Reflexión de Navidad: Del Adviento a la Misa de la Noche (II)

 

Reflexión de Navidad: Del Adviento a la Misa de la Noche (II)

Ocean Castillo Loría.

 

 

Dicho todo lo anterior, pasemos al Evangelio de esta Misa: Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     1, 1-25

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David.
David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón; padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
Este fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no han vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.»
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.”.

 

Como puede verse, la parte de la Genealogía, fue el Evangelio del pasado 17 de diciembre, en principio, repetimos, lo que ya hemos dicho antes en esta reflexión (acápite II):

 

¿Qué elementos podemos extraer de esa lectura?:

 

1)      El autor del Evangelio, organiza a los antepasados de Jesús, en 3 grupos, liderados por Abrahán, David y Jeconías (Éste por ser el primer rey, después del destierro)

 

2)      El objetivo de la genealogía es mostrar que Jesús es descendiente de la Casa de David. Es decir, de la Casa de Judá, porque bien lo decía, la primera lectura que se nos proponía ese día: “No se apartará de Judá el cetro ni el bastón de mando entre sus rodillas, hasta que le traigan tributos y le rindan homenaje los pueblos” (Génesis 49: 10)

 

3)      Pero se va más allá, en las personas de la lista, se observa cómo Dios interviene en la vida. El culmen de esa intervención es el Emmanuel (“Dios con Nosotros”)

 

4)      El texto nos demuestra que el Hijo de Dios (“El Verbo hecho carne”, dice San Juan), se ha encarnado plenamente, en un pueblo concreto: Israel.

 

5)      Si se estudiase a profundidad (Cosa que no es el propósito de la teología pastoral de la lectura); nos daremos cuenta que, esos hombres y mujeres, no son santos: hay personas famosas y desconocidas, algunos ejemplos de honestidad y otros no.

 

6)      Se pueden observar rasgos, de “un principio de marginalidad”:

 

-          La promesa mesiánica, no comienza con el primogénito de Abrahán (Ismael), sino, con el menor: Isaac.

-          Ella no sigue con el hijo mayor de Isaac (Esaú), sino, con el menor: Jacob, quien le hace honor a su nombre: engañador, pues con trampas, le quita la primogenitura a su hermano.

-          Cuando se llega a la etapa de los reyes:

 

A)      David, es una mezcla de “santidad y pecado”.

B)      De ahí, la lista de reyes, es claramente decadente (Va de más a menos), de donde deriva el destierro a Babilonia.

C)      Quizás “podemos salvar” de esta tesis a Ezequías y a Josías: ¿El resto?: su “hoja de vida” muestra: idolatras, asesinos, libertinos.

D)      La crisis moral y religiosa puede ubicarse al final: desde el regreso del destierro, pero se llega a los nombres santos de José y María.

 

7)      En la lectura hay 5 mujeres: las primeras cuatro tienen “sus defectos”:

 

a)       Rut, es buena y religiosa, pero es extranjera (Ya sobre el tema de la discriminación humana, hemos reflexionado algo, en el acápite I, de esta reflexión)

b)      Raab, es una prostituta, de buen corazón, pero, al fin y al cabo, prostituta.

c)       Tamar, es una tramposa que engaña a su suegro Judá para tener descendencia (para conocer detalles, véase el capítulo 38, del libro del Génesis)

d)      Betsabé, quien comete adulterio con el rey David.

e)      María, quien sí es santa, madre de Jesús y esposa de José.

 

8)      De todo lo antes expuesto, se observa que Dios construye la historia de la salvación, pero contando con las personas, Jesús se ha hecho solidario con una humanidad, concreta, débil y que, en sus actos muestra la ruptura con Dios y con el prójimo.

 

9)      Quizás este año, en razón de la pandemia, caigamos en la cuenta, de que nosotros también somos esa humanidad débil y capaz de romper con Dios, con el prójimo, con la naturaleza misma, que no somos para nada santos, pero Dios nos da la gracia del tiempo de Navidad.

 

10)   Así como Dios no nos desprecia, nosotros, no podemos despreciar a nadie. Jesús ha venido a buscar y salvar “lo que se había perdido” (Lucas 19: 10); para nosotros, esto es un llamado a la confianza, de cara a los demás, una invitación a la tolerancia.

 

11)   Así las cosas, la humanidad es santa y pecadora. Del mismo modo, la comunidad de fe (La Iglesia), es santa y pecadora. Como puede verse, no se trata de mitificar la historia (Y esa desmitificación, la practicaremos más adelante en esta reflexión, con los relatos de la Navidad, conforme a Mateo y a Lucas); esta Navidad, debería ser un buen tiempo, para que las comunidades de fe católicas y las no católicas, hiciesen un examen de conciencia, para pedir perdón por nuestros pecados y recibir la gracia del perdón de Dios.

 

 

Ahora, profundicemos con otros elementos, que no tocamos en el acápite II:

 

-          Comenzar el Evangelio diciendo: “Genealogía de Jesucristo” o “Libro de la genealogía de Jesucristo”, tenían un significado especial para la audiencia judía del Evangelio, cuyo linaje estaba ligado estrechamente a los pactos de Dios con Israel.

 

-          Véase que el texto dice: “Genealogía de Jesucristo…”: esta expresión aparece solo dos veces en este Evangelio, esta es la primera ocasión, la segunda, será en el capítulo 16, versículo 21 (Cuando Jesús comienza a anunciar su Pasión); con ello, se subrayan tesis fundamentales de este Evangelio: la confesión de Pedro (Mateo 16: 16) y la resurrección (Mateo 28); pero aquí hay un argumento más importante: desde el principio de su Evangelio, Mateo afirma que Jesús es el Mesías (El Cristo); Jesucristo es un nombre compuesto: Yeshua, Josué, Jesús (“Yahvé es salvación”. Significado que veremos en el versículo 21, de esta lectura) y Cristo, que es la traducción griega del hebreo “Mesiah” (Mesías), que significa “Ungido”.

 

-          El nombre de “Cristo” es usado 368 veces en el Nuevo Testamento, hablando históricamente, la Iglesia se “da cuenta” del mesianismo de Jesús, 30 años después de que nació de María. Luego Dios lo hace Señor y Cristo (Hechos 2: 36)

 

-          Esto de “darse cuenta”, es importante: para sus coetáneos, Jesús era un pobre, digamos, carpintero, aun antes y lo veremos en las narraciones de la Navidad de Mateo y Lucas, lo que vieron y lo que vemos nosotros es a un niño pobre, en un comedero de animales. Pero conforme a los designios de Dios, Jesús ha de reinar por siempre en la casa de Jacob, como heredero del trono de David (Hacemos eco aquí a una idea de Matthew Henry)

 

-          De seguido el texto dice: “…hijo de David…”: no olvidemos que este es un título mesiánico, que aparece varias veces en este Evangelio (El de Mateo); aprovechemos este título mesiánico, para decir algo más: el Mesías es el Ungido, ungido ¿Por quién?: por el Espíritu Santo. ¿Y bajo qué roles es Ungido?: como profeta, para traer conocimiento y verdad (Deuteronomio 18: 15); como sacerdote, para ofrecer el sacrificio y revocar la culpa (Salmo 110: 4); y como rey, para gobernar, guiar y reestablecer el reino de justicia (Zacarías 9: 9); el título de “Hijo de David”, se usa 9 veces, con relación a Cristo en el Evangelio según San Mateo. Hablar primero de David que de Abrahán en la genealogía, es deliberado: Mateo quiere comunicar claramente la identidad de Jesús como rey.

 

-          Hemos dicho que: El autor del Evangelio, organiza a los antepasados de Jesús, en 3 grupos, liderados por Abrahán, David y Jeconías (Éste por ser el primer rey, después del destierro); pero esto nos permite presentar un punto histórico: los judíos, sobre todo después del destierro, daban gran importancia a las listas de antepasados o de descendientes (Genealogías); en esta línea, la incorporación del nombre del padre, reemplazaba lo que para nosotros sería el apellido: terrenalmente, Jesús es “ben Yosef” (Hijo de José), por lo que se conservaba escrupulosamente, la lista aprendida de memoria (De nuevo el tema de la memoria, como lo hablábamos en la segunda lectura), de sus antepasados y su lugar de origen.

 

-          Aquí caben otros argumentos históricos para legitimar la genealogía de Jesús, según San Mateo:

 

a)       Los judíos de la línea de David, preservaron con gran detalle sus genealogías porque sabían, por las profecías del Antiguo Testamento, que uno de sus descendientes sería el Mesías.

 

b)      Los descendientes de David también tenían el privilegio de suministrar leña para el altar de Jerusalén; por ello, llevaban registros cuidadosos para demostrar la ascendencia davídica y salvaguardar sus privilegios. Tanto el historiador Josefo, como los textos rabínicos, sugieren que los archivos genealógicos, se mantenían en los registros públicos.

 

-          Esta genealogía, consta de 42 nombres, no es completa (Solo una prueba de ello, es que, en la lista, se nombra a Aminadab, quien era suegro de Aarón, hermano de Moisés. Entre Aminadab y Fares, transcurre mucho tiempo, igual que, entre Aminadab y David), pero forma un número simbólico bien equilibrado: tres veces 14 (Una hipótesis es que estas series de 14 nombres, están relacionados con David, en tanto, el valor de las letras del nombre de David, en números, según el uso hebreo es 14: d = 4, v = 6, d = 4. Eso sí, la última generación, tiene 13 nombres), y catorce es el doble de 7: y sépase o recuérdese que, en numerología bíblica, este número representa perfección. Así las cosas, una conclusión sobre la construcción de la genealogía, es que resulta claramente artificial.

 

-          Por otro lado: los escépticos, a menudo señalan que las genealogías de los Evangelios de Mateo y Lucas, están totalmente en conflicto. Pero para ello, puede haber varias razones. Algunas ya las hemos expuesto, otras no:

 

A)      Mateo registró el linaje de José.

B)      Esto es clave para demostrar la legalidad necesaria no solo de descendencia, sino, para levantar herederos legales, a través de varias prácticas del Antiguo Testamento.

C)      Ya hemos dicho que la genealogía no es completa, pero esto es totalmente aceptado para los estándares del mundo antiguo. Además, hay otras variantes textuales, como los nombres, que, al ser traducidos de un lenguaje a otro, a menudo tomaban diferentes deletreos y eran entonces confundidos fácilmente con nombres de diversos individuos.

 

-          Con esta genealogía, Jesús queda inserto en la historia, con los 3 grandes grupos que ya hemos mencionado, pero esos 3 grupos, también reflejan 3 grandes periodos: antes de los reyes, el tiempo de los reyes y después del retorno del Exilio.

 

-          Muchos libros de la Biblia, se esmeran en demostrar que los acontecimientos o los personajes de que hablan se arraigan en la historia anterior, pues toda la Biblia saca su fuerza de una continuidad de la historia y de la fidelidad de Dios a sus promesas (Recuérdese la segunda lectura); ese es el sentido de esta genealogía. En este marco, podemos dar un paso más: Mateo imita las genealogías de los libros del Génesis (De hecho, al comenzar el Evangelio, usa el lenguaje de Génesis, la palabra que se traduce por “genealogía”, es el vocablo griego “genesis” y también es el título de la traducción griega del libro del Génesis) y Crónicas (Surge una hipótesis: Mateo, pudo haberse basado para la construcción de su genealogía en 1 Crónicas 3: 10 – 14, ya que ambas listas omiten a varios reyes, que están en las narraciones del libro de los Reyes y del propio Crónicas.)

 

 

-          Esto conduce a una hipótesis: cuando el Evangelio de Mateo, habla, en muchas traducciones de “Libro de la genealogía de Jesucristo”, no solo refiere a la lista de antepasados, sino, a todo el Evangelio: la narración de un nuevo comienzo, con la llegada del Mesías y del Reino de Dios)

 

-          Dos de los grupos de antepasados, están liderados por David y Abrahán: se menciona aquí a los dos más importantes: al segundo, Dios le había hecho promesas de bendición para sus descendientes y para todas las naciones (Así, en la Navidad, recibimos la concreción de la promesa de esa bendición: Génesis 12: 3 y Gálatas 3: 14); por otro lado, ya hemos visto que, las promesas hechas a David, alimentaban la esperanza mesiánica de Israel (Isaías 11: 1 – 5). Por otro lado, debe saberse o no olvidarse, que Mateo escribe para los cristianos judíos, por lo que, es importante que Jesús quede identificado de esta manera. Súmese aquí un punto histórico: la familia de Jesús (Empezando por María), eran parte de la Iglesia Primitiva, por lo que reafirmaban la ascendencia Davídica de Jesús. Pero, además, hablar de Abrahán y de David, implica que Jesús es importante para los judíos (el segundo) y para los no judíos (el primero); así las cosas, Jesús desciende de Abrahán y de David, por línea directa y por promesa.

 

-          Este tema de la promesa, es fundamental: Jesús es Hijo de David, sobre el que está el principado. Jesús, es Hijo de Abrahán, porque por su muerte y su resurrección bendice a las naciones (Esta idea, hace eco de la tesis de Matthew Henry)

 

-          Adicionalmente, Abrahán es fundador del Israel – Nación, Jesús será el fundador del Israel – espiritual, es decir, nosotros, la Iglesia.

 

-          Como lo veremos en el punto siguiente, en la Genealogía de Mateo, las influencias extranjeras, vienen de las mujeres (Conste que, la mención de mujeres es sorprendente en genealogías semitas, por lo que se mira el mensaje de que la obra de Dios, no se limita a los hombres. Además, cabe la hipótesis, de que las mujeres sean extranjeras, insinúa el universalismo del Mesías), pero en este Evangelio, el centro de la ascendencia de Cristo, es la israelita. Por lo tanto, Jesús entró a la historia cuando la tierra de Israel, estaba controlada por Roma y era considerada como una avanzada insignificante del vasto y majestuoso imperio romano. La presencia de los soldados romanos en Israel, dio a los judíos paz (La conocida Pax Romana), pero a costa de la opresión, injusticia e inmoralidad. A esta clase de mundo, llegó el Mesías prometido (Sobre esto volveremos más adelante)

 

-          En la Genealogía, hay 4 mujeres entre los antepasados de Jesús: ya hemos hablado un poquito de ellas, pero sus historias, muestran las vicisitudes dela historia humana y la providencia de Dios, en la preparación de la venida del Mesías. Una vez más: de ellas, 3 son claramente extranjeras, Betsabé (Madre de Salomón), posiblemente era israelita, pero estaba asociada a extranjeros: los hititas (Por ser esposa de Urías)

 

-          Hemos dicho que: la lista de reyes, es claramente decadente (Va de más a menos), de donde deriva el destierro a Babilonia. Se habla de Jeconías: rey de Judá en el 598 a. C. cuando los primeros israelitas fueron llevados cautivos a Babilonia, este rey es también llamado Joaquín. Esta etapa de los reyes, tiene un detalle que llama la atención: la sucesión alternante de reyes piadosos y malvados que gobernaron Israel.

 

-          Este es un punto clave de esta genealogía: Mateo opta por la sucesión dinástica o en todo caso, por la descendencia legal.

 

-          Volviendo a la etapa de los reyes, hemos dicho que: La crisis moral y religiosa puede ubicarse al final: desde el regreso del destierro, pero se llega a los nombres santos de José y María. También hemos dicho en este trabajo que: Es por San José, que Jesús “viene de la casa de David”; además como padre – adoptivo del niño, tiene derecho a ponerle el nombre (Aquí cabe otro elemento histórico fundamental: en el Israel del siglo I, no hay distinción entre padre carnal y padre adoptivo, los derechos y deberes del padre, los cumple éste, independientemente de la forma en que llega a la paternidad)

 

-          Habíamos dicho que: María, sí es santa, madre de Jesús y esposa de José. Pero en honor a la exactitud, cabe observar que: Mateo intencionadamente, no llama a María esposa de José, sino todo lo contrario: José, esposo de María. Con esto se protege el nacimiento virginal de Jesús (Esto es fundamental para la fe cristiana en general y para la católica en particular. El asunto se torna contundente, cuando el que plantea explícitamente esta tesis, es un teólogo pentecostal: Donald C. Stamps, autor de la Biblia de Estudio Pentecostal, conocida también como: Biblia de Estudio Vida Plena)

 

-          Hemos dicho que: Si se estudiase a profundidad (Cosa que no es el propósito de la teología pastoral de la lectura); nos daremos cuenta que, esos hombres y mujeres, no son santos: hay personas famosas y desconocidas, algunos ejemplos de honestidad y otros no. Jesús se arraiga en la humanidad, al cabo de siglos de una historia marcada por el pecado y también por la esperanza. Mateo no hace ningún esfuerzo por esconder ni escándalos ni pecadores. Al contrario, los destaca.

 

-          Salvo María, todos los parientes de Jesús, necesitaban un Salvador, si Dios en su gracia, quiso usar personas pecadoras ¡Cuánto más, puede bendecir y usar a los pecadores que son testigos del impecable sacrificio, y que creen en Él hoy en día!

 

-          En esta Navidad debemos entender que, todos somos solidarios de Cristo por la sangre (En tanto, seres humanos), antes de serlo por la fe. En esta Navidad, la historia de nuestro tiempo, tanto como la vida de nuestras familias, prepara la segunda venida de Cristo.

 

-          ¿Quién al hacer esta lectura se sentirá excluido de la familia de Jesús? ¿Quién no se sentirá llamado a participar de la plenitud de las promesas de Dios que se han hecho carne en un miembro de nuestra familia humana?

 

-          Una historia refuerza el punto anterior: unos misioneros, trabajaron en una tribu de Papúa, Nueva Guinea, esto lo hicieron durante años, pero ningún nativo se hizo cristiano. Los misioneros habían traducido la mayoría del Nuevo Testamento, pero ni así, había conversiones. Por fin tradujeron la parte que consideraron menos importante: la genealogía de Jesús. Casi de inmediato, la comunidad entera, aceptó a Cristo. Cuando los sorprendidos misioneros preguntaron al jefe de la tribu, por qué, ese pasaje de la Escritura, había ejercido tal impacto, él respondió: “Miren su linaje; él debe ser tan importante como ustedes dicen que es”. 

 

-          Con esta lectura podemos rezar por la unidad delos pueblos, para que todos nos sintamos miembros del pueblo de Dios. Recemos también por la dignidad y el rol de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.

 

-          También podemos orar diciendo: “Señor Jesucristo: gracias por incluirme a mí, pecador, entre quienes viniste a salvar. Amén”.

 

-          Aprovechemos la Navidad, para realizar algún gesto que exprese cómo todas las personas que nos rodean, sean o no cristianos, son parte del pueblo de Dios. 

 

 

Dicho todo lo anterior, entremos en la reflexión, en torno al relato del nacimiento de Jesús, según San Mateo: “Este fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no han vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.»
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.”.

 

Antes de entrar en el detalle de los relatos, cabe destacar elementos fundamentales en ellos:

 

-          Jesús nace pobre y desvalido: el rostro que Dios nos presenta es de debilidad y silencio. Dios es el Dios de los pobres y los oprimidos.

-          Su nacimiento nos trae alegría, pero esa alegría no deja de estar en medio de dificultades. Nuestras dificultades: individuales y sociales, no nos deben quitar la alegría, de la verdadera Navidad.

-          Al niño Jesús, se le reconoce por su situación de pobreza: uno de los grandes pecados que cometemos, es asociar la Navidad con el consumo desenfrenado. La verdadera Navidad, se debe vivir en la humildad (Pobreza de espíritu, totalmente dependientes de Dios) y haciendo conciencia, de que debemos liberarnos del egoísmo y del poder, el placer y el tener.

-          Estamos celebrando el nacimiento del Mesías (Isaías 9: 6)

-          Estamos celebrando el nacimiento del Hijo de Dios (Lucas 1: 32. 35)

-          Estamos celebrando el nacimiento de nuestro Salvador (Mateo 1: 21)

-          Estamos haciendo memoria, que nació en Belén de Judea, en cumplimiento de las profecías (Miqueas 5: 2; Mateo 2: 4 – 6)

-          Estamos haciendo memorial (Haciendo presente), de lo que decimos en el Credo: “… fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen” (Isaías 7: 14; Mateo 1: 22 – 23)

-          Estamos afirmando, como lo dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “…Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre” (Catecismo, numeral 464) en el protestantismo (Salvo algunas sectas), se cree igual: Jesús vino al mundo, en un cuerpo humano real (2 Juan, versículo 7), sin dejar de ser Dios (Isaías 7: 14; Mateo 1: 23)

 

Por otro lado, tanto el relato de San Mateo, como el de San Lucas tienen elementos en común:

 

a)       La intervención de un ángel mensajero de Dios.

b)      La revelación de la maternidad de María, por obra del Espíritu Santo.

c)       El nombre de Jesús.

 

Adentrémonos ahora, en el texto de San Mateo: Dice San Mateo 1: 18: “El origen de Jesucristo fue este: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José…”. El matrimonio judío constaba de 3 pasos:

 

a)       Las dos familias se ponían de acuerdo en la unión.

 

b)      Se daba a conocer públicamente. Aquí se da el compromiso del que habla el texto (“Eruzin”, en hebreo). Este compromiso (De un año), implicaba una gran obligación legal y no podía romperse sin divorcio formal (De hecho, al prometido se le llamaba “marido”. Génesis 29: 21; Deuteronomio 22: 23 y siguientes). En otras palabras, el compromiso cubría prácticamente el matrimonio, lo que quedaba después de la ceremonia, era que la pareja viviera junta (La prohibición de tener relaciones sexuales durante el compromiso, era fortísima en Galilea, donde la moral era más rígida que en Judea. Según San Juan Crisóstomo, San Ambrosio y San Jerónimo, esta es la situación de María y José al momento de la concepción de Jesús). Esto también refleja un tema cultural, que se seguía viviendo en el siglo I: el tremendo machismo en Israel. La mujer debía siempre, pertenecer a un hombre: el papá, el esposo, el hijo (En caso de ser viuda)

 

 

c)       La pareja se casaba y comenzaba a convivir (“Nissuin”, en hebreo, que significa introducción. Este evento, podía darse hasta con una fiesta que duraba varios días, propiamente 7 días).

 

Desde la teología bíblica católica, este texto tiene un punto interesante: “El origen de Jesucristo fue este: María, su madre…”: véase que se resalta la maternidad de María, no la paternidad de José. Éste no es el padre carnal de Jesús. Pero Jesús, es descendiente de David e Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo (Punto aparte de la visión legal de la época, como lo hemos expuesto antes)

 

Sigue este versículo: “…pero antes que vivieran juntos, se encontró encinta (María), por el poder del Espíritu Santo”. Este tema del embarazo por el poder del Espíritu Santo, lo profundizaremos al reflexionar en torno al relato de San Lucas. Por ahora solo daremos un dato histórico: para algunos teólogos, la Virgen es Santificada por el Espíritu (San Cirilo de Jerusalén), será más tarde (Quizás con San Francisco de Asís), que se mire a María como “esposa del Espíritu Santo”. Por otra parte, el texto dice que María “concibió”, otras traducciones de la Biblia (Por ejemplo, en la Reina – Valera revisada), dice: “…se halló que estaba encinta…”: esta palabra: “halló”, nos refleja que, para José, esto fue un golpe, en ese momento, José no sabía nada del Espíritu Santo como responsable del embarazo. María llevaba unos cuatro meses de embarazo, tres de los cuales, según el relato de San Lucas, los había pasado con su prima Isabel (Lucas 1: 36 y 56)

 

San Mateo 1: 19: “José, su marido, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto”: El texto dice que José, era un hombre justo, es decir, era un cumplidor de la Ley, en el modo de hablar hebreo, era “un hombre santo”.

 

Profundicemos en esto, de que: “…José era un hombre justo…”: la palabra griega para “justo”, es “diakaios”, la que implica que José no era un cumplidor, digamos “ciego” de la ley, sino, que era piadoso en la sana observación de la ética y la moral de la legislación judía. Para lograr tal objetivo, se debe ser santo (Y por tanto justificado de sus pecados, en este caso, por el cumplimiento de los sacrificios del templo)

 

Conforme a la ley, José podía denunciar lo que parecía lógico: María había roto el compromiso adulterando con otro hombre, que la había dejado embarazada, esto tenía un castigo. Veámoslo:

 

“Si una muchacha virgen es prometida de un hombre, y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, serán llevados los dos ante el tribunal de la ciudad, donde serán condenados a morir apedreados: la joven por no pedir socorro estando en plena ciudad, y el hombre por deshonrar a la mujer de su prójimo. Así acabarán con el mal que haya en medio de ustedes”. (Deuteronomio 22: 23 – 24)

 

La separación en secreto, es evidencia de que José no quería que María muriese apedreada (¿María ya le habría contado, lo que nos relata el Evangelio de San Lucas?). Pero a su vez, quería cumplir la Ley, pero no desea el divorcio público, dicho sea de paso, en buena teoría, la lapidación mandada por el Levítico, ya no se practicaba, por lo que la separación en secreto, era lo normal. Inclusive, José podía alegar cualquier razón para aplicar el divorcio (Tales razones podían ser del tipo: “no sabe cocinar”) y separarse de María.

 

Conforme a la costumbre del siglo I, si ella aceptaba su falta, podía ser juzgada en privado con dos testigos, el tribunal sería conformado por tres rabinos, con este requisito cumplido, podría obtener el divorcio.

 

Una vez más: José quiere cumplir la Ley, pero ante María, no le desea la muerte: esto es significativo para nosotros: qué es más importante: ¿la Ley o la realidad de las personas?: en el Evangelio según San Mateo, la justicia es el solidarizarse con el otro (Compadecerse) y el ser misericordioso.

 

 Aquí se abre otro punto: ¿Dudaría José de la fidelidad de María? (Es lo más humano, el teólogo Justino, en el siglo II, será partidario de esta tesis), ¿Estaría seguro José, de que en todo el asunto hay un “Misterio” que no puede comprender, pues no duda de María? (Esto es lo teológicamente más santo, algunos teólogos católicos optan por este camino, tomando en cuenta que un “Misterio” teológico, no es algo que está escondido, sino, que es algo, que está por encima del intelecto humano. En esta línea, se ubica el teólogo Orígenes)

 

En esta segunda línea (La del “Misterio”), José está ante lo reverente de la acción de Dios, al no entender, teme y de un modo u otro quiere huir (Inclusive, es interesante cómo, en las notas de la Santa Biblia. 23 edición. Ediciones Paulinas. Madrid. España. 1964.  Se dice que, José decide enviar en secreto a María, a casa de sus padres) Esta huida o más bien, deseo de huida, lo observamos en las vocaciones de las grandes personalidades del Antiguo Testamento.

 

 Estamos pues, con ese: “decidió separarse de ella en secreto”, ante la “vocación de José”: él, ante el Misterio de la salvación, temiendo, queriendo huir, termina al servicio de la voluntad de Dios. Ese servicio será encubrir el Misterio, proteger al Emanuel, hasta que llegue su hora. Esto es tan cierto, que en Nazaret nadie consideraba a esa familia como diferente.

 

Conste que esa vocación se desenvuelve en medio de un problema: hay algo extraño en su relación con María. El embarazo les genera un inconveniente, José no lo ha engendrado…

 

Versículo 20: “Ya había pensado hacerlo así (José, separándose en secreto), cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, descendiente de David, no tangas miedo de tomar a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo’”.

 

De nuevo, aquí nos encontramos el punto de contacto entre los relatos de San Mateo y San Lucas: el Espíritu Santo. Vale aquí, entrar en una definición de teología sistemática: ¿Quién es el Espíritu Santo?: la tercera persona de la Santísima Trinidad y representa el poder de Dios que obra en el mundo.

 

Detengámonos en un detalle: “…un ángel del Señor se le apareció…”: en los textos antiguos, cuando se habla del “ángel del Señor”, se hablaba de Dios mismo, pero conforme avanza la revelación, este concepto del “ángel del Señor”, se separa de la persona de Dios, este ángel, resulta un mensajero celeste, que aparece con frecuencia en los evangelios de la infancia.

 

Veamos otro detalle: “un ángel del Señor se le apareció en sueños…”: en el Antiguo Testamento, Dios muchas veces, daba a conocer sus designios en sueños (Un ejemplo clásico es el del patriarca José, en el libro del Génesis), esto también lo veremos en el Nuevo Testamento (Exclusivamente en el Evangelio de San Mateo). Pero la aparición del ángel, es evidencia de lo milagroso del nacimiento de Jesús (Es un acontecimiento sobrenatural, más allá de la razón y la lógica humanas)

 

Sigamos en este versículo: “…y le dijo: ‘José, descendiente de David, no tangas miedo de tomar a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo’”.

 

Veamos primero, un pequeño gran detalle de traducción, el texto que se lee en muchas Misas, dice: “…no temas recibir a María…”. En la cita que acabamos de hacer, dice: “…no tangas miedo de tomar a María…”; en la Sagrada Biblia, traducida por Petisco y Amat, dice: “…no temas retener a María…”: esta palabra retener, supone que los dos esposos vivían ya bajo el mismo techo y que habían celebrado el matrimonio, cosa que, a la luz de los estudios histórico – críticos, sabemos que no es así. 

El ángel le habla para disiparle dudas: ‘José, descendiente de David, no tangas miedo de tomar a María por esposa…’ y para explicar el origen del embarazo: ‘…porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo’. Pero también aquí hay un pequeño gran detalle: el ángel le dice: ‘José, descendiente de David…’. Así se confirma que José, es del linaje regio de David.

 

En este marco, el teólogo Sebastián Bartina, Jesuita y especialista en Ciencias Bíblicas, ha expresado que San José era heredero legal del rey David, por ser descendiente directo, le correspondían los derechos reales. La familia real de José fue a esconderse a Nazaret, huyendo de Herodes, el usurpador del trono, que no era de raza judía, sino Idumeo.

 

Veamos el origen del embarazo: ‘…porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo’. Cuando Jesús nace, responde la petición de todo un pueblo, los profetas lo habían prometido por largo tiempo. Nace enteramente de la gracia, nace enteramente de la promesa.

 

Ya lo diría el teólogo protestante Matthew Henry: “El Espíritu Santo que, como agente ejecutivo de la Trina Deidad, llevó a cabo la creación del mundo ha producido ahora al Salvador del mundo, y le ha preparado un cuerpo, como se le había prometido cuando dijo: ‘He aquí que vengo’ (Hebreos 10: 5). Es el Hijo de Dios, pero al mismo tiempo participa de la sustancia de su madre hasta el punto de ser llamado ´el fruto de su vientre´ (Lucas 1: 42)”.

 

No podemos dejar de subrayar, que Henry, pese a ser protestante, expresa muy bien una tesis eminentemente católica: “…al mismo tiempo participa de la sustancia de su madre hasta el punto de ser llamado ´el fruto de su vientre´ (Lucas 1: 42)”

 

Versículo 21: “’María tendrá un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados’”: en nuestras traducciones de la Biblia al español, el nombre del hijo de María, es Jesús, que es una forma griega (Lo mismo que Josué), del hebreo Yeshúa (O Yeoshúa), que significa Señor (Yahvé) salva.

 

Martín Lutero, fundador del protestantismo, nos dirá algo más sobre el origen del nombre de Jesús: este nombre viene de la voz hebrea “hosia”, esta significa: “ayuda” o “prestar auxilio”, es decir, Jesús es nuestro ayudador, nuestro auxiliador.

 

No es extraño que los nombres de Jesús y Josué, fueran comunes en Israel (El historiador Josefo, aludió a docenas de hombres con el mismo nombre. En esta línea, es interesante que el teólogo Michael J. Wilkins, llegará a decir que a muchos varones se les daba ese nombre, pues, representaba una esperanza simbólica en la promesa de que Dios enviaría salvación a través del Mesías que purificaría a su pueblo y lo salvaría de la opresión), en el Antiguo Testamento, el nombre “Josué”, aparece dos veces: primero, con el gran líder de Israel, después de Moisés, que condujo al pueblo a la tierra prometida; este Josué es una figura de Jesús, que guía a los creyentes desde sus opresiones a la libertad. Solo como ejemplo: Por petición de Josué, el sol se detiene (Josué 10: 12 – 13), cuando Jesús vence a la muerte, el sol queda cubierto (Mateo 27: 45); El segundo Josué del que habla el Antiguo Testamento, es un sumo sacerdote (Zacarías 6: 11 – 12)

 

Nuestro Jesús, es liberador y sumo sacerdote (Hebreos 7: 25), sus precursores en el Antiguo Testamento murieron, pero él vive para siempre (Hebreos 13: 8); como podemos ver, el nombre del hijo de María es esencial, pues refleja su carácter: Salvador. Esto es claro en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

 

En esta línea observemos: ‘…Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados’: ¿Qué es el pecado?: es la ruptura con Dios, con el prójimo y con la ecología misma. Este tema y definición del pecado, son claves para la teología de la salvación: en ese modelo, el pecado es el peor enemigo del ser humano, pues destruye su alma y su vida.

 

Aquí cabe otro elemento, muy resaltado en la teología de la salvación: Jesús viene a la tierra a salvarnos, porque nosotros no podemos hacerlo, no podemos librarnos de las consecuencias del pecado. Este punto es clave en nuestro tiempo: por más buenos que seamos, no podemos eliminar la naturaleza pecaminosa presente en nosotros (El pecado original); solo Dios (Jesucristo), puede salvarnos. En esta Navidad, se nos presenta la oportunidad de dar gracias a Jesucristo por venir a salvarnos, pidámosle en este tiempo, que tome el control de nuestra vida, solo así surgirá una nueva humanidad.

 

Acabamos de decir que: el nombre es esencial, pues refleja el carácter del hijo de María: Salvador. Esto es claro en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Jesús muere por nuestros pecados (Su muerte es expiatoria), por el Espíritu Santo, aceptamos los creyentes esta gracia de Dios, por ella, somos liberados de la culpa y esclavitud del pecado (Juan 8: 31 – 36); de este modo somos parte de ese pueblo, que Jesús salva.

 

Cuando Mateo dice que Jesús ‘…salvará a su pueblo de sus pecados’, misteriosamente, no solo habla de los judíos, habla de nosotros los gentiles. Él nos abre la puerta a todos los que se le acercan y reciben el conocimiento de su identidad. Adicionalmente, ha de decirse que, esa salvación es espiritual, en oposición a la visión político – nacionalista, que también se tenía del Mesías. Conste que, en el Antiguo Testamento, se dice que esa salvación espiritual, la hará Dios mismo, con lo que se reconoce que el niño Jesús, es Dios.

 

Entonces: ¿Qué podemos decir sobre el nombre de Jesús?:

 

1)      Es el nombre sobre todo nombre (Filipenses 2: 9)

2)      Solo en él hay salvación (Hechos 4: 12)

3)      Al pedir en su nombre, se nos responderá (Juan 14: 14)

4)      En su nombre debemos reunirnos (Mateo 18: 20)

5)      En su nombre se predica (Lucas 24: 47)

6)      En la Iglesia, por su nombre se disciplina a los infieles (1 Corintios 5: 3 – 5)

7)      Por este nombre se sufre persecución (Hechos 5: 41)

8)      Ante este nombre, toda rodilla se doblará (Filipenses 2: 10 – 11)

9)      Una vez resucitado, ese nombre permanece (Hechos 22: 8)

10)   El nombre de Jesús es todo para los creyentes:

a)       Dios refleja el carácter de Jesús en su nombre.

b)      El gran poder del nombre de Jesús, fue anunciado por el ángel. Él salvará a su pueblo, él salvará:

 

-          De la culpa del pecado.

-          Del poder del pecado (Romanos 7: 24 – 25)

-          Del juicio venidero (Juan 3: 36)

-          Cuando él vuelva, nos dará un cuerpo incorruptible.

 

También en el versículo 21, vemos diversas funciones del Señor:

1)      Salvador, para salvar y santificar (Mateo 1: 21)

2)      Redentor, para liberar del pecado y de las actitudes erradas (1 Pedro 1: 18 – 19)

3)      Mediador, para unir (1 Timoteo 2: 5)

4)      Sumo Sacerdote, para interceder por nosotros (Hebreos 7: 24 – 25)

5)      Cabeza, en todo tiene la preeminencia (Colosenses 1: 18)

6)      Rey, para reinar (Juan 18: 33 – 37)

7)      Juez, para juzgar (Hechos 17: 31)

 

Por otro lado, nótese que el ángel le dice a José, cuál es el rol que tendrá en el Plan de Dios: “…le pondrás por nombre Jesús…”. Ponerle el nombre, significa que José, recibirá a Jesús como hijo suyo (Esto es, como decir en nuestros tiempos, que José firma la partida de nacimiento de Jesús). Jesús resulta hijo legal de José, por tanto, al ser éste parte de la familia real de David, Jesús resulta rey de Israel, no solo espiritualmente, sino, legalmente. En la mentalidad bíblica, el padre legal, era el verdadero padre, hubiera procreado físicamente o no, al hijo.

 

He aquí la santidad de José: no cuestiona la explicación del ángel, no hizo preguntas, obedeció al ángel… esta intervención del ángel, ilumina y motiva la relación de María y José con Jesús…

 

Versículo 22 y 23: “Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: ‘La virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrán por nombre Emanuel’”. En este versículo se observa una de las características propias del Evangelio según San Mateo, él, planteará profecías que se cumplen en Jesucristo (Esto lo hace once veces Mateo en su Evangelio); una razón para ello, es que los receptores de su Evangelio, eran judíos – cristianos, a los que se les presenta como Jesús, es cumplimiento de las promesas dadas a Israel.

 

Esta profecía es de Isaías (Isaías 7: 14) y originalmente, estaba dirigida al rey Ahaz, anunciándole el nacimiento de un niño, como señal de que la tribu de Judá, sería liberada del enemigo (Es interesante que Ahaz, duda de la profecía en su momento, José de Nazaret no dudará). El texto original de Isaías, habla de una joven que quedará embarazada; aquí cabe un dato histórico, la Biblia (Antiguo Testamento), que usaban los primeros cristianos, era una traducción del hebreo al griego, llamada Septuaginta o “Biblia de los 70”.

 

En esa versión, la palabra hebrea “joven” o “muchacha” (“almah”, doncella casadera), queda traducida como “virgen” (La palabra griega “parthenos”) San Mateo, hace referencia a la virgen que tendrá un hijo (Aquí de nuevo, vale la pena citar a Matthew Henry: “…Cristo había de nacer,  no de una reina o de una emperatriz, pues no apareció con pompa y esplendor exteriores, sino de una virgen para enseñarnos el valor de la pureza espiritual”) y como hemos visto en el versículo, también se hace referencia al “Emanuel”, “Dios con nosotros”.

 

Esto nos permite introducir otro elemento: no sabemos la edad de José y María, pero conforme a los juristas de la época, las mujeres se podían casar desde los doce a los catorce años y el varón la superaba por poco. Esto descarta una idea dentro de un catolicismo muy tradicional, en el sentido que José era un anciano - viudo cuando se casó con María (Quizás con esa idea, salvaguardaban la virginidad perpetua de María, uno de esos teólogos fue: San Epifanio de Salamina. También esta idea se encuentra en un evangelio apócrifo: “El protoevangelio de Santiago”, del siglo II), tal tesis, contradice la advertencia rabínica que decía: “¡Desgraciado el joven que los veinte años no se ha casado todavía!”

 

En suma, cuando San Mateo hace la cita de la profecía de Isaías, no lo hace en términos literales (Ya hemos hecho referencia al contexto histórico de la profecía), sino, que hace una interpretación plena de la profecía (Se entiende en la teología bíblica protestante, la interpretación plena como: el sentido no intentado conscientemente por el autor original, sino intentado por Dios, en la letra del texto y posibilitado a través de ella, descubierto a posteriori, por el pueblo de Dios a la luz de acontecimientos y revelaciones ulteriores).

Esta interpretación queda reforzada en el catolicismo, cuando el teólogo Mauro Orsatti, dice que San Mateo, al citar al profeta, usa un método que ya había usado Jesús con los discípulos de Emaús: leer el Antiguo Testamento a la luz de Cristo (Lucas 24: 27); se une de este modo el Antiguo con el Nuevo Testamento, ya lo diría San Agustín: “El Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se desvela en el Nuevo”. Al citar al profeta, San Mateo presenta a María como la Virgen Madre. Esto implica, una lectura desde la fe: los hechos no acontecen al azar, sino, que están dispuestos por la Providencia de Dios.

 

Indudablemente el autor del Evangelio, se da cuenta que había iniciado una nueva era de la historia, la profecía de Isaías, retomaba vida en el hijo de María. Mateo Afirma la divina inspiración de las palabras del profeta, estas habían sido pronunciadas 700 años antes de Cristo.

 

Valga decir, sobre el hecho de que San Mateo planteará profecías que se cumplen en Jesucristo, si bien, esta es una característica de San Mateo, no podemos olvidar que Jesús mismo, dice que las Escrituras hablan de él (Mateo 11: 4 – 6); por si fuera poco, el cumplimiento de las profecías era un criterio mismo de autenticidad del profeta (Deuteronomio 18: 20 – 22)

 

Asimismo, debe expresarse, que San Mateo, plantea el embarazo de la virgen y el título de Emanuel, para probar dos cosas: una, Jesús es hijo de David (Se ensancha la promesa davídica, más allá de la dada a Ahaz). Dos, Jesús es Hijo de Dios. Así, la paternidad de José, profundiza el “Misterio”. Pero, además, este título profético de Emanuel, tiene un gran sentido para nosotros hoy: por el Espíritu Santo, Jesús se hace presente en la vida de nosotros los creyentes. Adicionalmente, Emanuel, es un título que Jesús hará presente en su segunda venida. Es más, aún antes: con la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70, Jesús es la nueva presencia de Dios entre la humanidad, es el Emanuel (No en balde, el mismo Evangelio de San Mateo, termina bajo el mismo concepto: “…estoy con vosotros todos los días” (Mateo 28: 20))

 

Es interesante que en el relato del nacimiento de Jesús intervenga el Evangelista, citando a Isaías, como una forma de validar la relación de Jesús con María y José…

 

Versículo 24: “Cuando José despertó hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa”.

 

He aquí lo que en el cristianismo llamamos milagro: Dios es el Señor. Pero ese milagro, como algunos, requirió de colaboración humana, como lo veremos más adelante, el “sí” de María, pero también de José, centrémonos ahora en ello:

 

-          José era un hombre de integridad.

-          Era sensible a la dirección de Dios y dispuesto a hacer la voluntad de Dios sin importarle las consecuencias.

-          En San José, vemos 4 cualidades admirables:

 

a)       Principios inflexibles.

b)      Discreción y sensibilidad.

c)       Disponibilidad ante Dios.

d)      autodisciplina. De ella, se puede aprender que las mayores bendiciones, están en el fiel cumplimiento del deber.

 

¿Podremos extraer de San José, lecciones para nuestra vida?: veamos algunas:

 

-          Dios compensa la integridad.

-          La posición social tiene poca importancia cuando Dios elige usarnos: en esta línea, los marginados para el mundo, son los elegidos por Dios.

-          Si somos obedientes a la dirección de Dios, Él nos guiará a mayor obediencia. Frente a este ejemplo de San José podemos orar: “Oh Espíritu Santo, fortalece mi fe y lléname de gozo cuando reflexiono en el milagro del nacimiento de Cristo, amén”.

-          No podemos basarnos en los sentimientos, para hacer el bien o el mal. 

 

Repasemos las alternativas de José, antes de la aparición del ángel:

 

1)      Divorciarse silenciosamente de María.

2)      Dejar que la apedrearan cumpliendo la Ley.

 

Pero después de la aparición del ángel, surge una tercera alternativa: casarse con ella. En nuestra vida de fe, Dios nos muestra en muchas ocasiones, alternativas que no miramos. Eso sí, debemos pedir a Dios, tomar siempre la mejor decisión. La sabiduría de nuestro Padre, debe ser siempre tomada en cuenta. Una decisión iluminada por la sabiduría de Dios, derrota el peso del “qué dirán”, así se busca primero “el Reino de Dios y su justicia”.

 

Veamos el versículo 25: “Y sin haber tenido relaciones conyugales, ella dio a luz a su hijo, al que José puso por nombre Jesús”. Como veremos en el Evangelio de Lucas, María también será informada por el ángel, del nombre de su hijo.

Por otro lado, si bien este texto no supone lo que, en el catolicismo, es el dogma de la virginidad perpetua de María, para la Iglesia Católica, el resto del Evangelio y la tradición de la misma iglesia, la suponen. En la teología protestante, más bien, este versículo 25, supone que Jesús y María tuvieron más hijos.

 

¿De dónde derivan los protestantes esta tesis?: veamos la traducción de este versículo, en la versión al español, de la Biblia Reina – Valera, 1960: “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito…”.

 

El razonamiento sería: “no tuvo relaciones hasta que dio a luz a Jesús, luego de ello, sí las tuvo y tuvieron varios hijos”: digámoslo de manera un poco más técnica: la palabra “hasta”, llama la atención, después del nacimiento de Jesús, José y María habrían participado de la plena unión física que se asocia comúnmente con el matrimonio.

 

Entremos un poco en este tema: en términos culturales, una mujer virgen, era una especie de “pérdida”, pues lo principal era cumplir con la fecundidad, pero una tesis que podría justificar la “virginidad perpetua de María”, es la del hecho, que ya en el siglo I, había un sector de la sociedad judía, que vivía en el celibato: los Esenios. Es decir, esa vivencia, no debía ser necesariamente extraña para José.

 

En general, para la teología católica, en la Iglesia Primitiva, era indiscutible que Jesús es Hijo de la Virgen María, por lo que San Mateo, en su escrito, no pretende demostrar nada, solo enunciar esa realidad.

 

A esto, deben sumarse dos elementos: en el siglo I, las mujeres vírgenes y jóvenes gozaban de gran aprecio en la sociedad y cultura Palestina. Jesús hizo referencias a costumbres populares ligadas a ellas para presentar sus enseñanzas sobre el Reino de Dios (Mateo 25: 1 – 13); en segundo lugar, en los primeros tiempos de la Iglesia, la virginidad se torna una virtud y expresión, de piedad. Pablo considerará que la Iglesia debe ser una “virgen pura” para Cristo (2 Corintios 11: 2); no obstante, el tema de la virginidad era motivo de discusión y diversas opiniones (1 Corintios 7: 25 -35); de alguna manera, prevaleció entre los cristianos la idea griega pagana de que la sexualidad era contaminante y que la virginidad era dechado de virtud (Apocalipsis 14: 4)

 

Volvamos al campo lingüístico: en castellano, la palabra “hasta”, admite el significado: “antes no, pero después sí”, pero en el hebreo, no se acepta el cambio de situación posterior. Veamos algunos ejemplos:

 

-          En 2 Samuel 6: 23, leemos: “Mical, hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta su muerte”. ¿Significa que Mical tuvo hijos después de morir?

-          En San Juan 9: 18, se lee: “Los fariseos no creyeron en el milagro del ciego, hasta que llamaron a los padres”. Pero es evidente en ese pasaje, que después del llamado de los padres, los fariseos, tampoco creyeron en el milagro.

 

Otro elemento que esgrime el catolicismo es el siguiente: una vez nacido Jesús, es evidente que el seno de María, fue el que gestó al Hijo de Dios: ¿Cómo iba a profanarlo José, por medio de relaciones sexuales?

 

Por otra parte, clásicamente, los católicos responden del siguiente modo, sobre el tema de los presuntos hermanos de Jesús: el Evangelio habla de los hermanos de Jesús (Mateo 13: 55, Marcos 6: 3), pero con esta palabra “hermano”, se cubre a primos, hermanos y parientes. En hebreo no había palabra para decir “primo”, por eso el concepto de hermano, cubría ese parentesco. Desde una perspectiva de modismo lingüístico, el Evangelio no habla de los “hijos de María”, sino, de los “hermanos” de Jesús, es decir, de sus parientes.

 

De nuevo, el tema de la virginidad es clave: el Salvador debe ser hombre y Dios, para poder cumplir su misión (Hebreos 7: 25 – 26); el nacimiento virginal, cumple esos requisitos:

 

a)       Para que el Salvador fuera humano, tenía que nacer de una mujer.

b)      Para que el Salvador no tuviese pecado, debía ser fecundado por el Espíritu Santo (Hebreos 4: 15); en términos de la teología católica, podemos decir que: el Salvador no podía estar marcado por el pecado original.

c)       La única manera que el Salvador, fuese Dios, es que Dios – Padre, fuese su progenitor.

 

Una vez dicho todo esto, veamos como la Sagrada Biblia, traducida por Petisco y Torres, traduce ese versículo 25: “Y no la conocía hasta que dio a luz un hijo, al cual puso por nombre Jesús.”: véase que ellos traducen: “Y no la conocía…”, imperfecto de duración, que indica la vida virginal de los castísimos esposos. Aquí, “conocer”, es un verbo eufemístico. Toda la frase es puramente afirmativa, según el estilo bíblico y prescinde de la vida posterior al nacimiento del Niño Jesús (Aquí cabe destacar, que esta tesis católica, es apoyada por teólogos protestantes, del talante de: David Brown, ministro de la Iglesia Libre de Escocia (1803 – 1897), quien escribiera: “No necesariamente da a entender que vivieran en una relación distinta después” (Del nacimiento))

 

En esta línea, podemos entrar en un tema central de la Cristología (Esta es la rama de la teología que estudia a Cristo): Jesús tiene en sí dos naturalezas: es verdadero Dios y verdadero hombre, hombre sin pecado.

 

Por su parte, la virginidad de María, resalta la obra de Dios y la naturaleza de Jesús que acabamos de mencionar: Jesús es verdadero Dios por su Padre y es verdadero hombre, por la naturaleza humana de su madre.

 

Al vivir y sufrir como ser humano, Jesucristo, se solidariza con las debilidades de los seres humanos (Hebreos 4: 15 – 16); como Hijo de Dios, él tiene poder para liberar a la humanidad, de la esclavitud del pecado. Es de este modo, que Jesús, nos libera “desde adentro”.

 

Así las cosas, Jesucristo llena los requisitos para servir como rescatador (Redentor), de nuestros pecados, así como sumo sacerdote que intercede por todos los que se acercan a Dios (Hebreos 2: 9 – 18)

 

Como puede verse, el texto de San Mateo, relata el nacimiento de Jesús, con gran dignidad y simplicidad. Para este autor, así nace el Ungido (Mesías) – Rey, Dios irrumpe en el tiempo, el Omnipotente, llega como un pequeño bebé, verdadero Dios y verdadero hombre.

 

El que iba a consagrar un nuevo orden (El Reino de Dios), debía el mismo nacer de modo novedoso: esta es la Navidad: un hombre nace en Dios y en este hombre, Dios nace. El origen de Cristo, no es por sangre o por voluntad de carne, no es por voluntad de varón, es voluntad de Dios. No en balde, no es curioso que este pasaje que hemos reflexionado, inicie y termine con el nombre de Jesús.

 

Ahora bien, vale la pena rescatar algo que acabamos de decir: un hombre nace en Dios y en este hombre, Dios nace. Esto es clave para comprender la encarnación: no estamos ante leyendas griegas de dioses que embarazan mujeres, la encarnación es el modo en que el Espíritu Santo, irrumpe en un hombre: Jesús de Nazaret. Éste, siendo hombre, es absolutamente Dios.

 

Una vez más, citando al teólogo de la Liberación, Teófilo Cabestrero, resumimos el mensaje bíblico del texto del Evangelio, de la Misa Vespertina de la Vigilia:

 

a)       La vinculación y solidaridad de Cristo con la humanidad: Cristo aparece ligado a la raza humana y a su historia, condicionado por ella, metido en la carne humana, dentro de ella: en – carnado. Y, al mismo tiempo, Cristo viene a la humanidad surgiendo de arriba, de más allá, entra por obra del Espíritu.

 

b)      La encarnación, con todas sus consecuencias y sus efectos, aparece como obra de Dios a la que colaboran los seres humanos; y esta colaboración humana es tan querida por Dios como su propia acción personal, tan indispensable como ella. 

 

En este punto, vale la pena entrar en una reflexión más personal:

 

-          ¿Nos damos cuenta como María y José, de la presencia de Dios en nuestra vida?: Dios nos habla por la Biblia, en el catolicismo, Dios habla por la Tradición y el Magisterio. Aún más: ¿Dejamos a Dios hablarnos en la oración?

-          ¿Estamos como San José, dispuestos a cumplir la voluntad de Dios?, ¿Estamos dispuestos a arriesgarnos por cumplir esa voluntad?, ¿Cómo vivimos nuestra confianza en Dios?

-          Los matrimonios podrían hacer memorial (Presencia), del amor de Dios en su unión marital.

-          La Palabra que hemos leído y reflexionado, sentencia que el pesimismo a ultranza no es compatible con la fe en Dios. No estamos destinados a la destrucción, sino, a la salvación.

-          ¿Qué clase de fe tenemos hoy en la encarnación?

-          ¿Calibramos el amor que Dios nos tiene para encarnarse y transformar nuestro ser, nuestra vida y nuestro mundo?

-          ¿Cómo vivimos nuestra vida de fe? ¿Cómo quienes tienen a Cristo encarnado?

-          ¿Qué hacemos por la renovación del mundo, del trabajo, de la familia, de la amistad?

 

Esta Navidad, más que nunca, estamos llamados al realismo: sabemos y sufrimos este año, del desastre que hemos sembrado en el planeta tierra, sin embargo, como creyentes, debemos ser esperanza viva, y no podremos serlo, si no, vivimos a Cristo (En la encarnación): somos nosotros, los ojos, los oídos, las manos y los pies de Jesús.

 

En esta Navidad, aprestémonos a dejarnos cobijar por el amor de Dios y cobijados en ese amor, renovémonos, renovemos nuestra familia, nuestro barrio, nuestro trabajo, nuestro país, el mundo entero.

 

Ya lo decía M. Barrés (Narrador francés): “Cada jornada, cada acto que no hace avanzar la obra para la cual hemos nacido son una jornada, un acto perdidos y que caen en la nada” …

 

En esta Navidad, en medio de la pandemia de la Covid – 19, caben las palabras de Alfred Delp (Jesuita alemán), quien dijo: “El Espíritu, el supremo Hacedor de la vida, nos ayudará a salir de entre las ruinas, no ya como seres moralmente destrozados, sino como hombres de una nueva dimensión, dotados de mayor integridad y nuevo arrojo”.

 

Ahora que se imponga el silencio… contemplemos la Navidad…

 

Contemplemos al Niño Jesús…

 

Necesitado de cariño y afecto…

 

Ese niño es Dios, que necesita de nosotros…

 

Y nosotros necesitamos de Él en nuestro corazón…

 

Este niño no es abstracción…

Este niño no es mito, ni es leyenda…

 

¿No vemos que Jesús es un niño?... no es, doctrina, ni frío código de moral (Nosotros los cristianos, que somos tan dados a andar juzgando y andar imponiendo nuestros conceptos, repartiendo infiernos y no, abriendo la puerta del cielo)

 

Dios no está en las nubes, ni en los libros (Donde tanto nos gusta a los teólogos)

 

Dios no está entre los regalos materiales…

 

Y aunque para algunos suene blasfemo: Dios no está en las formalidades de la liturgia…

Dios está en la Buena Noticia (Evangelio) de un niño…

 

¿Te sientes por Él, ya unido a Dios?

 

¿Ha nacido Jesús ya en tu corazón?

 

Entremos sin más dilación, en la reflexión de las lecturas de la Misa de Noche de Navidad…

 

 

c)       Misa de la Noche (Tiempo de Navidad)

 

Lectura del libro de Isaías     9, 1-3. 5-6

“El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.» Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.”.

 

1)      Esta lectura, habla de opresión y desesperación: “El pueblo que caminaba en las tinieblas… el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero…” (¿No nos sentimos nosotros así, en esta pandemia?); pero a ellas, contrapone gozo y esperanza: “…ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz… Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín…. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián…”.

 

2)      Históricamente, estamos ante un himno mesiánico, que deja ver como el pueblo hundió en un desconcierto sociopolítico que lo situó en una postura desesperada. El profeta muestra su confianza absoluta en la ayuda divina. Su enfoque es muy parecido al de los salmos que celebran la ascensión de un rey dentro de la dinastía davídica; las esperanzas proféticas se fueron cumpliendo, de forma gradual. Los reyes Ezequías y Josías dieron un gran impulso a la instauración de un nuevo reino de plenitud; que después los cristianos vemos plenamente en la obra y vida de Jesús de Nazaret.

 

3)      Dice el texto: “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz…”: la luz simboliza la salvación, en el caso específico de este texto, por la llegada de un nuevo rey… para nosotros ese nuevo rey es Jesucristo (Juan 1: 9). Con él comienza una nueva creación. Adicionalmente, debemos tener claro en esta Navidad que, en nuestro pesimismo y desesperación, a veces pensamos que los problemas nunca terminarán (Cuando el texto nos dice: “…los que habitaban en el país de la oscuridad…”, nos está hablando de vivir en un estado de miseria y desventura). Pero nos consuela esta certeza, Dios nos guiará a salvo, a través de nuestros problemas, si lo seguimos con todo nuestro corazón. Esto no es una esperanza irracional, subjetiva, sino un gozo objetivo, sorprendente, que irrumpe en los pecadores por medio de la gracia de Cristo.

 

4)      Véase que el texto dice: “sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz…”: pensemos en esta Navidad, en aquellos que están en oscuridad: ¿Cuántos hay, que nunca han visto ninguna “luz” ?: esta pregunta nos debe llevar más allá: ¿Por qué nosotros no les hemos llevado la luz de Cristo, en obras y palabras?

 

5)      El pasaje tiene un elemento histórico, que nos dice mucho: “…Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián…: se aquí memoria de cuando los israelitas, al mando de Gedeón, derrotaron a los madianitas (Jueces capítulos 7 y 8); la mención de este día es muy sugestiva, pues indica que la victoria anunciada por el profeta Isaías, también se debe a la intervención de Dios y no al poderío de las armas. Esa victoria, es el nacimiento del niño Jesús, centro de la Navidad.

 

6)      Sigue diciendo el profeta: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado…”: este pasaje refiere indudablemente al nacimiento del Mesías: Jesús, el Señor.

 

7)      Profundicemos: “…Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.» …”: el hijo del linaje real, el Mesías Jesús, conforme a esta profecía, tendrá la sabiduría de Salomón, la bravura y la piedad de David, las grandes virtudes de Moisés y los Patriarcas. Este es Cristo, el verdadero Dios – con – nosotros.

 

8)      “…un niño nos ha nacido…: ha nacido, para llenar nuestro corazón, para ello, debemos tener una experiencia de fe, podemos orar: “ven dulce Jesús a nuestro corazón y nuestra alma”. Así, nos elevamos al Padre mismo, lo cual, supera nuestro intelecto. Esto nos debe llevar a la dulzura y a la alegría; el niño Jesús, debe darnos consuelo y paz. Esperamos también, que, habiendo aprovechado el tiempo del Adviento, podamos presentar al niño Jesús, un alma libre, libre de sobrecargas, de miseria, de tristeza y sufrimiento. En esto hay que ser claro: no nacerá el niño en nuestro corazón, si nosotros, no abandonamos el ego (Punto basado en escritos de Martín Lutero)

 

9)      Escribiría el mismo Lutero: “En el reino de Cristo, hay gracia, consuelo, perdón de pecados, alegría y paz. Él no actúa con severidad contra el transgresor, sino como un padre.  El perdón de los pecados es la justificación, y la paz sigue a la justificación. La paz no es solo mental, sino también abundancia y salud mental y corporal…”

 

10)   Este es el momento adecuado, para hablar de Cristo, el Mesías y sus nombres y promesas en el Antiguo Pacto, así como dar más detalles de ese niño, que nos ha nacido y su nombre Admirable:

 

A)      Cristo – Mesías – nombres y promesas del Antiguo Pacto:

 

a)       El descendiente de la mujer, pisará la cabeza de la serpiente (Génesis 3: 15; Gálatas 4: 4)

b)      El Mesías es una vara del tronco de Isaí. Sobre Él está el Espíritu del Señor (Isaías 11: 1 – 3; 61: 1 – 3)

c)       Como ya lo hemos visto en esta lectura, tendrá varios nombres: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz (Isaías 9: 6)

d)      El juez de Israel (Miqueas 5: 1)

e)      Un renuevo justo, un rey. Su nombre El Señor, nuestra justicia (Jeremías 23: 5 – 7)

f)        El estandarte de los pueblos (Isaías 11: 10)

g)       Nuestra paz (Miqueas 5: 5)

h)      Él recibirá las naciones por herencia y los extremos de la tierra por posesión (Salmo 2: 8)

i)        Un sacerdote eterno, según la orden de Melquisedec (Salmo 110: 4)

j)        Un rey, justo y salvador (Zacarías 9: 9)

 

B)      ¿Qué más podemos decir de este niño que nos es nacido?:

 

a)       El niño nacerá de una virgen en la ciudad de Belén (Miqueas 5: 2): el cumplimiento de esta profecía se encuentra en Mateo 1: 22 – 25; Él brotó como una raíz de tierra seca (Isaías 53: 2); nos fue dado para salvación (Hebreos 2: 16)

b)      El texto dice: “…hijo nos es dado…”: este es el mayor regalo de Dios (Juan 3: 16; Romanos 8: 32); es llamado Hijo de Dios, por su nacimiento sobrenatural y demostrado como tal, a través de la resurrección (Romanos 1: 4)

c)       Esta primera lectura nos dice que: “La soberanía reposa sobre sus hombros…”: en su primera venida (Esto que hacemos presente en la Navidad), Jesús dijo que su reino no era de este mundo (Juan 18: 36); entendiendo en este texto “el mundo”, como un sistema en el que imperan, una política y una economía egoístas y una cultura opresiva; y como ya lo hemos dicho: en su segunda venida, reinará sobre todos los seres vivientes, pues, les fue dada toda autoridad (Mateo 28: 18; Filipenses 2: 9 – 11)

d)      Su nombre es admirable: esto, por cuanto es un niño, pero es a la vez, Dios Todopoderoso; es admirable en su persona y en sus ministerios: Sacerdote, Profeta, Rey; es singular en: su sufrimiento, en su pobreza, en su riqueza.

e)      Otro título es el de “Consejero”: es un profeta de los misterios (Apocalipsis 3: 14 – 22) y todos pueden valerse de sus consejos (Santiago 1: 5)

f)        Un título más es el de “Dios fuerte”: es llamado “gran Dios” (Tito 2: 13); el Dios verdadero (1 Juan 5: 20); por medio de Él todo fue creado (Juan 1: 1 – 3); a Él se le debe adoración divina (Hebreos 1: 6; Apocalipsis 5: 12 – 13); es omnisciente, omnipotente, omnipresente (Juan 16: 30, Apocalipsis 1: 8, Salmo 139: 7 – 10)

g)       Un título más, es el de “Vencedor” (Apocalipsis 19: 11 – 21)

h)      Adhiérase el título de “Padre eterno”: es igual, en el pasado que en el futuro; además, es la cabeza de una nueva familia, todos los creyentes son su posteridad (Isaías 53: 10); dice que seremos sus hijos (Apocalipsis 21: 7)

i)        Un último título es de “príncipe de paz”: Él es príncipe de la casa de David, es príncipe de los reyes de la tierra, también es príncipe (Autor) de la vida (Apocalipsis 1: 5; Hechos 3: 15); y una vez más: es príncipe de la paz: el que en Él cree, tiene paz con Dios (Romanos 5: 1) y como ya lo hemos dicho, pronto reinará sobre toda la faz de la tierra (Isaías 2: 4; Salmo 110: 1)

 

C)      Profundicemos ahora, en el nombre de Admirable:

 

a)        Jesús es el regalo más precioso de Dios, el niño Jesús, es el regalo por encima de todos los regalos (Juan 3: 16; Mateo 2: 11; Lucas 2: 16 – 17); Un regalo glorioso: un hijo, un niño (Juan 3: 16); Es un regalo personal: Dios nos lo da, a cada uno de nostros.

b)      Como ya lo hemos visto, posee grandes nombres: Admirable (Jueces 13: 18); consejero, por lo que se hizo por nosotros sabiduría (1 Corintios 1: 30; Isaías 28: 29); Dios fuerte: Él recibió todo poder (Mateo 28: 18); es héroe, porque es el gran vencedor (Apocalipsis 19: 11 y siguientes; y Apocalipsis 6: 2); es padre eterno, porque como ya lo hemos dicho, no cambia (Hebreos 13: 8; Apocalipsis 1: 8) y una vez más: príncipe de paz, Él es nuestra paz (Efesios 2: 14)

c)       Este nombre, implica el futuro de este niño: será un gran rey (Apocalipsis 20: 4); establecerá un reino de paz, el cual será eterno (Salmo 72: 1 – 3); se sentará sobre el trono de David (Lucas 1: 32 – 33)

d)      El camino del reino del Admirable tiene dos vías: la primera, través de juicios sobre las naciones (Apocalipsis 19: 11 y siguientes); la segunda: por la justicia (Romanos 14: 17)

e)      Para los exegetas de la Sagrada Biblia, de Petisco J.M. y Torres Amat F., el título de “Admirable”, también se relaciona con la concepción y nacimiento del Mesías, de Madre virgen, así como en la vida y milagros y doctrina de Jesús. También es “Admirable”, en su pasión y muerte y resurrección.

 

11)   Dado todo lo que dice Isaías sobre el Mesías, podemos decir de él, que es el mayor de todos los evangelistas del Antiguo Testamento (Tesis del teólogo, biblista y hebraísta alemán, Frantz Julius Delitzsch)

 

12)   Este Evangelio de Isaías, tiene un mensaje central: el Mesías (Jesús), es un luchador por la libertad, Dios rompe toda opresión humana (La política, la económica, la cultural); es la figura invencible que camina a paso firme por el escenario del mundo, asumiendo el mando con gracia.

 

13)   Podemos orar con estos títulos dados en la lectura:

 

a)       “Dios eres realmente maravilloso, haces cosas extraordinarias, sabes cuales son las bendiciones que requerimos, gracias por ser nuestro padre”.

b)      “Jesús, eres un consejero, escuchas cuando te llamamos y nos guías por el camino correcto. Gracias por estar allí cuando te necesitamos”.

c)       “Dios, eres poderoso, por tu Espíritu, María concibió y los apóstoles fueron llenos de valor. Gracias por ser una poderosa fuerza para nosotros”.

d)      “Señor, tú eres nuestro Padre eterno, estás allí para nosotros, como un Padre amoroso y bondadoso. En esta Navidad, hazme sentir tu abrazo”.

e)      “Jesús, tú eres el Príncipe de la paz, tu obra y tu palabra, son un modelo para seguir, nos muestras que la paz es el único camino. Gracias por darnos tu paz”.

 

14)   Sigamos orando:

 

a)       “como eres consejero prudente, tú nos muestras el camino de salvación, tú encarnaste y predicaste el Reino de Dios, ayúdanos a descubrirlo y a seguirlo con entusiasmo”.

b)      “Jesús, niño nacido en Belén, tú eres el Hijo de Dios, el Dios fuerte que se ha hecho pequeño. Gracias por venir a nosotros.”

c)       Jesús, tú eres el Príncipe de la Paz, fortalece nuestra esperanza en este tiempo, de enfermedades y conflictos”.

d)      “Isaías te dio los títulos, que por principio te adornan, ayúdanos a saber construir un mundo de justicia y de amor, donde prevalezca la paz”.

 

 

15)   Esta lectura dice al final: “… Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.”: solo dicho de Cristo, este oráculo obtiene su plenitud de sentido, ya no hay más desesperación y ansia. Cristo ha nacido: ¡Es Navidad!; además tengámoslo claro: solo el someterse al poder de Dios, garantiza un orden justo en la humanidad.

 

16)    Véase que la restauración y consolidación del pueblo de Dios (¡Nosotros!), no debe pensarse al margen de la equidad y la justicia, elementos que deberían estar en la base de nuestro surgimiento como pueblo de Dios.

 

17)   Esa equidad y esa justicia, repetimos, solo pueden lograrse por medio de este Jesús que ha nacido:

 

a)       Como “Admirable consejero”, Él es hacedor de “maravillas, prodigios y señales” (Hechos 2: 22)

b)      Él envía al Espíritu Santo, su consejero, para continuar su obra (Juan 14: 26)

c)       Jesús es aclamado como Señor y Dios (Juan 20: 28)

d)      Después de su resurrección, tiene todo el poder (Mateo 28: 18)

e)      Él es uno con el Padre (Juan 10: 30)

f)        Es eterno (Apocalipsis 1: 18)

g)       Ya vimos que es miembro del linaje real de David (Romanos 1: 3)

h)      Es príncipe de paz (Efesios 2: 14)

i)        Reina sobre todos los reinos (Apocalipsis 1: 5)

 

18)   Reiteramos: una de las características del Mesías, es que es un príncipe de paz. Esto nos debe hacer reflexionar a nosotros: si nos decimos seguidores de Jesús: ¿Cómo luchamos contra la violencia y la injusticia?

 

19)   Por otro lado, Jesús no es meramente el Cristo de la historia o de la experiencia presente; es el rey que viene, lo que nos coloca más allá, del mero recordatorio de la Navidad, como en el Adviento, volvemos al tema de la segunda venida. Por cada profecía que anuncia la Navidad, hay siete que anuncian su segunda venida.

 

20)   Y como lo dice el credo, en ese momento seremos juzgados, solo los que hayamos creído verdaderamente en Cristo, tendremos nuestros nombres escritos, en el libro de la vida (Apocalipsis 21: 27); en aquel día, todas nuestras obras serán juzgadas y recompensadas conforme a su merecido (Juan 5: 2 8 – 30; 2 Corintios 5: 10)

 

21)   La Navidad y la Pascua, son las piedras fundantes de lo que será el pleno establecimiento del Reino de Dios, con la segunda venida de Cristo, allí, la pena y el dolor, no tendrán cabida: la muerte, será el último enemigo en ser derrotado. Jesús, este niño, que hoy estamos celebrando, será rey para siempre.

 

22)   Con esta lectura, podemos orar para que se acaben los conflictos en el mundo, comenzando por nuestra propia vida. Pongámonos en manos del niño Dios, dejemos que inunde nuestra vida de amor, hasta que podamos derramar ese amor a los demás.

 

23)   Dios nos da a su Hijo: ¡Tomémoslo!, porque con Él, nos da una bendición inmensa. Tomemos este regalo de Navidad y no lo dudemos. Solo de este modo, seremos verdaderamente cristianos. La fe nos rescata de los pecados, de la muerte, del infierno y nos hace vencedores de todas las cosas (Punto basado en los escritos de Martín Lutero) 

 

24)   Denunciemos toda actitud y actividad violenta que percibamos a nuestro alrededor. Participemos de la paz de Dios, construyendo con gestos y palabras, esa paz donde nos encontremos.

 

25)   Volviendo propiamente a la teología de la lectura y del libro de Isaías, hay que decir lo siguiente: Isaías exhibe al futuro salvador de manera triple. Al ir leyendo Isaías, se miran distintos tipos de promesas, las cuales se cumplen en Jesús de Nazaret. Valga decir que, por lo menos dos de esas imágenes, las profundizamos en el calendario litúrgico:

 

a)       El rey davídico ideal: él guiará y gobernará a su pueblo, con sabiduría y compasión. Cuando gobierne desde Sión, habrá paz y todas las naciones, acudirán a él (Adviento – Navidad)

 

b)      El siervo de Yahvé: Jesús, que tiene una misión, tanto para Israel, como para los gentiles, llevando a cabo su tarea, a través del sufrimiento y la muerte (Cuaresma – Pascua)

 

26)   Esta lectura, nos permite una óptica, que para nosotros es un misterio: ¿Qué significó para Jesús, abandonar su estado divino y revestirse de la naturaleza humana?: Pablo, nos dice que tomó la forma de siervo y vino a la tierra como un ser humano (Filipenses 2: 7 – 9)

 

Pasemos al Salmo…

 

SALMO     95, 1-2a. 2b-3. 11-12. 13

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre. 

Día tras día, proclamen su victoria,
anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos. 

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque. 

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad. 

 

1)      Este es un himno a la realeza del Señor, Israel, las naciones y la creación entera son invitados a festejar alegremente la llegada del Señor, que viene a establecer su reino de justicia y verdad: “él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad…”. Recordamos de nuevo, la figura de Juan el Bautista y su predicación. Sigamos orando en eta Navidad, para que se concrete más y mejor el Reino de Dios, que comienza con el nacimiento de su Hijo.

 

2)      Así las cosas, lo que da gloria a Dios, más que la grandeza y la hermosura del universo, es la sociedad humana basada en la justicia. Por eso se alegra la creación entera cuando Dios establece su reino en medio de la humanidad. Es la alegría de la creación, a la cual hemos arruinado por nuestra ambición desmedida. Pero también vemos la alegría de las naciones, que descubren su razón de ser en Dios.

 

3)      Desde la perspectiva eminentemente textual, este salmo quizás reúne dos poemas, que celebran la realeza divina y la venida del Juez del mundo: este es un salmo de reminiscencias de otros cánticos y del mismo profeta Isaías. Vean que el texto dice tres veces: “Canten”: es una característica de los llamados litúrgicos del Antiguo Testamento.

 

4)      Profundicemos teológicamente este triple llamado: “Canten”: comencemos en esta Navidad, esa adoración, la cual veremos en su punto más alto, en la Parusía, allí adorarán a Jesús, toda tribu, lengua y pueblo. Se cumplirá el deseo de Dios desde antes de la creación. Con la Navidad, se da la oferta de Dios, por medio de Jesús, se restaura, a toda persona, en una relación de amor con Él (Juan 3: 14 – 21; 12: 32); volvemos a la promesa hecha a Abraham: Dios desea tener relación con cada nación (Génesis 12: 3; 17: 1 – 7); esto comenzó en el mismísimo Pentecostés (Hechos 2: 5 – 12); aprovechemos esta Navidad, para orar por los grupos étnicos no alcanzados por el Evangelio.

 

5)      Está escrito: “canten al Señor, bendigan su Nombre. Día tras día, proclamen su victoria,
anuncien su gloria entre las naciones…”: los que hemos recibido la salvación de Dios, y experimentado sus obras maravillosas, debemos estar ansiosos por decirles a los demás, que Él puede liberarlos y salvarlos. Como puede verse, este es un adelanto de la gran comisión que nos ordenó Cristo, es decir, ir por todo el mundo y predicar (Y concretar) el Evangelio, a todas las naciones.

 

6)      No más de arranque dice el salmo: “Canten al Señor un canto nuevo…”: los cantos nuevos, celebran nuevas liberaciones de parte de Dios, este canto nuevo, es entonado porque estamos celebrando como Dios restaura al pueblo. Dios alegró nuestro corazón y nuestro ánimo, por medio de Jesús, con el cual y por el cual, nos rescata de nuestros pecados. En esta lógica, quien no quiere celebrar ni anunciar la verdadera Navidad, es un signo de que no cree y no es parte de este Nuevo Pacto. Lamentablemente en nuestro mundo, demasiada gente considera la fe en Dios, como una reliquia del pasado con poco para decir acerca de la vida de hoy.

 

7)      Dice el salmo: “Día tras día, proclamen su victoria…”: esta Navidad, proclamemos que la verdadera liberación: la personal, la política, la económica, la cultural, provienen del Señor, de este niño, nacido en Belén. No cabe duda: Jesucristo ha sido constituido rey de todo el universo, para implantar el reinado de Dios.

 

8)      Desde una lógica más pastoral podemos decir que: alabemos al “niño que nos ha nacido”, porque Él, no es como los ídolos que emponzoñan nuestro mundo (El poder, el placer, el tener), por ellos, nuestro mundo: nuestra política, nuestra economía, nuestra cultura, ya no saben hablar de Dios. La gente se aleja del verdadero Dios, en búsqueda idolátrica de dinero, y éxito, ahora se confía en la tecnología y se busca la embriaguez de placer.

 

9)      Dice el texto: “Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque…”: puesto que el reino de Dios es único, todas sus creaturas se regocijan. El gobierno de justicia, comienza con el nacimiento de Jesús, pero como lo hemos dicho ya: vendrá la plenitud de esa justicia, en su máxima expresión (En su segunda venida, en su parusía, en su reino cósmico); estas palabras demuestran que Dios gobierna sobre todas las cosas.

 

10)   Pero esta alegría del cielo, esta exultación de la tierra, este resonar del mar, este regocijo del campo con todos sus frutos, ese grito de los árboles del bosque, nos abren otra puerta de reflexión que no podemos desperdiciar: deberíamos experimentar esta relación vital con la tierra. Ella, también es un llamado a mantener el equilibrio ecológico, a practicar la solidaridad fraterna, a trasmitir a otros, la protección de Dios.

 

11)   Sigue diciendo: “…Griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra…”: Puesto que Dios reina sobre todas las cosas, y es el Señor de la historia, nosotros vivimos con la esperanza (Tiempo de Adviento), de su venida. Pero: ¡Cristo ya está aquí, es el Hijo de David!, por su obra, por su palabra, se enfrenta de manera decisiva a los malvados y comienza a establecer su justicia en la tierra. En resumen: ¿Cómo viene el Señor a gobernar la tierra?: como lo diría Fray Luis de León: “…con la ley interior de la caridad que imprime en los corazones” (De hecho, hablando históricamente, parece que el salmo se centra más en el momento en que nosotros, los gentiles, reconocemos al verdadero Dios)

 

12)   Reflexionemos en esta Navidad: el reinado de Dios, es una política de servicio, una economía para la solidaridad y una cultura para la verdadera libertad. Cuando Dios reina, efectivamente, nuestra vida debe ser transformada.

 

13)   Con obras y palabras, hagamos realidad el Reino de Dios, entre quienes nos rodean.

 

14)   En suma, este Salmo, nos dice cómo alabar a Dios, cómo podemos cantar acerca de Él, cómo hablar de Él a los demás, adorarlo, darle gloria, cómo ofrendar verdaderamente y tener una vida recta. Nuestra liturgia, es también expresión de la alegría que nace de nuestra fe, en la obra salvadora de Dios en Cristo.

 

15)   En esta Navidad, cantemos al Señor, unámonos a otros para adorar la hermosura y la majestad del creador. Es imperioso que hablemos de nuestra salvación en Jesús, todos los días, esto, hasta que este niño que estamos celebrando, regrese en la Parusía, para juzgar a todas las naciones con fidelidad. en ese momento el mundo se convertirá en un paraíso, y por su dominio, ya no habrá divisiones, guerras, miserias e injusticias. El reino de Dios, en su plenitud, será una sociedad de fraternidad perdurable.

 

16)   Podemos orar: “Tú Señor, sigues reinando, proclama tu gloria por medio de nosotros”. Esa gloria, debe ser amarlo y adorarlo.

 

 

Entremos en la segunda lectura:

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito     2, 11-14

“ La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.”

 

1)      Esta lectura es corta, pero es muy rica, porque utiliza formulas tradicionales, para hacer un resumen de la doctrina cristiana (Quizás, catequesis bautismales). De hecho, es el núcleo de la carta.

 

2)      Solo la brevedad de la lectura y de la carta de la que proviene, nos conduce a una lección: la carta a Tito, es muy breve y fue escrita a un líder de la Iglesia, que no era tan conocido; sin embargo, este texto es clave en la Misa de la noche de Navidad. La historia de Navidad en sí misma, contiene otros ejemplos de Dios haciendo grandes cosas a partir de pequeños inicios:

 

a)       María es una mujer jovencita, una adolescente y se convierte en la Madre de Dios.

b)      Belén es un diminuto pueblo, no muy conocido por nada en particular y se convierte en el lugar de nacimiento de nuestro Mesías

Dios es muy bueno haciendo cosas sorprendentes, así que no dudemos de la importancia de cualquier cosa que hagamos para Dios. Aunque nosotros pensemos que es pequeño. Dios puede hacer que cosas muy grandes surjan allí.

 

3)      El texto comienza diciendo: “La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado…”: esa gracia, de la que hemos venido hablando es, la misericordia eficaz de Dios. Esto es lo que celebramos en Navidad. Pero no solo se trata de celebrar, se trata de dar frutos, si Cristo se sacrificó por nosotros, ese sacrificio no debe quedar estéril. Ya lo diría San Agustín: “El que te hizo sabe lo que ha de hacer contigo”.

 

4)      Profundicemos: dice la lectura: “La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres…”: esta salvación:

 

a)       Nos es ofrecida por la gracia (Versículo 11)

b)      La recibimos por la fe (Juan 1: 12)

c)       Testificamos de ella, mediante el bautismo (Hechos 8: 36 – 38)

d)      La demostramos a través de las buenas obras (Santiago 2: 18)

e)      La aguardamos por la esperanza (Romanos 8: 24)

 

5)      Sigue diciendo la lectura: “La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos”: véase que Pablo dice que la gracia nos enseña a rechazar la “impiedad y los deseos mundanos…”: este enseñar, significa algo más que instrucción, abarca todo el proceso de formación de un niño: instrucción, aliento, corrección y disciplina. No es suficiente renunciar al pecado y a los malos deseos: debemos también vivir activamente para Dios. Como María, debemos decir “sí” a Cristo. Eso sí, la materia de renunciar al pecado es vital, por eso, esa renuncia es parte de la liturgia bautismal.

 

6)      Véase que el texto dice: “…Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos…”: la mundanalidad es una actitud de vida que se opone al reino de Dios, y se traduce en una manera de pensar y actuar, caracterizada por la desobediencia a la voluntad de Dios. Es una oposición a Dios mismo, es el dominio del placer, del poder y del tener (Esta es la base de un sistema de dominación, en el cual la política y la economía, son egoístas y la cultura es opresiva); en esta lógica, hay una íntima relación entre ética y teología, entre la vida sana y la fe verdadera.

 

7)      El texto dice: “…mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús…”: la celebración de la Navidad (Lo decimos de nuevo), nos debe ayudar a mantener viva la esperanza en la segunda venida de Jesucristo. Volvemos a Martín Lutero: “Fortifiquémonos en la fe, la paciencia y la esperanza, hasta que venga la hora de su gloria y poder y de nuestra redención, como el campesino que queda esperando durante el invierno hasta que el grano estalla en la tierra para crecer y florecer en la primavera”.  También dice el teólogo Francisco Lacueva: “el creyente piadoso se santifica mientras espera, y espera mientras se santifica”. Sumemos el criterio de Joseph Roberts, quien dijera: “El cristiano no encuentra en el mundo actual la meta definitiva de su vida, vive en esperanza, su vida está sustentada en la esperanza en la venida del Señor. Hacia ese gran día dirige sus miradas apoyado en tal ‘bienaventurada esperanza’, cuando el gran Dios y Salvador Jesucristo venga del cielo con el resplandor de su refulgente y poderosa majestad y reciba a los suyos en su reino, el día de la parusía”.

 

 

8)      Véase que Pablo dice que Cristo Jesús, es Dios y Salvador (Recuérdese que su primer encuentro con Cristo, lo vio vestido de gloria): esta carta, refleja una Cristología, bien desarrollada, comparada a otros textos de San Pablo. Esta es una de las declaraciones más directas sobre la divinidad de Jesús en el Nuevo Testamento (Y no se olvide que este texto, es del siglo I); adicionalmente, con estas formas gramaticales, Pablo da a entender a los griegos, el título de Mesías.

 

9)      No hay pues, emperador alguno, romano o no,                 que salve a sus súbditos, puesto que solo Dios nos libera del pecado y se hace una familia dispuesta a honrar su Nombre por las obras buenas (Hechos 15: 14; 1 Pedro 2: 9 – 10)

 

10)   Por lo antes dicho, este versículo tiene una gran riqueza, alguna de ella, pasamos a resumirla a continuación:

 

A)      “…mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús…”:

 

a)       Pidamos al Padre por su venida (Mateo 6: 10; Apocalipsis 22: 20)

b)      Creamos firmemente, contemos con su regreso (1 Tesalonicenses 4: 14 – 18)

c)       Esperemos su regreso (Mateo 25: 5), no nos durmamos (versículo 13 de esta lectura)

d)      Amemos su regreso (2 Timoteo 4: 8)

e)      Apresuremos su regreso (2 Pedro 3: 12)

f)        Cuidémonos de no ser avergonzados en su regreso (1 Juan 2: 28)

g)       Anunciemos su regreso (2 Timoteo 4: 2)

 

B)      Esta esperanza se basa en cosas ejemplares:

 

a)       La conversión: todas las cosas son hechas nuevas (2 Corintios 5: 17)

b)      El cristiano enriquecido en todo (1 Corintios 1: 5 – 7)

c)       La Iglesia probada en el servicio y la persecución (1 Tesalonicenses 1)

d)      Los predicadores ejemplares (1 Timoteo 4: 12 – 16; 2 Timoteo 4: 2 – 5)

e)      Los ganadores de almas (1 Tesalonicenses 2: 19 y capítulo 3)

f)        Los mensajeros (1 Corintios 15: 1 – 3. 51 – 58)

g)       La esperanza contra toda esperanza (Versículo 13 de esta lectura)

 

C)      El texto dice que aguardamos al Señor:

a)       Debemos permanecer vigilantes (Lucas 12: 35 – 48)

b)      Velemos con las lámparas encendidas (Mateo 25: 6 – 10)

c)       Anhelemos la transformación a su imagen (Filipenses 3: 21)

d)      Amemos su venida (2 Timoteo 4: 8)

e)      Trabajemos hasta que Él regrese (Lucas 19: 13)

f)        Aguardemos su regreso en santificación (1 Tesalonicenses 5: 23)

g)       Anunciemos su regreso con la Misa (1 Corintios 11: 26)

 

 

11)   En Navidad, celebramos nada más y nada menos, que la encarnación de ese Dios, de ese Salvador. Pero, además, advertimos la espera de la manifestación de Jesús, al que amamos hoy, viéndolo como niño y que, luego de su ascensión, lo amamos en el prójimo.

 

 

12)   El texto sigue: “…Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien…”: ya lo hemos dicho en este amplísimo trabajo, pero vale la pena repetirlo: celebramos la Navidad, teniendo proyectada sobre ella, la Pasión, muerte y resurrección de Jesús. Desde la Teología de la Salvación, el sacrificio de Jesús, es en primer lugar para purificar a los que formarían su pueblo (Nosotros, la Iglesia): “…a fin de librarnos de toda iniquidad…”. En la Navidad, vemos que el mensaje cristiano nos revela el regalo de Dios y debe producir reconciliación, sacando a la humanidad, de egoísmo que la paraliza. Después de nuestra conversión, es contemplando a Jesús, como poco a poco, se abandona lo que conocemos como el pecado. Progresaremos gracias a:

 

-          La sobriedad y el sentido de nuestras responsabilidades.

-          La justicia con los demás, siendo en primer lugar, justos ante Dios.

-          La santidad, que en esta lectura se entiende como sinceridad en el servicio de Dios.

 

13)   Este texto también tiene una gran riqueza, que, por lo menos en parte, pasamos a sintetizar:

 

A)      Jesús murió por nosotros para:

 

a)       Llevarnos ante Dios (1 Pedro 3: 18)

b)      Redimirnos de toda iniquidad y pecado (Versículo 14, de esta lectura. Apocalipsis 1: 5)

c)       Cargar nuestros pecados (1 Pedro 2: 24; Hebreos 1: 3)

d)      Salvarnos (Filipenses 2: 12)

e)      Liberarnos de la perversidad del sistema de dominación de este mundo (Gálatas 1: 4)

f)        Hacernos un pueblo exclusivamente suyo (Versículo 14 de esta lectura)

g)       Hacernos hijos de Dios (Gálatas 4: 5)

h)      Hacernos idóneos para la herencia celestial (Colosenses 1: 12)

i)        Presentarnos en la gloria eterna (Efesios 5: 27)

 

B)      “…Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad…”: somos libres:

 

a)       Esto, por cuanto la sangre preciosa de Cristo, nos hace libres (1 Pedro 1: 9; Apocalipsis 5: 9)

b)      Libres de toda iniquidad (Versículo 14, de esta lectura)

c)       De la esclavitud de la ley (Gálatas 4: 5)

d)      De la maldición de la ley (Gálatas 3: 13)

e)      Del poder del pecado (Romanos 6: 18 y 22)

f)        De todo mal (Génesis 48: 16)

g)       de la perversidad del sistema de dominación de este mundo (Gálatas 1: 4)

 

 

14)   En resumen:

 

-          El favor de Dios, se ha manifestado en la encarnación (El centro de la Navidad), para la salvación de todos.

-          En la muerte de Cristo como rescate.

-          En el anuncio de la segunda venida (Parusía), como fundamento de la esperanza.

 

15)   En este pasaje, encontramos 7 cosas maravillosas:

 

a)       La aparición maravillosa: la gracia salvadora (Versículo 11)

b)      El Dios maravilloso: el grande Dios y salvador (Versículo 13)

c)       La dádiva maravillosa: Cristo se dio a sí mismo (Versículo 14)

d)      Una obra maravillosa: a fin de redimirnos (Versículo 14)

e)      Un pueblo maravilloso: purificado y celoso de buenas obras (Versículo 14)

f)        Un futuro maravilloso: podemos esperar su regreso (Versículo 13)

g)       Una vida maravillosa: sobria, justa y piadosa (Versículo 12)

 

16)   Es indudable: con la Navidad la gracia de Dios se manifiesta:

 

a)       A toda la humanidad (versículo 4)

b)      Como amor indescriptible (Juan 3. 16)

c)       En el tiempo que Dios lo tenía destinado (Gálatas 4: 4)

d)      Para nuestra salvación (versículos 11 – 12)

e)      Para que Dios tuviera un pueblo exclusivamente suyo (Versículos del 12 al 14)

 

17)   De nuevo, como lo decíamos cuando repasábamos la espiritualidad y teología del Adviento, estamos hablando de dos manifestaciones de Cristo:

 

a)       La Encarnación, la Navidad.

b)      La Parusía o segunda venida de Cristo.

 

Estos son los límites del arco entero de la salvación, que nosotros vivimos en la fe, y en esperanza, como pueblo escogido de Dios, pero esta manifestación de la gracia de Dios, no es para poseerla en exclusividad, sino, para proclamarla y testimoniarla (Volvemos a las tesis del salmo responsorial); este es el deber y la razón de ser de la Iglesia y de la autoridad de sus líderes responsables.

 

18)   Aquí cabe una tesis clave: algunos líderes cristianos, son reacios a hablar de la gracia, la actitud de Dios, no es el castigo, es el perdón. Estos líderes creen, que, si se enfatiza la gracia, la grey, se va a animar a seguir pecando, por lo cual proclaman un mensaje más de castigos o amenazas (Sobre el cual, basan su poder y no en el servicio); pero conforme a esta lectura, vemos que San Pablo, no es de esta tesis, enseñaba que uno deja de pecar, cuando se tiene pleno entendimiento profundo de la obra de la gracia, esa que se manifiesta en la Encarnación, en la Navidad. Nuestra fe, activa la gracia y nos purifica del pecado. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Son las autoridades y líderes de su parroquia o comunidad de fe: sobrias, dignas, moderadas, sanas en la fe, el amor y la paciencia?; es más: ¿Los apoyamos para que así sea?

 

19)   Por esta gracia es que, como María, podemos decir “sí” a la voluntad de Dios. Jesús dijo: “Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8: 32): la verdad de la gracia, produce libertad. En esta Navidad, recibimos su gracia maravillosa.

 

20)   Roguemos a Dios, por la actividad misionera de la Iglesia. Roguemos también por los miembros de nuestra iglesia y nuestras comunidades, para ser fieles testigos del mensaje de Jesús.

 

21)   Que la Navidad, sea un motor para que hablemos, de la necesidad de expresar la fe que profesamos en la vida cotidiana y de colaborar con la construcción de la Iglesia.

 

22)   Oremos: “Jesús adorna nuestras vidas, con obras y confesión dignas del Evangelio”.

 

23)   Esas obras y confesión dignas del Evangelio, nos deben llevar a crecer en santidad: este crecimiento solo depende de la gracia de Dios, la persona consagrada da ejemplo de autocontrol, esto supone obediencia consciente a la voluntad de Dios. Por eso que esta Navidad, sea punto de partida, para mantenernos firmes en la gracia y practicar un comportamiento santo, buscando con afán hacer el bien.

 

24)   No lo olvidemos, para las primeras comunidades, Cristo, es el líder de la vida, pues enseña a vivir de manera auténticamente humana, si todos viviéramos los valores de Jesús ¡Que distinta sería nuestra vida y la dinámica del mundo!; aprendamos de Cristo y nuestra vida tendrá sentido verdadero.

 

 

Expuesto todo lo anterior, vamos al Evangelio…

 

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     2, 1-14

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
«¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!»

 

Reflexionemos ahora el relato del nacimiento de Jesús, según San Lucas. Veamos primero la composición del texto: antes de este pasaje, Lucas ha recogido los hechos a través de los comentarios en los que la comunidad ha puesto ya su visión, su fe y su interpretación cristiana del Antiguo Testamento (Por eso hablamos de los textos midráshicos. Por eso se ven en el relato: ángeles, gloria, cumplimiento de las profecías). Además, Lucas se suma como teólogo (Ya veremos que el ángel que se le parece a los pastores le da tres títulos claves al niño)

 

Dice el versículo 1: “Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo”.

 

De arranque, Lucas plantea coordenadas históricas para ubicar el nacimiento de Jesucristo: habla de Augusto, quien fue emperador romano, del 27 a.C. al 14 d.C. (Ya en ese tiempo a los emperadores se les daba el título de “Césares”, en recuerdo de Julio César, el gran antepasado. Octavio, sobrino de Julio, se daría el título de “Augusto”, es decir, “divino”, corría el año 27 a.C.) Corresponderá a Augusto la creación del imperio que sustituye a la República romana, además expande ese imperio hasta cubrir todo el mediterráneo, estableciendo la famosa “Pax Romana” e introduciendo la época dorada de la literatura y la arquitectura de Roma.

 

Del mismo modo, habla de un censo, que tenía por objeto “que nadie se escapara” de la recaudación de impuestos y el potencial servicio militar (En este punto, hay que tener presente que los judíos, estaban exentos de este servicio). De hecho, las tasas impositivas, se llevaban el 12, 5% de las entradas del campesinado pobre, súmese los diezmos que debían darse a los sumos sacerdotes y los pagos de deudas a los propietarios de la tierra.

 

 Adicionalmente, cuando el texto dice: “…que se hiciera un censo de todo el mundo”, está hablando del imperio romano (El país judío era la provincia frontera del imperio en el oriente). Conste que fuera de este texto, no hay noticia de un censo en todo el imperio, bajo este emperador. Quizás basados en esto último, algunos especialistas nos dicen que Lucas quería destacar que Jesús nace fuera de su pueblo (Nazaret), por una orden imperial, un hombre todopoderoso, un “dios”, que había “pacificado” el mundo, un hombre que era alabado como “salvador del mundo entero”. Así, Lucas quiere contraponer a los llamados “grandes salvadores del mundo” y la verdadera salvación de Dios. En esta línea, parece que el emperador, es el que pone en movimiento al mundo, pero los que verdaderamente lo hacen, son José y María.

 

Versículo 2: “Este primer censo fue hecho siendo Quirinio gobernador de Siria”. Según fuentes históricas, Quirinio hizo este censo entre los años 6 y 7 d. C. pero ese censo solo contemplaba el territorio de Judea.

 

 El asunto es que Quirinio, ocupó la gubernatura de Siria en dos ocasiones: una, entre el 6 y el 4 a.C. y la otra, del 6 al 9 d. C. para algunos especialistas protestantes, en las 2 ocasiones, este gobernador hizo censos (Esta tesis, fue planteada por el finado arqueólogo, Sir William Ramsey, profesor de las universidades de Oxford y Cambridge), pero del que habla el Evangelio, es el segundo censo entre los años 6 y 7 d. C. (Sin embargo, para Ramsey, el texto hablaba del primer censo)

 

 Para otros, se desconocen gran parte de los hechos históricos relevantes para dar una respuesta definitiva (Esta tesis ha quedado refutada, pues, la arqueología ha demostrado la precisión de Lucas: un fragmento de piedra hallado en Trívoli, contiene la inscripción en donde constan los dos gobiernos, de Quirino). Otros más, inclusive, refieren a un problema de traducción, éstos, dicen que la traducción de este texto debe ser: “Este censo tomó lugar antes que Cirenio gobernara Siria” (Uno de los especialistas que apoyaron esta idea fue, el ministro y evangelista Pentecostal, Finis J. Dake, esta misma tesis la apoyan los especialistas de la Biblia de Estudio del Expositor)

 

De estos dos eventos (El censo romano y el de Quirinio), algunos expertos explican que lo que San Lucas hizo, fue, convertir un hecho local (El censo de Quirinio), en un hecho universal (El censo a todo el imperio romano), esta tesis queda reforzada con lo expresado por los teólogos católicos, José Ignacio y María López Vigil, quienes sostienen que Jesús pudo haber nacido poco tiempo antes de la anexión definitiva de Palestina al Imperio Romano o poco tiempo después.

 

Ahora, repetimos: Según fuentes históricas, Quirinio hizo este censo entre los años 6 y 7 d. C. de hecho, el historiador Josefo, ubica el censo en el año 6, esto implica que las cronologías de San Mateo y de San Lucas, sobre el nacimiento de Jesús, no concuerdan: para Mateo, Jesús nace antes de la muerte de Herodes el Grande (Año 4), quizás entre los años 8 y 6, siendo lo más probable el año 6.

 

El censo de Quirinio, históricamente fue fundamental, porque significó la reorganización de la provincia procuratoriana, ya bajo el dominio del hijo de Herodes: Arequelao, lo que provocó la insurrección del llamado “Judas el Galileo” (De esta revuelta se habla en Hechos 5: 37: el rabino Gamaliel, recuerda ese pasaje de la historia.); de hecho, los eventos se dieron así: por la insurrección de “Judas el Galileo”, la provincia le sería quitada a Arquelao y dada a Quirinio (O Quirino)

 

Este tema del censo, tiene otro aspecto importante: ya hemos dicho que, de estos dos eventos (El censo romano y el de Quirinio), algunos especialistas explican que lo que San Lucas hizo, fue convertir un hecho local (El censo de Quirinio), en un hecho universal (El censo a todo el imperio romano); en esa lógica, quien haya mandado a hacer el censo, actúa como un propietario que define las tasas impositivas. Pero desde la fe, Dios toma este evento, para realizar su designio.

 

Por esta razón, el censo era indignante, la propiedad de las tierras, era del que mandaba a hacer el censo. Pero aquí también se da una situación religiosa, Israel no debía ser censado, pues el propietario era Dios y nadie podía apropiarse de tierras y gentes.

 

De hecho, el censo constaba de dos etapas: la primera era el registro (Se levantaba un inventario y catastro de personas y propiedades), la segunda, era propiamente el censo (Se asignaban los impuestos y se comenzaba a cobrarlos), conforme a esta evidencia, el nacimiento de Jesús, se habría dado durante la etapa de registro.

 

Versículo 4: “Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David”.

 

 Belén, significa: “casa de pan”, esto por la gran cantidad de cereales que producía. La fertilidad agrícola de la zona, derivó su antiguo nombre, que era “Efrata”; otros autores dicen que ese nombre, viene de la familia a la que pertenecían esas tierras, “la familia de Efrat”. Desde la fe, podemos decir que: no había un lugar más apropiado, para que naciese el “pan vivo bajado del cielo” (Juan 6: 51)

 

En suma: la pequeña aldea, era un oasis en aquella región desértica, donde como bien dice el texto había nacido David. Belén está cerca de Jerusalén (8 Km. al sur de esa ciudad) y a unos 3 días de camino, desde Nazaret (145 Km., cinco jornadas de camino, dicen algunos autores). Judea, era la provincia romana ubicada al sur de Israel, región ocupada anteriormente por el reino de Judá.

 

Hoy, en Belén, se encuentra la Basílica de la Natividad, construida hace un poco más de 1500 años, es uno de los templos cristianos más antiguos del mundo, como fue edificada en tiempos de guerra, su entrada es baja y estrecha, para que la caballería no pudiese pasar.

 

Versículo 5: “Fue allá a inscribirse junto con María, su esposa, que se encontraba encinta”. Ya en la reflexión del texto de Mateo, hemos explicado esto del compromiso, el desposorio y el matrimonio en la sociedad judía de los tiempos de Jesús. Sin embargo, se plantea un pequeño detalle sobre este texto: si María era solo la prometida de José, hubiera supuesto una clara violación de las buenas costumbres, el haber emprendido juntos el viaje a Belén y convivir allí, juntos cual si fueran matrimonio.

 

 Solo queremos agregar aquí, que, para algunos conocedores, María también era de la casa de David (Solo como fuente, citamos a los comentaristas de la Biblia de Estudio Matthew Henry ampliada) para otros, era de la casa de Leví. Por otro lado, dado que el censo era enviado por el gobernador sirio, la historia nos indica que, en ese territorio, las mujeres mayores de 12 años, debían pagar un impuesto en el censo, por lo que debían registrarse.

 

Otros especialistas, dicen que los romanos en sus censos, no obligaban a los censados a abandonar sus casas para empadronarse, por lo que al observar este “estilo” de censo, en el que José y María debían ir de Nazaret a Belén, se estaría ante un censo de tipo “judío”, mientras Herodes todavía era rey. Esto refutaría que se hablara del censo de Quirinio. Con esta tesis, desaparece el problema cronológico del nacimiento de Jesús, planteado entre San Mateo y San Lucas.

 

El asunto es, que se han descubierto posteriormente a esta idea, documentos de un censo antiguo, que ha arrojado bastante luz sobre la costumbre de requerir a los ciudadanos que regresaran a sus ciudades para censarse.

 

Una orden oficial gubernamental que data del 104 d. C., reza así: “Gayo Vibius Máximus, Perfecto de Egipto (Dice): viendo que el tiempo ha venido para que se cense casa por casa, es necesario obligar a todos aquellos que por cualquier causa estén residiendo fuera de sus provincias a que regresen a sus propios hogares, para que puedan cumplir el orden regular del censo y también puedan asistir diligentemente al cultivo de sus cuotas”. Además, otro papiro, que data del año 48 d. C., indica que la familia completa estaba involucrada en el censo.

 

Versículo 7: “Y allí nació su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón”. En primer lugar, no se debe olvidar, que, conforme a las profecías, el Mesías nacería en Belén (1 Samuel 16: 1; Isaías 11: 1; Jeremías 33: 15; Ezequiel 37: 24; Oseas 3: 5; Miqueas 5: 1) y conste, Jesús nació, fue parido por María, no apareció “milagrosamente”. De hecho, para algunos teólogos, José fue el que la ayudó en el parto.

 

 En segundo lugar, está el título de primogénito que es vital. En términos llanos, se entiende como el primer hijo, pero éste tenía privilegios y deberes especiales. A él, le correspondía el primer puesto después del padre y una doble parte de la herencia familiar. En el caso de Jesucristo, el título de primogénito, implica su supremacía universal (Esto lo vemos en muchos escritos de San Pablo, en el texto a los Hebreos y en el libro del Apocalipsis)

 

Ahora bien, aquí de nuevo vemos diferencias en la teología bíblica católica y protestante: para los segundos, si Jesús es el primogénito, luego, María tuvo más hijos. Para los católicos, el título subraya una dignidad y los derechos del niño, no hermanos menores. Diría San Jerónimo: “todo unigénito es primogénito, pero no todo primogénito es unigénito”.

 

La tesis católica es reforzada, en un descubrimiento arqueológico hecho hace algunos años, de una inscripción sepulcral de una madre joven hebrea que “murió al dar a luz a su hijo primogénito”. Es decir, a su hijo primogénito, no siguieron otros. Este descubrimiento, fue llevado a cabo en la necrópolis judía de Tell el Yehudieh. La fecha de la inscripción es del 5 a. C. En el epitafio se lee: “Los dolores de parto de mi hijo primogénito me condujeron a la muerte”.

 

Por otro lado, véase que el texto dice: “…lo acostó en el establo…”: en griego, esto puede referirse al establo mismo o propiamente al pesebre (En griego: phatné), que es una especie de cajón en donde se daba de comer a los animales. Sin embargo, este concepto de cajón, puede traer confusión: el comedero, estaba hecho típicamente de piedra (No de madera, como se pudiese pensar), no solo se usaba para la comida, sino para darle agua a los animales.

 

 Aún más, el versículo nos dice: “…porque no había alojamiento para ellos en el mesón”: aquí mesón, es la posada donde se alojaban los viajeros. Da la impresión que aquí se usa la palabra “mesón”, como traducción de la palabra griega “kataluma”, que es usada en el Antiguo Testamento griego, como refugio para los nómadas en el desierto. Este término significa “alojamiento”, por lo que podría estarse hablando de una habitación de huéspedes en una casa de familia.

 

Para algunos investigadores no – creyentes, no es aceptable que en Belén hubiera mesones, ya que la aldea no estaba cercana a alguna ruta principal, por lo que, para ellos, el relato de San Lucas, es ficticio. El asunto es que este argumento es mera conjetura. Por otro lado, quienes refutan esta tesis, dicen que, la posada de Belén, existía desde los tiempos del profeta Jeremías (Jeremías 41: 17); estos espacios, eran para los más pobres de los pobres.

 

Para algunos traductores, más que una posada, estamos hablando de un albergue (Así se traduce la palabra griega “kataluma” de la que ya hemos hablado, esto en el Nuevo Testamento), una especie de sala. Además, debe tomarse en cuenta que, la aldea de Belén, estaba construida sobre una colina calcárea, por lo que estaba llena de cuevas naturales o hechas por el hombre para extraer piedras para construir las casas en las que habitaban las familias pobres.

 

 Aún más: este sitio pudo haber sido dado por la familia de José en Belén. No es lógico, que José y María no hayan hecho preparativos para el viaje. Aunque algunas líneas teológicas, católicas y protestantes, refieren a no encontrar un lugar donde hospedarse. En ese marco, algunos teólogos han ido más allá y alegan que la razón del rechazo a María, en estado de embarazo, era el que podía “impurificar legalmente”, todo lo que tocase después de que diese a luz (Esta tesis ya ha sido refutada, pues, la ley de convivencia social, estaba por encima de la de la pureza); entonces toma fuerza, el tema de la pobreza (Con dinero, hubieran encontrado lugar)

 

Otros dan elementos más racionales: en el ámbito del censo, todo estaba lleno o los precios de alojamiento, eran muy altos y no los podían pagar. De este tema, surge la costumbre popular, de “las posadas”. Para algunos especialistas, la cueva donde nació Jesús, contaba con dos salas separadas por un estrechamiento de la misma cueva. La sala del fondo, servía probablemente de bodega y establo.

 

Tomando en cuenta el concepto de hospitalidad en Israel, no es extraño, que se considerara inconveniente el que María diera a luz entre hombres, por lo tanto, se le da un espacio detrás de donde estaban los animales, donde ella podría estar mejor.

 

Otros especialistas, plantean una visión diferente de lo que aquí decimos de la gruta (La cueva la menciona expresamente San Justino, en el siglo II): volvemos al concepto de mesón: en algunos de ellos se guardaban a los animales en los patios, con las personas en apartamentos sobre una plataforma elevada alrededor del patio, la cual a veces era de 30 metros cuadrados.

 

Eso sí, en esta línea, el albergue no era lujoso (Algunos creen que Jesús nació en una especie de hotel de la época: el erudito católico, Alberto Colunga describe así el espacio: “un patio cuadrangular, a cielo descubierto; en el centro se deposita el bagaje, y en los cobertizos se acomodan los viajeros”), por eso posiblemente el pesebre estuviese en un rincón de ese albergue, éste estaba tan lleno, que no encontraron un lugar mejor para recostar al niño.

 Por otro lado, el pesebre, no es solo un tema circunstancial. De nuevo, vemos la opción de Dios por lo sencillo y por la pobreza. Jesús es rey de reyes, pero no nació ni vivió como rey en esta vida. Esto nos debe enseñar a los creyentes, a vivir en humildad y sencillez (Recuerde: cuando anhelemos la grandeza, conmemoremos el pesebre).

 

 Aún más: el hacer la voluntad de Dios, no es garantía de comodidad, hasta lo incómodo, tiene un significado en el plan de Dios (De toda suerte, el nacimiento de un niño, en tiempos antiguos, siempre ocurría con mucha penuria. Rememórese: Génesis 3: 16). Súmese que contrario a lo que se nos presenta en las escenas navideñas, los alrededores de esos albergues, eran oscuros y sucios.

 

Adicionalmente, nótese que la primera oferta de este mundo al niño Jesús, es un grupo de animales y un pesebre…

 

 Una piadosa leyenda, dota ese sitio de dos animales: un buey y un asno: en Isaías, capítulo 1, versículo 3, leemos: “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Pero Israel no conoce, mi pueblo no discierne”. Esos son los animales que encontramos en nuestros portales, se sabe que debemos a San Francisco de Asís esa tradición. Indudablemente, el “Pobre de Asís”, conoce e interpreta el texto en clave navideña.

 

 Súmese que la crítica explícita del profeta, nos expresa algo a nosotros: “La humanidad se dice inteligente y rechaza a su Señor, a éste, hasta los animales lo reconocen”. San Juan dirá respecto a Israel: “Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron” (Juan 1: 11); en esa “inteligencia”, no hay comprensión: María es madre de Jesús, Jesús es Dios, María es madre de Dios: en Jesús, no se pueden dividir humanidad y divinidad. Ya lo escribiría San Pablo: “Al llegar la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo nacido de una mujer” (Gálatas 4: 4)

 

Además, el versículo que comentamos dice: “…lo envolvió en pañales…”: a los bebés, se les lavaba, se les frotaba con sal y posiblemente con aceite de oliva y luego eran envueltos (Ezequiel 16: 4). Se solían usar tiras de tela para envolver a los niños recién nacidos (mantas y vendas finas, eran usada por los ricos).

 

Pero, además, los pañales mantenían a la creatura abrigada y le daban un sentido de seguridad. Adicionalmente, se pensaba en la protección de los órganos internos del niño. Esta costumbre, sigue vigente en muchos de los países del Medio Oriente (Y en algunas culturas indígenas, Quichuas y Mestizas). Esta es una señal de cuidado cariñoso (La ausencia de pañales, es signo de descuido). Luego del envoltorio en pañales, lo que seguía era avisarle al papá, para que fuera felicitado.

 

 Algunos teólogos católicos, como Mauro Orsatti, hacen referencia a una proyección entre los pañales y las futuras mortajas de Jesús. Este tipo de proyecciones es muy propio de la teología católica clásica. Aún más, en esta línea, el pesebre, es una proyección del sepulcro, esto se verá en muchas imágenes basadas en este pasaje.

 

Jesús nace en Belén: no hay evidencia para negar la muy antigua tradición que ubica el nacimiento de Jesús en ese territorio, de hecho, la gruta donde se dice nació Jesús, se ubica en el centro de la ciudad (San Justino ya halaba de la cueva), allí vivió algunos años San Jerónimo, mientras traducía la Biblia al latín.

 

En el año 135, el emperador Adriano hizo desaparecer la gruta debajo de un bosque artificial dedicado al dios Tamuz, para cortar la peregrinación que se hacía desde los primeros años. Hoy, la pequeña gruta, está dentro de la Basílica de la Natividad, de la que ya hemos expuesto. En el suelo hay una estrella, señalando, basados en la piedad y no en la historia, donde nació Jesús: el símbolo tiene grabada una inscripción: “Aquí nació Jesús de María Virgen”.

 

Este segmento del Evangelio de Lucas, es contribución exclusiva de este autor (Esto no se encuentra en el relato de Mateo): Lucas fue compañero de Pablo, escribe su Evangelio del 75 al 80 d. C. Ciertamente él utilizará el Evangelio de Marcos (Que es el primer Evangelio escrito), pero también usa otros escritos y tradiciones orales que ha investigado cuidadosamente. Esto último es clave: Lucas escribe desde la perspectiva de María, y quizá basa sus relatos de la infancia, en entrevistas hechas a ella.

 

 En esta línea, debe recordarse lo que se nos dice en el capítulo 1, versículo 3, de ese Evangelio: “Después de haber investigado todo con sumo cuidado desde su origen, me ha parecido una buena idea escribírtelo por orden”.

 

Finalmente, de los versículos del 4 al 7, debe decirse lo que en su momento dijo el evangelista J. N. Darby: “Comenzó en un pesebre, y acabó en una cruz, y a todo lo largo del camino no encontró donde posar su cabeza”.

 

¿Cuánta gente vive en pobreza en nuestro país?

 

¿Cuántos vienen del campo a la ciudad, engrosando los cinturones de miseria?

 

¿Somos conscientes de que, entre los pobres, entre esas gentes, nace Cristo?

No, no es en las tiendas, no es en los “Malles”. No es donde se miran las riquezas y las apariencias… 

 

Hay gente que sueña con peregrinar a Belén, cuando en nuestro país hay muchas “Sagradas Familias” … se puede llamar Francisco, Juan, Pedro, Lorena… pero el que nace en medio de esa pobreza es Cristo.

 

Que ciegos y sordos somos, cuando creyendo celebrar la Navidad, tenemos la mirada puesta lejos del albergue o establo de Belén… así de ciegos, nos tienen las luces de los comercios, éstas nos impiden ver el verdadero rostro de Jesucristo. Por ver “luces”, no vemos la verdadera luz. Pero, además, es que no queremos ver la luz de Cristo, porque esa luz, se cuela por todos los rincones, descubre nuestras miserias, nuestras limitaciones, nuestras mezquindades.

 

Esa luz, no es como la que adorna casas y comercios, no es puro adorno. La luz que es Cristo, compromete, exige cambios dolorosos en nuestra existencia. Es una luz despiadada, fastidiosa, provocativa. Por eso preferimos ver otras luces o cerramos los ojos.

 

En este punto observamos que lo que podríamos conocer como “Evangelios de la Navidad”, son harto molestos: la verdadera Navidad, no está atiborrada de retórica, llena de poesía vulgar (Hasta de reggaetón), no está llena de empalagamiento. No es la Navidad, para exhibir a los pobres y “tocando el corazón de los pudientes”, ellos hagan alguna obra de caridad.

 

Versículo 8: “Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas”: el territorio judío ha sido usado por mucho tiempo para apacentar ovejas. Basados en este texto, muchos especialistas protestantes (Por ejemplo, Finis J. Dake, que ya hemos citado), sostienen lo que la teología católica nunca ha negado: que Jesús no nació en diciembre)

 

Nótese: ¿Quiénes son los primeros en recibir la noticia del nacimiento?: los pastores, ellos son pobres (Esa es la naturaleza del oficio, de hecho, en Israel, eran considerados miembros de la clase más baja (Génesis 46: 33 – 34)); Es más, tenían fama de ladrones, conforme a la ley judía, no podían ser testigos en los juicios.

 

 Alberto Colunga, dirá que los fariseos tenían prohibido tratar con ellos, al considerarlos desconocedores de la ley, para los religiosos, están fuera de la fe judía y están destinados al infierno.

 

Esto es importante tomando en cuenta que: Abraham, Isaac, Jacob, Raquel, Moisés, Aarón, David y Amós, prominentes personalidades en la historia del país, fueron pastores, pero además en ellos, se mira como los humildes, son los escogidos para recibir los privilegios de Dios, esto será un mensaje clave en el Evangelio de San Lucas (Lucas 4: 18). Es decir, para Dios, los grandes son los pequeños, los últimos son los primeros, los arrojados de la sociedad, sus clientes privilegiados.

 

Véase que la primera indicación de este singular nacimiento no fue dada a los líderes religiosos de Jerusalén. Ya lo decía el pastor James S. Stewart: “¿No hay acaso todo un universo de significado en el hecho de que los que primero vieron la gloria de la venida del Señor fueron gente ordinaria, ocupados en tareas muy ordinarias? Esto significa, primero, que el puesto del deber, por humilde que sea, es el lugar de la visión. Y en segundo lugar significa que es a aquellos que se han mantenido en las profundas y sencillas piedades de la vida, y que no han perdido el corazón de niño, a los que se les abren más rápidamente las puertas del Reino”.

 

Es más: Jesús se llegará a identificar como “el buen pastor” (Juan 10: 11 – 16); los autores de los salmos, identificarán a Dios, como un pastor (Salmo 23; Salmo 100: 3); el profeta Ezequiel hará lo mismo (Ezequiel 34: 12 – 16). Podríamos interpretar desde la fe, que el ángel que se le aparecerá a los pastores, los invitará a recibir al Cordero de Dios (Juan 1: 36)

 

Por otro lado, el hecho de “…unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas”, no significa que se estuviera en época de verano, pero sí es posible, que fueran rebaños dedicados a los sacrificios del templo, que se ubicaban cerca de Jerusalén. En términos temporales, los pastores nunca guardaban sus rebaños afuera en el invierno, desde octubre o noviembre, hasta la siguiente primavera. Era la costumbre sacar afuera los rebaños después de la Pascua, permaneciendo hasta las primeras lluvias de octubre o noviembre. Para Alberto Colunga, ya citado, los pastores del texto, eran trashumantes, pues ellos tenían los rebaños fuera, de noviembre a enero, esto por lo suave de la temperatura.

 

Desde una perspectiva teológica, esto tiene sentido: los primeros que conocen el Evangelio, son los que están “afuera”, pues los que están “adentro”, los que están en la institución religiosa, no terminan de entender a Dios.

 

Aun hoy, los pastores árabes, conducen sus rebaños por los terrenos que rodean Belén. También hoy en las afueras de la ciudad, en el llamado “campo de los pastores”, hay una iglesia en forma de tienda beduina, recordando a los pastores del Evangelio.

 

Versículo 9: “El ángel del Señor se les apareció y los rodeó de claridad la Gloria del Señor y fueron presa del temor”: como lo vimos en el relato de Mateo, San José es presa del temor ante el misterio divino, los pastores tienen la misma reacción ante el ángel y la Gloria del Señor.  Ya lo dice el libro de la Sabiduría: “Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía, y la noche se encontraba en la mitad de su carrera, tu palabra omnipotente, cual implacable guerrero, saltó del cielo, desde el trono real, en medio de una tierra condenada al exterminio. Empuñando como cortante espada tu decreto irrevocable”. (Sabiduría 18: 14 – 15)

 

Hoy hemos roto el silencio con el ruido de la fiesta…

 

Ahora bien, resulta interesante que el teólogo Protestante A. Boyd Luter, dice que ese “ángel del Señor”, es el mismo Gabriel. Lo cierto es que la frase griega “…se les apareció”, implica que estaba a corta distancia de ellos, pero suspendido en el aire.

 

Respecto a la “Gloria del Señor”, nos dice este mismo especialista, que era una luz brillante (En medio de la oscuridad de la noche) que indicaba su espléndida presencia. Finis J. Dake, nos referirá a la palabra hebrea “shekinah”, que siempre simbolizaba la presencia de Dios. En esta línea, también se ubicará el católico, Alberto Colunga. Ahora bien, independientemente de ello, hay un contraste impresionante: la gloria de los ángeles y la pobreza del niño. La convicción, es que Dios actúa entre los pobres. Y no solo actúa entre ellos, sino, que les da misiones importantes, pues es fe y no, el poder humano, lo que mueve el reino de Dios.

 

Versículo 10: “Pero el ángel les dijo: ‘No teman, porque yo vengo a comunicarles una buena nueva que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo’”: en primer lugar, son importantes las palabras: “buena nueva”: estas se pueden traducir como “Evangelio” (Este es un término favorito en el Evangelio de Lucas) y estas palabras, tienen un significado político: en el imperio romano, muchas de las proclamaciones del César, eran evangelios: por ejemplo, su entronización, su cumpleaños, las celebraciones de sus victorias militares. Una evidencia arqueológica de ello, es una inscripción imperial que se ha encontrado y que dice: “El nacimiento de nuestro dios (César), ha señalado el comienzo de las buenas nuevas para el mundo”.

 

Desde una perspectiva muy literal, algunos especialistas ven en este texto, una profecía y una promesa. En esta línea, sería la novena profecía en el Nuevo Testamento y en el versículo 26, de este pasaje que estamos reflexionando, veremos su cumplimiento.

 

 Por otra parte, es claro: la alegría (Junto a la paz), son de los primeros frutos del Evangelio cuando lo recibimos. El regocijo, es un elemento fundamental en el Evangelio. Mas para recibir el Evangelio, se requiere un corazón humilde y un deseo de aceptación. No se requieren cualidades extraordinarias. Cristo nos acepta, tal como somos. Los teólogos católicos, Orsatti y Pagola, desde ópticas distintas (Desde el “Cristo de la fe” y desde el “Jesús histórico”, respectivamente), sostienen que esa alegría y esa paz, son las mismas de los apóstoles cuando encuentran a Jesús resucitado.

Debemos estar alegres, porque hay un Dios que piensa en los seres humanos con amor, que baja hasta el hombre, que se acerca al hombre, ¡que se hace hombre!; Dios se hace caminante para recorrer con nosotros el mismo camino, compartiendo nuestras penas, y miserias, nuestras lágrimas, angustias y esperanzas. Un Dios que viene a traernos salvación a todos. Un Dios que se nos revela como la misma misericordia.

 

Debemos estar alegres, porque se nos abre una posibilidad que es una verdadera locura: Dios se hace hombre en Cristo, para que podamos Cristificarnos (Hacernos como Cristo): debemos estar locos de alegría.

 

Esa es nuestra misión: Cristificarnos. Que Cristo nos penetre íntimamente, nos transforme… que, al mirarnos, la gente mire a Jesucristo mismo. Que nuestro principal regalo sea encarnar a Jesucristo. Ese Jesucristo que se entrega sin reservas a todos.

 

Debemos ser testigos de la alegría cristiana: esa alegría es salvación, no condenación. Es liberación, no opresión. Es verdadero gozo y no tristeza…

 

Dice la Biblia (En el texto que es su corazón): “¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Único para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3: 16. Biblia Latinoamérica); Dios nos da su mejor regalo, pero nosotros lo enterramos en medio de bolsas y papeles de obsequio.

 

En el versículo 11, el ángel les dice a los pastores: “Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador…”: ya vimos en la reflexión del relato del nacimiento según San Mateo, el significado del nombre de Jesús: Salvador (Del griego sotér: libertador, redentor. Valga decir que este término, tiene un peso religioso – político: esta palabra se relacionaba con las antiguas deidades y de hombres que dieron gran libertad a un país). En el Antiguo Testamento, sobre todo, los Salmos y los Profetas, el título se aplica a Dios mismo. En el Nuevo Testamento, el término se usa dos veces: en este versículo y en Juan 4: 42.

 

Pero este texto de Lucas, también nos trae ecos de la profecía de Isaías capítulo 7, versículo 14, de la que también hemos hablado. Aquí cabe decir que acaba la educación religiosa propia del Antiguo Testamento, Dios envía a su hijo, él es la verdad plena (San Juan 14: 6)

 

La Navidad es un tiempo para dejarnos contagiar del amor de Dios, ese amor, vence nuestros temores, Dios está siempre entre nosotros: en la antigua alianza, a través del tabernáculo y del templo, hoy a través de Jesús mismo (Mateo 28: 20); Jesús que viene como un niño indefenso, nos muestra que su presencia está entre los débiles, los marginados, los oprimidos.

 

Veamos algunos otros elementos de esta “Buena Nueva”: “Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador…”:

 

a)       La maravilla de la noticia: ya lo hemos visto, el cumplimiento de las profecías (Génesis 3: 15; Isaías 9: 6)

b)      Los destinatarios de la noticia: los pastores y “’…para todo el pueblo…’”

c)       La vigencia de la noticia: “Hoy les ha nacido…” (Véase también 2 Corintios 6: 2)

d)      El protagonista de la noticia: Jesús, Salvador y Rey (Mateo 1: 21; 2: 2; Salmo 24: 7)

e)      La proximidad del objeto de la noticia: “…Hoy les ha nacido en el pueblo de David…” (Véase también: Hechos 17: 27; Apocalipsis 3: 20)

 

Sigue diciendo el versículo 11: “…que es el Mesías…”: este es un título hebreo que equivale a la palabra griega “Cristo” (Es decir, las palabras: “Mesías” y “Cristo”, son sinónimas, ellas significan “Ungido”). El sentido de esa unción, es propio de la realeza. De hecho, el título de Cristo, era colocado delante de emperadores divinizados en la época helenística.

 

Pero en el versículo 11, el ángel le da otro título al niño: “…el Señor…”: aquí este título (“Kurios”, en griego). Tiene un peso político: “kurios”, era el título de los gobernantes seculares. El Señor, es traducción del nombre de Dios mismo.

 

Como se verá a lo largo del Nuevo Testamento, este título se le dará a Jesús. Véase que Jesús no es solo Mesías, el esperado, sino, que es el Señor, es Dios mismo. Por eso hemos dicho que, con el nacimiento de Jesús, comienza una nueva era.

 

La encarnación de Cristo es el mayor milagro y la mayor demostración del amor de Dios. El Señor Todopoderoso es capaz de salvar (Romanos 14: 9; 1 Corintios 8: 6); además, “Señor” es el nombre del Cristo resucitado, es un título pascual. El Mesías pobre, será el Señor glorioso.

 

Sigamos profundizando en la dignidad del anuncio del ángel:

 

a)       Jesucristo es un Rey, el Ungido (Mesías) de Dios (Salmo 24: 7; Juan 1: 41): de nuevo, si hacemos de Jesucristo nuestro rey, le debemos obediencia.

b)      Él es el Salvador, Redentor (Mateo 1: 21), de nuevo, como Salvador, vino a redimirnos.

c)       El Señor, como Señor, vino para ser nuestro Poseedor y Maestro en el servicio.

Como puede verse, el Evangelio trata de una persona, no de alguna religión con sus credos, doctrinas, confesiones y formas exteriores…  he aquí toda una teología resumida o en miniatura.

 

Versículo 12: “Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre”: reconocerán a Dios que se hizo pobre (Filipenses 2: 6 – 8), estos pastores, verán al Señor envuelto en pañales. Pero ese pobre, al resucitar, nos comunicará sus riquezas (Filipenses 2: 9 – 11; Efesios 1: 21 – 23; Colosenses 1: 16 – 18; 1 Pedro 3: 22)

 

Por otro lado, véase que el versículo dice: “…hallarán a un niño recién nacido…”, de nuevo es el mismo signo de la profecía de Isaías 7: 14. La Virgen da a luz un niño, que se cría en la pobreza. A los pastores se les da un signo de la personalidad de Jesús: el Salvador – rey, nace pobre en un establo. Dios está entre la humanidad como un indefenso niño. Pero, además, estando en un lugar tan impropio (Un pesebre)

 

Versículos 13 - 14: “De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron en torno al ángel y cantaban a Dios: ‘Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra gracia y paz a los hombres’”:

 

La multitud de seres celestiales (Un ejército dice el griego, lo que pasa es que este ejército, anuncia la paz), muestra como Dios quiere proclamar las maravillas que está haciendo y sus obras no están ocultas, Jesús está entre nosotros, esto lo verán en lo que llamamos litúrgicamente la Semana Santa, los niños en el Templo (Mateo 21: 16) y los profetas del Nuevo Testamento (Efesios 3: 5); aún más: todos aquellos que anuncian a Jesús hacen un servicio de ángeles.

 

Por otro lado, en la multitud de seres celestiales, encontramos lo sobrenatural entretejido e incrustado en cada hecho y acontecimiento de este relato. No se le puede eliminar sin destruir la armonía y consistencia de la historia completa y sin hacerla increíble o imposible.

 

Cuando se estudia el canto de los ángeles, se observa que tiene una serie de problemas de traducción, que sobre todo derivan de la traducción “de los 70”, que ya hemos citado. Por ello, hemos optado por la traducción de la Biblia Latinoamérica, de este himno.

 

Dice el himno: ‘Gloria a Dios en lo más alto del cielo…’: el cielo es donde Dios habita.

“‘…y en la tierra gracia y paz a los hombres’”: esta paz, es la que se opone a la paz externa, propia del imperio romano, los ángeles cantan sobre una paz de mente y alma, una paz que solo es posible por la vivencia de Jesucristo como Salvador. Aquí debe recordarse que uno de los títulos mesiánicos, es el del “Príncipe de la paz” (Isaías 9: 6), además Cristo les prometerá paz a sus discípulos (Juan 14: 27).

 

Aunque también veremos como Jesús trae conflicto (Mateo 10: 34 – 36); en los relatos de la infancia, esto se verá, en la llamada “matanza de los inocentes”.

 

¿Por qué esta dualidad de paz y conflicto con Cristo?: dos explicaciones: una histórica: Jesús viene a traer el Reino de Dios, ese Reino se opone al gobierno del imperio romano, que denominaremos aquí: “sistema de dominación”.

 

Este sistema, implicaba que, la política solo favorecía a un grupo, la economía era egoísta y la religión era opresiva. En tanto, el Reino de Dios, implica una política para el servicio, una economía solidaria y una religión, que conduce a la verdadera libertad. Este conflicto será central en la vida de Jesús, ese choque lo llevará a la Pasión, muerte y resurrección.

 

La otra explicación, es desde la fe: ya lo hemos dicho, el pecado es la ruptura con Dios, con el prójimo y con la naturaleza (La ecología), Jesús al recomponer estas rupturas, nos enemista con el “señor” del pecado: Satanás y con sus obras (Santiago 4: 4)

 

Desde estas dos ópticas, vale la pena decir: que no podemos quedarnos solo con el bebé del pesebre: Jesús es más que eso, en su vida y en su enseñanza, se nos muestra a un liberador. Un liberador, capaz de establecer un reino eterno (Léase el Apocalipsis): ¿Qué imagen tenemos de Jesús?: ¿Un niño en un pesebre?, ¿Un maestro de amplia sabiduría?, ¿Un profeta?, ¿Un sanador?: para nosotros los creyentes, Jesús es Señor. A éste, verdadero Dios y verdadero hombre, no se le puede subestimar, es el único capaz de crear una humanidad nueva. En él, se refleja la mayor gloria de Dios.

 

 Dios es el que nos muestra su buena voluntad, nos da su gracia, sin empezar a ser buenos (“El amor no está en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Dios nos amó a nosotros y envió a su Hijo, propiciación por nuestros pecados”, escribió San Juan).

 

 Toda la predicación inicial de Jesús (Marcos 1: 15), es que Dios se nos ha acercado. Ese acercamiento implica, ir más allá de la superficialidad, se trata de crear una nueva humanidad. Dios se goza con aquellos que han encontrado su favor o gracia inmerecidos mediante Cristo (Algunos especialistas, niegan esta línea interpretativa, pero el griego nos aclara las cosas: en la frase: “gracia y paz a los hombres”, se encuentra la palabra “eudokias”, que permite traducir la frase de manera más literal: “…y paz en la tierra a los hombres que él ama”).

Dios busca convencer a los hombres que él desea el bienestar de ellos (Salmo 84: 11; 1 Timoteo 2: 4; 2 Pedro 3: 9), ese bienestar, es el arrepentimiento de los pecados y el recibir a Jesucristo, como Señor y Salvador.

 

Esa nueva humanidad, tiene un valor central: la paz. Esto es clave en Costa Rica, donde si mal no recordamos, el año pasado, el Ministro de Seguridad, ha dicho que, desde hace tiempos, los costarricenses dejamos de ser pacifistas. Adicionalmente, el sistema de dominación, mató al “Príncipe de la paz” (Isaías 9: 6) y todavía hablan vanamente de paz, pero la verdadera paz, se dará, cuando Cristo venga (Apocalipsis, capítulos 19 y 20)

 

Pero volvamos a esa nueva humanidad que Cristo crea: la paz es un tema central en Jesucristo:

 

-          La paz fue anunciada en su nacimiento (Lucas 2: 14)

-          Él ofreció la paz (Marcos 5: 34)

-          La paz le costó un alto precio (Isaías 53: 5; Colosenses 1: 20)

-          Él anunció la paz a los discípulos después de la resurrección (Juan 20: 19)

-          Él quitó de en medio la enemistad (Efesios 2: 14)

-          Él creó un eterno pacto de paz (Isaías 54: 10)

 

Por otro lado, vale la pena reflexionar sobre la Navidad en sí misma: tal y como conocemos la Navidad, no podría existir, si no se hubiese dado el acontecimiento sobre el que tanto, Mateo como Lucas, escribieron.

 

Lo que verdaderamente estamos celebrando es: el nacimiento de Jesús, la luz del mundo.

 

Ya lo ha dicho, San Bernardo de Claraval: “¿Qué te ha hecho tan pequeño Jesús?: el amor”.

 

Y en la Navidad del 2017, el hoy Papa Emérito, Benedicto XVI, expresó: “Que la luz del día se difunda por todas partes, que entre en nuestros corazones, alumbre y dé calor a nuestros hogares, lleve serenidad y esperanza a nuestras ciudades, y conceda al mundo la paz”.

 

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