una orden de
Jesús para dejarlos ir. Sobre el tema de la huida de los discípulos, es posible
plantear una hipótesis alternativa al simple miedo: quizás querían ganar
tiempo, entender que era lo que había pasado, buscar una solución o pedir
ayuda: los discípulos huyeron: ¿cobardía o desconcierto?
Leamos
Juan
18: 11: “… ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?” …
Este
punto de la copa es un punto en común entre los sinópticos y Juan, pero en
Juan, Jesús no busca que “pase la copa”, sino que tiene el control…
5) Proceso Judío
(Mateo 26: 57 – 68; Marcos 14: 53
– 65; Lucas 22: 66 – 71; Juan 18: 12 -14. 19 – 27.)
Leamos
Mateo
26: 57: “Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás,
donde se habían reunido los escribas y los ancianos” …
Caifás
era el jefe de los sacerdotes judíos en el periodo del 18 al 36 d. C., los
escribas y los ancianos conformaban el Sanedrín. Durante la época de la
dominación romana, el sanedrín era la primera representación política y
religiosa de Israel ante Pilatos.
Este
órgano estaba compuesto por 70 miembros, y el sumo sacerdote. En la época de
Jesús, había tres clases de sanedritas:
- Los sacerdotes.
- Los escribas (Teólogos y
juristas fariseos).
- Los ancianos (Jefes de las
familias más influyentes y ricas de Jerusalén).
Marcos dice que: “Pedro le fue siguiendo a distancia hasta
entrar en el palacio del sumo sacerdote…” (Marcos 14: 54) …
Esto
refleja la ambigüedad de su seguimiento, ambigüedad que se confirmará en la
negación, punto que tocaremos al final de este día…
Conforme
a Lucas y Juan, hay una primera comparecencia ante Anás, en la misma noche del
jueves y una sesión solemne ante el Sanedrín en la mañana, en Mateo y Marcos
hay una combinación entre las reuniones de la noche y la mañana.
Mateo
dice que el tribunal buscaba alguna prueba falsa para condenar a Jesús, pero no
la encontraban: ya cuando se habla del testimonio de los testigos, este autor
dice de dos que: Mateo 26: 61: “…dijeron: Éste (Jesús) dijo: Yo puedo destruir el
Santuario de Dios, y en tres días edificarlo”.
Aquí
hay dos puntos a destacar: el primero, que Mateo habla de dos testigos, en el
tanto, según la ley judía era necesario contar con dos o más testigos que tuvieran
el mismo testimonio (Números 35: 30; Deuteronomio 19: 15) súmese, que este
proceso no es justo, buscaban pruebas falsas para condenarlo.
El
segundo punto, es que, si viésemos con detalle, el capítulo 24 de Mateo,
sabríamos que este autor anunció la destrucción del Templo y el culto que
representaba, sustituyéndolo primero por el cuerpo resucitado de Jesús y luego
por la Iglesia. Ahora, la falsedad de la acusación está en el hecho de que
Jesús nunca dijo que él iba a destruir el templo.
Jesús
no responde a estos testigos, él mira que es inútil discutir, pero además,
refleja la paz de aquel que ha entregado su causa a Dios…
Más
adelante, cuando el Sumo Sacerdote le pregunta a Jesús si es el Cristo, el Hijo
de Dios, Jesús responde: Mateo 26: 64: “Dícele Jesús: Tú lo has
dicho. Pero os digo que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a
la diestra del poder y viniendo sobre las nubes del cielo”.
¿Por
qué dice Jesús, a la diestra del poder? (Esta traducción es tomada de la Nueva
Biblia de Jerusalén, la Biblia de Estudio: Dios Habla Hoy, traduce
“Todopoderoso): es un equivalente de Dios. He aquí el reconocimiento categórico
de que él es el Mesías, lo que los estudiosos de Marcos han denominado “el
silencio Mesiánico”, es decir, el hecho de que a toda costa, Jesús evita que se
le identifique como el Mesías, queda roto en este texto de Mateo.
En
Marcos, el rompimiento del silencio es más claro, en lugar de decir: “Tú lo has
dicho”, Jesús dice: “Yo lo soy” y una vez más hace recordar la revelación de
Dios a Moisés en el desierto (Éxodo 3: 14) …
Pero
este Mesías, no como la figura que el Sanedrín esperara: era el Mesías, señor
de David. Es el hijo del hombre, como aquel personaje del que hablara el
profeta Daniel (Daniel 7: 13 – 14): un ser celeste, trascendental, para el
cristianismo eminentemente divino, que es el receptor del Reino de Dios. Este
hijo del hombre, viene de Dios y sale de la eternidad. Sentado a la derecha de
Dios (Salmo 110: 1): Jesús es el Hijo Único: Dios a lado del Padre.
Hablemos
un poquito de ese hecho de que Jesús es el receptor del Reino de Dios y como
tal, presenta tres aspectos esenciales que nos muestra claramente el Evangelio
de Marcos:
- Jesús, el Hijo del Hombre
tiene autoridad terrenal (Marcos 2:
10. 28)
- Jesús es el Hijo del Hombre
en la muerte y la resurrección (Marcos
8: 31; 9:9)
- Jesús es el Hijo del Hombre
regresando con poder y gloria (Marcos
8: 38; 13: 26)
Jesús
es el receptor del Reino de Dios que ya está presente, pero que se consumará en
el futuro, la presencia del Reino de Dios está aquí en humildad y servicio,
ahora ese Reino solo puede ser conocido por fe (Marcos 1: 15), pero en algún momento, se revelará a la vista (Marcos 9: 1)
Jesús
es el receptor del Reino y él nos invita a participar en este proyecto, que, y
no nos cansaremos de decirlo, se opone a “los sistemas de dominación humana”,
por lo tanto, el Reino de Dios es liberador…
Ahora,
para participar en el Reino, es requisito seguir a Jesús en su muerte y
resurrección y una vida subversiva frente al “sistema de dominación”, tal y
como vivió Jesús (Marcos 10: 42 – 45)
…
Entonces,
a partir de lo dicho, ya podemos ir respondiendo a una pregunta clásica: ¿Por
qué mataron a Jesús? (Véase la diferencia de la pregunta en relación al acápite
III: “La causa por la que Jesús da la vida”: desde la historia, a Jesús, lo
matan. Desde la fe, Jesús entrega la vida)
Por
su proyecto: El Reino de Dios, que implica una relación preferencial con los
pobres (De hecho, Jesús enseña que se accede al Padre en gracia y parcialidad
por el pobre) y su búsqueda de que ellos sean libres y responsables (Se accede
a Dios, no por sacrificios y rituales, sino, por la práctica del amor con el
ser humano que sufre), es por esto, que los líderes del “sistema de dominación”
lo persiguen. Su mensaje liberador es subversivo. así podemos decir que hasta
la cruz en la que Jesús muere, es un signo de resistencia contra la injusticia.
Jesús
se reconoce como Mesías, es decir, como portador de una buena noticia para los
hombres y mujeres de su pueblo. En tanto, el Sanedrín que era parte del “sistema
de dominación”, veía blasfemo que aquel hombre siendo un laico, tratara de
liberar a Israel.
Volviendo
al proceso judío, podemos decir que por su testimonio, Jesús va a la muerte (El
sanedrín lo condena pero la ratificación corría por parte de las autoridades
romanas): es testigo y mártir (En el fondo, esto es redundante: Mártir, viene
del griego, testigo)
Los
que se le han opuesto y apresado, ya no lo verán más que en su gloria, primero
por la resurrección luego por la Parusía…
Veamos
Mateo
26: 65: “Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: ¡Ha blasfemado!
¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia” …
El
Sumo Sacerdote se rasgó las vestiduras, a él no se le permitía hacer esto
(Levítico 10: 6; 21: 10), pero el hecho era extraordinario, el Sumo Sacerdote
cataloga la respuesta de Jesús como una blasfemia…
La blasfemia de Jesús no era presentarse como
el Mesías, sino, en decir que este Mesías es Dios mismo. Jesús, al llamarse
Mesías, está insultando a Dios (Levítico 24: 15 y siguientes), el otro elemento
de la blasfemia es el desprecio a la Ley (Números 15: 30)
Este
desprecio se enfoca en el señalamiento de cambios radicales a las instituciones
religiosas de Israel. Es por esta razón que Jesús es excomulgado de la sinagoga
(Lugar de reunión religiosa de la comunidad) …
El
excomulgado no podía entrar a la sinagoga, ni rezar con la comunidad, si
miramos Juan 9: 22 y del mismo libro, 12: 42, veremos que a los seguidores de
Jesús, se les amenazaba con la excomunión...
Una
vez más, Jesús actúa con libertad frente al “sistema de dominación” y les hacía
caer de su autoridad. Jesús es Dios que les pide cuentas de su viña (Marcos 12: 12) y los viñadores
malvados se le pusieron en contra…
¿Por
qué se le pusieron en contra los líderes religiosos de Israel?: por sus
privilegios: en aquel momento ellos pertenecían a las familias más ricas del
país (Los sacerdotes eran los miembros más destacados de las cuatro familias
más poderosas de Jerusalén) los puestos de liderazgo deparaban dinero y poder
ligado al Templo.
Vayamos
a Mateo
26: 67 - 68: “Entonces le escupieron al rostro, le dieron bofetadas y lo
golpeaban diciendo: Mesías, adivina quién te ha pegado” …
Luego
de la sentencia, viene la burla y los golpes, Jesús es ultrajado (Encarna al
Siervo sufriente. Isaías 50: 6), pero en ese ultraje, se confiesa su verdadera
identidad, esto lo saben los primeros lectores del Evangelio, esto lo sabemos
nosotros, que compartimos la fe con ellos.
6) Negación de Pedro
(Mateo 26: 69 – 75; Marcos 14: 66 – 72; Lucas
22: 54 – 62; Juan 18: 15 – 18.)
Aquí
hay un primer elemento que vale la pena aclarar: Mateo, Marcos y Juan, colocan
la negación de Pedro, después de exponer el proceso judío, Lucas coloca esta
escena después del arresto de Jesús…
Nosotros
seguimos la lógica de Mateo, Marcos y Juan, no solo porque es la visión
preponderante en estos autores, sino, porque al ser Marcos el Evangelio más
antiguo, nos permite pensar que estuvo más cerca de los hechos históricos.
Para
finalizar esta breve introducción, diremos que posiblemente, Lucas ha
adelantado la negación de Pedro, para que éste pueda mirar el proceso y la
condena de Jesús bajo el manto lloroso del arrepentimiento…
Dicho
esto, pasemos a los textos:
Observemos
Mateo
26: 69: “Mientras Pedro estaba sentado fuera, en un patio, se le acercó una
sirvienta de la casa y le dijo: Tú también estabas con Jesús de Galilea” …
Leamos
Mateo
26: 72: “De nuevo lo negó jurando que no conocía a aquel hombre” …
Pedro,
que había tenido comunión con Jesús y que había rechazado la posibilidad de
negarle (Mateo 26: 35), rompe con esa comunión, aquí queda comparado a Judas:
traiciona a Jesús, pero en su arrepentimiento, retoma ligamen con el nazareno.
Lucas refleja ese arrepentimiento en el cruce de miradas con Cristo (Lucas 22:
61)
Ahora,
tampoco podemos descartar que Pedro esperara que Jesús usara su poder divino y
al no hacerlo, se desconcertó: este no era el Jesús que esperaba…
Pedro
se siente amenazado, este sentimiento se alimenta con la burla de algunos de
los presentes: Mateo 26: 73: “Un poco después se acercaron los que estaban allí y
dijeron a Pedro: sin duda que eres uno de los galileos: se nota por tu modo de
hablar”.
Frente
a esto, Pedro se desconcierta y se derrumba. Jesús ha dado testimonio frente al
sumo sacerdote, Pedro ha negado su propio testimonio, Pedro que es la imagen
del creyente, muestra su poca fe...
Al
final, actúa como Jesús se lo había dicho (Mateo 26: 34), el pánico de Pedro se
manifiesta desde el arresto de Jesús, entra en él un gran miedo, se abre ante
él un camino que no quiere recorrer: el camino de la cruz…
Leamos
Mateo
26: 74: “Entonces él comenzó a jurar y perjurar, diciendo: no conozco a ese
hombre” …
Cuando
se dice que Pedro se pone a jurar y perjurar, lo que expresa es que, con tal de
no ser atrapado, Pedro se expone a ser maldecido por no decir la verdad. En
este momento, Jesús queda completamente abandonado…
Veamos
el resto de este versículo y el 75: “… En aquel momento cantó un gallo, Y Pedro
se acordó de lo que le había dicho: Antes de que cante el gallo, me negarás
tres veces. Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente”.
De
acuerdo a la costumbre, se hablaba del primer canto del gallo, para señalar una
hora cercana a las tres de la mañana, es ese canto, el que le recuerda a Pedro
las palabras de Jesús…
En
otro orden de cosas, la presencia del gallo en el relato tiene otro
significado: algunos creían que los gallos eran animales impuros, asociados con
la magia y el demonio, cuando el gallo canta, es el demonio el que celebra la
victoria en la negación de Pedro.
Pedro
llora amargamente, había dejado en un momento importante el seguimiento de
Jesús…
Pedro
llora amargamente, llora nuestras vacilaciones, llora nuestras negaciones a
Jesús…
Por
otro parte, si Pedro negó a Jesús y fue perdonado; ni las negaciones o las
traiciones son lo peor que se le puede hacer a Dios y a Jesús, lo peor es no
tener esperanza, la pérdida de la fe en obtener el perdón…
He
aquí la diferencia entre Judas y Pedro: Judas no llora arrepentido, por lo
tanto, no pudo ser perdonado…
Pedro,
aquel valiente capaz de reconocer el Mesianismo de Jesús, se ha debilitado. Esa
debilidad de la piedra no la esconde ningún Evangelista…