Discernimiento ético.
Discernimiento ético.
Ocean Castillo Loría.
Politólogo (UCR) y teólogo (UNED), con
experiencia en la producción y realización de programas radiofónicos,
televisivos y en Internet, complementada con la asesoría a partidos políticos y
organizaciones de la sociedad civil. Adicionalmente, ha realizado consultorías
en materia académica, tanto con estudiantes universitarios, como con personal
docente. Actualmente, es asesor externo de la Asamblea Legislativa.
Discernimiento ético.
El pasado 22 de abril, fuimos invitados al programa:
“Acontecer Económico”, del Colegio de Ciencias Económicas, en su sede Huetar
Norte, trasmitido en Radio Santa Clara. El tópico que se nos invitó a tratar,
fue: “Ética”. El presente texto, está basado en las notas realizadas por el autor,
para dicho espacio.
Comencemos con una historia, que fue totalmente
real: en México, el cantante Juan Gabriel, fue procesado por la instancia
recaudadora de tributos, por deudas fiscales con el Estado Mexicano. Cuando la
prensa le preguntó al cantante sobre el tema, dijo más o menos lo siguiente:
“¿Por qué tengo que pagar impuestos?: soy cantante, con mi música y mi voz, la
gente es feliz y con esa felicidad, contribuyo a la sociedad”.
¿Es ético el razonamiento de Juan Gabriel?: esta
interrogante, nos lleva a una más general: ¿Qué es la ética?: como puede verse,
hemos partido de un ejemplo de la realidad: véase que el ejemplo, tiene que ver
con la relación de una persona y la sociedad (En teoría: “el pago de impuestos,
se usa para generar obras para la comunidad”)
De lo dicho, la ética es: la construcción
responsable de la convivencia humana y con pleno desarrollo de las
potencialidades humanas. Para ello, debe responderse una pregunta: Frente a una
situación “X”: ¿Qué se debe hacer?
La respuesta a este cuestionamiento, no siempre es
fácil: ¿Hago esto o hago aquello?; ¿Qué es lo bueno?; ¿Cómo se juzgan mis
actos?; ¿Cómo juzgo los de los demás?; ¿Qué es lo más importante: los fines o
los medios?; ¿Debo ser emocional o racional para decidir?; ¿Hay una ética
absoluta?; ¿Se debe aceptar una autoridad ética: el Estado, el mercado, la
religión o debo definir individualmente mis actos?; ¿Debo buscar la felicidad?;
¿Qué es ella?; ¿Es individual o colectiva?; ¿Es material o espiritual?; ¿Es
presente o futura?
En resumen, la ética tiene que ver con responder la
duda: ante determinada situación: ¿Qué hacer y cómo hacerlo?, la respuesta a
esta pregunta o preguntas, viene tanto del individuo como de la sociedad. Es
decir, la ética, es individual y social.
En suma: la ética es el discernimiento de lo bueno y
lo malo, lo correcto y lo incorrecto. Lo responsable, lo apropiado para el
comportamiento humano, en sus relaciones sociales y personales, en función de
la comunidad y el individuo.
Nótese: la ética no trata de controlar la conducta,
sino, que las personas vivan existencias constructivas…
Ahora bien, en el lenguaje común: ética y moral, son
sinónimos: pero técnicamente, no son lo mismo: la moral es individual
(Volviendo a la historia del comienzo de este artículo, para la moral de Juan
Gabriel, su persona no debía pagar impuestos); mas la ética es colectiva: “no
es ético, no pagar impuestos, porque esto perjudica a la sociedad”.
Con esto dicho, es claro que la ética tiene relación
con otras disciplinas: este vínculo, permite aportar información para la toma
de decisiones: por ejemplo:
-
En economía, con los instrumentos de política
económica: ¿Cuáles bienes o servicios deben quedar exentos del pago de
impuestos?
-
En política: ¿Qué debe priorizarse?: ¿Las metas de
un programa de gobierno o el cumplimiento de las leyes, aunque ellas, impidan
el cumplimiento de esas metas?
-
En términos de ética teológica: ¿Guio mi conducta
por los 10 mandamientos o por la gracia salvífica de Cristo?
-
No cabe duda que tanto, la biología como la
psicología, han hecho sus aportes, para la definición de la aceptación o
rechazo de las uniones entre personas del mismo sexo.
-
De igual manera: las ciencias sociales en general y
la sociología en particular, permiten acceder a herramientas para lograr o no,
la justicia social.
De ahí que, es claro que hay una relación entre
ética y comunidad: la primera, se preocupa por la segunda. La ética, da sentido
de comunidad. En este punto, entendemos por comunidad, las relaciones con otros
seres humanos y con los ecosistemas. Se recuerda que Aristóteles, hablaba de
los hombres como seres sociales.
Por esa sociabilidad, las comunidades son
construcción colectiva. En esa construcción, los seres humanos se encuentran
unos con otros. Este encuentro, permite exponer sobre otro concepto: la
alteridad.
Alteridad es lo otro, la “otredad”.
Alteridad es “la condición de ser otro”.
Es la alteridad la que permite, distinguir lo que es
diferente a la persona (“yo”) y la comunidad (“Mi comunidad”): la alteridad,
afecta la conducta individual (La moral) y la conducta colectiva (La ética)
Esa alteridad implica: razas, géneros, culturas,
orientaciones sexuales, nacionalidades, ecosistemas. Es: “el yo, el nosotros”,
en relación con “los otros”. Claro está, esa relación debe darse con respeto y
responsabilidad por parte de los actores participantes. En suma: la comunidad
implica la alteridad.
En esta lógica, el historiador, Tzvetan Todorov,
dice que hay tres ejes presentes en la alteridad:
-
El juicio de valor: ¿El otro, es bueno o malo?
-
La acción de acercamiento o alejamiento: ¿Cómo me
relaciono con el otro?
-
¿Reconozco o ignoro al otro?: ¿El otro existe para
mí y mi comunidad o no?
Veamos un ejemplo de modo esquemático:
-
En el nazismo, los judíos o los gitanos eran malos
(No entraremos en los razonamientos para llegar a esa conclusión)
-
En tanto ellos eran malos, el nazi ha de alejarse de
ellos y el acercamiento debe tener solo un objetivo: su eliminación.
-
El nazi, reconoce a gitanos o judíos, para
eliminarlos. Les ignora, en cuanto a sus derechos políticos, económicos y
sociales.
Véase que la alteridad, tiene que ver con proximidad
y lejanía: es relación o alejamiento de personas o ecosistemas: pongamos otra
ilustración sencilla: la Ley de protección animal, permite un acercamiento
hacia otros seres vivos y el alejamiento, de comportamientos considerados, no –
éticos.
En este marco: en contextos como los de América
Latina, cabe preguntarse: ¿Cómo manejamos la alteridad en escenarios de
injusticia social?; ¿Qué sectores padecen esa injusticia?...
De todo lo anterior, viene lo que se puede
denominar: la cuestión ética: dicha cuestión, está limitada por la historia: el
momento histórico es frontera de la cantidad y calidad de las posibilidades
para las acciones:
-
En teoría, hoy la esclavitud es rechazada. Pero en
el pasado, era aceptada.
-
Hoy, son aceptadas las uniones civiles del mismo
sexo, en el pasado, resultaba lo contrario.
Dada la frontera histórica, para resolver la
cuestión ética, hay que deliberar y discernir:
-
De nuevo: frente a una situación “X”: ¿Qué podemos
hacer?
-
La respuesta depende del momento histórico que se
vive.
En el ejemplo de Juan Gabriel (Para regresar a este):
en las reformas fiscales: ¿Se les cobran impuestos a los cantantes?; ¿Puede ser
ese oficio o profesión exenta del pago de tributos?: como puede verse, la
cuestión ética implica: cómo responder correctamente en el contexto de las
condiciones históricas que se viven.
Ahora bien, de todo lo expuesto, surge la ética : y
es claro, que ella se puede aprender: la ética no se hereda genéticamente, no
tiene que ver con raza o género. La ética es un proceso de aprendizaje. Éste
puede ser consciente o inconsciente (Por eso muchos dicen, en materia ética,
que: “la mejor enseñanza es el ejemplo”). En el caso de un proceso consciente,
una ilustración es el presente artículo (Aquí estamos reflexionando sobre el
tema de la ética)
Pero el principal medio para aprender ética, es la
vida misma, esto por cuanto una persona se incorpora a: una cultura, una
sociedad y una comunidad. Ese proceso, comienza en la infancia y llega al final
de la vida.
Asimismo, como todo aprendizaje, la asimilación
ética es dinámica: es decir, es fruto de la relación entre sociedad e
individuo; individuo y sociedad. El resultado de esas relaciones es la
conciencia ética.
Esa conciencia es la que nos dice si nuestras
acciones son buenas o malas. Esto nos recuerda una de las películas de
“Pinocho”. Se recordará, que, en el caso de este personaje, su compañero: “Pepe
Grillo”, es su conciencia moral (Véase que hemos citado un ejemplo individual);
de igual manera, se puede hablar de Tomás Moro, como conciencia ética de
Inglaterra.
Pues bien, la mencionada conciencia, incide en el
carácter moral y en el ejercicio de las virtudes cardinales (Y ¿Por qué no
decirlo?, hasta las teologales): esto nos hace regresar a la necesidad de
responder la pregunta: frente a una situación determinada: ¿Qué se debe hacer?
No se puede negar que, para definir la línea de
acción ante un evento determinado, se presenta una relación con el carácter del
decisor. Esa relación puede verse en la dinámica de: ¿Qué debo hacer? Y ¿Quién
soy?
Esto nos recuerda de nuevo una secuencia del cine:
en la película: “El Gendarme desconocido”, de 1941, el personaje de Cantinflas,
jugando dominó, les dice a sus compañeros de recreo: “¿Jugamos como lo que
somos o como caballeros?”
Es decir: “¿Actuamos conforme a nuestro ser o como
nos indica el buen actuar?” Y ese buen actuar, debería estar fundado en las
virtudes cardinales, que son, las virtudes principales y fundamentales, de las
cuales, se derivan todas las demás.
Vale recordar que, las virtudes cardinales son
cuatro:
-
Prudencia.
-
Justicia.
-
Fortaleza.
-
Templanza.
La prudencia es la moderación, la cautela.
La justicia, es dar a cada quien, lo que le
corresponde.
La fortaleza es vencer el temor, huir del miedo.
La templanza: moderar los apetitos y el uso excesivo
de los sentidos.
Como puede concluirse: la vivencia por carácter de
las virtudes cardinales, no se da por ley o mandato: regresando a la pregunta
de Cantinflas: solo ellos podían abrazar: “el jugar como caballeros”.
Es decir, la vivencia por carácter de las virtudes
cardinales, depende de la calidad de la persona, que se expresa en la vida
diaria. Una vez más: por la cotidianidad, ni Cantinflas ni sus compañeros,
tenían la calidad: “para ser caballeros”.
Pasando por todos los conceptos expuestos, vale señalar
que, con ellos, pueden construirse rutas para ejercer el razonamiento ético.
Pasaremos a hablar de sus modelos…
El razonamiento ético, presenta tres tipos: ellos
vienen de tres preguntas:
-
¿Cuál es la meta que se debe lograr?
-
¿Cuál es la obligación que se debe cumplir?
-
¿Qué muestra
el contexto o la situación para poder resolverla?
Los modelos son los siguientes:
1) El modelo consecuencialista: donde lo que importa
es la meta.
2) El modelo no consecuencialista: donde importan
las obligaciones.
3) El modelo contextual: ¿En qué marco se debe tomar
la decisión ética?
Veamos tales construcciones con detalle…
1)
El modelo consecuencialista.
-
Lo importante son las consecuencias de la decisión.
-
Lo importante es: “conseguir lo bueno”: ese
“conseguir lo bueno” puede ser: el crecimiento económico, el bienestar, el bien
común o el bienestar del mayor número.
-
Lo importante son los resultados o las consecuencias
cosechadas.
-
No importan los medios o son secundarios, lo cual
recuerda aquel postulado que deriva del pensamiento de Maquiavelo: “el fin
justifica los medios”. También vale aquel chiste, del entrenador que llega al
cielo, y el santo que está en la puerta le dice: “usted no está en el libro de
la vida: ¿dígame cómo murió?
El entrenador le dice: logramos que nuestro equipo
llegara a las finales del torneo, pero nuestros rivales eran superiores, por
eso: mandé a envenenar su hidratante, sobornamos al árbitro, no los dejamos
dormir la noche antes de la final… los aficionados contrarios se dieron cuenta
y me molieron a golpes.
El santo se enoja mucho: ¿Cómo se le ocurre a usted
aparecerse por aquí?; debe ir directo a la condenación eterna, solo dígame una
cosa: ¿cómo se llamaba su equipo?
El entrenador responde: “el San Marcos”.
El santo cambia y le dice: ¿El San Marcos?, pase,
pase, rapidito…
El estratega le responde: ¡gracias San Pedro!
El santo entonces le dice: no, no, no, yo soy San
Marcos, San Pedro anda en el baño”.
-
Veamos las fortalezas del consecuencialismo:
·
Somos responsables de las consecuencias de nuestras
acciones.
·
Las consecuencias o los resultados de las decisiones,
tienen importancia.
·
Hay que ser coherente entre: acciones, ética y
consecuencias.
·
Hay que fomentar las metas buenas.
·
Hay un horizonte ético a perseguir.
-
Las debilidades son:
·
No importan los contextos.
·
“El fin justifica los medios”.
·
Puede ser simplista (Parte de la predicción del
futuro, por las metas)
·
Es subjetivo: ¿Quién define las metas a cumplir?
·
El riesgo es que, no se logren las metas.
·
Se puede caer “en un cálculo matemático de lo bueno
y lo malo”.
2)
El modelo no consecuencialista.
-
Se interesa por las obligaciones que se tienen ante
la situación dada.
-
No importan las consecuencias o las metas.
-
La pregunta a responder es: ¿Qué es lo correcto?
-
Trata de aclarar las reglas en la toma de decisión
ética.
-
Lo importante son las reglas.
-
En esa importancia, se subrayan códigos y reglas,
que deben aplicarse sin excepciones.
-
El filósofo, E. Kant, decía que, había que
universalizar la ética, por lo que había que descubrir una especie de
“constante ética”, que se pudiese aplicar a todos. Kant llega a concluir que
esa constante es el deber. El filósofo llamará a ese deber: “el imperativo
categórico”. Kant dirá: “Actúa como si esa acción, pueda ser propuesta como ley
universal”.
-
Partiendo del “imperativo categórico”, se pueden
deducir reglas específicas válidas, para la conducta en toda situación y en
todo tiempo.
-
El énfasis del modelo, se pone en el: “no hacer” o
en las prohibiciones: ellas se interpretan de manera limitada y estrecha.
-
Lo importante es ser: “personas rectas”, para ello,
“se debe cumplir la ley”.
-
El modelo presenta un problema: ¿Las reglas
responden a la realidad?; la respuesta es que, al modelo, eso no le importa,
por lo que se puede caer en el cumplimiento formal (Fariseísmo)
-
Así, importa más, el cumplimiento de las reglas que
las personas.
-
No se contempla la alteridad.
-
No me hago responsable de las decisiones (Le lanzo
la culpa a la ley)
-
La ética, son los actos exteriores, con lo que se
puede caer en el legalismo.
-
Ante la pregunta: ¿Importan más las reglas o los
contextos?: la respuesta del modelo, es: las reglas.
-
Las reglas deben aplicarse en el devenir histórico,
pero ese devenir cambia, el modelo insiste en la aplicación de las reglas:
¿Cómo resolver este problema?: el filósofo, W.D. Ross responde: “si la realidad
cambia, hay que elegir entre deberes, es decir, hay que meditar mucho, para cumplir
la ley (Véase que, para este autor, en alguna medida, cuando menos, ya hay que
valorar el contexto)”. Nótese que, para Ross, hay que priorizar una regla sobre
otra, pero esto no es fácil.
-
¿En qué
consiste la dificultad?: cuando se estudian teorías para la toma de decisiones,
se sabe que, ella (La toma de decisión), se enfrenta a dos problemas básicos:
uno, el que, por lo general, no hay información completa para la toma de
decisión y dos, por lo general también, no se tiene el tiempo idóneo, para la
toma de decisión.
-
Independientemente
de ellos, Ross dice que, la decisión debe ser tomada, basada en pruebas y
evidencias.
-
Véase que el modelo no consecuencialista, enfatiza
en normas, principios y reglas: las reglas, se definen por su especificidad,
mientras que, las normas y los principios, son los que están detrás de las
reglas, son el razón y fundamento de las reglas. Normas y principios, son
“punto de referencia”, son el “espíritu de la regla”.
-
Las fortalezas del no consecuencialismo, son las
siguientes:
·
La calidad moral, reside en las acciones.
·
El énfasis es: “lo correcto”, con lo que se facilita
la disciplina, se alimenta de la tradición, lo que, a su vez, combate la
ambigüedad.
·
La ética no es personal, no depende de gustos y
prejuicios.
-
Las debilidades del modelo, son:
·
En los deberes, la realidad no cambia: al modelo le
cuesta enfrentar la realidad histórica. Es decir, esta ética es “independiente
de la historia” y es abstracta e inflexible.
·
No reconoce la ambigüedad y los conflictos éticos.
Por ello le cuesta establecer y reconocer excepciones. Si ellas se dan, no
pueden ser norma universal.
·
De nuevo: este modelo es: rígido, legalista y
absolutista. Lo importante es cumplir las reglas.
3)
Modelo contextualista.
-
Parte de la tesis, de que la historia cambia, la
vida es dinámica.
-
No todo: análisis, interpretación, regla o política,
es válida a priori, en toda situación.
-
El modelo plantea el siguiente problema: ¿Cómo se
aplican las normas si el contexto cambia con regularidad?
-
En toda realidad hay un grado de relativismo.
-
Por tanto, debe tomarse en cuenta el contexto de la
decisión ética.
-
En el modelo contextualista, “la ética brota de
realidades concretas”, pero por esas realidades, el tiempo o la información
para la toma de decisión, aumenta el espacio para equivocarse.
-
Una de las ventajas del contextualismo, es que se
toma la historia seriamente, en su flexibilidad y su dinamismo (Lo responsable
y adecuado, depende del contexto); por eso, para tomar la decisión ética, deben
analizarse las relaciones y funciones del contexto de: sujetos, personas y
comunidades.
-
En este modelo, el criterio de verificación es la
experiencia.
-
La ética debe dialogar con realidades vitales, por
lo que de nuevo: la toma de decisión ética es arriesgada.
-
Las debilidades del modelo son:
·
“Todo puede ser aceptado”, lo que llevaría a un
anarquismo ético.
·
Se sobrevalora a la persona que debe tomar la
decisión ética.
·
Se subraya el subjetivismo e individualismo.
·
Cabe la pregunta: ¿Existe el mal objetivamente o
depende del contexto?
-
Las fuerzas son las siguientes:
·
Se valora la historia, las situaciones reales y los
sujetos concretos.
·
El modelo es flexible.
·
Subraya personas y relaciones.
·
Es realista.
Para finalizar, cabe decir lo siguiente: una de las
grandes conclusiones de los participantes en la actividad que origina este
texto, es que, en la toma de decisión ética, los modelos analizados, se
mezclan:
-
En el caso de Juan Gabriel, desde la perspectiva de
sus objetivos, lo importante era, no pagar impuestos, para la instancia
hacendaria de su país, el objetivo era el contrario (Consecuencialismo), pero
no solo eso: estaba respaldado por la ley (No consecuencialismo)
-
En ese caso, se puede hacer referencia a la cuestión
ética: si ella depende del momento en que vivimos, caben las interrogantes: ¿Se
le debían cobrar impuestos a Juan Gabriel?; ¿Y si en la ley se exonera a los
cantantes?
-
Veamos el siguiente caso: en un país determinado, el
programa de gobierno del oficialismo, plantea que uno de sus máximos objetivos,
es construir casas de bien social. Para ello, en una comunidad, hay que drenar
un ecosistema acuático que tiene un papel importante en el funcionamiento del
sistema hidrológico:
·
Desde el consecuencialismo, la meta está fijada: la
construcción de las casas de bien social, la decisión del gobierno, tenderá a
drenar el ecosistema acuático.
·
Si en la asociación de desarrollo de la comunidad,
hay una instancia de protección ecológica, ella tendría en sus metas: la
protección de los ecosistemas, por tanto, tendería a proteger el ecosistema
acuático.
·
Si los actores en conflicto, fuesen a los
tribunales, ellos (Los jueces), deben decidir conforme a las leyes (No
consecuencialismo), pero: ¿Pueden aplicarlas “a raja tabla” ?: deben tomar en
cuenta el contexto: del gobierno, de la organización ecologista, de las
personas que podrían verse beneficiadas con las viviendas, de los beneficiados
con el sistema hidrológico (Modelo contextualista)
-
Hablemos de fútbol: la meta de los equipos en
competencia, es anotar goles para ganar el cotejo (Consecuencialismo). Si para
hacerlo, deben engañar a los árbitros: ¿Se abstendrán?; en el caso del árbitro
central: si tiene claro, que está en la cancha para cumplir las reglas de juego
(No consecuencialismo): ¿Le importará la calidad del espectáculo?; si, por el
contrario, le interesa esa calidad: ¿Minimizará el peso de las reglas, frente a
determinados contextos, de las presuntas faltas? (Contextualismo); ¿Cuál es el
peso del árbitro o del reglamento en la toma de decisión ética?
-
Una persona se presenta en una clínica, pues está
evidentemente enfermo: la recepcionista le pide la cédula de identidad, la
persona no la porta, pero le presenta su licencia de conducir que tiene el
número de la cédula: la recepcionista no se la acepta, pues “eso no lo dice el
reglamento” (No consecuencialismo):
·
¿Cuánto debe pesar la alteridad?: La persona está
verdaderamente enferma y en efecto, la licencia tiene la información que se
requiere (Contexto)
·
Digamos que la persona acusa a la funcionaria. Su
defensa es: “Si el reglamento no lo dice, yo no lo hago” (Se observa el
problema del no consecuencialismo, de no hacerse responsable de las decisiones:
“la culpa es del reglamento”)
-
En un país confesional, la ley religiosa dice: “no
matarás”. De allí deriva la regla de: “no permitir el aborto”. Una mujer es
violada, alega que, por ese acto está embarazada y no desea al niño: la ley
religiosa y la regla, no permiten excepciones: debe tener el niño o la niña.
(Problema no consecuencialista): ¿No debía tomarse en cuenta el contexto para
brindar una sentencia más bondadosa?
-
En ese mismo país, la ley religiosa dice: “no
robarás”. De allí deriva la regla del código penal que dice lo mismo: pero al
tribunal llega el caso de un hombre que ha robado para darle de comer a su
familia: ¿Podría argumentarse que la misma ley religiosa, prioriza la
protección familiar, de encontrar evidencia en ese sentido?; ¿Cómo podría
decidir el tribunal?
Como puede verse, el tema no es simplemente hablar
de “moral y ética” o de: “moral o ética”, se trata de avanzar en un
“discernimiento moral”, que vaya más allá de un “literalismo legal”. Sino, que
contemple otros factores más cercanos a la realidad política, económica y
social.