Los jinetes del apocalipsis y el Covid – 19: un análisis y reflexión desde la Teología Bíblica de Apocalipsis 6: 1 – 8.
Los jinetes del
apocalipsis y el Covid – 19: un análisis y reflexión desde la Teología Bíblica
de Apocalipsis 6: 1 – 8.
A Grettel Gutiérrez Chaves.
Mi novia, sin cuya pregunta sobre este tema, no hubiera hecho posible
este trabajo.
Ocean Castillo Loría.
I
Ante la crisis del Covid 19,
mucho se ha dicho de la Biblia, de las profecías y del cristianismo.
Agarremos “el toro por los
cuernos” y veamos que podemos sacar en claro desde una visión histórico – crítica
de Teología Bíblica, sobre este tema: repetimos: “agarremos el toro por los
cuernos”.
Siempre que sucede una crisis
aguda en el campo político, económico y social, la gente se lanza a la “interpretación
o reinterpretación” de profecías o lo que se consideran profecías, para valorar
el futuro. Por ejemplo, este tema de los jinetes del Apocalipsis, fue
interpretado por Martín Lutero conforme a su época, ligado a la derrota de los
turcos; también fue muy popular durante
la I Guerra Mundial: guerra, sangre, hambre, peste, casi siempre vienen juntas.
Como muestra, en el momento
presente, hay gente que dice que el Covid – 19, es parte de los “jinetes del Apocalipsis”. Analicemos el
texto, para de una buena vez, saber de qué habla la Biblia en este pasaje.
Para iniciar, comencemos con una
breve introducción sobre el Apocalipsis como libro y de la apocalíptica, como
género literario:
Conforme a los teólogos Nekane
Adrien y Xabier Etxeberria, si uno lee de repente el último libro del Nuevo
Testamento, es decir, el Apocalipsis, lo encontrará extraño: extraño en su
estilo y extraño en su lógica.
Pese a lo confuso, es
literariamente fascinante y por eso, ha sido bastante explotado, por ejemplo en
el cine, la televisión y la literatura. Esta “explotación”, viene ligada en
muchas ocasiones, a una interpretación fundamentalista y literalista, que a su
vez, está alimentada por muchas comunidades de fe protestantes, por lo que no
es extraño, repetimos, que: Siempre que sucede una crisis aguda en el campo
político, económico y social, la gente se lanza a la “interpretación o
reinterpretación” de profecías o lo que se consideran profecías, para valorar
el futuro. Cuando no se tiene ese contexto, el libro se torna para el
desubicado lector, en prácticamente indescifrable.
¿Por qué?: porque el libro del
Apocalipsis, está escrito en un género literario: el apocalíptico, que hoy nos
resulta extraño, pero en la tradición bíblica, fue bastante común. Este género,
fue anunciado en el libro de Ezequiel y claramente mostrado en el libro de
Daniel (Ambos del Antiguo Testamento), ellos dan origen a una abundante
producción literaria, que se prolongará hasta comienzos de la era cristiana,
aunque en términos de libros, solo se reconozcan en la Biblia, el de Daniel y
el Apocalipsis.
Esto no quiere decir que en la
Biblia no haya pasajes marcados por el género apocalíptico. Solo citamos como
ejemplos:
-
Isaías capítulos del 24 al 27 (Por cierto que
hablando de la cuarentena producida por el coronavirus, se dice que en Isaías
26: 20, ésta se encuentra allí profetizada, cosa absurda a la luz (O las luces)
de Teología (Teologías) seria (Serias))
-
Mateo 24 – 25 que se conoce por muchas
comunidades de fe cristianas como: “el sermón escatológico (Referido al final
de los tiempos) de Cristo”.
Con esto claro, cabe la pregunta:
¿Cómo es el género apocalíptico?:
A) La
palabra “apocalipsis” significa “develar”. El autor apocalíptico escribe en
tiempos de crisis agudas para la comunidad a la que pertenece, y con su obra
pretende desvelar el final de esa historia crítica en que vive. Lo que supone,
por un lado, una visión pesimista del presente, que se considera dominado por
el mal, y, por otro, una visión optimista del futuro en el que se realizará
(Ese es el objetivo de la revelación), la salvación de Dios. el autor
apocalíptico escribe, por eso, para suscitar esperanza en las dificultades.
B) Este
desvelamiento lo hace con un estilo peculiar. El autor apocalíptico es un
“vidente”, alguien que trasmite su mensaje a través de la descripción de sus
visiones y que, por tanto, usa la palabra al servicio de la imagen. Pero,
además, describe sus visiones, que se convierten en símbolos, con un material
estilístico original: construcciones míticas, cifras misteriosas, apariciones,
cataclismos cósmicos, acciones fantásticas (Quizá ciertas obras
cinematográficas actuales, aunque con otros supuestos culturales, se acerquen
algo a este estilo)
C) El
Apocalipsis del Nuevo Testamento, participa de todas las características
descritas, pero también presenta diferencias, por ejemplo:
1) Para
los especialistas que defienden que fue el Apóstol Juan el autor del libro,
evidentemente, éste no utiliza seudónimo, eso sí, desde una perspectiva
histórico – crítica, hoy se sabe que nos es así, la hipótesis es que el autor,
pudo haber sido un discípulo de su escuela o corriente teológica. Además, no
pretende escribir mucho tiempo atrás, de lo que en realidad lo hace.
2) Al
contrario, hace una directa descripción de su situación histórica.
3) Es
también profético, ofrece aplicaciones para el presente.
4) Al
ser cristiano, no habla de salvación futura, tiene muy presente la centralidad
de Cristo que, con su resurrección, ha inaugurado ya el mundo nuevo.
Hablemos ahora algunas cosas del
contexto histórico en el que surge el libro: los cristianos se habían difundido
con gran rapidez en el Imperio, el primer enfrentamiento del cristianismo, es
con el judaísmo del siglo I, quizás por ello, sus diferencias con el imperio,
no ocupan un punto central. Es más, si uno observa solo para poner un ejemplo,
la Pasión según San Juan, se dará cuenta que hay hasta un tono de
condescendencia con el Imperio (Pilato trata de no condenar a Jesús, los judíos
quieren que sea reo de muerte)
Pero vendrá la persecución
liderada por Nerón (Algunos especialistas, dicen que en ese momento se redactó
algo del Apocalipsis), pero esa persecución fue muy centralizada en Roma. La
divinización imperial, era aún difusa.
La persecución siguiente, bajo
Domiciano (81 – 96), fue más frontal. Se dio en todo el Imperio, impactando las
comunidades de Asia Menor, la divinización del Estado era evidente: dado que el
emperador era “dios”, parte del ser ciudadano del imperio, era reconocer esa
deidad y rendirle culto. El choque con el cristianismo es inevitable: solo
Jesús es Dios, solo a él se le puede rendir culto. Este es el momento en el que
aparece el Apocalipsis. El texto es beligerante, pero no violento contra el
Imperio. La ubicación temporal de la aparición del libro, se hace entre los
años 90 y el 95.
Para terminar esta breve
introducción, digamos algo sobre el contenido del libro: éste va dirigido a las
iglesias de Asia Menor, que están en situación crítica por la persecución.
Históricamente, el libro de lo que habla es del enfrentamiento entre el Imperio
Romano (La bestia feroz), cuya capital es Roma (Babilonia, la gran prostituta)
y la Iglesia, ya llena de mártires.
Ahora, ya lo hemos dicho: El
autor apocalíptico escribe en tiempos de crisis agudas para la comunidad a la
que pertenece y con su obra pretende desvelar el final de esa historia crítica
en que vive. Si se quiere mirar “espiritualmente”, el Apocalipsis habla del
enfrentamiento del mal (Concretado en Satanás), que tiene entre su instrumental,
el poder de este mundo (El imperio Romano, es solo una de sus concreciones) y
Dios, que vencerá por medio de Cristo (En la figura del “Cordero inmolado, pero
de pie”)
Este punto es importante: el
cordero (Cristo), es gentil, compasivo, amoroso, bondadoso, mientras que la
bestia que se presenta en el libro es: salvaje, hostil, cruel y destructiva;
véase que la figura principal de Cristo en el Apocalipsis es el “Cordero
inmolado”: el que sufre inocentemente, para expiar nuestros pecados.
En ese enfrentamiento, van
apareciendo una serie de plagas: el choque entre el Imperio y el Cristianismo,
va a conducir hacia la ruina, pero Dios tiene un plan salvador del cual son parte los “siete sellos”. Véase
que nosotros, en este trabajo, vamos a hablar de los primeros cuatro, es decir
no se debe perder de vista, que ellos son parte de ese plan: Dios tiene el
control completo de las trágicas consecuencias del pecado en la historia y las
usa para cumplir sus propósitos. A través de ese plan, se va desarrollando el
proyecto salvador de Cristo, cuyo punto final, es el vencer al último enemigo:
la muerte.
Una vez hecho esto, llega la
Nueva Jerusalén, que es lo opuesto a lo que fue Babilonia, como el Imperio
Romano y todas las otras Babilonias (Todos los sistemas de dominación de la
historia, donde pondera el egoísmo y la opresión), la Nueva Jerusalén, es el
hogar de Dios entre la humanidad. Es el anuncio del triunfo final de Cristo, es
la llamada a la fidelidad y la esperanza (De esto trata el Apocalipsis, más que
de catástrofes): “¡Ven Señor Jesús!”
Un apunte final, partiendo de lo
que ya hemos dicho: El autor apocalíptico es un “vidente”, alguien que trasmite
su mensaje a través de la descripción de sus visiones y que, por tanto, usa la
palabra al servicio de la imagen.
Esto es claro en la visión de los
sellos y de los jinetes, que es propiamente el segmento del capítulo 6, que
vamos a analizar y reflexionar. Estaremos ante símbolos: esto es clave, el
Apocalipsis no se puede interpretar de manera literal: ya lo veremos más adelante,
cuando advirtamos algunos puntos de Teología Protestante en general y de
Teología Pentecostal en particular, observaremos los enredos que se generan.
El colmo de esta distorsión, lo vimos cuando
entre las notas de una de las Biblias de Estudio (Protestante), consultadas, se
planteaba el siguiente razonamiento: si se habla de caballos y jinetes: ¿Habrá
animales en el cielo?
II
Como ahora, tenemos tiempo para
leer, le ruego busque su Biblia y lea: Apocalipsis capítulo 6, versículos del 1
al 8. Hay Biblias (Es el caso de la Biblia de Estudio Dios Habla Hoy), que
presentan un título, que cubre los versículos que hemos citado, ese título es:
“Los cuatro primeros sellos”.
¿Qué dice este texto en resumen?:
el Cordero abre los cuatro primeros sellos. Aparecen el miedo, la escasez, el
hambre, la peste y las fieras. Aquí cabe decir algo fundamental: nótese, que si
Cristo abre los sellos, el contenido de éstos, no son la voluntad de Dios, son
la descripción del poder destructor de la misma humanidad.
Esto es importante: cuando las
pruebas vienen, no se puede concluir automáticamente que ellas vienen de Dios,
aquí es donde ante el sufrimiento, la pegunta no es ¿Por qué?, sino, ¿Para
qué?: aprovechemos este tiempo para confiar nuestro cuerpo y nuestra vida, al
que cumple su propósito por medio del sufrimiento. Este es un buen momento,
para mirar el mundo con los ojos de la paciencia de Job (Quizás esta sea
nuestra penitencia) y contemplando la paciencia del mismo Cristo, el Redentor,
que pagó el precio por nuestra salvación.
A modo de contextualizar hay que
decir lo siguiente: los sellos eran usados en la antigüedad para identificar la
propiedad, para dar validez a los documentos y para proteger cosas preciosas o
secretas.
El libro sellado, es propiedad
exclusiva de Dios y contiene los grandes secretos de su plan salvador. El rollo
se va desdoblando gradualmente, revelando su contenido, no para satisfacer la
curiosidad humana, sino para cumplir los planes de Dios.
Este capítulo 6, pertenece a una
unidad dentro del libro del Apocalipsis: los capítulos del 6 al 9: el Cordero
(Jesucristo), va abriendo los sellos (Del capítulo 6 al capítulo 8, versículo
1) y resuenan las trompetas (Capítulo 8, versículos del 7 al 9): en todo este
panorama, se va desarrollando una visión: el anuncio y preparación del desastre
del imperio romano (Su caída), que en el género apocalíptico, es el prototipo
de los enemigos de Dios. Véase que el
texto no busca aterrorizar a su público meta, de donde podemos concluir que: el
que usa los textos del Apocalipsis, para evadir la realidad o justificar la
opresión, está traicionando el verdadero sentido del libro.
Por otro lado, bíblicamente,
estos jinetes no son “novedosos”: están inspirados en el Antiguo Testamento: en
el profeta Zacarías (capítulo 1, versículos del 8 al 10; y capítulo 6,
versículos del 1 al 3) Si se mira el profetismo del Antiguo Testamento, se dará
uno cuenta que estos cuatro jinetes, eran con los que los profetas amenazaban
al Israel infiel: fieras salvajes, hambre y peste.
Bajo esta línea eminentemente
histórica, también hay que decir que los distintos colores de los caballos,
tenían significado para la simbología romana. En este marco, los jinetes
parecen desatar un poder mayor que Roma en términos de conquista, violencia,
justicia, hambruna y muerte. De hecho, el cuarto caballo, parece aludir a la
frecuente utilización por parte del imperio romano de la muerte en el circo a
manos de las fieras salvajes. Lo peor del imperio, conforme al Apocalipsis, se
le está devolviendo en especie.
En los primeros dos versículos se
habla de un caballo blanco: esta imagen es objeto de un debate en la
interpretación que se da al género literario apocalíptico, sobre esta figura:
a) Hay
una interpretación que podríamos llamar positiva: el caballo es blanco, muchos
ven en este jinete a Cristo, a quien pertenece la victoria (Versículo 5); en
esta línea, otros ven la Palabra de Dios y la expansión del Evangelio (San
Ireneo era de esta tesis). Tal interpretación está relacionada con el hecho de
que en el capítulo 19, Jesús aparece montado en un caballo blanco.
Desde una óptica que podríamos denominar “muy
tradicional en la teología”: la victoria originada por la guerra, es una plaga
o “azote de Dios”. Desde una perspectiva liberadora, tal visión no es posible.
Eso sí, queremos dejar constancia que esta interpretación está ligada al
concepto de “la ira de Dios”, lo que repetimos, es muy propio de una teología
católica muy tradicional (Para el teólogo J.P. Bagot, de la católica Escuela
Bíblica de Jerusalén, con el rompimiento de los sellos, el Cordero revela le
sentido del antiguo Testamento, que es el “Día de Yahvé”. Para los
especialistas del católico Instituto Fe y Vida, esta revelación, interpreta el
drama de la historia y de las fuerzas que actúan en ella); este óptica de la “Ira
de Dios” es compartida por muchas corrientes protestantes.
b) Hay
una interpretación que podríamos llamar negativa: observando las
características de los otros caballos (Versículos 3 – 8), se interpreta este
caballo blanco, como figura de ejércitos destructores. Propiamente, se piensa
en los “Partos”. Ellos vivían al este del imperio y su arma peculiar era el
arco, terror del mundo romano en el siglo I (Nosotros, desde una teología
histórico – crítica, nos adherimos a este tesis): con esto claro, este texto lo
que estaría diciendo es que: los Partos pueden invadir exitosamente el Imperio
Romano (Ya los habían vencido en el año 62); fruto de esa invasión, tendrían
autoridad (El símbolo de la corona)
c) En
una interpretación parecida pero distinta, para algunos estudiosos
protestantes, el jinete de este caballo blanco, es el anticristo, a él le sería
permitido engañar a todos los que se opongan a Cristo (Filón plantea esta idea).
Dicha corriente interpretativa va más allá: el triunfo del jinete del caballo
blanco, no sería por una guerra abierta, porque la paz de la tierra, terminaría
con el segundo jinete (Véase el fundamentalismo y el literalismo en su máxima
expresión); en esa misma línea, el especialista protestante, Finis J. Dake,
diría que en el lenguaje simbólico, un arco y un hombre, ilustra designios de
conquista malignos.
d) En
visiones como la teología pentecostal, donde el fundamentalismo y el
literalismo son claves: este primer sello, es el comienzo de siete años de
tribulación, un tiempo futuro de sufrimiento y juicio sin precedentes, que
llevaría a la segunda venida de Cristo. Este periodo, es lo que en muchas
comunidades de fe protestantes, se conoce como “la gran tribulación”. En muchas
de estas comunidades, dicha idea es parte de una corriente de interpretación
bíblica, que se llama: dispensacionalismo.
e) Dentro
de la misma teología pentecostal, hay diferencias respecto a la ubicación
temporal del este primer sello dentro del libro del Apocalipsis: esta marca no
sería “la gran tribulación”, sino, los tres últimos años y medio de ella.
f) Para
otros, es el comienzo del juicio de Dios hacia el final del mundo. Conforme a
algunos teólogos protestantes, antes de ello, debe darse lo que se denomina
como el “rapto de la iglesia”.
Pasemos ahora a hablar del
segundo equino y su jinete: el segundo caballo es de color rojo (Versículos 3 y
4), símbolo de la guerra y del correr de la sangre. Para los especialistas
católicos de la Escuela Bíblica de Jerusalén, esta guerra o guerras
sangrientas, son provocadas por el caballo blanco (Como puede verse, en este
contexto, es mejor inclinarse por la “interpretación negativa” del primer
caballo. Por su parte, desde una óptica católica más tradicional, este caballo
refleja las persecuciones que padeció la Iglesia desde que nació)
Por su parte, la Biblia comentada
de Alberto Colunga (Traductor católico), nos abre una puerta más desde la
perspectiva histórica: este jinete tiene una larga espada: esto significarían
las guerras intestinas en el Imperio Romano, que tuvieron lugar en el año 69. En
esas guerras, participaron entre otros, Galba y Vespasiano (Desde una
perspectiva general, la espada es signo del poder político)
En la misma línea, especialistas
histórico – críticos, del mundo protestante, nos dicen que el color rojo,
también recuerda las fieras (El mismo color rojo, es el que tendrá el dragón
que aparecerá más adelante en el libro)
Desde una óptica pentecostal, ligada a la
“gran tribulación”, que ya hemos explicado, ese evento, será un tiempo de violencia,
homicidio y guerra. En esa misma lógica, los pentecostales interpretan Mateo
24: 6 – 8. Ahora bien, dejando de lado esa interpretación, sí resulta cierto
que, este jinete, genera una analogía con “las guerras y rumores de guerras”,
de las que habla Jesucristo en Mateo 24: 6 – 7.
El tercer sello (Versículos 5 y
6): es el hambre, esa hambre es fruto del caballo anterior (La guerra); el
jinete, tiene una balanza en la mano: ésta es para medir el grano que escasea y
se vende caro. Se está diciendo que, como fruto de la guerra, hay artículos
racionados y precios exorbitantes.
Es interesante que, el caballo es
negro, esto tiene una explicación histórico – cultural: Para judíos y
cristianos, el Hades (Palabra griega), es el sepulcro y dentro de la mitología
griega, el hades, era un lugar de oscuridad. Una vez más, desde la perspectiva
de algunos teólogos pentecostales, este jinete: es una hambruna en un tiempo
específico (“la gran tribulación”); de nuevo, del mismo modo, interpretan Mateo
24: 7 – 9.
Veamos con más detalle este versículo
6: “Y de en medio de los cuatro seres vivientes oí una voz que decía: ´El
salario de todo un día de trabajo solo alcanzará para comprar un kilo de trigo
o tres kilos de cebada. ¡Pero no subas el precio del aceite ni del vino!”
(Traducción de la Biblia de Estudio: GPS: Guía – Poder – Sabiduría)
Estas palabras tienen una doble
explicación histórica: hemos dicho antes, que el género apocalíptico, comienza
a ser insinuado en el libro de Ezequiel, precisamente ese profeta, diría que
los babilonios destruirían las provisiones de alimentos de Jerusalén y que,
entonces los israelitas comerían el pan por peso y con angustia. Además,
beberían el agua por medida y con espanto (Ezequiel 4: 16)
Por otro lado, el salario de un día, se pagaba
con una moneda que se llamaba “denario”. En el siglo I (Mucho tiempo después de
lo predicho por Ezequiel), con un denario se podía comprar entre ocho y
dieciséis veces los granos mencionados en este versículo. Sin embargo, durante
las hambrunas, los precios de las comidas básicas (Trigo y cebada), aumentarían
enormemente.
La visión muestra un tiempo en el
que escasearían los alimentos básicos, mientras que los artículos menos
necesarios (Aceite de oliva y vino), abundarían. La orden de no dañar el aceite
y el vino, puede significar que la hambruna no será tan prolongada como para
destruir a los habitantes de la tierra.
Por otra parte, algunos especialistas de línea
protestante, dan una explicación histórica a la inmutabilidad de los precios
del vino y el aceite de oliva: estos bienes, eran producidos en la mayor parte
del mundo grecorromano (Incluida Asia Menor), mientras que, grandes zonas del
Imperio, dependían de la importación de granos. Otros más, dirán, que la uva y
la oliva, no requieren cultivo, por lo que se prohíbe su destrucción.
Desde una perspectiva más liberadora, podemos decir
algo adicional: el trigo y la cebada, eran los alimentos de los pobres, que no
los pueden comprar, mientras que los bienes de los ricos, no son afectados para
nada con la crisis.
En otro orden de cosas: los
primeros 3 caballos nos dan una secuencia:
a) Conquista.
b) Derramamiento
de sangre.
c) Hambre.
El cuarto sello, es la peste o la
muerte misma: el caballo es amarillento (Color en los cadáveres efecto de la
peste) y es montado por la muerte. Una vez más, si tomamos los lentes del
fundamentalismo y el literalismo, más que de una peste, este sello hablaría de
la intensificación de la guerra, el hambre y la muerte. En ese marco, en esa
intensificación, habrá muertos por todos lados, hasta los animales salvajes
comerán la carne de los cadáveres: es el reino de la muerte (Del Hades)
Más que hablar de una plaga o una enfermedad,
se estaría hablando de varias y hasta de las fieras. En esa línea protestante,
algunos especialistas dicen que morirá una cuarta parte de la humanidad (Desde
la perspectiva histórico – crítica, que es la que nosotros adherimos, esta
cifra es simbólica: Dios aun limita el juicio, en este momento del libro, el
juicio no se ha completado, véase que con los jinetes, todavía hay tiempo de
arrepentimiento. Más que subrayar la ira de Dios, lo que se subraya, es su
misericordia: se le da a la humanidad, otra oportunidad para que se vuelvan a
él, antes de la ejecución del juicio final. Ese juicio final, se verá en el
capítulo 16, versículo 4)
Antes de abandonar la interpretación
protestante, cabe decir lo siguiente: las conquistas, las extendidas guerras y
el hambre, fruto de profundas crisis económicas, han tenido suceso desde el
siglo I (Aún antes, diríamos nosotros)
Entremos en la óptica histórico –
crítica: volvemos a los tres jinetes concatenados:
a) Conquista.
b) Derramamiento
de sangre.
c) Hambre.
Si hay invasión, guerra y hambre:
¿Qué viene con alta probabilidad?: la peste: en la antigüedad, la gente que
moría de hambre, no era enterrada con medidas sanitarias adecuadas, lo mismo
con las víctimas de la guerra, de ahí las enfermedades.
Como puede verse, el segundo,
tercero y cuarto caballos, son la guerra, el hambre y las epidemias, las
grandes plagas que aquejan a la humanidad pecadora y que, hacen sentir a la
humanidad que necesita salvación.
En esta lógica, los sellos recuerdan a los cristianos,
que las calamidades de la historia y la naturaleza, deben servir para despertar
las conciencias ante la caducidad de lo humano (Conste que esta idea nos sirve
a nosotros hoy, en la etapa que estamos atravesando)
Por otro lado, si repasamos la
historia de la humanidad, nos daremos cuenta que en cada época, vuelven a
cabalgar los 4 jinetes, creados por la perversión y el egoísmo humanos. Esto es
lo que hace el autor del Apocalipsis, tomando en cuenta su historia:
-
Malas cosechas (Desde el año 44)
-
Esto llevó a un aumento en el costo de la vida
bajo el gobierno de Nerón.
-
Gran epidemia en el año 65.
-
Guerras civiles.
-
Temor a los Partos.
-
Temblores de tierra en Anatolia.
-
La tragedia de Pompeya.
Es decir, más que buscar en términos literales
o fundamentalistas, si el Covid – 19, aparece profetizado, lo que deberíamos
reflexionar es:
-
Cómo la perversión de una política, una economía
y una cultura egoístas, han enfermado a la tierra.
-
Cómo en la actualidad, el egoísmo humano, concretado en un
“capitalismo salvaje” (Juan Pablo II), nos ha llevado adonde estamos hoy.
Si hay algo que se nos ha
reafirmado en esta crisis, es que cada vez más, debemos tener conciencia de la
integralidad de lo que consideramos la realidad. De esto, ya nos había hablado
el Papa Francisco, en la Encíclica “Laudato SI”.
Ya desde los pueblos originarios,
era claro que el ser humano pertenece a la tierra y no la tierra al ser humano.
Desde una perspectiva liberadora, hoy sabemos que aquella interpretación
tradicional del Génesis, de que el “hombre debía dominar la tierra”, ha quedado
en el olvido.
Pero lo cierto, es que el
capitalismo monetarista, economicista o neoliberal, ha herido a la tierra, por
su alta intensidad extractiva. Este modelo, olvidó lo que el gran escritor,
Isaac Asimov, nos dijera en 1982: que la tierra y la humanidad, son una sola
cosa.
Mas el monetarismo ha dañado la
tierra: ha acelerado la capacidad de extinción del ser humano: ¿Cuántas
especies biológicas han desaparecido desde el siglo XX hasta hoy?: la llamada
“cultura de la muerte”, va más allá de la especie humana.
Pero… hablando de la humanidad,
hay que decirlo: el sistema de dominación: la política y la economía egoístas y
la cultura opresiva, hacen que muchísimos mueran de sed, de hambre, fruto de la
guerra o de la violencia estructural (La pobreza); en los tiempos presentes,
hasta la aparición del Covid – 19, la insensibilidad era la nota dominante.
Solo los favorecidos de ese sistema, vivían en el más perfecto de los mundos:
sin hambre, sin guerra, sin enfermedades.
Destruimos la tierra: ¿El
resultado?: las enfermedades y la injusticia social, son producto de ello. El
hecho de que la tierra esté enferma es producto de ello. La aventura
economicista ha fallado, esto es claro. El orgullo occidental se ha derrumbado.
El capitalismo salvaje (Juan
Pablo II), nos ha permitido tener todo: hasta abrir las puertas de la
aniquilación de importantes poblaciones de seres humanos. Este es el fruto de
la crueldad y la locura del libertinaje de mercado.
Ahora bien, volviendo a la
Teología Bíblica, debe resaltarse algo que ya dijimos: el libro sellado es
propiedad exclusiva de Dios y contiene los grandes secretos de su plan
salvador. Es decir, la apertura de los sellos, no significa el designio último
de Dios. El designio último del Señor, es su Reino y eso vendrá más adelante en
el libro del Apocalipsis.
Lo cierto es que si vemos este
pasaje, con una mirada fundamentalista y literal, es obvio que el texto nos
genera miedo, y ese miedo nos impide ver muchas cosas, por ejemplo: al caer en
la trampa de pensar en la profecía del Covid – 19 (Cosa que no encontramos por
ningún lado), nos olvidamos cómo el egoísmo humano genera guerras y hambre
(Parte de la secuencia de los jinetes)
Solo para hablar del tema del
hambre: cómo no nos preguntamos: ¿Si desde hace considerable tiempo, venimos
produciendo como humanidad, mucho más alimentos que hace unos 60 años: cómo es
posible que exista mucho más hambre?
III
Conclusiones:
1) Pese
a lo confuso que en principio es el libro del Apocalipsis, es literariamente fascinante y por eso ha
sido bastante explotado, por ejemplo en el cine, la televisión y la literatura.
Esta “explotación”, viene ligada en muchas ocasiones, a una interpretación
fundamentalista y literalista, que a su vez, está alimentada por muchas
comunidades de fe protestantes, por lo que no es extraño, repetimos, que:
Siempre que sucede una crisis aguda en el campo político, económico y social,
la gente se lanza a la “interpretación o reinterpretación” de profecías o lo
que se consideran profecías, para valorar el futuro.
2) Teniendo
claro, que no se puede encontrar en el pasaje en estudio, una “profecía
literal” sobre el Covid – 19, si puede suceder que las personas quieran ver de
manera apocalíptica el presente y el futuro, lo que supone, a la luz de las
características del género literario apocalíptico: por un lado, una visión
pesimista del presente, que se considera dominado por el mal, y, por otro, una
visión optimista del futuro en el que se realizará (Ese es el objetivo de la
revelación), la salvación de Dios.
3) Si
se quiere mirar “espiritualmente”, el Apocalipsis habla del enfrentamiento del
mal (Concretado en Satanás), que tiene entre su instrumental, el poder de este
mundo (El imperio Romano, es solo una de sus concreciones) y Dios, que vencerá
por medio de Cristo (En la figura del “Cordero inmolado, pero de pie”)
4) Este
punto es importante: el cordero (Cristo), es gentil, compasivo, amoroso,
bondadoso, mientras que la bestia que se presenta en el libro, es: salvaje,
hostil, cruel y destructiva; véase que la figura principal de Cristo en el
Apocalipsis es el “Cordero inmolado”: el que sufre inocentemente, para expiar
nuestros pecados.
5) El
mensaje del Apocalipsis es fundamental para este y para todos los tiempos:
ningún poder de este mundo: político, económico, cultural (Incluido el poder de
las ideas o doctrinas de las Iglesias), puede absolutizarse y ninguna
dificultad es tan grave (Ni el Covid – 19), como para robarnos la esperanza.
Esa esperanza, debe ser parte de nuestros espacios de oración.
6) El
texto que hemos analizado y comentado es un testimonio de fe: de nuevo: ninguna
dificultad es tan grave (Ni el Covid – 19), como para robarnos la esperanza.
Debemos levantar el ánimo en este tiempo de prueba. Los textos apocalípticos,
no fueron escritos para producir temor (Este trabajo espera haber cumplido el
objetivo de refutar la idea fatalista, sobre todo, de ciertas comunidades de fe
protestantes y de algunas sectas)
7) El
que usa los textos del Apocalipsis, para evadir la realidad o justificar la
opresión, está traicionando el verdadero sentido del libro.
8) Cuando
las pruebas vienen, no se puede concluir automáticamente que ellas vienen de
Dios, aquí es donde ante el sufrimiento, la pegunta no es ¿Por qué?, sino,
¿Para qué?: aprovechemos este tiempo para confiar nuestro cuerpo y nuestra
vida, al que cumple su propósito por medio del sufrimiento. Este es un buen
momento, para mirar el mundo con los ojos de la paciencia de Job (Quizás esta sea nuestra penitencia) y
contemplando la paciencia del mismo Cristo, el Redentor, que pagó el precio por
nuestra salvación.
9) Hablando
de la humanidad, hay que decirlo: el sistema de dominación: la política y la
economía egoístas y la cultura opresiva, hacen que muchísimos mueran de sed, de
hambre, fruto de la guerra o de la violencia estructural (La pobreza); en los
tiempos presentes, hasta la aparición del Covid – 19, la insensibilidad era la
nota dominante. Solo los favorecidos de ese sistema, vivían en el más perfecto
de los mundos: sin hambre, sin guerra, sin enfermedades.
10) Desde
la perspectiva del género literario apocalíptico, la ruptura con Dios, con el
prójimo y con la naturaleza (Lo que desde la Teología de la Salvación, se
conoce como pecado), se toma muy en serio. El pecado no solo se manifiesta de
manera individual, también lo hace de manera social (Tal y como lo establece el
Magisterio de la Iglesia Católica, desde el Concilio Vaticano II y por su parte,
lo establece la Teología Latinoamericana de la Liberación)
11) Véase
que la reflexión de este texto, nos ha servido para desenmascarar los elementos
del sistema de dominación: en el caso costarricense (Solo para adherir a la
reflexión), una clase política en general y una clase gobernante en particular,
que busca que la crisis la paguen las clases populares; una clase económica (La
poderosa, la de las cámaras empresariales y los medios de comunicación
hegemónicos), que aplaude esa idea de la clase política y una cultura opresiva,
que irresponsablemente, nos lleva a no cuidarnos, a no pensar en los demás.
12) En
efecto, el cuarto jinete que menciona el texto que hemos analizado y comentado,
es la muerte, pero no podemos olvidar (Y este es un buen momento para no
hacerlo), que el Señor es el que tiene las llaves de “la muerte y el infierno”
(Apocalipsis 1: 18); de nuevo, el mensaje fundamental del Apocalipsis, es la
esperanza: la muerte y el Hades no tienen futuro (Apocalipsis 20: 12 – 14),
Jesucristo en el Apocalipsis, se presenta como el autor de la vida que vence
sobre estos dos enemigos: la muerte y el Hades.
13) El
texto también nos ha permitido ir más allá del tópico del Covid – 19: las cosas
van a tener que cambiar, debemos entrar o profundizar en una ética de servicio,
de solidaridad, entender que la verdadera libertad, está en el servir.
14) En
este tiempo podemos pedir a Dios, que aumente nuestra fe y confianza para vivir
con serenidad y comprometidos con el bienestar de los demás seres humanos.
Pidamos a Cristo, que nos ayude a abrir los sellos de nuestra propia vida.
15) En
términos de acción: realicemos una tarea que contribuya hacer de este mundo un
mundo mejor: en los tiempos presentes, esa acción es quedarnos en casa y a
futuro (No muy lejano) podemos pensar cómo cuidar mejor el medio ambiente.
16) Este
es un tiempo valiosísimo para la humanidad: ¿Reconoceremos el señorío de Dios
sobre la historia o continuaremos atados a las fuerzas de la muerte?: que este
tiempo sea un llamado a reconocer a Jesús como Señor de la Vida.