Un nuevo aniversario de la reforma protestante: una reflexión “heterodoxa – liberadora”. II parte y final.

 

Un nuevo aniversario de la reforma protestante: una reflexión “heterodoxa – liberadora”. II parte y final.

Ocean Castillo Loría.

 

 

IV

 

Con todo lo expuesto, vemos que: catolicismo y protestantismo, son dos aproximaciones distintas de la espiritualidad cristiana:

 

-          En el primero: la unidad de la iglesia y los sacramentos, en cuanto se hace visible, esto es importantísimo (Lo importante es el “nosotros”)

-          En el protestantismo, la unidad de la iglesia es invisible, el hilo de unidad, es la fe puesta en Jesús. La relación personal con Cristo, es más importante que la participación en ceremonias (Lo importante es el “por mí” de Lutero)

 

Con esto claro, de nuevo: teólogos de la altura de Johann Baptist Metz, hablaron en su momento “desde una reforma desde adentro de la Iglesia” y esa reforma originada “no en el centro” (Roma), sino, en la periferia.

 

Entonces: la primera reforma es la reforma protestante, que termina en ruptura. La segunda reforma, la que viene de las comunidades de fe latinoamericanas, es la propia de la Teología de la Liberación.

 

Profundicemos en este tema…

 

Una vez más: Para los reformadores: la iglesia, con sus parafernalias y ceremonias externas, impedía la relación personal con Cristo (Que es parte del carisma): las mediaciones y los símbolos son tantos, que parecen no dejar espacio para toda la experiencia cristiana, siendo esa experiencia Jesucristo mismo.

 

En ese contexto, Jesucristo se pierde… se torna abstracto… por su puesto, desconectado con la vida y obra de Jesús de Nazaret (Se pone por encima del “Jesús histórico” al “Cristo de la fe”), asimismo, se corre el peligro de la degeneración eclesial.

Aquí de nuevo, cabe aclarar términos:

 

-          El Jesús histórico, es la figura que se nos muestra por las herramientas de la ciencia social historia. Así, como hablamos de Juanito Mora, Pancha Carrasco, Juan Santamaría, podemos hablar desde la historia, de Jesús de Nazaret.

-          El Cristo de la fe, es el que confiesa la fe cristiana, el resucitado, el hijo amado de Dios, el mismísimo Hijo de Dios.

 

Sobre la degeneración eclesial como peligro en el catolicismo, cabe decir lo siguiente: en la teología, la materia que estudia la estructura de organización de las iglesias, es la eclesiología: en la eclesiología, se habla de varias etapas de la iglesia: el especialista Víctor Codina, habla de una “eclesiología del segundo milenio”: este periodo va desde la época de Constantino (Siglo IV) hasta el surgimiento de la reforma (Siglo XVI)

 

Las características generales de esa “eclesiología del segundo milenio”, son las siguientes:

 

-          Nace la iglesia de cristiandad en el siglo IV (La unión entre iglesia y poder político)

-          El cristianismo es la religión oficial del imperio romano.

-          Se pasa de la iglesia perseguida de las catacumbas, a la iglesia como institución.

-          El Papa se convierte en el Sumo Pontífice.

-          La religión es cuestión de Estado.

-          La iglesia se ve como “gran sociedad” (es masiva)

-          Hay distinciones jerárquicas (Se fortalece la institución)

-          Iglesia autoritaria.

-          Hay tensiones a lo interno de la iglesia.

 

Esta eclesiología, vista más cercanamente muestra:

 

-          Aparece el monacato.

-          Hay acción del carisma y de los intereses de la institución.

-          Cristo tiene un instrumento: la iglesia. La iglesia, tiene sus instrumentos: los sacramentos.

-          A partir del siglo XIV, aparece la eclesiología como materia de la teología, por los ataques que estaba recibiendo el Papa.

-          Aparecen movimientos de laicos, como forma de renovar comunitariamente a la iglesia: la pobreza evangélica, el deseo de llevar la Biblia a los laicos etc.

-          Aparecen los Concilios, con el objeto de detener el poder de la monarquía Papal.

-          No se pueden olvidar los procesos de evangelización en América Latina.

 

Es en este tejido, que surge la reforma, la teología luterana y las eclesiologías de las diversas corrientes reformistas:

 

-          Hemos visto que Lutero es catalizador de una serie de críticas y demandas a la iglesia.

-          Su teología expresa que se puede buscar a Dios de manera subjetiva y personal; Lutero ve todo desde la Palabra de Dios; dice que por encima de los sacramentos está Cristo; mantiene clara la doble naturaleza del cristiano, ya planteada por San Pablo (En el creyente hay una lucha, “entre la carne y el Espíritu”); él afirmará que es Dios quien salva, que es su justicia la que nos hace justos, no las obras justas; la teología luterana, tiene un fuerte sentido trascendente, un fuerte sentido de la gratuidad del amor de Dios. la teología de Lutero tiene como centro la cruz, esa cruz exige conversión, para dar base a toda esa teología, el reformador alemán vuelve a las fuentes del cristianismo: la Biblia.

 

Hemos hablado de las eclesiologías de las diversas corrientes reformistas:

 

-          Zuinglio, propone una religiosidad interior y moralista, Cristo, es más un modelo a seguir, que un salvador.

-          Para Calvino, la iglesia nos acoge con la Palabra y los sacramentos que alimentan un puritanismo.

-          En el Anglicanismo, al principio, había un deseo de regresar al “modelo de iglesia antigua”, pero por el contexto en el que surge, está ligada al Estado, con una visión: patrística, espiritual y litúrgica.

-          Los movimientos radicales, critican a Calvino y a Lutero, por proponer una eclesiología semejante a la de Roma.

 

Luego, vendrá el Concilio de Trento del que hemos hablado antes y para el siglo XIX, se establece el Concilio Vaticano I. El centro de este evento, era el tener claro que la iglesia – institución, era un gran signo de credibilidad de la fe cristiana.

 

En términos de la tensión conservación – reforma, los resultados de este concilio fueron los siguientes:

 

-          El triunfo de la autoridad, sobre la libertad y la razón.

-          Supremacía de la línea de razonamiento: autoridad divina de la revelación; autoridad e infalibilidad del Papa.

-          El centro del concilio fue: la infalibilidad pontificia como una forma de desagraviar y compensar al Papa.

 

En términos eclesiológicos, los aportes del concilio Vaticano I, fueron los siguientes:

 

-          San Pedro es una figura para: “preservar un principio perpetuo y un fundamento visible de la unidad del episcopado y de la iglesia”.

-          El concilio queda en un documento de 4 capítulos:

 

·         Institución del primado apostólico en Pedro.

·         Perpetuidad del primado de Pedro en los romanos pontífices.

·         Naturaleza y razón del primado del romano pontífice.

·         Del Magisterio Infalible del romano pontífice.

 

Ahora bien, ya hemos tocado algunos puntos del concilio siguiente, el Vaticano II; y hemos llegado hasta a decir que: con el Concilio Vaticano II, se da un puntal, en el que se aceptan muchas de las demandas de los protestantes.

 

En materia eclesiológica, los aportes del Vaticano II son:

 

-          La tesis de que el plan de salvación de Dios, está hecho para una redención comunitaria.

-          La iglesia local, es la primera célula que se reúne en torno a la Eucaristía.

-          La comunidad es grupo de fe y de fidelidad a la Palabra.

-          Se aceptan todos los carismas y ministerios como forma de ser y servir a la comunidad.

-          La colegialidad episcopal, el Papa y las comunidades, son parte de la iglesia.

-          Lo central de la comunidad es la solidaridad, especialmente con los pobres.

-          El reconocimiento de los pobres, es una forma de reconocer que el hombre moderno, no puede ser idealizado: la modernidad tiene luces, pero una de sus grandes sombras, es la pobreza.

 

Hemos hecho esta explicación, porque hemos dicho que: Para los reformadores: la iglesia, con sus parafernalias y ceremonias externas, impedía la relación personal con Cristo (Que es parte del carisma): las mediaciones y los símbolos son tantos, que parecen no dejar espacio para toda la experiencia cristiana, siendo esa experiencia Jesucristo mismo.

 

En ese tenor, Jesucristo se pierde… se torna abstracto… por su puesto, desconectado con la vida y obra de Jesús de Nazaret (Se pone por encima del “Jesús histórico” al “Cristo de la fe”), asimismo, se corre el peligro de la degeneración eclesial.

 

¿Por qué?: porque como puede verse, el Concilio Vaticano II, plantea una “eclesiología de comunión”, en lugar de una “eclesiología de sociedad”. El asunto es, que esta transición ha sido harto difícil para la iglesia católica, con lo que hay sectores que viven un tipo de eclesiología y otros, la del Vaticano II.

 

En este sentido, desde el Vaticano II: la organización de la iglesia, debe ser: “Cuerpo de Cristo en la historia” (San Oscar Arnulfo Romero) y en tanto cuerpo de Cristo: “portador del Reino de Dios” (Que desde la teología histórico – crítica es: “una política para el servicio, una economía para la solidaridad y una cultura para la verdadera libertad, que es el servicio”). pero lo que sucede es, que los sectores que viven una organización eclesial “de sociedad”, se centran en las mediaciones, esas mediaciones, esa institucionalidad, amenaza con “comerse” el Reino de Dios.

 

Del mismo modo, una organización de iglesia, “de sociedad”, se adueña del Reino de Dios, como si fuese “su propiedad privada. Bajo esa propiedad, se restringe la justicia, la libertad, la razón, la historia.

 

Frente a esta realidad, se vuelve a la protesta: protesta, para reivindicar la trascendencia de Dios, la autoridad de su Palabra contenida en la Biblia y la libertad del cristiano. Y es que, Dios trasciende por encima de cualquier mediación. Así, la mediación, debe estar al servicio de Dios y no al revés.

 

Véase que, en el caso del protestantismo, el centro es la cruz más que la Encarnación (Con lo que, inclusive, se presentan diferencias muy claras en la celebración de la Navidad con los católicos), y por lo mismo, “lo sacramental”, se reduce a lo mínimo y la Biblia se aumenta a lo máximo, al grado de hablar de “Sola Scriptura” (“Sola Escritura”), a la que se le debe obediencia.

 

Pero esto también tiene riesgos: la centralidad en la trascendencia de Dios, disminuye la Encarnación, con lo que se enfatiza una forma de vivir la fe, de nuevo, para decirlo de un modo que ya lo habíamos expresado: “Se subraya el Cristo de la fe (Con las diferencias del caso con el catolicismo), por encima del Jesús histórico”.

 

Entonces: la fe, no encarna la Palabra, se cae pues, en una lectura de la Biblia, en la que, no es posible introducir una racionalidad, solo fe y revelación divina (Véase que, con esto, se desnaturaliza la teología, “como dar razón de la fe”)

Esto también lleva a una lectura de la Biblia:

 

-          Literal.

-          Buscando sinceridad moral y austeridad material o inclusive riqueza material, ligada a la teología de la prosperidad, asimismo, buscando una experiencia espiritual basada en el “nuevo nacimiento” (Juan capítulo 3)

-          Fundamentalista.

 

Sobre esa literalidad y ese fundamentalismo, diremos unas palabras desde la apologética y desde la catequesis bíblica católica: primero, hay que expresar: se entiende por apologética la parte de la teología que pretende defender racional e históricamente, las creencias cristianas (En este caso, católicas)

 

Desde ella, en una argumentación muy clásica: la literalidad y el fundamentalismo en el protestantismo respecto a la Biblia, alimenta el error de que la Biblia, la entiende cada uno como le parezca. El problema de esta idea, es que por diversos intereses o por ignorancia, el lector protestante, puede “poner a decir a la Biblia lo que quiera”, para evitar este error, en el catolicismo, la interpretación pasa los filtros de la Tradición y el magisterio.

 

La base de la idea protestante, es que el Espíritu Santo, ayuda al creyente a interpretar la Biblia, bien, sin error (La “libre interpretación de la Biblia”); en términos llanos, la respuesta de la apologética católica, es que la misma Biblia, advierte sobre este desliz o la dificultad de interpretación de ciertos pasajes:

 

-          2 Pedro 1: 20 – 21: nadie puede interpretar por sí mismo, una profecía de la Escritura.

-          2 Pedro 3: 16: el autor de este pasaje, dice que, en las cartas de San Pablo, hay puntos difíciles de entender, que personas ignorantes o poco firmes en la fe, torcían.

 

Entremos ahora, en el tema del fundamentalismo: lo primero que debe indicarse, es que éste, está ligado al literalismo: se parte de la idea siguiente: “La Biblia es Palabra de Dios, está inspirada y exenta de error, por eso debe ser interpretada de manera literal en todos sus detalles”. Bajo este principio, no es posible usar los métodos histórico – críticos, así como de otros métodos de interpretación.

 

En este marco: “la Biblia se explica a sí misma”, lo que conduce a otra idea: “el sentido de un texto se agota en sí mismo”, la actualización de los textos es de corto razonamiento: “esto es lo que dijo la Biblia ayer, lo mismo dice hoy, lo mismo dirá mañana”.

Así, no se toma en cuenta: los contextos culturales, históricos, los emisores originales, los receptores originales y el sentido o sentidos que se pueden producir bajo nuevos contextos de comunicación. En el fundamentalismo, la autoridad está en poder de quien interpreta el texto (feligrés o pastor); pero lo característico, es que: “la interpretación dada, no puede ser discutida”.

 

Un ejemplo de este tipo de interpretación, ha incidido por ejemplo en el papel de la mujer en ciertas comunidades de fe: basados en la literalidad de algunos textos de San Pablo, la mujer en la iglesia, debe estar “callada y sumisa”, “no debe enseñar en la iglesia”: así, hay comunidades de fe, donde las mujeres no pueden tener verdadera vida religiosa – cristiana.

 

Pero: ¿Cuándo se origina la lectura fundamentalista?: para responder a esta pregunta, debemos hablar de la teología liberal y la exegesis protestante liberal, esto, porque la lectura fundamentalista se opone a ella.  

 

Trataremos de ser lo más sintéticos que el tema nos permita: la teología liberal:

 

-          Es un movimiento histórico y teológico, que aparece en el siglo XIX.

-          Es una teología moderna, por lo que fue llamada por muchos de sus críticos, como modernismo (Algo semejante sucedió en la iglesia católica a finales del siglo XIX, con la misma raíz de la teología liberal)

-          Se trata de asumir las tesis del pensamiento moderno en la teología cristiana.

-          Comienza en Europa y luego se extiende a otros lugares.

-          Revisa y reconstruye la doctrina cristiana de acuerdo a las ideas de la modernidad.

-          La cultura es norma para el contenido de la teología. Esto se veía desde antes: por ejemplo, en la época patrística.

-          La diferencia radica en que el acomodo de los teólogos liberales a la modernidad, fue consciente y fruto de una importante reflexión.

-          Es así, como comienza una contraposición entre teología conservadora y teología liberal.

-          La primera, siempre impondrá lo que consideran la verdad en Jesús, todo lo que pueda decir la modernidad, será juzgado por la conformidad de la revelación bíblica.

-          En oposición, la teología liberal no desprecia la riqueza del pasado cristiano, pero finalmente, se debe vivir según las mejores conclusiones modernas, pero esas conclusiones, también deben ser cuestionadas, esto, sin cambiar la esencia del cristianismo (Para los conservadores, sí que los liberales cambian esa esencia)

-          Al principio, los teólogos liberales fueron influenciados por: Locke, Hume, Kant y Hegel. Ellos no abrazaban acríticamente la ilustración, pero estaban convencidos, de que no podían oponerse a ella.

-          Una persona, una iglesia o una organización cristiana, no es histórica y clásicamente liberal, sino se toma en serio la modernidad como fuente autorizada y norma para la reconstrucción de la teología.

-          La teología liberal busca: un equilibrio, entre cultura contemporánea y fuentes cristianas. El peso de las dos, es el mismo, aunque hay teólogos liberales, que le dan más peso a la primera.

-          La teología liberal, es optimista sobre el potencial humano. Para algunos autores de esa corriente, si el cristianismo se sumaba al progreso, se podía hacer realidad “una utopía en la tierra”. Luego de las guerras mundiales, esta idea desapareció.

-          Se hace teología: “desde abajo”: se parte de la experiencia humana y ella determina que se puede y que, no se puede creer. Se busca el conocimiento de Dios, desde la experiencia humana universal. Así, la revelación debe ser sometida a esa experiencia, la que funge como criterio de discernimiento. La mayoría de las veces, estos autores concluyen que: “inserta en la experiencia humana, hay revelación”.

-          La Biblia debe ser interpretada en forma crítica, ésta es el principal libro cristiano, pero no debe ser interpretada como inspirada sobrenaturalmente o ser considerada infalible. Como puede verse, la teología liberal, crece a lado de los métodos histórico – críticos. Para la mayoría de teólogos liberales: “la Biblia es inspirada, en la medida en que inspira” y, la verdadera autoridad máxima es Dios y no la Biblia. Para los conservadores, Lutero habló de la “Sola Scriptura”, pero en la teología crítica: “ya no hay escritura”

-          Los teólogos liberales, son escépticos frente al concepto de “milagro”, se centran más en la humanidad de Jesús (Lo que liga con las corrientes propias del Jesús histórico. Inclusive, para algunos autores, es un escritor desde esas corrientes que inicia esta línea de investigación: Reimarus Hermann Samuel); además subrayan el universalismo del mensaje cristiano, esto unido a la idea de que otras religiones pueden mostrar la verdad, pero el cristianismo, es la religión absoluta que cumple la verdad en todas las demás.

-          Uno de los grandes teólogos liberales fue: Adolf Harnack: para él, los dogmas del Evangelio, se van construyendo desde el siglo II, como fruto de la mezcla entre cristianismo y filosofía griega. Entonces, la recuperación del verdadero cristianismo, pasa por su des helenización. Ese proceso, llevará a ver que el verdadero cristianismo presenta: el reino de Dios, su paternidad, la dignidad del hombre y el mandamiento del amor.

-          Otro de los grandes teólogos de este modelo fue: Rudolf Bultmann: dice que los Evangelios no son documentos históricos, todo o casi todo en ellos, es una invención de lo que conocemos, como “iglesia primitiva”; por eso, no se puede acceder al Jesús histórico; por ello, este teólogo, se centra en “el Cristo de la fe”, pero esa fe rechaza el helenismo, es decir, rechaza lo sobrenatural.

 

Entre los críticos de la teología liberal, podemos citar: a Karl Barth y a Albert Schweitzer, para el segundo, la investigación liberal del Jesús histórico, tenía un interés más allá de la historia: “la idea era liberarse del dogma”.

 

Pues bien, con esto claro, de nuevo: frente a la teología y exegesis liberal, se da el origen de la lectura fundamentalista. Con motivo del congreso Bíblico Americano, que se realizó en Niagara en Nueva York, en 1895, surge este término.

 

Los 5 puntos del fundamentalismo, que se sintetizan en ese congreso, son los siguientes:

 

-          La inerrancia verbal de la Escritura.

-          Cristo es Dios.

-          Su nacimiento fue virginal.

-          Se cree en la doctrina de la expiación vicaria (La muerte de Cristo fue un sacrificio vicario. La palabra «vicario» significa “sustituto”. Por lo tanto, Cristo fue nuestro sustituto en el sentido de que él tomó nuestro lugar y sufrió nuestro castigo.)

-          Se cree en la doctrina de la resurrección corporal en la segunda venida de Cristo.

 

El movimiento fundamentalista, tuvo impacto mundial, en católicos y protestantes…

 

Ahora, véase que hemos hablado de la interpretación literal de la Biblia, pero el fundamentalismo va más allá de eso: existe dentro y fuera de la iglesia católica, existe en religiones, ideologías (El teólogo de la liberación, Leonardo Boff, dirá que el neoliberalismo es un fundamentalismo económico) y filosofías no cristianas.

 

Entre ciertos cristianos, el fundamentalismo cubre una serie de lecturas, hechas por un grupo de adeptos de la Biblia que se reúnen en movimientos, grupos religiosos y sectas. En ellos, solo la fe salva, la única base de fe es la Biblia, interpretada por cada quien conforme a su libertad (Tema del que ya hemos hablado, desde la apologética católica)

 

Insisten en que el mundo tendrá su fin, con lo que Cristo vendrá pronto, lo que genera gran ansiedad en sus miembros, los cuales serán rescatados del mundo de pecado, un mundo en decadencia en el que el “Anticristo” (El cual es presentado por Pablo en 2 de Tesalonicenses. Ppara algunos de estos grupos, esta figura, es la encarnación del diablo, él impondrá, lo que se conoce como la marca de la Bestia, descrita en el libro del Apocalipsis) reinará hasta su caída, con el correspondiente comienzo del reino de mil años (El milenio), de los santos de Dios.

 

Los principios de la lectura fundamentalista de la Biblia, se pueden resumir del siguiente modo:

 

-            La Biblia no tiene errores (inerrancia), porque es Palabra de Dios, inspirada, absoluta, y está al servicio del ser humano. Por ello, debe ser leída e interpretada literalmente en todos sus detalles. La Biblia es coherente y tiene autoridad, esto, como un todo y en sus detalles.

-          El principio de “Sola Escritura” de Lutero, permite romper la idea católica de que la Biblia debe verse ligada a la Tradición, con ello, se desconoce que el Nuevo Testamento, nace en el seno de la iglesia y que es: “Sagrada Escritura hecha en la iglesia” y que, la iglesia existía, y ha estado antes de la redacción de sus textos.

 

Los problemas de la lectura fundamentalista, pueden sintetizarse así:

 

-          Se rechaza el carácter histórico de la Revelación: la revelación está encarnada, esta tesis, puede llevarse al siguiente razonamiento: Jesús es el Verbo encarnado (San Juan 1), es Palabra encarnada (Lo que también era uno de los planteamientos de Lutero), Revelación encarnada. Rechazar el carácter histórico de la Revelación, es rechazar la verdad de la encarnación misma. El fundamentalismo, rompe la relación entre lo divino y lo humano, en los vínculos con Dios.

-          No se reconoce el lenguaje bíblico: la Biblia ha sido redactada por diversos autores, en diversas épocas, tiene distintos géneros literarios y formas de pensar, la Biblia está expresada en lenguaje humano, y que, bajo ese lenguaje es inspirada por Dios, escrita por autores humanos cuyas capacidades y posibilidades eran limitadas (Aquí se resume una tesis fundamental del Concilio Vaticano II, sobre la Biblia). El desconocimiento del lenguaje bíblico, implica: no tomar en cuenta contextos históricos y literarios, los fundamentalistas no entienden que: la Biblia nace en una comunidad concreta, que estaba viviendo diversas situaciones o problemáticas, y que se escribió, bajo diversas formas de expresión (Géneros literarios)

-          La inerrancia de los detalles de todo nivel: se da una confusión muy clásica: “lo que no es histórico, es considerado histórico, lo que es simbólico, es considerado literal; lo que es literal, es considerado simbólico. Se espiritualiza lo que no debe ser espiritualizado y viceversa”.

-          Separa la interpretación de la Biblia de la Tradición de la iglesia: es un principio que, impresiona a los creyentes incautos: “Biblia y solo Biblia”. Esta posición es contra la “eclesialidad” católica: se desprecia su credo, sus dogmas, sus prácticas litúrgicas. Decimos que, es una posición contra la “eclesialidad” católica, porque no se desprecian los credos de la comunidad de fe que la sostiene, no desprecia sus dogmas (Que también los tienen, aunque no los reconozcan), no desprecian sus prácticas cultuales. A veces la tesis: “Biblia y solo Biblia”, se presenta como forma de interpretación privada, pero muchas veces no lo es: muchas de esas comunidades de fe, tienen libros de estudio o interpretación, que fungen como magisterio o tradición (aunque no lo reconozcan) y, acompañan el estudio o la predicación: entonces ya no es: “Biblia y solo Biblia”.

-          Generalmente, sus interpretaciones de la Biblia son piadosas, emotivas o sentimentales: muchas veces, en la Biblia, se buscan respuestas inmediatas, se convierte ella en una especie de recetario (Algunas de estas comunidades de fe, hablan de la Biblia como: “el manual del fabricante”) para todos y para todo. En esa línea, la lectura de la Biblia se torna atrayente, porque viene a llenar los vacíos de mucha gente, “solucionar” los problemas y responde a las necesidades humanas del individuo (Recuérdese que: en el protestantismo, no se subraya tanto la categoría teológica de: “Pueblo de Dios”); se sacan “textos bíblicos de la manga”. Esta tesis llevada al extremo, hace que, muchas de esas comunidades de fe, no crean en la psicología como ciencia social.

-          Los pasajes de la Biblia son sacados de su contexto: así se justifican los puntos de vista fundamentalistas, muchas de las reuniones bíblicas se tornan emotivas, basadas en los sentimientos y en cultos altamente participativos. Este punto nos permite hablar de dos tópicos más: primero: en muchas de esas comunidades de fe, se usa la siguiente frase: “un texto fuera de contexto, es un pretexto”: pero aquí, “contexto”, no es histórico o literario. El contexto lo marca el mismo fundamentalismo, esta es una contradicción evidente. Por otro lado, se da un superorden de la subjetividad: ¿Qué me dice a mí la Biblia?, ¿Qué siento yo, al leer el texto?; aún más: algunos teólogos protestantes, críticos de este tipo de situación, han expresado que, en los cultos, el interrumpir la predicación con frases como: “¡Gloria a Dios!” o poner a la feligresía a gritar: “¡amén!”, rompe la lógica de razonamiento, que podría permitir a esa feligresía, descubrir contradicciones en las prédicas.

-          Se apoya el rigorismo y el moralismo: se condena el mundo, los pecadores, se enfatiza la moral sexual, se defienden posiciones conservadoras, se da el proselitismo (Pero se rechaza lo que puede considerarse proselitismo católico).

-          Presenta un pesimismo de la realidad humana, social y cósmica:  se ve de manera negativa la vida y el mundo, el mundo es pecador, solo Cristo puede salvarlo y el culmen, será su segunda venida, por eso, por lo general, en las comunidades de fe fundamentalistas, no se presentan compromisos políticos o sociales.

 

Por otra parte, muchos de estos grupos, son habilísimos en el uso de los medios de comunicación social (Tal es el caso de cadenas como Enlace, Betel y en el caso de Costa Rica: Visión América) …

 

En otro orden de cosas, la lectura fundamentalista presenta sus riegos y es inadecuada:

 

-          Desconoce que el significado de las palabras cambia con el tiempo, lo mismo que sucede con la lengua, el lenguaje y la cultura misma.

-          Se desconoce que la Biblia tiene diversos niveles de sentido, por lo que se debe acudir a diversos métodos de lectura, para captarlos.

-          Se desconoce que la búsqueda de sentido de los textos, se da en el seno de la iglesia.

 

Asimismo, el fundamentalismo, tiene frecuentemente la tendencia a ignorar o negar los problemas que el texto bíblico presenta en hebreo, arameo y griego; además, de los problemas propios de las traducciones antiguas o modernas (Por eso, para muchas de estas comunidades, se le da casi que grado sagrado a la traducción Reina – Valera de 1960). Por si fuera poco, omite relecturas de ciertos pasajes en el interior mismo de la Biblia.

 

En el caso de los Evangelios, el fundamentalismo, no toma en cuenta la dinámica de su formación, por ello creen que esos textos presentan una especie de “historia de Jesús”, tal y como comprendemos hoy, la ciencia social historia.

 

En razón de esto, no toma en cuenta el papel de las comunidades en esa redacción. Por eso se puede decir que, los Evangelios son testimonios de origen apostólico, son testimonios de fe y su expresión directa (Valga decir que: en el momento presente, se puede sostener el postulado del teólogo de la liberación, Pablo Richard: “Del Cristo de la fe, se puede deducir el Jesús histórico”).

 

Asimismo, el fundamentalismo, tiende a ser estrecho, esto se debe a la idea, de que: “lo que dice la Biblia, eso es”: por tanto, el fundamentalista cree en una cosmología ya superada, lo que, a su vez, dificulta el diálogo con la cultura presente. La lectura bíblica fundamentalista es acrítica, esto implica que el creyente fundamentalista, presenta ideas políticas y actitudes sociales ya pasadas: claro está, esto choca con la Buena Nueva del Evangelio.

 

Pues bien, el protestantismo, hoy transita de extremo a extremo: a saber: desde la teología liberal, hasta el fundamentalismo. Y en el caso del fundamentalismo, ya hemos observado que, por su naturaleza, les impide, el compromiso o la protesta frente a las crisis político – sociales.

 

De igual manera, ya hemos visto, que, en las corrientes de la reforma radical, esto presenta diferencias: con las ideas de Muntzer, los anabaptistas, los cuáqueros etc. De hecho, por lo general, para los fundamentalistas, estos grupos quedan excluidos de la reforma misma.

 

Ahora bien: de nuevo: catolicismo y protestantismo, son dos aproximaciones distintas de la espiritualidad cristiana:

 

-          En el primero: la unidad de la iglesia y los sacramentos, en cuanto se hace visible, es importantísima (Lo importante es el “nosotros”)

-          En el protestantismo, la unidad de la iglesia es invisible, el hilo de unidad, es la fe puesta en Jesús. La relación personal con Cristo, es más importante que la participación en ceremonias (Lo importante es el “por mí” de Lutero)

 

En la iglesia católica hay una constante unión:

 

-          Iglesia y sacramentos.

-          Dios y hombre.

-          Fe y obras.

-          Escritura y Tradición.

 

En el protestantismo hay una individualidad, reflejada en las “Solas”:

 

-          Solo Cristo.

-          Sola Escritura.

-          Sola Fe.

-          Sola Gracia.

-          Solo a Dios la gloria.

 

V

 

Pero resulta que, en modelos como la Teología de la Liberación, hay una complementariedad de las visiones católicas y protestantes: por ejemplo, ese modelo teológico, subraya al pobre, Jesús anuncia el Evangelio a los pobres, él, siendo rico, se hizo pobre por nosotros (2 Corintios 8: 9), de ahí que: ¡la Encarnación es protesta!: es la protesta de Jesús, Dios y hombre verdadero, que propone el Reino de Dios como proyecto alternativo frente a un sistema de dominación, que está marcado por el egoísmo y la opresión. Por ello, Jesús de Nazaret es crucificado por ese sistema (Véase que, aquí la cruz, “no es algo dado por la voluntad de Dios, al que Jesús le dice: sí”)

 

Jesús es el pobre que se opone al sistema de dominación, por lo tanto, por la primacía del pobre, es cristiano el cristianismo (católico o protestante). Con esto, queda claro que hay una oposición frontal a la Teología de la Prosperidad. Esto de nuevo, nos hace abordar este modelo, cosa que una vez más, haremos de la manera más sintética que nos permita el tema:

 

-          Para ir a la historia y decirlo de manera resumida:

 

·         El pentecostalismo es un fenómeno que ha aparecido en el ámbito de muchas comunidades cristianas durante el siglo xx. Expresa la convicción de que los cristianos contemporáneos pueden y tienen que gozar del fervor y de los dones que el Espíritu Santo concedió a la comunidad primitiva en Pentecostés. 

·         La renovación carismática en el ámbito del catolicismo romano y de otras comunidades de las más antiguas, puede considerarse como parte de este fenómeno.

·         El pentecostalismo hizo surgir además una rama separada en el cristianismo, que se deriva de las renovaciones de tipo espiritual, que se llevaron a cabo en el Bethel Bible College (Topeka, Kansas) en 1901 y en la Azusa street Mission (Los Ángeles, California) en 1906.

·         Una característica distintiva de estos movimientos de renovación espiritual era el don de la glosolalia o del hablar en lenguas (cf. Hechos 2,4.27-18; 10,46; 19,6; 1 Corintios 12,10). De estos dos movimientos surgieron muchas pequeñas congregaciones, que sucesivamente se organizaron en Iglesias como las Asambleas de Dios, fundadas en 1914.

·         Posteriormente se formó un gran número de Iglesias pentecostales, muchas de las cuales no utilizan el nombre «pentecostal» en sus títulos, por lo que resulta difícil determinar cuántos cristianos pentecostales existen a nivel mundial.

 

-          El movimiento pentecostal centraba su atención en la necesidad de una segunda experiencia de conversión después del bautismo, en la cual se renueva y transforma la persona gracias a los dones del Espíritu Santo. Esta experiencia era llamada la «segunda bendición» o «bautismo en el Espíritu Santo". El signo principal de la recepción auténtica de esta segunda bendición es el don de hablar en lenguas, aunque también son característicos de este movimiento los dones de profecía, de interpretación y de curación de enfermos (cf 1 Corintios 12,8-lO).

-          El pentecostalismo se debe distinguir en tres olas o movimientos históricos. Primero, el pentecostalismo clásico llega a nuestra región desde inicios a mediados del siglo XX. La segunda ola, durante los años 70, nos trae el movimiento carismático. Este movimiento afectó a toda denominación protestante, y hasta la iglesia Católica Romana. Finalmente, el último movimiento es el neopentecostal, o de la tercera ola, que se desarrolló a inicios de los años 90, y hoy se encuentra en su plenitud como parte de los nuevos movimientos religiosos latinoamericanos. Una aclaración es válida: no toda iglesia evangélica o pentecostal debe ser confundida con estos grupos neopentecostales.

-          «Teología de la prosperidad»: tal es el nombre más conocido y descriptivo de una corriente teológica neopentecostal evangélica. El núcleo de esta «teología» es la convicción de que Dios quiere que sus fieles tengan una vida próspera, es decir, que sean económicamente ricos, físicamente sanos e individualmente felices. Este tipo de cristianismo coloca el bienestar del creyente en el centro de la oración y transforma a su Creador en aquel que hace realidad sus pensamientos y deseos.

-          El peligro de esta forma de antropocentrismo religioso, que pone en el centro al hombre y su bienestar, es el de transformar a Dios en un poder a nuestro servicio, a la Iglesia en un supermercado de la fe, y la religión en un fenómeno utilitarista y eminentemente sensacionalista y pragmático.

-          Como veremos más adelante, esta imagen de prosperidad y bienestar hace referencia al denominado american dream, al «sueño estadounidense». No se identifica con él, sino con una interpretación reductiva suya.

-          La «teología de la prosperidad» parte de esta visión, pero la traduce de manera mecánica en términos religiosos, como si la opulencia y el bienestar fuesen el verdadero signo de la predilección divina a «conquistar» mágicamente con la fe. Esta «teología» fue difundida en todo el mundo durante décadas —gracias a gigantescas campañas mediáticas— por movimientos y ministros evangélicos, en especial los neocarismáticos.

-           Quiere ser una tentativa de justificación teológica del neoliberalismo económico.

-          En América Latina, la difusión y la propagación de esta teología se dio de manera exponencial desde 1980, aunque también pueden encontrarse raíces de este proceso entre los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Este fenómeno religioso se traduce desde el punto de vista mediático en el uso de la televisión por parte de figuras muy carismáticas de algunos pastores, que lanzan un mensaje simple y directo montado en torno a un espectáculo de música y de testimonios y a una lectura fundamentalista y pragmática de la Biblia.

-          Si consideramos América Central, Guatemala y Costa Rica se han convertido probablemente en los dos bastiones principales de esta corriente religiosa. En Guatemala ha sido determinante la presencia del líder carismático Carlos Enrique Luna Arango, llamado «Cash Luna». Costa Rica es la sede del canal evangélico de televisión satelital TBN-Enlace.

-          En América del Sur, la difusión más significativa se dio en Colombia, Chile y Argentina, pero no cabe duda de que Brasil merece una consideración especial, porque posee una dinámica propia y un movimiento pentecostal autóctono como la «Iglesia Universal del Reino de Dios». Este grupo, denominado también «Pare de sufrir», tiene ramificaciones en toda América Latina, pero ha conservado un idioma intermedio entre el español y el portugués, que determina un tipo de comunicación peculiar y minuciosamente estudiado. Basta analizar el anuncio de la «Iglesia Universal» brasileña para encontrar en ella un fuerte mensaje de prosperidad y bienestar ligado a la visita personal de sus templos con el fin de recibir múltiples beneficios.

-          Este «evangelio» es objeto de anuncio propagandístico a través de una presencia masiva en los grandes medios de comunicación y está apoyado por su fuerte incidencia en la vida política.

-          Un impulso fundamental a estas ideas de «prosperidad evangélica» se dio con el denominado movimiento «Word of Faith», que tuvo como principal mentor al pastor y autoproclamado «profeta» Kenneth Hagin (1917-2003). Una de las características de Hagin eran visiones recurrentes que lo llevaban a dar una interpretación singular de algunos textos muy conocidos de la Biblia. 

-          En Estados Unidos millones de personas frecuentan con asiduidad «megaiglesias» que difunden estas teologías de la prosperidad. Los predicadores, profetas y apóstoles enrolados en esta rama extrema del neopentecostalismo han ocupado espacios cada vez más importantes en los medios de comunicación de masas, han publicado una enorme cantidad de libros que se han convertido rápidamente en superventas y han pronunciado conferencias que muy a menudo llegan a millones de personas a través de todos los medios disponibles de internet y de las redes sociales.

-          Lo que resulta absolutamente claro es que el poder económico, mediático y político de estos grupos —a los que hemos definido genéricamente como «evangélicos del sueño estadounidense»— los hace mucho más visibles que el resto de las Iglesias evangélicas, también que las de la línea pentecostal clásica. Además, su crecimiento es exponencial y directamente proporcional a los beneficios económicos, físicos y espirituales que prometen a sus seguidores: bendiciones todas que están muy lejos de las enseñanzas de una vida de conversión propia de los movimientos evangélicos tradicionales.

-          Los mensajes de prosperidad son siempre filtrados por sus consumidores. El público nunca es víctima pasiva. A menudo, el predicador dice “prosperidad”, pero el oyente piensa meramente en “seguridad” o “dignidad”.

-          la teología de la prosperidad ha funcionado como una forma de hacer del movimiento evangélico una religión de masas. Cada religión tiene una forma que atrae solo a unos pocos “virtuosos” porque es muy demandante y otra forma que atrae a las masas porque es menos exigente y más fácil de entender. Si queremos éxito numérico e iglesias grandes, quizá la teología de la prosperidad sea el precio que debamos pagar.

-          podemos hablar de un espectro de actitudes cristianas hacia la riqueza: en un extremo, la teología de la prosperidad; luego la mayordomía; luego la sencillez; y en el otro extremo, un voto de pobreza. El mundo cristiano no se divide solo en una forma binaria entre aquellos “a favor” y quienes están “en contra” de la teología de la prosperidad.

-          Como todas las corrientes religiosas, está en continua evolución, en respuesta a cambios socioeconómicos y culturales, factores internos como el envejecimiento de figuras e iglesias líderes y críticas del mundo cristiano más amplio y de la sociedad circundante.

-          La teología de la prosperidad es muy funcional para atraer gente, pero no para mantener una iglesia durante varias décadas. La teología de la prosperidad tiene piernas cortas. Al final debe incorporar otros elementos porque de otro modo tendría dificultades para crear comunidades estables.

-          El movimiento El Shaddai, parte de la Renovación Carismática Católica (Filipinas), ha difundido la teología de la prosperidad fuera del cristianismo protestante

 

Podemos decir muchas cosas más, pero véase que, el descuido de los pobres por parte del catolicismo y el protestantismo, rompe el vínculo del que tanto presumen los primeros: San Ireneo de Lyon decía: “la gloria de Dios es que el hombre viva”; San Oscar Arnulfo Romero, reformulará: “la gloria de Dios es que el pobre viva”.

 

En el caso del protestantismo, ese descuido, hace que se caiga en algunas de las tentaciones que se plantearon a Jesús: el poder y el tener. En el caso de la Teología de la prosperidad, los pobres son hasta temidos como “ejemplo de pecado”: “si no eres prosperado, es por tu pecado”.

 

Así, por diversas razones: o se subraya la salvación trascendente, lo que es lo mismo decir, se subraya la Teología de la Salvación (Esto sucede mucho en el catolicismo y en muchas comunidades de fe protestantes); o se mezclan modelos teológicos: Teología de la Salvación y Teología de la Prosperidad.

 

Entonces se deja de lado la liberación histórica, el asunto es que, por ejemplo, modelos como la Teología de la Liberación, complementan la salvación trascendente con la liberación histórica: de hecho, la liberación trascendente, se torna sacramento de la histórica: para decirlo de otro modo: “hechos hijos de Dios (Salvados), por Jesucristo, hemos de ir colocando las bases del Reino de Dios: servicio, solidaridad, para que en el retorno glorioso de Jesucristo, se viva la plenitud del Reino y se venza al enemigo último que es la muerte”.

 

Véase que en el fondo de esta tesis, hay protesta: “hechos hijos de Dios (Salvados), por Jesucristo, al ir colocando las bases del Reino de Dios: servicio, solidaridad, se está combatiendo y protestando contra el sistema de dominación que concreta lo contrario: egoísmo y opresión”.

 

De igual manera, la Teología de la Liberación, por su raigambre católica, es profundamente eclesial (No en balde el teólogo Pablo Richard, insistía en que los adherentes a este modelo, también son iglesia); y volvemos a citar lo ya citado de San Oscar Arnulfo Romero: “la iglesia es cuerpo de Cristo en la historia”.

 

Creemos que, en esta línea, se ubica el ideal del Papa Francisco: "cómo me gustaría una Iglesia pobre, y para los pobres". La iglesia debe dejar de ser la poderosa estructura ligada al poder político (Iglesia de cristiandad), para ligarse a su pueblo (Pueblo de Dios): lo institucional debe estar al servicio de la misión: “…hemos de ir colocando las bases del Reino de Dios: servicio, solidaridad, para que, en el retorno glorioso de Jesucristo, se viva la plenitud del Reino y se venza al enemigo último que es la muerte”.

 

La liberación (Trascendente e histórica), es el servicio del “Cuerpo de Cristo en la historia”, a un mundo amenazado por la ruptura con Dios, con el prójimo, con la naturaleza, es una oferta de fraternidad, de igualdad. Con ello, la iglesia misma es sacramento al mundo, es sacramento de servicio, en vez de ser estructura de autoridad. Valga decir que actualmente, este camino eclesial, está tratando de ser transitado por el Papa Francisco, quien ha permitido que la Teología de la liberación saliese de las sombras.

 

Es comprensible que algunos elementos de esta eclesiología más de comunión que de cristiandad, estén alarmando a los sectores conservadores que estuvieron instalados por mucho tiempo, olvidando el seguimiento de Jesús.

 

De este modo, se va de una iglesia – institución a una iglesia – pueblo, lo que no significa, que no tenga autoridad, inclusive, que, si bien puede ser más democrática, no significa que no tenga jerarquía: la diferencia es la conversión al Evangelio de esa jerarquía.

 

En la iglesia – pueblo, de nuevo, hay un principio de protesta: contra el sistema de dominación, de igual manera, en el momento que este tipo de iglesia, pierda ese principio de protesta, se debe reflexionar en torno a: “la iglesia siempre necesitada de reforma”.

Desde los profetas, pasando por los pre reformadores hasta hoy, se habla de Dios desde lugar de la protesta. Desde el cristianismo histórico – crítico, se habla desde los dominados del sistema; para la Teología de la Liberación, se habla de Dios desde los oprimidos, desde el sufrimiento de los inocentes (Como lo señala el teólogo de la liberación, Gustavo Gutiérrez)

 

Como puede verse, contrario a la teología tradicional, se puede decir que, hay diversos lenguajes para hablar de Dios. Una vez más: encontramos aquí, un punto de contacto entre el cristianismo histórico – crítico y la Teología de la Liberación: es Dios, el sujeto de lo que, en la teología católica tradicional, se denominan: las obras de misericordia corporales:

 

-          Dar de comer al hambriento.

-          Dar de beber al sediento.

-          Vestir al desnudo.

-          Dar posada al peregrino.

-          Visitar a los enfermos.

-          Redimir al cautivo.

-          Enterrar a los muertos.

 

Ellas son vistas desde la teología de la liberación, más allá de observaciones éticas: son verdaderas informaciones teológicas: no es solo ética cristiana, es teología porque en esos sujetos: hambrientos, sedientos, desnudos, peregrinos, enfermos, cautivos y muertos, se revela Dios.

 

Desde esta propuesta: se aproximan “la teología de la cruz” de Lutero y lo que, desde la Teología de la Liberación, podría denominarse: “una teología liberadora de la gloria”, cruz, fruto del sistema de dominación, gloria fruto de la liberación.

 

El choque cruz – liberación, debe transitar por la protesta constante sobre los modelos teológicos que la alimentan, lo que es lo mismo decir: “la teología siempre es necesitada de reforma”, esa protesta (Usada esa palabra aquí, como sinónimo de crítica), puede iniciar con una pregunta básica: ¿Desde dónde se origina la teología?:

 

-          ¿Desde el “dios” de la filosofía?: el que se puede conceptualizar, del que se puede hacer una imagen por el aspecto ritual (Se hacen rituales para conmover al poderoso, ellos comprenden dolor: “porque el dolor conmueve al poderoso” o un “sacrificio, un dar”: véase que, en la Teología de la prosperidad, esa es la base del principio de sembrar una ofrenda, para cosechar el favor de ese “dios”. Lutero protestó contra las indulgencias, hoy protestaría contra esa Teología de la Prosperidad)

 

El “dios de la filosofía”, que se alimenta también por los mitos (Entendido el mito, como lo entiende la sociología de la religión) y la filosofía misma (Que proyecta las virtudes y los defectos humanos en ese dios, pero conste que esa proyección de defectos es para reafirmar la perfección de ese dios: inmovilidad, inmutabilidad, impasibilidad), es lo que en la actualidad se “figura” como una especie de “energía” (Eso es lo propio, por ejemplo, de las corrientes de “la nueva era”)

-          ¿Desde el Dios del “primer pacto” o Antiguo Testamento?: donde el culto era como una especie de “escalera” para subir a Dios, esa era la dinámica del santuario o del templo, donde la característica de Dios es la santidad (Trascendencia, sublimidad, grandeza, gloria, poder). Pero, solo algunos podían ser partícipes del culto o “subir la escalera”, por lo que este culto y este Dios (Por la revelación parcial y no por sí mismo), marginaba a gran cantidad de personas:

 

-          Niños menores de 12 años.

-          Mujeres.

-          Los esclavos.

-          Los extranjeros.

-          Los pastores.

-           Los que trabajaban con animales impuros.

-          Los que comían alimentos impuros.

-          Los recaudadores de impuestos.

-          Los pecadores y pecadoras.

-          Los que tenían erupciones en la piel (fuese o no, considerada lepra por la Ley)

-          Los enfermos.

-          Los limosneros y mendigos.

-          Los que habían perdido alguno de sus 5 sentidos.

-          Los considerados endemoniados.

-          Los que habían tenido contacto con cadáveres.

-          Los que habían tenido contacto con heridos o con moribundos.

-          La mujer con flujos de sangre.

-          La mujer menstruando.

-          La mujer recién parida.

-          Los que hayan tenido contacto con sangre.

-          Los comerciantes.

-          Los que han ido al extranjero.

-          Las prostitutas y sus clientes.

 

Véase cómo en este caso: “la judaización” de algunos sectores del protestantismo, no toman en cuenta esto: valga decir, que esta es la realidad de muchas comunidades de fe pentecostales o carismáticas, así como ciertas iglesias de concilios evangélicos históricos.

 

Son comunidades de fe que:

 

·         Practican danzas hebreas.

·         El uso de símbolos como: la estrella de David, el candelabro, el uso del “shofar” (Instrumento de viento que produce un sonido similar al trombón) en la adoración y celebración del culto.

·         En algunas de ellas, se ha quitado la cruz y se ha sustituido por la “menorah” (Candelabro de 7 brazos, propio de la cultura hebrea) y otros símbolos judíos.

·         Generan una especie de sincretismo religioso: de nuevo: la característica de Dios es la santidad (Trascendencia, sublimidad, grandeza, gloria, poder). Pero, solo algunos podían ser partícipes del culto: los “puros” y siendo “impuro”, había que conseguir la condición de “pureza”, por lo que había que hacer sacrificios con un sujeto de pureza (Un cordero perfecto y sin mancha), éste debía ser presentado a un sacerdote especialmente purificado, para ofrecer el sacrificio, pero no es éste el que se presenta ante Dios, sino, la víctima, pero la víctima debía ser quemada para que el “olor” de ella, llegase a Dios. ¿Dónde está la mezcla?: en que, “la condición de pureza”, se logra por el sacrificio de Jesucristo (Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo), por lo que, se logra la reivindicación – pureza, para volver al culto, con características del primer pacto o Antiguo Testamento.

 

El problema (Entre otros), es que: el sincretismo anterior, de nuevo, hace perder el sentido de la Encarnación: una vez más, es el ser humano el que “asciende a Dios, por las prácticas del primer pacto”, pero en la Encarnación es Dios hecho hombre, Jesucristo, quien desciende a nosotros.

 

-          ¿Desde el Dios de Jesús de Nazaret?:

 

·         El que tiene como ejemplo para entrar en el Reino a niños menores de 12 años (Mateo 19: 14)

·          El que tiene apertura a las mujeres (Lucas 8: 1 – 3)

·         El que pone en libertad a los cautivos (Lucas 4: 18)

·         El que valora como obra de misericordia, el recibir al forastero (Mateo 25: 35)

·         El que es revelado a los pastores (Lucas 2: 8 – 21)

·         Para el que no hay alimentos impuros (Marcos 7: 19)

·         Abierto a los recaudadores de impuestos, que eran considerados traidores por trabajar para los romanos (Mateo 9: 9 – 14)

·         Abierto a los pecadores (Lucas 5: 31 – 32)

·         El que limpia a los leprosos (Lucas 17: 11 – 19)

·         Sanador de los enfermos (Mateo 4: 23 – 25)

·         Quien devuelve la dignidad a los mendigos (Juan 9: 1 – 8)

·         Sanador de ciegos y sordos (Mateo 15: 29 – 31)

·         El que exorciza a los endemoniados (Marcos 1: 34)

·         Al que no le importa la impureza de los muertos para devolverles la vida (Marcos 5: 41 – 43)

·         El que sana a la mujer con flujo de sangre (Lucas 8: 43 – 48)

·         El que mira y bendice la apertura de los extranjeros, frente al rechazo de los judíos (Mateo 8. 11 – 12)

·         Quien acoge hasta a las prostitutas (Lucas 7: 36 – 50)

 

Nótese la apertura de Jesús y su Padre: es interesante que, en muchas ocasiones la beatería católica y protestante, clausura la apertura de Jesús y el Creador mismo: no es extraño desde la dinámica pastoral, que, los sacerdotes o los pastores, se enfrenten en las comunidades a dos realidades:

 

A) La de la gente religiosa, que se cree pura, porque va o sirve en la iglesia.

B) La de los cautivos, los migrantes, los “pecadores” (Desde la perspectiva de “los puros y santos” de la iglesia.):

-          Los enfermos en pobreza o pobreza extrema, que no van a la iglesia y muchos de ellos, no creen en Dios.

-          Los mendigos o limosneros hundidos en pobreza o vicio.

-          Gente con problemas emocionales o espirituales, “pero sin fe”.

-          Situaciones de prostitución de orientaciones heterosexuales u homosexuales.

 

Si el sacerdote o pastor, realiza su labor enfatizando los problemas “sociales” de la comunidad, muy posiblemente, los religiosos, que se creen puros, porque van o sirven en la iglesia, reaccionen indignados, por “la dedicación pastoral, a gente y situaciones que no se lo merecen”, “abandonando la labor a la que ha sido llamado, con las ‘legítimas estructuras eclesiales’, ofendiendo sentimientos tradicionalmente cristianos (Aquí se pone la palabra católicos o de la denominación a la que pertenezcan los denunciantes)”

 

Pero si se observa la enseñanza y práctica de Jesús, resultará, que para decirlo como lo hemos venido exponiendo, realiza su labor enfatizando a los problemas “sociales” de la comunidad. O lo que es lo mismo decir, desde el lenguaje de “pureza – santidad”: “con lo perdido del mundo”.

 

Aquí es donde modelos teológicos desde el cristianismo histórico – crítico o la Teología de la Liberación, resultan fundamentales: recuperan el valor de la Encarnación: es Dios el que se abaja a nosotros, para liberarnos de la opresión del sistema de dominio. Inclusive, recuperan elementos de modelos teológicos místicos: ¿Cómo se encarna Jesús?: por medio de una mujer pobre (La Virgen María), quien vaciada de su ego, es habitación de Jesús mismo.

 

Esto es lo que nos presenta la revelación (Esta es la característica del concepto de Dios en el cristianismo: Dios se revela), véase la diferencia con el concepto de Dios, en el “primer pacto”, allí Dios no está plenamente revelado, aquí (En el cristianismo), sí: está plenamente revelado en Jesús.

Aquí mucha feligresía católica y protestante, tiene un choque intelectual y espiritual: no vemos que: Dios- Padre, es revelado en Jesús y que, por tanto, “quien ve a Jesús, ve al Padre y quien ve al Padre totalmente revelado, ve a Jesús” (Juan 14: 6 – 14)

 

El choque es: cuando imaginamos a Dios – Padre: o imaginamos la imagen de poder del Antiguo Testamento o una “cosa – energía indefinible”; y cuando imaginamos a Jesús, imaginamos al hombre, “buena gente”, “misericordioso”, “dulce”, “perdonador”.

 

En el caso de Dios – Padre, inclusive la iconografía católica occidental ha colaborado con una distorsión de su imagen: ¿Cómo vemos a Dios – Padre?: como un anciano, “de no muy buenas pulgas”, al que no se le puede hablar directamente, por lo que debemos de recurrir “a la intercesión de los santos”, para tener “audiencia con él”.

 

Esta es una de las críticas de Lutero, inclusive, este sigue siendo uno de los puntos centrales de la apologética protestante: “para el catolicismo: Dios – Padre, es un ser remoto, severo, al que hay que aplacar por intervención de Jesús, la virgen y los santos, así como por la penitencia y las buenas obras” (Parafraseamos aquí, un clásico de la apologética protestante: el libro: ¿Cuál Camino?, de Luisa Jeter de Walker. Editorial Vida. Edición de 1994)

 

Pero a la luz de los resultados teológicos del Concilio Vaticano II (Para decir lo menos): la teología bíblica y la teología pastoral, se esfuerzan en subrayar en que el rostro de Dios – Padre, es el rostro de Jesús.

 

Partiendo de allí, hacia un modelo de Teología de la Salvación: el rostro de Jesús, es el rostro de Dios – Padre, que es el rostro del amor entregado, es en Jesús crucificado, en el que están: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

 

Con esto dicho, el rito cristiano (Y esto es muy católico), no es para conmover a Dios, Dios ya está conmovido, al que hay que conmover es al ser humano: que el ser humano conmovido, se abra a Dios y deje actuar a Dios: se ora o reza, para conmover al ser humano, se celebra para conmover al ser humano, se ejecuta el sacramento de la Reconciliación para conmover al ser humano, se ejecuta el sacramento de la Eucaristía, para conmover al ser humano, todo lo que se hace (Sacramentalmente), es para conmover al ser humano.

 

Digámoslo más personalmente, para que quede claro: el rito cristiano (Y esto es muy católico), no es para conmover a Dios, Dios ya está conmovido, al que hay que conmover es a mí, que yo conmovido, me abra a Dios y deje actuar a Dios: oro o rezo, para conmoverme yo (“Para romper mi corazón duro, se diría desde cierto lenguaje bíblico); participo en las celebraciones para conmoverme yo, concreto el sacramento de la Reconciliación para conmoverme yo; participo en el  sacramento de la Eucaristía para conmoverme yo, todo lo que hago (Sacramentalmente), es para conmoverme yo.

 

Por eso, al contrario: cuando hay un alejamiento de los sacramentos, de la iglesia, de la oración, de la Palabra de Dios, el ser humano se endurece. Ese endurecimiento, se refleja en la caída en las tentaciones que Jesús venció: el poder, el placer, el tener.

 

Por otra parte, el rito cristiano, en tanto es para conmover al ser humano, ese rito, no es para que Dios haga lo que el hombre quiere (Como se esperaría del dios de la filosofía), sino, para que el hombre haga, lo que Dios quiere.

 

¿Y qué es lo que Dios quiere?: “ir colocando las bases del Reino de Dios: servicio, solidaridad, para que, en el retorno glorioso de Jesucristo, se viva la plenitud del Reino y se venza al enemigo último que es la muerte” (Esto desde un modelo de Teología de la Liberación)

 

Así, para hacer esa voluntad de Dios, debe morir nuestro ego, para que viva Jesucristo en nosotros:

 

“No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.”.

 

Como puede verse, y lo decía Lutero, y hoy lo repite muchísimo el Papa Francisco: “Dios es misericordia”. Ya lo escribe San Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” (Romanos 8: 35)

 

 

VI

 

Siglo XVI…

 

Una revolución religiosa…

 

Han pasado 505 años…

 

Como hemos visto, el camino recorrido ha sido amplio (Como este extenso trabajo): ya no estamos en el siglo XVI, estamos en el siglo XXI, desde las feligresías, tanto católicas como protestantes, debemos entender, que entre las diferencias hay tonos.

 

La reforma terminó en ruptura…

 

A ella reaccionó el catolicismo de la época, con una “contrarreforma” …

 

Ella terminó en parte siendo reforma católica…

 

Pero tardía unilateral y como hemos dicho: “Contra Lutero y los otros reformadores” …

 

Más adelante, vendrá otra reforma: el Concilio Vaticano II (del que en este año se celebran 60 años de su apertura y por voluntad de Dios, también en octubre) y el principio de: “iglesia reformada, siempre reformándose”.

 

Con ella vendrá el ecumenismo y en la iglesia Latinoamericana, el modelo de la Teología de la Liberación, que será un espacio de encuentro de teólogos católicos (Algunos ya los hemos citado) y de muchos de los teólogos protestantes citados en el acápite II de este texto.

 

También desde el protestantismo, vemos que la reforma misma pasa por varios filtros de interpretación: las tesis de Zuinglio, Calvino, Muntzer, como hemos visto aquí, no se puede negar el papel de las mujeres en la reforma etc.

 

Entonces: vale la pena repetir: ya no estamos en el siglo XVI, estamos en el siglo XXI, por tanto, “hay que comprender el signo de los tiempos”: hoy el tema religioso es subsidiario, hoy es la economía y el mercado dentro de ella, el gran organizador: político – social.

 

Con ello se margina al pueblo empobrecido y oprimido: solo para poner el ejemplo de Costa Rica: la cantidad de hogares en pobreza para este año se mantuvo en 23%. La cifra equivale a 399.439 hogares en situación de pobreza, 15.934 hogares más en comparación al año 2021. 

 

Por esto, el tema de la liberación, no pasa solo por el campo religioso, sino, con la articulación de éste con los otros sistemas sociales más determinantes y “poderosos” en nuestra cultura. En esta articulación (Como lo hemos demostrado aquí), debe aplicarse lo que el teólogo Paul Tillich, denominó: “el principio protestante”: es la sublevación en nombre del Evangelio, contra la prepotencia (Lutero se levantó contra esta característica del poder sagrado), diríamos hoy, del sistema de dominación.

 

Este “principio protestante”, nos será útil para desenmascarar los ídolos religiosos y políticos (Los mecanismos de alienación), que legitiman la actual situación que vivimos. De ahí, para decirlo en términos teológicos – cristianos: todo debe entrar en conversión: es decir, liberarse de todo tipo de opresiones: es pasar (Para regresar a Weber) de una “ética protestante” a una ética radical del Evangelio.

 

Y hay que reconocer que esta es la grandeza de Lutero: su unión con la Biblia y dentro de ella, con el Evangelio, esto es clave, porque los católicos ya no tenemos excusas: ya la Palabra de Dios y los Evangelios, no son prisioneros de élites clericales e ilustradas.

 

Entonces: desde la iglesia – pueblo, la Biblia debería ser insumo de contestación profética: la denuncia del sistema de dominación y el anuncio de la esperanza del Reino de Dios. para ello, debe generarse un círculo (¿Hermenéutico?), entre Palabra de Dios y palabra de los marginados, de los oprimidos.

Ese círculo nos debe subrayar constantemente, que la reflexión (Teología) y acción que surja, deben ser las propias del Dios de Jesús de Nazaret que aquí hemos visto: Dios se abaja, se compromete con los seres humanos y ellos, abrazan la lucha por: “ir colocando las bases del Reino de Dios: servicio, solidaridad…”. La fe se robustece, con esa acción en pro del Reino de Dios (véase como el modelo de Teología de la Liberación, vincula fe y obras)

 

Como es claro ya, después de tan amplia exposición: tanto católicos como protestantes, debemos aprender y seguir, una práctica teológica distinta, que permita articular sin servilismo (Como lo es la teología de la prosperidad del capitalismo economicista), ni paralelismo, la Teología liberadora y la narrativa crítica frente a la realidad social.

 

Esto de nuevo, nos lleva a: “iglesia reformada, siempre reformándose”. Deberíamos ver la reforma más allá de los eventos históricos (Sin olvidarlos, mírese que, muchísima de la amplitud de este trabajo, se debió a ello. No solo eso, sino, que, aunque algunos autores hayan hablado: “del fin de la historia”, la realidad es que: los desplazamientos ideológicos e institucionales, que hoy vivimos, vienen en mucho, “de aquel ayer”). La reforma debe ser vista como un proceso: una renovación dentro de las iglesias.

 

Una vez más, para resumir el proceso: reforma- contrarreforma -  reforma católica – concilio vaticano II – ecumenismo – teología Latinoamericana de la Liberación – continuidad del proceso de reforma a futuro… este proceso es proceso, porque las comunidades de fe (Iglesias), nunca se ajustarán plenamente al Reino de Dios.

 

En este punto, coincidimos con teólogos como Leonardo Boff o el teólogo luterano, Martin Hoffman: unas teologías (Del cristianismo histórico – crítico y de la Liberación) unas iglesias, que se basen en estos modelos, crearán pensamientos y acciones críticas – liberadoras, frente a otros modelos, dominantes en la civilización moderna o posmoderna, como lo es el monetarismo.   

 

Para ello:

 

-          La iglesia – sociedad, debe seguir reformándose hacia la iglesia – pueblo, ella debe ser crítica de la palestra política, en defensa de los marginados y los oprimidos del sistema de dominación.

-          Esa iglesia – pueblo, debe ser signo y comunidad de ayuda mutua.

-          Debe ser ejemplo del compartir y ser solidario en el ejercicio de “la comunidad de los bienes”.

-          Debe ser inconforme, con su distancia respecto al Reino de Dios y claro está, frente al sistema de dominación.

-          Debe abrazar la cruz, pero para vivir conversión profunda, que nos lleve a vivir como resucitados hoy (Leonardo Boff)

-          También debe abrazar la cruz, de los “Cristos crucificados”, por el sistema de dominación. El camino de la libertad, solo puede ser caminado bajo la cruz. En esto, coinciden tanto el cristianismo histórico – crítico, como la teología de la liberación: Jesucristo fue derribado por los intereses de la clase dominante, su cruz es una protesta contra las estructuras, políticas, económicas, culturales, que apoyan la opresión (De nuevo: este es el sistema de dominación); esto sigue sucediendo, con otros crucificados.

 

Así la reforma, debe alimentar sociedades democráticas, tanto en lo político como en lo social; debe generar el abandono de dogmas tanto católicos como protestantes, por ejemplo: los que vienen del fundamentalismo, para ir a principios crítico – liberadores, para abordar la Biblia: del mismo modo, promover la libertad de conciencia.

 

En otro orden de cosas, ya hemos visto que protestantismo y catolicismo, comparten traducciones de la Biblia a la lengua vernácula, ellas inclusive, pueden ser útiles para alfabetizar y poder interpretar las Escrituras, con lo que se pueden generar personas críticas de la realidad en la que viven.

 

Como puede verse, en esta reflexión heterodoxa – liberadora, compartimos el postulado de que: catolicismo y protestantismo, tienen diferencias, pero también tienen una historia común. En esa historia común, se pueden respetar las diferencias y, trabajar y reconectar sobre un acervo habitual.

 

Tanto católicos como protestantes no podemos dejar esa historia común de lado… por eso, desde esta visión, es doloroso, que un sector de la feligresía y pastorado protestante, den sus testimonios y hagan sus prédicas, como si la iglesia católica siguiese en el siglo XVI, como si no se hubiesen dado reformas internas, como si no hubiese Concilio Vaticano II o ecumenismo, o no hubiesen espacios de intercambio común: el extremo de esta realidad, es la comparación de la iglesia católica romana con Babilonia (Cosa sobre la que escribió Lutero alguna vez)

 

Asimismo, los católicos no podemos dejar de reconocer la realidad: la apologética católica, ha caído en simplismos: en ella el concepto “protestante”, se permite pocas valoraciones positivas. Por ello, los “protestantes”, prefieren denominarse: “evangélicos”. Inclusive, el tópico de los términos, es tan complejo que: el concepto de “hermanos separados”, para algunos es considerado un avance, pero para otros, sigue siendo ofensivo.

 

A esto hay que sumar, lo que podemos denominar: “una teología fundamentalista – purista” (Para complicar más el tema de los términos), que sostiene que determinadas comunidades de fe, mantienen la pureza “de los inicios del cristianismo” (Como si las primeras comunidades de fe, no hubiesen tenido problemas) y:

 

-          O ha estado de manera ininterrumpida “existiendo” en esas comunidades de fe.

-          O en algún momento de la historia, esa iglesia verdadera, quedó oculta en el devenir de los hechos, hasta que resurgió: “en el año tal”, año de la fundación de esas comunidades de fe.

 

Como puede verse, ambos argumentos, atentan contra la mínima lógica, cuando menos, histórica…

 

De ahí, que, la iglesia católica, ha generado una tipología de diferenciación:

 

-          Una cosa son las iglesias históricas:  una serie de comunidades que, aun cuando mantienen como vínculo de unidad su fe en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, se han congregado en diversas iglesias que se han estructurado a través del espacio geográfico y de los siglos como comunidades identificadas con ciertas peculiaridades doctrinales y rituales. Una iglesia tiene una identidad estructural, doctrinal y ritual que trasciende el tiempo y el espacio. 

-          Otra cosa son las sectas: una segmentación de estas unidades antes descriptas, a partir de la adhesión a una enseñanza o práctica particulares al margen de la estructura ritual y doctrinal de las religiones o iglesias. 

 

A partir de esta tipología, el catolicismo saca una conclusión: ningún grupo que sea secta puede ser considerado Iglesia…

 

De las fuentes investigadas para este trabajo, hay un acuerdo entre las iglesias históricas (protestantes y católica romana), en el sentido de que: la “teología fundamentalista – purista”, es una posición de las sectas.

 

Bajo este criterio:

 

-          Puede plantearse la multiformidad doctrinal, pero la unidad espiritual.

-          Las iglesias históricas, pueden presentar argumentos de unidad con la apostolicidad y la patrística.

-          Ellas pueden mostrar semejanzas y diferencias con los concilios y con las visiones teológicas de: Lutero, Zuinglio, Calvino y la reforma radical.

-          Las iglesias históricas protestantes, deben y pueden reivindicar “el principio de protesta”, frente al sistema de dominación.

-          Deben combatir las connotaciones fundamentalistas.

 

A esto debe unirse que, las comunidades de fe protestantes, deben valorar, las posibilidades e instancias de diálogo con el pentecostalismo y el neo pentecostalismo; para esto es clave la Confederación Latinoamericana de Iglesias (CLAI); sabemos que la senda a recorrer no va a ser fácil pues sabemos de la pluralidad y diversidad, de los movimientos pentecostales.

 

En esta línea: debe valorarse: ¿Cuánta apertura hay en el pentecostalismo hacia tesis semejantes a las de la reforma radical?: ya sabemos, que lamentablemente el neo pentecostalismo, tiende a la defensa y justificación del modelo neoliberal.

 

Asimismo, debe responderse la pregunta: ¿Tienen las iglesias pentecostales la capacidad de convertirse en agentes de cambio social?; ¿Constituirían verdaderamente un contra – poder al sistema de dominación?; ¿Qué significa o significaría que esas iglesias desarrollan o desarrollaran su misión entre los sectores populares?; ¿En qué medida la feligresía encuentra en esas comunidades de fe, la humanidad que el sistema de dominación les niega?

 

Valga decir, que en busca de un pentecostalismo – liberador, coincidimos con el teólogo pentecostal, Bernardo Campos, cuando dice: que solo una iglesia libre del poder establecido, está en condiciones de ser: “conciencia de la nación”. (De su libro: “De la reforma protestante a la pentecostalidad de la iglesia: Debate sobre el pentecostalismo en América Latina. CLAI. 1997)

 

Entonces, así como el catolicismo, debe ir de: “la iglesia – sociedad” a la “iglesia – pueblo”, parece que el pentecostalismo, debe ir: de: “la iglesia de la prosperidad”, igual a la “iglesia – pueblo”: aunque suene complejo: “el pentecostalismo, debe librarse del neo pentecostalismo” y sus estructuras políticas: lo que, en Costa Rica, mal se conoce como: “los partidos evangélicos”. Para ello, dice Campos: se debe hacer a los pobres, a las clases populares, un referente intersubjetivo de control evangélico y misional (Ídem)

 

Como puede verse, un cristianismo pentecostal – liberador, se tornaría hacia el principio de protesta, contra el sistema de dominación. Y en ese marco, también se rompería con la teología de la prosperidad, que es anticristiana en la medida que, el cristiano deja de vivir para Cristo y, vive para acumular riquezas (Parafraseamos aquí al reconocido pastor: Charles Spurgeon)

 

De nuevo: debe volverse a Cristo y a la cruz…

En ese retorno, debe combatirse:

 

-          El que Dios promete prosperidad para todos.

-          La idolatría del “éxito, la buena salud y la seguridad financiera”.

-          Las muchas promesas y las pocas exigencias: en los campos político, económico, religioso, cultural.

-          Valorar las formas, por encima de los contenidos.

-          El poco conocimiento de la Biblia.

-          La idea de que todo pragmatismo es legítimo.

-          La idea de que Dios existe para servirnos.

-          La tesis de que nosotros controlamos nuestro propio futuro.

-          La idea de que Dios depende de la gente para actuar.

-          Una tesis muy antigua, que no es cristiana: la teología de la retribución, que se puede resumir así: “Si nos ‘portamos bien’, nos irá bien; si nos ‘portamos mal’, nos irá mal.”

-          El pensamiento de que: “Dios necesita de nosotros”, de que: “Dios nos necesita en su equipo”, de que: “Dios nos salvó y nos liberó, para cumplir nuestros sueños egoístas”.

-          El tema de la ofrenda (En algunas comunidades de fe, hasta el diezmo), con el objeto de “comprar los favores de Dios”.

-          Un capitalismo inhumano, basado en el afán de lucro (Del que hoy son cómplices, importantes corrientes, que se denominan “protestantes”)

 

Con estos elementos se van construyendo puentes entre protestantes y católicos y viceversa: con esos puentes, podemos profundizar un cristianismo unido en la diversidad, un cristianismo capaz de transitar por los caminos de la muerte del sistema de dominación, hacia la vida. Porque (Verdad de Perogrullo): Dios es Dios de vida y no de muerte. Este cristianismo unido en la diversidad, debe transitar a través de la muerte para llegar a la vida: el ejemplo nos lo dio Jesucristo: “el crucificado es el resucitado”.

 

Este tránsito no se lleva a cabo en el desierto, en la lejanía de la sociedad, sino, insertos en la política, en la economía, en la cultura. Eso sí, creemos firmemente, que, los caminos que nos proponen el cristianismo histórico – crítico y la teología de la liberación, son largos. Esto por las oposiciones, tanto del sistema de dominación, como dentro de las mismas comunidades de fe, las que no nos asustan, ni nos sorprenden.

 

Los caminos que se proponen:

 

-          Se viven bajo la cruz, con la esperanza de la resurrección.

-          Tienen las tentaciones de la traición por el: poder, el placer, el tener.

-          En las aflicciones  populares, pues el “pueblo de Dios”, es pueblo.

-          También se viven bajo la oración constante.

-          Se viven, como lo hemos dicho por: una ética radical del Evangelio: justificación, gracia, fe.

 

En ese sentido, ese cristianismo unido en la diversidad, debe tener confianza total en Cristo y, en el poder del Evangelio…

 

De igual manera, la apologética debe ser totalmente reformada, la católica ni qué decir, la protestante otro tanto: ¿Hacia dónde debe ser dirigida esa rama de la teología?: hacia el combate del sistema de dominación: el combate de una cultura, de una religión o religiones, opresiva u opresivas.

 

Como puede verse: cada nuevo aniversario de la reforma protestante, visto desde una reflexión “heterodoxa – liberadora”, implica, como lo dijera Foucault: “escribir la historia del presente”.  Eso sí, sin estar “encallados en el presente”, como lo diría Peter Fritzche.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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