Otra vez: política y religión.
Otra vez: política y
religión.
Ocean Castillo Loría.
I
En el presente artículo, retomaremos temas que hemos
expuesto en otras ocasiones, y trataremos de profundizar en otros vinculados
con el tópico principal: en este instante, utilizaremos el instrumental
propio de la Teología Católica y tangencialmente de las Ciencias Políticas
(Ambas áreas del conocimiento en que está formado el autor), para abordar el
tema. Pero en esta ocasión, sumaremos algunos puntos propios de la Teología
Protestante, para como dicen los abogados: “mejor proveer”.
En el caso de los que están dedicados al ámbito
pastoral, tanto en el catolicismo como en el protestantismo, para la
participación en política partidista, hay diferencias: los sacerdotes
católicos, deben dejar de serlo y los pastores protestantes no. Pese a ello, de
cara a la campaña electoral que ya estamos viviendo, la Alianza Evangélica de
Costa Rica, les ha solicitado a sus iglesias afiliadas, que sus pastores, no se
postulen a puestos de elección popular.
En el caso del catolicismo, se pide a los clérigos
dejar de serlo, para evitar la influencia del sacerdote y su rol en la política partidista…
Este tema de la política partidista, comienza a
delimitar una esfera importante: desde una perspectiva eminentemente teológica
(Sobre todo, en la reflexión teológica Latinoamericana): hay dos clases de
política: la política partidista y la política social. Esta segunda, comprende
todo lo relacionado con el bien común. Es la participación de la gente, en la
vida social.
La política partidista implica la lucha por el poder político de
cara a conquistar el aparato institucional del Estado. Para esto, existen los
partidos políticos. Ya lo dice la Constitución “Gozos y Esperanzas” (Numeral
75) del Concilio Vaticano II: “Es perfectamente conforme a la naturaleza
humana, que se constituyan estructuras político – jurídicas que ofrezcan a
todos los ciudadanos… posibilidades efectivas de tomar parte, libre y
activamente en la fijación de los fundamentos jurídicos de la comunidad
política, en el gobierno de la cosa pública… y en la elección de los
gobernantes”.
Así las cosas, si un sacerdote actúa en su rol de
guía religioso dentro de la política partidista, estará entrando en un ámbito
conflictivo, que es tal, dada la lucha por el poder político. Adicionalmente,
es indudable que cualquier guía religioso, en este caso un sacerdote, podría
utilizar su posición para sacar ventaja en dicha lucha. Es en este marco, que
se ubica el tercer párrafo del artículo 28 Constitucional: "No se podrá, sin embargo, hacer en forma alguna propaganda política
por clérigos o seglares invocando motivos de religión o valiéndose, como medio,
de creencias religiosas."
En el caso del protestantismo, esta visión se ha tornado difusa: porque
allí, un guía religioso (Dígase un pastor), sí podría utilizar su posición para
sacar ventaja en la lucha por el poder. De hecho, ya en el campo (Más que en la
teoría), se ha observado como los mal llamados partidos evangélicos, ejecutan
esa estrategia. Para nosotros, es
indudable que, de esta tesis, deriva la posición de la Alianza Evangélica
Nacional, que ya hemos mencionado.
Inclusive, cuando se tocan este tipo de temas, la
ciudadanía tiende a tomar su “conocimiento general” en materia bíblica y citar
textos de la Escritura: Tal es el caso de las famosas
palabras de Jesús: “… dad al César lo que es del César y dad a Dios lo que es
de Dios” (El relato completo en: Mateo 22: 15 – 22. Marcos 12: 13 – 17. Lucas
20: 20 – 26)
Tradicionalmente, el creyente promedio ha
interpretado estas palabras, como una prohibición para que los cristianos
participen en política, sobre todo la partidista. Veamos si este argumento es
cierto: el razonamiento tradicional es: la esfera del César, es la
eminentemente política y a Dios corresponde la religiosa (oración, cultos o
Eucaristías etc.)
Tal forma de pensar no toma en cuenta el contexto
histórico en el que se desarrolla el pasaje: Israel era oprimido por el Imperio
Romano en tiempos de Jesucristo. Durante este periodo, se destacan dos
emperadores: César Augusto y Tiberio César, hijo del primero.
Tiberio César hizo de su padre un dios, tendencia
que se estaba profundizando en tiempos de Jesús. La divinización de César
Augusto encontró una fortísima oposición en Israel dada su fe (Éxodo 20: 3).
Sin embargo, los líderes de Israel en tiempos de Jesús, aceptaban en la
cotidianidad, la idea del César como dios, esto, para congraciarse con los
romanos.
Teniendo esto claro, resulta que lo que Jesús dice
es lo siguiente: “César no es Dios, por lo tanto, su autoridad no puede basarse
en postulados religiosos”. De esta interpretación se deducen varias cosas:
Primero: el texto en cuestión, no presenta ningún
obstáculo para la participación de los cristianos en política, tanto la
definida como social, como aquella definida como partidista.
Segundo: las y los cristianos, deben cuidarse de
dar las características de Dios a seres humanos (“Tal o cual candidato es
mesiánico”); conceptos (“El libre mercado nos salvará del subdesarrollo”); u
objetos (“Todo lo que tengo se lo debo al dinero”)
Tercero: Al igual que fue incorrecta la unión
entre el imperialismo romano y la dirigencia de Israel en tiempos de Jesús, y
que justificaba las injusticias, del mismo modo, es inaceptable la fusión del
poder político y las dirigencias religiosas, para fomentar la violencia y la
pobreza como tantas veces ha sucedido en la historia.
Súmese a lo antes dicho,
que el Dios de Jesús es un Dios que se interesa en la política social: desde
los tiempos del Éxodo, Dios escucha a los oprimidos y se presenta como el Dios
liberador del pueblo esclavizado (Éxodo 3: 7 – 8)
En el tiempo de los profetas, ellos anuncian a Dios
como el Dios de la justicia, con énfasis para los débiles y los indefensos. Los
profetas denuncian la religión que adormece al pueblo y lo hace desentenderse
de su realidad social. Se denuncia aquella religión que no tiene nada que ver
con la vida, el derecho, la justicia, y el perdón (Amós 5: 21 – 27. Isaías 1:
10 – 17. Oseas 6. Jeremías 7. Zacarías 7. Entre muchos otros textos)
Ya con Jesús, se habla a las gentes de una forma de
gobierno de Dios: el Reino de Dios (Marcos 1: 14 – 15). La gran pregunta es:
¿Qué significaba para Jesús el Reino de Dios?: en términos muy sucintos,
significa lo siguiente:
·
Liberación desde los pobres (Lucas 6: 20)
·
El cambio de valores en el ser humano para
encontrar el sentido de la vida (Lucas 7: 36 – 50)
·
Se llama a una transformación profunda del ser
humano (Conversión), que lo hace entregarse a los demás, construyendo la
justicia por medio de la solidaridad (Lucas 10: 25 – 37)
·
El Reino de Dios es una dinámica de relaciones
sociales. El Reino de Dios es una idea con una esfera política (El centro del
modo de convivencia es el servir: Marcos 10: 41 – 45).
·
Una economía que no acumula riquezas. La
economía que propone Jesús, es el compartir (Marcos 6: 35 – 44)
Para mayor evidencia del interés de Jesús en lo que
hemos definido como política social, basta observar su práctica, siempre
defendiendo a los débiles frente a los poderosos (Lucas 13: 10 – 17) y
liberando al pueblo de males concretos como la enfermedad, el hambre y la
muerte (Lucas 7: 21 – 23)
Esta práctica de Jesús es política, en el tanto,
tiene impacto público. Tan impacto público tiene, que los procesos a los que es
sometido Jesús para matarlo, tienen dos dimensiones: la religiosa (Ante el
Sanedrín) y la política (Ante Pilatos). Sobre este segundo proceso, se observa
como la acusación sobre Jesús, es el denominarse Mesías y el expresar la
subversión por toda Galilea (Lucas 23: 25) En síntesis: el mensaje del reino de
Dios predicado por Jesús, mostraba la contradicción en el accionar que dominaba
(¿Domina?) en la religión y la política.
Vale la pena detenernos aquí para extraer algunas
conclusiones parciales:
- Desde la perspectiva teológica, hay una división entre política social
y política partidista.
- La
interpretación del texto de: “dad al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios”, no implica ninguna prohibición de la participación de las
y los cristianos en la política, sea esta social o partidista.
- El
Dios de Jesús, es uno que se preocupa por la política social. esto queda
definido, no solo por el Pentateuco y los Profetas, sino, por el mensaje y
praxis de Jesús de Nazaret.
Hasta aquí, nuestro paciente lector o lectora
podría pensar: resulta que el creyente puede participar en política, pero el
énfasis de la práctica de Jesús, es sobre la política social, de donde cabe
preguntarse: ¿Con qué criterios puede participar el o la creyente en política
partidista?
Los valores que deben buscarse para ingresar en la
política partidista son los siguientes:
- La verdad: coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Se debe
valorar la relación entre gobernantes y gobernados, la transparencia en el
manejo de la administración pública, rechazo a aquello de: “El fin
justifica los medios”.
- El
Bien Común: como el conjunto de condiciones sociales que permiten y
favorecen en los seres humanos, el desarrollo integral de la persona.
Implica el respeto a las personas, el bienestar social y el desarrollo de
la sociedad, así como, la paz fruto de la justicia.
- La
justicia social: donde el trabajo de la colectividad, produce la
satisfacción de las necesidades sociales.
- Solidaridad:
el hacerse uno con el otro (El prójimo), es decir, ofrecer y concretar el
apoyo constante de quien lo necesite.
Mas hablando en otro orden de cosas, cuando se
abordan estos temas, se llega a exponer, bajo cuál modelo teológico, se puede
participar en política, aquí la teología Latinoamericana, de corte liberador,
juega un papel clave.
De manera muy resumida y a modo de información,
podemos decir que, en la base de la teología de la liberación, hay una
convicción, es decir, teológicamente hablando, una mística: el encuentro con
Jesús a través del pobre, entendiendo al pobre como toda clase de marginado y
explotado de la sociedad.
Conforme al Concilio Vaticano II, la participación
de los cristianos en política, trataría de llevar la buena noticia de Jesús a
los pobres y liberar a los cautivos. Esto conduce al igual que con Jesús, a una
práctica del proyecto de él (El Reino de Dios), que le lleva a denunciar los
sistemas sociales injustos y opresores, optando verdaderamente por los pobres y
oprimidos.
Si bien es cierto, para muchos teólogos de la
liberación, hay una unión entre la opción por los pobres y opción por el
socialismo, en justicia, debe decirse que, siempre se tuvo claro que la
vinculación entre vivencia de la fe y opción por el socialismo, era de carácter
instrumental e histórico, nunca esencial.
En este punto se debe ser claro, casi que hay que
retroceder a lo que son o eran, los programas de Cívica o Estudios Sociales, en
lo que refiere a las ideologías políticas: no hay “socialismo”, hay
“socialismos”, a saber:
-
El socialismo utópico (Del que derivan
estructuras propias de la Economía Social, como las cooperativas)
-
El socialismo científico o Marxismo (Que en
mucho ha encontrado digamos, reciclaje, en el mal llamado: “socialismo del
siglo XXI”)
-
El reformismo o socialdemocracia, donde se
supone se inscribe el PLN (Partido Liberación Nacional)
-
El socialcristianismo, donde se supone, se
inscribe el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) o el Partido Republicano
Socialcristiano (PRSC)
Esto nos lleva al escenario de: ¿Desde dónde
abordar el pensamiento cristiano en la política?: la respuesta para ello, es la
Doctrina Social de la Iglesia o una visión más histórico – crítica y
liberadora, sin embargo, desde nuestro punto de vista, estos abordajes no son
del todo excluyentes.
El Papa Juan Pablo II, luego de una etapa de
persecución y acosamiento a esta teología (La Latinoamericana de la Liberación),
abrió una nueva etapa de diálogo, al expresar en una carta a los obispos de
Brasil, que dicha teología es oportuna, útil y necesaria.
Ahora bien, delineemos la relación
entre política y fe cristiana, tal y como magistralmente quedó
establecida en la tercera carta pastoral del Obispo Salvadoreño, Mons. Oscar
Arnulfo Romero G. (1917 – 1980): “Iglesia y organizaciones políticas
populares”:
§
La fe no debe desentenderse de la política, pero
no se puede relacionar absolutamente la fe con una opción política.
§
Las organizaciones de índole política (Grupos de
interés, grupos de presión, partidos políticos), pueden recordar a la iglesia
los derechos cívicos. Pero los símbolos eclesiales (Eucaristía, procesiones
etc.) no pueden usarse para propaganda política.
§
No necesariamente ser cristiano es una condición
para luchar por la justicia en una organización popular. Lo importante es
respetar el valor humano y social de la persona. El cristiano debe confesar su
fe y debe usar los métodos que estén conforme a ella. Las realidades socio –
políticas pueden cambiar, mas para el cristiano, lo absoluto es la fe en Dios y
la exigencia de realizar la justicia según el Reino de Dios. La principal
lealtad del cristiano se debe a Dios y a los pobres, a los que se vincula
Jesucristo.
§
Debe realizarse paralelamente la práctica de la
fe y la práctica socio – política de la lucha por la justicia. Así se cumplen
las obras (La justicia del Reino de Dios) fruto de la fe. ésta no puede ser
manipulada para alcanzar fines políticos, por más justos que fueren.
§
No se puede obligar a las y los cristianos a participar
en un partido u organización política concreta. Se necesita criticidad para
distinguir entre las diversas opciones políticas. Debe tenerse en cuenta que no
todo cristiano tiene vocación política.
§ Los
sacerdotes y los laicos pueden realizar su llamamiento a la conversión, con
mayor eficacia y autenticidad partiendo de los pobres como lo hizo Jesús (Lucas
4: 18) Cualquier labor pastoral que pidan las personas o las organizaciones
populares, debe tener el objetivo de animar la fe y la justicia que ésta exige.
El sacerdote debe proclamar el mensaje bíblico cristiano: el amor de Dios Padre
a los hombres y el seguimiento de Jesús con el objeto de implantar el Reino de
Dios entre la humanidad. Si a un sacerdote se le pide un trabajo más allá de
este, deberá discernir con el Obispo su conveniencia. Los laicos comprometidos
deben ser muy cuidadosos a la hora de adherir a una organización popular. Si la
militancia les quita credibilidad y eficacia en su misión, deberá optar por su
labor en la iglesia o la organización popular, luego de discernir ante Dios.
II
Por otro lado, desde el
protestantismo, hay que decir, que el primer partido político en Costa Rica,
fue la Alianza Nacional Cristiana. Cuando se miran los planes y programas de
dicho partido, se observa que era un partido en lo político – económico,
eminentemente liberal, el tópico político – cultural, en aquellos tiempos no
tenía tanto peso.
De esta estructura, surgirá el
Partido Renovación Costarricense (PRC). De nuevo, este partido en lo político
–económico, tenía fuertes características liberales y en lo político –
cultural, conservador, esto basado en el fuerte personalismo de su fundador:
Justo Orozco. Es interesante que, en el seno de esta agrupación, se dirimió el
tema de permitir a los católicos ser parte de los cuadros dirigentes de la
agrupación.
Como puede verse, en la dinámica
de los denominados: partidos evangélicos, se presenta lo mismo que sucede a
nivel eclesial: una estructura que se divide y genera otra estructura: en el
caso del Partido Renovación Costarricense, criterios personales disimiles,
generarán el nacimiento del Partido Restauración Nacional (PRN). A ese momento,
entre los dos partidos, no se veían profundas diferencias ideológicas o programáticas.
De hecho, para ese momento, ya
había sectores, que buscaban darle contenido ideológico a este tipo de
partidos: es donde se habla del cristianismo social: el problema fue, que la
dirigencia o las dirigencias partidarias, no asimilaban este insumo ideológico:
se terminaba desde las curules hablando en la mejor jerga evangélica.
Así vendrán las elecciones de
2018 y la historia es conocida: el Partido Restauración Nacional, es parte de
la polarización, que lo hará actor junto al Partido Acción Ciudadana (PAC), de
la segunda ronda en esas elecciones. Aquí, no puede olvidarse que, ambos
partidos, usaron el tema religioso en sus campañas: solo como ejemplo:
dirigentes del PAC, argumentaban que votar por Restauración, podría “enojar a
la Virgen de los Ángeles”.
Luego de estos eventos, Restauración
Nacional, sufrirá una división, que dará origen a Nueva República…
III
Ahora bien, la polarización que
rompió el tejido electoral en 2018, sigue vigente, y esa vigencia, está
relacionada con las creencias y la forma en la que se asimilan los ambientes
políticos nacionales e internacionales. Es decir, está relacionada con lo que
se denomina cosmovisión. Y esa cosmovisión, es parte del plano subjetivo con el
que tomamos decisiones.
Por otra parte, desde hace mucho
tiempo, autores como Alvin y Heidi Toffler, hablaban de la “era de la
información”, otros hablaban o hablan de la “era del conocimiento”, pero en
estas categorías hay que hacer una distinción: el que haya información y se
tenga acceso a ella, no significa que se tenga conocimiento sobre ella.
Esto por cuanto, la información
es la base primaria para el ejercicio del análisis y la síntesis, lo que
generaría el conocimiento. El asunto hoy, es que, pese al conocimiento, las
personas escogen el creerlo o no creerlo.
Independientemente de ello,
dentro del “ideal” que tiene el electorado de los candidatos, se parte de la
idea de que los postulantes, tienen conocimiento de los problemas nacionales e
internacionales, así como, de las corrientes de pensamiento para solucionarlos.
Pero aparte de ese ideal, está la
realidad de la política, que implica la lucha por el poder y esa lucha, cubre
el hecho de la búsqueda de diferenciación, con el objeto de lograr la adhesión
de los votantes. En ese proceso, no se puede evitar el ataque entre los
políticos.
En este punto, no se puede
abrazar el absoluto idealismo: la realidad se impone: se puede tener un
discurso político propio, pero eso no significa que no se ataque a los
adversarios: si se observa la dinámica de Nueva República en este cuatrienio,
se mirará que, tanto el candidato presidencial, Fabricio Alvarado, como algunos
diputados de este partido, frente a las declaraciones gubernamentales, lanzan
constantes críticas ante la narrativa oficialista.
Asimismo, esto ha alimentado la
confrontación político – cultural entre “progres” y “partidarios evangélicos”:
la agresividad viene de los dos lados: los primeros generalizan la visión de la
religión en la política, primero, partiendo de la idea de una absoluta división
que en términos realistas es imposible, y, segundo, creyendo falsamente, que
solo hay una visión político – conservadora desde el cristianismo.
Desde esta visión “progre” y que,
nosotros consideramos “pseudo – progre”, se pierde de vista que el ser humano
es un ente bio – psico – social, y como tal, es religioso, es decir, busca
“religar” con una espiritualidad, que puede ser teísta (Con un “dios” o con
Dios) o una atea (Sin “dioses” o sin Dios)
Desde la perspectiva cristiano –
protestante, el problema es que, por lo general, se parte de una idea “exclusivista”
del cristianismo, es decir, “la única vía espiritual o religiosa válida es el
cristianismo – protestante” (Lo mismo sucede con el catolicismo tradicional o
conservador)
Otro problema radica en que la
participación política de los cristianos – protestantes, no usa una mediación
socio – política: pasamos a explicarnos: en el caso de los católicos, su
participación política tiene dos puentes, para pasar los valores de la doctrina
cristiano – católica, al escenario político.
Una es la Doctrina Social de la
Iglesia, que basada en la Teología Bíblica y la Tradición, aborda la palestra
social. La base de la Doctrina Social de la Iglesia, es el Derecho Natural. La
otra, en el modelo de la Teología Latinoamericana de la Liberación, es el
marxismo, el marxismo entendido como teoría social y no como doctrina política.
En el caso del protestantismo,
“en buena teoría”, esa mediación socio – analítica o socio – política, debía
ser la teoría base del “cristianismo – social”. Otra mediación sería el
sustento teológico del cristianismo “histórico – crítico”, a saber: a partir de
los estudios históricos – críticos, se plantea lo que ya hemos dicho: la
práctica y mensaje de Jesús, es el “Reino de Dios” y, ese Reino, tiene tres
bases: una política para el servicio, una economía para la solidaridad y una
cultura para la verdadera libertad, que es una cultura de servicio.
Pero al final, como también ya lo
hemos dicho: ni Renovación Costarricense (Que en este proceso electoral ni
siquiera logró la inscripción); ni Restauración Nacional, ni Nueva República,
han logrado una consolidación socio - analítica y menos ideológico –
programática.
En el caso del Partido Unidad
Social Cristiana (PUSC), el Partido Republicano Social Cristiano (PRSC), la
Alianza Demócrata Cristiana (ADC), y en buena teoría, el Partido Nuestro Pueblo
(PNP), tienen como base la Doctrina Social de la Iglesia. Aún más, desde esa
teoría, la democracia cristiana es más crítica en la política, que el
socialismo cristiano.
Inclusive, podemos ir más allá
para mirar el impacto del aspecto cultural – religioso, en el ámbito socio –
político:
-
El candidato del PAC, Welmer
Ramos, quien, en las internas, de las elecciones del 2018, presentó una visión
conservadora, ahora ha intentado “revestirse”, de “un discurso progre”, que tal
parece, no ha convencido a las bases sociales de voto de ese partido.
-
Fabricio Alvarado, en algunos
momentos, ha intentado separarse del discurso conservador, pero en la
propaganda, se une a éste (Por ejemplo, “la familia es la base de la sociedad);
de hecho, valga la aclaración: algunos analistas y comentaristas políticos, han
hablado de este partido y Renovación Costarricense, así como Restauración
Nacional, como agrupaciones confesionales: esto es equivocado: los partidos
confesionales, tienen como requisito inexcusable, el pertenecer a la religión
que profesa el partido. El único partido que fue confesional en Costa Rica, fue
el Unión Católica en el siglo XIX. Ya hemos expuesto que, el Renovación
costarricense, discutió el tema y en el caso de Restauración, la compañera de fórmula
de Alvarado, es católica.
-
El PUSC, el PRSC, la ADC (Alianza
Demócrata Cristiana) y el PNP, han perdido la oportunidad, de, basados en las
posiciones de Doctrina Social de la Iglesia, del Papa Francisco, poder “pescar
votación”, del centro a la izquierda del espectro ideológico.
-
El PRN (Partido Restauración
Nacional), parece haber perdido la base de movilización de las iglesias
evangélicas o pentecostales (Que parece estar de lado de Nueva República), a
esto hay que sumar la afectación a la imagen de ese partido, que le genera el
diputado Melvin Núñez, por su posición “anti vacunas”.
-
En esta ocasión, el PNG (Partido
Nueva Generación) y el PASE (Partido Accesibilidad sin Exclusión), no parecen
hacer tanto énfasis a elementos del discurso “cultural – religioso –
conservador”.
Como puede verse, el tema de las
vinculaciones o desvinculaciones, entre política y religión, no pueden ser
vistas de manera simplista, como lamentablemente se observa en muchos espacios,
de análisis y comentario político.